Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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sábado, 12 de abril de 2014
JESÚS HISTÓRICO 4: DONDE NACIÓ JESÚS
Sabemos por las amistades del Nazareno que todos ellos fueron de la provincia de Galilea, una región muy singular donde la mayoría de sus habitantes no hablaban la lengua judía ni el latín de sus invasores los romanos. Los galileos conversaban entre ellos en una lengua propia e independiente llamada arameo sin saber muchos el hebreo. Por eso durante las lecturas de las Escrituras hebreas en la sinagoga un traductor parafraseaba el texto en arameo. De hecho los galileos pronunciaban de forma totalmente distinta las palabras con respecto a sus hermanos hebreos. Tenían grandes dificultades para distinguir los sonidos guturales, un hecho que explicaba que llamaran a Jesús como Yeshú y no en su forma hebrea Yeshua.
Pero olvidando estos asuntos lingüísticos, y volviendo al lugar del nacimiento, vemos que los evangelios de Lucas y Mateo asignan la localidad de Belén como lugar del parto. Este hecho coincidía con lo debía cumplirse en las profecías de Miqueas. Para muchos creyentes en el Mashíah, el ungido o Mesías, Belén debía ser el cubículo natal del enviado de Dios. Quizás por esa razón Mateo y Lucas, y para justificar que la sagrada familia anduviera unos 200 kilómetros desde donde realmente vivía, Galilea, hasta Belén, elaboraron esa coincidencia entre las profecías bíblicas y sus evangelios. Contaba Mateo que al ser Jesús un hijo no engendrado por José, éste optó por huir a escondidas con María. Ésta, preñada de meses, anduvo aquellos 200 kilómetros para salvar la virtud ante la ortodoxia judía. En aquellos tiempos, y bajo las costumbres judías, se firmaba la ketubá o acuerdo matrimonial. Tras el pacto, los nuevos esposos no iniciaban la convivencia marital, al menos así ocurría en las zonas rurales. Durante aquel tiempo de espera, y lejos de las ciudades como fue el caso de la familia de Jesús, el hombre preparaba el nuevo hogar. Pasado un año se celebraban las nupcias oficiales y la mujer era introducida en casa del marido. Por tanto, y según Mateo, María y José todavía no estaban casados, sólo comprometidos, algo que no encaja con la versión de Lucas. Éste, y quizás desconociendo la ketubá, dijo que el largo viaje de Galilea a Belén fue por el censo de César Augusto, un censo que no sucedió al nacer Jesús, entre el 8 y el 4 a. C.. Quizás Lucas hizo referencia al censo judío, y no romano, decretado por Herodes el 7 o el 6 a. C. De todas formas en un censo no era requerida la presencia de toda la familia, y ni mucho menos de la esposa, con el cabeza de familia bastaba. La versión de Lucas con una María a punto de dar a luz por un itinerario que duraba cuatro días de caminos angostos, montañosos y plagados de bandoleros parece, y bajo el principio de parsimonia, una elaboración evangélica para que las profecías de un Mesías nacido en Belén se cumplieran en Jesús. En este sentido añadamos que el propio Juan Pablo II en una audiencia destacó que no existía certeza que Jesús hubiera nacido en Belén. Lo más aceptado por mucho exegetas es que Jesús nació en la pequeña población galilea de Nazaret.
En Marcos y Lucas se menciona que Jesús vivió y creció en esta aldea. Tal villorrio fue una diminuta población de agricultores y pastores donde se estima que vivieron entre 300 y 400 habitantes. El lugar era tan insignificante que no constaba en ningún escrito ni mapa romano hasta pasado el siglo II d. C. Flavio Josefo, historiador judío del siglo I, cita 45 pueblos en Galilea, pero no menciona Nazaret, y en el Talmud, que menciona 65 poblaciones, tampoco se registra Nazaret. Según las excavaciones arqueológicas realizadas Nazaret fue una efímera villa sin edificaciones importantes ni grandes obras públicas. A menudo los evangelios describen Nazaret como una villa de gran actividad e infraestructuras, algo elaborado bajo el desconocimiento geográfico de los evangelistas. Veremos más adelante que los cuatro evangelistas no fueron galileos, y que por tanto redactaron los hechos a oídas de tradiciones orales diversas y sin conocer apenas Israel. De hecho los evangelios se redactaron pasados muchos años después de la muerte del Nazareno. Todo ello explica que una vez querían tirar por un desfiladero a Jesús pero en Nazaret no existe ningún acantilado. También Lucas cita una importante sinagoga en Nazaret pero esta población era un nimio emplazamiento agrícola sin grandes construcciones en el siglo II. Añadamos a todo lo anterior que en el actual Nazaret no se han hallado ruinas más allá del siglo II a. C., a excepción de algunas prospecciones al este de la ciudad en donde se excavaron unas terrazas de cultivo, un lagar excavado y una torre redonda que podrían datar del siglo I. De todas formas no tenemos constancia de viviendas y calles en tiempos de Jesús. En definitiva, cuando nació el Nazareno parece que Nazaret no existía como aldea, algo que implicaría que quizás no fue éste el lugar natal y real de Jesús. Visto lo anterior, ¿cómo se explica entonces el gentilicio de Nazareno en Jesús? Si así lo llamaban, de Nazaret tuvo que ser (Mateo 2, 23). Hay dos explicaciones que nos niegan el gentilicio y nos avalan un apodo. La primera que Jesús hubiera hecho un voto a Yahvé y la segunda un apelativo de sus discípulos.
La primera explicación nos dice que Jesús acogió el voto de nazireat (Ac 21, 23-26) y que se convirtió en nazireo, personajes que practicaban una consagración temporal o perpetua con Yahvé absteniéndose de beber alcohol y practicar el sexo entre otras promesas. La segunda hipótesis la hallamos en un curioso descubrimiento en los evangelios llamados secretos o apócrifos. En el tratado tercero del códice II de Nag Hammadi se conserva en versión copta el Evangelio de Felipe. En este se cuenta que los discípulos llamaban a Jesús el Nazareno sin darle a tal palabra significado gentilicio alguno, todo lo contrario, era un renombre, un apodo. Además en los textos en griego de Mateo 4, 13 y Lucas 4, 16 se usa el vocablo nazará al referirse a Jesús, vocablo que significaba verdad y que ambos evangelistas obtuvieron de fuentes anteriores. Si ahora sumamos que Yeshoshuá significa Yahvé salva, el salvador y nazará, verdadero, los discípulos llamaban a Jesús el verdadero salvador, el Mesías.
Tanto la primera explicación, lo de Nazareno como voto, como la segunda, como un renombre entre sus discípulos, reflejan un apodo que acabó bautizando a todos sus seguidores de igual manera, natsorai en arameo y notsri en hebreo.
¿Qué podemos afirmar finalmente del origen geográfico de Jesús? Pues que suponemos que su infancia, y dadas sus principales amistades, transcurrió en algún pueblo de Galilea; que el lugar de su nacimiento no lo sabemos con certeza; y que lo de Nazareno fue probablemente un renombre que definió luego a los suyos.
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