DESCARGAR LAS OBRAS DEL AUTOR/DESCARREGAR LES OBRES DEL AUTOR

+SABER / +PENSAR / -TEORIA / + LOGICA

martes, 1 de abril de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (END)

Amigos de los chavales Y llegamos a la última categoría, los educadores que se declaran amigos de los púberes, algo teóricamente muy loable pero que en la práctica trae más complicaciones que ventajas. El origen de la amistad parece algo innato en nuestra especie. Desde pequeños intentamos experimentar ese tipo de simbiosis de tal manera que nuestro egocentrismo se diluya en el altruismo de los demás y viceversa. En la amistad nos reconocemos como individuo ya que los humanos somos capaces de reconocer a otros humanos. De todas formas la camaradería reviste todo un corolario de peculiaridades que pertenecen más al ámbito adulto que al adolescente. Tres son las más importantes, el respeto, la estima y la reciprocidad. Esta definición difiere en poco de la establecida por Aristóteles hace más de 2400 años. Aristóteles hablaba de tres tipos de amistad, dos de ficticias y una de real. La primera era la falsa amistad por placer, ¿nos lo pasamos bien?, la segunda la de la conveniencia, ¿nos ayudamos?, y la tercera y verdadera la amistad basada en el respeto, la admiración y la confianza, algo que los adolescentes todavía no han aprendido de forma madura. La confianza, o simetría entre amigos, es lo que más separa a educadores de púberes. Existe simetría entre dos personas adultas ya que entre ellas pueden darse consejos con autonomía de acometerlos o no. Un consejo justo y argumentado es un regalo hacia el otro. Avisar de un posible error ayuda a ver lo que la subjetividad de uno no atina en soledad. Educando podemos dar consejos, pero tarde o temprano también daremos órdenes e impondremos límites que un amigo no estaría obligado a secundar. Así pues, es muy difícil que exista una amistad madura entre un educador y un escolar o entre los padres y sus hijos. Los adultos ostentan una experiencia que el estudiante todavía no ha adquirido. Asimismo los educadores pueden sancionar al aprendiz y no éste a sus mentores. Además, a los jóvenes les pesa todavía mucho el ego para practicar el sentido profundo de la palabra altruismo. Ellos sienten más el egocentrismo individual que la simbiosis de la reciprocidad humana. En fin, que los educadores amigos de críos padecen de un grave error. - Yo soy muy amiga de mi hija ¿sabe? A menudo sé ponerme en su piel y comprendo como se siente pobrecita. Sufre mucho por los estudios, ¿sabe? Así que sólo le doy mis mejores consejos y no la presiono, ella es mayor y ya sabrá lo que debe hacer ¿sabe? Y ya sabemos lo que ocurre, ¿saben? Pues que debemos ser formadores antes que amigos. La amistad es una palabra muy seria que se consolida más en la madurez que durante la infancia o la adolescencia. Pretender ser amigo de hijos y alumnos puede parecer muy moderno pero a padres y a profesores nos está vetado. Se insiste, un amigo escucha lo bueno y lo malo de otro amigo, pero no tiene potestad para castigar sus deslices. - El otro día, durante la victoria del Barça, rompimos los cristales del Burger King – le contaba un adolescente a otro. ¿Cree realmente que esta conversación la debería tener su hijo con los padres sin reprimenda alguna? Docentes y padres pueden punir las faltas de sus lechones, es más, deben hacerlo. Por otro lado, una amistad implica toda una serie de derechos pero también de obligaciones que a menudo los escolares no saben como cumplir. Ser amigo de nuestros hijos ya llegará cuando éstos hayan alcanzado su madurez personal. Antes puede resultar un juego demasiado peligroso donde el joven sólo desee reivindicar los derechos y eludir sus obligaciones. Como decía el psiquiatra Victor Frankl, un buen maestro no es sólo quien enseña a conocer, sino quien enseña a ser. Pero, ¿cómo podemos desenmascarar a los educadores amigos de sus hijos? Según los casos observados son progenitores protectores y compradores que a menudo discrepan en la pareja ya que siempre uno es muy amigo de su prole y el otro o no lo es, o no lo es tanto. El tiempo dedicado a sus hijos suele ser bajo ya que consideran al escolar como un adulto y le confían muchas decisiones. Ante los demás justifican los errores de sus lechones y la disciplina es mínima. Suelen darse muchos casos en matrimonios separados ya que la ausencia de consorte la sustituyen parcialmente con el trato de amistad hacia el hijo o hija. En cambio, no suelen ser padres excesivamente sufridores y ni mucho menos supereducadores. Bajo el influjo de todo lo anterior la prole es muy inconstante en el trabajo. De autoestima y orgullo andan sobrados por lo que son fuertes, extrovertidos, sociables y muy exigentes con sus educadores, sobretodo durante la adolescencia. La disciplina que no se aplicó durante la infancia estalla ahora con todas sus fuerzas y los padres se sienten imponentes ante la situación. Pero esto además acarrea otras lacras a estos púberes cuando llegan al tejido social adulto. Cada día acuden más pacientes con depresión a las consultas de los médicos y psicólogos. Hay quien dice que la enseñanza es la culpable y quizás tenga razón. Actualmente parece que la palabra disciplina signifique traumatizar a algunos alumnos y que por tanto nos estemos dirigiendo al otro plato de la balanza, hacia a la permisividad. Puede que una de las causas de ello sea el miedo a aquella pedagogía atávica y retrógrada del pasado franquista y republicano. En aquellos días la disciplina era extrema y el maestro un ogro, ahora en cambio si el docente es demasiado exigente puede ser acusado por unos padres de maltratar psicológicamente al hijo que defienden a ultranza. Es esperpéntico y exagerado el cambio de ideología que ha sufrido la educación durante los últimos cincuenta años. Ahora con las pedagogías teóricas nos hallamos en el otro polo, en el Sur. Durante los días 29 y 30 de noviembre de 2013, en el Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados de Cataluña, ASPEPC- SPS organizó en Barcelona las " II JORNADAS DE SECUNDARIA" sobre el principio de autoridad de los docentes. Durante éstas se impartieron cuatro conferencias a cargo de expertos de reconocido prestigio y renombre - Javier Valle, Xavier Massó, José Playà y Adolf Tobeña - , a los que se añadieron comunicados y mesas redondas a cargo de otros expertos. El alto número de asistentes, la riqueza del debate y la actitud participativa que hubo en todo momento comportó las siguientes conclusiones. Primero, desde el ámbito administrativo se necesitarían medidas legales que impulsaran la disciplina en el aula a nivel de medios, familia y centros educativos. El Principio de Autoridad Docente resulta imprescindible en la educación como una partitura lo es para la música. Sin este marco legal muchas de las iniciativas docentes quedan sin apoyo claro ante las agresiones que recibe este colectivo. En este sentido cabe destacar que a un policía, que ostenta el Principio de Autoridad, no se le exige que tenga carisma entre los ciudadanos cuando pone una multa, o el propio Estado cuando dictamina leyes cada vez más impopulares, no se le obliga a ser carismático en ello. En cambio al docente sí se le impone carisma cuando sanciona. Segundo, la voz docente debería oírse más en los medios. De hecho hablan más de educación pseudoexpertos, que poco o nada viven la realidad del aula, que no docentes en activo que sí la trabajan día a día. Esta asimetría en los medios conlleva que la autoridad docente no sea explicada con claridad a familias y sociedad. Es más, muchas de las cosas que los pseudoexpertos promueven resultan tóxicas y letales hacia el mundo educativo nacional ya que son teorías, aunque bien construidas, sin fundamentos, sin hechos y sin datos reales contrastados. Tercero, la idea de que los niños son buenos por naturaleza y que la educación les vuelve malos deviene totalmente errónea ante los estudios psiquiátricos publicados en prestigiosas revistas internacionales. Los niños muy pequeños se muestran egoístas y déspotas hacia sus compañeros de guardería. Pasados los meses, y con la intervención correctora de los educadores, el número de fechorías cae radicalmente. Los campos de la psiquiatría y de la psicología, y fueron palabras del doctor Tobeña, han establecido con datos contrastados y experimentos para todo el mundo que nuestra mente está adaptada al castigo y a los límites para corregir nuestros genes innatos que nos abocan a comportamientos agresivos, egoistas y contrarios al bien común. Sólo se puede ser feliz, buen ciudadano y profesional óptimo cuando valoramos las cosas logradas con límites, esfuerzo, castigos y premios merecidos. Cuarto, tanto los docentes autoritarios, que imponen, como los docentes con autoridad, que la inducen, resultan igualmente efectivos. Es más, el docente que alcanza la autoridad entre sus alumnos ha tenido que aplicar inicialmente unas dosis autoritarias que los escolares han percibido como límites de respeto y marco de aprendizaje. Decía Gilbert K. Chesterton que no puede existir la educación libre, porque si dejas a un niño libre nunca le educarás, es más, una sociedad sin castigo será una sociedad caótica. Y finalmente y por último, el docente que quiera hacerse valer entre sus alumnos debe mostrar seguridad en el control de la clase, evitar caer ante las provocaciones, poseer un amplio dominio de su disciplina, ser coherente con las normas que impone cumpliéndolas siempre que sea posible, hacerse referente entre sus escolares para que éstos acepten sus directrices y jamás ser colega de sus alumnos ya que los amigos no tienen potestad de sancionar como él sí debe. Por otro lado, el educador no debe convertirse en enemigo de sus alumnos ya que tiene la obligación de guiarlos y ayudarlos en su formación personal e intelectual. Estos rasgos aquí descritos deberían formar parte de la formación de los futuros docentes en nuestro país para salvaguardar la disciplina en las aulas. Por desgracia la LOMCE del ministro Wert considera esta, la disciplina, tabú al no mencionarla apenas. O en la propia LEC catalana se promulga que el camino básico hacia la disciplina es el docente carismático aunque cabe recordar que Charles Manson y Adolf Hitler fueron altamente carismáticos para volverse unos dictadores autoritarios aunque sin autoridad moral al final. La disciplina no se halla en un único factor, se halla en todos los anteriormente detallados. Si con más disciplina se educara a alumnos más autosuficientes, puede, y digo puede, evitaríamos que sufrieran de depresión en su futuro cuando la vida les diera el revés. Si esto fuera cierto las consultas de muchos psicólogos y psiquiatras perderían algunos clientes en los próximos años. En ese caso habría sido por una buena causa, la de más disciplina y menos Prozac. La falta de disciplina no sólo recae en las familias amigas de sus hijos, la sociedad también se ha vuelto permisiva y bajo el efecto dominó también los colegios. Visto de otro modo se podría decir que la sobreprotección de nuestros hijos está de moda. Sus detonantes, el tripartido sociedad-colegio-familia, no saben ponerse de acuerdo como tampoco lo haría Rajoy con la izquierda aberzale, uno en español y los otros en euskera difícilmente se entenderían. Ojalá el asunto educativo sólo fuera un problema de idiomas, con un simple intérprete bastaría para resolverlo. Los que más repiten Con todo el análisis anterior podemos definir el patrón educativo que más fracaso académico engendra. Fracasar en la ESO se da cuando los educadores dedican poco tiempo de calidad hacia sus hijos. Si a ello añadimos demasiada libertad de movimiento con la televisión, Internet, amistades o paseos fuera de casa se da con la guinda del asunto. Por tanto, la principal causa del fracaso escolar es el ausentismo familiar. Un escaso tiempo dedicado a ellos sin compartir juegos y deberes aumenta claramente el riesgo que éstos repitan curso o que no terminen la ESO con éxito. - Yo, señor Riduestre, no puedo pelearme a diario con mi hijo – aseguraba una madre -. Apenas lo veo unas pocas horas al día y prefiero verle feliz durante ese rato conmigo. Por eso le alquilo videojuegos cada noche. Ya se argumentó que esto halla una clara correlación con estudios neurobiológicos. El equipo del doctor Vincent J. Schmithorst del Hospital Infantil de Cincinnati describió la relación entre el desarrollo de la sustancia cerebral blanca, y responsable del aprendizaje humano, con el cociente intelectual de muchos niños. Repitamos aquí que en chavales desatendidos por sus familias su sustancia blanca era un 17 por ciento menor que la de los bien atendidos, y a menos mienelina menos capacidad de aprendizaje y más riesgo de fracaso escolar. Veamos ahora algunos ejemplos de padres que desatienden a sus hijos total o parcialmente. - Ya me dijeron un día que mi hijo sufría de hiperactividad, ¿sabe? Y aunque yo jamás le castigo durante el poco tiempo que estoy en casa, eso que haga campanas, falsifique mi firma en las notas y suspenda el curso, es algo previsible dada su hiperactividad, ¿cómo quiere que le diga que NO lo haga? Algunos se daban cuenta de su error pero no podían admitirlo externamente: - Mi Oriol sabe disimular muy bien sus fechorías, hasta me convence para que NO le castigue por las noches cuando llego a casa. Esto que usted me dice, que ha falsificado las firmas para que no hubiera entrevista entre ustedes y nosotros, la verdad, me cuesta creerlo. Yo esperaba esta conversación hacía meses. Y existían padres ausentes que iban más allá de la justificación, llegaban a la acusación: - Fueron ustedes, y no yo, quienes no le educaron bien. De hecho, y esto lo sé de buena tinta, lo han estado acosando durante todo el curso a pesar de todas mis llamadas desde el trabajo. Y no me nieguen eso, mi hijo, a mi, jamás me mentiría. Y todo lo anterior implicaba que este tipo de educadores estaban muy poco con sus hijos para revisarles los deberes, jugar con ellos y darles pautas. En fin, que la tarea educativa recaía más en el colegio que en la familia ante unos rapaces con un 17 % menos de sustancia cerebral blanca. A lo anterior solía sumarse la discrepancia educativa entre la pareja, una baja disciplina por parte de estos y el deseo de ser amigos de sus hijos, toda una guinda para el pastel del fracaso escolar. Sin límites ni rutinas impuestas todo era demasiado fácil y el escolar en nada valoraba lo que se le ofrecía, aprender. Un profesor me contaba lo que hacía con este tipo de alumnos, les ofrecía ser el referente paterno o materno que en casa no existía. En primero y segundo de la ESO jugaba con ellos a través de bromas y técnicas de clase, algo que en su casa no se les daba. En tercero y cuarto dejaba el juego y les escuchaba para dejar que los escolares se ganaran su favor personal si cumplían los pactos acordados. Si no los acometían el docente rompía el acuerdo y denegaba conversación o juego con ellos. Una reacción así lanzaba un mensaje subliminal al púber, el perder otra vez a su adulto, a sus padres ausentes. En la mayoría de casos los chavales intentaban recuperar de nuevo a su referente adulto. Otro ejemplo similar me lo contó otro profesor de tercero de ESO. Éste, mientras vigilaba a los expulsados, establecía el siguiente puente con los díscolos, les dejaba entrar con su portátil al Youtube para visualizar videos bajo la supervisión del susodicho educador. Con ello se hacía caso a los chavales, algo que en casa no ocurría, y por el otro, se les marcaba un pacto, silencio y tranquilidad a cambio de compartir esos momentos con ellos. Los chavales accedían y al final alcanzaron cotas de sinceridad muy elevadas. En fin, que todo humano necesita de la dedicación de otros humanos. De padres a profes, hagamos un trato Para zanjar este libro añadiremos algo crucial, algo que evitaría todas las estratagemas aquí contadas. Ya se sabe que es mejor prevenir que curar, y para prevenir alumnos díscolos, pasotas y fracasados sólo hay que evitarles una mala educación de raíz. Durante la más temprana infancia, y tanto en la familia como en el colegio, deben existir una serie de acciones que eviten el fracaso escolar, acciones de probado éxito y que ahora detallaremos. En diciembre de 2012 la OCDE volvió a ratificar que España ostentaba el récord de fracaso escolar en la Unión Europea, algo que ocurrió en plena polémica con la nueva ley de educación, la LOMCE del ministro Wert. Poco antes del informe de la OCDE se habían convocado en el Col·legi de Doctors i Llicenciats de Catalunya en Barcelona unas jornadas educativas que los medios de comunicación no atendieron. El viernes 30 de noviembre de ese año se celebraron las I Jornades de Secundària para debatir concretamente las causas y las soluciones del fracaso escolar nacional. Cuatro expertos de renombre como Inger Enkvist de la Universidad de Lund en Suecia y miembro del Consejo Sueco de Educación, Ricardo Moreno catedrático de Matemáticas y autor del libro El Panfleto Antipedagógico, Oriol Pi De Cabanyes antiguo docente y periodista de La Vanguardia y Gregori Luri catedrático de Filosofía y autor de L’Escola contra el Món, expusieron sus datos y resultados al respecto. Se añadieron a ellos más de cien docentes con experiencia probada que manifestaron sus acuerdos con los conferenciantes. El resumen de las jornadas fue enviado a los medios de comunicación, al Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya y al resto de partidos políticos. ¿Que por qué actualmente nuestros estudiantes suspenden más? Pues simplemente porque estudian menos. ¿Cómo resolver entonces el fracaso escolar vigente? Primero hay que evitar los pedagogos y teóricos adoctrinados que alejados de las aulas redactaron una LOGSE, una LOCE, una LOE y ahora una LOMCE que hacen imposible el correcto desarrollo de la actividad docente en las aulas. En este sentido los cuatro expertos de aquellas jornadas respondieron lo mismo por separado. Todos ellos afirmaron con rotundidad que si hoy mismo se cerraran todas las facultades de pedagogía, el sistema educativo nacional no sufriría declive alguno, es más, mejoraría. Segundo, es muy importante que desde niños, tanto en casa como en la escuela, reine un ambiente de orden, silencio y concentración para facilitar la memorización y la comprensión de conceptos. Tercero, la existencia también desde muy pequeños de rutinas en clase y en casa en el trabajo, el estudio y el descanso. Cuarta, los alumnos necesitan ya en primaria maestros con excelentes conocimientos en su especialidad y con un dominio rico, elegante y preciso de los idiomas oficiales. Y quinta y última, mucho esfuerzo aprendido, enseñado y adquirido ya desde primaria. Un buen sistema educativo debe formar buenas personas, expertos profesionales y mentes críticas, en caso contrario estaremos derrochando mucho dinero en nuestros centros educativos, y hay que evitar el argumento que nuestro sistema educativo necesita más inversión ya que ésta no suele llegar a las aulas sino a quienes la han propuesto, la burocracia formada por teóricos de la educación. Cabe añadir que entre el 2000 y el 2010 el gasto en educación española aumentó en casi un 30 % sin ninguna mejora significativa de los resultados en los informes PISA. Aún así, y con los recortes aplicados en educación e investigación España no está apostando por el conocimiento. Es más, se invierte más en turismo que en educación. Por ejemplo el Gobierno Balear invierte tres veces menos que la media europea en educación dando prioridad al turismo, una monoeconomía que podría morir a corto plazo por falta de diversificación en otros sectores. Países como Dinamarca o Estados Unidos invierte un 8,7 % de su PIB en educación con índices de desempleo muy bajos y con una gran competitividad empresarial. Y otro dato, el 44 % de los doctores formados en Estados Unidos halla trabajo en el sector productivo mientras que en España la cosa no llega al 12 %. Es obvio que tanto docentes como progenitores educamos bajo muchos errores. La lista de perfiles defectuosos en un lado y en el otro ha sido muy larga. Profesores blandos, ignorantes y prepotentes han venido seguidos de padres protectores, justificadores y ausentes, todo un corolario de gazapos que nos dicen que simplemente no somos ni mejores ni peores, todos somos educadores. Ha quedado claro lo que uno como padre puede exigir a su centro para que éste alcance la excelencia, pero también lo que la familia debe o no debe hacer para educar en casa y fomentar esa excelsitud entre sus hijos. Es obvio que sin padres los maestros no tendrían trabajo, hacen falta hijos para llenar escuelas, pero sin buenos docentes no se enseñarían los conocimientos correctos que necesita nuestra sociedad, y aún menos se habrían recogido todas las estratagemas descritas en este libro. Un profeta dijo que la verdad nos hará libres, pero para alcanzarla hay que saber contrastar informaciones, evitar los engaños de quienes puedan manipularnos y finalmente tomar las decisiones correctas. Sólo si se ostenta una enseñanza de calidad se garantiza la libertad de criterio y de elección en nuestra democracia, en caso contrario ésta expirará.

viernes, 28 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (26)

Vidas separadas La maternidad parece más innata que adquirida, en cambio la paternidad se piensa más adquirida que heredada. Eso quizás influya en la diferencia de criterios educativos entre hombre y mujer. En el caso de los separados esto se exagera hasta límites muy nocivos para la formación de su prole. Lo cierto es que en las entrevistas entre familia y tutor quien más acude son siempre las madres, de un 60 hasta un 80 % de más. Todo ello es síntoma de dos cosas, la primera, y sea por las razones que sea, que la educación pesa más sobre las mujeres que sobre los maridos. Y la segunda, que en asuntos académicos existe una fuerte discrepancia entre los miembros de la pareja. Cuando la separación o el divorcio aparecen los síntomas anteriores se extreman. Separarse no significa desunirse en la educación de la prole, el proyecto aún sigue vivo. Por desgracia las separaciones propician y aumentan las discrepancias entre exmarido y exmujer, que no expadres. Si la prole pide algo a la madre al pensar que ella accederá, y ésta decide algo que pueda contradecir al padre, mal andaremos; si el padre, sin custodia de sus hijos, los malcría ese fin de semana que los tiene cada quince días, peor todavía; y si el uno con el otro utilizan los hijos como mástil para acusarse de lo que no fue su relación, nefasto. ¿La solución? Darse tiempo en decidir y mantener una frecuente comunicación pese lo que pese lo que no fue. - Mamá, papá me dijo que podía ir al concierto de Rijanha. - Bueno, luego hablaré con tu padre y ya decidiremos juntos. Ese frente unido dará mayor fuerza al proyecto educativo y al de pareja que no fue. Los hijos un día abandonarán del nido, y la pareja, separada o no, debería guardarse lo que en un día creyeron, el respeto y la complicidad. Todos nos equivocamos y en una separación todos tenemos parte de culpa y parte a perdonar, nuestro hijo depende de ello. Permítanme repetir una analogía en este asunto del frente unido. Los educadores deben ser una pared sin pinchos, un muro que si roza a su hijo no le apuñale pero sí le marque unos límites contundentes. Si en cualquier ocasión uno se equivoca con su hijo, no debe haber fisuras en la pareja. Es mejor apoyar un posible error del cónyuge que no hacerlo para luego discutir por ello ante el zagal. Si se discute se pierde la unidad conyugal y educativa, si se discute se le muestra al zagal por donde puede manipular a sus educadores. A menudo ocurre que al separarse uno hecha en falta el cariño matrimonial y revive la soledad. En muchas ocasiones, e inconscientemente, se decide proyectar todo ese amor ausente hacia la prole. Tal situación conlleva el riesgo de volverse un protector comprador. Deseando ser más amigos que padres de los hijos, se olvida que se es educador de los mismos. Ya dijimos que el amor no es una buena lente objetiva con los hijos, aunque sí que lo es para enseñar valores humanos y comprenderles. De todas formas regalar en exceso ese cariño adulto en detrimento de las obligaciones promueve la pérdida de límites, el aumento de la negligencia y el abuso de la sobreprotección. La falta de cohesión de criterios entre ambos miembros de la pareja da la puntilla al asunto y el lechón cada día se halla más acomodado y va escapando a nuestro objetivo, su educación. - Hablar con mi marido no me sirve de nada. Total, con el par de días que tiene a mi hijo cada dos semanas lo mima que da gusto. Que haga lo que quiera, yo en mi casa le doy a mi hijo todo aquello necesita. No pretendo que tenga obligación alguna con la separación tan reciente. Y el zagal se le acostumbra a tenerlo todo hecho como para que al llegar a la adolescencia le pidan que ponga la mesa, friegue los platos, estudie u ordene su habitación. Va a ser que no. Muchos progenitores separados suelen dejar un margen elevado de libertad a sus hijos, téngase en cuenta que ahora en lugar de dos educando, sólo es uno o una. Por otro lado, muchos llegan a ser protectores compradores y amigos de sus hijos. A veces suelen ser justificadores de los mismos con un bajo control sobre su entorno. - Profesor Riduestre, no puede ser lo que usted me cuenta, ¿cómo ha podido mi niña falsificar mi firma en todos los comunicados escolares? Pues practicando con lápiz y papel, todo para proseguir con lo que más sabe, evitar que los adultos que la educan se comuniquen. Los muchachos y muchachas de un perfil así suelen no ayudar en casa o piden constantemente cosas a cambio. Ante un no inicial por respuesta optan por la insistencia y al final hasta con el desafío. A menudo son inconstantes en los estudios, bastante orgullosos y con un elevado riesgo de repetir curso si no se les presiona o ayuda a superar sus frustraciones. Los podríamos definir como unos irresponsables irrespetuosos que van a la suya y cultivan un egocentrismo latente, algo muy parecido a los hijos de los protectores compradores. Agazapados al diagnóstico Saber que un hijo padece microcefalia, retraso mental, esquizofrenia, un CI por debajo de lo normal, problemas de lateralidad o una dislexia aguda no agrada a ningún padre y cuesta digerir la realidad, incluso no se acepta. Téngase en cuenta que este tipo de anomalías conllevan unos rendimientos académicos bajos o nulos y eso hace mella en cualquier familia. Por otro lado, la clase puede llegar a apartar al individuo anómalo y relegarlo de cualquier representatividad. Que los niños son crueles siempre se ha dicho, pero los adolescentes pueden ser peores. En la ESO el anómalo sigue siendo infantil mientras en el aula las feromonas se disparan viendo tangas o calzoncillos por detrás de los pantalones. En fin, que sin quererlo los compañeros van dejando al raro a un lado quedando éste inmerso en su niñez tardía. Recuerdo el caso de un chaval con microcefalia que durante primaria todos sus compañeros le acompañaban y ayudaban. Aquí padres y docentes dieron su do de pecho para que el resto del grupo fuera consciente de su deber solidario. La cosa cambió en secundaria cuando todos los chavales, menos el afectado, despertaron a la adolescencia. Este, sin ser rechazado por la clase, empezó a estar solo en patio, pasillos y pupitre. En estos casos extremos resulta aconsejable derivar al anómalo a un centro especial pero tal indicación resulta fatal para los padres. - Pero profesor Riduestre, si nuestro hijo se halla perfectamente adaptado al grupo – argumentaba la madre -. Un cambio de centro no lo entendería, sería incapaz de adaptarse. Mejor que lo pasen a segundo de ESO y que siga en este centro. Compréndanlo, mi marido y yo nos negamos a llevarlo a un centro especial. La soledad del pobre chaval continuó durante todo segundo. Antes de pasar a tercero de ESO los padres lo trasladaron a un centro especial. En el caso anterior los padres vivieron aferrados a un diagnóstico con la esperanza que su hijo llegara a ser normal dentro del grupo. En la mayoría de patologías leves como son dislexias, problemas de lateralidad y sorderas, la anomalía suele mejorarse con un diagnóstico prematuro, correcto y con un tratamiento inmediato y adecuado. De todas formas, no deben esperarse milagros ya que la medicina y las terapias no son garantía que el zagal llegue a ser un Einstein, sobretodo porque el padre de la relatividad suspendió algunos exámenes de física. Por desgracia, algunos progenitores hallan en la anomalía de su lechón un mástil justificador en donde aferrarse ante cualquier mal hábito de su hijo. Estos son los educadores que viven agazapados a un diagnóstico. - Usted ya sabe que nuestro hijo padece de hiperactividad – inquirieron unos padres a un tutor. - Sí, claro – respondió el docente. - Vemos que sus resultados académicos no mejoran. ¿Cómo piensan entonces atenderle para corregir su TDAH? Y como en otra ocasión ya mencionada, el problema no residía en el esfuerzo de los profesores, pesaba en la voluntad del alumno. La hiperactividad le servía de excusa para vivir en una total hipoactividad, es decir, que no pegaba ni golpe sin terminar jamás los deberes que el educador le preparaba exclusivamente. Es más, faltaba muy a menudo a clase. Al final hacía tantas campanas el púber que en clase lo apodaron el catedral. Eso sí, sus padres le justificaban todas las ausencias bajo excusas de lo más peculiares, ...el pasado viernes por la tarde mi hijo estuvo en casa de un amigo donde se quedó dormido y por eso no pudo asistir al colegio. Ya se demostró en un apartado anterior que ciertas situaciones con esfuerzo se superan, pero que si los padres las utilizan como estandarte justificador de su hijo jamás podrá éste escapar de la debilidad psicológica en la que se ha acomodado. En fin, cuando unos educadores hallan en una patología leve la excusa para justificar a su lechón, pasan inmediatamente a ser creyentes de un diagnóstico que incapacita aún más al chaval. Se vuelve a insistir que la atención influye más que la capacidad innata del individuo y que el estudio esforzado, que ya se comentó, crea chicos brillantes con gran independencia del genoma heredado. Los padres agazapados a un diagnóstico también se encarcelan a si mismos al no poder escapar de su creencia. De todas formas estos progenitores poseen grandes cualidades. Son padres que controlan y atienden a su hijo en todo lo necesario. Al recibir gran ayuda externa de especialistas no discrepan entre ellos y controlan en gran manera el entorno de su hijo. Sí que le justifican ante los demás siendo un poco protectores sufridores. De todas formas, y ante un escenario así, es harto normal que los chicos se vuelvan unos simpáticos caraduras. Su nivel de trabajo se vuelve muy inconstante y cuando traen los deberes hechos de casa se nota la ayuda externa en su ejecución. - Oriol, ¿por qué no estás dibujando? - Yo ya lo intento, pero es que en casa me sale mejor. Por otro lado, ni son zagales frágiles ni tampoco insistentes en sus caprichos. Sí que desarrollan cierta introversión y baja autoestima al sentirse distintos al grupo, algo que se hace patente con su bajo orgullo. Al final el riesgo que repitan curso es más que elevado, es seguro. Los supereducadores ¿Qué hay más allá del Polo Norte? Pues alguien anduvo mucho y lo averiguó, el Polo Sur. Ir más allá de lo establecido nos lleva muy lejos, nos puede transportar al otro extremo de lo buscado, a lo contrario. Las morales estrictas se hallan ligadas a convicciones religiosas, sociales, políticas o de otro estandarte. Una educación bajo ese influjo roza la perfección, tanto que puede que el mundo del adolescente pegue la vuelta, el Norte se nos vuelva Sur. La pubertad se caracteriza por cuestionar todo lo que los adultos impusieron. Cambiar las cosas e incluso dirigirse a los extremos suele suceder durante esta etapa de la vida. - No comprendemos sus desafíos – comentaba preocupada una madre ante el tutor de su hijo -, le hemos dedicado todo nuestro tiempo educándolo e inculcándole buenos valores. De pequeño siempre nos dijeron que parecía tan maduro que ahora nos sorprende su rebeldía. Y es que la adolescencia les hace huir de nosotros y de nuestros preceptos tan perfectos. Quizás la pubertad exista como una adaptación biológica para que se produzca el progreso cultural en nuestra especie, aunque dudo mucho que esto sirva de consuelo a quienes padecen púberes recalcitrantes por casa. Quizás haya que comprender que una moral demasiado estricta da unos frutos educativos relucientes y muy maduros, pero puede que la adolescencia y su giro de polos los eche a perder, es decir, que lo muy maduro se pudra. Cuando eso ocurre puede que estemos delante de unos supereducadores, padres muy controladores del entorno, amistades y actividades del retoño. Entre ellos no suelen discrepar ante el zagal ya que el frente está muy unido bajo una misma moral o creencia. Tampoco justifican a su prole ante los demás ni le ríen las gracias. En cuanto al tiempo con sus hijos compartiendo juegos, amor y disciplina es de alta calidad. Visto lo anterior, no suelen ser amigos de sus hijos pero sí sus fieles educadores. En fin, que son todo un ejemplo a seguir. Entonces, ¿cuál puede resultar el problema? Pues el excesivo aislamiento de lo externo. Un modelo de supereducadores que ilustra lo anterior lo protagonizan los padres que se niegan a escolarizar a sus hijos. Éstos suelen ser familias de buen nivel adquisitivo y cultural. Ellos mismos se responsabilizan de formar a sus chavales en ciencias, humanidades y valores humanos. Argumentan estos padres que la sociedad educa en la contradicción y esto hace mella en la formación de su prole. Si por ejemplo en clase se dice que fumar es perjudicial pero en la entrada del colegio ven a otros educadores inhalando nicotina se entra en la paradoja. Aunque tal argumentación parezca teóricamente razonable, en la práctica resulta un error. Poseemos un cerebro paleolítico, es decir, una mente que no ha cambiado demasiado durante los últimos 200.000 años. Pese a ello, ésta lleva millones de años adaptándose a lo que todos los primates superiores hacemos, vivir en sociedad. Lo más natural desde la aparición de nuestro ancestral encéfalo, que no estúpido, es que los muchachos y muchachas vivan en contacto los unos con los otros, que se socialicen y que las contradicciones sirvan para aprender a elegir. Las pedagogías radicales, como la escuela en casa, siempre acaban padeciendo de lo mismo, que la teoría llevada al extremo se vuelve inestable al crear un perfil humano con dificultades de sociabilidad. Un infante que siempre ha vivido entre los suyos, sufre un choque el día que se traslada al mundo de los otros. Pongamos el caso de un chaval de buena familia que jamás haya pisado un barrio obrero, ¿qué siente si de repente se le abandona allí? Pues incomodidad, miedo y hasta incluso superioridad por falta de humildad. La educación es como una ensalada mediterránea, debe llevar de todo. Los estudiantes deben acostumbrarse a un máximo de situaciones, algo que en caso de los supereducadores no sucede. Éstos, sin quererlo, han impulsado un adulto artificial y prematuro, alguien que ha desarrollado un ego muy fuerte pero sujeto a los preceptos inculcados y no a las experiencias externas. Cuando llegan a la pubertad, y curiosean el mundo que les rodea, son una bomba de relojería si caen en malas manos. Recuerdo el caso de un alumno ejemplar de segundo de ESO que trajo a un docente un librillo peculiar. En la tapa de color rojo brillaba en oro el título ¿Existe un Creador que se Interese por Nosotros? - Quería saber tu opinión sobre estos escritos, es un regalo – le comentó el muchacho al docente entregándole el libro. - Ya sé que en casa sois testigos, así que debo preguntarte, ¿es un regalo o un intento de evangelizarme? – preguntó el profesor al no ser practicante. - Un regalo. Quiero saber tu opinión. Y fue cierto, el adolescente empezaba a tener sus dudas sobre lo inculcado, comenzaba a buscar sus caminos. El docente le dio su opinión científica sin mezclar religión con empirismo y sació su curiosidad. Esta vez, supongo, la bomba de relojería cayó en buenas manos. Así pues, estos escolares maduros, aunque antes de hora, corren el riesgo de explotar si algo los desestabiliza al convencerles de otras alternativas que las impuestas por sus padres. En breve un nuevo capítulo de Rebelión en la Granja sucede en la República Independiente de su casa. De todas formas estos zagales son ejemplares en muchos aspectos, con una autoestima muy alta no exigen muchos caprichos a sus padres. Orgullosos, que no provocativos en principio, presentan un riesgo de repetir curso casi nulo, a no ser que su polo Norte se dirija al Sur. A nivel académico son de una constancia y perseverancia impresionantes, hasta de una inteligencia envidiable gracias al estudio esforzado aplicado. La verdad es que los supereducadores realizan prodigios con sus hijos gracias a una gran dedicación y a un buen ideario moral. A tenor de esto hay que admitir que la genética no siempre es la razón de la inteligencia. Ya se ha argumentado que los niños brillantes no nacen, se hacen, algo que choca con nuestra concepción determinista del tan de moda genoma humano. Ahora todo parece contenido en nuestros genes siendo la cultura quien amasa el barro de nuestras capacidades innatas. Cierto es que heredamos potenciales gracias a nuestros cromosomas y que bajo un buen influjo éstos llegan a fructificar como deben, pero la inteligencia de los hijos de los supereducadores, y según los últimos descubrimientos en neurobiología y sicología, surge claramente más del influjo familiar que no del genoma heredado, todo lo contrario de lo que creían los padres agazapados al diagnóstico. Ya dijimos que el estudio esforzado producía una mayor mielinización de las neuronas y que ello daba a los estudiantes mayores capacidades mentales. Con ello no se pretende ningunear el papel innato de las capacidades individuales, sólo se quiere recalcar la fuerza que posee una educación bien dirigida, la de los supereducadores.

L’ESTIU QUE COMENÇA de Sílvia Soler: Premi Ramon Llull

Novel·la elegant, acadèmica, correcta i comercial que ens parla de l’amor, l’amistat i la família sota un guió lligat, estructurat i equilibrat amb intel·ligència i creativitat. Tot i així el contingut resulta sovint previsible restant curiositat al lector normal. Sota un rerafons de tragèdia quasi grega, els personatges van patint els embats de la vida i de la mort. Inicialment queden un pèl superflus, no empàtics i poc creïbles. Els adolescents, per exemple, parlen com adults ja d’infants sense una evolució posterior, clara i lògica. A nivell formal l’obra esdevé molt acadèmica on cada paràgraf, i tal com marquen els cursos de narrativa, equival a un fet o un concepte. De fet, pots seguir i entendre tota l’obra sols amb els inicis d’aquests paràgrafs, on s’hi situa la informació primordial seguida dels detalls i els encenalls secundaris de la mateixa. El vocabulari és correcte, adient i sense grans flors ni girs lingüístics elaborats, tot i que la falta de bons sinònims, o metàfores creatives, obliga en molts moments a la repetició de paraules. No obstant, algunes descripcions i finals de paràgraf són originals i ben trobades. Potser li falta un eix vertebral clar que guiï l’obra de principi a fi lligant millor totes les subtrames de la narrativa. En fi, una història que acaba on comença passant per moltes trames que es trenen, una obra que no formarà part dels clàssics dels segle XXI (Barcelona, 28-03-2014).

jueves, 27 de marzo de 2014

5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad CCIB Barcelona

Los próximos 16, 17 y 18 de Mayo de 2014 diferentes multinacionales farmacéuticas van a subvencionar el 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad. El evento, con cabida para 700 asistentes, se celebrará en el CCIB de Barcelona en donde se podrán ver los últimos avances en servicios y productos para el tratamiento de la hiperactividad. La Presidenta del Comité Organizador, Elena O’Callaghan, expone como reclamo para el congreso la opinión del profesor Miquel Casas, presidente también éste del comité científico del congreso, quién afirma que: << todavía hay la falsa creencia que la mayoría de los trastornos de la conducta tienen una componente educacional, y no es así>>. Una afirmación así significa dos cosas. La primera que todos los trastornos de conducta no hallan relación con la educación y la segunda, que en este congreso no se van a exponer opiniones diversas, sólo se va a imponer una sola visión sobre la hiperactividad, la de las multinacionales farmacéuticos Janssen, Sandox y Shire que subvencionan el evento y fabrican anfetaminas para nuestros niños hiperactivos, la de los laboratorios de complementos dietéticos Ordesa y Vitae que sintetizan productos de parafarmacia para los niños con TDAH, más otras organizaciones psicopedagógicas y editoriales que apoyan el TDAH como un trastorno sin relación alguna con malos hábitos educativos. Pero lo que no se entiende es que el Departament d’Ensenyament patrocine también un congreso que dice que la educación nada tiene que ver sobre la conducta, un congreso dirigido casi exclusivamente a estudiantes, asociaciones de hiperactivos y familias a quienes se les ofrece todo tipo de facilidades en desplazamientos de avión o tren, alojamiento, restauración y hasta descuentos en tiendas. Que clase de congreso científico es éste que pretende que sus principales asistentes sean hijos, madres y padres pero no científicos, médicos y psicólogos, ¿no se tratará todo de una simple publicidad de las farmacéuticas y laboratorios?, ¿de una propaganda cuyas inscripciones oscilan entre los 50 hasta los 440 euros en función de si eres estudiante, asociado a algún gremio del TDAH o diferentes contextos familiares?, ¿no estará resultando la hiperactividad un lucrativo negocio? Llevo veinte años impartiendo clases entre adolescentes con muchos hiperactivos por medio, ¿que qué decir de la hiperactividad? Pues que sí, que existe, pero con dos matices. El primero es que hay decenas de causas diferentes que provocan el TDAH y la segunda es que la inmensa mayoría de ellas no son cien por cien innatas sino malos hábitos educativos. Malas costumbres al dormir, abuso de azúcares antes de ir a la cama, ausencia de rutinas en casa, ausencia de esfuerzo en tales rutinas, ausencia de disciplina en todo ello, más la impulsividad que así conlleva, que la tomografía detecta, son las causas que muchas observaciones clínicas y escolares han demostrado. Ante esto no se comprende que un trastorno que se diagnostica por observación, y no por análisis clínicos, se trate con anfetaminas, psicotrópicos que cuestan 30 euros la cajetilla y con efectos secundarios no deseados. Debo mencionar aquí que la mayoría de alumnos hiperactivos que he conocido sufrían algún desmayo en clase bajo tales narcóticos, retrasos en su crecimiento y desidia como estudiantes. En fin, si el psiquiatra que definió la hiperactividad, Leon Eisenberg, confesó siete meses antes de fallecer en 2009 que era una enfermedad ficticia, ¿cómo se entiende este 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad?

LA HIPERACTIVIDAD BAJO UN CONGRESO DUDOSO

Los próximos 16, 17 y 18 de Mayo de 2014 diferentes multinacionales farmacéuticas van a subvencionar el 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad. El evento, con cabida para 700 asistentes, se celebrará en el CCIB de Barcelona en donde se podrán ver los últimos avances en servicios y productos para el tratamiento de la hiperactividad. La Presidenta del Comité Organizador, Elena O’Callaghan, expone como reclamo para el congreso la opinión del profesor Miquel Casas, presidente también éste del comité científico del congreso, quién afirma que: << todavía hay la falsa creencia que la mayoría de los trastornos de la conducta tienen una componente educacional, y no es así>>. Una afirmación así significa dos cosas. La primera que todos los trastornos de conducta no hallan relación con la educación y la segunda, que en este congreso no se van a exponer opiniones diversas, sólo se va a imponer una sola visión sobre la hiperactividad, la de las multinacionales farmacéuticos Janssen, Sandox y Shire que subvencionan el evento y fabrican anfetaminas para nuestros niños hiperactivos, la de los laboratorios de complementos dietéticos Ordesa y Vitae que sintetizan productos de parafarmacia para los niños con TDAH, más otras organizaciones psicopedagógicas y editoriales que apoyan el TDAH como un trastorno sin relación alguna con malos hábitos educativos. Pero lo que no se entiende es que el Departament d’Ensenyament patrocine también un congreso que dice que la educación nada tiene que ver sobre la conducta, un congreso dirigido casi exclusivamente a estudiantes, asociaciones de hiperactivos y familias a quienes se les ofrece todo tipo de facilidades en desplazamientos de avión o tren, alojamiento, restauración y hasta descuentos en tiendas. Que clase de congreso científico es éste que pretende que sus principales asistentes sean hijos, madres y padres pero no científicos, médicos y psicólogos, ¿no se tratará todo de una simple publicidad de las farmacéuticas y laboratorios?, ¿de una propaganda cuyas inscripciones oscilan entre los 50 hasta los 440 euros en función de si eres estudiante, asociado a algún gremio del TDAH o diferentes contextos familiares?, ¿no estará resultando la hiperactividad un lucrativo negocio? Llevo veinte años impartiendo clases entre adolescentes con muchos hiperactivos por medio, ¿que qué decir de la hiperactividad? Pues que sí, que existe, pero con dos matices. El primero es que hay decenas de causas diferentes que provocan el TDAH y la segunda es que la inmensa mayoría de ellas no son cien por cien innatas sino malos hábitos educativos. Malas costumbres al dormir, abuso de azúcares antes de ir a la cama, ausencia de rutinas en casa, ausencia de esfuerzo en tales rutinas, ausencia de disciplina en todo ello, más la impulsividad que así conlleva, que la tomografía detecta, son las causas que muchas observaciones clínicas y escolares han demostrado. Ante esto no se comprende que un trastorno que se diagnostica por observación, y no por análisis clínicos, se trate con anfetaminas, psicotrópicos que cuestan 30 euros la cajetilla y con efectos secundarios no deseados. Debo mencionar aquí que la mayoría de alumnos hiperactivos que he conocido sufrían algún desmayo en clase bajo tales narcóticos, retrasos en su crecimiento y desidia como estudiantes. En fin, si el psiquiatra que definió la hiperactividad, Leon Eisenberg, confesó siete meses antes de fallecer en 2009 que era una enfermedad ficticia, ¿cómo se entiende este 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad?

miércoles, 26 de marzo de 2014

MEN AS ATRUA (Teatre Llantiol)

Obra de monólogos propios y originales en donde Jordi Galo, Xavier Castells y Dani Escarrá comienzan fríos pero llevan al público al máximo clímax del humor, de la carcajada y de la hilaridad. Con mezclas del absurdo, no faltan alusiones crudas, desgarrantes y reales en contra los poderes de hoy en día, la banca y algunos políticos. Pero huyendo de tópicos y preocupaciones relamidas, este trío de actores transporta al público hasta la evasión total de la realidad creando espacios y mundos imaginarios sólo a través del arte de la palabra. Bajo sus máscaras de niños traviesos hilvanan en el negro de las bambalinas todo un universo de luces y colores. Rompiendo a menudo el muro entre escenario y público, arrastran a los asistentes hasta la propia actuación. Con un inmensa capacidad de improvisación, el humor, siempre inteligente, y el amor, de una ex, surgen por entre sus guiones. Obra recomendable para todos los públicos, menos para políticos mediocres, no pillaran los gags (Barcelona, Teatre Llantiol, 25/03/2014).

miércoles, 19 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (25)

Los educadores justificadores Ver la paja en ojo contrario pero no ver la viga en el tuyo es harto común en los humanos. A menudo nos percatamos de los defectos ajenos y nos cuesta horrores reconocer los nuestros. A todo esto se le llama error por subjetividad. La evaluación de nuestros hijos está llena de ésta por una simple razón, el amor que sentimos por ellos. En fin, que el querer no resulta una lente objetiva. Recuerdo el caso de una madre que ante todos los suspensos de su hijo le justificaba así: - El niño estudia mucho, ¿sabe? El otro día se pasó tres horas en su habitación sin poner la tele. Pero no estudió, sólo apagó el televisor, algo que no explicaba los suspensos en educación física, ética y plástica. Otra madre argumentaba: - Es culpa de los profesores, todos le tienen tanta manía a mi Christian, que por eso suspende todas las áreas. Una tercera afirmaba: - Mi hijo en mates, es que verá, no es bueno. Las mates, es que le cuestan mucho, ¿sabe? Él sólo estudia lo que le gusta. Y una de las peores se quejaba a un profesor de la siguiente forma: - ¿Qué mi hijo es soberbio? Todos los adolescentes lo son. Yo me pregunto entonces que nivel de soberbia es capaz de admitir usted como docente. Él, mi hijo, es como yo, y le comprendo perfectamente. Yo hago igual que él. ¿Ser soberbia? Y no había duda que así lo hacía. Añadiré lo que luego dijo el padre de este alumno durante la misma entrevista: - ¿Me está diciendo que mi hijo no se comporta bien en clase? Usted a mi hijo no le conoce en absoluto, él es muy sensible, hasta defendió el NO a la guerra de Iraq, ¿por qué no se meten con otros de su clase que fuman porros, van rapados y llevan símbolos nazis? Yo conozco muy bien a mi hijo, cosa que usted no. Deje que yo le eduque y usted dedíquese sólo a enseñar. Pero quizás el caso más triste, y real como todos los anteriores, fue el de un zagal muy díscolo y expedientado por todo el claustro en donde la madre le justificaba sentenciando: - Ustedes se lo han inventado todo. Sepan que mi hijo, a mi, jamás me mentiría. Y si quieren añadamos otras afirmaciones de otros progenitores como: yo, a su edad, era igual y hacía lo mismo, u otra como, pero si es un niño, deja que haga lo que quiera, tiempo habrá que la vida le haga sufrir. En fin, que los padres justificadores existen, nada más releer los casos anteriores salta a la vista, pero ¿cómo pueden ellos saber que lo son? Y lo más importante, ¿qué consecuencias acarrean en el comportamiento de sus hijos? Vayamos por partes, los padres justificadores defienden a ultranza a su prole consciente o inconscientemente a pesar de la culpabilidad probada de ésta. Suelen ser padres que felicitan cualquier mérito de sus hijos, les ríen la mayoría de gracias y les compran muchos artículos de consumo. Puede que dediquen mucho tiempo a sus hijos pero luego les dejan demasiada libertad de elección. - Mi Oriol no vino al cole ayer para estudiar en casa de su compañera de clase – añádase al asunto que Oriol jamás estudiaba y que la compañera era algo más que eso -. Y como se les hizo muy tarde estudiando, pues claro, le dejé que se quedara a dormir en casa de su compañera de clase. A la mañana siguiente, y cansados como estaban, no pudieron ir al colegio. Por eso llegaron al centro a las tres de la tarde, como usted ya fue informado. Las justificaciones maternas al estilo anterior hacen que los hijos se adapten al ecosistema y a vivir que son tres días, más algunas noches de goce con la compañera. Los así adolescentes se transmutan en sujetos orgullosos y engreídos. Su autoestima y orgullo son tan fuertes que suelen mirar por encima del hombro al docente, todo ello a sabiendas que sus progenitores vendrán en su ayuda si lo necesitan, unos padres blandos, protectores, compradores y muy amigos de sus hijos. - ¡Que a mi no me ralles! ¡Que no me digas nada tío! ¡Que ya hablará mi madre contigo! ¿Te enteras profe? ¡Que me das asco! ¿Y los trabajos de estos alumnos en clase? Pues son nulos o inconstantes. Cuando lo necesitan se ponen las pilas y, si se lo proponen, aprueban, por lo que no suelen repetir curso aunque sí afectan a la mayoría del grupo con sus arrebatos en el aula. La causa de todo esto es que en el colegio hay unas normas y en la familia no las hay. Ante esta contradicción cabe preguntarse, ¿quién debe adaptarse a quien? Recuerdo a cierto pedagogo reformista declarar por televisión que los colegios deben adaptarse a las nuevas familias, que hay que hacer un esfuerzo para asimilar mejor la falta de disciplina familiar. En fin, y con ironía, que deberíamos dar la razón a la madre que dijo: - Mi hijo, a mi, jamás me mentiría. Como decía Inger Enkvist en su libro “La Buena y la Mala Educación”, si los padres defienden automáticamente a sus hijos en un conflicto sin averiguar antes lo que ha sucedido, están socavando no sólo la autoridad de la escuela, sino también la suya propia ante el hijo. Los ausentes Pagar la hipoteca, las letras del coche, los créditos por los electrodomésticos e incluso aquellos caprichos que todos queremos nos llevan a ser unos esclavos del trabajo y de su reloj. O invertimos gran parte de nuestro tiempo en el mundo laboral o nos quedamos sin dinero. El escenario anterior presenta una contraprestación si se tienen hijos. Tanto horario laboral por un salario que da de comer a los tuyos sirve para al final no atenderlos correctamente. Uno, y sin elegirlo apenas, se ha transformado en un familiar ausente. - Yo no puedo estar por mis hijos, no tengo tiempo. Trabajo mucho por ellos y así tienen lo que necesitan. Tener un hijo implica quererlo y educarlo dedicándole el tiempo de calidad que sea necesario, por desgracia nuestro mundo laboral no siempre lo permite. Existen guarderías y colegios para nuestros vástagos pero éstas y éstos jamás podrán sustituir el rol familiar. Visto lo anterior, los padres ausentes se hallan muy solos ante el peligro y aislados de sus hijos. Recuérdese que la llegada a la adolescencia conlleva la soledad al romper la comunicación con los progenitores. Por eso los púberes se abren a un grupo o banda, a unas nuevas amistades ávidas de referentes. Si los padres ya pertenecían al perfil de los ausentes, el problema se agrava exponencialmente en la pubertad. El zagal defiende entonces que ya no es necesario explicar mucho en casa, que los padres no le comprenden y que se puede pasar dócilmente de los estudios. En definitiva, la confianza mutua ya no existe, el adolescente se cree con más derechos sin asumir obligaciones y los padres han perdido toda comunicación y autoridad. Lo grave es que recuperar ese puente es muy difícil si no existió durante la infancia. Algo que funciona muy bien, y que ya se comentó en este sentido, es comer sin el televisor para potenciar la conversación entre adultos y adolescentes. Por desgracia el progenitor ausente interviene poco en la vida del hijo y delega mucho a terceros como tíos, abuelos, hermanos mayores o al propio colegio. Los deberes escolares o las efemérides del día son escasamente conocidas por éste, lo que trae consigo que el alumno no reciba felicitaciones paternas por mérito alguno. El control de su entorno es muy bajo y el hijo se halla con gran libertad de movimiento con la televisión, Internet, amistades o paseos fuera de casa. A veces coincide este tipo de perfil con parejas separadas y/o familias desestructuradas. Bajo un influjo así el chaval no suele crear problemas de disciplina en el colegio pero cuelga los estudios sin hacer ruido. Lo podríamos calificar de pasota dócil. Nulo o inconstante en el trabajo escolar, recurre a cierto aislamiento cordial con el grupo, un holgazán simpático. Puede incluso que se justifique y te diga: - No voy a estudiar porque quiero trabajar, por desgracia hasta los dieciséis no me lo permiten. En casa no insiste demasiado en que se le compre algo, está acostumbrado a buscarse la vida y a no pedir a quien poco está en el hogar. Suelen desarrollar más la introversión que la extroversión pero siendo fuertes psicológicamente. El riesgo de fracaso escolar repitiendo curso es muy elevado. En fin, que para evitar ser un educador ausente, y desde alevines, reorganice su horario laboral para aproximarlo al máximo al de su pareja e hijos, lo contrario sería trabajar mucho para exigir más a los otros por la educación de sus retoños. En caso contrario, y si le resulta imposible, no se equivoque, no se crea culpable. Busque quien pueda acompañar bien a sus hijos y en tiempos libres que vengan a usted. Los ausentes parciales Me contaban un día que un padre se exaltaba ante un profesor diciendo: - Mire, señor Riduestre, yo trabajo mucho fuera de casa para darle un futuro a mi hijo. ¿Quererlo? Él ya sabe lo mucho que le quiero. Siempre he dejado que mi hijo sea responsable, pero es la primera vez que me entero que se porta mal en clase – se refería a desafiar y faltar al respeto a los docentes -. Cuando le pille en casa se va a enterar. El chaval estaba incubando la adolescencia y ahora empezaba a revelarse en contra de sus adultos. El padre, severo y preocupado, intervenía en la educación de su hijo en momentos puntuales, es decir, cuando las cosas se salían de madre. Cuando así lo hacía era de forma enérgica y contundente. Él era un progenitor que pertenecía al perfil de los ausentes parciales. Los padres dentro de esta tendencia son inconstantes en disciplina y en tiempo de calidad dedicado a sus hijos. Esa contradicción de periodos de ausencia y periodos de preocupación severa traen consigo un adolescente confuso que desarrolla un personaje provocador y ruidoso en el aula. Son padres que no suelen reír las gracias de sus hijos y que no les justifican en demasía. De todas formas, y en algunas ocasiones, desarrollan el papel de amigos de su prole comprándoles algunos caprichos caros. En tal contexto no es de extrañar que los púberes no entiendan los cambios de exigencia y de disciplina en el hogar, situación que les empuja a ser provocativos y a tomar sus decisiones independientemente de las consecuencias que con ello puedan sobrevenirles, hoy salgo con mis amigos aunque me lo prohíbas. Por otro lado, su nivel de trabajo se vuelve inconstante y su rendimiento académico a menudo les obliga a repetir curso. De todas formas no suelen ser chavales insistentes en sus caprichos. Psicológicamente presentan una buena fortaleza y en su entorno son sociables y abiertos. Las desvertebradas En sentido figurado, vertebrar significa estructurar algo correctamente. Por desgracia existen familias desestructuradas que eufemísticamente el docente que definió este perfil bautizó como desvertebradas. El denominador común de los hijos en el seno de estas familias es la falta de estima parcial o total durante su desarrollo infantil y juvenil. Ejemplos en donde se dan tales circunstancias pueden ser hijos no deseados, alcoholismo, malos tratos, drogodependencias, abandonos e incluso separaciones y divorcios violentos. Recuerdo un caso en donde la madre reclamó y rehusó la custodia de su hijo repetidas veces durante más de ocho años. El resultado en el chaval resultó terrorífico, el perfil típico que en breve describiremos. En algunos casos la falta de cariño es sustituida por regalos que el niño encuentra contradictorios a falta de lo importante, un amor constante. El zagal no sabe si agradecer, devolver o romper el juguete. El perfil de estas familias muestra un total abandono de la prole sin pautas constantes en disciplina, amor, atención o control del entorno. Por otro lado, y en el caso que la pareja conviva bajo un mismo techo, existe una total discrepancia en los criterios educativos y el chaval utiliza todos sus recursos para salirse con la suya. A menudo los padres se asemejan en algo a los ausentes parciales con drásticos intentos educativos que pasan por largos periodos en donde reina la total negligencia. En ocasiones, y durante estos arranques pedagógicos, los progenitores se acercan al colegio con todo el decálogo de derechos aprendidos y se quejan del servicio educativo prestado. Exigen lo que ni ellos mismos son capaces de hacer, educar. - ¿Saben por qué mi hijo estaba el otro día por la calle y no en el colegio? – preguntaba un padre al tutor - Pues ahora se lo digo, porque ustedes no me lo comunicaron a tiempo. Ahora cuando lo encuentre, le caerá una buena zurra. No debe extrañar que con todo ello surjan hijos resentidos, agresivos y caraduras. Pillarlos en plena fechoría es como dar alas a su ego. Ante los demás pretenden sobretodo ganar el protagonismo que jamás tuvieron en el seno de su familia. Obviamente llevar mal los estudios e ir a su bola pasando olímpicamente de lo que se les diga, es una forma más que evidente de demostrar su resentimiento por su pasado. - ¿Qué hacías copiando? – preguntó el docente al verlo otear el control del vecino con todo el descaro del mundo. - ¿Pero qué pasa? Yo no estaba copiando profe, estaba comparando resultados. - ¿Quieres que te ponga un cero? - Me la suda lo que me pongas. Responder con violencia y proyectar miedo son el lenguaje que más han desarrollado estos escolares para defenderse de los demás. Agredir al más débil del grupo suele ser una estratagema frecuente para que nadie se le ocurra cuestionar su dominio, algo que le puede llevar a cometer maltrato o delinquir en su futuro. Empujones, golpes o incluso el uso de utensilios punzantes configuran sus artes marciales. En resumen, son individuos que se muestran ante los demás atrevidos, extrovertidos, provocativos y orgullosos, aunque en realidad son ansiosos por el poder, débiles de autocontrol, egocéntricos y hasta con una autoestima y nivel de frustración muy bajos. No es nada extraño que lleguen a cometer delitos o que caigan en adicciones. Protectores sufridores Explicaba un docente de Barcelona que en los días de grandes aguaceros la mitad de sus treinta alumnos solía ausentarse de clase bajo la justificación de sus progenitores, pero que en día de una huelga estudiantil lo hacía toda la clase. Parece claro que la permisividad ha crecido en nuestra sociedad. El perfil de los padres protectores sufridores es el de aquellos que miman evitando a toda costa, y con gran preocupación, que su hijo sufra algún percance tanto físico como psicológico. Se podría pensar que creen que su prole es tan frágil como el cristal, pero que por desgracia acaban convirtiéndola en eso mismo, en una copa de Murano. - Mi hija de trece años duerme conmigo cada noche. Ya ve, es que se siente sola y sin protección. Este tipo de costumbres suelen empezar durante la infancia al no querer dejar al hijo en su habitación berreando desconsoladamente. Ante tal alarde de sufrimiento el progenitor se siente culpable y se lo trae a la alcoba, algo que a su vez rompe la intimidad conyugal. Los bebés deben aprender a dormir solos para que puedan conservar su intimidad. En otro caso suceden casos del todo aberrantes como el de unos padres que daban el biberón a su hijo de siete años de edad. - Es que así desayuna más rápido. También hay padres que han cambiado a su hijo de centro porque todos los compañeros de clase no le querían. No hay duda que a veces parte de un grupo repudia a un compañero de tal forma que se hace aconsejable un cambio de grupo o de centro, pero cuando ya se llevan tres colegios distintos algo falla en la familia. Sirva el caso de una familia en donde un hermano falleció pero otro pasó a recibir todos los cariños por miedo a que éste muriera, algo muy parecido con los niños que han padecido una enfermedad crónica o grave. En ambos casos los padres temen tanto por la vida de su prole que sufren en exceso ante cualquier pequeño riesgo. Podríamos definir finalmente este perfil familiar como progenitores que no permiten que sus hijos estén descontrolados dedicándoles mucho tiempo protegiéndoles. A menudo les justifican sus faltas y errores manteniendo un buen control de su entorno y evitándoles cualquier riesgo externo, algo que les debilita psicológicamente y acarrea muchos problemas. Por otro lado, estos padres suelen también ser amigos de sus hijos aunque no excesivamente compradores de bienes materiales. Los adolescentes que han vivido en la burbuja vigilada por sus progenitores son muy sensibles a los cambios y débiles ante la frustración. Su fragilidad les da cierta rareza dentro del grupo, incluso llegan a ser en cierto modo introvertidos y con dificultades de socialización. De hecho, no han experimentado demasiado el exterior familiar y su autoestima es baja. Por otro lado, y a nivel académico, sucede que suelen desarrollar cierta apatía escolar y trabajan en la inconstancia con un riesgo, aunque bajo, de repetir curso. De todas formas existen casos que al sentirse distintos a los demás, renace un gran anhelo sufridor y perfeccionista ante los estudios. En conjunto no suelen ser insistentes en sus caprichos ni tampoco provocativos con sus adultos, pero muy a menudo desarrollan cuadros depresivos que pueden agudizarse al crecer y que pueden llevarles al abandono estudiantil y/o profesional. Repitamos aquí lo que Platón decía sobre la felicidad, que ésta residía en la privación, es decir, lo que más se sufre más se valora. Si un púber no ha experimentado el esfuerzo no sabrá valorar lo que a solas pudo lograr. Es más, cuando no lo obtenga se frustrará. En tal situación se verá arrojado a la desilusión, al desengaño e incluso a mentir. Saber superar las frustraciones requiere haber pasado por pequeñas dosis de sufrimiento durante nuestra infancia. En Japón, en donde muchos padres tienen a sus hijos bajo una burbuja de cristal, el número de suicidios crece año tras año. Del 9 al 17 de noviembre de 2006 al menos ocho adolescentes se suicidaron al no superar la frustración por diversas razones como la competitividad escolar o el acoso. Durante el 2005 se quitaron la vida 608 japoneses menores de 20 años. Con 35.000 casos anuales, Japón es el país con mayor tasa de suicidios de todas las edades del mundo industrializado, siendo la región del mundo en donde más se mima a los lechones. Protectores compradores Comprar el cariño y la conducta de nuestros púberes con regalos y libertades resulta una tentación que algunos educadores llevan al abuso. La culpa no es del todo suya. Vivimos en un matrimonio difícil de divorciar, el capitalismo y su pareja inseparable, el consumismo. Sin uno no existe el otro, y sin el otro no hay el uno. El mundo da muchas vueltas aunque más importante es que sea el dinero y las especulaciones quienes lo hagan. Si nos viéramos obligados a dejar de comprar e invertir, los grandes capitales perderían ganancias, que no beneficios. Ante tal merma unas empresas cerrarían, otras pactarían bajarle el sueldo y la mayoría reducirían su plantilla engrosando las listas del paro. El estado, viendo sus impuestos reducirse al bajar consumo y especulaciones, decidiría pedir créditos a esos capitales poderosos para seguir pagando un bienestar social insostenible pero que prometió a sus electores. Esperando con optimismo años mejores su deuda alcanzaría cotas jamás vistas y tarde o temprano dejaría en ruina al país, una herencia que debería asumir el pueblo pagano de todo aquello. En consecuencia, el gobierno entrante se pondría a hacer recortes sin sancionar a los anteriores culpables de todo aquel desatino de decisiones funestas. Ya se sabe que mejor no condenar a quienes a lo mejor te acusen a ti en un futuro, y menos aún procesar a quienes te pagan la campaña electoral, bancos y financieras. En fin, que a uno le subirán los impuestos, le bajarán los servicios sociales y hasta le pedirán que en caso de trabajar, lo haga más horas y por menos dinero, o lo que es lo mismo, con más IRPF. Así, con países y empresas recortando costes y personal, los inversores guardarán su capital en lugar seguro, paraísos fiscales por ejemplo, y la bolsa perderá valor. Al final, la economía de este sistema desacelerará y el mundo capitalista, aún dando vueltas, también. Y eso mismo fue lo que empezó en la crisis del 2008, ¿le suena ahora todo lo anterior? El dinero y las especulaciones fueron como el agua a un ecosistema, cuantas más veces circulaban, más organismos las aprovechaban, cuantas más veces los valores pasaban de unas manos a otras, más servicios prestaban y más se creía que valían. El problema fue que aquella agua era especulativa, es decir no existía. Muchos de estos valores en realidad no valían nada y durante el 2008 muchos se dieron cuenta de ello. Los financieros, quienes ganaban cien veces más que un simple arquitecto, habían vendido sueños a los inversores con derivados, futuros y otras tentaciones. Pero detrás de todos aquellos productos no había dinero tangible, sólo humo lleno de conjeturas, esperanzas y ganas de obtener divisa fácil sin trabajar. Al menos un ingeniero diseña obras que se construyen, un financiero sólo pesadillas. Ante esta u otras crisis, uno pudiera decidir ahorrar y esconder todos sus duros debajo de una baldosa, pero el sistema ya inventó algo para disuadirlo, la inflación, y si esta fallara, la obligación de pagar, la subida de los impuestos. Haga lo que haga le arrastrarán al gasto, no le quepa la menor duda. En fin, que nuestro sistema nos obliga a consumir o pagar a los grandes capitales, sean estatales o de multinacionales. Aunque quizás no nos guste, nuestra sociedad se fundamenta en eso, en que todos nosotros consumamos cuanto más mejor, y si es sin necesidad, o por encima de nuestras posibilidades, más se aplaude. El problema es que esa “sin necesidad” o ese “por encima” tuvieron efectos dañinos sobre nuestro nivel adquisitivo inmediato y sobre la educación de nuestros hijos. Comprar a los hijos todo aquello que uno no tuvo, pretender que con más bienes mostraran más cariño, protegerlos diciendo que tiempo habría para que sufrieran, preguntar cada día al zagal que quería para desayunar ante una pastelería o comprarle el mejor móvil ya en primaria, fueron múltiples ejemplos de cómo se les pagó por algo que no debía ser negociable, la responsabilidad. En resumen y concretando, se podría decir que comprar en exceso y regalarles demasiado engendra el materialismo en los chavales y no el valor de las cosas por el esfuerzo real que requieren. El enfoque anterior arrastra a los críos hacia un bajo nivel de compromiso personal durante su infancia y poco más tarde a la falta de respeto hacia sus adultos durante su adolescencia. De proseguir tal tendencia se les empuja a ser exigentes con los demás y a desarrollar una calidad profesional nefasta en su futuro laboral. Tenerlo todo demasiado fácil durante la infancia y adolescencia provoca dar mayor prioridad al dinero que al esfuerzo, es decir, querer ganar mucho con escasa dedicación, algo que perpetraron los financieros con la crisis económica actual. La compra del cariño con regalos sólo equivale al precio que uno paga por los sobornos emocionales de su hijo y no por un amor que apenas dura. Creerles cuando dicen que, tú no me quieres, es ceder ante su capricho. Y tanto que le quiere, tanto que por eso hace lo que debe, evitar ser un protector comprador. Durante las jornadas económicas que la extinta Caixa de Manresa organizó en abril del 2007, Jordi Pujol, Pilar del Castillo, Alejandro Tiana y otros personajes estuvieron de acuerdo en afirmar que los países con mayores cotas en educación aumentan su competitividad y se desarrollan más. Si la cultura no impulsa el esfuerzo y el espíritu emprendedor jamás obtendremos profesionales cualificados. Para los asiáticos, por ejemplo, el éxito escolar de sus retoños resulta lo más crucial para la familia. Si los resultados de sus hijos son adversos, los padres asiáticos piensan que su alevín no se ha esforzado lo suficiente. De hecho en Estados Unidos los inmigrantes que mayor éxito estudiantil y profesional ostentan son los hijos de los asiáticos, mientras que latinos y afroamericanos se quedan por debajo. La razón de ello es que el interés y la preocupación por la educación de los hijos resulta más importante que la etnia o la cultura. Las familias asiáticas inculcan a sus chavales que deben trabajar duro con los estudios, y a pesar que hablan otra lengua muy distinta al inglés, estos alumnos van por delante de los anglos autóctonos. Añadamos a lo anterior que a los alumnos asiáticos recién llegados les va mucho mejor que a los afroamericanos y latinos nacidos en el país, prueba irrefutable que el esfuerzo prima sobre el origen social, cultural o étnico. Sirve de ejemplo el Orange County cerca de Los Ángeles en donde la mayoría de habitantes son vietnamitas y en donde casi no hay fracaso escolar. A nivel académico no existen diferencias ni entre chicas y chicos, ni entre clases sociales, ni entre quienes hablan más o menos en el inglés por el barrio. El elevado éxito escolar se explica por el nivel de estudio, la cohesión familiar y la cultura del esfuerzo en todo ello. En fin, que el éxito asiático no es asiático sino de la perseverancia y del afán. No exigir esfuerzo a nuestros estudiantes es infantilizarlos. Cabe añadir que antes era el estudiante quien se debía responsabilizar de su motivación y autonomía, en cambio ahora, y según las pedagogías teóricas, es el docente quien debe apoyar y motivar a los alumnos. Visto todo lo anterior, en nuestra península deberíamos sobreproteger menos y exigir más mientras nuestros futuros profesionales todavía son escolares. Los informes PISA dejan claro que los países asiáticos mejoran sus niveles educativos año tras año, algo que nos muestra que lo importante es el esfuerzo. Quizás a todos nuestros estudiantes les haría falta tener padres asiáticos. El niño occidental, sobreprotegido y agasajado con muchos bienes materiales se nos vuelve un pequeño tirano que después no podemos controlar, un débil egoísta que luego le costará dar amor, respeto y beneficios a la sociedad. Es más que obvio que hay poca disciplina y que nuestros padres suelen ser blandos al recordar su pubertad para justificar a sus hijos. Escuché un día que la periodista Mercè Beltrán comentaba que algunos padres de hoy son unos adolescentes eternos. Tengamos claro que un no a tiempo ante la demanda de ese chiquillo es un gran avance para que valore los síes que se le quieran otorgar. Ellos aprenden pronto a dejarse comprar por unos dulces bajo la presión de su insistencia o de un berrinche llorón. Acceder a la primera a sus deseos es rebajar su correcta formación. Un padre me afirmaba que él los dejaba en la duda ante sus demandas insistentes. A menudo les respondía, ¿Qué crees que deberías hacer para ganarte lo que me pides? Y luego se marchaba de inmediato para que pensara y despabilara, algo muy eficaz para cultivar su autonomía. Se insiste, consentir a un menor para dejar de oír sus demandas delata un obvio desinterés por él. Lo primero que necesita un niño es sentirse querido, algo que jamás obtiene por más donativos que reciba. Si alguien tanto quiere a sus hijos lo primero que debe aprender a decirles es simplemente NO. Una madre me daba otra estrategia para evitar convertirse en una compradora protectora. Ella me decía que ante los chantajes emocionales de su prole respondía que aquello era imposible que fuera cierto. Frases como, soy el único de clase a quien no le dejan, o, soy el único del colegio que no lo tiene son falacias que con 30 alumnos por grupo y unos 400 escolares en el centro es harto imposible que el hijo de uno sea el único. Es obvio que esa madre no era la excepción, seguramente era la norma, una norma que su hijo no quería ver ni reconocer. Querer lo mejor para ellos no significa darles todo lo que piden. Mejor nueve nos y un sí que nueve síes y un solo no, mejor un buen control de su entorno que dejarlo que haga lo que quiera, mejor un cachete en la nalga que mil bofetadas de la vida. No prevenir durante la infancia conlleva que los pequeños problemas se tornen en un King Kong durante su adolescencia. Sirva de ello la siguiente muestra entre un profesor de literatura y un púber de segundo de ESO. - Oriol, Oriol, podrías recoger el papel que acabas de arrojar al suelo. - No lo pienso hacer, yo te pago. Mi estimado docente, algo veterano en el oficio, ya sabía que responderle y qué hacer. - De pagar, tu no pagas nada, te lo pagamos los adultos. Los servicios de limpieza del colegio, que esta vez no te van a recoger el papel, salen de mis impuestos - tanto centros públicos como concertados reciben sus honorarios de nuestras tributaciones, es decir, de todos los contribuyentes sean padres, docentes o demás trabajadores -. Por tanto Oriol, vas a recogerme todos los papeles de clase. Tengo todo el patio para que lo hagas. Con todo lo anterior se está mostrando que los protectores compradores miman de forma extrema a sus lobeznos, incluso llegan en ocasiones a denunciar sin razón al equipo docente, algo que nos lleva al otro lado de la educación, a la deformación del individuo. Sirva el ejemplo de una madre que llevó a los tribunales a un docente por haber robado los libros de texto a su hijo. Al final del proceso se demostró que la familia jamás había comprado dichos volúmenes. Ante tales riesgos el docente suele optar por aguantar el chaparrón en lugar de pasar a la acción y ser él quien denuncie a los mentores por obstrucción a la educación, algo todavía no contemplado por la ley. En marzo de 2004 sucedió en Cerdanyola del Vallès que un profesor se enfrentó con una amenaza de denuncia por obligar a un alumno de tercero de ESO a sentarse en clase. - Oriol, ¿podrías sentarte que voy a empezar la clase? - ... - Ya me has oído, ¿podrías sentarte? - Bueno – todavía de pie el alumno. - Por favor, ¿vas a sentarte o no? - Espera – le dijo mientras se paseaba luciendo sus nuevas y caras zapatillas deportivas. - Bueno, ya está bien, ¿quién te has creído que eres? ¿Miss mundo? - Puede. - Entonces, ¿a que debo esperar? ¿A que te maquilles? - ... - Pues maquíllate guapa y empecemos ya la clase – el alumno asintió e hinchó el pecho y puso sus brazos en jarras simulando ser modelo – ¿Te sentarás ahora? – lentamente y con gran arrogancia se dirigió a su pupitre y parsimoniosamente se sentó sonriendo. Pasaron meses y los padres exigieron entrevista con el profesor. El padre nada más sentarse en el despacho profirió lo siguiente: - Hace once semanas usted, señor Riduestre, cometió un abuso de poder sobre mi hijo, le dijo maquíllate guapa. Eso es un abuso psicológico. Si es necesario llevaré este caso ante inspección y le denunciaré. - Si me permite, mi intención con su hijo siempre ha sido educarle como persona. - ¡De eso nada! Usted debe impartir conocimientos, de educarle ya me encargaré yo. - No creo... - ¡Usted no crea nada! Mire, tiene mucha suerte que yo sea una persona como soy. Si estuviéramos en otro barrio a usted ya le habrían reventado los neumáticos del coche. - Perdón, ¿me está amenazando? Y sí, le estaba amenazando, algo que sí es denunciable ante la justicia. Lo divertido de la situación fue la intervención de la asesora pedagógica de turno. - El padre tenía razón en algunas cosas – le dijo en privado al profesor Riduestre -, pero no en la forma de exponerlas, claro está. Deberías reflexionar y averiguar el porqué te ha sucedido esto con este alumno. Total, unos padres sobreprotegían y un profesor debía reflexionar. El problema de todo aquello fue que el resto del grupo se enteró de lo ocurrido y se sintieron amos del aula ante una dirección escolar tan débil. Pasaron de la observancia a la rebeldía. Poco a poco los docentes quedaron desautorizados dentro del grupo de Oriol. Al año siguiente, ese cuarto de ESO resultó ser incontrolable, ¿a quien debíamos haber hecho reflexionar? ¿A los padres quizás? ¿O mejor haberlos denunciado por amenaza a un docente? Carmen Perona, abogada y autora del libro La Responsabilidad Jurídica del Profesorado en los Centros Públicos y Privados, ya puso de manifiesto que los docentes podrían usar las mismas armas que utilizan los demás contra éstos, la denuncia, pero pocos lo hacen. En mayo de 2003 un maestro de Badalona amonestó en clase a uno de sus alumnos por escupir a sus compañeros. Le riñó repetidas veces y el chiquillo nuevamente escupió a los vecinos de mesa. Le avisó por última vez y en esta ocasión lanzó un gargajo a una niña. El maestro se acercó, perdió el aguante y le dio un cachete. No tardaron los padres en denunciar al docente y la audiencia condenó al maestro a pagar una multa. El escritor Josep Maria Espinàs escribió al respecto, ...independientemente de la pérdida de nervios del maestro, es curioso como salir en defensa de la mayoría le salió muy caro quedando clara la impunidad de los débiles. En fin, que una minoría perjudicó a una mayoría, minoría que quedó bajo el amparo y la justificación de unos protectores compradores. De todas formas el cachete, que no una paliza, pasó a ser un acto vil y condenable. Como si de una casta de intocables se tratara, la secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amparo Valcarce, quiso decretar en noviembre de 2004 el cachete como un delito. Si un padre o una madre aplicasen tal correctivo a uno de sus hijos se arriesgaban a ser denunciados por su propio benjamín. Estaremos de acuerdo que la agresión física no educa en demasía pero, ¿no nos dirigimos al otro plato de la balanza? Antes las bofetadas formaban parte de la educación, ahora, y huyendo de ese pasado erróneo, caímos en el otro extremo. Ellos, nuestros lechones, están obteniendo muchos derechos sin comprender la otra parte del contrato, las obligaciones. No se estará viviendo en una hoguera de las vanidades donde defender los derechos humanos nos lleva a una sociedad del absurdo, ¿acaso se imaginan a un hijo déspota y que insulta a sus padres denunciándoles por un cachete que recibió en la nalga? Es más que evidente que el niño sobreprotegido, fruto de nuestra sociedad permisiva y con pocos límites de disciplina, se transforma en líder negativo dentro de la clase. Pero luego, esa falta de límites propicia algo peor, su comportamiento violento en la adolescencia, las agresiones hacia sus compañeros y hasta de sus profesores. Pero la facilidad con la cual obtuvieron todas las cosas, más su falta de valor por lo material, favorece también la tentación de satisfacer placeres poco ortodoxos con algunos psicotrópicos de moda, algo que desata aún una mayor agresividad con los de su entorno. Eso mismo ocurrió con algunos compañeros del grupo de Oriol, el que no quería sentarse. De hecho el séquito de sus amigos consumían porros a diario. Añadamos a lo anterior que según el Grup d’Atenció a la Víctima de los Mossos d’Esquadra en Cataluña, del total de denuncias por violencia doméstica durante el 2004, entiéndase ésta por agresiones entre miembros familiares, el 6 % pertenecía a denuncias de padres que habían sido agredidos por sus hijos, la gran mayoría asociados al consumo de hachís. En resumen, y para terminar con los protectores compradores, se puede decir que son educadores que dejan gran libertad de elección al hijo, le justifican, no le marcan ni disciplina ni límites claros y obviamente le pagan muchos caprichos. Suelen ser además muy amigos de su prole y por tanto les permiten que elijan con demasiada libertad todo aquello que desean, incluidas las amistades. Eso es un progresismo muy mal entendido. ¿Creen acaso que a los doce años su prole puede tomar decisiones adultas? Por otro lado, los protectores compradores suelen quejarse a menudo del colegio justificando a su hijo. En septiembre de 2006 el profesor Ángel Azpiroz fue golpeado y herido por el padre de un alumno a quien había castigado. Sirva también el caso del CEIP Eduard Marquina donde en otoño del 2006 una familia agredió de palabra y obra al equipo directivo por discrepancias educativas. En un sistema así no es de extrañar que a la larga los muchachos se crean con derecho a todo y se tornen unos adolescentes irrespetuosos, dictadores, exigentes e irresponsables sin aceptar las órdenes de los adultos. Han aprendido que pidiendo o insistiendo en todas sus demandas obtienen su premio. Si ello les falla recurren al chantaje moral para hacer sentir culpables a sus progenitores. Les dirán que el profe les castigó injustamente, que aquello que piden, toda la clase ya lo tiene, que a los demás sus padres ya les dejan salir y que si ellos no gozan de ello es porque no les quieren. En fin, que el hijo se ha transformado en el mejor actor que Hollywood deseara. Si con todo ello recibiera un no por respuesta, recurrirá al plan B, al desafío y al mal comportamiento, todo lo que infunda el miedo en la familia. Ante tal situación, el sí aparece y él se sale con la suya. Es obvio que imponer límites durante la infancia es importantísimo para conseguir que los chavales lleguen a ser responsables. Muchos problemas de disciplina adolescente surgen de una ausencia de esos nos en la niñez. Y algo más importante, no es más feliz el niño caprichoso halagado con mil síes que quien valora lo que tiene tras algunos nos, es al revés. Ya dijimos que Platón afirmaba que la felicidad residía en la privación. Tener las cosas con facilidad alegra unos minutos, con esfuerzo, toda la vida. Así pues podemos definir a los hijos de los protectores compradores como grandes insistentes en lo que al final consiguen que les paguen. A cambio son muy inconstantes en el trabajo, con un ego muy fuerte y un orgullo muy, pero que muy provocativo. Aunque sus trabajos en clase sean nulos e inconstantes, cuando es necesario se activan y aprueban el curso, por lo que no suelen repetir curso o, lo que es peor, se les hace pasar para no agravar a otro grupo. Recuerde algo muy importante, su egocentrismo afecta a la mayoría de la clase con sus frecuentes fechorías. No es de extrañar que se decida lo mencionado con hijos tan sobreprotegidos. Donde no llega la familia el colegio sólo puede tomar una decisión, abdicar, que pase de curso y que deje de perjudicar a los demás estudiantes lo antes posible.