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martes, 9 de agosto de 2016

FRACASO ESCOLAR 21. Exigencia y esfuerzo

Analizado todo lo anterior hay que darse cuenta que un buen maestro se alejará de las pedagogías teóricas y sabrá infundir responsabilidad y exigencia entre sus estudiantes, en cambio uno de mediocre o adoctrinado justificará exigir a cada escolar según sus "posibilidades" dándole el máximo de libertad en lo que desee, algo que predican las pedagogías teóricas. En tal caso cada zagal permanecerá siempre dentro de sus limitaciones y jamás se superará. Téngase en cuenta que la mayoría de púberes no suspenden por falta de libertad, suspenden al estudiar menos. Inger Enkvist, profesora de la Universidad de Lund en Suecia decía que sólo ha encontrado una correlación con el estudio y el éxito escolar, y es que quien estudia tiene éxito en los estudios, así de simple. Sabemos que hay casos en donde sin un buen diagnóstico y tratamiento, el escolar es incapaz de desarrollar sus capacidades cognitivas. Pero ahora estamos hablando de alumnos normales que no se les ha educado bajo el esfuerzo y la dedicación. A menudo muchos padres admiten que sus hijos apenas dedican menos de una hora al día al estudio en la ESO, ¿cómo puede existir éxito escolar con tal falta de esmero? Resultó obvio que estudiar significaba desconfiar de la inteligencia del compañero de al lado. Corría por Internet un dicho que definía con sorna aquella situación, mátate estudiando y verás un cadáver culto. Resulta obvio que la atención, el esfuerzo y la responsabilidad se consideran un gran pozo de miserias. Hoy en día nuestra sociedad ve casi mejor al estudiante pícaro y rebelde que al responsable y trabajador. Por tanto habría que felicitar al profesor que aconseje más de dos horas diarias entre deberes y estudio. Esa dedicación debería ser normal para cultivar todo el potencial de cualquier estudiante, en caso contrario se estaría desaprovechando su potencial heredado. A sabiendas de lo anterior, un docente de naturales en Barcelona aplicaba lo siguiente: si en casa estudian poco, que lo hagan en clase. Para ello preguntaba a diario lo anterior dejando unos cinco minutos de estudio a inicio de cada sesión. Con ello el fracaso escolar en su materia se redujo abismalmente. En cierta forma aplicaba la pedagogía de la exigencia de Jérémie Fontanieu quien también ponía sus alumnos a estudiar. Con ello se logra que los escolares se acostumbren a estudiar como norma y que sientan placer al ver sus resultados positivos. Pero volviendo al asunto del esfuerzo cabe señalar lo siguiente. Los rasgos que delatan un centro en donde se valora poco el afán son múltiples: una primaria sin apenas repeticiones de curso abusando de la llamada promoción automática; una evaluación por temas y no por conjuntos trimestrales; la facilidad de pasar de curso con muchas materias suspendidas; una rebaja de los niveles de exigencia en los exámenes; la eliminación de notas en primaria; la erradicación de la memorización como herramienta fundamental del aprendizaje; la ausencia de horas de lectura; el aumento de materias optativas reduciendo horas de lengua y matemáticas; la aparición de un trimestre sin matemáticas o lengua; la presencia de docentes más animadores de clase que expertos en su disciplina; y otras tantas grandes proezas que algunos expertos todavía preconizan. Veámoslos con detalle y analicemos los efectos negativos que inducen en nuestras futuras generaciones.

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