Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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viernes, 30 de septiembre de 2016
33. ¿Su hijo al psicólogo?
A veces se deriva a un alumno al psicólogo ante alguna situación que el centro estima anómala. En tal caso, el especialista emitirá su veredicto y los padres quizás piensen que su hijo está enfermo, algo que podría convertirle en un inválido estudiantil bajo un mal hábito adquirido. Puede que haya siniestros especialistas que le aseguren una y otra vez que los alumnos con dificultades estudiantiles son escolares limitados que padecen síndromes diversos, hasta puede que le digan que la vagancia es una patología de origen genético. Ante tal perversidad se crean individuos que jamás se sentirán responsables de nada y que en nada valorarán el esfuerzo, todo lo contrario, su ignorancia será atribuida a dificultades. Si a los defectos se les llamaba enfermedades, jamás se le podrá exigir a nadie que intente mejorar, es más, cualquiera buscará culpar a las deficiencias genéticas ancestrales de sus limitaciones para jamás ser responsable de nada. Atender como enfermos a los alumnos que no se acostumbraron a estar atentos jamás rebajó el socavón educativo, a lo sumo lo hundió un poco más. Afincarse por tanto en ese punto, en una falaz enfermedad, no acelera solución alguna. La vía a seguir es un conjunto de medidas que paso a paso lleven a su hijo a un terreno firme. Exija en ese sentido que el especialista redacte un informe de pautas de intervención en casa y en el aula, es decir una terapia clara que no consista en rebajar la exigencia. En ello mejor los psiquiatras, que son científicos, que otros de formación paracientífica. Me confesaba uno de matemáticas que en sus más de treinta años de docencia, y tras pedir siempre al especialista paracientífico pautas de intervención, jamás las recibió. Usted ahora exíjalos y no crea a su hijo enfermo por un diagnóstico. Simplemente véalo como algo a superar, como un arrecife que esquivar y no como un ancla fijada en el fondo. Aplique las terapias médicas que se le ofrezcan y trace un plan con fechas flexibles en sus objetivos. Si todo eso no da todos los resultados deseados, vuelva a rediseñar las etapas. Como decía Albert Einstein, es bueno hacerse un plan, pero después no seguirlo. Improvise cumpliendo todo lo anterior. Si algunos mandamientos del proyecto fracasaran no derive todo al médico, simplemente espere unos meses y no busque culpables. Quizás nos hayamos acostumbrado demasiado a acudir al especialista para resolver todos nuestros problemas. A ver si al final los caprichosos y malcriados seremos nosotros mismos, los adultos.
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