63.¿PROFES Robocop I o Terminator II?
Para quien
no recuerde la película de Paul Verhoeven, Robocop
era un humanoide medio máquina diseñado en principio con carencia de sentimientos.
Lo mismo ocurría en la primera entrega de Terminator.
En cambio, al final de Robocop y en
la segunda y tercera parte de Terminator
ambos llegan a desarrollar capacidades para interpretar y aprender sentimientos
humanos, hasta algunos lloraron cuando John Connor vio morir a su Terminator
protector. Los docentes a menudo no saben con quien quedarse, si con Robocops insensibles o con Terminators buenazos. Ser demasiado
distantes y fríos con los adolescentes conlleva no conseguir su complicidad y sí
el enfado de algunos padres, hasta puede que te denuncien por apretarles demasiado las tuercas. Por
otro lado, presentarse ante los alumnos como un Terminator amigo e ingenuo conlleva no ganarse jamás su respeto.
Hay que empezar siendo un Robocop
algo distante y ganarse poco a poco su respeto. Pasadas unas semanas, y cuando
ha sido mostrada tímidamente esa parte humana hacia ellos, cae el telón de acero entre docente y
alumnos. Los escolares se dan cuenta que el profe es buen jefe por tres cosas, se ha hecho respetar como Robocop, se puede
confiar en él y finalmente hasta puede que les defienda en contra de otros
malos educadores. Quien se queda en fase de Robocop
jamás llega a sus alumnos. Hay que dirigirse lentamente hacia ese Terminator humano y casi sonriente que
protagonizó Arnold Schwarzenegger. Sólo un humano es capaz de ver a otro
humano. Al final, y evitados los extremos entre dictador y buenazo, se podrá
charlar con los púberes sobre sexo, padres y ligues, algo que resulta mágico
por el simple hecho que confían en ti al hacerlo. Ser mojigato y mantener
tabúes en ciertos temas como el sexo y la pareja implica no darse cuenta de la
base humana, la adolescencia que educamos.
Sabemos que hoy día la
letra con sangre ya no entra, ahora
se intenta con Petit Suise, chocolate Kinder o los Donuts si te olvidaste la
cartera. Si ser Robocop era malo, dirigirse al otro extremo lo es peor.
Aristóteles decía que lo mejor entre dos extremos era el término medio, ni
Robocop ni la abuela de Caperucita Roja. Ser un blandengue con los chavales
resulta un craso error. No se puede ser amigo de los alumnos el primer día y
esperar que te respeten al siguiente. Primero hay que dejar claro que se es
educador y que lo de amigos ya se verá el día que ellos sean adultos contigo.
Un profesor blando y que no se hace respetar provoca un aula sin silencio ni
atención, es decir, no consigue impartir con efectividad sus conocimientos y
formación. En tal situación muchos alumnos se andan a perder ante la opción del
jaleo y de la diversión. Lo grave de este profesor débil es que se queja a
tutores y directiva de las faltas de respeto que sus alumnos le profieren sin
darse cuenta de su error. Por eso, y por desgracia, espera que sean tutores y
directiva quienes le resuelvan su falta de disciplina, algo que si éstos hacen,
flaco favor van a dar al débil. Al reprimir al grupo, este docente queda
todavía más desautorizado y la clase jamás le tomará en serio, al contrario, se
le transmutará en una selva. Al final este profesor puede acabar con ansiedad,
histerismo y depresión, y todo por no imponerse al principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario