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miércoles, 29 de junio de 2016

FRACASO ESCOLAR 14: LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

El documental de La Educación Prohibida culpa a la sociedad de la caída flagrante de los resultados académicos en los países occidentales. Durante todo esta crónica la pedagogía teórica es la buena sin cuestionarse si está equivocada en algo, todo lo contrario, se aboga por el adoctrinamiento de todos los docentes del mundo en esta antigua pedagogía sin aportar datos contrastados al respecto, sólo una fatua innovación pero sin mejora demostrada. El reportaje afirma plantear ideas nuevas y originales para cambiar y adaptar el sistema escolar a los tiempos modernos. Propone que para que los alumnos aprendan más, la escuela debe ser más convivencia que aprendizaje, que hay que dar menos énfasis al esfuerzo escolar, a la comprensión lectora y a la creación de ambientes silenciosos y ordenados. Entrevistas y más entrevistas jalonan esta idea de novedad pero, y por desgracia, no es cierta tal presunción. Los testimonios de la película una y otra vez repiten, con o sin conocimiento, antiguas y clásicas teorías de pedagogos y psicólogos que en su tiempo se autodefinieron como constructivistas. Como ya hemos detallado esta teoría se halla muy alejada del presente ya que su principal fundador, Jean Piaget (1896-1980), elaboró esta pedagogía hace casi cien años inspirada a su vez en pensadores muy anteriores. Quizás esta apreciación parezca inapropiada si lo defendido en esta película resultara eficaz educativamente, pero por desgracia no lo hace ya que el reportaje esconde cinco incorrecciones más. La primera es que no se ha invitado a ni un solo detractor de las ideas que predica el largometraje. Entre ellos cabe destacar a doctos críticos como la doctora Inger Enkvist (Lund University, Suècia), Luc Ferry (exministro francés de Educación), Oriol Pi de Cabanyes (columnista de La Vanguardia y filólogo), Adolf Tobeña (profesor de psiquiatría de la UAB), Imma Monsó (también columnista de La Vanguardia y filóloga francesa), Gregorio Luri (pedagogo y autor de La Escuela contra el Mundo), Mercedes Ruiz Paz (autora de La Secta Pedagógica), Lucien Morin (autor de Los Charlatanes de la Nueva Pedagogía), Alberto Royo (profesor y autor de Contra la Nueva Educación) o Ricardo Moreno (profesor y autor de El Panfleto Antipedagógico). Visto todo lo anterior, el documental resulta parcial y sesgado dando una visión totalmente partidista de la educación, la de la antigua pedagogía teórica. La segunda incorrección es la obsesiva idea de cambio que los entrevistados mencionan una y otra vez. Jamás en toda la película surge la palabra mejora. Por tanto se confunde innovación con lo bueno y presente con lo equívoco, estructura semántica totalmente falaz. Aún así, estos expertos, la inmensa mayoría de América latina, más algunos españoles, repiten hasta la saciedad que hay que cambiar la escuela, algo nuevamente muy parcial. Si hay que mejorar todo el sistema educativo habrá que perfeccionar algo más que la escuela. Por desgracia el reportaje no dice nada de los defectos en la administración, en sus leyes y en la familia, sólo insisten que hay que probar cosas nuevas en los centros educativos para ver lo que sucede. Particularmente experimentar con nuestras futuras generaciones no parece algo muy sensato. Cabe indicar aquí que muchos de los entrevistados no cumplen los requisitos para poder criticar el sistema de enseñanza bajo la razón y la experiencia. Estos requisitos son los siguientes: haber impartido unas veinte horas de clase a la semana durante más de cinco años; trabajar con más de veinte o treinta alumnos por grupo y no con grupos reducidos como muchos entrevistados; y por último dar clases en centros con gran porcentaje de inmigrantes o de alumnos con desigualdades sociales agudas. Estar fuera de estas situaciones lleva a muchos expertos a devenir como teóricos con fundamentos alejados de la realidad del aula. En la película muchos de los entrevistados trabajan en condiciones teóricas muy singulares y a menudo alejadas de clases hacinadas. Quizás por ello repiten una vez tras otra que hay que cambiar la escuela pero sin darse cuenta que el objetivo primordial son las mejoras probadas en todo el sistema educativo, no los experimentos escolares sin garantía. Es decir no se dan cuenta que una Enseñanza Múltiple Contrastada puede mejorar realmente todo el sistema de enseñanza en lugar de experimentos teóricos. Ya se sabe que cambiar es fácil, lo difícil es mejorar. Si uno quema su casa ya la ha modificado pero para mejorar la educación no se requieren unas fallas valencianas, se requieren experiencias con resultados globales y no ideas sólo aplicadas a nuestros centros sin pruebas de éxito. La tercera incorrección de la película son el conjunto de métodos que proponen los entrevistados para cambiar, según ellos, la educación. Hablan de la proyección del amor y las emociones para crear vínculos de complicidad, confianza y autoridad sin autoritarismo. Esta afirmación resulta bella y hasta arranca fácilmente el aplauso del incauto, pero desgraciadamente resulta un qué sin el cómo. En toda la película no se explica ninguna manera de lograrlo. De todas formas todo buen docente desarrolla vínculos de complicidad, confianza y autoridad sin autoritarismo. Parece como si el reportaje quisiera cargarse a toda la docencia anterior a favor de estos nuevos eruditos, aunque se insiste, todo son muchos qué pero sin explicar como hacerlo. Y así siguen en el reportaje más idealismos sin praxis para lograrlos. Ejemplos de ello son: la evaluación sin notas ni exámenes; la libertad total de los alumnos para elegir sus áreas preferidas; la innecesidad del saber común en la escuela; la prohibición de currículos unificados a nivel estatal; la creencia que los escolares puedan llegar a ser lo que ellos deseen, médico o arquitecto por ejemplo, aún sin saber cálculo o sin tener las capacidades mentales cultivadas para ello; el determinismo de la genética por encima de la educación; la no memorización de conceptos; y finalmente que cada alumno aprenda libremente bajo sus potenciales innatos experimentando con su entorno. Lo mismo les defenderá un pedagogo disléxico, y que hoy en día todavía no sabe deletrear ni escribir bien, Yaacov Hecht. Éste se gana la vida como asesor de gobiernos en educación afirmando todo lo anterior. En consecuencia Yaacov, y también el reportaje, afirman que un maestro no debe dominar su disciplina ya que sólo debe guiar a sus alumnos. Por desgracia esto ya se aplicó en las facultades de magisterio españolas con nefastos resultados educativos. Por otro lado, y de creerse lo anterior, difícilmente se formarían doctos médicos, arquitectos o políticos, más bien todo lo contrario, se forjaría una sociedad llena de mediocres que se creerán médicos, arquitectos o políticos sin saber gran cosa para ello. Si a nuestros alumnos les hacemos creer que tienen talento infinito, que sólo se aprende divirtiéndose y que la felicidad es algo inmediato, simplemente les estaremos mintiendo. Cabe añadir que todas estas ideas expuestas en el reportaje configuran el corolario que llenó nuestra reforma educativa, la LOGSE de los noventa y sus posteriores versiones. Ahora todas éstas corren por América latina y por tanto habrá que preguntarse quienes las promueven. A lo mejor quienes las extendieron por España, y ahora no tan escuchados por la península, han encontrado en América latina un nuevo ecosistema en donde ubicarse. Véase, y pasado el 2000, por donde trabajaron algunos de los padres de la reforma española. Sirva de ejemplo César Coll y Álvaro Marchessi. La cuarta incorrección de La Educación Prohibida son los elementos dramáticos y teatrales que se intercalan entre las entrevistas que acusan deliberadamente a los docentes actuales del fracaso escolar vigente. Estas dramatizaciones de los maestros son exageradamente histriónicas, muy alejadas del aula y por tanto totalmente falsas. Los docentes que vean el largometraje se percatarán en breve que los actores que les representan fingen ser todo menos profesores y maestros. En tales ficciones cinematográficas los docentes aparecen como educadores ineptos, obstinados en sólo la memorización y ausentes ante las emociones de sus alumnos. Insisto, todo buen docente sabe como conectar con sus alumnos sin necesidad de teorías grandilocuentes que predican un cambio sin ofrecer ideas prácticas y reales de mejora. La quinta y última incorrección, y la más flagrante, es que las viejas teorías defendidas por esta película fracasaron ya en el pasado. Primero lo hicieron por los setenta en Estados Unidos, luego por los ochenta en Suecia y Francia con Philippe Meirieu a la cabeza, y finalmente por los noventa en España con Álvaro Marchessi y César Coll. Cabe indicar que estos pedagogos españoles enviaban a sus hijos a centros privados en donde sí se enseñaba bajo prácticas eficaces pero no se experimentaba con su pedagogía teórica. Pero para más vergüenza esta hipótesis educativa dilapidó nuestra enseñanza. Así lo han demostrado los expertos antes mencionados como la doctora Inger Enkvist, el exministro de educación francés Luc Ferry, el profesor Ricardo Moreno, el catedrático Enrique Moradiellos o la escritora Mercedes Ruiz Paz. Éstos y otros profesores han demostrado que la reforma educativa constructivista lleva años provocando nuestro hundimiento escolar y parte de la crisis económica. Al producir la reforma constructivista abundancia de mano de obra inexperta y barata bajo la escasez de buenos profesionales, el paro se disparó en época de vacas flacas. Los alumnos fruto de la reforma fueron libres para elegir sus materias en el colegio y equivocarse holgazaneando, en cambio los escolares anteriores se les obligó al esfuerzo y a la memorización de conceptos básicos y universales. Los primeros viven en un progreso mal entendido, e incluso en el paro; los segundos son la mayoría que no ha perdido su trabajo y quienes todavía pueden provocar el progreso crítico y real de nuestra sociedad. No parece ninguna memez pensar que quizás la crisis actual hunde sus raíces en una mal comprendida pedagogía constructivista. En resumen, y vista La Educación Prohibida, parece claro que los teóricos constructivistas se hallan detrás de este reportaje en América latina, ¿y por qué americano y no europeo? El fracaso del constructivismo durante décadas por Europa ha propiciado un gran agnosticismo entre los dirigentes europeos. Ahora muchos de los teóricos constructivistas, Alvaro Marchessi y César Coll por ejemplo, dirigen su punto de mira hacia la todavía ingenua América latina. Allí están influyendo sobre gobiernos y jóvenes con las antiguas teorías que jamás tuvieron éxito por el viejo mundo. Toda teoría educativa bien construida es bella y atractiva pero si lo que se persigue es crear personas cívicas, excelentes profesionales y mentes críticas, debe hacerse bajo la EMC, la Enseñanza Múltiple Contrastada, es decir, bajo métodos prácticos, eficaces y plenamente probados, no con teorías sin demostración, llenas de puro vacío y bajo un catecismo de la nada. Con teorías que establecen distintos raseros para evaluar a los estudiantes no se pueden forjar médicos, arquitectos y políticos altamente expertos, responsables y sabios. Si dejamos que los niños elijan, éstos optarán por jugar y dejar la comprensión lectora para la Universidad. Un médico que llegue a serlo así por la libertad de un sistema escolar que no le obligó a memorizar, que además le permitió elegir pintura en detrimento de Biología, y que le adaptó los ejercicios a su bajo coeficiente de inteligencia, no creo que llegue a ser competente para la práctica de la medicina. Este facultativo muy probablemente confundiría el horóscopo con su cáncer ya que la capacidad para diagnosticar correctamente depende de los conocimientos acumulados y no de la libre elección de las materias. Y en todo caso, y si esta pedagogía teórica hubiera creado centros en donde los críos lleguen a ser grandes científicos, técnicos o artistas, que nos digan dónde. En fin, que La Educación Prohibida, y no la que la mayoría de docentes imparte, es la que debería estar realmente prohibida. Por desgracia las modas educativas nacionales cada día se acercan más a esta educación prohibida, es decir, a una educación destruida.

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