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jueves, 20 de septiembre de 2012

JESÚS CASADO, POR DIOS

Esta Semana se ha presentado en prensa nuevos hallazgos bíblicos que indican la vida en pareja de Jesús. Des de los inicios y la posterior curia papal se ha predicado un Cristo célibe y alejado de los supuestos pecados del sexo. El Vaticano y los Evangelios se obsesionan en ocultar la vida sexual del nazareno. Quienes redactaron aquellos textos estuvieron bajo el influjo de alguien cuya visión del sexo era una constante fuente de pecado y de malos hábitos, el apóstol Pablo. Pablo, aún estando casado (Corintios 9, 55), se volvió célibe y lo predicó como virtud para evitar el pecado: Siento una ley en mis miembros que rechaza la ley de mi mente pero que me encadena al pecado de mis miembros (Pablo, Romanos 7, 23); Loable cosa es en el hombre no tocar mujer (Pablo, Corintios 7, 1); Porque bien sabemos que la Ley es espiritual: pero yo por mí soy carnal, vendido para ser esclavo del pecado (Pablo, Romanos 7, 14); La sabiduría de la carne o la prudencia de la carne es una muerte (Pablo, Romanos 8, 6); Por donde los que viven según la carne, no pueden agradar a Dios (Pablo, Romanos 8, 8). Y léanse también de Pablo: Gálatas 5, 13-26 y Corintios 12, 71-80 o el inventado Evangelio de Pedro por los paulinos: El hombre es esclavo de aquello que lo domina (Pedro 2, 19). Pasados unos siglos, y durante las traducciones y reelaboraciones de los Evangelios, los padres de la Iglesia continuaron con la misma batuta castrista. Téngase en cuenta que el celibato sacerdotal se originó a principios del cristianismo al servicio de Roma. La castración espiritual de los párrocos fue una oferta política de éstos hacia el emperador Constantino durante el siglo IV: no tendremos hijos ni formaremos una dinastía sacerdotal sagrada como la judía o la egipcia. Tal propuesta al emperador le encantó. Téngase en cuenta que en otras culturas dentro del Imperio Romano la casta sacerdotal ostentaba linaje y aristocracia que a menudo amenazaba al poder imperial. Egipto fue un claro ejemplo de ello. Tras la propuesta de celibato sacerdotal, Constantino ofreció su apoyo al cristianismo viendo su propia dinastía libre de linajes religiosos. Así pues, y tras la prohibición de matrimonio entre la clase sacerdotal, éstos mismos proyectaron su lánguida realidad potenciando la imagen de un Jesús célibe como ellos, un nazareno que nada tuvo que ver con su realidad histórica. Veamos otras interpretaciones de su posible sexualidad, hipótesis mucho más creíbles que la imagen célibe creada desde el siglo IV. Sabemos hoy en día que la redacción original de los Evangelios, y sus modificaciones posteriores, brindaron un Cristo evangélico monacal y apartado de los placeres de la carne, algo totalmente contradictorio dada la sociedad hebrea del momento y las costumbres que ahora detallaremos. Opine lo que opine este ensayo, ustedes hallarán doctos, que a pesar de lo se va a argumentar, le insistirán en el celibato de Cristo. Según el teólogo Armand Puig, Jesús era célibe porque no se citó ninguna esposa en los Evangelios y sí a su madre y hermanos, (Marcos 3, 31-35 y 6, 1-6), un argumento, permítanme la ironía, demoledor. A sabiendas que los Evangelios no fueron relatos históricos, afirmar que Jesús no estaba casado por el simple hecho que en ellos no se citara, era no darse cuenta de las contradicciones históricas que dicha afirmación conllevaba. Veámoslas y ustedes juzgarán. La primera era que un judío durante el siglo I, y pasados los veinte, era harto normal que se esposara con una mujer. Jesús murió pasados los cuarenta, por lo cual o se le pasó el arroz marital o alguien cambió su historia. Si no hubiera estado casado habría sido muy mal visto por sus enemigos judíos convirtiéndose tal agravio en fuente de críticas hacia el nazareno, puyas que jamás se trascribieron en los Evangelios. La segunda, como rabino que se hacía llamar, sólo podía ostentar tal cargo si estaba casado. En el mundo judío del siglo I d. C. un hombre de más de veinte años como el nazareno, y sin mujer, no podía ser llamado rabino. Tal título implicaba edad, experiencia y esposa. De haber sido lo contrario, el Sanedrín lo habría denunciado con fiereza, algo que los Evangelios tampoco explicitaron. La tercera, dada la ya comentada supresión del protagonismo de la progesterona femenina en todos los Evangelios, parece obvio lo que ocurrió. Los Evangelios, bajo el machismo con que fueron redactados, suprimieron todo papel de las hembras. Sirva de ejemplo que se citaron los nombres de los posibles hermanos y hermanastros de Jesús pero que se obviaron el de sus hermanas o hermanastras (Marcos 3, 31-35 y 6, 1-6). En el mismo sentido las discípulas fueron relegadas en los Evangelios a personajes secundarios a la sombra de los testosteronados, los machos. La cuarta era la obligación de la estirpe entre los judíos. Las parejas sin hijos eran consideradas castigo del Señor y por tanto muy mal vistas. Tanto esenios, fariseos como saduceos consideraban la obligación de matrimonio e hijos en todo aquel que se preciara como buen hebreo: Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y dominadla (Génesis1, 28). Lo mismo ocurría con los “singles” del momento. Si Jesús nació antes del 4 a. C. y murió del 30 al 36 d. C. llegó como mínimo a los 33 y quizás alcanzó los 40, edades más que pasadas para tener hijos según las costumbres judaicas. Si Jesús hubiera sido un solterón habría recibido todo tipo de críticas por parte de sus enemigos judíos, algo que jamás le echaron en cara tales oponentes durante todos los Evangelios. Sólo haberlo dejado de antipatriota al no procrear para Israel, hubiera hundido todos sus alardes hebreos. Durante todos los Evangelios jamás los enemigos de Jesús utilizaron su supuesta soltería para atacarlo. De haber sido un single el nazareno hubiera representado un escándalo, sobretodo al llamarle sus cortesanos rabino, un hecho que habría dejado a huevo las más infames críticas desde el Sanedrín. En resumidas cuentas, parecía que el nazareno estaba emparejado con alguien, ¿pero con quién? En la última cena Jesús atendía a alguien que una y otra vez recostaba su cabeza sobre su pecho. El personaje en cuestión era alguien que consta en los Evangelios como el más amado por Jesús. El mismo personaje muy probablemente, y desesperado, escapó del lado de Jesús en el momento de su detención, algo que hizo dejando tras de si su vestimenta, es decir, escapó desnudo: Y los suyos le abandonaron y huyeron todos; y un jovencito le seguía envuelto sólo con una sábana encima del cuerpo, y también lo detuvieron; pero él se quitó la sábana y huyó desnudo (Marcos 14, 50-52). La pregunta obvia era, ¿qué hacía un joven semidesnudo junto a Jesús mientras éste rezaba? Añadamos que el apóstol amado y que reposaba su cabeza sobre el pecho de Jesús era el discípulo joven de Juan, y todo nos brinda una novela a lo Código da Vinci con un Cristo homosexual: el discípulo a quien amaba Jesús [Juan], el mismo que en la cena se había recostado en su pecho … (Juan 13, 21-25). También cuando Jesús vio a su madre junto a la cruz, la acompañaba el discípulo que él amaba, Juan. El nazareno para rematar los hechos entregó a su madre bajo el amparo de su pareja: Mujer, aquí tienes a tu hijo, y a continuación le dijo a Juan, aquí tienes a tu madre (Juan 19, 26). Si María tenía otros hijos, ¿por qué delegar el cuidado de su madre a un no hijo? Bajo la costumbre hebrea cuando una esposa moría, el marido se hacía cargo de la suegra. Entonces Juan, ¿era su amante marido y María su suegra? Además, si algunos teólogos insisten que Jesús pasados los treinta jamás estuvo casado ni tuvo hijos, pero sí hubo en los Evangelios un Juan amado y acariciado en las cenas, ¿qué pensaría usted? ¿Un Código da Vinci a lo Queen? ¿O un aprieto para la Santa Sede? Menudo escándalo para el Vaticano, menuda algarabía para el orgullo gay. Al fin y al cabo, esta conclusión halla muchos más argumentos, los cinco anteriormente indicados, ante el único que el teólogo Armand Puig esgrime, su triste afirmación que Jesús fue célibe sólo porque no se le emparentó con esposa alguna durante todos los Evangelios canónicos. Como podrán echarme en cara, y con toda la razón del mundo, la posible homosexualidad del nazareno fue una suposición, incluso una prueba de añadidos con regusto a griego. Debo adelantar que los Evangelios fueron redactados bajo el influjo de aquella cultura y no la judía. En el capítulo quinto de este libro detallaremos este hecho y desaparecerá el escándalo de un Cristo sodomizando a Juan, un añadido simbólico con tiznas de una cultura, la helenista, que siempre vio bien y sin recelos que un hombre fuera hombre con otro hombre, vaya, que se prodigara en la homosexualidad. Téngase en cuenta que los Evangelios canónicos, los aceptados por el Vaticano, se originaron en el mundo griego dado a aceptar las prácticas homosexuales. Llegados aquí, seguimos sin responder la pregunta inicial, ¿con quién estuvo realmente amancebado el nazareno? Ya vimos tras diferentes evidencias que lo más probable fue que Jesús hubiera estado casado. En caso contrario deberíamos haber encontrado en los Evangelios las críticas de sus partisanos al saltarse la costumbre tan sagrada del matrimonio. Supongamos que Jesús contrajo nupcias con alguna esposa. En todos los Evangelios citan a María Magdalena como compañera cercana al nazareno. Si a ello sumamos que ésta llamaba a Jesús rabom, un apelativo cariñoso de rabino que sólo las esposas utilizaban con sus maridos, resulta más probable que el nazareno y ella mantuvieron una relación de marido y mujer. El Evangelio de Felipe lo dejó bien claro, la Magdalena compartía cama con Jesús. En conclusión, tras analizar las tres opciones, la de un Jesús célibe, gay o esposado, la que parece más probada es la de un nazareno casado con alguin, quizás María Magdalena. Los textos presentados esta semana serán otra prueba que el Vaticano va a ignorar.

martes, 18 de septiembre de 2012

PERE NAVARRO DOBLE MORAL

El passat 16 de setembre fou la Festa de la Rosa a Viladecans, la festa dels socialistes, vet aquí que aquest darrer diumenge s’hi apleguessin alts dirigents del partit com Rubalcaba, Montilla i Pere Navarro. Com tota reunió dels teus, un s’exalta, se li escalfa la boca i aboca frases incendiàries. En Pere va cridar que: Cataluña no es rica y plena como dice su himno, que es triste y pobre desde que gobierna CiU. Cal recordar aquí que el sobreendeutament que pateix aquesta terra tan superba fou signat i perpetrat pel seu anterior màxim dirigent, el M.H. senyor Montilla, actualment senador a Madrid. Ell fou qui, sense explicar res als catalans, va demanar crèdits a tort i a dret a banques estrangeres, diners que ara es deuen. Davant el forat de diner públic hagués pogut estalviar i retallar algunes coses, però ell s’endeutà en escreix i ens abocà al cràter actual. Per tant, l’empobriment català actual té com a causa principal bandera socialista. El problema fou que el federalista PSC va obeir les consignes de l’espanyolista PSOE endeutant-se més enllà de l’aconsellable. Potser ara Pere es creu que sobre la seva pedra s’edificarà la creença federalista, però que no ens enganyi, si amb gairebé vuit anys de socialistes a Catalunya i Madrid no van aconseguir pactar aquesta utopia, que ara no ens vulgui fer combregar amb rodes de molí acusant a altres del deute català signat per ells a l’estranger. Diuen que equivocar-se és humà, però més ho és donar la culpa als altres. Si Pere Navarro vol veure la palla en l’ull de l’altre però no pas la biga en el seu, queda clar que ni de lluny vol defensar els interessos de Catalunya, més aviat continuarà el que feia l’ara senador Montilla, esdevenir marca blanca d’un PSOE espanyolista i centralista.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Inicio de curso, como impartir las primeras clases

Decía el escritor Fernando Savater que los maestros deben ser conservadores hoy por rectitud de conciencia para que algunos alumnos puedan mañana ser revolucionarios con conocimiento de causa. Un objetivo fundamental del aula es dar conocimientos para que los alumnos desarrollen criterios propios y veraces. El paraninfo escolar por tanto no debe ser un lugar donde predomine la diversión, la distracción y la algarabía. De ser así no se enseñará ni educará a los retoños para que piensen por si mismos, en todo caso se les estafará con una educación de pan y circo. Se insiste, desconfíe del profe que es colega y divertido durante los primeros días. Al final el grupo se le convertirá en una jauría y poco podrá enseñar a los escolares. Mejor caer algo serio al principio y no ser colega de los alumnos, para, y en caso de hacerlo bien, que le quieran después. Usted puede detectar que docentes ofrecen esa distancia inicial a través de las conversaciones con su hijo. Para ello, todo profesor debe infundir una serie de objetivos que permitan que una clase funcione y que llegue a crear alumnos con criterio. Estos objetivos son el orden en clase, la memorización de conceptos esenciales, la síntesis entre estos y el esfuerzo personal bajo la humanidad y el buen trato en todo ello. Veamos primero el orden en el aula. Como padres no deberían aplaudir a docentes que permiten la charla y el paseo de sus hijos por la clase, eso anima al desorden y al distraigo. Un versado profesor debe hacer que predomine el silencio y el orden durante sus sesiones, no el desorden y la distracción. El orden permitirá que los escolares se concentren, se motiven y aprendan. Para gritos y momentos lúdicos ya hay los patios, los centros comerciales y los programas de telebasura. Para mantener el orden hay muchas estratagemas que todo buen docente sabe aplicar. Durante los siguientes párrafos detallaremos algunas de ellas. Antes de entrar en el aula un docente astuto sabe muy bien como debe acceder a ella. Quien considere enemigos a sus alumnos se equivoca y va con tensión hacia el patíbulo, hacia el aula, pero quien recuerda que él también fue adolescente como sus allumnos, gana gran parte de la partida. En tal caso le vendrá a la memoria que al profe inseguro y nervioso se le atacaba mientras que al firme y tranquilo se le respetaba. Por tanto siempre se debe entrar relajado y tranquilo entre los alumnos para que éste estado les inbuya igual condición a ellos. Si el docente entra tenso suele inyectar eso mismo entre los escolares. Aplauda pues a los docentes con fama de entrar tranquilos y relajados en el aula, señal inequívoca que sabrán infundir igual actitud en sus hijos. Esa paz al entrar también proyecta señales de seguridad en lo que se va a impartir. Ellos, los alumnos, saben captar esa bondad con autoridad del docente experimentado, algo que les infunde respeto y tranquilidad. Al docente histérico nadie le hace caso, es más, se ríen y mofan de él o ella. Algo muy efectivo para iniciar el silencio en el aula lo vi de bachiller con mi profesor de Geología. Éste entraba entre nosotros sin mostrar enfado alguno por nuestra algarabía. Llegado a su mesa se sentaba, y en voz baja y relajada, comenzaba la clase. En menos de un minuto lograba que atendiéramos y que en la siguiente sesión estuviéramos en nuestro puesto a la espera de sus explicaciones. Otros desafortunados docentes optan por alzar su chillido entre el aullido de los escolares. Una práctica así cansa, estresa y resulta un craso error en el Bachillerato. Cuando un profesor intenta forzar sus cuerdas vocales por encima de la de los alumnos aparece una voz irreal que éstos se toman a cachondeo. Por tanto no hay que alzar la voz en el aula para evitar este falsete. Ese tono agudo altera más a los adolescentes y les crispa más que no ayuda, algo que a su vez les anima más a la charla. Inconscientemente ellos sienten que son el centro de atención y no el docente. Para cambiar tal percepción un profesor diestro debe impartir la clase hablando en tono relajado, vocalizando sin prisas y dejando pausas serenas entre concepto y concepto para poder respirar. Permanecer toda la clase con taquilexia, nervios y ese eterno chillido tensiona a los púberes al intentar estar por encima de su ruido. Un buen profesor primero impondrà su silencio y después comenzará la clase. De todas formas la atención no se logra tan fácilmente. Me cuentan algunos profesores de universidad que muy a menudo los nuevos jóvenes asisten a las clases sin atender a las explicaciones y charlando entre ellos, añaden que en caso de preguntar lo hacen interrumpiendo al docente y sin levantar la mano. Quizás eso no se enseñó en el instituto. Durante las clases, y para mantener el orden, es bueno exigirles a los adolescentes que levanten la mano antes de preguntar, la izquierda o la derecha, da lo mismo. Con ello no se pretende nada fascista ni comunista, todo lo contrario, sólo se desea que haya un orden de preguntas y que los treinta alumnos del aula no lo hagan a la vez, algo imposible de atender por un solo profesor. Un buen truco que observé en una clase fue que si varios estudiantes levantaban la mano, el docente les daba un turno a cada uno y así todos las bajaban para así relajarse en espera de su número de cola. Eso daba orden y tranquilidad en el aula. Suele ocurrir que los púberes suelen ser muy ansiosos ante una demanda. Cuando preguntan en clase quieren que se les responda de manera inmediata, algo que no permite que apunten ni piensen con orden las ideas. En ello había una rima que utilizaba un profesor de Cerdanyola del Vallès. Éste les decía apunta y después pregunta, para así evitar la ansiedad de algunos y afianzar bien los conocimientos en sus anotaciones. Una vez el escolar había apuntado la explicación, el profesor atendía la duda. Algo que permite que en el aula se relajen y mantengan el orden son las anécdotas, es decir, los paros sin necesidad de apuntar. Un profesor de naturales utilizaba en gran medida sus viajes por el Tercer Mundo para ofrecer esos paréntesis que los alumnos agradecían. Pero no los daba a cualquier precio, sólo si la clase estaba en orden y en silencio. También otro profesor de bachillerato comentaba las ideas de filósofos en medio de sus clases de matemáticas, algo que chocaba a los alumnos, ¿qué tenía que ver Aristóteles y Platón con la ciencia? La anécdota en la ESO o Platón en Bachillerato sorprendía a los escolares a cambio de su atención y orden en clase. Mezclar asuntos de disciplinas distintas sin aparente relación, llama su curiosidad y les quita las ganas del desorden. Bajo esta estrategia la tutoría puede entrelazarse con la historia, la filosofía con las matemáticas y los hábitos con las naturales. Hablar del Tercer Mundo en tutoría tras previa clase sobre países africanos refuerza la sensibilidad del alumno, comentar que algunos pitagóricos se suicidaron al descubrir los números irracionales sorprende al más pasota, o discutir lo pernicioso que puede resultar el tabaco después de una clase sobre el sistema respiratorio hace que el mensaje en naturales llegue más claro. Pero muy a menudo el problema para mantener el orden en el aula es la cháchara que algunos alumnos se niegan a abandonar. Hacerles mantener el silencio y el respeto hacia los que sí quieren atender sin charlar resulta algo muy complicado. En cursos con buena motivación como suelen ser muchos bachilleratos, el retirar la palabra si uno chismorrea demasiado suele ser efectivo. Pongamos el caso que se lleva avisando varias veces a un alumno por sus chácharas con el de al lado. En el momento que éste pide ayuda, pregunte o quiera aportar un comentario, se le deniega el derecho a la palabra. Con simpatía, para evitar rebotes, se le dice, antes ya te he avisado, hablabas, pues ahora no tienes voz en clase. El alumno debe ganarse ese derecho y no vivir de regalos. En grupos más díscolos la sanción justa y el ganarse poco a poco al grupo resulta mano de santo. Si ellos creen y confían en el docente, le siguen en el silencio y el orden requeridos. El castigo debería ser lo último para lograr el orden en clase. De todas formas el docente no debe esperar demasiado en el uso de tal herramienta si desconoce todavía a sus alumnos. Si usted como padre detecta un profesor que genera orden y no castiga, ese es un buen docente, controla al grupo con su autoridad y no con su autoritarismo. Por tanto, no piense que sea un profe progre y colega, seguro que al principio de curso impuso su disciplina de alguna manera. En eso los educadores deben decretar la sanción en el momento justo de la infracción y no esperar a luego porque luego será jamás y el adolescente habrá perdido la noción del error que cometió. Muchas veces por devaneos burocráticos se expulsa a un escolar semanas más tarde de su pecado y éste muestra una reacción iracunda al creer menos grave la falta cometida. Se puso tierra por medio y el adolescente perdió la perspectiva real de lo que perpetró. También es importante que al dictaminar la sanción en el momento de producirse el incidente, no se dé demasiados argumentos ya que el escolar está alterado, el delito es reciente y la pistola humeante. Poco puede decir el púber en su defensa. Pero, y llegada la calma, debe ofrecerse diálogo y reflexión al rapaz. Aquí sí que valen las argumentaciones necesarias, pero no se pase, con unos minutos basta. Hay que tratarles como un adulto, ellos lo desean. Para ello el educador tiene que ser sincero y explicarle la verdad. Un profesor de Barcelona en eso era muy cristalino. Ante un alumno muy díscolo, y si este aceptaba escucharle pasado el vendaval de la sanción, le contaba claro y sin dulzuras lo que se decía de él entre los profesores, padres y compañeros de clase. Añadía que su perfil era el típico de alguno de los diagnósticos de moda del momento por los psicopedagogos, y le preguntaba al alumno si él era eso, una caso previsible, un ejemplo más de esa situación, que si quería cambiar estaba en su mano, en otro caso sus coetáneos seguirían pensando de él siempre lo mismo, que era el prototipo de algo predecible. Téngase en cuenta que los adolescentes lo que quieren ser ante los adultos es todo menos previsibles. En su naturaleza está el ímpetu del cambio, no el de lo conservador, ¿acaso piercings y tatoos se dan en ancianos de ochenta años? En sus ansias de mejorar el mundo, la urbanidad no está reñida con el mundo de los adolescentes. Un ejemplo importante de ello se da en la puerta del aula, algo que nos sirve de nuevo para ilustrar como infundir orden en la misma. En caso de retraso o entrada de un alumno en medio de una clase, éste debe llamar a la puerta. No es nada atávico ni pasado de moda, simplemente es práctico. Quien entra debe avisar de su intromisión para prevenir que la clase va a interrumpirse temporalmente. Luego, y en privado, debería acercarse al docente para exponer la razón de su entrada, retraso o encargo. Un docente que procure por el orden en el aula exigirá tal protocolo. Un tutor de Valls en la provincia de Tarragona reaccionaba de la siguiente manera si el alumno no llamaba a la puerta. Con buen humor y desenfado, le explicaba el protocolo requerido, le pedía que saliera del aula y que repitiera la entrada tal como se había indicado. En esta nueva ocasión el docente teatralizaba la llegada con un, buenos días, ¿cómo tú por aquí? La clase se reía y aprendía. El humor en todo esto resulta fundamental. Todos los humanos interpretamos de manera innata muchos signos, uno es la sonrisa. Recuerde que ésta desarma y en cambio las cejas juntas ponen a la defensiva. Mejor escenificar un monólogo al mejor estilo Buenafuente donde la clase preste atención que no una pelea que correrá por todo el isntituto bajo los más grises comentarios, en fin mejor caer en gracia que en desgracia. Un buen chiste al volver a casa suele no recordarse, una contienda es chafardería de días. Hablando de urbanidad y orden en el aula, otra de las grandes peticiones olvidadas y que lubrifican cualquier tensión es el por favor. Estos dos vocablos casi se han extinguido en algunos hogares y aulas. A un docente no debería causarle pereza ni usarlos ni exigirlos a sus alumnos. Estas dos palabras, por favor, relajan al preguntado y facilitan cualquier demanda por parte de quien sea. En clase el por favor debería anteceder ruegos e instancias de nuestros escolares por el simple hecho que facilita el acceso a lo requerido. En sentido muy parecido hay otra palabra exigible a los chavales que resta ansiedad y presión al final de un conflicto, perdón. La disculpa sigue igual derrotero que lo anterior. Y llegamos a otro truco para crear orden en el interior del aula, el tempo entre explicaciones teóricas, momentos de descanso y actividades de aprendizaje. La trilogía anterior resulta crucial para encumbrar la cima del orden en clase. Si el docente no equilibra los tres espacios mencionados, los alumnos se le cansarán a media sesión y dejaran de prestarle atención. Lo que sigue no es taxativo, pero sí es aconsejable. En primer ciclo, primer y segundo de la ESO, 20 minutos de explicación, 20 de actividades y 20 de corrección y dudas. Recuérdese que la palabra juego la agradecen mucho y que no están acostumbrados a largos tempos de concentración ni a muchos deberes en casa. En segundo ciclo, tercer y cuarto de la ESO, de 30 a 40 minutos de explicación y el resto ejercicios con correcciones y deberes para luego. En bachillerato y ciclos formativos se puede pasar de los 40 minutos y delegar gran parte del trabajo en casa, tanto de deberes como de ampliación de apuntes. En todos los niveles hay que añadir esas pizcas de descanso con anécdotas, comentarios u observaciones sin necesidad de apuntarlas o trabajarlas en clase. En ese intervalo un docente puede mostrar su lado personal y humano que le lleve a ganarse a los alumnos. Hablar de una experiencia cuando él era adolescente, de un viaje o de una situación histórica por el testimoniada puede llamar la atención de su alumnado, pero alto, no se debe pretender que le admiren, sólo que confíen en él. Fantasmear ante los chavales no sería digno de un buen docente, no daría ejemplo de humildad. Siempre bajo la modestia, y para potenciar el respeto hacia los docentes, es útil hacer descubrir a los estudiantes los méritos personales de los profesores del centro. Ello despierta su respeto y admiración humanas. Lo mismo sirve hablar bien de otros docentes ante los alumnos vanagloriando sus méritos. << El profesor Riduestre colabora a menudo con una ONG visitando Madagascar, y de ello tiene publicado un libro>> A estas alturas parece bastante claro que para que haya orden en clase debe haber autoridad. Eso nos lleva a una afirmación que a veces no gusta a algunos, pero que como en cualquier empresa o ejército que defienda el estado de derecho se aplica y a nadie le parece mal. Un negocio, una defensa militar y un aula no deben ser una democracia, en otro caso los alumnos podrían organizar unos comicios y votar en contra de ir al colegio, algo que les viene obligado por ley hasta los dieciséis años. Si así fuera, ¿qué le parecería si ahora los alumnos impartieran las áreas y sancionaran a maestros y padres? ¿Acaso en una empresa se deciden todas las cosas por comicios? Valore por tanto a los docentes que controlan a sus alumnos y aún siendo demócratas, imponen normas claras entre derechos y obligaciones. Para ello era de gran ayuda una estructura que fue expulsada del aula por la reforma y por razones presuntamente democráticas. Ella fue eliminada por real decreto como si de una estatua del antiguo régimen se tratara. Se decía que elevaba en demasía la figura del docente. Ella, aunque altiva, era útil, ella, la tarima, suponía más ventajas que pegas cuando se impartían clases. La tarima resultó una herramienta de alto copete por una razón inapelable, permitía dar mejor las explicaciones a los alumnos, eso sí, siempre hubo riesgo de caerse y romperse la crisma. Quizás por eso la quitaron, para que el sindicato no exigiera un plus de peligrosidad para los docentes. Las ventajas prácticas de la tarima para infundir el orden por clase eran muchas. Por un lado la pizarra estaba más elevada ofreciendo mejor visión a los alumnos del fondo, por otro la proyección de la voz del docente dentro del aula era mucho mejor sin tener que recurrir a terapias de foniatría como a veces son harto necesarias, y por último la tarima permitía una mejor observación del grupo clase para conocerlos y dirigirlos mejor. La tarima no era soberbia, era simplemente más práctica pero la pedagogía teórica encontró que era anacrónica y distante con los alumnos, al menos eso se argumentó cuando fueron exterminadas de las aulas con decretos reformistas. Que los escolares vieran al profe en posición alta, decían, no favorecía el concepto de igualdad entre humanos ni tampoco el trato más cercano entre docentes y adolescentes. En parte se pretendía con ello que los profesores fueran colegas de los adolescentes, algo falso y perverso. Aunque profesores y alumnos no fueran iguales ni en derechos ni obligaciones, alguien se inventó la falacia de la igualdad y a un dirigente le pareció algo fantástico dada la democracia vigente. En ese caso, ¿cree usted que por tal razón se deberían haber suprimido todos los escenarios de los teatros y óperas para que público y actores se sintieran al mismo nivel? Ya ven que la reforma ejecutó la tarima sin dejar que los últimos de la platea vieran bien el escenario de la pizarra. La caída de la tarima fue fruto de eliminar el recuerdo de ese profesor dictador franquista que muchos sufrieron en las aulas del generalísimo. Los nuevos pedagogos quisieron apartarse tanto de ese personaje distante y azotador que cayeron al otro extremo de la balanza. Lo paradójico de ese alejamiento fue que la tarima franquista ya existía en otra época anterior y democrática, ya existía durante la república. Alégrese por tanto si en su centro todavía quedan tarimas por las aulas. Ha sido obvio que algunos legisladores se han excedido en la concesión de derechos con los alumnos al tratarles como adultos cuando todavía no lo son. Sirva de ello lo que viene a continuación. El artículo 3 de la Ley de Menores dicta lo siguiente: “Los menores tienen derecho a la propia imagen (¿pero quién les debe pagar los piercings?) […], tienen derecho al secreto de sus comunicaciones (¿y cómo averiguar si compran o venden drogas por Internet?) […], tienen derecho a la libertad de ideología (¿y si decidían hacerse nazis?) […], tienen derecho a la libertad de expresión (¿y si se dedican a los graffitis pintando paredes que no son suyas?)…”. En fin, quizás nos olvidamos de buscar el equilibrio con la otra parte del contrato de los derechos, las obligaciones. Hasta un benjamín puede denunciar a un educador por vejación si éste le corrige verbal y enérgicamente por una falta. Demasiada democracia mal comprendida, ¿no creen?¿O acaso la democracia se convirtió en un juego de intereses entre partidos políticos, capitales que les subvencionaban y favores mutuos entre ambos? En todo caso, el aula no podrá ser una democracia pero sí un laboratorio de ideas para poseer conocimientos y criterio. Para ello habrá que abordar el segundo de los factores para dirigir correctamente una clase, la memoria.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

ALAMÁN CASTRO ENVAIRÀ GIBRALTAR

¿Qué decir ante la declaraciones del coronel de Infantería Francisco Alamán Castro? Pues que se equivocó. Primero, asegurar que la independencia de Cataluña pasaría por encima de su cadáver resulta un error democrático, algo que por cierto el ejército debe defender, la democracia. La soberanía de un pueblo no debe imponerse por las armas sino que se elige por comicios. Si Cataluña así lo votara no veo razón para que Alamán sacara los tanques para hacer callar a las urnas, ¿no sería eso volver al Franquismo? Segundo, Alamán sentencia que la base apriorística del nacionalismo catalán no es otra cosa que el odio hacia España, algo que le contesto muy llanamente, yo no me siento antiespañolista, tengo muchos amigos y conocidos por estas fantásticas tierras y me encanta viajar por su territorio, pero, y sin odio alguno, me siento catalán nacionalista. Así somos la mayoría de catalanes, ¿acaso ven catalanes perpetrando actos vandálicos por España? Y tercero y último, afirma Alamán jurar cumplir la ordenanza constitucional que consagra la unidad de España como un principio irrenunciable, que terminar con 1500 años de unidad nacional sería un sacrilegio. Pues bien en 1500 años han existido muchos intentos catalanes, vascos y de otras comunidades de independizarse, algo que muestra que la unidad española no es tan sólida ni uniforme como Alamán pregona. Además en estos 1500 años han habido más territorios españoles que Alamán debería ya atacar al haber pertenecido al Reino pero ahora resultan independientes de éste. Portugal se les escapó de las manos en el XVIII y Cuba en el XIX. Pero no sólo Portugal, Cuba y las Américas, si Alamán quiere enviar su ejército a Cataluña para mantener su concepto territorio español que empiece ahora mismo con Gibraltar, hoy en manos del Reino Unido, país que respetara una escisión de su Escocia en caso que las urnas lo decidan, o que este coronel invada la Cataluña Norte hoy en poder de Francia. ¿o quizás estos peces gordos le dan miedo a Alamán y prefiera amenazar al pacífico pueblo catalán? Antonio Machado decía que una de cada diez cabezas piensa y nueve envisten. Machado tuvo que exiliarse de una España unida por culpa de muchos Alamanes que envestían.

viernes, 24 de agosto de 2012

TAXI I BARÇA-MADRID INCOMPATIBLES

Fou aquest dijous per la nit. Els controls d’alcoholèmia amenaçaven, els pàrquings ens escuraven les butxaques, la grua municipal rondava a la cacera i la campanya de l'ajuntament ens aconsellava utilitzar el transport públic. La decisió fou presa i un taxi ens estalviaria topar-nos amb tants perills per anar al Nou Camp, un Barça-Madrid ens esperava. El problema fou a la tornada, primer no hi havia metro de nit, segon el bus nocturn tampoc es veia on abans havia tingut parada freqüent. Passada una hora encara estàvem patint calor infernal per la Diagonal esperant un taxi disponible. Amb la ingènua esperança de veure la llum verda se’ns escalfaren els ànims i es posposava l’hora de jaç fins a les tantes de la matinada. A l’endemà l’ajuntament de Barcelona deia que allargar una hora el metro li costava 30.000 euros i el Futbol Club Barcelona que ell no posava els horaris dels partits, en fi cap dels dos es feia responsable de l’absència de transport públic nocturn, que qui havia d’avançar el clàssic per estalviar als assistents l’absència de transports públics simplement no ho va voler fer, ¿serà aquest un exemple més de decisions ordenades des de fora de Catalunya sense coneixement de les necessitats dels locals? Llàstima que aquest cop no sols s’ha perjudicat als catalans, sinó també a un sector que diuen ens està salvant de la crisi, els milers de turistes que anaren a veure el clàssic.

viernes, 17 de agosto de 2012

LA SIRENA QUE NO SABIA NEDAR

Un batec de mar ensabonava els seus cabells. Estirada a cau de sorra deixava que l’escuma de platja governés la seva llarga cabellera. Les aigües de Saborella havien estat en altre temps dolces i insípides. Ara però la badia era plena de salmorra que feia brandar al compàs de les fines onades les fibres del seu cap. Allí, a la cala de Saborella, ella hi residia segura. Uns serrats murs de roca fent d’escull envoltaven aquell reducte de tranquil·litat, aquella badia de sorres dures, grolleres i contràries a les fines i enganxifoses arenes de les costes més meridionals. Aquí l’arena era grossa, granítica i angulosa. Estirar-s’hi al damunt significava sentir, escames endins, les seves esmolades fiblades, una sensació entre el plaer i la molèstia, entre la pau que ens tranquil·litza i el conflicte que no encarem. Ella poques platges havia tastat fins trobar-se en aquella. Fent cabotatge per aquells litorals mediterranis un bon dia, gairebé per inèrcia i per inexperiència, va conformar-se amb aquella cala de sorres cantelludes, grolleres i plenes de quars blanc. L’avantatge d’una geologia així n’eren les seves aigües, amb tanta sorra grossa pocs llims suspesos hi havia. Tal singularitat regalava un món subaquàtic transparent i de visibilitat profunda, una badia clara en fondària però de prohibida fugida mar endins, ella no se’n podia deslligar. Amb la cua dirigida a l’horitzó i els colzes ensorrats uns centímetres dins de les burxes granítiques, aclucava els ulls recordant anys passats d’obsessions perdudes, prou que ho havia intentat. Un i altre cop, i amb valentia i tossuderia, havia fet impacte contra el recif més decebedor de la llibertat, el fracàs. Ella fugia però els corrents cíclics sempre la retornaven a la vora guaridora del sorral, no la deixaven ni escapolir-se d’aquella platja, la cala de Saborella. Allí, altre cop envoltada d’aigües somes, tornava a la tranquil·litat protectora d’una cel·la que blindava els seus somnis, una presó de més de vint anys. Derrotada, renuncià a la fugida, a la marxa més enllà de la badia, a l’hègira d’aquella cala barreja entre protecció i presó. Havia entès que un intent així implicava el preu més elevat d’una mare, l’oblit, el rebuig i la mort. Endinsar-se a mar obert significava uns segons de llibertat a canvi però d’un suïcidi perpetu, ella, la nostra sirena, no podia escapar a mar obert, simplement no sabia nedar. De petita, quan la majoria de la seva espècie se les ensinistrava en la natació, fou apartada del seu destí, un context poc assenyat considerà irrellevant la natació, que era més important el cant de la sirena. D’ençà dels orígens que tota sirena li ha calgut esdevenir experta en la immersió i el moviment subaquàtic però, i en la nostra, la manca de fortuna batejà la seva desviada infància per esborrar-li fins i tot el nom, ella tampoc en tenia. Ambdues coses anaven lligades. Sobre la sorra saturada i coberta per dos pams d’aigua, gaudia de l’acaronament rítmic de les ones. Davant d’ella els esculls li aturaven l’onatge que mai no s’enlairava per damunt de la seva testa. Darrere d’ella i d’aquella garjola s’enfilava un espadat de granit, vertical, ple d’esquerdes, ple de desprendiments. Probablement una gran esllavissada, avui oculta entre els recifs i la platja, va colpir aquell esvoranc que deixava captiva aquella cala. La sirena, amb desig ara de volar, dirigí les pupil·les al cel. Una gavina anava trenant el seu vol entre les brises. Al final les acrobàcies de l’au aconseguiren distreure les cabòries d’una mitologia que bategava suaument la cua en senyal d’avorriment. Una llàgrima se li esmunyí dels ulls lluint-li per la galta. No tot havia estat solitud durant la vida d’aquella sirena. Podia somniar amb nous esqueixos i mesos més tard així els paria. Dos cops va somniar, dos cops i prou. Les dues petites que engendrà no se’ls prohibí nedar, ans al contrari, expertes se’n feren amb altres. Quan les filles creixeren i intentaren ensenyar l’art de la natació a sa mare s’adonaren de l’impossible, nedar esdevenia com la parla, passat el moment el cap no sap encabir habilitats, li cal començar de zero, li cal un puntal, un nom on aferrar-se. Sense nom les sirenes no poden aprendre a nedar. Així fou que les filles la començaven a deixar cada dia més, fins i tot amb un pèl de menyspreu, ¿com qui vol ser lliure no sap nedar?, ¿com qui vol ser lliure ens arrossega a la seva albufera? Al principi els feia recança deixar-la, però mar obert regala un volum tan gegantí de cabrioles aquàtiques que anys més tard les visites s’anaren espaiant a cada marea. La sirena que no tenia nom empal·lidia a cada crepuscle guaitant el sol rogent més enllà dels esculls. Noves llàgrimes salades lliscaven pels seus pòmuls destinades a una dissolució segura. Les guspires saltironaven a cada degoteig com si volguessin fugir, fins i tot semblaven queixar-se de la coïssor salina. Res a fer, al final la gravetat les engolia i la difusió les feia perdre tota identitat. Tants cops havia plorat a Saborella que així l’aigua dolça d’antany s’havia tornat salada, li havia donat el sabor d’ella. La sirena deixà caure una nova gota, aclucar els ulls i va percebre amb tota lentitud el moviment detallat d’aquesta fins l’inevitable impacte i la seva ineludible dissolució. Aquella nit dormiria a cau de les onades, l’única carícia que rebria. Des de dalt l’espadat se la veia abandonada a vora d’aigua. La sirena era morta, pensava, però alguns sobtats cops de cua li mostraven el contrari. D’ençà que havia estat destinat a Saborella que aquella sirena formava part de la cala. Cada dia se la trobava en les seves obligades guaites, tot i així poc l’importava aquell peix d’aspecte femení, molts n’havia pogut esquarterar, molts n’havia pogut gaudir. Des de la torre de vigia dalt del penya-segat albirava el mateix horitzó que la sirena però amb objectiu oposat. Si ella anhelava la llibertat més enllà de l’escull, aquell soldat veia protecció darrere aquell mur de roca, és més, daria veu d’alarma davant de qualsevol furtiva invasió. Ella somniava en un blau de pau i ell temia pels pirates sarraïns de ses illes, una volia esdevenir forana i escapar, l’altre autòcton i defensar, contradiccions de fronteres que la natura mai no ha decretat, sols la territorialitat humana, la sirena, per sort seva, no l’era, d’humana. En aquells temps, els de la mitja lluna llençaven ràtzies litorals per furtar, assassinar i arrasar als cristians, mentre que aquests, els de la creu, feien el mateix però per terres musulmanes. El nostre soldat prou que havia experimentat les revenges dels uns contra els altres i les dels altres contra els uns. Les dècades de mercenari l’havien fet lluitar en un bàndol o en l’altre. Curiós com s’explica el bé i el mal en funció de la facció que t’ordena l’execució, a la fi tot són assassinats. Recolzat sobre la seva espasa, i amb l’escut sempre damunt les espatlles, observava de sol a sol tot el territori, massa hores sense novetats, massa avorriment durant les guàrdies, massa monotonia al vaivé de les onades. Per sort, i amb tanta solitud, aprengué a regalar-se un esbarjo, un parèntesi de plaer. Al principi, i amb cert remordiment pel deure militar, o feia tímidament, amb recança, però a la llarga, i sense enemics ni caporals a la vista, s’hi abocà de ple. Com si d’un ritual espiritual es tractés, com si s’hagués de rebre i acomiadar el sol astre, a bon matí i al vespre baixava l’espadat i es regalava els únics dos moments de llibertat del jornal. Un petit camí colpit de graons conduïa el soldat des de la torre a la platja. A peu de cingle es deixava seduir per la més sublim de les sensacions quan vas tant carregat d’atuells de guerra, el bany. Les ablucions matinals i les crepusculars així li donaven plaer i vitalitat. Fins i tot nedava una bona estona per la badia amb escut i espasa en mà. Al principi la pràctica resultava embafadora i pesarosa però amb el temps s’hi avesar sense adonar-se de les glopades d’aigua salada, una salmorra melosa com mai no havia tastat. El costum de banyar-se dos cop per dia no li venia d’educacions cristianes, ans al contrari, li provenia de l’enemic. Com a soldat havia lluitat en desenes de combats on l’art de matar li havia anat inoculant un verí a petites dosis. Ara, colpit per mil escaramusses, escabetxar esdevenia un costum com un altre, una addicció, un èxtasi. El primer cop que mates la sang sembla massa vermella, massa espessa, amb massa olor de vísceres, després la sang és el de menys, no et fa venir basques, ans al contrari, et fa venir més control, més desig de sang. A l’inici, quan degolles el primer matusser, et sobrevé una barreja d’ansietat, de remordiments i de superació. Si continues amb els degollaments, aquests van enfortint l’última d’aquestes tres, la superació, mentre minven les dues anteriors, l’ansietat i els remordiments. Arriba un moment que entres en batalla enèrgic però amb la tranquil·litat del saber, el cor batega al ritme adient per escalfar les fibres musculars però sense tremolors ni suors fredes, l’adrenalina es segregada en la justa mesura per tal que el nivell de percepció sigui el de la realitat i no pas el de les teves paranoies sota la paüra. Així s’assoleix l’exacte equilibri per poder intuir els atacs contraris reaccionat sense pensar, de manera automàtica, com una molla alliberada. És aleshores que t’adones que saps picar amb l’espasa de la manera més mortífera. Qui dubta, deixa vius els en breu morts, i un tocat de mort esdevé bèstia furibunda. Al primer cop has de matar, deixar-ho per després resulta massa arriscat. Un cop assolida aquesta primera lliçó es va barrejant amb el temps el plaer d’aprendre noves tècniques de batalla i l’ànsia d’aplicar-les matant. A cada difunt colpit a cops d’espasa, més expert de marbres immòbils et creus. Et vas construint el teu propi déu i vas alimentant el teu mite d’immortalitat. Al final guanyes distància amb els humans, perds la sensibilitat amb qualsevol ànima i abandones la teva per sempre. El deure sempre ens ha fet creure en estupideses. El soldat quarantejant, era tot esquelet, músculs i cicatrius, talls per on se li havia esvaït l’esperit. Un de les etapes on més li sagnaren l’interior fou quan l’apressaren combatent per una illa sarraïna, d’allí el costum dels banys. Fornit com era no l’executaren i esdevingué esclau. En alguna ocasió el van fer lluitar a bàndol contrari i a primera fila, com a carn de canó. Mal record en tenia d’aquelles paradoxes com a soldat però si més no un bon costum va aprendre d’aquells infidels. Mentre els cristians nul o poc hàbit en tenien, rentar-se era mal vist en aquell món feudal, en l’Islam molts feien al contrari i s’abocaven al bany amb deliri. Les ablucions del soldat a matinada i vespre a la cala de Saborella n’eren l’herència. Al final un atac cristià l’alliberà fent que tornés a matar en nom de Déu per terres d’Alà, una gran contradicció al saber que els dos déus eren històricament el mateix. A ell tant li feia degollar en nom de Mahoma o en nom de Crist, havia perdut tot esperit, tota moral, tota creença. Amb l’edat pesant-li a sobre, el seu ofici de mercenari havia anat de baixa. Ara recordava victòries, recompenses i amants però ja no es veia amb cor de continuar gestes com les de joventut. El seu destí, vigilant des d’un talaiot, s’avenia amb el desgast de tantes trifulgues. Ara si algun sarraí s’apropava al comtat, encenia una gran foguera i el vaixell sirgava veles cap a un altre indret. La sirena veia al soldat com qui era, algú perillós a témer, algú que s’ocultava darrere el seu escut per por a ser agredit, algú que darrere el temor podia passar a ferir abans que compartir, a matar abans que confiar. Ell, el soldat, poca idea li havia inspirat aquella femella. Des de la torre la veia mandrejar per la platja a mig tocar de l’aigua, a mig tocar de la sorra. Certament no li prestava atenció, tantes sirenes havia matat per menyspreu, tantes sirenes havia posseït que no s’adonà de la singularitat d’aquella, que no sabia nedar, - quan se m’apropi li tallaré el coll -, pensava, - un bon brou de peix menjaré un vespre. Com si Saborella els anés digerint, com si mica en mica se’ls anés fent seus, els dos perderen les intencions primàries que s’havien fabricat, ella d’allunyar-s’hi i ell d’abatre-la. Dia a dia s’adonaren inconscientment que ni es molestaven ni s’amenaçaven. Amb els mesos la cosa va passar a un segon estadi, la curiositat, si més no per part de la sirena. En la rutina d’aquella natació, ella l’observava de lluny per aprendre a nedar, però ell no tenia cua. Se li feu obvi que l’estil humà costava de casar amb el cos d’ella. Tot i així mica en mica, dia a dia, la distància d’observació s’anà escurçant. Això sí, fins allà on la sorra li recolzava la cua. No tocar fons significava creuar el llindar de l’ofec. Normalment no aguantava massa i en breu tirava enrere a l’aixopluc altre cop dels dos pams d’aigua. De vegades els corrents de la badia els feien apropar més del compte. En tal conflicte ell sempre reaccionava de la mateixa manera, enlairant l’escut per foragitar-la i ella a cops de cua contra el fons allunyant-s’hi. Alguna vegada s’havien creuat les mirades, quin pecat. Aleshores el guerrer proferia insults i renecs herència d’odis i prejudicis del passat, un llast que l’havia enfonsat cap a la profunditat obscura del seu oceà. Un matí els corrents foren massa forts i la distància massa perillosa. - No t’apropis! – enlairant l’escut. - És l’aigua qui m’empeny - espantada -, no em matis. - Però què ets tu que saps parlar? - No ho sé – respongué la sirena -, no tinc nom. - Què no saps què ets? – inquirí amb sorna. - Una sirena – amb agror al cor. - Doncs fuig de mi si no vols una etzibada. - No puc – li digué esgarrifada -, no sé nedar. - Com que no saps nedar? Tot peix en sap! - Poc després de néixer la mare fou abatuda per un arpó. Ella, qui m’havia d’estimar, mai no em a poder ensenyar a nedar – el maleït corrent apropar més a la sirena al soldat. - Atura’t – enlairant més l’escut. - No em facis mal, no porto armes. - I la música? A més d’un heu entabanat amb els vostres acords. - En el meu cas mai no ha estat així. - I n’Ulises, què me’n dius? - Et creus tota la mitologia que has llegit? - No puc refiar-me de ningú, i menys de tu, una sireniua plena d’encanteris – Sireniua, que dolç li resultà aquell mot despectiu. - Soldat – xisclà -, abans de matar-me, diguem com et dius? - Els soldats no tenim nom. - Per què? - Perquè som uniformes, perquè la individualitat es troba per dessota del grup. - I si jo et poso un nom? - Ja n’hi ha prou – enlairant ara l’espasa. - N’he pensat un, te’l veig a l’interior. Per un moment el guerrer es va veure desproveït, vulnerable, nu. Sense perdre de vista a la sirena, va recular d’esquenes direcció a la platja. Ja allunyat, la sirena inicià un càntic, una vella melodia de remors de sorra i onades, d’acords sense lletra perceptible, de mormols fantasmagòrics. S’inspirava repetint de manera confusa la paraula que acabava d’escoltar. Sense adonar-se el soldat havia fet el regal més preuat a una sirena, un nom, Sireniua. Ell, encara guarit darrere el seu escut, s’allunyava d’ella mentre es defensava dels cants que li podien fer perdre tota independència, lluita en va, la música era innòcua, era guaridora. No es donaren més trobades com aquella, el soldat tenia por de perdre el control i la sirena la vida. Ambdues parts ocupaven extrems oposats de la badia quan el militar baixava a nedar. Tot i així quelcom havia alterat l’equilibri del passat. Prova d’això era que cada nit es repetia un fet. De la foscor es desfilava una trama i un ordit de notes, la cantilena que el soldat va escoltar el dia de l’encontre amb ella. Sireniua cantava un i altre vegada el seu nom. Amb aquell bateig se sentia diferent, nova, valenta. Sabia que amb nom les sirenes podien aprendre el que sense els hi era prohibit. Es decidí, ho provaria. Si intents anteriors havien fracassat ara combinaria nous mètodes, el cant i el seu nom. La melodia li indicava el compàs regular dels moviments a seguir, el nom la identitat per governar-se a si mateixa. Com tot, i a l’inici, foren intents barroers i mancats d’harmonia, però amb el pas de les solellades el traç va anar fent-se rítmic, elegant i sinusoidal, la sirena nedava com el dofí més juganer. Ella que sempre s’havia vist esclava de Saborella, ara es veia amb nous horitzons a la vista. Sireniua s’havia forjat el seu nom per sempre més. El soldat no n’estava absent dels progressos ondulatoris de na Sireniua, prou la guaitava des de la torre, - ves, fins i tot em fa certa companyia -, li passà pel cap. Però li pesava massa l’armadura, l’escut i l’espasa per poder alliberar-se dels seus prejudicis, massa ferralla de defensa durant massa anys de guerra. Mai més va apropar-se a aquella sílfide d’escames lluents i de voluptuoses formes femenines. Un matí ennuvolat i de cel baix, l’onatge semblava enfadat, de ventre remogut, d’aigües punxagudes. El mercenari s’alertà. Amb la sospita de sarraïns pels voltants va mirar i remirar per tota la badia però res, ni rastre enemic, sols la buidor deixada pel silenci que no sabia percebre. Cap el migdia, encara gris, i sense pirates per la costa, va decidir avançar la remullada del vespre, tot per tonificar el cos de la tensió matinal. Unes lleugeres gotes de pluja li feren repensar-se el bany, però era massa soldat per témer unes fines guspires. A baix a la platja s’adonà d’un altre fet, del fet, Sireniua no hi era, - potser s’ha ofegat -, argumentà per després afegí, - ves, tot just aprenia a nedar -. I posar el peu a l’aigua amb ensurt de les conseqüències, la fredor inundava el líquid, millor dit, la gelor el glaçava. De cop se’n desdigué del bany - podria ser que aquella bèstia escalfés l’aigua? -. Frustrat va decidir fer un tomb per la badia de Saborella, una mitja lluna que lliscava com una falç per la Mediterrània, una falç sobre el seu destí. Les guspires passaren a pluja i les onades saltironaven al seu voltant, escuma marina, llàgrimes de sabó, al fons, entre mig de les aigües enfadades, els illots espigats de l’escull suportaven l’embat de centenars d’esquitxos, quina estranya mar aquell dia. El contrallum de l’oceà amb aquelles roques perfilava un teatre natural d’ombres xineses. Es relaxà, una onada li remullar l’armadura, - tant se val -, però l’aigua de Saborella havia perdut la seva identitat. Un segon esquitx li engaltà la novetat a la boca. Va pensar que era la precipitació però no, el ruixim era marí. No se’n sabia avenir, es llepar els llavis i es sorprengué. Amb un gest incrèdul i nerviós va acotar-se per comprovar el que pensava impossible. Primer va posar el dit a l’aigua i aquest a la llengua. Corprès va agafar amb ambdues mans grans grapats d’aigua per emportar-se’ls a la boca, exclamà - l’aigua de la badia és dolça -. Com posseït pel diable va ascendir com un llamp les escales que conduïen a la torre. El xiu-xiu de la pluja anava humitejant les seves ferralles amb un jo absent a la mullena. La platja anava quedant enrere estirant una corda imaginària i elàstica entre el lloc i ell. A cada metre més mal sentia. Dalt de tot, i amb la respiració a batzegades, va asseure’s d’esquena a la badia per raonar tot allò. No va poder més i sense causa alguna li vingueren desigs de pertànyer al mar, de romandre per sempre allí, li vingueren unes ganes irrefrenables de plorar desconsoladament. Allò era ridícul, de boig, d’humà. Sentia una por iracunda, una suor freda, un ventre girat amb tremolors als ossos, fins i tot un intens dolor als músculs i molts ressons de víctimes al cap. Havia de trobar una solució al seu esclat de nervis i va decidir centrar-se en el paisatge per recuperar la serenor. Però allò fou en va, altre cop va sobrevenir aquella maleïda sensació, la del pànic intern. Què redimonis li estava passant? Potser la terra tan defensada, potser les guerres de tants anys, potser els remordiments de tants morts observant-lo. S’havia passat dècades batallant per arreu, cada cop més lluny, cada cop amb enemics més inhòspits però ara tot just despertava del malson. Encara que assolís els confins més desconeguts del món, encara que donés la volta al món no se’n podia escapar, ella donava el tomb amb ell, vivia darrere la seva esquena i no se la podia extirpar. S’hi va girar, s’hi va enfrontar, la va desafiar. Des de l’alçada i davant la badia se n’adonà, ara ja la veia, la tenia al davant seu mirant-lo altivament, observant-lo com una bèstia ferotge, com un enemic gegantí, era la seva gran i pesarosa solitud. El guerrer va aclucar les parpelles esperant, desitjant que la pluja minvés i el cel s’obrís al sol. De sobte va vessar una llàgrima per la galta, la va tastar, la llengua li digué que salada, una altra en venia al darrera, i una altra, i una altra. Els ulls se li ompliren de llànties, moltes, olioses, denses candeles de cera. Es va preguntar quan havia estat l’últim cop, l’últim moment que havia plorat amb tanta tristesa estranya i fugissera. La resposta fou tallant com un rascler, quan era nen. No ho volia reconèixer però el seu aïllament de mercenari de tants anys el feia llagrimejar sense consol dalt de l’esvoranc de Saborella. De sobte va entendre què li passava, quina classe d’absència era aquella que sentia. Des d’aquell espai buit del seu endins va comprendre els seus plors. Que obvi tot en aquell instant. Una remor de veles i mots en àrab s’escoltà darrere l’escull. El guerrer enlairà la vista i deixà de plorar. Setmanes més tard arribà a la badia un escamot de soldats estranyats per l’errada de Saborella. Els sarraïns havien arrasat un parell de pobles litorals i la torre no els havia alertat, revenges dels uns contra els altres que mai finarien. Buscaren el responsable del destacament però res d’ell en trobaren, sols al final del dia, i mig colgat entre la sorra, descobriren armadura, escut i espasa, d’ell res més. Amb l’esforç s’és independent, sols cal abandonar el llast imposat. Ell havia marxat per saber també el seu nom, el que Sireniua li havia vist al cor. Ara Saborella havia perdut tota essència, ja no oferia sabor a sal, ja no emanava sabor a ella.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Vampiro de las autonomías, el Estado

Algunos políticos perversos acusan a las autonomías del acuciante déficit nacional pero ello es un engaño a tenor de los datos publicados por el propio Estado. Pongamos por ejemplo el déficit español del 2011. Éste equivalía al 8,51 % del PIB nacional, es decir 91 millardos, 91.000 millones de euros, que estamos pagando a bancos extranjeros, finanzas privadas y demás tiburones del mercado especulativo. De estos 91 millardos a pagar, más de la mitad, 55 millardos, los debe la administración central en Madrid, una administración que sólo asume el 21% de los gastos de todo el Estado. En cambio, todas las autonomías juntas deben mucho menos que el Estado central, unos 32 millardos frente a sus 55 estatales. Lo perverso es que las autonomías asumen el 35 % del gasto nacional frente al 21 % del central. Es decir, quien debe más dinero es el propio Estado, pero ostenta menos costes que todas las autonomías juntas, él debe el doble pero sólo debe pagar la mitad de la deuda, ¿quién es el aprovechado?, ¿el Estado o las autonomías? Queda claro que es el Estado central quien lastra la economía nacional y no la autonómica. Cabe preguntarse en donde pivota tanto gasto y vemos que la administración central se gasta gran parte de esos 55 millardos en defensa militar aunque en detrimento de partidas que deben asumir las autonomías como son educación, investigación y sanidad. Así pues no puede comprenderse el gasto de Defensa en adquirir las armas más sofisticadas del mundo como tanques Leopardo, cazas EF-2000 y fragatas F-100 mientras esto resta profesores en los centros educativos, expertos en ciencia y médicos en los quirófanos. Se dice que el coste militar sube hasta los 30 millardos de euros de los 55 que debe el Estado central. Defensa resulta pues el ministerio más caro del Estado adquiriendo armas muy caras ante enemigos que no existen, ¿o quizás el Estado considera enemigos a sus autonomías? En tal caso se entendería su pericia en armar tanto a su ejercito, no sea que haya que reprimir la independencia de alguna.