Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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lunes, 13 de mayo de 2013
¿NEANDERTALES CON PLUMAS? (artículo)
En el número de mayo de National Geographic el codirector de Atapuerca y Premio Príncipe de Asturias, Juan Luis Arsuaga, expone que los neandertales utilizaban plumas para decorarse la cabeza. Para ello se fundamenta en la detallada reconstrucción de un busto masculino de un neandertal que el artista italiano Fabio Fogliazza ha elaborado. Esta escultura se inspira a su vez en las interpretaciones del yacimiento neandertal de Fumane en los Prealpes italianos. Ante tal cadena de suposiciones cabe preguntarse si realmente los neandertales se emplumaban la testa. Arsuaga juega con dos argumentos, el primero, y sólo empezar el artículo, dice textualmente: las reconstrucciones que hacen los paleoartistas son tan buenas y realistas que nos vemos obligados a preguntarnos si de verdad ganaríamos algo viajando al pasado. Es decir, es más creíble el busto de un neandertal con plumas supuestas que los hechos que realmente sucedieron. En segundo lugar, y de entre los miles de fragmentos óseos del yacimiento italiano de Fumane, Arsuaga se fija en seis restos de alas pertenecientes, entre otros, a grandes aves como córvidos, buitres y águilas. En esta cueva los neandertales despedazaron muchos animales para comérselos aunque para Arsuaga, y cito textualmente: estas partes del cuerpo (las alas) no proporcionaban alimento alguno a los neandertales. La afirmación anterior no halla dato tafonómico alguno contraviniendo la gran cantidad de proteína que hay en alas de aves de gran tamaño y en contra de lo que vemos hoy en día en el Kentucky Fried Chicken, las millones de alitas fritas que se sirven por todo el mundo. Aún así, y bajo el pretexto que los neandertales no consumían alas de ave, el autor afirma que las trajeron a la cueva de Fumane para arrancarles las plumas y utilizarlas como adorno al igual como hicimos nosotros los sapiens en culturas como la Sioux o la Cheyenne. Insiste luego Arsuaga que esto también lo piensan los investigadores de Fumane. Al final, el artículo termina afirmando lo iguales que fuimos neandertales y nosotros, que no hay más que ver la reconstrucción del neandertal con tocado de plumas para imaginarse un ser humano como nosotros, que los neandertales sabían hacer fuego y tallar piedra como nosotros, y que finalmente la economía de éstos no era diferente de la nuestra en aquellos tiempos. Resulta obvio que en todo ello se manifiesta más la interpretación artística de unos neandertales con plumas cheyenne que datos taxativos que lo avalen. Si bien el equipo italiano lo propuso y sigue trabajando en ello, Arsuaga, como asesor en el National Geographic de España, se ha erigido en altavoz de esta idea. Sabiendo que Juan Luis Arsuaga, codirector de la excavación de Atapuerca, defiende que los neandertales arrojaban en sentido ritual a sus muertos en la Sima de los Huesos de igual forma como muchos humanos actuales damos sepultura a nuestros difuntos, es obvio que el autor desea sapienizar a los neandertales a todos los niveles, o bien llevando plumas cheyennes en Fumane, o bien enterrando a sus muertos en Atapuerca. Prueba de ello son dos hechos. El primero es que en la Sima de los Huesos se mezclaron huesos de humanos, osos, cánidos y demás por corrientes de agua creadoras de la gruta y que previamente los restos humanos habían sido devorados por depredadores. Rodaduras, abrasiones y mordiscos sobre los restos humanos atestiguan tal hecho negando que hubiera enterramientos rituales en la Sima de los Huesos. En este sentido, el doctor Chris Stringer del Museo de Historia Natural de Londres publicó recientemente en la prestigiosa revista Evolutionary Anthropology, erróneo y equivocado el interpretado acto funerario en Atapuerca. La realidad es que en Atapuerca faltan el sesenta por ciento de los huesos humanos, algo extraño si allí fueron enterrados enteros aquellos individuos. En segundo lugar las representaciones artísticas defendidas por Arsuaga en donde los neandertales dejan caer ritualmente a un individuo en la Sima de los Huesos, muestran a un sujeto con cierto parecido a Arsuaga que presenta una característica exclusiva de los sapiens que los neandertales no poseían, el mentón mandibular. Tal dato indica un error infundido por las ganas de sapienizar a los neandertales. Es obvio que los neandertales dominando fogatas, construyendo campamentos y cazando grandes mamíferos ostentaban una gran complejidad simbólica, social y lingüística, pero afirmar con representaciones artísticas que eran como los sapiens es especular sin datos que lo demuestren. Las recreaciones pictóricas del pasado que autores como Arsuaga defienden, financian y difunden entran muy rápidamente en la memoria visual de nosotros los sapiens como mentiras que repetidas mil veces creemos como reales. Los humanos, herederos de primates con vista excelente, en color y estereoscópica para no errar en el salto arbóreo, somos animales de memoria extremadamente visual. Así pues este tipo de iconografías sobre una prehistoria que jamás existió penetran mucho más en nuestras mentes que los artículos científicos veraces. Luego cuesta lustros corregir estos errores en la conciencia social de nuestros estudiantes, universitarios e incluso de personajes mediáticos cultos. Sólo cabe pensar en las pinturas erróneas de dinosaurios como grandes y torpes lagartos a inicios del siglo XX que todavía hoy persisten. Si real y objetivamente queremos conocer la sociedad neandertal debemos dejar a un lado las representaciones artísticas que muchos imaginan y por otro olvidar que nosotros somos sapiens para interpretar correctamente a nuestros parientes evolutivos. Los buenos etólogos esto lo tienen claro. Ellos no buscan amor, odio o intenciones abstractas si observan el comportamiento del escarabajo pelotero. Arsuaga, en cambio, hace todo lo contrario al sapienizar a los neandertales. A tenor de recientes descubrimientos genéticos, neandertales y sapiens fuimos distintos y diferenciados, ambos poseíamos un acervo genético singular y propio, por tanto éramos distintos mentalmente. Si los varones de Sioux u otras tribus de aborígenes americanas se decoraban la cabeza con plumas no puede inferirse directamente lo mismo en los machos neandertales pues fueron distintos a nosotros, más de lo mismo si actualmente la mayoría de culturas damos sepultura a nuestros difuntos no debía ser algo obligatorio para los neandertales. De hecho hay muchas culturas sapiens que abandonan los cadáveres a expensas de la naturaleza y no por ello se demuestra que los neandertales hicieran lo mismo. Sapiens y neandertales fuimos genéticamente distintos y por tanto con mentes distintas, ni mejores ni peores, sólo distintas. No pretendamos sapienizar a los neandertales ni tampoco neandertalizarnos a nosotros mismos.
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