Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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miércoles, 9 de noviembre de 2016
43. ESCUELA SIN DEBERES
Algunas asociaciones de padres con algunos pedagogos y expertos educativos han propuesto que los estudiantes no traigan deberes a casa. Para ello se argumenta que si los adultos no tienen deberes en el trabajo, los alumnos tampoco los tengan en casa. Pero, ¿son nuestros alumnos adultos? Y lo más paradójico, ¿cuántos adultos no realizan deberes laborales en casa? En el caso de los profesores la mayoría realizan deberes de preparación de sus clases. No obstante los defensores de la escuela sin deberes añaden que los alumnos pueden aprender autónomamente por si solos. Pero, ¿como aprender sin saber lo que sí sabe el profesor? Queda claro que lo anterior resulta paradójico, si se es autónomo no se es niño, se es adulto. En fin, que la escuela sin deberes en casa fundamenta su teoría en la nada más absoluta y sin demostración alguna para resolver el problema más flagrante de nuestro país, el mayor fracaso escolar europeo. No existe ningún artículo científico serio que asegure que sin deberes en casa reduciremos nuestro lacerante fiasco académico. Y cabe recordar que duplicamos la media europea. Por desgracia una de las causas de este socavón es la falta de tiempo familiar en cariño, límites y deberes. Parece como si las familias que defienden la escuela sin deberes quisieran exculparse de la principal responsabilidad hacia sus hijos, la de educar. También parece como si lo más importante para un alumno ya no fuere hacerse con el máximo de conocimientos. Sabemos que en nuestro país los niveles de comprensión lectora han caído brutalmente, ¿cómo vamos a levantarlos sin deberes de lectura y redacción en casa? Queda claro que alguna pedagogía pretende cargarse la cultura dentro de la escuela a pesar que ésta fue creada para transmitirla. Los padres, por tanto, deben evitar que en su centro se apliquen modas educativas como los NO DEBERES. Los alumnos deben aprender lo que saben los doctos docentes y éstos saber transmitir sus conocimientos. Es exigible que nuestro sistema educativo brinde a nuestros hijos lo que muchos padres no sabemos. Para ello nuestros vástagos van al colegio y hacen los deberes que se les diseña. Con todo lo anterior se pretende potenciar su autonomía, su capacidad racional y lo más importante, que aprendan por ellos mismos bajo su esfuerzo y sus deberes. Y estamos hablando de alumnos normales que se les ha educado bajo la dedicación. A menudo muchos padres admiten que sus hijos apenas dedican menos de una hora al día al estudio en la ESO, ¿cómo puede existir éxito escolar con tal falta de esmero? ¿Y ahora algunos padres pretenden eliminar los deberes? La realidad es bien simple, sin deberes en casa se estará desaprovechando todo el potencial heredado de nuestros hijos. Para reducir el principal problema de nuestra enseñanza, el lacerante fracaso escolar, hay que mejorar las rutinas de concentración, de deberes y de estudio. Hay que tener en cuenta lo que ocurre en Japón, Corea del Sur y Taiwán, allí los estudiantes dedican en casa una media de trece horas semanales de trabajo y estudio. Ello explica que en PISA obtengan unos resultados óptimos y muy homogéneos entre sus centros. Si con todo lo anterior un alumno no alcanza mejores resultados debe ser ayudado por alguien. Y para ello deben existir en infantil grandes esfuerzos en la detección precoz de deficiencias entre los alevines. Un escaso tiempo dedicado a nuestros hijos sin compartir juegos y deberes aumenta claramente el riesgo que éstos repitan curso, que no terminen la ESO con éxito y que sus capacidades lingüísticas sean limitadas. En fin, que no devengan adultos cívicos, expertos y críticos como el sistema educativo sí tuvo que formarlos.
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