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miércoles, 19 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (25)

Los educadores justificadores Ver la paja en ojo contrario pero no ver la viga en el tuyo es harto común en los humanos. A menudo nos percatamos de los defectos ajenos y nos cuesta horrores reconocer los nuestros. A todo esto se le llama error por subjetividad. La evaluación de nuestros hijos está llena de ésta por una simple razón, el amor que sentimos por ellos. En fin, que el querer no resulta una lente objetiva. Recuerdo el caso de una madre que ante todos los suspensos de su hijo le justificaba así: - El niño estudia mucho, ¿sabe? El otro día se pasó tres horas en su habitación sin poner la tele. Pero no estudió, sólo apagó el televisor, algo que no explicaba los suspensos en educación física, ética y plástica. Otra madre argumentaba: - Es culpa de los profesores, todos le tienen tanta manía a mi Christian, que por eso suspende todas las áreas. Una tercera afirmaba: - Mi hijo en mates, es que verá, no es bueno. Las mates, es que le cuestan mucho, ¿sabe? Él sólo estudia lo que le gusta. Y una de las peores se quejaba a un profesor de la siguiente forma: - ¿Qué mi hijo es soberbio? Todos los adolescentes lo son. Yo me pregunto entonces que nivel de soberbia es capaz de admitir usted como docente. Él, mi hijo, es como yo, y le comprendo perfectamente. Yo hago igual que él. ¿Ser soberbia? Y no había duda que así lo hacía. Añadiré lo que luego dijo el padre de este alumno durante la misma entrevista: - ¿Me está diciendo que mi hijo no se comporta bien en clase? Usted a mi hijo no le conoce en absoluto, él es muy sensible, hasta defendió el NO a la guerra de Iraq, ¿por qué no se meten con otros de su clase que fuman porros, van rapados y llevan símbolos nazis? Yo conozco muy bien a mi hijo, cosa que usted no. Deje que yo le eduque y usted dedíquese sólo a enseñar. Pero quizás el caso más triste, y real como todos los anteriores, fue el de un zagal muy díscolo y expedientado por todo el claustro en donde la madre le justificaba sentenciando: - Ustedes se lo han inventado todo. Sepan que mi hijo, a mi, jamás me mentiría. Y si quieren añadamos otras afirmaciones de otros progenitores como: yo, a su edad, era igual y hacía lo mismo, u otra como, pero si es un niño, deja que haga lo que quiera, tiempo habrá que la vida le haga sufrir. En fin, que los padres justificadores existen, nada más releer los casos anteriores salta a la vista, pero ¿cómo pueden ellos saber que lo son? Y lo más importante, ¿qué consecuencias acarrean en el comportamiento de sus hijos? Vayamos por partes, los padres justificadores defienden a ultranza a su prole consciente o inconscientemente a pesar de la culpabilidad probada de ésta. Suelen ser padres que felicitan cualquier mérito de sus hijos, les ríen la mayoría de gracias y les compran muchos artículos de consumo. Puede que dediquen mucho tiempo a sus hijos pero luego les dejan demasiada libertad de elección. - Mi Oriol no vino al cole ayer para estudiar en casa de su compañera de clase – añádase al asunto que Oriol jamás estudiaba y que la compañera era algo más que eso -. Y como se les hizo muy tarde estudiando, pues claro, le dejé que se quedara a dormir en casa de su compañera de clase. A la mañana siguiente, y cansados como estaban, no pudieron ir al colegio. Por eso llegaron al centro a las tres de la tarde, como usted ya fue informado. Las justificaciones maternas al estilo anterior hacen que los hijos se adapten al ecosistema y a vivir que son tres días, más algunas noches de goce con la compañera. Los así adolescentes se transmutan en sujetos orgullosos y engreídos. Su autoestima y orgullo son tan fuertes que suelen mirar por encima del hombro al docente, todo ello a sabiendas que sus progenitores vendrán en su ayuda si lo necesitan, unos padres blandos, protectores, compradores y muy amigos de sus hijos. - ¡Que a mi no me ralles! ¡Que no me digas nada tío! ¡Que ya hablará mi madre contigo! ¿Te enteras profe? ¡Que me das asco! ¿Y los trabajos de estos alumnos en clase? Pues son nulos o inconstantes. Cuando lo necesitan se ponen las pilas y, si se lo proponen, aprueban, por lo que no suelen repetir curso aunque sí afectan a la mayoría del grupo con sus arrebatos en el aula. La causa de todo esto es que en el colegio hay unas normas y en la familia no las hay. Ante esta contradicción cabe preguntarse, ¿quién debe adaptarse a quien? Recuerdo a cierto pedagogo reformista declarar por televisión que los colegios deben adaptarse a las nuevas familias, que hay que hacer un esfuerzo para asimilar mejor la falta de disciplina familiar. En fin, y con ironía, que deberíamos dar la razón a la madre que dijo: - Mi hijo, a mi, jamás me mentiría. Como decía Inger Enkvist en su libro “La Buena y la Mala Educación”, si los padres defienden automáticamente a sus hijos en un conflicto sin averiguar antes lo que ha sucedido, están socavando no sólo la autoridad de la escuela, sino también la suya propia ante el hijo. Los ausentes Pagar la hipoteca, las letras del coche, los créditos por los electrodomésticos e incluso aquellos caprichos que todos queremos nos llevan a ser unos esclavos del trabajo y de su reloj. O invertimos gran parte de nuestro tiempo en el mundo laboral o nos quedamos sin dinero. El escenario anterior presenta una contraprestación si se tienen hijos. Tanto horario laboral por un salario que da de comer a los tuyos sirve para al final no atenderlos correctamente. Uno, y sin elegirlo apenas, se ha transformado en un familiar ausente. - Yo no puedo estar por mis hijos, no tengo tiempo. Trabajo mucho por ellos y así tienen lo que necesitan. Tener un hijo implica quererlo y educarlo dedicándole el tiempo de calidad que sea necesario, por desgracia nuestro mundo laboral no siempre lo permite. Existen guarderías y colegios para nuestros vástagos pero éstas y éstos jamás podrán sustituir el rol familiar. Visto lo anterior, los padres ausentes se hallan muy solos ante el peligro y aislados de sus hijos. Recuérdese que la llegada a la adolescencia conlleva la soledad al romper la comunicación con los progenitores. Por eso los púberes se abren a un grupo o banda, a unas nuevas amistades ávidas de referentes. Si los padres ya pertenecían al perfil de los ausentes, el problema se agrava exponencialmente en la pubertad. El zagal defiende entonces que ya no es necesario explicar mucho en casa, que los padres no le comprenden y que se puede pasar dócilmente de los estudios. En definitiva, la confianza mutua ya no existe, el adolescente se cree con más derechos sin asumir obligaciones y los padres han perdido toda comunicación y autoridad. Lo grave es que recuperar ese puente es muy difícil si no existió durante la infancia. Algo que funciona muy bien, y que ya se comentó en este sentido, es comer sin el televisor para potenciar la conversación entre adultos y adolescentes. Por desgracia el progenitor ausente interviene poco en la vida del hijo y delega mucho a terceros como tíos, abuelos, hermanos mayores o al propio colegio. Los deberes escolares o las efemérides del día son escasamente conocidas por éste, lo que trae consigo que el alumno no reciba felicitaciones paternas por mérito alguno. El control de su entorno es muy bajo y el hijo se halla con gran libertad de movimiento con la televisión, Internet, amistades o paseos fuera de casa. A veces coincide este tipo de perfil con parejas separadas y/o familias desestructuradas. Bajo un influjo así el chaval no suele crear problemas de disciplina en el colegio pero cuelga los estudios sin hacer ruido. Lo podríamos calificar de pasota dócil. Nulo o inconstante en el trabajo escolar, recurre a cierto aislamiento cordial con el grupo, un holgazán simpático. Puede incluso que se justifique y te diga: - No voy a estudiar porque quiero trabajar, por desgracia hasta los dieciséis no me lo permiten. En casa no insiste demasiado en que se le compre algo, está acostumbrado a buscarse la vida y a no pedir a quien poco está en el hogar. Suelen desarrollar más la introversión que la extroversión pero siendo fuertes psicológicamente. El riesgo de fracaso escolar repitiendo curso es muy elevado. En fin, que para evitar ser un educador ausente, y desde alevines, reorganice su horario laboral para aproximarlo al máximo al de su pareja e hijos, lo contrario sería trabajar mucho para exigir más a los otros por la educación de sus retoños. En caso contrario, y si le resulta imposible, no se equivoque, no se crea culpable. Busque quien pueda acompañar bien a sus hijos y en tiempos libres que vengan a usted. Los ausentes parciales Me contaban un día que un padre se exaltaba ante un profesor diciendo: - Mire, señor Riduestre, yo trabajo mucho fuera de casa para darle un futuro a mi hijo. ¿Quererlo? Él ya sabe lo mucho que le quiero. Siempre he dejado que mi hijo sea responsable, pero es la primera vez que me entero que se porta mal en clase – se refería a desafiar y faltar al respeto a los docentes -. Cuando le pille en casa se va a enterar. El chaval estaba incubando la adolescencia y ahora empezaba a revelarse en contra de sus adultos. El padre, severo y preocupado, intervenía en la educación de su hijo en momentos puntuales, es decir, cuando las cosas se salían de madre. Cuando así lo hacía era de forma enérgica y contundente. Él era un progenitor que pertenecía al perfil de los ausentes parciales. Los padres dentro de esta tendencia son inconstantes en disciplina y en tiempo de calidad dedicado a sus hijos. Esa contradicción de periodos de ausencia y periodos de preocupación severa traen consigo un adolescente confuso que desarrolla un personaje provocador y ruidoso en el aula. Son padres que no suelen reír las gracias de sus hijos y que no les justifican en demasía. De todas formas, y en algunas ocasiones, desarrollan el papel de amigos de su prole comprándoles algunos caprichos caros. En tal contexto no es de extrañar que los púberes no entiendan los cambios de exigencia y de disciplina en el hogar, situación que les empuja a ser provocativos y a tomar sus decisiones independientemente de las consecuencias que con ello puedan sobrevenirles, hoy salgo con mis amigos aunque me lo prohíbas. Por otro lado, su nivel de trabajo se vuelve inconstante y su rendimiento académico a menudo les obliga a repetir curso. De todas formas no suelen ser chavales insistentes en sus caprichos. Psicológicamente presentan una buena fortaleza y en su entorno son sociables y abiertos. Las desvertebradas En sentido figurado, vertebrar significa estructurar algo correctamente. Por desgracia existen familias desestructuradas que eufemísticamente el docente que definió este perfil bautizó como desvertebradas. El denominador común de los hijos en el seno de estas familias es la falta de estima parcial o total durante su desarrollo infantil y juvenil. Ejemplos en donde se dan tales circunstancias pueden ser hijos no deseados, alcoholismo, malos tratos, drogodependencias, abandonos e incluso separaciones y divorcios violentos. Recuerdo un caso en donde la madre reclamó y rehusó la custodia de su hijo repetidas veces durante más de ocho años. El resultado en el chaval resultó terrorífico, el perfil típico que en breve describiremos. En algunos casos la falta de cariño es sustituida por regalos que el niño encuentra contradictorios a falta de lo importante, un amor constante. El zagal no sabe si agradecer, devolver o romper el juguete. El perfil de estas familias muestra un total abandono de la prole sin pautas constantes en disciplina, amor, atención o control del entorno. Por otro lado, y en el caso que la pareja conviva bajo un mismo techo, existe una total discrepancia en los criterios educativos y el chaval utiliza todos sus recursos para salirse con la suya. A menudo los padres se asemejan en algo a los ausentes parciales con drásticos intentos educativos que pasan por largos periodos en donde reina la total negligencia. En ocasiones, y durante estos arranques pedagógicos, los progenitores se acercan al colegio con todo el decálogo de derechos aprendidos y se quejan del servicio educativo prestado. Exigen lo que ni ellos mismos son capaces de hacer, educar. - ¿Saben por qué mi hijo estaba el otro día por la calle y no en el colegio? – preguntaba un padre al tutor - Pues ahora se lo digo, porque ustedes no me lo comunicaron a tiempo. Ahora cuando lo encuentre, le caerá una buena zurra. No debe extrañar que con todo ello surjan hijos resentidos, agresivos y caraduras. Pillarlos en plena fechoría es como dar alas a su ego. Ante los demás pretenden sobretodo ganar el protagonismo que jamás tuvieron en el seno de su familia. Obviamente llevar mal los estudios e ir a su bola pasando olímpicamente de lo que se les diga, es una forma más que evidente de demostrar su resentimiento por su pasado. - ¿Qué hacías copiando? – preguntó el docente al verlo otear el control del vecino con todo el descaro del mundo. - ¿Pero qué pasa? Yo no estaba copiando profe, estaba comparando resultados. - ¿Quieres que te ponga un cero? - Me la suda lo que me pongas. Responder con violencia y proyectar miedo son el lenguaje que más han desarrollado estos escolares para defenderse de los demás. Agredir al más débil del grupo suele ser una estratagema frecuente para que nadie se le ocurra cuestionar su dominio, algo que le puede llevar a cometer maltrato o delinquir en su futuro. Empujones, golpes o incluso el uso de utensilios punzantes configuran sus artes marciales. En resumen, son individuos que se muestran ante los demás atrevidos, extrovertidos, provocativos y orgullosos, aunque en realidad son ansiosos por el poder, débiles de autocontrol, egocéntricos y hasta con una autoestima y nivel de frustración muy bajos. No es nada extraño que lleguen a cometer delitos o que caigan en adicciones. Protectores sufridores Explicaba un docente de Barcelona que en los días de grandes aguaceros la mitad de sus treinta alumnos solía ausentarse de clase bajo la justificación de sus progenitores, pero que en día de una huelga estudiantil lo hacía toda la clase. Parece claro que la permisividad ha crecido en nuestra sociedad. El perfil de los padres protectores sufridores es el de aquellos que miman evitando a toda costa, y con gran preocupación, que su hijo sufra algún percance tanto físico como psicológico. Se podría pensar que creen que su prole es tan frágil como el cristal, pero que por desgracia acaban convirtiéndola en eso mismo, en una copa de Murano. - Mi hija de trece años duerme conmigo cada noche. Ya ve, es que se siente sola y sin protección. Este tipo de costumbres suelen empezar durante la infancia al no querer dejar al hijo en su habitación berreando desconsoladamente. Ante tal alarde de sufrimiento el progenitor se siente culpable y se lo trae a la alcoba, algo que a su vez rompe la intimidad conyugal. Los bebés deben aprender a dormir solos para que puedan conservar su intimidad. En otro caso suceden casos del todo aberrantes como el de unos padres que daban el biberón a su hijo de siete años de edad. - Es que así desayuna más rápido. También hay padres que han cambiado a su hijo de centro porque todos los compañeros de clase no le querían. No hay duda que a veces parte de un grupo repudia a un compañero de tal forma que se hace aconsejable un cambio de grupo o de centro, pero cuando ya se llevan tres colegios distintos algo falla en la familia. Sirva el caso de una familia en donde un hermano falleció pero otro pasó a recibir todos los cariños por miedo a que éste muriera, algo muy parecido con los niños que han padecido una enfermedad crónica o grave. En ambos casos los padres temen tanto por la vida de su prole que sufren en exceso ante cualquier pequeño riesgo. Podríamos definir finalmente este perfil familiar como progenitores que no permiten que sus hijos estén descontrolados dedicándoles mucho tiempo protegiéndoles. A menudo les justifican sus faltas y errores manteniendo un buen control de su entorno y evitándoles cualquier riesgo externo, algo que les debilita psicológicamente y acarrea muchos problemas. Por otro lado, estos padres suelen también ser amigos de sus hijos aunque no excesivamente compradores de bienes materiales. Los adolescentes que han vivido en la burbuja vigilada por sus progenitores son muy sensibles a los cambios y débiles ante la frustración. Su fragilidad les da cierta rareza dentro del grupo, incluso llegan a ser en cierto modo introvertidos y con dificultades de socialización. De hecho, no han experimentado demasiado el exterior familiar y su autoestima es baja. Por otro lado, y a nivel académico, sucede que suelen desarrollar cierta apatía escolar y trabajan en la inconstancia con un riesgo, aunque bajo, de repetir curso. De todas formas existen casos que al sentirse distintos a los demás, renace un gran anhelo sufridor y perfeccionista ante los estudios. En conjunto no suelen ser insistentes en sus caprichos ni tampoco provocativos con sus adultos, pero muy a menudo desarrollan cuadros depresivos que pueden agudizarse al crecer y que pueden llevarles al abandono estudiantil y/o profesional. Repitamos aquí lo que Platón decía sobre la felicidad, que ésta residía en la privación, es decir, lo que más se sufre más se valora. Si un púber no ha experimentado el esfuerzo no sabrá valorar lo que a solas pudo lograr. Es más, cuando no lo obtenga se frustrará. En tal situación se verá arrojado a la desilusión, al desengaño e incluso a mentir. Saber superar las frustraciones requiere haber pasado por pequeñas dosis de sufrimiento durante nuestra infancia. En Japón, en donde muchos padres tienen a sus hijos bajo una burbuja de cristal, el número de suicidios crece año tras año. Del 9 al 17 de noviembre de 2006 al menos ocho adolescentes se suicidaron al no superar la frustración por diversas razones como la competitividad escolar o el acoso. Durante el 2005 se quitaron la vida 608 japoneses menores de 20 años. Con 35.000 casos anuales, Japón es el país con mayor tasa de suicidios de todas las edades del mundo industrializado, siendo la región del mundo en donde más se mima a los lechones. Protectores compradores Comprar el cariño y la conducta de nuestros púberes con regalos y libertades resulta una tentación que algunos educadores llevan al abuso. La culpa no es del todo suya. Vivimos en un matrimonio difícil de divorciar, el capitalismo y su pareja inseparable, el consumismo. Sin uno no existe el otro, y sin el otro no hay el uno. El mundo da muchas vueltas aunque más importante es que sea el dinero y las especulaciones quienes lo hagan. Si nos viéramos obligados a dejar de comprar e invertir, los grandes capitales perderían ganancias, que no beneficios. Ante tal merma unas empresas cerrarían, otras pactarían bajarle el sueldo y la mayoría reducirían su plantilla engrosando las listas del paro. El estado, viendo sus impuestos reducirse al bajar consumo y especulaciones, decidiría pedir créditos a esos capitales poderosos para seguir pagando un bienestar social insostenible pero que prometió a sus electores. Esperando con optimismo años mejores su deuda alcanzaría cotas jamás vistas y tarde o temprano dejaría en ruina al país, una herencia que debería asumir el pueblo pagano de todo aquello. En consecuencia, el gobierno entrante se pondría a hacer recortes sin sancionar a los anteriores culpables de todo aquel desatino de decisiones funestas. Ya se sabe que mejor no condenar a quienes a lo mejor te acusen a ti en un futuro, y menos aún procesar a quienes te pagan la campaña electoral, bancos y financieras. En fin, que a uno le subirán los impuestos, le bajarán los servicios sociales y hasta le pedirán que en caso de trabajar, lo haga más horas y por menos dinero, o lo que es lo mismo, con más IRPF. Así, con países y empresas recortando costes y personal, los inversores guardarán su capital en lugar seguro, paraísos fiscales por ejemplo, y la bolsa perderá valor. Al final, la economía de este sistema desacelerará y el mundo capitalista, aún dando vueltas, también. Y eso mismo fue lo que empezó en la crisis del 2008, ¿le suena ahora todo lo anterior? El dinero y las especulaciones fueron como el agua a un ecosistema, cuantas más veces circulaban, más organismos las aprovechaban, cuantas más veces los valores pasaban de unas manos a otras, más servicios prestaban y más se creía que valían. El problema fue que aquella agua era especulativa, es decir no existía. Muchos de estos valores en realidad no valían nada y durante el 2008 muchos se dieron cuenta de ello. Los financieros, quienes ganaban cien veces más que un simple arquitecto, habían vendido sueños a los inversores con derivados, futuros y otras tentaciones. Pero detrás de todos aquellos productos no había dinero tangible, sólo humo lleno de conjeturas, esperanzas y ganas de obtener divisa fácil sin trabajar. Al menos un ingeniero diseña obras que se construyen, un financiero sólo pesadillas. Ante esta u otras crisis, uno pudiera decidir ahorrar y esconder todos sus duros debajo de una baldosa, pero el sistema ya inventó algo para disuadirlo, la inflación, y si esta fallara, la obligación de pagar, la subida de los impuestos. Haga lo que haga le arrastrarán al gasto, no le quepa la menor duda. En fin, que nuestro sistema nos obliga a consumir o pagar a los grandes capitales, sean estatales o de multinacionales. Aunque quizás no nos guste, nuestra sociedad se fundamenta en eso, en que todos nosotros consumamos cuanto más mejor, y si es sin necesidad, o por encima de nuestras posibilidades, más se aplaude. El problema es que esa “sin necesidad” o ese “por encima” tuvieron efectos dañinos sobre nuestro nivel adquisitivo inmediato y sobre la educación de nuestros hijos. Comprar a los hijos todo aquello que uno no tuvo, pretender que con más bienes mostraran más cariño, protegerlos diciendo que tiempo habría para que sufrieran, preguntar cada día al zagal que quería para desayunar ante una pastelería o comprarle el mejor móvil ya en primaria, fueron múltiples ejemplos de cómo se les pagó por algo que no debía ser negociable, la responsabilidad. En resumen y concretando, se podría decir que comprar en exceso y regalarles demasiado engendra el materialismo en los chavales y no el valor de las cosas por el esfuerzo real que requieren. El enfoque anterior arrastra a los críos hacia un bajo nivel de compromiso personal durante su infancia y poco más tarde a la falta de respeto hacia sus adultos durante su adolescencia. De proseguir tal tendencia se les empuja a ser exigentes con los demás y a desarrollar una calidad profesional nefasta en su futuro laboral. Tenerlo todo demasiado fácil durante la infancia y adolescencia provoca dar mayor prioridad al dinero que al esfuerzo, es decir, querer ganar mucho con escasa dedicación, algo que perpetraron los financieros con la crisis económica actual. La compra del cariño con regalos sólo equivale al precio que uno paga por los sobornos emocionales de su hijo y no por un amor que apenas dura. Creerles cuando dicen que, tú no me quieres, es ceder ante su capricho. Y tanto que le quiere, tanto que por eso hace lo que debe, evitar ser un protector comprador. Durante las jornadas económicas que la extinta Caixa de Manresa organizó en abril del 2007, Jordi Pujol, Pilar del Castillo, Alejandro Tiana y otros personajes estuvieron de acuerdo en afirmar que los países con mayores cotas en educación aumentan su competitividad y se desarrollan más. Si la cultura no impulsa el esfuerzo y el espíritu emprendedor jamás obtendremos profesionales cualificados. Para los asiáticos, por ejemplo, el éxito escolar de sus retoños resulta lo más crucial para la familia. Si los resultados de sus hijos son adversos, los padres asiáticos piensan que su alevín no se ha esforzado lo suficiente. De hecho en Estados Unidos los inmigrantes que mayor éxito estudiantil y profesional ostentan son los hijos de los asiáticos, mientras que latinos y afroamericanos se quedan por debajo. La razón de ello es que el interés y la preocupación por la educación de los hijos resulta más importante que la etnia o la cultura. Las familias asiáticas inculcan a sus chavales que deben trabajar duro con los estudios, y a pesar que hablan otra lengua muy distinta al inglés, estos alumnos van por delante de los anglos autóctonos. Añadamos a lo anterior que a los alumnos asiáticos recién llegados les va mucho mejor que a los afroamericanos y latinos nacidos en el país, prueba irrefutable que el esfuerzo prima sobre el origen social, cultural o étnico. Sirve de ejemplo el Orange County cerca de Los Ángeles en donde la mayoría de habitantes son vietnamitas y en donde casi no hay fracaso escolar. A nivel académico no existen diferencias ni entre chicas y chicos, ni entre clases sociales, ni entre quienes hablan más o menos en el inglés por el barrio. El elevado éxito escolar se explica por el nivel de estudio, la cohesión familiar y la cultura del esfuerzo en todo ello. En fin, que el éxito asiático no es asiático sino de la perseverancia y del afán. No exigir esfuerzo a nuestros estudiantes es infantilizarlos. Cabe añadir que antes era el estudiante quien se debía responsabilizar de su motivación y autonomía, en cambio ahora, y según las pedagogías teóricas, es el docente quien debe apoyar y motivar a los alumnos. Visto todo lo anterior, en nuestra península deberíamos sobreproteger menos y exigir más mientras nuestros futuros profesionales todavía son escolares. Los informes PISA dejan claro que los países asiáticos mejoran sus niveles educativos año tras año, algo que nos muestra que lo importante es el esfuerzo. Quizás a todos nuestros estudiantes les haría falta tener padres asiáticos. El niño occidental, sobreprotegido y agasajado con muchos bienes materiales se nos vuelve un pequeño tirano que después no podemos controlar, un débil egoísta que luego le costará dar amor, respeto y beneficios a la sociedad. Es más que obvio que hay poca disciplina y que nuestros padres suelen ser blandos al recordar su pubertad para justificar a sus hijos. Escuché un día que la periodista Mercè Beltrán comentaba que algunos padres de hoy son unos adolescentes eternos. Tengamos claro que un no a tiempo ante la demanda de ese chiquillo es un gran avance para que valore los síes que se le quieran otorgar. Ellos aprenden pronto a dejarse comprar por unos dulces bajo la presión de su insistencia o de un berrinche llorón. Acceder a la primera a sus deseos es rebajar su correcta formación. Un padre me afirmaba que él los dejaba en la duda ante sus demandas insistentes. A menudo les respondía, ¿Qué crees que deberías hacer para ganarte lo que me pides? Y luego se marchaba de inmediato para que pensara y despabilara, algo muy eficaz para cultivar su autonomía. Se insiste, consentir a un menor para dejar de oír sus demandas delata un obvio desinterés por él. Lo primero que necesita un niño es sentirse querido, algo que jamás obtiene por más donativos que reciba. Si alguien tanto quiere a sus hijos lo primero que debe aprender a decirles es simplemente NO. Una madre me daba otra estrategia para evitar convertirse en una compradora protectora. Ella me decía que ante los chantajes emocionales de su prole respondía que aquello era imposible que fuera cierto. Frases como, soy el único de clase a quien no le dejan, o, soy el único del colegio que no lo tiene son falacias que con 30 alumnos por grupo y unos 400 escolares en el centro es harto imposible que el hijo de uno sea el único. Es obvio que esa madre no era la excepción, seguramente era la norma, una norma que su hijo no quería ver ni reconocer. Querer lo mejor para ellos no significa darles todo lo que piden. Mejor nueve nos y un sí que nueve síes y un solo no, mejor un buen control de su entorno que dejarlo que haga lo que quiera, mejor un cachete en la nalga que mil bofetadas de la vida. No prevenir durante la infancia conlleva que los pequeños problemas se tornen en un King Kong durante su adolescencia. Sirva de ello la siguiente muestra entre un profesor de literatura y un púber de segundo de ESO. - Oriol, Oriol, podrías recoger el papel que acabas de arrojar al suelo. - No lo pienso hacer, yo te pago. Mi estimado docente, algo veterano en el oficio, ya sabía que responderle y qué hacer. - De pagar, tu no pagas nada, te lo pagamos los adultos. Los servicios de limpieza del colegio, que esta vez no te van a recoger el papel, salen de mis impuestos - tanto centros públicos como concertados reciben sus honorarios de nuestras tributaciones, es decir, de todos los contribuyentes sean padres, docentes o demás trabajadores -. Por tanto Oriol, vas a recogerme todos los papeles de clase. Tengo todo el patio para que lo hagas. Con todo lo anterior se está mostrando que los protectores compradores miman de forma extrema a sus lobeznos, incluso llegan en ocasiones a denunciar sin razón al equipo docente, algo que nos lleva al otro lado de la educación, a la deformación del individuo. Sirva el ejemplo de una madre que llevó a los tribunales a un docente por haber robado los libros de texto a su hijo. Al final del proceso se demostró que la familia jamás había comprado dichos volúmenes. Ante tales riesgos el docente suele optar por aguantar el chaparrón en lugar de pasar a la acción y ser él quien denuncie a los mentores por obstrucción a la educación, algo todavía no contemplado por la ley. En marzo de 2004 sucedió en Cerdanyola del Vallès que un profesor se enfrentó con una amenaza de denuncia por obligar a un alumno de tercero de ESO a sentarse en clase. - Oriol, ¿podrías sentarte que voy a empezar la clase? - ... - Ya me has oído, ¿podrías sentarte? - Bueno – todavía de pie el alumno. - Por favor, ¿vas a sentarte o no? - Espera – le dijo mientras se paseaba luciendo sus nuevas y caras zapatillas deportivas. - Bueno, ya está bien, ¿quién te has creído que eres? ¿Miss mundo? - Puede. - Entonces, ¿a que debo esperar? ¿A que te maquilles? - ... - Pues maquíllate guapa y empecemos ya la clase – el alumno asintió e hinchó el pecho y puso sus brazos en jarras simulando ser modelo – ¿Te sentarás ahora? – lentamente y con gran arrogancia se dirigió a su pupitre y parsimoniosamente se sentó sonriendo. Pasaron meses y los padres exigieron entrevista con el profesor. El padre nada más sentarse en el despacho profirió lo siguiente: - Hace once semanas usted, señor Riduestre, cometió un abuso de poder sobre mi hijo, le dijo maquíllate guapa. Eso es un abuso psicológico. Si es necesario llevaré este caso ante inspección y le denunciaré. - Si me permite, mi intención con su hijo siempre ha sido educarle como persona. - ¡De eso nada! Usted debe impartir conocimientos, de educarle ya me encargaré yo. - No creo... - ¡Usted no crea nada! Mire, tiene mucha suerte que yo sea una persona como soy. Si estuviéramos en otro barrio a usted ya le habrían reventado los neumáticos del coche. - Perdón, ¿me está amenazando? Y sí, le estaba amenazando, algo que sí es denunciable ante la justicia. Lo divertido de la situación fue la intervención de la asesora pedagógica de turno. - El padre tenía razón en algunas cosas – le dijo en privado al profesor Riduestre -, pero no en la forma de exponerlas, claro está. Deberías reflexionar y averiguar el porqué te ha sucedido esto con este alumno. Total, unos padres sobreprotegían y un profesor debía reflexionar. El problema de todo aquello fue que el resto del grupo se enteró de lo ocurrido y se sintieron amos del aula ante una dirección escolar tan débil. Pasaron de la observancia a la rebeldía. Poco a poco los docentes quedaron desautorizados dentro del grupo de Oriol. Al año siguiente, ese cuarto de ESO resultó ser incontrolable, ¿a quien debíamos haber hecho reflexionar? ¿A los padres quizás? ¿O mejor haberlos denunciado por amenaza a un docente? Carmen Perona, abogada y autora del libro La Responsabilidad Jurídica del Profesorado en los Centros Públicos y Privados, ya puso de manifiesto que los docentes podrían usar las mismas armas que utilizan los demás contra éstos, la denuncia, pero pocos lo hacen. En mayo de 2003 un maestro de Badalona amonestó en clase a uno de sus alumnos por escupir a sus compañeros. Le riñó repetidas veces y el chiquillo nuevamente escupió a los vecinos de mesa. Le avisó por última vez y en esta ocasión lanzó un gargajo a una niña. El maestro se acercó, perdió el aguante y le dio un cachete. No tardaron los padres en denunciar al docente y la audiencia condenó al maestro a pagar una multa. El escritor Josep Maria Espinàs escribió al respecto, ...independientemente de la pérdida de nervios del maestro, es curioso como salir en defensa de la mayoría le salió muy caro quedando clara la impunidad de los débiles. En fin, que una minoría perjudicó a una mayoría, minoría que quedó bajo el amparo y la justificación de unos protectores compradores. De todas formas el cachete, que no una paliza, pasó a ser un acto vil y condenable. Como si de una casta de intocables se tratara, la secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Amparo Valcarce, quiso decretar en noviembre de 2004 el cachete como un delito. Si un padre o una madre aplicasen tal correctivo a uno de sus hijos se arriesgaban a ser denunciados por su propio benjamín. Estaremos de acuerdo que la agresión física no educa en demasía pero, ¿no nos dirigimos al otro plato de la balanza? Antes las bofetadas formaban parte de la educación, ahora, y huyendo de ese pasado erróneo, caímos en el otro extremo. Ellos, nuestros lechones, están obteniendo muchos derechos sin comprender la otra parte del contrato, las obligaciones. No se estará viviendo en una hoguera de las vanidades donde defender los derechos humanos nos lleva a una sociedad del absurdo, ¿acaso se imaginan a un hijo déspota y que insulta a sus padres denunciándoles por un cachete que recibió en la nalga? Es más que evidente que el niño sobreprotegido, fruto de nuestra sociedad permisiva y con pocos límites de disciplina, se transforma en líder negativo dentro de la clase. Pero luego, esa falta de límites propicia algo peor, su comportamiento violento en la adolescencia, las agresiones hacia sus compañeros y hasta de sus profesores. Pero la facilidad con la cual obtuvieron todas las cosas, más su falta de valor por lo material, favorece también la tentación de satisfacer placeres poco ortodoxos con algunos psicotrópicos de moda, algo que desata aún una mayor agresividad con los de su entorno. Eso mismo ocurrió con algunos compañeros del grupo de Oriol, el que no quería sentarse. De hecho el séquito de sus amigos consumían porros a diario. Añadamos a lo anterior que según el Grup d’Atenció a la Víctima de los Mossos d’Esquadra en Cataluña, del total de denuncias por violencia doméstica durante el 2004, entiéndase ésta por agresiones entre miembros familiares, el 6 % pertenecía a denuncias de padres que habían sido agredidos por sus hijos, la gran mayoría asociados al consumo de hachís. En resumen, y para terminar con los protectores compradores, se puede decir que son educadores que dejan gran libertad de elección al hijo, le justifican, no le marcan ni disciplina ni límites claros y obviamente le pagan muchos caprichos. Suelen ser además muy amigos de su prole y por tanto les permiten que elijan con demasiada libertad todo aquello que desean, incluidas las amistades. Eso es un progresismo muy mal entendido. ¿Creen acaso que a los doce años su prole puede tomar decisiones adultas? Por otro lado, los protectores compradores suelen quejarse a menudo del colegio justificando a su hijo. En septiembre de 2006 el profesor Ángel Azpiroz fue golpeado y herido por el padre de un alumno a quien había castigado. Sirva también el caso del CEIP Eduard Marquina donde en otoño del 2006 una familia agredió de palabra y obra al equipo directivo por discrepancias educativas. En un sistema así no es de extrañar que a la larga los muchachos se crean con derecho a todo y se tornen unos adolescentes irrespetuosos, dictadores, exigentes e irresponsables sin aceptar las órdenes de los adultos. Han aprendido que pidiendo o insistiendo en todas sus demandas obtienen su premio. Si ello les falla recurren al chantaje moral para hacer sentir culpables a sus progenitores. Les dirán que el profe les castigó injustamente, que aquello que piden, toda la clase ya lo tiene, que a los demás sus padres ya les dejan salir y que si ellos no gozan de ello es porque no les quieren. En fin, que el hijo se ha transformado en el mejor actor que Hollywood deseara. Si con todo ello recibiera un no por respuesta, recurrirá al plan B, al desafío y al mal comportamiento, todo lo que infunda el miedo en la familia. Ante tal situación, el sí aparece y él se sale con la suya. Es obvio que imponer límites durante la infancia es importantísimo para conseguir que los chavales lleguen a ser responsables. Muchos problemas de disciplina adolescente surgen de una ausencia de esos nos en la niñez. Y algo más importante, no es más feliz el niño caprichoso halagado con mil síes que quien valora lo que tiene tras algunos nos, es al revés. Ya dijimos que Platón afirmaba que la felicidad residía en la privación. Tener las cosas con facilidad alegra unos minutos, con esfuerzo, toda la vida. Así pues podemos definir a los hijos de los protectores compradores como grandes insistentes en lo que al final consiguen que les paguen. A cambio son muy inconstantes en el trabajo, con un ego muy fuerte y un orgullo muy, pero que muy provocativo. Aunque sus trabajos en clase sean nulos e inconstantes, cuando es necesario se activan y aprueban el curso, por lo que no suelen repetir curso o, lo que es peor, se les hace pasar para no agravar a otro grupo. Recuerde algo muy importante, su egocentrismo afecta a la mayoría de la clase con sus frecuentes fechorías. No es de extrañar que se decida lo mencionado con hijos tan sobreprotegidos. Donde no llega la familia el colegio sólo puede tomar una decisión, abdicar, que pase de curso y que deje de perjudicar a los demás estudiantes lo antes posible.

JESÚS APROXOMACIÓN HISTÓRICA José Antonio Pagola

Ensayo historiográfico serio, preciso y con buenos conocimientos bíblicos sobre la vida Jesús. Pagola logra aquí argumentar con datos firmes visiones que se alejan de las interpretaciones ortodoxas. Resulta innegable que el autor levanta ciertas polémicas al denunciar muchos añadidos y elaboraciones posteriores en los Evangelios, hechos sí escritos pero que no fueron hechos históricos. De todas formas el libro es más producto de la fe cristiana que de los hechos que debieron suceder. Pagola escribe más para los cristianos críticos, pero en el fondo muy cristianos, que para los curiosos, creyentes o no, de la historia. La fe cristiana del autor y su amor a Jesús, salen una y otra vez por el libro enmascarando el propósito del mismo, explicar los hechos reales. A menudo este estilo lleva al autor a afirmar lo que él desea que hubiera sucedido pero que en absoluto sabemos (página 52 por ejemplo). La creación paulina de un Jesús de la paz y de la misericordia que escondió el Yesouà judío y antisistema casi no aparecen en el texto. El autor ofrece datos históricos contrastados de alta calidad, pero de vez en cuando surge su deseo de amor a Jesús para llenar páginas y más páginas sobre qué sentía, deseaba y pensaba el nazareno, algo difícil de asegurar bajo las pruebas históricas. En este sentido el autor repite y repite tales afirmaciones hasta convencer al lector de sus deseos sobre un Jesús mágico, curador y hasta adivino. Incluso algunas traducciones del griego de los Evangelios son tendenciosas ya que explica el verdadero vocablo pero luego no lo utiliza en el resto del libro (Imperio de Dios en lugar de Reino de Dios, por ejemplo). A menudo indica que ciertos hechos evangélicos probablemente no sucedieron pero se decanta por indicar que hay que considerarlos cercanos a la verdad, es decir, se casa con lo que quiere creer aunque los datos le digan lo contrario (pág. 201 y 232 por ejemplo). De hecho Pagola no para de insistir en los pies de página que tal u otro pasaje del Evangelio fue una construcción y un añadido de los primeros cristianos o de los mismos evangelistas, y aún así luego afirma que lo escrito y afirmado por Jesús en tales párrafos sería aproximadamente lo realmente cierto. Cabe añadir que deja como taxativos e indiscutibles hechos mágicos como milagros, curaciones y exorcismos de Jesús (página 320 por ejemplo). En todo el libro no se citan las influencias de cuentos egipcios que jalonaron los escritos de los evangelistas, algo que conlleva un volumen todavía mayor de construcciones y añadidos a la vida de Jesús. Cabe reconocer no obstante que Pagola rompe con muchas interpretaciones clásicas de la cristiandad mundial mostrando un Jesús antisistema, contrario a los ricos de su época y opuesto al sistema de poder del momento, pero todo ello bajo el barniz de la fe y del Jesús santo y misericordioso. En fin, un gran paso en la historiografía de Cristo pero con demasiado peso de la fe en todo ello.

sábado, 15 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (24)

El buen maestro Hasta aquí hemos analizado los perfiles de docentes a desechar. Hablemos ahora de cómo debe ser un buen profesional educativo. Dice el dicho que cada maestrillo tiene su librillo, pero en asuntos de ser bueno y eficaz hay unas normas básicas que asientan a este personaje. Primera, y ya se ha dicho anteriormente, un buen docente jamás debe ser amigo, aunque tampoco enemigo, de sus alumnos, sólo debe ser respetuoso y respetado. Recuérdese que la amistad se fundamenta en la igualdad de deberes y responsabilidades entre los interesados. Un profesor y un alumno todavía no comparten ni las mismas obligaciones ni los mismos derechos, simplemente no son iguales. Un docente debe saber sancionar, evaluar y valorar a un escolar pero éste no a su profesor ya que estará falto de tales conocimientos y capacidades. Premio y límites siempre fueron dos caras de una misma moneda, la educación. Segunda, un buen maestro debe exigir trabajo y respeto con ciertas dosis de distancia al principio. Ya habrá tiempo que los alumnos descubran la parte humana y bondadosa de éste, pero no el primer día. Cuando ello ocurra dejarán de pensar que el mentor es alguien distante para convertirse en alguien con quien compartir buenas conversaciones. En ese instante el docente se habrá convertido en lo que más buscan los adolescentes, en un referente. Tercera, un buen educador debe dominar su especialidad. Los estudiantes repudian con suma celeridad a los docentes que cojean de conocimientos pero en cambio valoran a quienes explican las lecciones con claridad. Por eso en Finlandia escogen como docentes a los mejores alumnos que salen del bachillerato. Éstos futuros maestros recibirán clases de los mejores profesores de universidad. De esta forma la profesión de docente atrae a los más inteligentes y ambiciosos con un salario bueno aunque no excesivo. En Finlandia un buen educador debe dominar su especialidad con un lenguaje preciso, correcto y culto. Añadamos que los docentes finlandeses tanto de preescolar como de infantil y primaria deben ostentar un título universitario equivalente a una licenciatura o máster. Toda esta formación en Finlandia persigue que los educadores dominen su asignatura, el currículo, las necesidades de los alumnos y las técnicas didácticas básicas en general. En China, otro país con excelso éxito académico según PISA, los maestros sólo enseñan una materia que dominan al dedillo, algo que nos muestra otra vez que existe una clara relación entre lo que saben los docentes y lo que aprenden los alumnos. De hecho es imposible que un profesor enseñe bien algo que no sabe. Cuarta, un buen profesor debe practicar la humildad, algo que a su vez le otorgará una gran autoridad sobre sus escolares. El docente que busca impresionar para ser admirado creará distancia con sus alumnos. La pedantería no suele resultar un puente de correspondencia. Por el contrario, el educador que ordene deberes bajo el formato de una pequeña investigación otorga a sus alumnos su protagonismo educativo. Ellos defenderán en clase sus disquisiciones y el docente luego corregirá los errores. Quien más se equivoca más aprende y quien más corrige más enseña. La humildad se halla en ambos bandos. Quinta, un buen profesor debe saber defender los intereses de sus alumnos por encima de otros malos maestros o educadores. Si ese aspecto llega a oídos de sus alumnos, éstos sentirán un profundo respeto por su mentor. Sexta, un buen docente educa también con el ejemplo. Con el respeto y los buenos modales siempre estará en posesión de su autoridad. En todo caso, y si un día fallara, demostraría ser imperfecto, algo que también mostraría su humanidad. Séptima, un docente debe siempre quejarse si el sistema educativo resulta deficiente para que este mejore y no sólo cambie bajo las modas de asesores y supuestos expertos. Si cree que él o ella no deben elaborar tantos materiales didácticos como muchas modas pedagógicas imponen, han de hallar argumentos y razones para oponerse. En este sentido los profesores de Finlandia suelen usar libros y manuales que han funcionado en otros cursos para sólo dedicarse a su función esencial, transmitir conocimientos. Octava, un educador experto debe mantener un buen orden y silencio en sus clases para facilitar que sus alumnos se concentren y aprendan bajo un esfuerzo menor que si la algarabía reinara la sala, un ambiente tranquilo que permita algo fundamental, el desarrollo sistemático de la lengua bajo el esfuerzo y la perseverancia. En Finlandia los alumnos se les enseña y obliga desde infantil y primaria a permanecer atentos y quietos para aprovechar al máximo el colegio y alcanzar la máxima comprensión lectora, algo fundamental ya que aprendemos la mayoría de conceptos con palabras. Parece pues obvio que un docente no debe aceptar que un alumno pueda molestar a los demás bajo simpatías y privilegios. En tal caso los demás se verán animados a perpetrar lo que el díscolo les mostró. Y novena y última, un buen docente debe informar de los errores escolares a los alumnos y a los padres de éstos. La entrevista suele ser un buen puente de contacto. Entrevista con el tutor Cuando deseamos saber si nuestro cuerpo padece de alguna infección tomamos la temperatura del mismo. La entrevista con el tutor le ofrece esa información. Si su centro educativo sabe lo que se hace lo verá en las informaciones del mentor de su prole. A partir de tal conversación vislumbrará si lo contado por su alevín era cierto o falso. Durante la entrevista con el responsable escolar de su hijo se darán cita dos realidades, la que escuchó de su hijo en las cenas y la que el docente le ofrecerá en ese momento. Es importante al inicio de curso que uno no pida tal encuentro, a no ser que sea urgente y necesario. Lo que se quiere dar a entender es que no agobie al tutor con ansiosas o demasiadas entrevistas durante el año académico. Mejor una conversación de gran densidad que muchas pero livianas. Normalmente un tutor debiera llamarle una vez por curso si su hijo es de los normales, y varias si éste tiene dificultades, en caso contrario, y si su zagal va de los primeros, sírvase sólo un encuentro fortuito y una charla corta. Piense que el tutor realiza una o dos entrevistas cada siete días y con más de treinta alumnos por grupo no hay más semanas durante el curso. Por tanto, pida hora sólo cuando sea estrictamente necesario y no vea su centro como una empresa de servicios donde exigir lo que en casa no sucede. Analice que pasa antes en el hogar y luego compártalo con el colegio para educar con un solo frente a su hijo. Si su chaval le cuenta pestes del colegio porque le exigen en el estudio, alégrese. Significa que los docentes se toman en serio su trabajo y que se preocupan por los conocimientos de su lechón. Si su hijo vuelve a contar pestes del centro porque le ponen límites y disciplina, alégrese también. Significa que los docentes se toman en serio la formación y educación del escolar. De otra forma, sí debiera preocuparse. Piense que la entrevista tiene por objetivo que ambos, padres y docentes, se conozcan y sepan del escolar para encauzarle en el mejor de los caminos posibles. Si quiere saber como es el tutor de su lechón no le ponga tenso, deje que se relaje y que hable. Evite, en lo que pueda, justificar a su hijo o excusarlo ante un posible castigo injusto. Por muy indebida que le parezca la sanción, apoye al colegio en su decisión y el centro le respaldará también, ¿o pretendemos crear un adolescente manipulador de adultos? Una pequeña y plausible injusticia, aunque no se lo parezca, también educa, y se ha dicho plausible que no cierta. Si uno decide proteger siempre a su lechón éste se acostumbrará a ello. En cambio, si deja que afronte sus consecuencias, forjará en él una gran resistencia a la frustración. Hay que darse cuenta que la consulta de los psicólogos se llena cada día de más pacientes por depresión, patología asociada al poco aguante ante la frustración. Por regla general, y durante una entrevista, primero debería hablar el padre o la madre. Si el tutor así se lo pide denota humildad previa y ganas de conocer su punto de vista antes que el elaborado por el instituto. Un profesor de la ESO me contaba que instaba a los padres a hacerlo de la manera anterior. Les decía que obviamente él no conocía al hijo, que con sólo unas horas de clase a la semana se declaraba ignorante de ese adolescente, yo poco sé de su hijo, sólo lo tengo en el aula. Usted, que lo ha criado desde bebé, me puede decir mucho más y yo quedaré encantado de escucharle. Esa postura relaja a los progenitores que a menudo esperan oír lo mal que va su hijo, es decir ésta es una buena forma de romper el hielo y ceder protagonismo a los padres que temen lo peor si se les convocó a una entrevista, de hecho a todos nos gusta más ser escuchados que recibir sermones. Así pues, y si de esta manera es recibido, sea breve y sincero para contrastarlo con lo que el colegio le diga después. Cuando cuente como es su hijo, mejor no exija explicaciones ni justifique a su hijo por lo que uno cree que le van a contar en el centro, en fin, que no adelante acontecimientos, simplemente cuente la verdad y cíñase a los hechos, no a las interpretaciones. Si por el contrario, se anticipa al docente con reclamaciones y reivindicaciones añadirá tensión a la conversación y no resolverá con celeridad los asuntos que ha venido a tratar. Durante esta parte del monólogo el docente debería tener ante si los informes o los resúmenes de los mismos para anotar lo que uno le transfiere y compararlo con lo que los profesores le comunicaron. Tener, por tanto, el cuaderno de curso delante indica que este tutor se preparó el encuentro. Fíjese si lo tiene todo resumido en un pequeño recuadro del listado de alumnos. Ya comentamos que una buena manera de acceder rápidamente a la información era tenerla desglosada en diminutos símbolos en una casilla. Si para responderle una cuestión ve que el docente necesita ojear veinte papeles es que no trabajó las informaciones dándoles orden y eficacia. Cuando haya terminado, escuche atentamente lo que acordó el claustro de profesores sobre su hijo. Si ambos están de acuerdo, genial. En caso contrario, argumente, escuche y pida más informaciones sobre su benjamín. Al final sabrá quien lleva razón y qué debería hacer cada parte para mejorar y resolver los problemas del púber. Un buen final de entrevista debería llegar a unos acuerdos y compromisos por ambas partes para intervenir en la dinámica pedagógica del estudiante. Si un tutor no se las da recuérdeselo y asuman conjuntamente sus obligaciones. Pero a veces sucede que ambas partes insisten en su postura y no aparece el acercamiento de pareceres. En tal caso, y si uno de los dos se muestra obtuso, lo mejor es dejar que hable y que hable hasta que cometa una contradicción. En ese momento aparece la vía de acuerdo ya que el obtuso desveló su propio error dando la razón al otro. Sea paciente pues y espere a la paradoja del otro. - Al chaval se le presiona demasiado – dijo un educador inicialmente pero al progresar la entrevista se le escapó que… - ¿cómo va a ponerse las pilas con los pocos informes que se emiten sobre él? – algo que paradójicamente implica presión sobre el escolar. Cuando una de las partes comete una incoherencia cede la razón al otro y obviamente si se quiere que haya más presión sobre un adolescente han de existir informes y denuncias. Pero hay otra forma de resolver pugnas sin acuerdo, no juzgar pero preguntar. Si observa en este caso que el docente realiza inquisiciones indirectas sin sentenciar a nadie, sólo pidiendo informaciones, déjese conducir, le está ofreciendo salidas sin imposiciones sabiendo lo que se hace. Si se responde con sinceridad se ven los errores y hasta se enuncian soluciones sin uno darse cuenta. - ¿Cree usted que Oriol debería estar más controlado? – cuestión que no acusa a nadie. - Sí, creo que sí. Quizás le hemos dado demasiada libertad. El objetivo final de toda entrevista debe ser construir un frente común entre escuela y familia. Si los adolescentes detectan nuestras fisuras aprenden pronto a manipularnos. Entrevista con el director Puede que la entrevista con el tutor no le haya satisfecho y que decida acudir a estamentos más elevados. De todas formas si la opinión del mentor fue respaldada por el claustro educativo, ahora se encontrará con los mismos conceptos pero con distintas palabras. El director estará informado de lo acaecido y debería mantener y defender lo que su equipo educativo elaboró ya que difícilmente estarán equivocados todos los profesores de un centro en contra de un estudiante. En su caso, el de padres, mejor pedir informaciones, hechos y datos concretos que no divagar entre opiniones, interpretaciones y percepciones. Los hechos serán los hechos, y si un adolescente no cumplió con sus obligaciones o incurrió en una falta de comportamiento, difícilmente podrá negarse la evidencia de tantos testigos como son compañeros de clase y profesores. Hay que añadir que el director no es una sucursal de un banco ni una oficina de quejas, es un gestor de un gran capital humano formado por cientos de alumnos y decenas de educadores. Él debe velar por la disciplina en el centro, por la profesionalidad de sus trabajadores y por la calidad educativa de todo el instituto. Puede y debe atender las entrevistas de los casos más graves, pero no la de todos los centenares de padres que han confiado sus hijos al instituto. Para poner una situación que convendremos en exagerada, si cada trimestre unos progenitores van a quejarse a dirección, algo pasa con la paja del ojo ajeno y la viga en el propio. En este sentido es aconsejable cumplir con el conducto reglamentario y acudir primero al tutor y sólo cuando usted crea que el problema no se ha solucionado con éste, podría concertar encuentro con el manda más. No resulta muy eficaz matar moscas a cañonazos. A veces debemos averiguar qué perfil paterno ostentamos para darnos cuenta de nuestras virtudes y errores. Si vemos la paja mejor veremos la viga. De padres a hijos Existe una clara relación entre la educación inicial de los críos y el desarrollo de sus capacidades personales y estudiantiles. La intervención materna y paterna en la más temprana infancia condiciona en gran medida los resultados académicos futuros. En ello un diestro profesor toma anotaciones de padres y alumnos viendo las posibles relaciones entre ambos. Muy a menudo las notas del estudiante y su conducta en clase hallan paralelismos con el perfil familiar que lo incubó. De entre muchos docentes y de sus anotaciones al respecto, se confeccionaron las siguientes tendencias entre progenitores e hijos. Los perfiles de padres que van a describirse han sido el resultado de más de mil casos reales de escolares, de entrevistas con sus progenitores y de clases en seis centros distintos. A partir de ello se esbozaron los tipos de educadores que en breve se detallarán, unas tendencias que no necesariamente deben casar con su realidad. Cuando algo tiende a algo solo significa que se le acerca y no que sea eso mismo. Valga el ejemplo del horóscopo. Si uno lee el suyo todo parece encajar sin darse cuenta que las valoraciones cualitativas se aproximan en gran manera a todo mortal pero que en realidad no corresponden a su identidad al cien por cien. << El trabajo le traerá alguna complicación (y a quien no), pero en asuntos personales la cosa irá mejorando durante el día (cuando te vayas a dormir y te olvides de todo). Cuide la salud (algo que todo el mundo debe procurar) >>. Pongamos ahora el caso de unos gemelos univitelinos y lea su horóscopo. Al final ellos son distintos y su vida también, las estrellas no determinaron su futuro aunque el periódico intente que uno lo crea. Pruebe ahora a leer el horóscopo del vecino y casi seguro que le parecerá también el suyo. En fin, que en todos ellos se verá reflejado en parte. En los perfiles familiares que van a describirse no sea hipocondríaco, no vaya a verse en todos, uno no posee todos los horóscopos. Pudiera ocurrir que su caso coincidiera con dos o tres perfiles, ya no más. Estas tendencias familiares son tendencias que no horóscopos. Los perfiles aquí definidos corresponden a familias con hijos que han fracasado parcial o totalmente en la ESO. La mayoría de familias como la suya no tienen graves problemas que resolver. Piense que su interés por leer ya le descarta de muchos de estos sectores. Aquí se exponen los casos extremos de fracaso escolar que se insiste, son grupos de tendencias y no la realidad. Los humanos clasificamos lo observado para dar algo fácil que digerir a nuestro ancestral cerebro. Jamás una clasificación es la realidad, la realidad es uno y no la casilla donde le han dicho que encaja. Sea objetivo y no se deje llevar por el síndrome pulga, por una que me dijeron que había, me picaba todo el cuerpo. No se rasque mucho ante los próximos perfiles, sólo analice si otros educadores pertenecen o no a tales tendencias. De todo ello obtendrá una información brillante para detectar a todos aquellos malos educadores.

martes, 11 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (23)

El docente imponente Su pareja abandonó el hogar, sus familiares no la soportan y sus amigos, si los mantuvo, por ser como era, dejaron de serlo. La persona imponente, profesor o profesora, suele ser aquel personaje quemado por la enseñanza que perdió su capacidad de empatía con los jóvenes y ahora vive bajo el yugo de la amargura. Muchos años lleva soportando a provocadores, malcriados y pasotas, así que opta por dar clases con laxitud y distancia, pasando en parte de sus alumnos e imponiendo más sus ideas que no provocando el argumento en los propios escolares. Para el imponente hacer pensar a los estudiantes significa malograr su tiempo para beneficiar sólo a unos pocos con inquietudes. A menudo el imponente da sus clases a espaldas del grupo invadiendo la pizarra con mil trazos de tiza que los alumnos deben anotar atropelladamente, ¿se imaginan lo que ven los escolares durante ese momento? Pues algo muy sórdido, ven la rabada de su docente enmarcada por el futuro oscuro de la pizarra, un futuro muy negro. Ahora con las pizarras digitales el futuro se vuelve más claro. Envidiar y criticar a todo el mundo es harto normal en este perfil docente. Algunas veces, y para llenar esos océanos de antipatía, el imponente siembra islas de simpatía que los alumnos jamás ven como puerto en donde varar su navío, más bien piensan que es hipócrita. Esos acercamientos estilo madre Teresa de Calcuta no son más que intentos para curar su conciencia de imponente amargado. Durante esos pequeños intervalos de laxitud, la santa madre habla a los adolescentes como niñitos de tres años. Con ello no da con lo que estos desean ser realmente en breve, adultos. El imponente jamás comprendió que dirigirse a estos púberes como hombres y mujeres suscita mejor su responsabilidad que no tratarles como nenes ingenuos de primaria. Alguien dijo que un buen maestro no es el que espera que le admiren sino quien desea que le superen. Imponer verdades puede ser útil y formativo pero imponer opiniones castra el potencial crítico de los escolares. Goebbles, el asesor ideológico de Hitler, afirmaba que una mentira repetida mil veces terminaba por ser verdad. Ahora imagínense si hubiéramos hecho lo mismo con las verdades. En el aula debe existir esa repetición de las autenticidades más una pizca de ingenio que haga pensar a los alumnos, que les rete, que les provoque. Ellos están en el colegio por una simple razón, para ser autónomos en la vida y destetarse a la larga de sus padres. Un profesor sólo imponente en opiniones jamás logrará potenciar su autonomía, sólo les llenará la cabeza de sus ideas, con el riesgo de ser equivocadas. Por tanto aprecie al educador que no impone sus convicciones personales, aunque sí los hechos probados, a sus alumnos. Mejor que les induzca a buscar y contrastar toda la información disponible. El filósofo Bertrand Russell hacía una broma de si mismo en este sentido, en el de ser crítico. Se preguntaba si después de su muerte toda su obra desapareciera, a quién preferiría para hablar de él, si un discípulo suyo tonto o un enemigo listo. Russell respondía que un enemigo listo ya que el primero no le habría entendido dejándole a él también como a un tonto, mientras que un enemigo listo, a pesar de criticarle, le cuestionaría correctamente. El buen educador debe provocar que sus escolares sean críticos incluso con las opiniones de su mentor. Me comentaba un profesor de matemáticas que durante el inicio de la guerra de Iraq pilló un día a sus alumnos de cuarto de ESO debatiendo entre un SÍ o un NO a la guerra. El tema de ese día debían ser las ecuaciones de segundo grado, ecuaciones que casualmente suelen ofrecer dos soluciones. Un SÍ o un NO a la guerra también resultaba dual. Así pues el debate substituyó la clase de álgebra y la conclusión a la cual llegaron fue asombrosa. Contrastando sus opiniones con las informaciones que les ofrecía el educador avanzaron resolviendo la ecuación con gran pericia. Un alumno redactó lo siguiente: << Podemos desear erradicar la dictadura de Saddam y con ello llegar a la guerra. Podemos pensar que el petróleo mueve los hilos de la invasión y negarnos a la guerra. Son dos soluciones ante una misma ecuación pero, ¿debemos elegir obligatoriamente entre estas dos opciones? ¿O lo realmente importante del asunto sería regalar al pueblo iraquí la libertad de poder escoger? Bajo la dictadura de Saddam poco pueden hacer, o sobreviven así o se revelan contra la opresión. Pero cualquier revolución no debe pasar precisamente por el conflicto bélico, puede pasar por la cultura y el esfuerzo. Si en lugar de enviar tropas se mandaran conocimientos puede que ellos mismos provocasen el cambio en su país. Lástima que Estados Unidos prefiera la vía rápida, la guerra preventiva, a la vía lenta, la revolución cultural. Como si se tratara de una ecuación de segundo grado volvemos a tener dos soluciones. Nosotros optamos por la cultura. Por desgracia, y años más tarde, prosigue el conflicto en Iraq sin que la cultura haya ganado la partida >> Un profesor imponente jamás hubiera permitido ni suscitado una clase como la anterior. El maestro ajo La expresión, que te repites más que el ajo, es harto conocida por todos, sobretodo por quien es víctima de parejas que en su gastronomía son adictas al susodicho bulbo liliáceo, pero en el campo docente los así llamados ajos son aquellas personas que repiten lo mismo de un alumno des de primero hasta cuarto de ESO. Cabe añadir a esos cuatro años de redundancias los cursos adicionales si el escolar repitió. Tal pesadez de comentarios del ajo sucede sobretodo durante las reuniones de evaluación. En estas se comentan las notas trimestrales de cada alumno grupo tras grupo. Al final se suele opinar sobre más de cien escolares. - Pues Oriol no trabaja en clase – algo que el ajo ya dijo en la reunión del trimestre anterior - ni jamás me trae los deberes terminados – algo que también comentó en todas las reuniones antecedentes a la del momento -. Además el otro día, bla, bla, bla… - suceso en que todos estaban de acuerdo ya de antemano. Y así cien alumnos más… Este tipo de aportaciones culinarias del ajo alargan la reunión más allá del horario sindical, todo para darse cuenta que tal estrategia muestra igual eficacia que el Nàstic durante la liga, poca cosa gana. Repetir lo que el resto de profesores sabe sobre un alumno no mejora en absoluto ni su evaluación ni su rendimiento académico. Entonces, ¿por qué el ajo lo hace? Existen tres razones para ello. La primera ganar medallas ante dirección, la segunda mostrar ante los demás cuanto sabe sobre TODOS los alumnos del centro y la tercera, utilizar el claustro como el diván de su psicólogo, es decir, como terapia gratuita. Profundicemos en este tercer hecho. De primero a cuarto de ESO el ajo repite lo mismo de cada alumno como si se tratara de una queja necesaria para desahogar su ira interior. En fin, que hace perder a los demás un tiempo valioso que en nada evalúa mejor al adolescente. Es más, condiciona al resto de docentes con su percepción negativa del alumno. Entonces, ¿qué tal si hablamos del escolar del trimestre abordado y no del alumno que el ajo sentenció hace cuatro cursos? El profesor “Cansino” ¿Quién no se ha dormido alguna vez en clase? Negarlo no resultaría muy creíble, sería como disimular ese metano intestinal que todos hemos retenido en público, pero que en triste ocasión, con alivio y disimulo escapó. Una cabezadita en el aula resulta algo parecido a lo anterior, es una de esas situaciones placenteras que nuestra fisiología nos infunde pero que la ortodoxia no aplaude. Que de repente el profesor te despierte por retozar sobre tu pupitre asusta al más valiente. Algunos asemejan esta experiencia a un coitus interruptus, ¿acaso no te dejó a medias? La culpa de dormirse en el aula no es toda de los alumnos. Existen ciertos maestros que se empeñan en cansar e hipnotizar a sus escolares durante sus disertaciones. Este perfil de profesor “cansino” es el que más suspensos genera en el colegio si su materia es de las más odiadas, por ejemplo, las matemáticas. Recuerdo un eminente profesor de cálculo que de tanto que sabía, muy poco sabía enseñar. Vivía tan lejos de la mente de sus alumnos que era incapaz de explicarse con un mínimo de didáctica. Su monótono tono de voz, más su total incapacidad de motivarnos, nos empujaba una y otra vez a disfrutar de longevas sensaciones oníricas durante su hora de estadística. De Robocop I a Terminator II Para quien no recuerde la película de Paul Verhoeven, Robocop era un humanoide medio máquina diseñado en principio con carencia de sentimientos. Lo mismo ocurría en la primera entrega de Terminator. En cambio, al final de Robocop y en la segunda y tercera parte de Terminator ambos llegan a desarrollar capacidades para interpretar y aprender sentimientos humanos, hasta algunos lloraron cuando John Connor vio morir a su Terminator protector. Los docentes a menudo no saben con quien quedarse, si con Robocops insensibles o con Terminators buenazos. Ser demasiado distantes y fríos con los adolescentes conlleva no conseguir su complicidad y sí el enfado de algunos padres, hasta puede que te denuncien por apretarles demasiado las tuercas. Por otro lado, presentarse ante los alumnos como un Terminator amigo e ingenuo conlleva no ganarse jamás su respeto. Hay que empezar siendo un Robocop algo distante y ganarse poco a poco su respeto. Pasadas unas semanas, y cuando ha sido mostrada tímidamente esa parte humana hacia ellos, cae el telón de acero entre docente y alumnos. Los escolares se dan cuenta que el profe es buen jefe por tres cosas, se ha hecho respetar como Robocop, se puede confiar en él y finalmente hasta puede que les defienda en contra de otros malos educadores. Quien se queda en fase de Robocop jamás llega a sus alumnos. Hay que dirigirse lentamente hacia ese Terminator humano y casi sonriente que protagonizó Arnold Schwarzenegger. Sólo un humano es capaz de ver a otro humano. Al final, y evitados los extremos entre dictador y buenazo, se podrá charlar con los púberes sobre sexo, padres y ligues, algo que resulta mágico por el simple hecho que confían en ti al hacerlo. Ser mojigato y mantener tabúes en ciertos temas como el sexo y la pareja implica no darse cuenta de la base humana, la adolescencia que educamos. El profe blando Sabemos que hoy día la letra con sangre ya no entra, ahora se intenta con Petit Suise, chocolate Kinder o los Donuts si te olvidaste la cartera. Si ser Robocop era malo, dirigirse al otro extremo lo es peor. Aristóteles decía que lo mejor entre dos extremos era el término medio, ni Robocop ni la abuela de Caperucita Roja. Ser un blandengue con los chavales resulta un craso error. No se puede ser amigo de los alumnos el primer día y esperar que te respeten al siguiente. Primero hay que dejar claro que se es educador y que lo de amigos ya se verá el día que ellos sean adultos contigo. Un profesor blando y que no se hace respetar provoca un aula sin silencio ni atención, es decir, no consigue impartir con efectividad sus conocimientos y formación. En tal situación muchos alumnos se andan a perder ante la opción del jaleo y de la diversión. Lo grave de este profesor débil es que se queja a tutores y directiva de las faltas de respeto que sus alumnos le profieren sin darse cuenta de su error. Por eso, y por desgracia, espera que sean tutores y directiva quienes le resuelvan su falta de disciplina, algo que si éstos hacen, flaco favor van a dar al débil. Al reprimir al grupo, este docente queda todavía más desautorizado y la clase jamás le tomará en serio, al contrario, se le transmutará en una selva. Al final este profesor puede acabar con ansiedad, histerismo y depresión, y todo por no imponerse al principio. Por lo tanto, si su hijo le describe un perfil docente así, no pierda tiempo y vaya a quejarse a dirección cuanto antes. Siempre habrá recambios mejores. El profesor amiguete Ya hemos comentado que Jesús decía de los niños, “dejad que se acerquen a mi” pero no que le tomaran el pelo. Hay expertos que pregonan la igualdad entre alumnos y profesores bajo el precepto que se debe enterrar aquel docente franquista autoritario de antaño a cambio de potenciar la democracia vigente. Lo curioso del caso era que el enseñante autoritario que estos teóricos destruyen jamás fue franquista, ya existía en la república. La escuela de la disciplina y el orden extremo se creó a principios de siglo mucho antes que la Guerra Civil dejara el país en manos franquistas. Republicano o fascista, aquel colegio de golpes y tortas era un extremo que quienes las recibieron pensaron en extinguir. Por eso ahora hay algunos pedagogos teóricos que defienden que los docentes jamás deben proferir presiones a los alumnos, todo lo contrario, que deben argumentar y dar todo tipo de explicaciones a los escolares ante cualquier decisión que les afecte. Insisten estos expertos que el esto se hace porque lo dice el maestro, debe extinguirse por completo para que los profesores se transformen en alguien cercano a los alumnos, es decir, un profesor progre y amigo de sus alumnos. Ya se demostró con anterioridad que ser colega de un menor no asegura su confianza. Si un adolescente ve a un adulto como a un camarada difícilmente le hará caso ante una orden o una sanción merecida. En un instituto de Gavà en Cataluña hubo un profesor de historia que les comentaba a los chavales que los porros no eran malos, que no enganchaban, que su hija los había fumado y que nada malo le había ocurrido. Durante las excursiones si los alumnos fumaban marihuana, este docente miraba hacia otra parte. Además su forma de evaluar era del todo progre ya que sólo exigía trabajos sin examen alguno dedicando gran parte de las clases sólo a ver películas. El se proclamaba a si mismo anarquista aunque votara a otros partidos y defendiera el comunismo entre sus alumnos, algo nada objetivo en sus clases de historia. Su afán de protagonismo entre sus estudiantes le llevaba a mantener amistad, según él, con sus jóvenes adolescentes. Su perfil colega y cercano a los alumnos le llevó a liarse con una de sus alumnas veinte años más joven. En fin, que por huir del autoritarismo arcaico escolar se llegó al otro extremo de la balanza sin quedarse en el término medio, la autoridad docta y objetiva. Conseguir que un grupo de adolescentes crea en un adulto reviste todo un arte que el educador debe manejar con gran pericia. El docente amigo de sus alumnos difícilmente alcanzará tal cima educativa. El secreto reside en saber imponerse pero a su vez ganarse la confianza. Si los alumnos así acceden se hallan delante de una autoridad sin autoritarismo aunque sí lo hubo inicialmente. Por desgracia la igualdad entre educadores y escolares que defienden algunos expertos es una utopía que ha hecho mella en los alumnos. - Se lo diré a mi padre y ya verás como te pondrá luego el consejo escolar – amenazaba un escolar a un docente. La democratización del aula, con su consecuente ausencia de autoridad, también llega a veces a la familia. Algunos padres influenciados por este progresismo mal entendido afirman que son muy amigos de sus hijos, en fin que la democracia se comprendió fatal. Para votar y saber elegir hay que ser adulto, ¿o acaso defenderemos que nuestros alevines puedan votar al presidente del gobierno?, ¿se imaginan lo fácil que sería manipular su voto? Ocurrió por los años veinte en Estados Unidos que el candidato a la presidencia, el demócrata William Jennings Bryan, manipuló la educación en muchas escuelas. Éste presidenciable afirmaba que la Teoría de la Evolución de Darwin era falsa en defensa del creacionismo. Hoy en día, y por culpa de esa manipulación, en Arkansas, Tennesee y Mississippi un cuarenta por ciento de los alumnos de entonces cree que hace unos 10.000 años Dios lo creó todo. Es obvio que jamás deben confundirse esos dos mundos en la educación, el de los educadores que deben enseñar realidades y el de los escolares que deben aprender sin manipulaciones. Los primeros poseen libertad a cambio del peso de las obligaciones, los segundos deberían aprender el equilibrio entre ambas. Ya comentamos anteriormente lo que afirmó el escritor Fernando Savater, que los maestros deben ser conservadores hoy por rectitud de conciencia para que algunos alumnos puedan mañana ser revolucionarios con conocimiento de causa. Jamás en tal afirmación se vislumbra que debamos ser colegas de los adolescentes ni que los docentes deban serlo con nosotros. En el tan aplaudido modelo finlandés se practican tres premisas que le otorgan el mayor éxito académico de toda Europa, su conservadurismo, su profesionalidad y su autoritarismo. En el modelo educativo anterior no se han cometido los errores de nuestro país. Cabe indicar aquí que en el aula no deben confundirse los siguientes conceptos. Primero, la flexibilidad de las normas con la ausencia de éstas. Muy a menudo durante los botellones que cada jueves suceden en la Universidad Autónoma de Madrid se opta por permitirlos con una brigada de limpieza que borra toda huella del delito. Segundo, tolerancia no significa permitir la falta de respeto ya que tolerar no es educar en libertad, es educar bajo la dictadura del capricho. Tercero, un educador cercano a sus estudiantes no es un colega, simplemente es quien irradia empatía, no tolerancia. Cuarto, facilitar el aprendizaje no se corresponde con el sobreproteccionismo. En muchas ocasiones vemos como muchos padres acompañan a sus hijos en selectividad o en las colas de matriculación para la universidad. Quinto, amenizar las clases no implica una educación sin esfuerzo ya que sin éste no se valora lo que se aprende ni quien te lo enseña, el docente. Sexto, promover la participación en las clases no equivale a que todos opinen de todo ya que todo no lo saben y sin conocimientos difícilmente se puede argumentar con propuestas críticas. Y séptimo y último, aprender por competencias jamás debió significar la rebaja de los contenidos ya que se menosprecia la memorización de los mismos. Recuerdo el caso de una profesora de primero de ESO que para dejar clara la distancia entre educador y estudiante, pero sin imponer disciplinas arcaicas, se inventó un sistema del todo curioso y eficaz, los puntos verdes y naranjas. Con la lista de clase colgada en el tablón del aula, iba poniendo puntos de clorofila o de mandarina según lo aplicados que resultaban sus preadolescentes, verde para lo positivo, naranja para lo fallido. Al final ellos mismos, con o sin resquemor según sus méritos, iban al tablero y se autoadjudicaban sus puntos. Jamás la susodicha profesional utilizó tal competición para imponer notas, sólo resultó un juego en donde los infantes comprendieron sus obligaciones en el aula, no la democracia estatal de sus adultos. Un sistema de enseñanza es democrático si asegura que no deja atrás a sus aprendices. Al de mates no le mates En 1994 se otorgó el Nobel de matemáticas a John Nash. Él, como muchos de los de exactas, era muy raro, quizás el que más ya que padecía de esquizofrenia paranoide. A menudo veía unos personajes que le acompañaban en sus paseos o en la propia aula de la universidad. John Nash, una mente maravillosa, mitifica el tópico del profesor de mates que de tan sabio no sabía explicar lo que sabía. Este perfil docente se repite a menudo entre doctos profesores que ignoran como hacer llegar sus conocimientos a los estudiantes. Para que un educador de tal índole mejore su condición debe superar dos cosas, su falta de didáctica y su distancia con los alumnos. La didáctica es lo que permitirá al docente emanar atención, comprensión y esfuerzo entre sus alumnos, y si existe una asignatura de difícil atención ésta es el área de matemáticas. Impartirla debe revestir todo el ingenio del profesor para que resulte mundana y juguetona. Ya mencioné el caso de una docente en tal disciplina que el primer día de clase no daba matemáticas, daba ciencia-ficción. Les contaba primero que las mates residían por todas partes, que no sólo en los libros. Para verlas había que poseer unos ojos mágicos, una visión matemática que había que saber transmitir y enseñar. Ponía ejemplos como las figuras geométricas, los pesos de sus cuerpos o la quiniela del domingo. Luego llegaba al ejemplo más enigmático de las matemáticas, que son un idioma, un lenguaje con símbolos y sintaxis propios como el inglés, el español o el swahili. El problema de tal lengua algebraica era que el cambio de una coma o un punto resultaba nefasto y que por tanto era un medio de comunicación muy quisquilloso. Y finalmente les hablaba de poder comunicarnos con otras civilizaciones extraterrestres gracias a un lenguaje común entre mentes abstractas, las matemáticas. Ya comenté que añadía a todo ello unos toques literarios y cinematográficos con la novela de Carl Sagan y su correspondiente largometraje Contact. Otro profesor de exactas explicaba las ecuaciones en segundo de ESO como un juego. Para ello daba a los alumnos unas escasas normas que permitían aislar la X de la ecuación y calcular su valor fácilmente. La primera ley era pasa quien manda, con referencia al orden de las operaciones que permiten desalojar elementos de una función. La segunda, quien pasa cambia su operación, que no su signo. La tercera, la nueva operación afecta a todos los elementos del miembro, y así hasta tres normas básicas más. Dejar a la X a un lado del igual resultaba al final como un juego de rol en donde ésta era liberada de su cárcel. Las dos estrategias anteriores, la de los alienígenas y la de las ecuaciones, acercaban las mates a los chavales evitando que las vieran como algo lejano y abstracto. El segundo aspecto que permite que un docente sabio, pero alejado de su mente, llegue a ser cercano a sus estudiantes es que le vean humano. Si este insiste a los alumnos que no utilicen la calculadora en computaciones elementales pero un día deja que los chavales le pillen haciéndolo, mostrará ante ellos su capacidad de pecar. Si durante una clase comete un error flagrante en la pizarra y en lugar de excusarse o disimular pone cara de niño travieso, hará reír a sus estudiantes a la vez que mostrará su humildad con ellos. Hay mil formas para que los adolescentes nos vean humanos imperfectos y no sabios altivos, hasta algunos tienen suerte sin aprender matemáticas. Me contaba Felipe de Vicente, presidente de l’Associació de Catedràtics d’Ensenyament Secundari, que un alumno suyo nefasto en matemáticas halló la manera que éstas le fueran de utilidad. Habían pasado muchos años del trato entre profesor y alumno. Éste ya andaba pasados los veinte cuando un día ambos se cruzaron por la calle. El alumno saludó a su mentor efusivamente, hasta le invitó a su casa. El profesor tras una charla accedió y al llegar a su domicilio quedó sorprendido, el nefasto estudiante en matemáticas lucía un caro deportivo ante la puerta de un fastuoso chalet. - Bueno, ¿y en qué te ganas la vida? – le inquirió el docente. - Pues compro y vendo. - ¿Compras y vendes qué? - Pues compro cosas a 100 y las vendo a 200, y con este 2 % me gano la vida. Teóricos, asesores y expertos educativos Algunos de estos asesores pedagógicos, y sin dar muchas o ninguna clase, lucen su título de magisterio, pedagogía, sociología, sicología u otras ramas ante quienes les preguntan sobre educación. Otros que no poseen licenciatura ni grado alguno, se llaman a si mismos expertos en educación y andan también regalando sus consejos. Añadamos a todos los anteriores un buen grueso de docentes que sin gustarles el aula y sus alumnos, logran abandonarla para impartir cursos de como dar clases a quienes se quedaron en ella y que sí saben hacerlo. Todos estos fugitivos de la tiza van ofreciendo orientaciones a políticos, docentes y padres aunque ya no trabajen con adolescentes en el aula. En fin, olvidaron o jamás supieron, que la práctica siempre fue el mejor máster en educación para poder aconsejar a los demás. Por desgracia, y en asuntos de práctica, muchos teóricos, con o sin título, cojean en demasía. De asesores educativos buenos de haberlos los hay, pero éstos saben muy bien lo que es dar clase a treinta escolares por aula durante más de veinte horas por semana. El resto, los malos, discurren por centros y cursos como carroñeros de defectos en donde aferrarse para succionar el sueldo que se les paga. En el argot empresarial se les cataloga, con mi más humilde perdón hacia los insectos dípteros, de moscas cojoneras, aunque en el argot escolar se les bautiza como pedabobos o pedabobas, sean algunos pedagogos, psicólogos, sociólogos, docentes que lo dejaron o teóricos sin titulación. Si en su centro existen en demasía mal va dirección. Muy probablemente el equipo directivo no sepa cómo resolver los asuntos que debería saber y ha contratado a alguien externo para ello. Sería como si trabajara de arquitecto y contratara a un albañil para diseñar un rascacielos. Atienda a los siguientes ejemplos. - Acordamos que los alumnos no podrían ir al baño a beber agua durante las clases – sentenció el asesor pedagógico durante una reunión de profesores en Cerdanyola del Vallès -. Y hay que dar ejemplo de ello, los profesores tampoco podéis. - Perdón – intervino uno de los docentes -, yo siempre voy tomando sorbos de agua en el aula. - Pues si los alumnos no pueden, nosotros no deberíamos dar mal ejemplo, ¿entiendes? - Sí, pero el curso de foniatría que nos aconsejaste el año pasado nos informó que para evitar afonías, pólipos y otras patologías en la voz, debíamos beber agua para humectar la garganta durante las clases. - Ya lo preguntaré – con cierta rabia interna - y os daré una respuesta en la próxima reunión. Y no hubo respuesta en la siguiente sesión. Parece claro que algunos asesores pedagógicos les pesa más la teoría que la práctica. - Para imponer una mayor disciplina en el centro – sentenciaba una flamante asesora pedagógica en el mismo centro de Cerdanyola -, de ahora en adelante los tutores se encargarán de revisar cada semana todas las faltas que sus alumnos hayan perpetrado en las diversas asignaturas. Consecuentemente deberán sancionar aquellos alumnos que se les ha llamado la atención por charlar en clase, no traer los deberes o haber sido expulsados del aula. - Perdón – intervino un profesor asustado -, ¿pero no sería mejor que cada docente sancionara al momento, y no esperar que a final de semana lo hiciera el tutor? - No – contestó la pedagoga -, el tutor debe centralizar todo lo que ocurre en su grupo. - Sí, pero los que no son tutores no tomarán cartas en el asunto. Luego vendrá el de tecnología y me dirá que mis alumnos no le respetan. Por mucho que castigue a mis escolares sólo lograré que me sigan respetando a mi, y no al de manualidades electrónicas. - Ya lo preguntaré – otra vez con rabia - y os daré una respuesta en la próxima reunión. Y tampoco la hubo. Vistos estos sucesos, parece claro que muchos pedabobos y pedabobas, por justificar el sueldo que les paga, se dedican a entorpecer la labor de los docentes con asuntos teóricos y ajenos a la realidad educativa. Lo más perverso de este tipo de malos educadores es que resultan hábiles relaciones públicas y alcanzan grandes cotas de reconocimiento social. Muchos al abandonar el aula y dejar de soportar las consecuencias de sus propias teorías, consiguen dedicarse a diseñar leyes y cursillos para quienes todavía permanecen en clase, es decir llegan a los oídos de políticos y dirigentes deformando sus mentes. Los consejeros de esta estirpe les pesa más la teoría que la práctica, y está cantado que los pedabobos y las pedabobas, por justificar el sueldo que se les paga, se dedican más a convencer a altos cargos de su importancia que realmente a mejorar el sistema educativo. En fin, que los mejores asesores no serán ellos, sino aquellos docentes que reúnen las siguientes características. Primero impartir más de dieciocho horas semanales de clase. Segundo trabajar con más de veinte alumnos por grupo y no con clases reducidas como hacen algunos supuestos expertos. Tercero llevar en la educación unos cuantos años cumpliendo las dos premisas anteriores. Y cuarto y último, haber trabajado con alumnos diversos en cuanto a nivel académico, clase social y origen étnico. Si en su centro hay profesores con esas características valore su fortuna. En Finlandia, y por razones obvias, el número de estos expertos en los centros educativos es nimio, no hay. Cabe preguntarse entonces por qué los docentes, y expertos reales, tienen tan poca influencia en la mejora de la educación nacional. Según Josep Playà, periodista experto en educación de La Vanguardia, el hecho que los docentes tengan tan poca influencia social es debido a su ausencia en los medios en donde sí son frecuentes pedagogos y demás expertos. Esta falta de incidencia docente en prensa, radio y televisión sucede por las razones siguientes. Primero, los docentes no se hallan agremiados en un lobby poderoso e influyente como sí las facultades y asociaciones de pedagogos, todo lo contrario, la mayoría de profesores rehuyen de afiliarse a sindicatos educativos por recelo a la manipulación. Segundo, los maestros y profesores, tienen el tiempo tan ocupado que difícilmente intentan en bloque salir en prensa, Twitter, Facebook, televisión o crear un buen diario digital sobre educación. Tercero, muchos sindicatos específicos en educación no poseen un gabinete de prensa potente y bien conectado con los medios o un diario digital sobre educación proyectado con buen diseño. Cuarto, existen cada vez menos periodistas especializados en educación primando el reportero generalista que busca la noticia rápida y en tiempo real. En ello cabe detallar que en las ruedas de prensa este tipo de periodista redacta in situ la noticia sin contrastarla con especialistas para mandarla inmediatamente para no ser pisada la primicia por el resto de reporteros allí presentes que también hacen lo mismo. Esto hace mella en la realidad educativa sin llegar la verdad a la sociedad que bebe de los medios. Y quinto, y en resumen, la hoja de ruta educativa nacional no la trazan los docentes sino otros que bajo un lobby que posee más poder, influencia e impacto en los medios, se otorgan a si mismos el papel de expertos en educación sin serlo realmente. Las soluciones a todo lo anterior, y con el objetivo de aumentar la presencia de los docentes en los medios serían básicamente tres. Congresos periódicos de educación expuestos por docentes, un diario digital sobre educación con ágiles puentes al Facebook y al Twitter bien organizados y un gabinete de prensa unificado entre los sindicatos de educación. Todo ello provocaría que un mayor número de docentes se afiliara a un sindicato especializado en educación dando mayor poder a estos ante el lobby de los pedagogos y demás expertos. Otro aspecto que conlleva la baja influencia de los docentes en la sociedad es su mala imagen ante la sociedad. Según un estudio en 2013 de la Fundación Botín titulado El Prestigio de los Docentes en España, éstos se hallan en la posición 21 de las profesiones con una nota de 3,7 sobre 5, algo que contrasta con la imagen que los propios educadores creen proyectar hacia la sociedad. Los docentes se puntúan con un 4,5 sobre 5 pensado que la sociedad les pondrá un 2,5 sobre 5, todo ello muy distante de la evaluación que la sociedad les otorga realmente. ¿Y por qué esta percepción negativa de nuestros educadores? Según el estudio esto se halla en diferentes factores. El primero y más indicado es su falta de autoridad en el aula y la baja formación de los maestros en su área de enseñanza, el segundo el cambio tan frecuente de leyes en nuestra estado, el tercero la percepción que este colectivo posee demasiadas vacaciones, el cuarto su sueldo bajo, congelado y actualmente recortado, y el quinto y último, lo que se critica de ellos en prensa. Parece pues que los más importante a corregir es la autoridad y la formación de los maestros según la sociedad. De hecho el 68 % de los encuestados afirman que el maestro debe primero dominar su especialidad y luego conocer las técnicas pedagógicas para impartirla con efectividad. Un 73 % declara que se debe ser más exigente en la selección de los estudiantes que deseen ser docentes, algo que conllevaría la recuperación del prestigio docente perdido y la recuperación de la disciplina en las aulas, a mayor nivel de disciplina mayor prestigio, y a mayor prestigio mayor rango de disciplina. Con todo, la sociedad, sin ser experta en educación, siempre puede equivocarse en sus percepciones. El tiempo dirá. Zombies Para seguir enseñando es necesario seguir aprendiendo. Poseer viva la llama de la inquietud trasciende en los alumnos y los puede motivar. En cambio el profe que ya no aprende, ese zombie con sus apuntes rancios y de color amarillento, resulta ser un fósil viviente. Ejemplos de ello son el profesor de música que no se emociona con ninguna melodía actual, el de literatura que jamás leyó un cómic y el de biología que no se entusiasma ante su mascota. Esos personajes son el vivo retrato del docente que sólo imparte conocimientos sin ilusión. Por tanto, elogie al educador que va a congresos, escribe artículos y actualiza sus conocimientos. Lo que llena su mente llegará también a la de sus hijos.

sábado, 8 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (22)

El trepa Un primer candidato a denunciar es el docente trepa que vive más preocupado por sus galones que por sus clases. A este personaje le encantan las reuniones, los actos sociales y las figuraciones que alimenten su autoestima pero a costa de su calidad educativa. Puede que un docente así llegue a coordinador de ciclo, a jefe de estudios o hasta a director para delegar su labor a los demás bajo la apariencia de trabajar mucho pero solucionar muy poco. Los alumnos, que de tontos no tienen ni un pelo, en breve lo detectan. Por eso es importante que hable usted con sus hijos sobre el centro. Esas conversaciones le ofrecerán una radiografía aproximada de lo que ocurre allí dentro. Un caso de profesor trepa lo observé en un centro cercano a Tarragona. Allí el jefe de estudios entrante fue derivando sus antiguas obligaciones a los tutores mientras informatizaba cada día más el instituto. Bajo la apariencia de modernidad y eficiencia este trepa iba descargándose de trabajo a costa de otros. Si antes él debía llevar las faltas de los escolares ausentes, la faena fue transferida a los mentores de grupo, si las entrevistas con los padres por exclusión de sus hijos las debía ejecutar él, por arte de magia pasaron a manos de los tutores y así una competencia tras otra. Este tipo de profesores hasta puede que se conviertan en prófugos de la tiza y lleguen a dejar el aula para dedicarse a dar cursos de cómo impartir clases a docentes que sí las saben dar y que no pretenden abandonar la tiza. Docentes acosadores De haberlos, los hay. Su especie, aunque escasa, es la de alguien amargado que utiliza a los alumnos como diana de sus frustraciones. Imagínense a esa persona que lleva años casada por inercia y que ahora todo lo encuentra mal, hasta a su pareja. De hecho, a todo el mundo critica sean compañeros, alumnos, padres o directivos del centro, vaya que no deja títere con cabeza. El cinismo es su creencia y el orgullo su otro gran defecto. Puede que hasta fantasmee de conocer a gente VIP para engrandecer su ego ante los demás, vaya, que la crean una persona importante, pero en el fondo se encuentra mal por no haber realizado todo aquello que deseó en su juventud y que ahora con consorte, hijos e hipoteca ya no puede soñar. Por eso de vez en cuando se pega a los docentes jóvenes entrantes para acercarse a ese sueño del cual ella despertó. Un personaje así crispa a cualquiera y puede dinamitar la autoestima y rendimiento escolar de muchos alumnos. Desconfíe pues del profesor que critica las prácticas de otros o que simplemente no defiende a sus compañeros de claustro. Eso es señal que luego le criticará también a uno. La ficción anterior describe el perfil hipotético de una persona que podría resultar acosadora en clase. Pero, ¿hay muchas? A finales del verano del 2006 se publicó un estudio en donde casi la mitad de los alumnos afirmaban haber sufrido acoso en el colegio. De todos los aquejados, un 4 % acusaba directamente a los docentes por llamarles demasiado la atención en clase y estigmatizarlos. No hay duda alguna que docentes acosadores existen, pero tanto acoso por el mundo no. Si nos remitimos a las encuestas de los organismos oficiales nos daremos cuenta que el fenómeno acoso no es tan frecuente como el estudio anterior pretendía asegurar. De hecho, y por suerte, los docentes acosadores son una ínfima minoría que nada tiene que ver con los acosadores reales. En la encuesta sobre juventud y seguridad en Cataluña del 2001 sólo el 7,5 % de los alumnos confesaba haber sido objeto algunas veces por semana de burlas, mofas e insultos por parte de otros escolares, el 1,5 % de haber recibido golpes o empujones con igual asiduidad, y el 0,4 % haberse visto amenazados con tal frecuencia. En total eso sumaba un 9,4 % de acoso real perpetrado por estudiantes y no por educadores, algo que no casa con el informe del 2006 en donde se hablaba de más de un 40 % de acoso total, ¿qué ocurre entonces aquí? ¿Tanto cambiaron las cosas en cinco años? Más bien parece que quienes diseñaron la encuesta del 2006 pretendían unos resultados impactantes y perseguían titulares periodísticos. A menudo, cuando a los humanos se nos da la oportunidad de quejarnos nos ensañamos con lo que nos ponen en bandeja. Una encuesta parcial en donde se pregunte si uno se ha sentido acosado alguna vez en la vida eleva en gran medida el número de maltratados de las estadísticas, ¿y quien no se ha sentido acosado en alguna ocasión? Una cosa es sentir y lo otro es serlo realmente. Si la pregunta es si te has sentido, los docentes pueden también llenar el saco de acosadores. Añadamos a todo esto que cuando aparece una palabra nueva para describir una dolencia, bullying por ejemplo, gran parte de la sociedad se transmuta en hipocondríaca y dice que la padeció, padece o padecerá en algún momento. No se vuelva hipocondríaco pensando que sus hijos padecen las palabras de moda como bullying u otras que los medios sacan en prensa. Sea objetivo y crítico con todas estas informaciones. ¿Profesores responsables de acoso? Una realidad pero mejor no se exageren en demasía. El racista El perfil racista también existe entre los profesores, aunque para ello existe una prevención, viajar, y el colectivo de docentes es uno de los sectores sociales que más lo hace y que menos racista resulta, y es que viajando se disuelven los nacionalismos y se alejan los fanatismos. Practicar la inmersión en culturas alejadas enriquece las capacidades de uno mismo. Saber costumbres o parte de su lengua abre al docente las puertas de la complicidad del alumno inmigrante y hasta reduce el riesgo de ser acusado de racista. Por tanto, pondere si en su centro los educadores son personajes viajados, garantía de mentes abiertas y amplias con bajo riesgo de racismo en sus prejuicios. El víctima Escribía el profesor Joan Frigola para El Periódico: << La agresividad, sea latente o explícita; verbal, emocional o física; de baja o alta intensidad, se está instalando en el sistema educativo [...] y lo que molesta a la Administración no es que haya conflictos (ella es especialista en crearlos), sino que se aireen>> Y eso es lo que ocurre, que a menudo los dirigentes quitan importancia al asunto. A finales del 2006 la Conselleria d’Educació de la Generalitat de Catalunya hizo público un comunicado en que tras calificar los ataques que reciben los profesores como un hecho muy grave, sólo se trataba de casos aislados que no eran generalizables a todo el sistema educativo. El propio conseller de entonces, Joan Manuel del Pozo, sugirió que para evitar mayor algarabía “no se creara más alarma de la que realmente estuviera justificada”. Pero de hecho, estas opiniones no casaron con los estudios que ellos mismos ordenaron. En la encuesta sobre juventud y seguridad en Cataluña del 2001, el 20,8 % de los alumnos reconocía haber gritado a sus profesores, el 12 % haberles insultado y el 1,2 % haberles agredido físicamente. Es decir, que las provocaciones por parte de los escolares hacia los docentes son pan de cada día en el aula. Puesto que las palabras orden, autoridad y disciplina causan frecuentemente miedo en la legislación educativa, cabe preguntarse que puede hacer el educador frente a estas situaciones. Por desgracia muchos profesores caen en el error y en la provocación quedando desautorizados en clase. En noviembre de 2006, y ante un gran cúmulo de quejas por parte de maestros y profesores, el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, José María Mena, ordenó a los fiscales que endurecieran la protección penal de los educadores tipificando como atentado las agresiones a los profesionales de la enseñanza al realizar éstos una función de interés social como es la educación. Tal delito conlleva penas de dos a cuatro años de cárcel, algo que según las asociaciones de Jueces de Cataluña fue calificado de forzado, cuestionable y de difícil aplicación, más bien debía considerarse como un mensaje de llamada de atención, un aviso a los posibles agresores. Independientemente de todas estas medidas forzadas está claro que lo más hábil en un docente son las actuaciones preventivas evitando caer en la provocación. Mostrar un enfado excesivo y ponerse histérico ante un adolescente es un error, él logra su objetivo, crispar, y el adulto pierde el suyo, educar. Ante el desafío, y esto también sirve para los padres, hay que agarrar ese lance y devolvérselo sin ira alguna, hay que desconcertar al púber, hay que mostrarse como una pared que no pincha, una pared donde rebotan los agravios, un muro que le marca sus límites y en donde el silencio debe tronar. En otro caso, y si no se controla al provocador de clase, se pierde el control del grupo, su respeto y la posibilidad de impartir conocimientos a los demás. En fin, que se acabó la clase. Ante el despropósito de un alumno lo fácil es expulsarlo del aula, pero lo difícil es jugar su juego sin ira y sin mostrarse herido. Si él ve que sacó de sus casillas al profesor una vez, lo hará cientos. Mejor esquivar esa primera y habrá menos en el futuro. Ese tipo de docentes demuestran un gran sentido común generalmente asociado a una amplia experiencia que les permite evitar algo que frecuentemente sucede, gritar. Por otro lado, si se abuchea y presiona en exceso a un alumno puede que algunos padres no lo encajen bien y vayan al colegio a exigir explicaciones. Hoy ya no funciona la antigua terapia de castigar en el colegio esperando otra sanción paterna si el escolar se quejaba en casa. Valore por tanto a aquellos educadores que sin la bronca controlan al grupo. Si su presión se hace evidente en la opinión de sus hijos significa que su preocupación es alta, en caso contrario pasan de todo. Piense que los centros de enseñanza reciben denuncias de lo más inverosímil. Recuerdo el caso de unos padres que tramitaron una querella contra un profesor por maltratar a su hijo psicológicamente por llamarle la atención con un grito. U otro caso en donde el profesor confiscó temporalmente un móvil de un alumno por utilizarlo en clase. En esa ocasión el docente casi fue denunciado por apropiación indebida. Y si quiere otro ejemplo más kafkiano el de un maestro que quiso registrar la mochila de un escolar bajo la sospecha que escondía un hurto. La familia del chaval averiguó que podía denunciar al profesor por violación de la propiedad. Si antes se decía que la letra con sangre entra, ahora es el docente quien recibe letras y sangre con denuncias potenciales. Años atrás era el maestro quien intentaba persuadir al escolar diciéndole que avisaría a sus padres, ahora es al revés, es el alumno quien amenaza al educador con sus progenitores. Querer mantener la rectitud de forma contundente sobre los alumnos ya no parece aconsejable, por tanto si sus hijos le cuentan que tal profesor es respetado sin proferir ni gritos ni histerismo, algo muy bueno tiene éste. Pero si por otro lado uno ve bien que a la mínima unos padres pidan explicaciones y tramiten una denuncia que dirección e inspección secunden expedientando a un docente, piense que eso conllevará que el alumno se crea el rey del mambo y un manipulador de adultos. Ahora, más que nunca, el provocador se adueñará del aula y muchos educadores caerán ante sus provocaciones. En definitiva, ante las provocaciones mejor ser pared que no pincha que barricada con alambres. Un proverbio chino ora que cuando el vendaval ruge el árbol se quiebra pero el junco sobrevive. Veamos ahora un ejemplo sin dar caña de ser caña: - Ei, profe Peláez – gritó un alumno en clase de tecnología -, ¿para que sirve mi poll*? - Con ese lenguaje – sonriendo el docente – y sin delicadez por tu parte, para algo que las chicas dejarán que te hagas tú solo- el grupo se ríe y el provocador también. - ¿Sabes? Creo que me estás rallando, tío – levantándose del pupitre. - Lo siento, ¿pero crees realmente que yo soy tu tío o tú un DVD? Por favor, siéntate y déjame dar clase a los demás. - Ala tío, como te pasas – contestó con cierta simpatía el alumno. - Y ahora, por favor ¿me dejas dar la clase? – nadie más intervino y el provocador se sentó – Pues prosigamos. El caso anterior, real en sus palabras, muestra en cierto modo que una vez robado con simpatía el protagonismo del provocador, éste suele ceder en su intención, he dicho suele. A menudo no ocurre así y nadie da con una solución pacífica que integre al provocador dentro del colegio. La política actual dice que el centro debe reinsertar a estos adolescentes en la sociedad, algo fácil de derivar pero difícil de asumir. Los docentes no son psicólogos y tampoco asistentes sociales. A pesar de ello se espera que resuelvan el percal. La desgracia llega cuando el alumno anómalo perpetra el insulto, la amenaza y la agresión al profesor. Bajo tal presión poco puede hacer el docente. Dirá algún experto que hay que aplicar la teoría de moda, la resolución de conflictos a través de un buen conocimiento de educación emocional bajo un mediador, pero esa terapia resulta a menudo un pacto de buenas intenciones sin que nadie sepa como llevar la gesta a la práctica. Cuando un adolescente propina una patada a un profesor afecta a todo el resto. Si el tutor no puede solucionar la violencia de un solo individuo, tampoco podrá atender a la mayoría, es decir, si un único alumno centra la atención del docente poco asistirá a los demás. Cabe preguntarse ahora si esto es integrar o dejar de lado a todo el grupo. Como antes se ha mencionado, ahora está de moda la educación emocional. Los especialistas no paran de hablar de ella y las instituciones organizan cursos al respecto. Ya dijimos que se propuso quitar una hora de clase normal a cambio de una de educación emocional. El hecho es que la educación emocional se muestra, entre otras cosas, como la piedra filosofal para neutralizar a los alumnos provocadores. Y, ¿qué postula la educación emocional para resolver el problema? Pues aconseja que en el aula se motive al alumno, que se practique la empatía con él, que se comprenda su sensibilidad, que se le enseñe a controlar sus emociones, que se eleve su autoestima y finalmente que se promueva su interacción con los demás. Todo lo anterior siempre se ha sabido y aplicado pero con mayor disciplina y unidad educativa entre centros y familias. En cierta forma parece como si alguien hubiera descubierto esto sólo para ponerle un nombre, el de educación emocional, y ahora venderlo como una solución. Algo que está claro por el momento es que el docente que cae en la provocación pierde la partida sin hallar solución alguna al asunto. En noviembre del 2006 llegó otra solución para tratar los casos de alumnos provocadores. Auxiliadora Javaloyes, directora del Area de Hospitalización del Adolescente de la Clínica Mediterránea de Neurociencias (CMN), propuso que ante el primer síntoma que indique que estamos frente a un menor violento, hay que pedir ayuda al médico. Siempre se ha dicho que es mejor prevenir que curar aunque en caso de adolescentes díscolos se llegó tarde. La mayoría de estos alumnos violentos se originó durante los primeros pasos educativos. Si se fue demasiado permisivo con el infante se le animó a desarrollar sus exigencias por encima de sus adultos. Al llegar a la adolescencia con dieciséis años de rebeldía y metro ochenta de altura, no hay quien lo pare, ni el doctor House. No obstante hay una solución, y no la médica, que los profesores que no caen ante la provocación llegan, con el tiempo, a ganarse a los escolares. Esta situación lleva sus semanas pero al final genera que unos púberes confíen en su educador y en sus consejos. Otras medidas como ir al médico o asistir a cursos de educación emocional puede que ayuden pero parecen más pastillas balsámicas que auténticas soluciones ante la pulmonía del provocador. Muchos teóricos insisten que con un mayor número de cursos, control burocrático y libertad de elección escolar de las materias, los alumnos díscolos desaparecerían pero la calidad escolar no reside ni en el control burocrático ni en la libre elección, y ni mucho menos en crear superprofesores a golpe de más y más cursos, la calidad educativa se logra desde la más temprana infancia con rutinas de estudio, concentración y esfuerzo. Cuando esto no se cumple llegan a Secundaria los díscolos irreductibles.