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miércoles, 9 de abril de 2014

JESÚS HISTÓRICO 2: MÉTODO DE ESTUDIO

¿Qué quería expandir Jesús que tanto enfadó a algunas clases sociales? ¿Una nueva religión? ¿Un cambio social radical? ¿Por qué asesinaron realmente a Jesús? ¿Por religión? ¿Por política? ¿Por error? ¿Quién sentenció realmente la ejecución del Nazareno? ¿Los romanos? ¿Herodes? ¿El Sanedrín? ¿Fue todo un complot para que Roma ordenara su muerte? ¿Un complot de la aristocracia judía? Leyendo los evangelios nos percatamos que existen demasiadas contradicciones para responder con claridad a las dudas anteriores. Hay que saltar a otro nivel, hay que comprender como fueron redactados los evangelios, y con ello, dar un giro a todos los hechos. Si a lo anterior sumamos otras informaciones sobre el contexto social del momento, más otros documentos actualmente disponibles, se llega a comprender como se expandió el cristianismo por el Imperio Romano y qué imagen se vio del Nazareno. En todo ello se pueden ofrecer algunas respuestas a las cuestiones iniciales. Pero el viaje de este libro no se apeará sólo en esta estación. La respuesta que se dará a las preguntas anteriores nos desvelará los fundamentos históricos de la fe cristiana. Si somos doctos con los evangelios, podremos aproximarnos a la historia de un personaje que unos creyeron el ungido de Dios, otros el Mesías galileo, y la mayoría el Cristo griego. Este ensayo invita a reflexionar sobre un doble asesinato que Jesús sufrió, una desaparición que conllevó un mártir y la fundación de una religión hoy presente en los cinco continentes: el cristianismo. En la bibliografía sobre Jesús existen a menudo dos tipos de libros. Por un lado aparecen los basados en la fe, exegetas o no, que intentan demostrar la existencia histórica de un Jesús mago, sobrenatural, hacedor de milagros, enviado por Dios y con una misión universal dirigida a todos los habitantes del planeta. Por otro lado surgen los poco, o nada, creyentes, que tras muchas elucubraciones y deducciones al más exagerado estilo CSI, caen en la ciencia-ficción sin jamás demostrar un Jesús hindú, gnóstico, templario, antroposófico, esotérico y hasta extraterrestre. En los primeros, los del Nazareno mago y hacedor de milagros, pesa más la fe que la razón, y en los segundos, más la ficción que la realidad. Los primeros siguen proclives a un Jesús de la fe divina, y los otros todo un Expediente X, un Alicia en el País de la Maravillas. En todo ello los inevitables prejuicios jalonan ambas literaturas, bien para mentirse a uno mismo, bien para mentir a los demás. La verdad es que resulta casi imposible no caer en un lado o en el otro. Este libro intenta mantenerse en la cuerda floja de la objetividad entre unos y otros; el lector juzgará al final. Para lograr tales equilibrismos lo primero que se estableció fue una correlación entre los principales hechos entre los evangelios canónicos a sabiendas que éstos no guardan cronología exacta ni ordenada de lo ocurrido. Para ver con claridad los posibles sucesos históricos se desestimaron las historias mágicas, ya que según muchos especialistas bíblicos, fueron elaboraciones y añadidos de los evangelistas. Por otro lado se optó por una lectura lo más científica posible, aunque los criterios de interpretación por la Pontificia Comisión Bíblica acordados en 1993 proponían que no se necesita el empleo de ningún método científico en la lectura de la Biblia. También se insistía en estos acuerdos que se debía vigilar de no conceder más atención a los aspectos económicos e institucionales que a las dimensiones personales y religiosas de los hechos manteniendo una sintonía y acogida positiva del mensaje de Jesús para aumentar la capacidad del experto bíblico en ver la realidad histórica. Nosotros en cambio hemos optado por el método científico que analiza los hechos, realidad pura, para luego aproximar la explicación más probable de los mismos. En ello se sigue el principio de parsimonia que ha permitido el desarrollo de todas las ciencias fundamentales, el progreso cognitivo humano y la mejora tecnológica del planeta. El principio de parsimonia, atribuido a Guillermo de Ockham, demuestra que la teoría que resulta más sencilla y lógica, pero que más misterios y preguntas responde, es la más cercana a los hechos reales. En una investigación criminal, o en un juicio, se aplica dicho principio para establecer inocentes, sospechosos y culpables. Así pues, para aplicar correctamente el principio de parsimonia se debe tener en cuenta todo el contexto histórico de los hechos y luego proponer la explicación más plausible. Utilizando las crónicas romanas, los manuscritos de otras procedencias y otros datos arqueológicos y antropológicos, se ha intentado evitar la literatura de los partidarios del Cristo mago y las narrativas de los defensores de un Jesús de ciencia-ficción. Así empezó este libro, de un lavado y de un orden de los hechos. Recorramos ahora la biografía de un hombre cuyo nombre pudo ser Jesús.

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