Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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jueves, 31 de enero de 2013
AULA DIGITAL FRACASO INTEGRAL
Cuando se habla de cómo enseñar en el aula hay quienes aseguran que las clases con un ordenador por alumno son la vanguardia y el futuro, que no hay vuelta atrás. Cierto que las nuevas tecnologías invaden útilmente nuestro progreso pero no por ello se justifica la digitalización total de nuestra enseñanza. Nuestro cerebro sigue idéntico al de nuestros antepasados del Paleolítico, al de los primeros sapiens de hace 200.000 años. Lo único que ha cambiado no es nuestra inteligencia, es nuestra tecnología. Un asno sigue siendo un asno por más ordenadores que tenga a su alrededor. Por tanto, y primera premisa, inteligencia y tecnología son cosas muy distintas. La segunda la escuché de un neurobiólogo que sí utilizaba potentes ordenadores en sus investigaciones pero no creía oportuno que cada alumno viviera embaucado ante una pantalla personal en el aula. Gracias a la neurobiología sabemos que la mano ocupa un volumen de neuronas enorme en nuestro cerebro, más que piernas y tronco juntos. Cuando un alumno anota lo escuchado, copia un esquema o pasa unos apuntes a limpio, estimula un número tal de neuronas que sin darse cuenta razona, piensa y memoriza lo que está observando, algo que con un clic en el ordenador no se desarrolla. Este argumento tan simple y demoledor jamás fue escuchado por los partidarios de un ordenador para cada alumno. Durante una conversación personal que mantuve el 23 de Noviembre de 2011 en el Parlament de Catalunya con el anterior consejero de educación de la Generalitat de Catalunya, el señor Ernest Maragall, se vio claro lo que ocurría. Maragall defendió a ultranza el proyecto de un ordenador por alumno, el proyecto llamado 1x1.
<< El 1x1 mejora el aprendizaje de los alumnos y los hace más libres de conocimiento – me insistía el consejero -. Ahora cada escolar desde su portátil puede acceder a la información y eso es un gran avance para los alumnos, les socializa y elimina las desigualdades económicas como nunca lo había hecho ninguna herramienta pedagógica. El 1x1 ofrece igualdad de oportunidades a los alumnos de toda clase social, ¿no se da cuenta del alto porcentaje de inmigrantes en nuestro país? Este sí es un problema importante de hoy en día, la gran desigualdad social entre nuestros alumnos [...], el aula digital elimina estas desigualdades. Ahora todos estos alumnos pueden acceder a la información a través de su ordenador y de Internet. Incluso se llevan el ordenador a su casa, se llevan EL MUNDO A SU CASA. Ellos con su ordenador pueden buscar toda aquella información que les falta o necesitan [...]. Ahora más que nunca tienen acceso a toda la información por la red, ahora más que nunca pueden tener igualdad social >>
Algo que le insistí a Maragall es que todo aquello era al revés. Primero que la gran mayoría de estudiantes ya poseen ordenador en casa, móvil con Internet o simplemente locutorios sin necesidad de regalarles, subvencionarles u obligar a los padres a pagar un ordenador para cada alumno. Segundo que si lo que queremos es la igualdad entre todos los alumnos, inmigrantes o no, lo que debemos hacer es impartir los conocimientos contrastados que recibieron los docentes en nuestras universidades. En caso contrario, y dejando libres a nuestros estudiantes con su portátil, se enfrentarán a informaciones sin criterio en Internet. Y tercero, un ordenador para cada alumno aísla a todos los alumnos de los conocimientos contrastados del docente, sobretodo cuando se conectan al Facebook en clase.
<< Ya, es que el 1x1 requiere más esfuerzo por parte de los docentes – me argumentó Maragall -. Es la escuela la que debe adaptarse a la sociedad y no al revés. Con más esfuerzo docente el digital funcionará. Los docentes deben procurar que los alumnos no se conecten al Facebook durante la clase >>
Y así se hace en los centros con programas que bloquean el acceso al Facebook y otras redes sociales pero, y a pesar del esfuerzo docente, los alumnos consiguen programas piratas de Internet para saltarse las barreras y se conectan nuevamente al Facebook o donde deseen, un hecho que por la cara que puso Maragall, obviamente desconocía. En fin, que un ordenador por alumno había complicado más que mejorado la enseñanza. Ahora muchos estudiantes se aislaban de la lección sin prestar atención a quien si poseía información contrastada, el docente. La igualdad de la que Maragall hablaba quedó extirpada ya que los conocimientos del profesor jamás eran impartidos entre sus escolares. Siempre fue mejor una sola pantalla digital, si funcionaba con igual celeridad que la de yeso, para explicar la lección a 30 alumnos, que no 30 ordenadores para cada uno de ellos. Jamás la modernidad justificó un ordenador para cada párvulo ya que los distrae más que los alecciona, los desiguala más que les informa, y los confunde más que les aclara.
<< Usted se opone a la modernidad – me comentó Maragall -, ahora las nuevas tecnologías ofrecen mucha información a todo el mundo. Hay que cambiar. Enseñamos igual como hace cincuenta años (y nos reproducimos como hace un millón, y no nos ha ido nada mal, ya somos 7.000 millones en el planeta). Las nuevas tecnologías son imparables y la escuela debe aplicarlas >>
Las nuevas tecnologías desde los ochenta que se aplican, para prueba las miles de aulas de informática y pizarras digitales que existen por todos los centros de España, pero eso no justifica ni un portátil por alumno pagado por sus padres ni que el 1x1 sea imparable. Afirmar que algo es imparable sin más no demuestra ni su mejora ni su imparabilidad, sólo las ganas de imponer una obstinación. En 1940 también se profetizó que un movimiento social vitoreado por millones iba a ser imparable, el nazismo. Por suerte muchos lo detuvieron.
La tercera premisa que atendí sobre el 1x1 no vino de un político sino de un economista. Un ordenador por alumno comportó un ingente dispendio público totalmente paradójico con la deuda estatal vigente, algo que Maragall también negó durante la anterior conversación. Mientras se pagaba a golpe de crédito por la instalación de cables, antenas y más ordenadores por todas las aulas peninsulares, se recortaba en número de docentes, en su nómina y en su potencial profesional al aumentarles el número de alumnos por clase y el de horas lectivas por docente. Es decir, más horas de trabajo, más alumnos y más aula digital pero menos salario, ¿cómo se comprende esto? ¿Alguien se volvió loco?
Lo anterior no resultó ser la única paradoja que sufrió la enseñanza, también, y bajo la excusa de la crisis, los recortes en sanidad, investigación y educación proliferaron por encima de los de armas, defensa y seguridad nacional. Parece de sentido común que debería ser más importante un docente bien formado con iniciativas propias que unos individuos bajo ordenanza, los primeros impulsan el país, los segundos sólo cumplen órdenes. Aún así nuestros docentes sufrieron unos sueldos inferiores al de los oficiales militares y en ello la historia nos muestra el error de antaño, un error que ha implicado que se ostentara en España el mayor fracaso escolar de toda Europa, véanse los informes PISA y de la OCDE. La historia nos cuenta que durante la Era de Oro de la educación estadounidense, entre el 1925 y el 1958, una crisis económica como la española mejoró la educación por dos razones. La primera dejó claro que la gente bien formada era un valor seguro para impulsar y gestionar el país. La segunda fue que atrajo a personas altamente cualificadas para impartir clases. De hecho, y ante el paro acuciante, el de la crisis por ejemplo, muchos doctos se ofrecieron como docentes ya que los salarios que el Estado ofrecía eran justos. De hecho la administración estadounidense decidió estabilizar las minutas a los profesores suprimiendo otros gastos estatales. El resultado fue una mejora del sistema educativo y pasadas unas décadas, la mejora del Estado gracias a eficientes profesionales y óptimos gestores administrativos. Lo paradójico es que en España se hizo todo lo contrario con aulas digitales deslumbrantes pero con docentes bajo sueldos menores, más horas lectivas y más alumnos por clase, todo un corolario que empeoró nuestra enseñanza, ¿de quién fue la idea?
Pero la cuarta premisa al respecto del aula digital provino del extranjero, y es que no existía ningún país que hubiera aplicado tal tecnología con éxito en sus institutos, a lo sumo había un par de experiencias locales que al final demostraron ser fallidas. Una lo fue en un centro de Suecia por los años noventa y la otra en el High School of Liverpool de Nueva York en 2007. Ambas fueron abandonadas por falta de resultados positivos y por la abrumadora fuerza de los negativos, los alumnos se distraían demasiado con su propio ordenador. Las TIC, o nuevas tecnologías, deben ser una herramienta auxiliar, pero no lo fundamental en la educación. En fin, que un ordenador por alumno resultó ser una quimera cara y difícil de comprender ante dos hechos: la crisis económica del momento y la gigantesca deuda estatal contraída.
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