DESCARGAR LAS OBRAS DEL AUTOR/DESCARREGAR LES OBRES DEL AUTOR

+SABER / +PENSAR / -TEORIA / + LOGICA

martes, 14 de marzo de 2017

78. Padres protectores y sus consecuencias

Explicaba un docente de Barcelona que en los días de grandes aguaceros la mitad de sus treinta alumnos solía ausentarse de clase bajo la justificación de sus progenitores, pero que en día de una huelga estudiantil lo hacía toda la clase. Parece claro que la permisividad ha crecido en nuestra sociedad. El perfil de los padres protectores sufridores es el de aquellos que miman evitando a toda costa, y con gran preocupación, que su hijo sufra algún percance tanto físico como psicológico. Se podría pensar que creen que su prole es tan frágil como el cristal, pero que por desgracia acaban convirtiéndola en eso mismo, en una copa de Murano.

-        Mi hija de trece años duerme conmigo cada noche. Ya ve, es que se siente sola y sin protección.

Este tipo de costumbres comienzan durante la infancia al no dejar al hijo en su habitación berreando desconsoladamente. Ante tal alarde de sufrimiento el progenitor se siente culpable y se lo trae a la alcoba, algo que a su vez rompe la intimidad conyugal. Los bebés deben aprender a dormir solos para que todos puedan conservar su intimidad. En otro caso suceden casos del todo aberrantes como el de unos padres en Granollers que daban el biberón a su hijo de siete años de edad.

-        Es que así desayuna más rápido.

También hay padres que han cambiado a su hijo de centro porque todos los compañeros de clase no le querían. No hay duda que a veces parte de un grupo repudia a un compañero de tal forma que se hace aconsejable un cambio de grupo o de centro, pero cuando ya se llevan tres colegios distintos algo falla en la familia. Sirva el caso de una familia en donde un hermano falleció pero otro pasó a recibir todos los cariños por miedo a que éste muriera, algo muy parecido con los niños que han padecido una enfermedad crónica o grave. En ambos casos los padres temen tanto por la vida de su prole que sufren en exceso ante cualquier pequeño riesgo. Podríamos definir finalmente este perfil familiar como progenitores que controlan y protegen en exceso a sus hijos. A menudo les justifican sus faltas y errores manteniendo un buen control de su entorno y evitándoles cualquier riesgo externo, algo que les debilita psicológicamente y acarrea muchos problemas. Por otro lado, estos padres suelen también ser amigos de sus hijos aunque no excesivamente compradores de bienes materiales.

Los adolescentes que han vivido en la burbuja vigilada por sus progenitores son muy sensibles a los cambios y débiles ante la frustración. Su fragilidad les da cierta rareza dentro del grupo, incluso llegan a ser en cierto modo introvertidos y con dificultades de socialización. De hecho, no han experimentado demasiado el exterior familiar y su autoestima es baja. Por otro lado, y a nivel académico, sucede que suelen desarrollar cierta apatía escolar y trabajan en la inconstancia con un riesgo, aunque bajo, de repetir curso. De todas formas existen casos que al sentirse distintos a los demás, renace un gran anhelo sufridor y perfeccionista ante los estudios. En conjunto no suelen ser insistentes en sus caprichos ni tampoco provocativos con sus adultos, pero muy a menudo desarrollan cuadros depresivos que pueden agudizarse al crecer y que pueden llevarles al abandono estudiantil y/o profesional. Repitamos aquí lo que Platón decía sobre la felicidad, que ésta residía en la privación, es decir, lo que más se sufre más se valora. Si un púber no ha experimentado el esfuerzo no sabrá valorar lo que a solas pudo lograr. Es más, cuando no lo obtenga se frustrará. En tal situación se verá arrojado a la desilusión, al desengaño e incluso a mentir. Saber superar las frustraciones requiere haber pasado por pequeñas dosis de sufrimiento durante nuestra infancia. En Japón, en donde muchos padres tienen a sus hijos bajo una burbuja de cristal, el número de suicidios crece año tras año. Del 9 al 17 de noviembre de 2006 al menos ocho adolescentes se suicidaron al no superar la frustración por diversas razones escolares. Durante el 2005 se quitaron la vida 608 japoneses menores de 20 años. Con unos 35.000 casos anuales, Japón es el país con mayor tasa de suicidios del mundo industrializado, siendo la nación en donde más se mima a los lechones.

       Comprar el cariño y la conducta de nuestros púberes con regalos y libertades resulta una tentación que algunos educadores llevan al abuso. La culpa no es del todo suya. Vivimos en un matrimonio difícil de divorciar, el capitalismo y su pareja inseparable, el consumismo. Sin uno no existe el otro, y sin el otro no hay el uno. El mundo da muchas vueltas aunque más importante es que sea el dinero y las especulaciones quienes lo hagan. Si nos viéramos obligados a dejar de comprar e invertir, los grandes capitales perderían ganancias, que no beneficios. Ante tal merma unas empresas cerrarían, otras pactarían bajarle el sueldo y la mayoría reducirían su plantilla engrosando las listas del paro. El estado, viendo sus impuestos reducirse al bajar consumo y especulaciones, decidiría pedir créditos a esos capitales para seguir pagando un bienestar social insostenible pero que prometió a sus electores. Esperando con optimismo años mejores su deuda alcanzaría cotas jamás vistas y tarde o temprano dejaría en ruina al país, una herencia que debería asumir el pueblo pagano de todo aquello. En consecuencia, el gobierno entrante se pondría a hacer recortes sin sancionar a los anteriores culpables de todo aquel desatino de decisiones funestas. Ya se sabe que mejor no condenar a quienes a lo mejor te acusen a ti en un futuro, y menos aún procesar a quienes te pagan la campaña electoral, bancos y financieras. En fin, que a uno le subirán los impuestos, le bajarán los servicios sociales y hasta le pedirán que en caso de trabajar, lo haga más horas y por menos dinero, o lo que es lo mismo, con más IRPF. Así, con países y empresas recortando costes y personal, los inversores guardarán su capital en lugar seguro, paraísos fiscales como Panamá por ejemplo, y la bolsa perderá valor. Al final, la economía de este sistema desacelerará y el mundo capitalista, aún dando vueltas, también. Y eso mismo fue lo que ocurrió durante la crisis del 2008, ¿le suena ahora todo lo anterior? El dinero y las especulaciones fueron como el agua a un ecosistema, cuantas más veces circulaban, más organismos las aprovechaban. El problema fue que aquella agua no era real, era especulativa, es decir no existía. A cuanto mayor número de manos pasaba, más se creía que valía. Muchos de estos valores en realidad no valían nada y durante el 2008 muchos se dieron cuenta y les cogió pánico. ¿Solución? Venderlo todo y el mundo despertó ante la nada de aquellos valores. En fin que las bolsas se desplomaron cayendo todo aquel castillo de naipes. Los financieros, quienes ganaban cien veces más que un simple arquitecto, habían vendido sueños a los inversores con derivados, futuros y preferentes. Pero detrás de todos aquellos productos no había dinero tangible, sólo humo lleno de conjeturas, esperanzas y ganas de obtener divisa fácil.

Un ingeniero diseña obras que se construyen, un financiero sólo pesadillas.

Ante esta u otras crisis, uno pudiera decidir ahorrar y esconder todos sus duros debajo de una baldosa, pero el sistema ya inventó algo para disuadirlo, la inflación, y si esta fallara, la obligación de pagar, la subida de los impuestos. Haga lo que haga le arrastrarán al gasto, no le quepa la menor duda. En fin, que nuestro sistema nos obliga a consumir o pagar a los grandes capitales, sean estatales, bancarios o de multinacionales. Aunque quizás no nos guste, nuestra sociedad se fundamenta en eso, en que todos nosotros consumamos cuanto más mejor, y si es sin necesidad, o por encima de nuestros ingresos, más se aplaude. El problema es que esa sin necesidad o ese por encima tuvieron efectos dañinos sobre nuestro nivel adquisitivo inmediato y sobre la educación de nuestros hijos.

Comprar a los hijos todo aquello que uno no tuvo; pretender que con más bienes mostraran más cariño; protegerlos diciendo que tiempo habría para que sufrieran; y preguntar cada día al zagal que quería para desayunar ante una pastelería, o hasta comprarle el mejor móvil ya en primaria, fueron múltiples ejemplos de cómo se les pagó por algo que no debía ser negociable, la responsabilidad. En resumen y concretando, se podría decir que comprar en exceso y regalarles demasiado engendra el materialismo en los chavales y no el valor de las cosas por el esfuerzo real que requieren. El enfoque anterior arrastra a los críos hacia un bajo nivel de compromiso durante su infancia y luego a la falta de respeto, solidaridad y empatía hacia sus adultos durante su adolescencia. De proseguir tal tendencia se les empuja a ser exigentes con los demás y a desarrollar una calidad profesional nefasta en su futuro laboral. Tenerlo todo demasiado fácil durante la infancia y adolescencia provoca dar mayor prioridad al dinero que al esfuerzo, es decir, querer ganar mucho con escasa dedicación, algo que perpetraron los financieros con la crisis económica actual. La compra del cariño con regalos sólo equivale al precio que uno paga por los sobornos emocionales de su hijo y no por un amor que apenas dura. Creerles cuando dicen que, tú no me quieres, es ceder ante su capricho. Y tanto que le quiere, tanto que por eso hace lo que debe, evitar ser un protector comprador.

Durante las jornadas económicas que la extinta Caixa de Manresa organizó en abril del 2007, Pilar del Castillo, Alejandro Tiana y otros personajes estuvieron de acuerdo en afirmar que los países con mayores cotas en educación aumentan su competitividad y se desarrollan más. Si la cultura no impulsa el esfuerzo jamás obtendremos profesionales cualificados. Para los asiáticos, por ejemplo, el éxito escolar de sus retoños resulta lo más crucial para la familia. Si los resultados de sus hijos son adversos, los padres asiáticos piensan que su alevín no se ha esforzado lo suficiente. De hecho en Estados Unidos los inmigrantes que mayor éxito estudiantil y profesional ostentan son los hijos de los asiáticos, mientras que latinos y afroamericanos se quedan por debajo. Las familias asiáticas inculcan a sus chavales que deben trabajar duro con los estudios, y a pesar que hablan otra lengua muy distinta al inglés, estos alumnos van por delante de los anglos autóctonos. Añadamos a lo anterior que a los estudiantes asiáticos recién llegados les va mucho mejor que a los afroamericanos y latinos nacidos en el país, prueba irrefutable que el esfuerzo prima sobre el origen social, cultural o étnico. Sirve de ejemplo el instituto Orange County cerca de Los Ángeles en donde la mayoría de habitantes son vietnamitas y en donde casi no hay fracaso escolar. A nivel académico no existen diferencias ni entre chicas y chicos, ni entre clases sociales, ni entre quienes hablan más o no el inglés por el barrio. El elevado éxito escolar se explica por el nivel de estudio, la cohesión familiar y la cultura del esfuerzo en todo ello. En fin, que el éxito asiático no es genéticamente asiático sino de la perseverancia y del afán. No exigir esfuerzo a nuestros estudiantes es infantilizarlos. Cabe añadir que antes era el estudiante quien se debía responsabilizar de su motivación y autonomía, como ocurre en Estonia y Finlandia, en cambio ahora, y según las pedagogías teóricas, es el docente quien debe apoyar y motivar a los alumnos de aquí. Estas ideas propiciaron en parte la idea en España del enriquecimiento rápido bajo formaciones mediocres. De hecho nuestro país puso ingentes cantidades de dinero en la construcción dejando de lado a la educación. Es decir, se invirtió más en paletos que en personas. Al final esa situación propició que una minoría de capitalistas nacionales detentara el poder y la economía. Eso a su vez provocó un mayor enriquecimiento de éstos en detrimento del bienestar social de la mayoría. Estonia y Finlandia, antítesis de esta hispanidad, se fundamentan en todo lo contrario obteniendo altos logros en educación, economía y seguridad social. Su perfil cultural lo explica todo. En Estonia y Finlandia prima la familia sobre el eje educativo, la solidaridad sobre el eje social, la lectura sobre el conocimiento crítico y finalmente su rechazo a un progreso económico exponencial e infinito. Los finlandeses y los estonianos, a diferencia del Reino de España, ven prioritaria una sociedad que no devore recursos sino que sólo satisfaga las necesidades básicas de sus ciudadanos. Es decir, menos consumismo y más reciprocidad.

Visto todo lo anterior, en nuestra península deberíamos sobreproteger menos y exigir más a nuestros futuros profesionales. El Estado debería procurar que tal objetivo se cumpliera sin priorizar políticas de empleo basura bajo una educación mediocre. Los informes PISA dejan claro que Estonia, Corea del Sur y Singapur mejoran sus niveles educativos año tras año, algo que nos muestra que lo importante es la buena formación, el esfuerzo y la reciprocidad social. Quizás a todos nuestros estudiantes les haría falta tener padres asiáticos o estonianos. El niño occidental, sobreprotegido y agasajado con bienes materiales, se nos vuelve un pequeño tirano que después no podemos controlar, un débil egoísta que luego le costará dar amor, respeto y beneficios a la sociedad. Es más que obvio que hay poca disciplina y que nuestros padres suelen ser blandos al recordar su pubertad para justificar a sus hijos. Escuché un día que la periodista Mercè Beltrán comentaba que:

Algunos padres de hoy son unos adolescentes eternos.

Tengamos claro que un no a tiempo ante la demanda de ese chiquillo es un gran avance para que valore los síes que se quiera ganar. Por desgracia los padres compradores caen fácilmente ante la presión de un berrinche llorón. Acceder a la primera a los deseos infantiles es rebajar la correcta formación. Un padre me afirmaba que él los dejaba en la duda ante sus demandas insistentes. A menudo les respondía:

¿Qué crees que deberías hacer para ganarte lo que me pides?

Y luego se marchaba de inmediato para que pensara y despabilara, algo muy eficaz para cultivar su autonomía. Se insiste, consentir a un menor para dejar de oír sus demandas delata un obvio desinterés por él. Lo primero que necesita un niño es sentirse querido, algo que jamás obtiene por más donativos que reciba. Si alguien tanto quiere a sus hijos lo primero que debe aprender a decirles es simplemente NO.
Pero los chantajes emocionales presionan.

Mamá soy el único de clase a quien no le dejan.
Papá soy el único del colegio que no lo tiene.

Todo ello son falacias ya que con 30 alumnos por grupo, y unos 400 escolares en el centro, es harto imposible que el hijo de uno sea el único. Es obvio que esa madre no era la excepción, seguramente era la norma, una norma que su hijo no quería ver ni reconocer. Querer lo mejor para ellos no significa darles todo lo que piden. Mejor nueve nos y un sí que nueve síes y un solo no, mejor un buen control de su entorno que dejarlo que haga lo que quiera, mejor un cachete en la nalga que mil bofetadas de la vida. No prevenir durante la infancia conlleva que los pequeños problemas se tornen en un King Kong durante su adolescencia. Sirva de ello la siguiente muestra entre un profesor de literatura y un púber de segundo de la ESO.

-        Oriol, Oriol, podrías recoger el papel que acabas de arrojar al suelo.
-        No lo pienso hacer, yo te pago.

Mi estimado docente, algo veterano en el oficio, ya sabía que responderle y qué hacer.

-        Estimado alumno eso lo has escuchado en casa y ahora lo repites sin pensar por ti mismo. De pagar, tu no pagas nada, te lo pagamos los adultos. Los servicios de limpieza del colegio, que esta vez no te van a recoger el papel, salen de mis impuestos - tanto centros públicos como concertados reciben sus honorarios de nuestras tributaciones, es decir, de todos los contribuyentes sean padres, docentes o demás trabajadores -. Por tanto Oriol, vas a recogerme todos los papeles de clase. Tengo todo el patio para que lo hagas.

Con todo lo anterior se está mostrando que los protectores compradores miman de forma extrema a sus lobeznos, incluso llegan en ocasiones a denunciar sin razón al equipo docente, algo que nos lleva al otro lado de la educación, a la deformación del individuo. Sirva el ejemplo de una madre que llevó a los tribunales a un docente por haber robado los libros de texto a su hijo. Al final del proceso se demostró que la familia jamás había comprado dichos volúmenes. Ante tales riesgos el docente suele optar por aguantar el chaparrón en lugar de pasar a la acción y ser él quien denuncie a los mentores por obstrucción a la educación, algo todavía no contemplado por la ley. En marzo de 2004 sucedió en Cerdanyola del Vallès que un profesor se enfrentó con una amenaza de denuncia por obligar a un alumno de tercero de ESO a sentarse en clase.

-        Oriol, ¿podrías sentarte que voy a empezar la clase?
-        ...
-        Ya me has oído, ¿podrías sentarte?
-        Bueno – todavía de pie el alumno.
-        Por favor, ¿vas a sentarte o no?
-        Espera – le dijo mientras se paseaba luciendo sus nuevas y caras zapatillas deportivas.
-        Bueno, ya está bien, ¿quién te has creído que eres? ¿Miss mundo?
-        Puede.
-        Pues maquíllate guapa pero luego siéntate – el alumno asintió e hinchó el pecho y puso sus brazos en jarras simulando ser modelo. Lentamente y con gran arrogancia se dirigió a su pupitre y parsimoniosamente se sentó sonriendo.

Pasaron varios meses y fue entonces que los progenitores exigieron entrevista con el profesor. El padre nada más sentarse en el despacho profirió lo siguiente:

-        Hace once semanas usted, señor Riduestre, cometió un abuso de poder sobre mi hijo, le dijo maquíllate guapa. Eso es un abuso psicológico. Si es necesario llevaré este caso ante inspección y le denunciaré.
-        Mi intención con su hijo siempre ha sido educarle como persona.
-        ¡De eso nada! Usted debe impartir conocimientos, de educarle ya me encargaré yo.
-        No creo...
-        ¡Usted no crea nada! Mire, tiene mucha suerte que yo sea una persona como soy. Si estuviéramos en otro barrio a usted ya le habrían reventado los neumáticos del coche.
-        Perdón, ¿me está amenazando?

Y sí, le estaba amenazando, algo que sí es denunciable ante la justicia. Lo divertido de la situación fue la intervención de la asesora pedagógica de turno.

-        El padre tenía razón en algunas cosas – le dijo en privado al profesor Riduestre -, pero no en la forma de exponerlas, claro está. Deberías reflexionar y averiguar el porqué te ha sucedido esto con este alumno.

Total, unos padres sobreprotegían y un profesor debía reflexionar. El problema de todo aquello fue que el resto del grupo se enteró de lo ocurrido y se sintieron amos del aula ante una dirección escolar tan débil. Pasaron de la observancia a la rebeldía. Poco a poco los docentes quedaron desautorizados dentro del grupo de Oriol. Al año siguiente, ese cuarto de ESO resultó ser incontrolable, ¿a quien debíamos haber hecho reflexionar? ¿A los padres quizás? ¿O mejor haberlos denunciado por amenaza a un docente? Carmen Perona, abogada y autora del libro La Responsabilidad Jurídica del Profesorado en los Centros Públicos y Privados, ya puso de manifiesto que los docentes podrían usar las mismas armas que utilizan los demás contra éstos, la denuncia, pero pocos lo hacen.

En mayo de 2003 un maestro de Badalona amonestó en clase a uno de sus alumnos por escupir a sus compañeros. Le riñó repetidas veces y el chiquillo nuevamente escupió a los vecinos de mesa. Le avisó por última vez y en esta ocasión lanzó un gargajo a una niña. El maestro se acercó, perdió el aguante y le dio un cachete. No tardaron los padres en denunciar al docente y la audiencia condenó al maestro a pagar una multa. El escritor Josep Maria Espinàs manifestó lo siguiente al respecto:

 Independientemente de la pérdida de nervios del maestro, es curioso como salir en defensa de la mayoría le salió muy caro quedando clara la impunidad de los débiles.

En fin, que una minoría perjudicó a una mayoría, minoría que quedó bajo el amparo y la justificación de unos protectores compradores. De todas formas el cachete, que no una paliza, ha pasado a ser un acto vil y condenable. Como si de una casta de intocables se tratara, la secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amparo Valcarce, decretó en noviembre de 2004 el cachete como un delito. Si un padre o una madre aplicasen tal correctivo a uno de sus hijos se arriesgaban a ser denunciados por su propio benjamín. Estaremos de acuerdo que la agresión física no educa en demasía pero, ¿no nos dirigimos al otro plato de la balanza? Antes las bofetadas formaban parte de la educación, ahora, y huyendo de ese pasado erróneo, caímos en el otro extremo. Ellos, nuestros lechones, están obteniendo muchos derechos sin comprender la otra parte del contrato, las obligaciones. No se estará viviendo en una hoguera de las vanidades donde defender los derechos humanos nos lleva a una sociedad del absurdo, ¿acaso se imaginan a un hijo déspota y que insulta a sus padres denunciándoles por un cachete que recibió en la nalga? Es más que evidente que el niño sobreprotegido, fruto de nuestra sociedad permisiva y con pocos límites de disciplina, se transforma en un dictador. Pero luego, esa falta de límites propicia algo peor, su comportamiento violento en la adolescencia, las agresiones hacia sus compañeros y hasta de sus profesores. Pero la facilidad con la cual obtuvieron todas las cosas, más su falta de valor por lo material, favorece también la tentación de satisfacer placeres poco ortodoxos con algunos psicotrópicos de moda, algo que desata aún una mayor agresividad con los de su entorno. Eso mismo ocurrió con algunos compañeros del grupo de Oriol, el que no quería sentarse. De hecho el séquito de sus amigos consumían porros a diario. Añadamos a lo anterior que según el Grup d’Atenció a la Víctima de los Mossos d’Esquadra en Cataluña, del total de denuncias por violencia doméstica durante el 2004, entiéndase ésta por agresiones entre miembros familiares, el 6 por ciento pertenecía a denuncias de padres que habían sido agredidos por sus hijos, la gran mayoría asociados al consumo de hachís.

En resumen, y para terminar con los protectores compradores, se puede decir que son educadores que dejan gran libertad de elección al hijo, le justifican, no le marcan ni disciplina ni límites claros y obviamente le pagan muchos caprichos. Suelen ser además muy amigos de su prole y por tanto les permiten que elijan con demasiada libertad todo aquello que desean, incluidas las amistades. Eso es un progresismo muy mal entendido. ¿Creen acaso que a los doce años su prole puede tomar decisiones adultas? Por otro lado, los protectores compradores suelen quejarse a menudo del colegio justificando a su hijo. En septiembre de 2006 el profesor Ángel Azpiroz fue golpeado y herido por el padre de un alumno a quien había castigado. Sirva también el caso del CEIP Eduard Marquina donde en otoño del 2006 una familia agredió de palabra y obra al equipo directivo por discrepancias educativas. En un sistema así no es de extrañar que a la larga los muchachos se crean con derecho a todo y se tornen unos adolescentes irrespetuosos, dictadores, e irresponsables. Han aprendido que pidiendo o insistiendo en todas sus demandas obtienen su premio. Si ello les falla recurren al chantaje moral para hacer sentir culpables a sus progenitores. Les dirán que el profe les castigó injustamente, que aquello que piden, toda la clase ya lo tiene, que a los demás sus padres ya les dejan salir y que si ellos no gozan de ello es porque no les quieren. En fin, que el hijo se ha transformado en el mejor actor que Hollywood deseara. Si con todo ello recibiera un no por respuesta, recurrirá al plan B, al desafío y al mal comportamiento, todo lo que infunda el miedo en la familia. Ante tal situación él se sale con la suya. Es obvio que imponer límites durante la infancia es importantísimo para conseguir que los chavales lleguen a ser responsables. Muchos problemas de disciplina adolescente surgen de una ausencia de esos nos en la niñez. Y algo más importante, no es más feliz el niño caprichoso halagado con mil síes que quien valora lo que tiene tras algunos nos, es al revés. Ya dijimos que Platón afirmaba que la felicidad residía en la privación. Tener las cosas con facilidad alegra unos minutos, con esfuerzo, mucho más. Así pues podemos definir a los hijos de los protectores compradores como grandes insistentes en lo que al final consiguen que les paguen. A cambio son muy inconstantes en el trabajo, con un ego muy fuerte y un orgullo muy, pero que muy provocativo. Aunque sus trabajos en clase sean nulos e inconstantes, cuando es necesario se activan y aprueban el curso, por lo que no suelen repetir curso o, lo que es peor, se les hace pasar para no agravar a otro grupo. Recuerde algo muy importante, su egocentrismo afecta a la mayoría de la clase con sus frecuentes fechorías. No es de extrañar que se decida lo mencionado con hijos tan sobreprotegidos. Donde no llega la familia el colegio sólo puede tomar una decisión, abdicar. Es decir, que pase de curso y que deje de perjudicar a los demás estudiantes lo antes posible.

domingo, 12 de marzo de 2017

VAGA 9 DE MARÇ

SINDICALISME INCOMPRENSIBLE. VAGA 9 DE MARÇ


USTEC, CCOO i algun sindicat més van convocar una vaga d’ensenyament per al passat 9 de març. Entre altres coses demanaven revertir les retallades fetes pel Departament d’Ensenyament ara fa uns set anys. Cal recordar que aquelles retallades impliquen que avui dia els professors treballin més hores de classe, amb més alumnes i amb menys nòmina. El que resulta paradoxal és que feia pocs dies que aquests mateixos sindicats ja havien signat un pacte amb Ensenyament per revertir les retallades. És més, USTEC i CCOO es mostraren eufòrics en declaracions als mitjans dient que era el millor pacte amb Ensenyament que recordaven. L’incomprensible d’aquestes declaracions és que aquest acord obliga a una hora més de permanència dels docents en el centre, tot el contrari de revertir les retallades (veure vídeo a: https://youtu.be/65QZ-Bjw8IQ). I és més, el pacte entre aquests sindicats i Ensenyament continua contravenint la llei d’educació, la LEC, on s’especifica clarament que del PIB autonòmic el 6 % ha de destinar-se a ensenyament. Desgraciadament avui dia no s’arriba ni al 3 %. Com es menja això? És una presa de pèl? Per sort un sindicat sí ha estat coherent. El Sindicat de Professors de Secundària es va negar a signar el pacte – estafa del febrer i ara al març no es va sumar a la vaga dels sindicats pactistes. De fet no tenia cap sentit fer perdre uns 100 euros de sou, el que perd un docent per un dia de vaga, si una majoria de sindicats havien signat obeir a Ensenyament. La coherència de Professors de Secundària s’explica perquè aquests són un sindicat específic de docència i sols format per professors llicenciats o doctorats que coneixen profundament l’assumpte educatiu des de dins, des de l’aula. Clar que potser altres sindicats consideren secundaris els de Secundària o veuen primaris els de Primària.
(veure vídeo a: https://youtu.be/65QZ-Bjw8IQ)

sábado, 11 de marzo de 2017

77. Familias desvertebradas

En sentido figurado, vertebrar significa estructurar algo correctamente. Por desgracia existen familias desestructuradas que eufemísticamente han sido bautizadas como desvertebradas. El denominador común de los hijos en el seno de estas familias es la falta de estima parcial o total durante su desarrollo infantil y juvenil. Ejemplos en donde se dan tales circunstancias pueden ser hijos no deseados, alcoholismo, malos tratos, drogodependencias, abandonos e incluso separaciones y divorcios violentos. Recuerdo un caso en donde la madre reclamó y rehusó la custodia de su hijo repetidas veces durante más de ocho años. El resultado en el chaval resultó terrorífico, el perfil típico que en breve describiremos.

En algunos casos la falta de cariño es sustituida por regalos que el niño encuentra contradictorios a falta de lo importante, un amor constante. El zagal no sabe si agradecer, devolver o romper el juguete. El perfil de estas familias muestra un total abandono de la prole sin pautas constantes en disciplina, amor, atención o control del entorno. Por otro lado, y en el caso que la pareja conviva bajo un mismo techo, existe una total discrepancia en los criterios educativos y el chaval utiliza todos sus recursos para salirse con la suya. A menudo los padres se asemejan en algo a los ausentes parciales con drásticos intentos educativos que pasan por largos periodos en donde reina la total negligencia. En ocasiones, y durante estos arranques pedagógicos, los progenitores se acercan al colegio con todo el decálogo de derechos aprendidos y se quejan del servicio educativo prestado. Exigen lo que ni ellos mismos son capaces de hacer, educar.

-        ¿Saben por qué mi hijo estaba el otro día por la calle y no en el colegio? – preguntaba un padre al tutor - Pues ahora se lo digo, porque ustedes no me lo comunicaron a tiempo. Ahora cuando lo encuentre, le caerá una buena.

No debe extrañar que con todo ello surjan hijos resentidos, agresivos y caraduras. Pillarlos en plena fechoría es como dar alas a su ego. Ante los demás pretenden sobretodo ganar el protagonismo que jamás tuvieron en el seno de su familia. Obviamente llevar mal los estudios e ir a su bola pasando olímpicamente de lo que se les diga, es una forma más que evidente de demostrar su resentimiento.

-        ¿Qué hacías copiando? – preguntó el docente al verlo otear el control del vecino con todo el descaro del mundo.
-        ¿Pero qué pasa? Yo no estaba copiando profe, estaba comparando resultados.
-        ¿Quieres que te ponga un cero?
-        Me la suda lo que me pongas.

    Responder con violencia y provocar miedo son el lenguaje que más han desarrollado estos escolares para defenderse de los demás. Agredir al más débil del grupo suele ser una estratagema frecuente para que nadie se le ocurra cuestionar su dominio, algo que le puede llevar a cometer maltrato o delinquir en su futuro. Empujones, golpes o incluso el uso de utensilios punzantes configuran sus artes marciales. En resumen, son individuos que se muestran ante los demás atrevidos, extrovertidos, provocativos y orgullosos, aunque en realidad son ansiosos de poder, débiles de autocontrol, egocéntricos y hasta con una autoestima y nivel de frustración muy bajos. No es nada extraño que lleguen a cometer delitos o que caigan en adicciones.

lunes, 6 de marzo de 2017

PRESENTACIÓ del FÒRUM per al PROGRÉS de l'ENSENYAMENT


Imatge inserida 1

ACTE PÚBLIC de PRESENTACIÓ

Debatran sobre el futur del sistema educatiu:

Senyor Francisco López Rupérez, ex president del Consell Escolar de l’Estat.
Senyor Lluís Font Espinós, president del Consell Escolar de Catalunya.

Dimarts, 28 de març, 19 hores, Sala d’Actes del Col·legi de Doctors i Llicenciats, Rambla de Catalunya, 8, Barcelona.


Es prega confirmació enviant un missatge a : forumensenyament@gmail.com 


sábado, 4 de marzo de 2017

76. Padres ausentes

        Pagar la hipoteca, las letras del coche, los créditos por los electrodomésticos e incluso aquellos caprichos que todos queremos nos llevan a ser unos esclavos del trabajo y de su reloj. O invertimos gran parte de nuestro tiempo en el mundo laboral o nos quedamos sin dinero. El escenario anterior presenta una contraprestación si se tienen hijos. Tanta esclavitud laboral por un salario que da de comer a los tuyos sirve al final para no poder atenderlos correctamente. Uno, y sin elegirlo apenas, se ha transformado en un familiar ausente.


-        Yo no puedo estar por mis hijos, no tengo tiempo. Trabajo mucho por ellos y así tienen lo que necesitan.

Tener un hijo implica quererlo y educarlo dedicándole el tiempo de calidad que sea necesario, por desgracia nuestro mundo laboral no siempre lo permite. Existen guarderías y colegios para nuestros vástagos pero éstos jamás podrán sustituir el rol familiar. En Estonia y Finlandia la administración promueve, ayuda, acompaña, refuerza e induce a la familia hacia su papel primordial, el educativo, pero en España ocurre todo lo contrario ya que el gobierno delega cada vez más dicha función al sistema escolar. En fin que el sistema educativo español no es equitativo y depende en gran parte del sistema familiar. Si padres o tutores saben preocuparse por la enseñanza de sus hijos, las probabilidades de éxito escolar son casi del cien por cien. Sólo aquellos casos excepcionales o clínicos se escapan a esta norma.
Visto lo anterior, los padres ausentes se hallan muy aislados con sus hijos. Recuérdese que la llegada a la adolescencia conlleva la soledad pubescente al romper la comunicación con los progenitores. Por eso los adolescentes se abren a un grupo o banda, a unas nuevas amistades ávidas de referentes. Si los padres ya pertenecían al perfil de los ausentes, el problema se agrava exponencialmente en la pubertad. El zagal defiende entonces que ya no es necesario explicar mucho en casa, que los padres no le comprenden y que se puede pasar dócilmente de los estudios. En definitiva, la confianza mutua ya no existe, el adolescente se cree con más derechos que obligaciones y los padres han perdido toda comunicación y autoridad. Lo grave es que recuperar ese puente es muy difícil si no existió durante la infancia. Algo que funciona muy bien, y que ya se comentó en este sentido, es comer sin el televisor para potenciar la conversación entre adultos y adolescentes. Por desgracia el progenitor ausente interviene poco en la vida del hijo y delega mucho a terceros como tíos, abuelos, hermanos mayores o al propio colegio. Los deberes escolares o las efemérides del día son escasamente conocidas por éste, lo que trae consigo que el alumno no reciba felicitaciones paternas por mérito alguno. El control de su entorno es muy bajo y el hijo se halla con gran libertad de movimiento con la televisión, Internet, amistades o paseos fuera de casa. A veces coincide este tipo de perfil con parejas separadas y/o familias desestructuradas. Bajo un influjo así el chaval no suele crear problemas de disciplina en el colegio pero cuelga los estudios sin hacer ruido. Lo podríamos calificar de pasota dócil. Nulo o inconstante en el trabajo escolar, recurre a cierto aislamiento cordial con el grupo, un holgazán simpático. Puede incluso que se justifique y te diga:

-        No voy a estudiar porque quiero trabajar, por desgracia hasta los dieciséis no me lo permiten.

En casa no insiste demasiado en que se le compre algo, está acostumbrado a buscarse la vida y a no pedir a quien poco está en el hogar. Suelen desarrollar más la introversión que la extroversión pero siendo fuertes psicológicamente. El riesgo de fracaso escolar repitiendo curso es muy elevado. En fin, que para evitar ser un educador ausente, y desde alevines, reorganice su horario laboral para aproximarlo al máximo al de su pareja e hijos, lo contrario sería trabajar mucho para exigir más a los otros por la educación de sus retoños. En caso contrario, y si le resulta imposible, no se equivoque, no se crea culpable. Busque quien pueda acompañar bien a sus hijos y en tiempos libres que vengan a usted.

Me contaban un día que un padre se exaltaba ante un profesor diciendo:

-        Mire Rabadà, yo trabajo mucho fuera de casa para darle un futuro a mi hijo. ¿Quererlo? Él ya sabe lo mucho que le quiero. Siempre he dejado que mi hijo sea responsable, pero es la primera vez que me entero que se porta mal en clase – se refería a desafiar y faltar al respeto a los docentes -. Cuando le pille en casa se va a enterar.

El chaval estaba incubando la adolescencia y ahora empezaba a revelarse en contra de sus adultos. El padre, severo y preocupado, intervenía en la educación de su hijo en momentos puntuales, es decir, cuando las cosas se salían de madre. Cuando así lo hacía era de forma enérgica y contundente. Él era un progenitor que pertenecía al perfil de los ausentes parciales. Los padres dentro de esta tendencia son inconstantes en disciplina y en tiempo de calidad hacia sus hijos. Esa contradicción de periodos de ausencia y periodos de severidad traen consigo un adolescente confuso que desarrolla un personaje provocador y ruidoso en el aula. Son padres que no suelen reír las gracias de sus hijos y que no les justifican en demasía. De todas formas, y en algunas ocasiones, desarrollan el papel de amigos de su prole comprándoles algunos caprichos caros. En tal contexto no es de extrañar que los púberes no entiendan los cambios de exigencia y de disciplina en el hogar, situación que les empuja a ser provocativos y a tomar sus decisiones independientemente de las consecuencias que con ello puedan sobrevenirles.

Hoy salgo con mis amigos aunque me lo prohíbas.

Por otro lado, su nivel de trabajo se vuelve inconstante y su rendimiento académico con elevado riesgo a repetir. De todas formas no suelen ser chavales insistentes en sus caprichos. Psicológicamente presentan una buena fortaleza y en su entorno son sociables y abiertos.

lunes, 27 de febrero de 2017

75. Educadores justificadores


        Ver la paja en ojo contrario pero no ver la viga en el tuyo es harto común en los humanos. A menudo nos percatamos de los defectos ajenos y nos cuesta horrores reconocer los nuestros. A todo esto se le llama error por subjetividad. La evaluación de nuestros hijos está llena de ésta por una simple razón, el amor que sentimos por ellos. En fin, que el querer no resulta una lente objetiva. Recuerdo el caso de una madre que ante todos los suspensos de su hijo le justificaba así:

-        El niño estudia mucho, ¿sabe? El otro día se pasó tres horas en su habitación sin poner la tele.

Pero no estudió, sólo apagó el televisor, algo que no explicaba los suspensos en educación física, ética y plástica. Otra madre argumentaba:

-        Es culpa de los profesores, todos le tienen tanta manía a mi Christian, que por eso suspende todas las áreas.

Una tercera afirmaba:

-        Mi hijo en mates, es que verá, no es bueno. Las mates, es que le cuestan mucho, ¿sabe? Él sólo estudia lo que le gusta.

Y una de las peores se quejaba a un profesor de la siguiente forma:

-        ¿Qué mi hijo es soberbio? Todos los adolescentes lo son. Yo me pregunto entonces que nivel de soberbia es capaz de admitir usted como docente. Él, mi hijo, es como yo, y le comprendo perfectamente. Yo hago igual que él.

Ser soberbia. Y no había duda que así lo hacía. Añadiré lo que luego dijo el padre de este alumno durante la misma entrevista:

-        ¿Me está diciendo que mi hijo no se comporta bien en clase? Usted a mi hijo no le conoce en absoluto, él es muy sensible, hasta defendió el NO a la guerra de Iraq, ¿por qué no se meten con otros de su clase que fuman porros, van rapados y llevan símbolos nazis? Yo conozco muy bien a mi hijo, cosa que usted no. Deje que yo le eduque y usted dedíquese sólo a enseñar.

Pero quizás el caso más triste, y real como todos los anteriores, fue el de un zagal muy díscolo y expedientado por todo el claustro en donde la madre le justificaba sentenciando:

-        Ustedes se lo han inventado todo. Sepan que mi hijo, a mi, jamás me mentiría.

Y si quieren añadamos otras afirmaciones de otros progenitores como: yo, a su edad, era igual y hacía lo mismo, u otra como, pero si es un niño, deja que haga lo que quiera, tiempo habrá que la vida le haga sufrir. En fin, que los padres justificadores existen, nada más releer los casos anteriores salta a la vista, pero ¿cómo pueden ellos saber que lo son? Y lo más importante, ¿qué consecuencias acarrean en el comportamiento de sus hijos?

Vayamos por partes, los padres justificadores defienden a ultranza a su prole consciente o inconscientemente a pesar de la culpabilidad probada de ésta. Suelen ser padres que felicitan cualquier mérito de sus hijos, les ríen la mayoría de gracias y les compran muchos artículos de consumo. Puede que dediquen mucho tiempo a sus hijos pero luego les dejan demasiada libertad de elección.

-        Mi Oriol no vino al cole ayer para estudiar en casa de su compañera de clase – añádase al asunto que Oriol jamás estudiaba y que la compañera era algo más que eso -. Y como se les hizo muy tarde estudiando, pues claro, le dejé que se quedara a dormir en casa de su compañera de clase. A la mañana siguiente, y cansados como estaban, no pudieron ir al colegio. Por eso llegaron al centro a las tres de la tarde, como usted ya fue informado.

Las justificaciones maternas al estilo anterior hacen que los hijos se adapten al ecosistema y a vivir que son tres días, más algunas noches de goce con la compañera. Los así adolescentes se transmutan en sujetos orgullosos y engreídos. Su autoestima y orgullo son tan fuertes que suelen mirar por encima del hombro al docente, todo ello a sabiendas que sus progenitores vendrán en su ayuda si lo necesitan, unos padres blandos, protectores, compradores y muy amigos de sus hijos.

-        ¡Que a mi no me ralles! ¡Que no me digas nada tío! ¡Que ya hablará mi madre contigo! ¿Te enteras profe? ¡Que me das asco!

¿Y los trabajos de estos alumnos en clase? Pues son nulos o inconstantes. Cuando lo necesitan se ponen las pilas y, si se lo proponen, aprueban, por lo que no suelen repetir curso aunque sí afectan a la mayoría del grupo con sus arrebatos en el aula. La causa de todo esto es que en el colegio hay normas y en la familia no las hay. Ante esta contradicción cabe preguntarse, ¿quién debe adaptarse a quien? Recuerdo a cierto pedagogo reformista declarar por televisión que los colegios deben adaptarse a las nuevas familias, que hay que hacer un esfuerzo para asimilar mejor la falta de disciplina familiar. En fin, y con ironía, que deberíamos dar la razón a la madre que dijo:

-        Mi hijo, a mi, jamás me mentiría.

Por desgracia éste se volvió popular por sus hurtos y fechorías. Como decía Inger Enkvist en su libro La Buena y la Mala Educación.

Si los padres defienden automáticamente a sus hijos en un conflicto sin averiguar antes lo que ha sucedido, están socavando no sólo la autoridad de la escuela, sino también la suya propia ante el hijo.