Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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viernes, 14 de febrero de 2014
FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLÍTICO (15)
Hiperactivos, el dos por uno
Dos por uno no es el nombre de un aceite milagroso que quita el óxido del fracaso escolar, es un asunto que puede contarse con gotas de humor. Oraba un chiste muy lamido que en una conversación entre una madre y una vecina decían lo siguiente:
- ¿Veo que has tenido gemelos?
- No son gemelos, es sólo uno pero hiperactivo.
En fin, el dos por uno. Los síntomas centrales de trastorno, el TDAH, son la falta de autocontrol y atención del zagal, su incapacidad para finalizar las tareas y un nerviosismo generalizado. Para diagnosticarlo en casa se utiliza un test, el Cuestionario de Conducta de CONNERS, al que los padres deben responder marcando una casilla con un «nada», «poco», «bastante» o «mucho». Luego, y con las casillas marcadas, se computa el índice de hiperactividad. Las preguntas son: 1. Es impulsivo, irritable; 2. Es llorón/a; 3. Es más movido de lo normal; 4. No puede estarse quieto/a; 5. Es destructor (ropas, juguetes, otros objetos); 6. No acaba las cosas que empieza; 7. Se distrae fácilmente, tiene escasa atención; 8. Cambia bruscamente sus estados de ánimo; 9. Sus esfuerzos se frustran fácilmente; y 10. Suele molestar frecuentemente a otros niños.
Si el test anterior lo aplicamos a cualquier infante menor de 5 años daría que todos los humanos hemos sido hiperactivos alguna vez. Todos los niños suelen ser movidos, dispersos y con bajo nivel de autocontrol, algo que define la infancia en si misma. Es más, resulta normal que un niño sea inquieto, que se distraiga con el paso de una mosca y que proteste ante una orden adulta. Durante esta etapa debe aprender a controlarse bajo los límites paternos. Si un chiquillo se mueve cuando padece hambre, soledad, frío o sueño, no se le diagnostica un TDAH sin más. Los adultos atentos nos damos cuenta que el zagal se mueve por falta de algo que el infante desea, un comportamiento harto normal sin trastorno neurológico alguno. Un humano maduro sabe, hasta cierto límite, autocontrolarse si siente hambre, soledad, frío o sueño, pero el crío todavía no ha adquirido estos aprendizajes y ante cualquier incomodidad se muestra inquieto y movido. Si los progenitores no educan a su prole en la espera, la calma y el autocontrol ante el hambre, la soledad, el frío o el sueño regalando de inmediato lo deseado por el zagal, este jamás aprenderá a ganárselo con paciencia, rutinas y esfuerzo.
Todo lo anterior nos lleva a pensar que el TDAH pudiera originarse no como una enfermedad innata sino como un aprendizaje equivocado. El test anterior sólo describió la más temprana infancia que el niño no ha sabido superar por falta de límites, premios y atenciones. Si un zagal no aprende a autocontrolarse y continua movido, disperso e impulsivo como en su niñez innata no lo es por sus genes, lo es porque se le educa bajo una sociedad permisiva de lo inmediato. Un entorno acelerado en lo fácil y la hiperestimulación con libre acceso a televisión, internet o deseos lleva a los niños hacia la cultura del quiero y lo tengo con un clic informático. En ello está el papel de los padres si éstos no ponen límites adecuados a sus hijos, algo que explicaría la epidemia del TDAH con cada vez más niños movidos y sin autocontrol, zagales que simplemente llaman la atención para que sus padres ausentes jueguen con ellos, les marquen límites y les regalen estima. Cabe añadir que en otras patologías estudiantiles como dislexias, sorderas, problemas de lateralidad o miopías, la anomalía suele decretarse sin discrepancias entre los especialistas. Ello sucede por dos razones, existen pruebas clínicas que las detectan y los individuos afectados suelen manifestar su problema con claridad. Pero con la hiperactividad no hay análisis médicos que la corroboren y al final todo depende de un cuestionario y de la opinión de un experto. El dictamen de éste es lo que decreta si uno padece o no tal síndrome sin que haya datos físicos o químicos al respecto, sólo opiniones. Se insiste, el fallo del especialista surge de observaciones y preguntas al aquejado y no de prueba clínica alguna que demuestre la hiperactividad. A pesar de ello, y sin pruebas químicas, se les recetan a los chavales fármacos para corregir dicho trastorno. Y lo preocupante, algunos padres sienten en ello un mástil en donde aferrarse ante cualquier mal resultado de su hijo, es decir, viven agazapados al diagnóstico y ven a su hijo como a un enfermo.
- ¿Sabe que nuestro hijo sufre un trastorno de la atención con hiperactividad? – preguntaron unos progenitores a un profesor de castellano.
- ¿Un TDAH? Claro que lo sé. Ya fui informado en su momento.
- Pues esa es la causa de tantos exámenes suspensos en su asignatura. Él necesita una atención especial. Nos gustaría saber como atiende esta patología de forma correctora durante sus clases.
Pero lo que el docente no se atrevió a decir era que en clase, y bajo la excusa del TDA con hiperactividad, el alumno había pasado a una hipoactividad, es decir, que no pegaba ni golpe, o dicho de otro modo, no terminaba los ejercicios que el profesor preparaba con exclusividad para él, algo que reducía tiempo de dedicación hacia la mayoría restante de compañeros de clase. Se insiste, en un TDAH no hay pruebas clínicas ni análisis químicos que lo demuestren, sólo son diagnósticos basados en observaciones. Cada vez hay más docentes que hablan de niños hiperactivos no como enfermos, sino como alumnos a quien orientar. Alberto Royo, presidente del Sindicato de Profesores de Secundaria en Navarra, decía al respecto en su blog: ¿No estaremos elevando a rango de patología lo que es un rasgo de la personalidad? ¿No llegará un momento en el que no haya característica personal que no tenga su correspondiente diagnóstico y tratamiento diferenciado? ¿Realmente es positivo para estos chicos “movidos”, “hiperactivos” o con “DTAH” diferenciarles de los demás? Sócrates decía: "nada resulta demasiado difícil para la juventud". ¿No se lo estaremos poniendo nosotros demasiado fácil?
En noviembre de 2006, el congreso anual de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria denunció el riesgo que la industria farmacéutica patentara nuevas enfermedades para vender más medicamentos. La gran mayoría de los síndromes psicológicos por aquel entonces descritos resultaban procesos naturales que la industria farmacéutica convertía en patologías con el fin de colocar nuevos fármacos cuya utilidad parecía, al menos, dudosa. El doctor Pablo Alonso, médico del Centro Cochrane Iberoamericano, señaló que así lo hacían algunas multinacionales farmacéuticas. Alonso afirmaba que con ello se lograba crear en los pacientes la falsa expectativa de una salud perfecta sin esfuerzos sintiéndose situaciones propias de la vida como síndromes a tratar con fármacos. Así al cansancio se le había llamado fatiga crónica; a la pereza de ir a trabajar, síndrome vacacional; a la timidez, inhibición social y al alumno inquieto y desatento, hiperactivo.
Según Alonso y otros científicos como Jörg Blench y Ray Moynihan, todas aquellas situaciones eran sensaciones que con esfuerzo se superaban, pero que los placebos de las farmacéuticas hacían que no se afrontasen y que se cayera en la debilidad psicológica y la falta de esfuerzo ante cualquier frustración de la vida. Jörg Blench en su libro Cómo nos Convierten en Pacientes sacó a la luz el hecho que ciertas farmacéuticas y grupos de médicos patentaban nuevas enfermedades para crear un negocio con los fármacos que las trataban. También Ray Moynihan, científico australiano, pensaba igual y añadía que se deberían deshacer los intereses económicos que existían entre médicos y farmacéuticas.
Los fármacos que se recetan en caso de TDAH suelen contener metilfenidato o atomoxetina, anfetaminas psicoestimulantes que calman a los estudiantes con TDAH pero que provocan serios efectos secundarios. Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, los medicamentos con metilfenidato producen alteraciones cardiovasculares, psiquiátricas, retardos en el crecimiento, insomnio, anorexia, disminución del umbral convulsivo en pacientes con historia de convulsiones o con EEG anormal sin ataques. Además tal tipo de anfetaminas han sido prohibidas en Canadá y otros países por su conocida potencialidad adictiva, un hecho que deberían prohibir la administración de tales drogas a niños menores de seis años y mucho menos a estudiantes con tics (Síndrome de Gilles de la Tourette) o en jóvenes psicóticos ya que aumenta tal sintomatología. En cuanto a la otra anfetamina, la atomoxetina, ésta puede producir cambios en la presión arterial, alteración cardiaca, pérdida de peso, retardo en el crecimiento, síndromes gripales, mareos, pérdida de conciencia, vómitos y disminución del apetito. En fin, que una medicación que produce efectos relajantes inmediatos, pero sin esfuerzo del aquejado, se cobra el precio de muchos efectos secundarios bajo el riesgo de adicción psíquica.
Llegados a ese punto sobre la hiperactividad, háganse la siguiente pregunta, si no existen análisis clínicos para demostrar materialmente la hiperactividad, ¿cómo sí se trata con medicinas sin conocer su causa neuroquímica? El diagnóstico de hiperactividad resulta algo muy ambiguo que podría representar una simple excusa para justificar la inconstancia en los deberes y el pago por tratamientos farmacológicos. Antes, de este tipo de alumnos se decía que les costaba trabajo estar atentos pero que debían esforzarse, ahora se afirma que son enfermos y que deben ser los educadores quienes se esfuercen para que los afectados no trabajen tanto. Tal perspectiva hace que se trate a los hiperactivos como incapacitados, algo nada estimulante para un estudiante.
En la experiencia de muchos docentes se hallan muchos alumnos con TDAH que una vez diagnosticados su rendimiento cayó en picado. Piense en lo siguiente, si al presunto hiperactivo se le dice y repite que padece un TDAH, el chaval se cree incapacitado y acaba por desarrollar otra anomalía, un QTTT, que trabaje tu tía. Quizás ese nuevo trastorno, el QTTT, sea el origen del infinitivo que mejor los describe, qatear. En fin, que sin quererlo hemos hecho fracasar al alumno bajo su nuevo QTTT algo que le ha convertido en un cateto sin que él fuera culpable de su inapetencia estudiantil.
- ¿Saben que Oriol ha faltado dos días de clase falsificando los justificantes de ausencia? – inquirió el anterior profesor a aquellos padres (los nombres han sido falseados).
- Sí, pero creemos que es algo comprensible – respondió el padre con aplomo y educación.
- ¿Comprensible? Podría explicarse por favor.
- Oriol nos ha contado que la mayoría de profesores le acosan verbalmente y eso le afecta mucho. Por eso se ausenta del colegio.
- ¿Saben entonces que Oriol no pega ni golpe?, ¿que se pasa las clases riendo, provocando a los docentes y que por eso éstos le exigen, que no acosan?
- Dada su hiperactividad todo eso es normal. Ustedes deberían tenerlo en cuenta. Su ritmo de trabajo es inferior al de los demás.
¿Inferior? ¡Pero si era nulo! En fin, que el problema de aquellos padres fue que se creían en demasía la hiperactividad como una enfermedad que incapacitaba a su hijo, y no como algo quizá adquirido. Cabe indicar aquí que a tenor de los últimos avances en neurobiología pudiera ocurrir que la hiperactividad fuera una situación normal a superar solo con esfuerzo y hábitos familiares férreos, no con anfetaminas atontantes que provocan dependencia, desmayos, quitan el apetito y retrasan el crecimiento.
Investigaciones recientes han demostrado que en el aprendizaje la atención influye más que la capacidad innata del individuo, es decir que el entorno puede más que la genética y que por tanto, la capacidad no es innata. Si la hiperactividad hunde sus raíces en lo adquirido, ésta pesa más que lo innato y por tanto los malos hábitos la desatan y por el contrario, los buenos la pueden desactivar, y no los fármacos. Muchos educadores saben que una educación motivadora y con retos, llamada estudio esforzado, crea chicos brillantes con gran independencia del genoma heredado. Estudios de neurociencia también afirman que el ambiente afecta más que la genética en el talento de los estudiantes. Un estudio efectuado durante más de siete años sobre unos 2000 niños, afirmaba que el entorno social y cultural ostenta mayor influencia que la genética en sus CI o coeficientes de inteligencia. El estudio se realizó sobre una población estudiantil afroamericana en seis barriadas distintas de la ciudad de Chicago. Los resultados descubrieron notables y pertinaces descensos en la destreza verbal de los chicos ubicados en los barrios más desfavorecidos. Para más información se puede consultar por Internet, Proceedings of the National Academy of Sciences USA del 19 de diciembre de 2007. Añadamos a lo anterior que familias en donde se practica el estudio esforzado crean alumnos sin problemas educativos y sin hábitos hiperactivos. Estos padres realizan prodigios con sus hijos gracias a una gran dedicación y a un buen ideario moral. La genética está allí, pero no para creernos dirigidos por ella, sino para moldearla.
En el año 2006 la Cambridge University Press publicó The Cambridge Handbook of Expertise and Expert Performance donde K. Anders Ericsson, Paul J. Feltovich, Robert R. Hoffman y Neil Charness compilaban una serie de artículos y observaciones que demostraban algo paradójico, que los expertos no nacían, se hacían, es decir que los buenos hábitos pueden despertar los buenos genes, las capacidades innatas. Otra vez aquí, la educación que motiva y pone retos a los hijos, estudio esforzado, crea chicos brillantes, hasta niños prodigio. Ejemplos de ello fueron Mozart en la música, Tiger Woods en el golf y Judit Pólgár en el ajedrez. Todos ellos recibieron una educación muy temprana destinada a dominar cierta especialidad. Ello nos vuelve a indicar que una educación bien dirigida potencia las capacidades innatas y reprime hiperactividades y demás chacras. La idea que los niños brillantes no nacen, se hacen, choca con nuestra concepción determinista del tan de moda genoma humano. Bajo este prisma, todo parece contenido en los genes pero es la cultura quien amasa el barro de nuestras capacidades innatas. Heredamos potenciales gracias a nuestros cromosomas pero bajo un buen influjo los buenos llegan a fructificar, en caso contrario jamás se aprovechan. Cómo decía Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica y profesor emérito de Economía Política de la Universidad de Warwick, nuestra naturaleza puede predisponernos a aprender, pero lo que aprendemos depende de cómo nos crían.
A tenor de los últimos descubrimientos en neurobiología, los superdotados surgen más del influjo familiar que no del genoma heredado, todo lo contrario de lo que creen los padres agazapados al diagnóstico de un TDAH. En marzo de 2007 la investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Mara Dierssen, declaraba que los modernos estudios de neurociencia indicaban que el ambiente influía más que la genética en el talento musical. Podía existir una predisposición genética, pero cuando se estudiaban casos de gemelos univitelinos que se habían criado en entornos diferentes, uno musical y el otro no, se comprobaba que lo más influyente era el ambiente. Algo parecido sucedía con los idiomas. Es decir, la genética estaba siempre en un segundo plano con respecto a los hábitos.
El ajedrecista Philip E. Ross, en el número de septiembre de 2006 del Scientific American, escribía que las pruebas de qué disponía la sicología indicaban que los expertos no nacían, se hacían. Más todavía: la probada posibilidad de convertir rápidamente un niño en un experto – en música, en ajedrez y en otros muchos campos – planteaba un claro reto al sistema educativo. ¿Sería posible hallar la forma de incitar a los escolares al estudio esforzado que mejoraría su destreza lingüística y aritmética? [...] En lugar de estar perpetuamente preguntándose ¿por qué no sabía leer el niño?, tal vez hubiera llegado el momento de decirse ¿por qué había de haber algo que no pudiera aprender?”.
La opinión anterior halló un respaldo definitivo en invierno de 2008 cuando el neurobiólogo Douglas Fields demostró que el cerebro humano adquiría mayor potencial de aprendizaje si desde pequeño uno se esforzaba o le inducían a ello. De hecho, y desde el año 2005 existían trabajos de este autor en ese sentido. Durante mucho tiempo se había considerado que la sustancia blanca cerebral era menos útil que la gris, de ahí la falsa expresión que los humanos sólo utilizábamos una parte de todo nuestro potencial encefálico. Ahora, y como se ha demostrado, lo utilizamos todo. La sustancia gris del cerebro corresponde a cuerpos neuronales mientras que la blanca son axones recubiertos de mielina. Pues bien, cuando nacemos nuestras células cerebrales se hallan poco mielinizadas. El ritmo y crecimiento de esta sustancia alrededor de los axones influye en el aprendizaje, la memorización, la inteligencia y el autocontrol, todos antídotos de la hiperactividad. Lo más curioso del caso es que el recubrimiento de mielina es mayor en individuos que desde pequeños fueron estimulados y educados bajo el esfuerzo. Los estudios llevados a cabo por el equipo del doctor Vincent J. Schmithorst del Hospital Infantil de Cincinnati hallaron una correlación directa entre el desarrollo de la sustancia blanca cerebral, el cociente intelectual de los niños estudiados y la ausencia de hiperactividad. Otras investigaciones ponen de manifiesto que los niños desatendidos por sus familias poseen un 17 % menos de sustancia blanca en el cuerpo calloso que los bien atendidos, algo que indica que los padres ausentes son causa de TDAH en su descendencia. En resumen, que la experiencia influye en la mielinización, y esta en la inteligencia del individuo. Si queremos que un zagal alcance un nivel elevado de inteligencia, debe empezar a ejercitarla desde edades muy tempranas. El doctor Douglas Fields escribía lo siguiente en el número de abril de 2008 del Scientific American, “el cerebro que poseemos hoy lo construimos al interaccionar con el entorno mientras crecemos y nuestras conexiones neuronales comienzan a mielinizarse”. Se insiste por tanto que el esfuerzo cuenta más que la capacidad innata y que el TDAH puede evitarse con ello. Si se dan las condiciones para que el alumno se sienta empujado hacia el esfuerzo todo fluye hacia el éxito. Si existen buenos docentes, un ambiente social y familia comprometidos, más unas leyes exigentes en los currículos, el esfuerzo aparece y con él la mayor fijación de mielina en los axones neuronales, algo que conlleva una mayor capacidad memorística y a un mayor número de conocimientos y descubrimientos con su placer intelectual y motivación incorporados, algo que nos lleva de nuevo al esfuerzo cerrando un bucle que se retroalimenta positivamente para crecer y crecer sin TDAH alguno. De ahí los resultados del equipo del doctor Schmithorst en el Hospital Infantil de Cincinnati, de ahí que a más esfuerzo, más mielina y mayor cociente intelectual de los niños.
En resumidas cuentas, y aportadas todas las informaciones anteriores, se debe afirmar que la inteligencia y la concentración se posee si se trabaja, como también se adquiere la hiperactividad si un mal hábito la condiciona. El TDAH resulta pues un potencial despertado por unas costumbres erróneas que en breve detallaremos, pero jamás un destino determinado por nuestros genes. Por tanto, para reconducir una hiperactividad por buen camino habrá que evitar tales males prácticas potenciando sus contrarias. Lo curioso del caso, y una vez diagnosticada la hiperactividad, es que hay dos opciones para comunicarla a los padres. La primera, como un mal hábito que la provocó, por tanto la solución debería ser corregir el mal hábito. La segunda, afirmar que el lechón padece una enfermedad, un TDAH, y recetar fármacos al respecto. Si el estudio esforzado demostró su efectividad para despertar inteligencias innatas, ¿por qué no probar lo mismo para resolver la hiperactividad? Muchos docentes afirman que con la reforma la cultura del esfuerzo cayó en picado, ¿y si por culpa de eso, más unos malos hábitos, se daba la actual epidemia de hiperactividad? Si analizamos las malas costumbres que causan un TDAH se da una respuesta clara a lo anterior.
El primer dato nos lo ofrecieron unos estudios médicos en octubre de 2007 presentados en Barcelona durante un congreso de medicina sobre el sueño. Según estos, el 15 % de los niños llamados hiperactivos, en realidad padecían trastornos de sueño. Así lo indicaban los especialistas Gonzalo Pin del Hospital Quirón de Valencia, y Milagros Merino del Hospital La Paz de Madrid. El pequeño que dormía mal, al día siguiente mostraba conducta irritable, pérdida de concentración, bajo autocontrol y disminución del rendimiento escolar. Por esos signos se le clasificaba como hiperactivo al ser síntomas del TDAH. Sólo con cambiar sus pautas de sueño se corregía la supuesta hiperactividad. Estos malos hábitos se adquirían durante los primeros años de vida. Los médicos afirman que a partir de los siete meses se debe enseñar a dormir bien a los lechones. Los padres deben relajar a su hijo para que se duerma. Rutinas de horario fijas, dietas suaves y sin azúcares excesivos en la cena, actividades relajantes al anochecer, obligación de dormir solos en una habitación tranquila, son las recomendaciones más comunes que se dan para evitar el trastorno del sueño y con él, posibles y fatuas hiperactividades futuras. En fin, que malos hábitos y no una enfermedad, causan el 15 % de los TDAH diagnosticados.
El segundo mal hábito provino de un estudio sobre alimentación. En setiembre de 2007 la Autoridad Europea de Seguridad, EFSA en sus siglas en inglés, dijo que analizaría si algunos aditivos y colorantes usados en dulces y refrescos azucarados podían inducir al TDAH. Trabajos en la Universidad de Southampton así lo parecían indicar. Los autores de dichos trabajos relacionan la hiperactividad con predisposiciones genéticas y malos hábitos educacionales. El estudio publicado en la revista The Lancet, constataba que los niños que habían consumido hidratos de carbono con ciertos aditivos mostraban comportamientos bulliciosos y pérdida de concentración algo superiores a los que no lo hacían. Deberíamos recordar que un exceso de calorías de fácil asimilación como son los azúcares, incentiva esa ligera subida del bullicio en un grupo de alumnos. Por otro lado, en los consejos dados anteriormente para evitar el trastorno del sueño, quedaba claro que una dieta con exceso de hidratos de carbono activa de noche al escolar y no le permite dormir plácidamente, algo que puede desatar el fatuo TDAH por la mañana.
El tercer dato es la ausencia de la cultura del esfuerzo. En esto hay testimonios muy reveladores, los propios escolares diagnosticados de hiperactividad. La mayoría de ellos reconocen que aprovechan la supuesta enfermedad como excusa para hacer lo que les da la gana, es decir, no estudiar. Sirva la siguiente redacción de un escolar de 14 años con TDAH y los hechos hablan por si mismos. Las faltas de ortografía y sintaxis fueron, por dignidad, corregidas.
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Claro está que el alumno sufría de una falta de hábitos en el autocontrol y no de una enfermedad llamada TDAH, una patología que había sido diagnosticada por varios especialistas en primaria y tratada con toda clase de fármacos durante secundaria. Si a ello sumamos el error de explicar al alumno que padece una enfermedad, algo no cierto, y que por ello se le rebajan los contenidos, el adolescente se acostumbra a trabajar menos y a caer en un pozo de inactividad, algo que así me confesó en privado este alumno. En fin, que se debió pensar que la hiperactividad no era una mancha de serie imborrable, sino simplemente algo que unas malas rutinas, falta de límites y bajas atenciones paternas despertaron del letargo interno. No parece aconsejable que algunos docentes y psicólogos defiendan explicarle al escolar que padece de TDAH y que para ello se le reduzca el grado de exigencia escolar. Eso equivale a estafarle con una educación descafeinada. Por desgracia muchos padres aceptan el diagnóstico del TDAH como una enfermedad que les consuela, una etiqueta que les aleja de cualquier sensación de culpabilidad: la culpa no fue nuestra, lo ha sido lo innato de nuestro hijo.
Un cuarto factor causante de la hiperactividad es la falta de pautas en orden, disciplina y premios, en fin, escuchar y atender al infante. Mejor regalarle tiempo de juego, límites y cariño que no móviles, consolas y ordenadores para que no moleste. Un zagal abandonado por unos padres ausentes no llega a desarrollar sus capacidades de autocontrol y concentración que luego el TDAH justifica. La relación entre mentores que no castigan y no premian al infante más una ausencia de rutinas en comidas, deberes y sueño hallan una clara relación con el TDAH. Sin orden, ni juegos, ni disciplina aumenta la impulsividad del rapaz y por tanto su incapacidad de autocontrol y de concentrarse. En eso resulta muy importante, y para evitar la hiperactividad, que se enseñe a los chiquillos a esperar, no todo debe ser inmediato como el clic en un ordenador o el sí de unos padres ante un revolcón llorón de su cachorro. Un estudio de la facultad de Psicología de la URV, Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, demostró que la impulsividad adquirida, que no innata, está implicada en el TDAH, es decir, que cualquier entorno que promueva la ausencia de control anima a la aparición de la hiperactividad. La doctora en sicología, Fàbia Morales, así lo indicaba en su tesis doctoral en enero de 2008. Cabe añadir que en enero de 2014 el psicólogo clínico, doctor Joseph Knobel Freud, escribía en la prestigiosa revista Unicamp de la Universidad Estadual de Campinas, Sao Paulo, Brasil, que: el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se está diagnosticando muchísimo. Si hiciéramos caso a las estadísticas, nos encontraríamos ante una auténtica epidemia. Pero, en mi opinión, este trastorno no existe.
Añadía Knobel que el TDAH estigmatiza al niño al hacerle sentirse un enfermo, algo que reduce su complejidad a un paradigma simplificador, el TDAH, bajo un "déficit" neurológico. Además ahora se sabe que el psiquiatra Leon Eisenberg, el que descubrió el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, confesó siete meses antes de fallecer en 2009 que es una enfermedad ficticia.
En resumen, y si ahora se suman todos los malos hábitos anteriores, trastornos del sueño, abuso de azúcares, ausencia de rutinas, ausencia del esfuerzo, ausencia de disciplina, padres ausentes y la impulsividad que conlleva, parece obvio que la hiperactividad resulta algo adquirido y no una enfermedad a tratar con psicotrópicos. Por tanto, para evitarla y corregirla se debe aplicar lo contrario a su causa, sus antídotos: pautas correctas para el sueño, baja ingestión de glúcidos antes del sueño, rutinas diarias en comidas, momentos lúdicos, horas de estudio, cultura del esfuerzo, disciplina y atención familiar para reducir con todo ello la impulsividad y su consecuencia, la hiperactvidad. A mayor disciplina, mayor esfuerzo invertido, lo que aumenta la fortaleza del zagal y reduce su nivel de frustración e impulsividad, algo que nos lleva de nuevo a la autodisciplina, un pez que se muerde la cola y aumenta más y más a cada vuelta rescatando de su hiperactividad al escolar. En caso contrario, y si un educador le insiste que hay que priorizar los fármacos a los hábitos correctores, le está haciendo un flaco favor a su hijo al tratar la hiperactividad como una enfermedad paralizante y no como una situación a superar. Sería como si a alguien olvidadizo por no utilizar la agenda se le recetaran pastillas.
- ¿Que padezco doctor?
- Síndrome del despiste.
- ¿Y eso es grave?
- No, sólo un mal hábito.
- ¿Y cómo se cura?
- Primero dejando de creer que usted es un enfermo.
- ¿Y segundo?
- Pues luego dejando de venir a mi consulta para que los dos no perdamos más el tiempo, ¿qué tal un poco de voluntad, un buen uso de la agenda y más esfuerzo por su parte?
Pero otro mal facultativo optaría por otra treta:
- ¿Que padezco doctor?
- Un trastorno de la memoria con despiste agudo.
- ¿Y eso es grave?
- Se puede tratar.
- ¿Y cómo se cura?
- Pues con estas pastillas de glucosa con cafeína – algo que todos los estudiantes siempre utilizaron para mejorar su memoria -, y con esta agenda de regalo. Úsela a menudo y ya verá.
Convertir a un alumno, o a alguien, en un enfermo significaba transmutarlo en un inválido intelectual, alguien que luego es incapaz de superar con su propio esfuerzo el mal hábito adquirido y que espera que los fármacos le resuelvan el problema. La hiperactividad parece hallarse en esa categoría. Recuérdese que una enfermedad no suele ser una elección, en cambio un hábito sí. Más de dos horas entre deberes y estudio diarios debieron ser praxis normales para cultivar todo el potencial de cualquier estudiante. En caso contrario, se están desaprovechando sus capacidades.
En resumidas cuentas, entorno y genética siempre fueron dos partes inherentes de la especie humana difíciles de separar, sin cultura no nos hacemos humanos pero sin base innata no habría un ser para ser educado. El límite entre la una y la otra siempre suscitó miles de debates científicos y filosóficos. Quizás fue nuestra obsesión por clasificar las cosas el error. Jamás existieron en nosotros dos entidades claramente diferenciadas como cultura y biología, simplemente los humanos somos las dos cosas a la vez. Nacemos con potenciales que yacen dormidos hasta que nuestros hábitos los activan o los reprimen, pero son nuestras conductas, y no nuestros genes, quienes mandan más en ello. Como decía Kant, nos hacemos humanos al ser educados por otros humanos educados. Así pues, nuestro entorno y cultura afectan nuestras predisposiciones genéticas, cierto, pero depende de nosotros potenciar la inteligencia o reprimir la hiperactividad. El TDAH no es una enfermedad, simplemente resulta un mal hábito inducido, y como errónea costumbre adquirida, puede resolverse con rutinas y esfuerzo diario. Los fármacos puede que ayuden puntualmente pero sin un cambio de hábitos la cosa irá para largo y el alumno acabará adicto a las anfetaminas. Todos los datos médicos anteriores así lo indican. En fin, lo padres no deben creerse esclavos de ningún diagnóstico que influya limitando las posibilidades de su hijo. La hiperactividad no es una lacra, simplemente es un mal hábito a corregir.
Protesta Estudiantil Venezolana (Eugenia Bavaro)
Cuando un Estado no es capaz de controlar su territorio, garantizar la seguridad de sus ciudadanos, mantener la independencia de sus poderes, de garantizar la libre expresión de sus medios de comunicación y proporcionar a su población servicios públicos y condiciones adecuadas para su provisión, hablamos de un Estado fallido. Un Estado cuya soberanía se pone en tela de juicio y hablamos de una situación que sobrepasa la esfera de lo nacional para convertirse en un asunto de relevancia para la Comunidad Internacional.
No solamente cuando se trata de protestas estudiantiles de jóvenes preocupados por un futuro incierto y desprovisto de posibilidades para tener una vida “medianamente normal” en su tierra el gobierno de turno tiene que garantizar la seguridad de los protestantes. TODO ciudadano tiene el derecho inherente a su persona de protestar y hacerlo bajo la protección de los cuerpos de seguridad del Estado contra el que protesta. No son derechos creados por la ultraderecha venezolana, son derechos fundamentales que además están estupendamente contemplados en la Constitución venezolana.
Que tres personas hayan perdido la vida durante las protestas estudiantiles es responsabilidad exclusiva del Estado venezolano; Estado que ha demostrado ser ineficiente e incapaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, de proporcionar los servicios públicos eficazmente y de mantener informada a la población con medios comunicacionales libres e independientes. En Venezuela NO hay información veraz de la realidad. La única manera que tiene un venezolano de saber lo que sucede es mediante las redes sociales, con todos los rumores y riesgos de fuente que eso supone. Es realmente psicótico y desesperante.
En Venezuela gobierna la ineficiencia, la incapacidad, la escasez, la inflación y la impunidad. Señor Maduro, usted no está calificado para tomar las riendas del desastre de país que heredó. El pueblo venezolano requiere de la atención y auxilio de la Comunidad Internacional. Esta situación no da cabida a una discusión ideológica… requiere urgentemente de soluciones. Nos están matando.
Abog. Eugenia Bavaro (ICAB 39.979). Caracas, 14/02/14
jueves, 13 de febrero de 2014
ADHD, fake illness or bad habit
ADHD, fake illness or bad habit
Dr. David Rabadà i Vives, Profesor de CTMA. Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya
Dr. Joseph Knobel Freud, psicólogo clínico
Abstract
ADHD in students has been described as a disease but according to recent data in neurobiology this disorder is due to other causes. Bad habits such as sleep disorders, abuse of sugars before going to sleep, no routines, lack of effort, lack of discipline, absent parents and impulsivity acquired are causes of ADHD. So this disorder is not a disease, on the contrary, this is a bad habit which should not be treated with drugs. Correct guidelines for sleep, low intake of sugar before going to sleep, meals daily routines, playful moments, hours of study, culture of effort, discipline and family care will reduce ADHD.
Keywords: ADHD, fake illness, bad habit, therapy.
Los síntomas centrales del TDAH son la falta de autocontrol y atención del zagal, su incapacidad para finalizar las tareas y un nerviosismo generalizado. Para diagnosticarlo en casa se utiliza un test, el Cuestionario de Conducta de CONNERS, al que los padres deben responder marcando una casilla con un «nada», «poco», «bastante» o «mucho». Luego, y con las casillas marcadas, se computa el índice de hiperactividad. Las preguntas son: 1. Es impulsivo, irritable; 2. Es llorón/a; 3. Es más movido de lo normal; 4. No puede estarse quieto/a; 5. Es destructor (ropas, juguetes, otros objetos); 6. No acaba las cosas que empieza; 7. Se distrae fácilmente, tiene escasa atención; 8. Cambia bruscamente sus estados de ánimo; 9. Sus esfuerzos se frustran fácilmente; y 10. Suele molestar frecuentemente a otros niños.
Si el test anterior lo aplicamos a cualquier infante menor de 5 años daría que todos los humanos hemos sido hiperactivos alguna vez. Todos los niños suelen ser movidos, dispersos y con bajo nivel de autocontrol, algo que define la infancia en si misma. Es más, resulta normal que un niño sea inquieto, que se distraiga con el paso de una mosca y que proteste ante una orden adulta. Durante esta etapa debe aprender a controlarse bajo los límites paternos. Si un chiquillo se mueve cuando padece hambre, soledad, frío o sueño, no se le diagnostica un TDAH sin más. Los adultos atentos nos damos cuenta que el zagal se mueve por falta de algo que el infante desea, un comportamiento harto normal sin trastorno neurológico alguno. Un humano maduro sabe, hasta cierto límite, autocontrolarse si siente hambre, soledad, frío o sueño, pero el crío todavía no ha adquirido estos aprendizajes y ante cualquier incomodidad se muestra inquieto y movido. Si los progenitores no educan a su prole en la espera, la calma y el autocontrol ante el hambre, la soledad, el frío o el sueño regalando de inmediato lo deseado por el zagal, este jamás aprenderá a ganárselo con paciencia, rutinas y esfuerzo.
Todo lo anterior nos lleva a pensar que el TDAH pudiera originarse no como una enfermedad innata sino como un aprendizaje equivocado. El test anterior sólo describió la más temprana infancia que el niño no ha sabido superar por falta de límites, premios y atenciones. Si un zagal no aprende a autocontrolarse y continua movido, disperso e impulsivo como en su niñez innata no lo es por sus genes, lo es porque se le educa bajo una sociedad permisiva de lo inmediato. Un entorno acelerado en lo fácil y la hiperestimulación con libre acceso a televisión, internet o deseos lleva a los niños hacia la cultura del quiero y lo tengo con un clic informático. En ello está el papel de los padres si éstos no ponen límites adecuados a sus hijos, algo que explicaría la epidemia del TDAH con cada vez más niños movidos y sin autocontrol, zagales que simplemente llaman la atención para que sus padres ausentes jueguen con ellos, les marquen límites y les regalen estima. Cabe añadir que en otras patologías estudiantiles como dislexias, sorderas, problemas de lateralidad o miopías, la anomalía suele decretarse sin discrepancias entre los especialistas. Ello sucede por dos razones, existen pruebas clínicas que las detectan y los individuos afectados suelen manifestar su problema con claridad. Pero con la hiperactividad no hay análisis médicos que la corroboren y al final todo depende de un cuestionario y de la opinión de un experto. El dictamen de éste es lo que decreta si uno padece o no tal síndrome sin que haya datos físicos o químicos al respecto, sólo opiniones. Se insiste, el fallo del especialista surge de observaciones y preguntas al aquejado y no de prueba clínica alguna que demuestre la hiperactividad. A pesar de ello, y sin pruebas químicas, se les recetan a los chavales fármacos para corregir dicho trastorno. Y lo preocupante, algunos padres sienten en ello un mástil en donde aferrarse ante cualquier mal resultado de su hijo, es decir, viven agazapados al diagnóstico y ven a su hijo como a un enfermo.
- ¿Sabe que nuestro hijo sufre un trastorno de la atención con hiperactividad? – preguntaron unos progenitores a un profesor de castellano.
- ¿Un TDAH? Claro que lo sé. Ya fui informado en su momento.
- Pues esa es la causa de tantos exámenes suspensos en su asignatura. Él necesita una atención especial. Nos gustaría saber como atiende esta patología de forma correctora durante sus clases.
Pero lo que el docente no se atrevió a decir era que en clase, y bajo la excusa del TDA con hiperactividad, el alumno había pasado a una hipoactividad, es decir, que no pegaba ni golpe, o dicho de otro modo, no terminaba los ejercicios que el profesor preparaba con exclusividad para él, algo que reducía tiempo de dedicación hacia la mayoría restante de compañeros de clase. Se insiste, en un TDAH no hay pruebas clínicas ni análisis químicos que lo demuestren, sólo son diagnósticos basados en observaciones. Cada vez hay más docentes que hablan de niños hiperactivos no como enfermos, sino como alumnos a quien orientar. Alberto Royo, presidente del Sindicato de Profesores de Secundaria en Navarra, decía al respecto en su blog: ¿No estaremos elevando a rango de patología lo que es un rasgo de la personalidad? ¿No llegará un momento en el que no haya característica personal que no tenga su correspondiente diagnóstico y tratamiento diferenciado? ¿Realmente es positivo para estos chicos “movidos”, “hiperactivos” o con “DTAH” diferenciarles de los demás? Sócrates decía: "nada resulta demasiado difícil para la juventud". ¿No se lo estaremos poniendo nosotros demasiado fácil?
En noviembre de 2006, el congreso anual de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria denunció el riesgo que la industria farmacéutica patentara nuevas enfermedades para vender más medicamentos. La gran mayoría de los síndromes psicológicos por aquel entonces descritos resultaban procesos naturales que la industria farmacéutica convertía en patologías con el fin de colocar nuevos fármacos cuya utilidad parecía, al menos, dudosa. El doctor Pablo Alonso, médico del Centro Cochrane Iberoamericano, señaló que así lo hacían algunas multinacionales farmacéuticas. Alonso afirmaba que con ello se lograba crear en los pacientes la falsa expectativa de una salud perfecta sin esfuerzos sintiéndose situaciones propias de la vida como síndromes a tratar con fármacos. Así al cansancio se le había llamado fatiga crónica; a la pereza de ir a trabajar, síndrome vacacional; a la timidez, inhibición social y al alumno inquieto y desatento, hiperactivo.
Según Alonso y otros científicos como Jörg Blench y Ray Moynihan, todas aquellas situaciones eran sensaciones que con esfuerzo se superaban, pero que los placebos de las farmacéuticas hacían que no se afrontasen y que se cayera en la debilidad psicológica y la falta de esfuerzo ante cualquier frustración de la vida. Jörg Blench en su libro Cómo nos Convierten en Pacientes sacó a la luz el hecho que ciertas farmacéuticas y grupos de médicos patentaban nuevas enfermedades para crear un negocio con los fármacos que las trataban. También Ray Moynihan, científico australiano, pensaba igual y añadía que se deberían deshacer los intereses económicos que existían entre médicos y farmacéuticas.
Los fármacos que se recetan en caso de TDAH suelen contener metilfenidato o atomoxetina, anfetaminas psicoestimulantes que calman a los estudiantes con TDAH pero que provocan serios efectos secundarios. Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, los medicamentos con metilfenidato producen alteraciones cardiovasculares, psiquiátricas, retardos en el crecimiento, insomnio, anorexia, disminución del umbral convulsivo en pacientes con historia de convulsiones o con EEG anormal sin ataques. Además tal tipo de anfetaminas han sido prohibidas en Canadá entre otros países por su conocida potencialidad adictiva por lo que no se deberían administrar a niños menores de seis años y mucho menos a estudiantes con tics (Síndrome de Gilles de la Tourette) o en jóvenes psicóticos ya que aumenta tal sintomatología. En cuanto a la otra anfetamina, la atomoxetina, ésta puede producir cambios en la presión arterial, alteración cardiaca, pérdida de peso, retardo en el crecimiento, síndromes gripales, mareos, pérdida de conciencia, vómitos y disminución del apetito. En fin, que una medicación que produce efectos relajantes inmediatos, pero sin esfuerzo del aquejado, se cobra el precio de muchos efectos secundarios bajo el riesgo de adicción psíquica.
Llegados a ese punto sobre la hiperactividad cabe hacerse la siguiente pregunta, si no existen análisis clínicos para demostrar materialmente la hiperactividad, ¿cómo sí se trata con medicinas sin conocer su causa neuroquímica? El diagnóstico de hiperactividad resulta algo muy ambiguo que podría representar una simple excusa para justificar la inconstancia en los deberes y el pago por tratamientos farmacológicos. Antes, de este tipo de alumnos se decía que les costaba trabajo estar atentos pero que debían esforzarse, ahora se afirma que son enfermos y que deben ser los educadores quienes se esfuercen para que los afectados no trabajen tanto. Tal perspectiva hace que se pueda tratar a los hiperactivos como incapacitados, algo nada estimulante para un estudiante.
En la experiencia de muchos docentes se hallan muchos alumnos con TDAH que una vez diagnosticados su rendimiento cae en picado. Pensemos en lo siguiente, si al presunto hiperactivo se le dice y repite que padece un TDAH, el chaval se cree incapacitado y acaba por desarrollar otra anomalía, un QTTT, que trabaje tu tía.
- ¿Saben que Oriol ha faltado dos días de clase falsificando los justificantes de ausencia? – inquirió el anterior profesor a aquellos padres (los nombres han sido falseados).
- Sí, pero creemos que es algo comprensible – respondió el padre con aplomo y educación.
- ¿Comprensible? Podría explicarse por favor.
- Oriol nos ha contado que la mayoría de profesores le acosan verbalmente y eso le afecta mucho. Por eso se ausenta del colegio.
- ¿Saben entonces que Oriol no pega ni golpe?, ¿que se pasa las clases riendo, provocando a los docentes y que por eso éstos le exigen, que no acosan?
- Dada su hiperactividad todo eso es normal. Ustedes deberían tenerlo en cuenta. Su ritmo de trabajo es inferior al de los demás.
- ¿Inferior? ¡Pero si es nulo!
En fin, que el problema de aquellos padres fue que se creían en demasía la hiperactividad como una enfermedad que incapacitaba a su hijo, y no como algo quizá adquirido. Cabe indicar aquí que a tenor de los últimos avances en neurobiología pudiera ocurrir que la hiperactividad fuera una situación normal a superar solo con esfuerzo y hábitos familiares férreos, no con anfetaminas atontantes que provocan dependencia, desmayos, quitan el apetito y retrasan el crecimiento.
Investigaciones recientes han demostrado que en el aprendizaje la atención influye más que la capacidad innata del individuo, es decir que el entorno puede más que la genética y que por tanto, la capacidad no es tan innata. Si la hiperactividad hunde sus raíces en lo adquirido, ésta pesa más que lo innato y por tanto los malos hábitos la desatan y por el contrario, los buenos la pueden desactivar, y no los fármacos. Muchos educadores saben que una educación motivadora y con retos, llamada estudio esforzado, crea chicos brillantes con gran independencia del genoma heredado. Estudios de neurociencia también afirman que el ambiente afecta más que la genética en el talento de los estudiantes. Un estudio efectuado durante más de siete años sobre unos 2000 niños, afirma que el entorno social y cultural ostenta mayor influencia que la genética en sus CI o coeficientes de inteligencia. El estudio se realizó sobre una población estudiantil afroamericana en seis barriadas distintas de la ciudad de Chicago. Los resultados descubrieron notables y pertinaces descensos en la destreza verbal de los chicos ubicados en los barrios más desfavorecidos. Para más información se puede consultar por Internet, Proceedings of the National Academy of Sciences USA del 19 de diciembre de 2007. Añadamos a lo anterior que familias en donde se practica el estudio esforzado crean alumnos sin problemas educativos y sin hábitos hiperactivos. Estos padres realizan prodigios con sus hijos gracias a una gran dedicación y a un buen ideario moral. La genética está allí, pero no para creernos dirigidos por ella, sino para moldearla.
En el año 2006 la Cambridge University Press publicó The Cambridge Handbook of Expertise and Expert Performance donde K. Anders Ericsson, Paul J. Feltovich, Robert R. Hoffman y Neil Charness compilaban una serie de artículos y observaciones que demostraban algo paradójico, que los expertos no nacían, se hacían, es decir que los buenos hábitos pueden más que los genes en individuos normales. Otra vez aquí, la educación que motiva y pone retos a los hijos, estudio esforzado, crea chicos brillantes, hasta niños prodigio. Ejemplos de ello fueron Mozart en la música, Tiger Woods en el golf y Judit Pólgár en el ajedrez. Todos ellos recibieron una educación muy temprana destinada a dominar cierta especialidad. Ello nos vuelve a indicar que una educación bien dirigida potencia las capacidades innatas y reprime hiperactividades y demás chacras. La idea que los niños brillantes no nacen, se hacen, choca con nuestra concepción determinista del tan de moda genoma humano. Bajo el prisma de éste, todo parece contenido en los genes pero es la cultura quien amasa el barro de nuestras capacidades innatas. Heredamos potenciales gracias a nuestros cromosomas pero bajo un buen influjo los buenos llegan a fructificar, en caso contrario jamás se aprovechan. Cómo decía Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica y profesor emérito de Economía Política de la Universidad de Warwick, nuestra naturaleza puede predisponernos a aprender, pero lo que aprendemos depende de cómo nos crían.
A tenor de los últimos descubrimientos en neurobiología, los superdotados surgen más del influjo familiar que no del genoma heredado, todo lo contrario de lo que creen los padres agazapados al diagnóstico de un TDAH. En marzo de 2007 la investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Mara Dierssen, declaraba que los modernos estudios de neurociencia indicaban que el ambiente influía más que la genética en el talento musical. Podía existir una predisposición genética, pero cuando se estudiaban casos de gemelos univitelinos que se habían criado en entornos diferentes, uno musical y el otro no, se comprobaba que lo más influyente era el ambiente. Algo parecido sucedía con los idiomas. Es decir, la genética estaba siempre en un segundo plano con respecto a los hábitos.
El ajedrecista Philip E. Ross, en el número de septiembre de 2006 del Scientific American, escribía que las pruebas de qué disponía la sicología indicaban que los expertos no nacían, se hacían. Más todavía: la probada posibilidad de convertir rápidamente un niño en un experto – en música, en ajedrez y en otros muchos campos – planteaba un claro reto al sistema educativo. ¿Sería posible hallar la forma de incitar a los escolares al estudio esforzado que mejoraría su destreza lingüística y aritmética? [...] En lugar de estar perpetuamente preguntándose ¿por qué no sabía leer el niño?, tal vez hubiera llegado el momento de decirse ¿por qué había de haber algo que no pudiera aprender?”.
La opinión anterior halló un respaldo definitivo en invierno de 2008 cuando el neurobiólogo Douglas Fields demostró que el cerebro humano adquiría mayor potencial de aprendizaje si desde pequeño uno se esforzaba o le inducían a ello. De hecho, y desde el año 2005 existían trabajos de este autor en ese sentido. Durante mucho tiempo se había considerado que la sustancia blanca cerebral era menos útil que la gris, de ahí la falsa expresión que los humanos sólo utilizábamos una parte de todo nuestro potencial encefálico. Ahora, y como se ha demostrado, lo utilizamos todo. La sustancia gris del cerebro corresponde a cuerpos neuronales mientras que la blanca son axones recubiertos de mielina. Pues bien, cuando nacemos nuestras células cerebrales se hallan poco mielinizadas. El ritmo y crecimiento de esta sustancia alrededor de los axones influye en el aprendizaje, la memorización, la inteligencia y el autocontrol, todos antídotos de la hiperactividad. Lo más curioso del caso es que el recubrimiento de mielina es mayor en individuos que desde pequeños fueron estimulados y educados bajo el esfuerzo. Los estudios llevados a cabo por el equipo del doctor Vincent J. Schmithorst del Hospital Infantil de Cincinnati hallaron una correlación directa entre el desarrollo de la sustancia blanca cerebral, el cociente intelectual de los niños estudiados y la ausencia de hiperactividad. Otras investigaciones ponen de manifiesto que los niños desatendidos por sus familias poseen un 17 % menos de sustancia blanca en el cuerpo calloso que los bien atendidos, algo que podría indicar que los padres ausentes son causa de TDAH en su descendencia. En resumen, que la experiencia influye en la mielinización, y esta en la inteligencia del individuo. Si queremos que un zagal alcance un nivel elevado de inteligencia, debe empezar a ejercitarla desde edades muy tempranas. El doctor Douglas Fields escribía lo siguiente en el número de abril de 2008 del Scientific American, “el cerebro que poseemos hoy lo construimos al interaccionar con el entorno mientras crecemos y nuestras conexiones neuronales comienzan a mielinizarse”. Se insiste por tanto que el esfuerzo cuenta más que la capacidad innata y que el TDAH puede evitarse con ello. Si se dan las condiciones para que el alumno se sienta empujado hacia el esfuerzo todo fluye hacia el éxito. Si existen buenos docentes, un ambiente social y familia comprometidos, más unas leyes exigentes en los currículos, el esfuerzo aparece y con él la mayor fijación de mielina en los axones neuronales, algo que conlleva a una mayor capacidad memorística y a un mayor número de conocimientos y descubrimientos con su placer intelectual y motivación incorporados, algo que nos lleva de nuevo al esfuerzo cerrando un bucle que se retroalimenta positivamente para crecer y crecer sin TDAH alguno. De ahí los resultados del equipo del doctor Schmithorst en el Hospital Infantil de Cincinnati, de ahí que a más esfuerzo, más mielina y mayor cociente intelectual de los niños.
En resumidas cuentas, y aportadas todas las informaciones anteriores, se debe afirmar que la inteligencia y la concentración se posee si se trabaja, como también se adquiere la hiperactividad si un mal hábito la condiciona. El TDAH resulta pues un potencial despertado por unas costumbres erróneas que en breve detallaremos, pero jamás un destino determinado por nuestros genes. Por tanto, para reconducir una hiperactividad por buen camino habrá que evitar tales males prácticas potenciando sus contrarias. Lo curioso del caso, y una vez diagnosticada la hiperactividad, es que hay dos opciones para comunicarla a los padres. La primera, como un mal hábito que la provocó, por tanto la solución debería ser corregir el mal hábito. La segunda, afirmar que el lechón padece una enfermedad, un TDAH, y recetar fármacos al respecto. Si el estudio esforzado demostró su efectividad para despertar inteligencias innatas, ¿por qué no probar lo mismo para resolver la hiperactividad? Muchos docentes afirman que con la reforma la cultura del esfuerzo cayó en picado, ¿y si por culpa de eso, más unos malos hábitos, se daba la actual epidemia de hiperactividad? Si analizamos las malas costumbres que causan un TDAH se da una respuesta clara a lo anterior.
El primer dato nos lo ofrecieron unos estudios médicos en octubre de 2007 presentados en Barcelona durante un congreso de medicina sobre el sueño. Según estos, el 15 % de los niños llamados hiperactivos, en realidad padecían trastornos de sueño. Así lo indicaban los especialistas Gonzalo Pin del Hospital Quirón de Valencia, y Milagros Merino del Hospital La Paz de Madrid. El pequeño que dormía mal, al día siguiente mostraba conducta irritable, pérdida de concentración, bajo autocontrol y disminución del rendimiento escolar. Por esos signos se le clasificaba como hiperactivo al ser síntomas del TDAH. Sólo con cambiar sus pautas de sueño se corregía la supuesta hiperactividad. Estos malos hábitos se adquirían durante los primeros años de vida. Los médicos afirman que a partir de los siete meses se debe enseñar a dormir bien a los lechones. Los padres deben relajar a su hijo para que se duerma. Rutinas de horario fijas, dietas suaves y sin azúcares excesivos en la cena, actividades relajantes al anochecer, obligación de dormir solos en una habitación tranquila, son las recomendaciones más comunes que se dan para evitar el trastorno del sueño y con él, posibles y fatuas hiperactividades futuras. En fin, que malos hábitos y no una enfermedad, causan el 15 % de los TDAH diagnosticados.
El segundo mal hábito provino de un estudio sobre alimentación. En setiembre de 2007 la Autoridad Europea de Seguridad, EFSA en sus siglas en inglés, dijo que analizaría si algunos aditivos y colorantes usados en dulces y refrescos azucarados podían inducir al TDAH. Trabajos en la Universidad de Southampton así lo parecían indicar. Los autores de dichos trabajos relacionan la hiperactividad con predisposiciones genéticas y malos hábitos educacionales. El estudio publicado en la revista The Lancet, constataba que los niños que habían consumido hidratos de carbono con ciertos aditivos mostraban comportamientos bulliciosos y pérdida de concentración algo superiores a los que no lo hacían. Deberíamos recordar que un exceso de calorías de fácil asimilación como son los azúcares, incentiva esa ligera subida del bullicio en un grupo de alumnos. Por otro lado, en los consejos dados anteriormente para evitar el trastorno del sueño, quedaba claro que una dieta con exceso de hidratos de carbono activa de noche al escolar y no le permite dormir plácidamente, algo que puede desatar el TDAH por la mañana.
El tercer dato es la ausencia de la cultura del esfuerzo. En esto hay testimonios muy reveladores, los propios escolares diagnosticados de hiperactividad. La mayoría de ellos reconocen que aprovechan la supuesta enfermedad como excusa para hacer lo que les da la gana, es decir, no estudiar. Sirva la siguiente redacción de un escolar de 14 años con TDAH y los hechos hablan por si mismos. Las faltas de ortografía y sintaxis fueron, por dignidad, corregidas.
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Claro está que el alumno sufría de una falta de hábitos en el autocontrol y no de una enfermedad llamada TDAH, una patología que había sido diagnosticada por varios especialistas en primaria y tratada con toda clase de fármacos durante secundaria. Si a ello sumamos el error de explicar al alumno que padece una enfermedad, algo no cierto, y que por ello se le rebajan los contenidos, el adolescente se acostumbra a trabajar menos y a caer en un pozo de inactividad, algo que así me confesó en privado este alumno. En fin, que se debió pensar que la hiperactividad no era una mancha de serie imborrable, sino simplemente algo que unas malas rutinas, falta de límites y bajas atenciones paternas despertaron del letargo interno. No parece aconsejable que algunos docentes y psicólogos defiendan explicarle al escolar que padece de TDAH y que para ello se le reduzca el grado de exigencia escolar. Eso equivale a estafarle con una educación descafeinada. Por desgracia muchos padres aceptan el diagnóstico del TDAH como una enfermedad que les consuela, una etiqueta que les aleja de cualquier sensación de culpabilidad: la culpa no fue nuestra, lo ha sido lo innato de nuestro hijo.
Un cuarto factor causante de la hiperactividad es la falta de pautas en orden, disciplina y premios, en fin, escuchar y atender al infante. Mejor regalarle tiempo de juego, límites y cariño que no móviles, consolas y ordenadores para que no molesten. Un zagal abandonado por unos padres ausentes no llega a desarrollar sus capacidades de autocontrol y concentración que luego el TDAH justifica. La relación entre mentores que no castigan y no premian al infante más una ausencia de rutinas en comidas, deberes y sueño hallan una clara relación con el TDAH. Sin orden, ni juegos, ni disciplina aumenta la impulsividad del rapaz y por tanto su incapacidad de autocontrol y de concentrarse. En eso resulta muy importante, y para evitar la hiperactividad, que se enseñe a los chiquillos a esperar, no todo debe ser inmediato como el clic en un ordenador o el sí de unos padres ante un revolcón llorón de su cachorro. Un estudio de la facultad de Psicología de la URV, Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, demostró que la impulsividad adquirida, que no innata, está implicada en el TDAH, es decir, que cualquier entorno que promueva la ausencia de control anima a la aparición de la hiperactividad. La doctora en sicología, Fàbia Morales, así lo indicaba en su tesis doctoral en enero de 2008. Cabe añadir que en enero de 2014 el psicólogo clínico, doctor Joseph Knobel Freud, escribía en la prestigiosa revista Unicamp de la Universidad Estadual de Campinas, Sao Paulo, Brasil, que: el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se está diagnosticando muchísimo. Si hiciéramos caso a las estadísticas, nos encontraríamos ante una auténtica epidemia. Pero, en mi opinión, este trastorno no existe.
Añadía Knobel que el TDAH estigmatiza al niño al hacerle sentirse un enfermo, algo que reduce su complejidad a un paradigma simplificador, el TDAH, bajo un "déficit" neurológico. Además ahora se sabe que el psiquiatra Leon Eisenberg, el que descubrió el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, confesó siete meses antes de fallecer en 2009 que es una enfermedad ficticia.
En resumen, y si ahora se suman todos los malos hábitos anteriores, trastornos del sueño, abuso de azúcares, ausencia de rutinas, ausencia del esfuerzo, ausencia de disciplina, padres ausentes y la impulsividad que conlleva, parece obvio que la hiperactividad resulta algo adquirido y no una enfermedad a tratar con psicotrópicos. Por tanto, para evitarla y corregirla se debe aplicar lo contrario a su causa, sus antídotos: pautas correctas para el sueño, baja ingestión de glúcidos antes del sueño, rutinas diarias en comidas, momentos lúdicos, horas de estudio, cultura del esfuerzo, disciplina y atención familiar para reducir con todo ello la impulsividad y su consecuencia, la hiperactvidad. A mayor disciplina, mayor esfuerzo invertido, lo que aumenta la fortaleza del zagal y reduce su nivel de frustración e impulsividad, algo que nos lleva de nuevo a la autodisciplina, un pez que se muerde la cola y aumenta más y más a cada vuelta rescatando de su hiperactividad al escolar. En caso contrario, y si un educador le insiste que hay que priorizar los fármacos a los hábitos correctores, le está haciendo un flaco favor a su hijo al tratar la hiperactividad como una enfermedad paralizante y no como una situación a superar. Sería como si a alguien olvidadizo por no utilizar la agenda se le recetaran pastillas.
- ¿Que padezco doctor?
- Síndrome del despiste.
- ¿Y eso es grave?
- No, sólo un mal hábito.
- ¿Y cómo se cura?
- Primero dejando de creer que usted es un enfermo.
- ¿Y segundo?
- Pues luego dejando de venir a mi consulta para que los dos no perdamos más el tiempo, ¿qué tal un poco de voluntad, un buen uso de la agenda y más esfuerzo por su parte?
Pero otro mal facultativo optaría por otra treta:
- ¿Que padezco doctor?
- Un trastorno de la memoria con despiste agudo.
- ¿Y eso es grave?
- Se puede tratar.
- ¿Y cómo se cura?
- Pues con estas pastillas de glucosa con cafeína – algo que todos los estudiantes siempre utilizaron para mejorar su memoria -, y con esta agenda de regalo. Úsela a menudo y ya verá.
Convertir a un alumno, o a alguien, en un enfermo significaba transmutarlo en un inválido intelectual, alguien que luego es incapaz de superar con su propio esfuerzo el mal hábito adquirido y que espera que los fármacos le resuelvan el problema. La hiperactividad parece hallarse en esa categoría. Recuérdese que una enfermedad no suele ser una elección, en cambio un hábito sí. Más de dos horas entre deberes y estudio diarios debieron ser praxis normales para cultivar todo el potencial de cualquier estudiante. En caso contrario, se están desaprovechando sus capacidades.
En resumidas cuentas, entorno y genética siempre fueron dos partes inherentes de la especie humana difíciles de separar, sin cultura no nos hacemos humanos pero sin base innata no habría un ser para ser educado. El límite entre la una y la otra siempre suscitaron miles de debates científicos y filosóficos. Quizás fue nuestra obsesión por clasificar las cosas el error. Jamás existieron en nosotros dos entidades claramente diferenciadas como cultura y biología, simplemente los humanos somos las dos cosas a la vez. Nacemos con potenciales que yacen dormidos hasta que nuestros hábitos los activan o los reprimen, pero son nuestras conductas, y no nuestros genes, quienes mandan más en ello. Como decía Kant, nos hacemos humanos al ser educados por otros humanos educados. Así pues, nuestro entorno y cultura afecta nuestras predisposiciones genéticas, cierto, pero depende de nosotros potenciar la inteligencia o reprimir la hiperactividad. El TDAH no es una enfermedad, simplemente resulta un mal hábito inducido y una errónea costumbre adquirida puede resolverse con rutinas y esfuerzo diario. Los fármacos puede que ayuden puntualmente pero sin un cambio de hábitos la cosa irá para largo y el alumno acabará adicto a las anfetaminas. Todos los datos médicos anteriores así lo parecen indicar. En fin, lo padres no deben creerse esclavos de ningún diagnóstico que influya limitando las posibilidades de su hijo. La hiperactividad no es una lacra, simplemente es un mal hábito a corregir.
FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLÍTICO (14)
¿Un hijo sin modales?
Recuerdo un docente que se la jugó ante una fechoría de sus alumnos. Estos tenían por costumbre comer pipas de girasol a la entrada del colegio dejando el suelo tapizado con las cáscaras de las susodichas asterales. Pues tras varias reflexiones, diálogos y razonamientos sin éxito con los chavales, al profesor se le acabó la paciencia. Un mediodía les esperó y obligó a recoger con las manos sus cascajos escupidos por el suelo. La verdad fue que durante toda la ESO jamás volvieron a ensuciar la entrada del centro educativo. Ellos habían vivido en propia piel limpiar lo ensuciado. La urbanidad pasa muy a menudo por limpiar o arreglar lo que uno ensucia o estropea, es allí donde se toma conciencia del valor de las normas.
Funestos docentes habrá que repitan una y otra vez que la clave de la urbanidad reside en el diálogo con nuestros párvulos, que debemos razonar y negociar con ellos todo aquello que fuera menester, que el grito y la imposición pueden traumatizar a los lechones y que jamás deberíamos utilizar la contundencia con ellos. Bajo ese pretexto se anima a muchos padres a la ausencia de obligaciones hogareñas de sus retoños y a la pérdida de la perspectiva de los valores. Sin pautas ni normas claras a experimentar difícilmente los adolescentes aprenden urbanidad. El docente que exigió la limpieza del suelo jamás se le pudo tachar de abusador, simplemente ejerció su deber, el de educador, de otra manera alimentaremos las estadísticas de púberes dictadores y sin códigos de comportamiento. En enero de 2008 las estadísticas del Teléfono de Atención a la Infancia, servicio gestionado por ACISF y la Generalitat de Catalunya, desvelaron esa realidad. Las llamadas de padres desbordados ante sus hijos se habían incrementado claramente con respecto a períodos anteriores. La edad de rebeldía de muchos lechones había descendido hasta quedar por debajo de los 12 añitos. Los progenitores se mostraban impotentes ante sus pequeños dictadores sin saber qué hacer. Sin límites claros desde su infancia, los rapaces habían triunfado negándose a estudiar, a cumplir con obligaciones caseras o simplemente faltando al respeto a sus educadores, los padres. En fin, demasiados derechos y bienes materiales sin responsabilidades correctamente asumidas, demasiados síes y escasos noes durante su infancia, hasta puede que ninguna sanción. Por tanto elogie a aquel maestro que ordene limpiar las mesas de clase, recoger papeles del suelo y hasta limpiar de cascajos el pavimento de la calle.
¿Hijos bajo la anorexia o la bulimia?
Ser atractivo o no serlo se ha convertido hoy día en otra guerra de clases, una batalla entre feos y guapos. La belleza física reside fundamentalmente en aspectos simétricos que nos recuerdan a la juventud. La piel lisa, el pelo sedoso, la dentadura intacta, los cuerpos firmes y el cabello abundante son elementos que en su ausencia hacen que perdamos nuestro encanto y juventud. Arrugas, sarro, flacidez muscular y alopecia no son sinónimos de belleza, son lacras seniles que la cirugía estética intenta esconder. Todo ello bajo la simetría da armonía y placer estético a nuestra percepción. Una música de notas desordenadas al azar no produce éxtasis, en cambio una melodía con simetrías evidentes, escúchese Michael Nyman por ejemplo, o cadencias escondidas, deléitese con Bach, regalan ese gozo llamado belleza si uno fue adiestrado para captarlas. Lo mismo se puede decir de la pintura, la escultura, la arquitectura y la danza. Quizás percibir la simetría como algo placentero se halle en nuestros instintos más ancestrales, encontrar la comida dependía de ello, la mayoría de alimentos son simétricos.
Todos las características de belleza indicadas, simetría y juventud, no incluyen la delgadez extrema difundida por algunos referentes sociales. Por desgracia, y en el concepto de belleza, juega un papel muy importante la cultura del momento, recuérdense las voluptuosas mujeres que pintaba Rubens. Ahora alguien cambió las cosas. No sé quien se lo inventó pero anuncios, películas y pasarelas de moda muestran que los cánones de belleza vigentes son los hoyuelos bajo el pómulo, el abdomen plano y las piernas larguiruchas. Estos estereotipos, más el culto materialista al cuerpo, son referentes que a menudo arrastran al adolescente hasta la anorexia y la bulimia. La sociedad educaría mejor si todo esto fuera de otra manera.
El papel aquí de los educadores es detectar quien padece trastornos alimenticios entre los adolescentes. En ello escuché la opinión de una profesora de inglés que tras varios casos de anorexia me daba la siguiente información. El escolar que suele sufrir tal contingencia no suele fracasar en los estudios, a no ser que la anorexia y/o bulimia conlleven debilidad inmunológica y hasta obliguen a hospitalizar al adolescente por desnutrición o por una depresión inducida por esa alimentación deficiente. Este tipo de alumnos sufren la falta de un modelo a seguir sumado a un problema de no aceptación de su físico, es decir, un problema de baja autoestima. Por otro lado, suelen ser perseverantes e inteligentes en sus trabajos, algo que dificulta detectar anomalías en ellos ya que saben ocultar muy bien su patología. Otra profesora y madre me apuntaba lo siguiente para detectar casos de anorexia con bulimia.
<< Si se sospecha de alguien hay que observar si después de ir al baño dejó gotas de vómito en el reborde interno superior de la taza, lugar difícil de limpiar, o si los dejó en otros rincones alrededor de ésta. También sucede que el escolar tendrá la costumbre de beber mucho líquido durante o al final de la comida para facilitar la devolución. Cuando esté en el baño dejará largo rato el grifo abierto para ensombrecer los espasmos de la regurgitación. En algunos casos ponen música en la casa o suben el nivel del televisor poco antes de dirigirse al baño. Al salir de éste habrá un excesivo olor de colonia, jabón, perfume o desodorante para disimular el hedor del vómito. Si esto ocurre a menudo y ha detectado delgadez extrema en el púber tras una pérdida de quilos en pocas semanas, puede tratarse de una clara bulimia >>
¿Qué hacer entonces? Si interviene directamente, él o ella lo negarán, hay que avisar al colegio, recurrir a un especialista y tratar el tema indirectamente para que el afectado no se sienta presionado de golpe. Piense que su adolescente pudiera entenderlo como un “todo el mundo se ha puesto en mi contra”. Mejor lento y que lo comprenda que no de sopetón y se rebote bloqueándose. En ello habrá algún docente en quien confíe y que escuche mejor que padres o familiares cercanos. Ya se sabe que la confianza da asco y la distancia respeto. Hay que tener en cuenta que los anoréxicos, dada su gran picardía, inteligencia y autodisciplina, saben decir a los adultos lo que éstos quieren escuchar, es decir saben dejarnos contentos aparentando que pondrán solución a su problema. Lo grave es que tal estratagema alarga su situación pero no la resuelve. Hay que escucharles, sí, pero fingiendo un falso convencimiento para no ser manipulados por su red de ideas. Ellos están atrapados en ella, en su anorexia, nosotros debemos permanecer a distancia de su telaraña. En ello el buen terapeuta sabrá muy bien como mantener esa distancia que a veces los allegados al anoréxico no saben manejar. Por tanto, padres, madres y familiares jamás deben justificar a su hijo o hija ante el especialista ya que ello significaría dos cosas. La primera que todavía no son conscientes al cien por cien de la realidad, y la segunda que sobreprotegen a su retoño dándole alas para continuar en su error metabólico. Me contaba una amiga mía con una hija afectada de anorexia que ante las quejas de ésta por su terapeuta, buscaba otro experto y vuelta a empezar. Es decir, la hija llegaba a convencer a la madre que el especialista no le satisfacía, y mi amiga accedía a cambiárselo pensando que éste no entendía a su niña. En fin, que mi estimada madre justificaba y protegía a su infanta sin darse cuenta que no debía cambiar de terapeuta sino cambiar el parecer de su hija.
A diferencia del caso anterior, unos padres llegaron a desarrollar toda una serie de estratagemas para corregir la anorexia de su dulce y estilizada adolescente. De vez en cuando la madre se preparaba para cenar un buen plato de pasta con salsa, glúcidos y lípidos. Ante la curiosidad de la hija mamá añadía, quita, que esto no es para ti, es para mi nueva dieta de adelgazamiento. En algún momento abandonaba el plato por casa y en muchas ocasiones la chavala lo probaba. En otra ocasión, y de manera descuidada, dejaba por el hogar una lista de alturas y pesos manipulada para que la hija viera que a su metro sesenta de altura le convenía mucho más que apenas unos escasos cincuenta quilos. Prohibían a su anoréxica libros de dietética para ganar peso comentando a su princesa, con la obsesión que tienes por tu cuerpo sólo te faltaría este libro. Hasta un día soltaron por el comedor un artículo firmado por un médico ficticio en donde se afirmaba que mezclar azúcares con grasas adelgazaba. Lo mejor fue que la madre se descuidó expresamente algo su figura previo pacto con su marido que le decía, que guapa que estás últimamente cariño. Estos mismos padres propusieron al tutor en el colegio un concurso de belleza en donde no ganara su hija al estar diez quilos por debajo del peso mínimo, sino otra compañera más llenita.
Todo lo anterior eran medidas correctoras, pero prevenir es mejor que curar y para evitar que un escolar desarrolle una anorexia o bulimia hay que atender a los consejos del diablo viejo. Un psicólogo de Madrid me argumentaba lo siguiente. Previo a la adolescencia y durante su infancia hay que evitar una educación fundamentada en el culto al cuerpo. Cada uno es fruto de su genética y alimentación, no de ídolos de ciencia-ficción o de estrellas del rock con tablillas marcadas en su abdomen, dicen que algunos se las implantan. Durante la infancia hay que infundir la idea de la aceptación física:
- Oriol, tú no eres el más guapo de la clase, eres simplemente guapo, como también el resto de tus compañeros.
En fin, que no se debe pretender que un hijo sea más guapo que los otros ni su hija una sílfide coqueta. Hay que enseñarles a valorar lo que simplemente son, evitando que se acostumbren a lo superficial olvidando que su salud es más importante que su aspecto externo. El materialismo resulta un mal amigo en estos casos al promover obsesiones por la complexión. Hay que educar en la humildad, y no es que su hijo no sea el más guapo del mundo, es que la mayoría de padres piensan lo mismo y es harto imposible que todos tengan razón. Por tanto, eduque en la aceptación de uno mismo para que su hijo no coja obsesiones por el peso o por la forma de su nariz, ¿quién dice que Tom Cruise vaya a ganar un Nobel por su cuerpo o sea el hombre más inteligente del mundo? Él se dejó engañar por la Cienciología, organización acusada hoy en día de venda fraudulenta.
El psicólogo anterior me insistía también en un último aspecto, una buena educación en la nutrición. Carnes, verduras y frutas con pocas grasas e hidratos de carbono son una fórmula clara que debería verse más a menudo en televisión, familia y colegios. Por tanto, exija que en su centro haya más menús equilibrados y menos repostería. La costumbre de alimentarse bien es el preámbulo de una buena salud.
lunes, 10 de febrero de 2014
FRACASO ESCOLAR O FRACASO POLÍTICO (13)
¿Su hijo toma drogas?
Olvidándonos de los díscolos, otra tipología de alumnos a tener en cuenta son los que han desarrollado alguna dependencia. Cigarrillos, porros y bebidas son la primera puerta a las adicciones y éstas a problemas mayores. El centro educativo debe dejarles muy claro el riesgo que asumen al probar sustancias adictivas. En ello una licenciada en Biología soltaba la siguiente reflexión a sus alumnos de Bachillerato.
<< Probar drogas conlleva un riesgo que nadie sabe prever. Hay individuos que se enganchan más que otros, existe por tanto, una predisposición genética en ello. A los primeros les resulta imposible dejar la adicción sin ayuda médica, a los segundos les cuesta menos y puede que lo consigan sin terapia alguna, pero en ambos casos, siempre, y digo siempre, vivirán con la tentación de volver a la droga durante toda su vida. El asunto de las dependencias es algo que nos supera a todos, tanto a docentes como a padres. Opinar sobre ello significa divagar mucho pero sin tocar la llaga del asunto. Mejor escuchar a médicos próximos al tema >>
En ese momento, y conectada a Internet, les ponía en la pizarra digital la opinión de un especialista clínico sobre drogas. El director del Instituto Hipócrates y especialista en adicciones, el doctor Ángel Rubio, afirmaba lo siguiente, la enfermedad de la adicción afecta cada vez a más personas y, sobre todo, a personas más jóvenes. Somos el primer país de Europa en consumo de cocaína y cannabis y se está entre los tres primeros en ingestión de alcohol. Ante tal situación, el asunto de las drogas es grave y debe preguntarse qué lo provoca, si el entorno como afirman algunos teóricos, o la genética, como los expertos argumentan. Según algunos médicos especialistas la adicción no es un vicio ni una mala costumbre, es una enfermedad cuya base fisiológica se encuentra en ciertas predisposiciones del cerebro humano, es decir, en su genética heredada. Ya se ha indicado que hay una minoría de individuos que toman drogas de manera eventual pero que jamás sienten una fuerte adicción, pero hay jóvenes que al principio las consumen moderadamente para luego desarrollar una fuerte dependencia. Los primeros dejan las drogas por ellos mismos, los segundos les resulta imposible sin tratamiento.
El equipo del Instituto Hipócrates afirma rotundamente que no se cae en la adicción, como tampoco se cae en una gripe, en un infarto o en una diabetes. Todas ellas son enfermedades que se desarrollaban dependiendo de un estilo de vida, de las influencias educativas y de una predisposición genética. Es decir, si a un contexto neurológico previo se le suma una exposición reiterada a la sustancia, aparece la adicción. Entorno y genética comparten responsabilidades conjuntamente, y no de forma separada como algunos expertos a veces defienden. Por tanto, la mejor forma de evitar futuras adicciones es evitar el inicio del consumo, así de simple. Una vez el adolescente empieza el consumo, ya está en manos de su predisposición genética y cerebral. En fin, que educadores permisivos, con bajo control sobre sus púberes y fumadores de marihuana ante ellos, están abonando una mayor probabilidad de potenciar un adición irreversible. Tal entorno puede disparar el trastorno y abrir la caja de Pandora ya que, insistimos, la dependencia se potencia desde un bagaje genético heredado, no una determinación del destino.
El discurso anterior da una información clara a unos adolescentes que quizás ya han probado algunas drogas y que ahora pueden corregir futuros hábitos. Por tanto, lo importante es trabajar las adicciones de pequeño, el más vale prevenir que curar. En este sentido una tutora de primero de ESO organizaba el siguiente taller sobre drogas. En medio de la clase ponía una bandeja llena de caramelos y les hablaba a los chavales sobre las adicciones, que la causa principal era el no saber decir que no bajo la poca capacidad de reprimir deseos de placer. Después de ofrecer ciertas informaciones sobre drogas duras y drogas blandas, sobre los porros como primer camino a otras adicciones y sobre sus consecuencias, les ofrecía los caramelos que los zagales ávidamente consumían. De repente les miraba sorprendida y les decía, habéis caído, sabéis que en clase no se comen dulces y no habéis sabido decir que no a un placer. Con las drogas pasa lo mismo.
¿Su hijo sufridor?
Cuando de pequeños nuestros hijos nos dicen que la oscuridad les da miedo, a menudo les respondemos sin empatía y les mandamos de nuevo a la cama sin más, que no tengan paura, que nada les va a pasar, pero eso no resuelve su miedo, lo alimenta. De forma similar actuamos ante la frustración de un alumno al llorar o al sufrir ante un mal resultado académico, le decimos, no llores, no es tan importante en la vida, o en otras ocasiones les machacamos, lo ves, ya te lo dije que con esa actitud ibas a suspender. Tanto en el primer caso como en el segundo hay otra alternativa, siempre y cuando el chaval sea receptivo y sepamos que pondrá de su parte, vaya que no nos estará manipulando con teatro lacrimógeno bajo el proverbio indonesio que las lágrimas son como las perlas, nunca sabes si son falsas.
Veamos que se puede hacer si presuponemos que el chaval no nos miente. Si tiene miedo un zagal se le puede responder, eso es normal, a mi también me ocurría, pero estoy a tu lado para que aprendas a vencerlo. Los casos de frustración escolar se rigen bajo un esquema parecido, si el alumno sufre realmente ante un rendimiento bajo, un buen profesor le puede decir: a mi también los suspensos me dolían, pero tranquilo, te ayudaré. Analicemos donde se halla el problema y pongamos solución. Pregunta más en clase o en casa, pasa los apuntes a limpio, invierte más tiempo y constancia en el estudio, y pide ayuda si la necesitas... más que preocuparte por los problemas, debes ocuparte.
¿Su hijo inconstante?
Hay alumnos de insuficiente, de suficiente, de bien, de notables, hasta de sobresalientes, pero también hay otros que resultan inclasificables, los que sacan notas dispares en función de sus gustos y temporadas. En tal caso estamos ante un alumno inconstante, el que saca un poco de todo y mucho de nada, todo un jardincito entre flores y cardos. Su boletín muestra algunos suspensos, otros sufis y bienes, y hasta puede que algún notable o sobresaliente. Aquí los padres deben apreciar consejos dirigidos a la mejora del esfuerzo, a la gestión en su instrucción y al aumento del tiempo dedicado a ilustrarse. En Finlandia los padres confían plenamente en la escuela sin cuestionarla ni criticarla, algo que conlleva que los docentes y alumnos trabajen bajo un ambiente relajado, de esfuerzo y memorización. Para que el estudiante se sumerja y se entrene en el esfuerzo puede resultar útil que reciba presión académica. Muy útil en este sentido es que empiece sus tardes de estudio por las materias que más le cuestan o no le gustan. En ese momento, al inicio, estará más descansado y receptivo ante lo difícil. Las que le gusten debe dejarlas para el final, como un regalo a saborear. En esta distribución de los deberes resultará útil un adulto que le dirija el trabajo, un refuerzo. Añadir aquí todo lo que se dijo sobre el lugar de estudio en casa y de cómo repartir los tiempos del mismo. El docente que le aconsejó todo esto, buen consejero será.
¿Su hijo al psicólogo?
A veces se deriva a un alumno al psicólogo ante alguna situación que el centro estima anómala. En tal caso, el especialista emitirá su veredicto, su diagnóstico, y los padres quizás piensen que su hijo está enfermo, algo que podría convertirle en un inválido estudiantil por un mal hábito adquirido. Puede que haya siniestros educadores y especialistas que le aseguren una y otra vez que los alumnos con dificultades estudiantiles son escolares limitados que padecen síndromes diversos, hasta puede que le digan que la vagancia es una patología de origen genético. Ante tal perversidad se impulsan individuos que jamás se sentirán responsables de nada y que en nada valorarán el esfuerzo. Si a los defectos se les llamaba enfermedades, jamás se le podrá exigir a nadie que intente mejorar, es más, cualquiera buscará culpar a las deficiencias genéticas ancestrales de sus limitaciones para jamás ser responsable de nada. Atender como enfermos a los alumnos que no se acostumbraron a estar atentos jamás rebajó el socavón educativo, a lo sumo lo hundió un poco más. Afincarse por tanto en ese punto, en la enfermedad, no acelera solución alguna. La vía a seguir es un conjunto de medidas que paso a paso lleven a su hijo a un terreno firme. Exija en ese sentido que el psicopedagogo o especialista redacte un informe de pautas de intervención en casa, pero sobretodo en el aula, ya que allí se detectó el problema. Luego no pida al centro milagros. Me confesaba una filóloga que en sus más de veinte años de docencia, y tras pedir siempre al especialista informes sobre pautas de intervención en el aula, jamás los había recibido. Usted ahora exíjalos y no crea a su hijo enfermo por un diagnóstico, simplemente véalo como algo a superar, como un arrecife que esquivar y no como un ancla fijada en el fondo. Aplique las terapias que se le ofrezcan y trace un plan con fechas flexibles en sus objetivos. Si todo eso no da todos los resultados deseados, vuelva a rediseñar las etapas. Como decía Albert Einstein, es bueno hacerse un plan, pero también después no seguirlo. Improvise cumpliendo todo lo anterior. Si algunos mandamientos del proyecto fracasaran no derive todo al psicólogo, simplemente espere unos meses y no busque culpables. Quizás nos hayamos acostumbrado demasiado a acudir al especialista para resolver todos nuestros problemas. A ver si al final los caprichosos y malcriados seremos nosotros mismos, los adultos.
¿Su hijo no da más?
Es duro para unos padres que su retoño no alcance el nivel que para el resto del grupo resulta normal. En tales ocasiones hay centros que proponen un A.C.I., una adaptación curricular individual, o un P.I., un plan individualizado. La palabra suena bien pero su efectividad real depende siempre del como se aplique. La teoría nos dice que se organizan unos ejercicios exclusivos a medida del muchacho, unos ejercicios rebajados de nivel. Si en ello se confunde el esfuerzo y también se rebaja éste, el centro no busca la excelencia, busca facilitar el aprobado sin lo más educativo, la voluntad de superación. Con tales rebajas se le aprobará con un mínimo de dedicación. A tenor de los últimos avances en neurobiología se sabe que la atención influye más que la capacidad innata, por tanto si un centro rebaja el esfuerzo con un ACI está estafando al alumno y a sus ascendientes al adormecer las capacidades intrínsecas del estudiante. En Finlandia, país con los mejores resultados académicos de Europa, se aplica muy poca adaptación individual ya que se exige que todos los estudiantes aprendan lo que se enseña bajo un mismo currículo nacional y una reválida para pasar de ciclo. Es más, el docente se halla obligado a impartir esos contenidos bajo ley para asegurar que sus alumnos tengan derecho y obligación a la educación. De hecho las naciones que aplican esta recepta obtienen en PISA las mejores marcas.
Recuerdo el caso de una alumna de primero de ESO en Granollers que suspendía las matemáticas. La asesora pedagógica instó al claustro al ACI pertinente. Se adaptaron los ejercicios a la escolar y se le asignó una profesora especialista. A partir de ese instante el informe de notas cambió radicalmente, ahora obtenía trimestre tras trimestre notables en cálculo y álgebra. Luego, y en segundo de ESO, continuó suspendiendo las matemáticas ante la perplejidad de sus padres, ¿ven el engaño? La atención a la diversidad y sus ACI resultan un gran pacto de buenas intenciones que no resuelve nada, y menos con treinta alumnos por clase. En realidad, y cuando se empezó a aplicar ocurrió que esa minoría a quien dedicar mayor atención, los no tan buenos, daba más trabajo que todo el grupo entero, incluidos los mejores. Por más docentes especialistas que hubiera se desatendía al resto de la clase, a la mayoría. Intentar disponer de más maestros hubiera resultado muy caro, y resulta obvio que es imposible un profesor por cada alumno. Durante la EGB no se aplicaba el término atención a la diversidad pero sí se evaluaba con distinto rasero a quien con su esfuerzo no llegaba a la media normal del grupo. A menudo algunas actividades eran corregidas bajo criterios más laxos y se potenciaba que el alumno se esforzara. Al final, y con todo lo trabajado, se le daba el aprobado. Si un tutor defiende esto ante unos padres, está impulsando el esfuerzo de su hijo y no teorías sin efectividad. Hay que añadir que cuando un alumno con dificultades es consciente de su ACI, éste se relaja y se vuelve holgazán. Por tanto, insisto, cualquier docente diestro siempre ha impartido sus clases atendiendo a la diversidad, con explicaciones claras en la pizarra, buenos esquemas, orden en los conceptos y ejercicios fáciles al principio y más complejos posteriormente. Con ello logra que la mayoría de sus alumnos le sigan en lo básico. Si alguien no llega a todo, ese profesor sabrá valorar su esfuerzo y ajustará la nota a final de trimestre o de curso. En ese sentido me acojo a una dicha propia que hay que repetirles a los adolescentes una y otra vez, fracasa quien abandona una vez, triunfa quien empieza mil veces. La educación imparte conocimientos pero también, y lo más importante, forma individuos capaces de despabilar por si mismos. Sin esfuerzo jamás alcanzarán tal objetivo y no serán adultos de pleno derecho. Cabe recordar que el objetivo de educar es formar individuos maduros que sepan llevar una vida independiente con conocimientos y buen criterio.
Pero lo falaz de los ACI fue que jamás se habló de subir el nivel a los buenos, sino sólo de bajárselo a los malos. Por tanto, la atención a la diversidad no resultó ser del todo cierta ya que sólo se atiende a los alumnos de bajo rendimiento, una minoría, desatendiendo a la normalidad y destacados, la mayoría. En fin, no acepte un ACI por respuesta. Si en el colegio le ofrecen una adaptación curricular individual y su hijo no presenta cuadro agudo alguno de patología mental grave, insista que le traten como a los demás y que en la evaluación final se hagan las rebajas necesarias si el chaval trabajó y se lo ganó. Para ello el alumno tuvo que aumentar las rutinas y horas de concentración, de deberes y de estudio. Hay que hacer como en Japón y Taiwán, allí los estudiantes dedican en casa una media de trece horas semanales de trabajo y estudio. Si con todo lo anterior un alumno no alcanza mejores resultados debe ser ayudado por alguien.
jueves, 6 de febrero de 2014
EL NAIXEMENT D’UNA ILLA, MENORCA de Joan Rosell i Carme Llompart
EL NAIXEMENT D’UNA ILLA, MENORCA de Joan Rosell i Carme Llompart, és un recorregut geològic per l’illa de Menorca dirigit a neòfits emprant un llenguatge planer i entenedor. S’explica la història geològica de l’illa amb gran destresa didàctica. Ple de detalls geogràfics i geològics, esdevé un llibre idoni com a guia turística que permet visitar l’illa tant des del vessant paisatgístic com del geològic. Potser el personatge d’en Xec hi sobra a canvi d’una bibliografia que no es veu per enlloc. Això fa que geòlegs importants com Francesc Calvet o Antoni Obrador no se’ls faci honor, havent estat ells i altres, pioners en moltes de les troballes de l’illa, i que el mèrit sembli que sols sigui dels autors de la guia geoturística. Qui sap si assumptes d’ego i ganes de fer ombra formen part del rerafons d’aquest llibre (Menorca, 31-12-2013)
2001 DITES (11 I FINAL)
ELEGÀNCIA? MODALS? CORRECCIÓ?
En les coses importants cadascú es mostra com li convé, en les petites com és (Chafort)
Entre la bondat i la maldat hi ha uns coixinets que s’anomenen modals (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Vesteix un bastó, que semblarà un senyor (Proverbi català)
El cap i els peus fan la persona (Proverbi català)
De visita tothom és bo (Proverbi català)
De porc o de senyor se n’ha de venir de mena (Proverbi català)
Qui cara veu, cara honra (Proverbi català)
Amic o enemic, bon vi has de servir (...)
Pel son es coneix a la campana, i a l’home per la paraula (Proverbi castellà)
SAVIESA? CULTURA? CONEIXEMENTS? SABER MASSA?
Si el cervell humà fos prou simple per tal que l’entenguéssim, seríem massa simples per comprendre’l (Peter D. Kramer, “Listening to Prozac”)
Buscar el diferent és observar, buscar el comú és comprendre (Jorge Wagensberg, El Gozo Intelectual, 2007)
En ciència, comprendre és trobar la mínima expressió del màxim compartit (Jorge Wagensberg, El Gozo Intelectual, 2007)
Comprendre és separar l’essencial de l’accessori (Jorge Wagensberg, El Gozo Intelectual, 2007)
Entendre en què consisteix el problema suposa més de la meitat de la solució (Inger Enkvist, “La Buena y la Mala Educación”, 2011, catedràtica d’espanyol de la Universitat de Lund, Suècia)
La intel·ligència és el que fem servir quan no sabem què fer (Piaget, pedagog que mai no va comprendre la intel·ligència)/La memòria sempre fou el marcapassos de la intel·ligència (George Steiner, educador)/ La teoria oriental segons la qual es pot arribar a saber més per estat de gràcia que per estudi i paciència, deu estar basada en la gran capacitat per a la trampa i la mistificació que sovint tenen certes persones irresistiblement simpàtiques (Josep Pla, “El Quadern Gris”)
La suprema intel·ligència s’anomena bondat (Alexandre Jollien, filòsof, “La Vanguàrdia”, contra del 20 de juny de 2012)
Cultura és allò que resta quan ens hem oblidat del que havíem après (Goerge Savile, marquès de Halifax)
La veritable saviesa consisteix en saber apreciar el que es té, en el moment en què es té i no en el moment en què ho perdem (Jesús Castellón Motta, “Las Olas del Tiempo”)
No sabràs fins que et donis, i no et donaràs fins que sàpigues (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Qui sap limitar els seus desigs és sempre molt ric (Voltaire)
Viatjar és imprescindible; i la set de viatjar, senyal i símptoma d’intel·ligència (Enrique Jardiel Poncela)
Tots tenim idees estúpides, però el savi se les calla (Wilhelm Busch)
El bon savi amb el silenci parla (Anònim)
Els qui parlen no saben, i els qui saben no parlen (Lao-Tse)
El silenci és un argument que no requereix resposta (Heinrich Böll)
Bona raó, foragita qüestió (Proverbi castellà)
Bones raons, captiven els cors (Proverbi castellà)
Medio tutissimus ibis: pel mig és on més segur caminaràs (Ovidi, influenciat pel just mig d’Aristòtil)
Un refrany és una breu frase que neix d’una llarga experiència (Miguel de Cervantes)
Fumar no és cosa de cecs, perquè cal veure el fum, que és l’únic que fa visible el vent (Joan Barril, 2009, Les Terres Promeses)
Sols camina sobre el fum el mateix fum (...)
No és la saviesa qui ens obre els ulls, sinó les bufetades que rebem vivint (Jesús Castellón Motta, “Las Olas del Tiempo”)
Rectificar és de savis (Proverbi català)
SEPARACIÓ? DIVORCIS? EX?
La teva ex sempre ho serà fins que la mort us separi (Murphy)
Hi ha matrimonis que acaben bé, o duren tota la vida (Godoy, humorista)
La durada d’un matrimoni és inversament proporcional a la despesa del convit (Murphy)
Coneixes la teva parella quan et deixa, no mentre convius amb ella (Mateu Fortuny, COM ràdio)
Diuen que el divorci és l’última opció, però ¿i si ho és el matrimoni? (...)
Quan la fam entra per la porta, l’estima fuig per la finestra (Proverbi castellà)
SOLTERIA? CONCOS?
Un solter és el record d’alguna dona que va trobar quelcom millor en l’últim minut (Les Luthiers)
La dona que no té sort amb els homes no sap la sort que té (Anònim)
El matrimoni té una avantatge: és voluntari. Jo no m’he casat: sóc un solter aquilotat. Les persones que es casen molt joves van al matrimoni completament venudes (Josep Pla, “El Quadern Gris”)
[Un conco convençut] El matrimoni m’empaita però jo sóc més ràpid (Les Luthiers, inspirat en)
SOLITUD?
Val més sol que mal acompanyat (Proverbi català)
Arribes sol en el món i te’n hi vas sol. Et passes la vida fugint de la solitud i no l’assoleixes fins que així l'acceptes (Morris West, 1988, “El Navegant”)
La vida no té solució perquè potser no és un problema (Alexandre Jollien, filòsof, “La Vanguàrdia”, contra del 20 de juny de 2012)
Sentir-se sol fa venir el plor, estar-ho la reflexió (..., “El Complot dels Déus”)
El millor aliat contra la solitud és la imaginació (Joan-Ignasi Ortuño, Mientras me Ducho, 2012)
Una persona no es veu mai tan sola com quan es confon entre la gent (Joan Sales, Incerta Glòria)
El que fa que les persones busquin companyia és la seva incapacitat de suportar la solitud (Arthur Schopenhauer)
M’agrada estar sol, però no sentir-me sol (Jesús Castellón Motta, “Las Olas del Tiempo”)
Donat que tota ruptura de la nostra solitud implica violar la solitud de tots els altres, d’aquest moviment en resulten els nostres més grans errors (Josep Pla, “El Quadern Gris”)
La conclusió més dramàtica per la solitud que comporta, és que som fruit de l’atzar més improbable d’un cosmos immens (...)
La ciutat és un gran monstre alimentat per l’anonimat de multituds (...)
DROGUES? ALCOHOL? DEPENDÈNCIES?
Si ets dels qui es queda enganxat a la televisió, un consell, pots deixar-ho. Sols cal prémer un botó (Pep Torres, escriptor)
El bo de la tele és que es pot apagar (Grouxo Marx)
L’alcohol excita els reflexos mentals del cinisme (Josep Pla, “El Quadern Gris”)
No et fiquis en el món de les drogues, som molts i n’hi han poques (Les Luthiers)
Amb l’anglès i la beguda s’ha de vigilar. A la primera copa et sents tímid, a la segona ja parles, a la tercera millora, a la quarta parles americà (Proverbi britànic)
És bo deixar la beguda, el bo és saber on (Les Luthiers)
Les drogues maten lentament, tant se val, no tenim presa (...)
Fuig de les temptacions, però a poc a poc per tal que t’atrapin (Les Luthiers)
L’embriaguesa per l’alcohol fa tornar esplèndids els avariciosos, dóna enginy als ignorants i converteix els egoistes en generosos (Josep Ferrer, amic de Josep Pla, “El Quadern Gris”)
La dona borratxa i el vi al celler no pot ser (Proverbi català)
Fou una dona qui em va empènyer a la beguda. Llàstima que mai no vaig poder agrair-li (Les Luthiers)
Em penedeixo més del que no he fet que no pas del que sí he fet (Joan-Ignasi Ortuño, Mientras me Ducho, 2012)
Vaig llegir que l’alcohol era dolent i vaig deixar de llegir (Les Luthiers)
BOIG? LIRONIA?
Si un ocellet t’ha dit quelcom, deus estar boig, els ocells no parlen (Les Luthiers)
Un boig és un hipersensible a qui li dol la realitat fins a l’impossible (Cristina, Princesa Inca, poetessa i col·laboradora de “La Ventana” de Gemma Nierga a la Cadena SER. Contra de La Vanguardia del 24 de març de 2011)
La lironia sempre ha estat una forma de fugir cap endins (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Val més un boig conegut, que un savi per conèixer (Proverbi català)
La psicologia és l’únic negoci on el client mai no té la “raó” (Les Luthiers)
Client content si la raó li dones, servei content si per això cobres (...)
A que qui paga millor deixar-lo manar (...)
Amb prestigi, poder, carisma o diners, t’anomenen excèntric, et perdonen [...] i no et tanquen (Cristina, Princesa Inca, poetessa, esquizofrènica i col·laboradora de “La Ventana” de Gemma Nierga a la Cadena SER. Contra de La Vanguardia del 24 de març de 2011)
El contrari de la bogeria no és el seny, és la felicitat (Da Fante, escriptor)
En moltes cultures al boig se l’escolta: s’accepta que accedeix a una altre comprensió de la realitat, a una il·luminació. I ell és el bruixot, és l’oracle. Però aquí no, aquí dona por (Cristina, Princesa Inca, poetessa, esquizofrènica i col·laboradora de “La Ventana” de Gemma Nierga a la Cadena SER. Contra de La Vanguardia del 24 de març de 2011)
El boig és un individu que somnia despert (Immnuel Kant)
Si un abogado se vuelve loco, ¿pierde el juicio? (Les Luthiers?)
Jo no pateixo la lironia, la gaudeixo cada minut (Les Luthiers)
As mad as a hatter (Proverbi anglès)
GUERRA? VIOLÈNCIA? ODI?
La guerra és un fet monstruós on homes joves que no es coneixen i no s’odien es maten sota les ordres d’homes vells que sí es coneixen i s’odien, però que no es maten (Erich Hartman, soldat de la Luftwaffe alemanya, potser plagi de Paul Valéry)
La guerra és una matança entre gent que no es coneix per profit de gent que sí es coneix però que no es mata (Paul Valéry)
A la batalla els homes maten per no morir, això és tot (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Els militars no tenen un ofici sinó dos, un de sagrat, protegir, l’altre sacríleg, assassinar (...)
Els soldats són simples, no rucs (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Què és la guerra? Budells fora del ventre, saqueig i destrucció (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
La victòria té molts pares, la derrota és orfe (John Fitzgerald Kennedy, 1961, al final de la crisi dels míssils a la badia de Cochinos a Cuba)
La guerra no és qüestió d’armes sinó de diners; guanya el que disposa de l’última moneda (Pericles o Temístocles)
La guerrilla sempre creu en la victòria, i els exèrcits només tenen por de la derrota (John Fitzgerald Kennedy)
El final de la guerra sols el veuen els morts (Plató)
L’objecte de la guerra no és morir pel teu país, sinó que l’altre bastard sí ho faci (George Patton ?)
Mai no he entès per què els homes de la guerra despatxen les seves grans intencions parlant sempre de pau (Joan Barril, 2009, Les Terres Promeses)
De pacifista en temps de pau ho és tothom (Joan Sales, Incerta Glòria)
Si vis pacem para castrum – Si vols la pau erigeix fortaleses (Dita llatina)
Per a barallar-se han de ser dos (Proverbi català)
Quan un no vol, dos no es barallen (Proverbi català)
Si en un relat apareix una arma, algú l’ha de disparar (Txèkhov)
Combat concentrat i marxa per separat (màxima militar)
La qüestió no és si gaudim instintivament de veure patir algú, sinó que tenim la capacitat d’aprendre a gaudir-ne (Marvin Harris, antropòleg)
El salvatge no es troba en latituds exòtiques sinó en el nostre interior més recòndit (Rousseau)
Mateu-los a tots, Déu ja reconeixerà els seus (Papa Arnaud-Amaurus, genocidi a Béziers dels albigesos, segle XIII)
És difícil odiar a un poble si llegeixes els seus autors (Amos Oz, escriptor israelià i Premi Príncep d’Asturias, 2007)
No pots desitjar la mort de qui fa servir l’altre rem de la barca, si més no fins que arribis a la platja (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Quan han vençut, els vencedors m’interessen menys que abans de vèncer. La història, el que la gent diu la història, m’agrada sobretot llegir-la al llit (Josep Pla, “El Quadern Gris”)
La història sempre l’escriuen els guanyadors (Carr)
Si l’energia és l’alfa i l’omega del poder mundial, resulta òbvia la guerra pel petroli (..., “El Complot dels Déus”)
Qui sobrevisqui a un enemic de la seva alçada, trobarà a faltar alguna cosa aviat (Otto von Bismarck, podríem pensar en les dretes i les esquerres que es retroalimenten i s’autojustifiquen; en ETA i Espanya...)
A l’enemic cal respectar-lo sempre, encara que no s’ho mereixi, i admirar-lo, sempre que s’ho mereixi (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Després d’un bon amic el millor que es pot tenir en aquesta vida és un bon enemic (Dita austríaca)
Les paraules mai no podran reflectir el patit per l’embat dels boixos (..., Madrid 11-M, 27 de juliol de 2004)
La lògica de les guerres és sovint una exaltació d’irracionalitats (Lluís Llach, “Memòria d’uns Ulls Pintats”, 2012)
La violència és el comportament d’algú incapaç d’imaginar una altra solució a un problema que el turmenta (Bruno Betelheim, pedagog)
Ni míssils ni coets, volem els barrufets (...)
Estar com gat i gos (Proverbi català)
En la guerra, sinó serveixes per matar, sempre serveixes per ser matat (Proverbi cubà)
L’home que és temut per molts n’ha de témer més (Plató)
Ningú no és tan idiota com per triar la guerra en comptes de la pau. Perquè en temps de pau els fills enterren els pares, però la guerra trasbalsa l’ordre de la naturalesa, i els pares enterren els fills (Herodot)
MORIR? MORT?
La mort és un fred fora de lloc (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Cada matí quan em llevo, és un dia més que he guanyat de vida (Xavier Melgarejo, “Davant l’Adversitat Amor i Llibertat”, 2012)
Si la mort fos evitable, l’home perdria la seva vida evitant-la (Amin Maaluf, “Lleó l’Africà”)
Molts s’aferren com mai a la vida quan la mort els crida (...)
Nosaltres no vivim cap vida, és la vida qui ens viu a nosaltres (Joan Sales, Incerta Glòria)
Quin sentit té la vida? Si el segon Principi de la Termodinàmica ens diu que tot tendeix al màxim desordre i al mínim d’energia, el veritable sentit de la vida és simplement morir (..., “Un Déu per als Ignorants”)
Què és la vida? Doncs situacions i decisions (...)
[La vida] Saber el que cal fer i estar on cal estar (Albert Sánchez Piñol, “Victus”, 2013)
Què és la vida? Molts difunts al voltant i tu encara esperant (...)
Per la vida es perd la vida (Proverbi català)
No s’és mort si es continua vivint en el cor de les persones a les qui s’ha d’abandonar (Samuel Smiles)
Ningú no mor del tot fins que no mor l’última de les persones que l’han estimat (J.L. Arsuaga, paleontòleg, “Al Otro Lado de la Niebla” plagiant a Samuel Smiles)
La vida és efímera, però els seus dies poden ser immortals (Píndar)
La mort és millor que ens arribi sense avisar. Perquè quan s’anuncia, el viu comença a morir (Joan Barril, 2009, Les Terres Promeses)
No et prenguis la vida seriosament, al final no en sortiràs viu d’aquesta (Les Luthiers)
Per què utilitzen agulles esterilitzades per administrar una injecció letal? (Les Luthiers)
La mort està tan segura de la seva victòria, que ens dóna tota una vida d'avantatges (Carme Robles, 2009, bona amiga i lluitadora contra el càncer del seu fill)
Mors certa, hora incerta (Proverbi llatí)
Mentre vivim, anem criant la mort al mateix temps. Però aquesta és solament una part de la veritat que hem de conèixer (Haruki Murakami, “Tokio Blues”)
Life’s too short to drink bad wine, la vida és massa curta per veure un vi dolent (Proverbi anglès)
En moltes làpides hauria de posar: mort als trenta, enterrat als seixanta (Herbert N. Cassons)
No hi ha cultura que valgui sense pompes fúnebres (Joan Sales, Incerta Glòria)
Morir és fàcil, viure és el que costa més (Morris West, “Les Sandàlies del Pescador”)
El fet que tinguem por a la mort [...] és sens dubte causat per la ignorància de la ciència [...]. Quan un home està a punt de morir no fa cridar un científic, ni a un metge, sinó a un pastor de l’església (Elie Metchnikoff, un any abans de morir, 1915, pare de la gerontologia)
La vellesa no serveix per a les anunciacions. Només serveix per a les defuncions (Joan Barril, 2009, Les Terres Promeses)
S’estima que més del 99,9 per cent de totes les espècies han desaparegut. Des d’un punt de vista estadístic hem deixat d’existir (...)
De mortuis nil nisi bene, sobre els morts sols se’n diguin coses bones (Proverbi llatí)
Molts glops són la vida, un de sol la mort (Miguel Hernández)
La mort no existeix en contraposició a la vida sinó com part d’ella (Haruki Murakami, “Tokio Blues”)
Qui s’ancora en el passat, mor cada dia una mica (..., “El Complot dels Déus”)
Néixer és començar a morir (Josep Mas, professor del col·legi Cervetó de Granollers)
L’única por veritable, és la por a morir (Joan Barril, 2009, Les Terres Promeses)
El temps passa i no s’atura. Ell és qui tot ho esborra i tot ho fa créixer. Amb ell aprenem el que ens cal per gaudir dels colors de l’endemà (..., “Les Cinc Cares de la Terra”)
Si tots hem de morir i desaparèixer, és perquè el món es basa en la mort i la destrucció (Haruki Murakami, “Kafka a la Platja”)
As dead as a dodo, tan mort com un dodo (Proverbi anglès, el dodo, Raphus cucullatus, fou un ocell de l’illa de Maurici que els portuguesos extingiren pels vols del segle XVII)
Quan era mort el combregaven (Proverbi català)
La vida es como un grajo, tanto estás arriba como te vas debajo (Ibáñez: Mortadelo y Filemón)
La mort? Estrany destí inevitable (...)
DÉUS? TEISME VERSUS ATEISME? RELIGIÓ?
Ciència i religió han estat buscant el mateix, el gènesis. Com s’entén que estiguin contraposades? (..., 2001)
Si la terra és per als forts, el cel deu ésser per als febles (Josep Pla, “El Quadern Gris”)
La Bíblia mostra la manera d’anar al cel, no la manera com van els cels (Galileu)
Una traducció d’un misogin (Sant Pau?) ens ha fet creure en un pecat original inexistent. Eva no havia de parir amb dolor sinó sols amb esforç (Erri De Luca, escriptor i traductor bíblic)
El pecat original no és més que naixem sabent que anem a morir (Joan-Ignasi Ortuño, Mientras me Ducho, 2012)
Jesús fou un teòric de la revolució amb ganes d’espasa però sempre amb aquesta a la funda (..., “Jesús, Crónica de un Doble Asesinato”)
Un llibre sobre l’autèntic Jesús és perillós, sobretot si es ven (José Antonio Pagola, teòleg i autor de “Jesús Aproximación Histórica”)
Jesús fou un home d’esquerres que se’l van fer seu els de dretes (Carnissera de Miravet)
Jesús fou un anarquista a qui els burgesos enviaren a la forca (dita anarquista)
Els humans som així de crèduls, sigui una democràcia sigui una religió (..., “Les Cinc Cares de la Terra”)
Vos populi vox Dei (Proverbi llatí)
Jesús de Natzaret no va venir a abolir res, sinó a reformar el judaisme. Tota la construcció religiosa posterior és obra d’homes que l’han instrumentalitzat (Joaquim Pijoan, “L’amor a Venècia”)
El cristianisme ha fet molt per l’amor tot fent-ne un pecat (Anatole France, “El Jardí d’Epicur”)
La religió és l’opi del poble (Karl Marx)
El confucionisme, el tao, el budisme, el cristianisme i l’Islam varen prosperar perquè les elits dominants els van adoptar al treure’n profit (Marvin Harris, “Materialisme Cultural”, 1979)
L’empirisme científic està devorant la terra promesa dels teistes (..., “Les Cinc Cares de la Terra”)
Gràcies a Déu, sóc ateu (...)
Pot haver-hi molta noblesa moral en un ateu (Ch. Moeller)
La fe, és el que cura (Proverbi català)
La fe mou muntanyes... però si la muntanya ve a tu, corre, és un esfondrament (Les Luthiers)
¿Que com fer riure a Déu? Explica-li els teus plans (Woody Allen)
El món em neguiteja i no puc concebre que aquest rellotge existeixi sense rellotger (Voltaire, S. XVIII)
He viscut en el dubte, he mort en l'angoixa, no sé on vaig! Causa de totes les causes, tingues misericòrdia de mi (Aristòtil, S. IV. a. C., atribuït)
Nadal [...], estúpida orgia del malbaratament com a creença d’una felicitat tan buida com falsa (Javier Nart, “Viaje al Desierto”, 2000)
Aquell qui busca l’esperit és perquè li falta (Friedrich Nietszche)
L’ésser humà és molt fràgil, la por a la mort el domina, i aquesta és la raó de les religions (Gao Xingjian, 2011, Premi Nobel de Literatura, 2000)
Tant si Déu existeix com si no, el trobem molt a faltar (Anthony Burguess, 1971)
No és que les monges estiguin casades amb Déu, sinó que no hi ha Déu que es casi amb elles (...)
Els conflictes es generen, no perquè la ciència i la religió rivalitzin intrínsecament, sinó quan un domini intenta usurpar l'espai propi de l'altre (Stephen Jay Gould, 1991)
L’església és com una empresa on un es pot entendre molt bé amb el seu amo però no amb els comercials (Xavier Bosch, “Homes d’Honor”, 2012)
L’única església que il·lumina és la que crema (Facebook)
L’únic moment de la vida en què deu ésser impossible de negar l’existència de la providència deu ésser l’instant de morir (Josep Pla, “El Quadern Gris”)
Els qui preguen massa a Déu donen massa feina a l’amo (...)
Déu és un cambrer amb massa taules que servir (Nigel Nicholson, expert en comportament d’organització del London Business School)
Religió que raona, religió morta (Goethe).
Un dels trets curiosos del codi còsmic és que, pel que sabem, Déu no s'hi ha xifrat a si mateix en ell (Heinz Pagels, 1988)
La meva racionalitat laica em diu que Déu és una criatura de l’home, i no l’home una criatura de Déu. També crec que seria millor creure. Déu representa una esperança que ens ajuda a uns a ben viure i a d’altres a millor morir (Josep Piera, “Seduccions de Marràqueix”)
Que què són els déus? El llast de la ciència (...)
Hi ha explicacions analgèsiques [Déu] que sols calmen el dolor de la incomprensió sense eliminar la causa d’aquell dubte (Peter Medawar, modificat)
Déu ha mort, signat Nietszche; Nietszche ha mort, signat Déu (Anònim)
Déu no sols juga als daus, sinó que sovint els tira allà on no podem veure’ls (Stephen Hawking, 1976)
El misteri oriental és la brossa de moda. La gent creu en ell sols perquè és quelcom diferent del que han conegut fins ara. Però com a descripció natural de la realitat el místic oriental fracassa estrepitosament (Stephen Hawking)
Creient: Res pot fer-se del no-res.
Ateista quàntic: Si Déu va sorgir del no-res, tot és res, ja que en cert sentit, tot està fet d’espai i l’espai és no-res, la pura geometria. Així Déu és la nostra pura matemàtica (...)
La gran veritat de la ciència és que ara delimita amb una perfecció divina la frontera entre Déu i l'home. Déu? Sols ho sap ell on és. La ciència,... sap on és l'home i sap on és Déu (..., “Un Déu per als Ignorants”)
Visc en el dubte i la incertesa. Crec que és molt més interessant viure sense saber que no pas viure amb solucions que puguin ser errònies [Déu] (Feynman)
Napoleó: Com és que en el teu sistema cosmològic no parles de Déu?
Laplace: No he tingut necessitat d’aquesta hipòtesi.
(1749-1827)
Saps que en penso de Déu? Que és una invenció de l’home. Per si un cas no ho fos, que l’home tingui pietat de Déu (pel·lícula “Matsuca”)
Si Déu s’oculta a l’univers, ho fa en el Principi d’Incertesa (..., 1999)
Crec en un Déu de qui no en sé res (Alexandre Jollien, filòsof, “La Vanguàrdia”, contra del 20 de juny de 2012)
Qui pugui imaginar que no pot existir res, que em digui com, i sinó, que s’inventi un Déu. Vist que l’existència és un fet originat del no-res, caldrà sols saber què és aquest no-res i començar a explicar-ne l’existència (..., 1999)
La confessió hauria de ser l’autèntic divà de la psicoanàlisi amb la divinitat. La paraula té el do de guarir, però només si et pots explicar (Joaquim Pijoan, “L’amor a Venècia”)
Cada cop que inferim coses noves de l’univers ens adonem que si Déu existeix ho fa cada cop més lluny (..., “El Complot dels Déus”)
La cosa més estranya no és que Déu existeixi, sinó que nosaltres ho fem (Charles Moeller)
Els creients sovint afirmen que si el 90 per cent del món creu en un déu, ells tenen raó, però si el 90 per cent de les cultures són masclistes, ¿també tenen raó? (...)
Quan una dona sap cosir, apedaçar i cardar, ¿quina necessitat té de saber gramàtica o de composar versos? (Lope de Vega, un masclista)
Si parles amb Déu ets religiós, si Déu parla amb tu ets un psicòtic (Gregory House)
La pregunta no és si Déu existeix sinó si ho fa més enllà de la nostra ment (..., 4 de febrer de 2007)
Sabent que un de cada cinc embrions humans acaba en avortament cal fer-se la següent pregunta, si Déu va dissenyar explícitament el sistema reproductor humà, ¿és Déu el major avortista de tots? (Francisco J. Ayala, físic, geneticista i dominic teòleg. Darwinista i creient moderat. Investigació i Ciència, gener 2009, pàg. 36)
Uns amb Déu i uns altres sense Déu, hem armat una que ni Déu l’entén, [la Guerra Civil Espanyola] (Jaume Bosch de can Rissec al poble de Solius, anomenat Met Rissec, pagès excombatent de la lleva del biberó a la Guerra Incivil espanyola)
¿Com podríem fer riure a Déu? Doncs explicant-li els teus plans (Woody Allen)
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