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miércoles, 13 de febrero de 2013

PIAGET POPPER Y KUHN

El constructivismo de Piaget defendía que todo conocimiento mental era un invento, una creación de la percepción equívoca de los humanos. Bajo ese punto de vista era más importante el método de estudio que saberse las materias, era más trascendente aprender a aprender que simplemente aprender lo que sí sabían los maestros. Piaget insistía que de antemano todos los alumnos saben aprender por si solos y que por tanto el alumno debe estar libre para construir sus propios conocimientos como expresión de su personalidad y así deducir por el mismo teorías científicas que los humanos han tardado milenios en demostrar. En este contexto el docente sólo debía ser un conductor de esa construcción sin ya necesidad de dominar grandes conocimientos ya que el alumno los hallaría bajo la batuta de un buen profesor y guía en sus sueños. Por desgracia el constructivismo de Piaget y seguidores se equivocó, de hecho no fue del todo un error sino una mala interpretación de escritos que les antecedieron. Piaget quizás leyó a Popper y luego lo sustituyó por otro gran pensador, por Kuhn. El primero, como filósofo de la ciencia, proponía que ésta debe aproximarse a un conocimiento racional, inteligible y lo más objetivo posible de la realidad, algo en lo que todo biólogo, geólogo, físico o químico estarán de acuerdo. Pero Piaget debió dar más valor a la opinión de un historiador, Kuhn, que a la observación de un pensador científico, Popper. Piaget, al igual que Kuhn, creía que la ciencia era una construcción social, ininteligible y subjetiva en función de los prejuicios históricos e individuales del momento. Si bien es cierto que muchas hipótesis científicas se elaboran bajo el contexto histórico, los intereses ególatras y los prejuicios personales, no siempre ha sido así y el Darwinismo, la Tectónica de Placas, la Relatividad o la Tabla Periódica explican nuestra realidad y nos permiten desarrollar tecnologías útiles, inteligibles y reales. Por tanto Piaget confundió lo que el empirista David Hume criticaba a menudo de la historia, que confundimos el debe ser por lo que simplemente es. Los hechos son los hechos, luego nosotros valoramos si están bien o mal, pero sin nosotros sólo serían eso, hechos. La ciencia debe ser racional, inteligible y objetiva aunque a veces sea ilógica, ininteligible y subjetiva. La ciencia debe analizar, sintetizar y explicar hechos, y si un chapuzas confunde esto con sus prejuicios, simplemente se inventará sueños sin explicar realidad alguna. El constructivismo de Piaget creía que los conocimientos se construían pero los estudiantes no deben construir el conocimiento, sino reconstruirlo a partir de las enseñanzas de doctos profesores. Por desgracia el sutil error de Piaget propició la pedagogía teórica que invadió de fracaso escolar Estados Unidos, Suecia, Francia y España. Aun así, y pasado el milenio, pedagogos constructivistas intentaron predicar y convencer con sus teorías a políticos de América latina. La rueda del error y del terror continuó girando (continua en este mismo blog. Ver LA EDUCACIÓN PROHIBIDA)

RATZINGER PAPA O MAMA

RATZINGER, PAPA O MAMA En la sociedad del siglo XXI nos vanagloriamos de la supuesta igualdad entre mujeres y varones, pero en la Iglesia tal paridad todavía ni se supone. Argumentan los devotos que si Cristo escogió a doce discípulos sin mujeres en su sino es que rehusó a las hembras en su causa, por ello dos mil años más tarde las mozas siguen apartadas del seminario y a su vez del papado. La verdad es que quienes argumentan tal razón, Ratzinger incluido, no tienen en cuenta el contexto histórico en que el rabí Jesús predicó su ideología y el que luego escribió su historia. De hecho, no pudo ser trascrito de otra forma tras su muerte, el mundo romano y judío era machista, aunque quizás no Jesús. Si éste predicó la igualdad de derechos entre los humanos, hombres o mujeres, y tuvo discípulas femeninas, María Magdalena entre otras, no se comprende que sus descendientes apartaran a la mujer de la Iglesia Católica. Así pues, ¿qué ocurre con la ley sálica vaticana? ¿Acaso dos mil años de historia no han bastado para evolucionar? ¿Tanto les cuesta imaginar a una mujer Papa? ¿Una Mama? Y en tal caso ¿De qué tienen miedo los cardenales ante una hembra? ¿A perder su celibato? Parece obvio que de Papa a Mama hay para toda una eternidad.

Adolescentes y drogas

Olvidándonos de los díscolos, otra tipología de alumnos a tener en cuenta son los que han desarrollado alguna dependencia. Cigarrillos, porros y bebidas son la primera puerta a las adicciones y éstas a problemas mayores. El centro educativo debe dejarles muy claro el riesgo que asumen al probar sustancias adictivas. En ello una licenciada en Biología soltaba la siguiente reflexión a sus alumnos de Bachillerato. << Probar drogas conlleva un riesgo que nadie sabe prever. Hay individuos que se enganchan más que otros, existe por tanto, una predisposición genética en ello. A los primeros les resulta imposible dejar la adicción sin ayuda médica, a los segundos les cuesta menos y puede que lo consigan sin terapia alguna, pero en ambos casos, siempre, y digo siempre, vivirán con la tentación de volver a la droga durante toda su vida. El asunto de las dependencias es algo que nos supera a todos, tanto a docentes como a padres. Opinar sobre ello significa divagar mucho pero sin tocar la llaga del asunto. Mejor escuchar a médicos próximos al tema >> En ese momento, y conectada a Internet, les ponía en la pizarra digital la opinión de un especialista clínico sobre drogas. El director del Instituto Hipócrates y especialista en adicciones, el doctor Ángel Rubio, afirmaba lo siguiente, la enfermedad de la adicción afecta cada vez a más personas y, sobre todo, a personas más jóvenes. Somos el primer país de Europa en consumo de cocaína y cannabis y se está entre los tres primeros en ingestión de alcohol. Ante tal situación, el asunto de las drogas es grave y debe preguntarse qué lo provoca, si el entorno como afirman algunos teóricos, o la genética, como los expertos argumentan. Según algunos médicos especialistas la adicción no es un vicio ni una mala costumbre, es una enfermedad cuya base fisiológica se encuentra en ciertas predisposiciones del cerebro humano, es decir, en su genética heredada. Ya se ha indicado que hay una minoría de individuos que toman drogas de manera eventual pero que jamás sienten una fuerte adicción, pero hay jóvenes que al principio las consumen moderadamente para luego desarrollar una fuerte dependencia. Los primeros dejan las drogas por ellos mismos, los segundos les resulta imposible sin tratamiento. El equipo del Instituto Hipócrates afirma rotundamente que no se cae en la adicción, como tampoco se cae en una gripe, en un infarto o en una diabetes. Todas ellas son enfermedades que se desarrollaban dependiendo de un estilo de vida, de las influencias educativas y de una predisposición genética. Es decir, si a un contexto neurológico previo se le suma una exposición reiterada a la sustancia, aparece la adicción. Entorno y genética comparten responsabilidades conjuntamente, y no de forma separada como algunos expertos a veces defienden. Por tanto, la mejor forma de evitar futuras adicciones es evitar el inicio del consumo, así de simple. Una vez el adolescente empieza el consumo, ya está en manos de su predisposición genética y cerebral. En fin, que educadores permisivos, con bajo control sobre sus púberes y fumadores de marihuana ante ellos, están abonando una mayor probabilidad de potenciar un adición irreversible. Tal entorno puede disparar el trastorno y abrir la caja de Pandora ya que, insistimos, la dependencia se potencia desde un bagaje genético heredado, no una determinación del destino. El discurso anterior da una información clara a unos adolescentes que quizás ya han probado algunas drogas y que ahora pueden corregir futuros hábitos. Por tanto, lo importante es trabajar las adicciones de pequeño, el más vale prevenir que curar. En este sentido una tutora de primero de ESO organizaba el siguiente taller sobre drogas. En medio de la clase ponía una bandeja llena de caramelos y les hablaba a los chavales sobre las adicciones, que la causa principal era el no saber decir que no bajo la poca capacidad de reprimir deseos de placer. Después de ofrecer ciertas informaciones sobre drogas duras y drogas blandas, sobre los porros como primer camino a otras adicciones y sobre sus consecuencias, les ofrecía los caramelos que los zagales ávidamente consumían. De repente les miraba sorprendida y les decía, habéis caído, sabéis que en clase no se comen dulces y no habéis sabido decir que no a un placer. Con las drogas pasa lo mismo.

jueves, 7 de febrero de 2013

EL GOZO INTELECTUAL (un libro de Jorge Wagensberg)

De ideas bien pensadas, revisadas y excelentemente expuestas. Elaboración, reelaboración y reflexión del porqué los humanos hallamos placer en algo innato, antiguo y esencial como es la belleza de la curiosidad y su consecuencia, el aprendizaje, un camino que cruza sus tres puentes hasta llegar al gozo intelectual, la trilogía del estímulo, el diálogo y la comprensión. Tras una primera parte teórica y en algunos puntos provocadora de nuevos planteamientos educativos, la segunda, y más extensa, invade de ejemplos el libro de manera elegante y estimulante. Wagensberg nos expone multitud de paradojas, conversaciones e historias enigmáticas en donde su desenlace siempre conlleva la misma magia, el gozo intelectual.

jueves, 31 de enero de 2013

AULA DIGITAL FRACASO INTEGRAL

Cuando se habla de cómo enseñar en el aula hay quienes aseguran que las clases con un ordenador por alumno son la vanguardia y el futuro, que no hay vuelta atrás. Cierto que las nuevas tecnologías invaden útilmente nuestro progreso pero no por ello se justifica la digitalización total de nuestra enseñanza. Nuestro cerebro sigue idéntico al de nuestros antepasados del Paleolítico, al de los primeros sapiens de hace 200.000 años. Lo único que ha cambiado no es nuestra inteligencia, es nuestra tecnología. Un asno sigue siendo un asno por más ordenadores que tenga a su alrededor. Por tanto, y primera premisa, inteligencia y tecnología son cosas muy distintas. La segunda la escuché de un neurobiólogo que sí utilizaba potentes ordenadores en sus investigaciones pero no creía oportuno que cada alumno viviera embaucado ante una pantalla personal en el aula. Gracias a la neurobiología sabemos que la mano ocupa un volumen de neuronas enorme en nuestro cerebro, más que piernas y tronco juntos. Cuando un alumno anota lo escuchado, copia un esquema o pasa unos apuntes a limpio, estimula un número tal de neuronas que sin darse cuenta razona, piensa y memoriza lo que está observando, algo que con un clic en el ordenador no se desarrolla. Este argumento tan simple y demoledor jamás fue escuchado por los partidarios de un ordenador para cada alumno. Durante una conversación personal que mantuve el 23 de Noviembre de 2011 en el Parlament de Catalunya con el anterior consejero de educación de la Generalitat de Catalunya, el señor Ernest Maragall, se vio claro lo que ocurría. Maragall defendió a ultranza el proyecto de un ordenador por alumno, el proyecto llamado 1x1. << El 1x1 mejora el aprendizaje de los alumnos y los hace más libres de conocimiento – me insistía el consejero -. Ahora cada escolar desde su portátil puede acceder a la información y eso es un gran avance para los alumnos, les socializa y elimina las desigualdades económicas como nunca lo había hecho ninguna herramienta pedagógica. El 1x1 ofrece igualdad de oportunidades a los alumnos de toda clase social, ¿no se da cuenta del alto porcentaje de inmigrantes en nuestro país? Este sí es un problema importante de hoy en día, la gran desigualdad social entre nuestros alumnos [...], el aula digital elimina estas desigualdades. Ahora todos estos alumnos pueden acceder a la información a través de su ordenador y de Internet. Incluso se llevan el ordenador a su casa, se llevan EL MUNDO A SU CASA. Ellos con su ordenador pueden buscar toda aquella información que les falta o necesitan [...]. Ahora más que nunca tienen acceso a toda la información por la red, ahora más que nunca pueden tener igualdad social >> Algo que le insistí a Maragall es que todo aquello era al revés. Primero que la gran mayoría de estudiantes ya poseen ordenador en casa, móvil con Internet o simplemente locutorios sin necesidad de regalarles, subvencionarles u obligar a los padres a pagar un ordenador para cada alumno. Segundo que si lo que queremos es la igualdad entre todos los alumnos, inmigrantes o no, lo que debemos hacer es impartir los conocimientos contrastados que recibieron los docentes en nuestras universidades. En caso contrario, y dejando libres a nuestros estudiantes con su portátil, se enfrentarán a informaciones sin criterio en Internet. Y tercero, un ordenador para cada alumno aísla a todos los alumnos de los conocimientos contrastados del docente, sobretodo cuando se conectan al Facebook en clase. << Ya, es que el 1x1 requiere más esfuerzo por parte de los docentes – me argumentó Maragall -. Es la escuela la que debe adaptarse a la sociedad y no al revés. Con más esfuerzo docente el digital funcionará. Los docentes deben procurar que los alumnos no se conecten al Facebook durante la clase >> Y así se hace en los centros con programas que bloquean el acceso al Facebook y otras redes sociales pero, y a pesar del esfuerzo docente, los alumnos consiguen programas piratas de Internet para saltarse las barreras y se conectan nuevamente al Facebook o donde deseen, un hecho que por la cara que puso Maragall, obviamente desconocía. En fin, que un ordenador por alumno había complicado más que mejorado la enseñanza. Ahora muchos estudiantes se aislaban de la lección sin prestar atención a quien si poseía información contrastada, el docente. La igualdad de la que Maragall hablaba quedó extirpada ya que los conocimientos del profesor jamás eran impartidos entre sus escolares. Siempre fue mejor una sola pantalla digital, si funcionaba con igual celeridad que la de yeso, para explicar la lección a 30 alumnos, que no 30 ordenadores para cada uno de ellos. Jamás la modernidad justificó un ordenador para cada párvulo ya que los distrae más que los alecciona, los desiguala más que les informa, y los confunde más que les aclara. << Usted se opone a la modernidad – me comentó Maragall -, ahora las nuevas tecnologías ofrecen mucha información a todo el mundo. Hay que cambiar. Enseñamos igual como hace cincuenta años (y nos reproducimos como hace un millón, y no nos ha ido nada mal, ya somos 7.000 millones en el planeta). Las nuevas tecnologías son imparables y la escuela debe aplicarlas >> Las nuevas tecnologías desde los ochenta que se aplican, para prueba las miles de aulas de informática y pizarras digitales que existen por todos los centros de España, pero eso no justifica ni un portátil por alumno pagado por sus padres ni que el 1x1 sea imparable. Afirmar que algo es imparable sin más no demuestra ni su mejora ni su imparabilidad, sólo las ganas de imponer una obstinación. En 1940 también se profetizó que un movimiento social vitoreado por millones iba a ser imparable, el nazismo. Por suerte muchos lo detuvieron. La tercera premisa que atendí sobre el 1x1 no vino de un político sino de un economista. Un ordenador por alumno comportó un ingente dispendio público totalmente paradójico con la deuda estatal vigente, algo que Maragall también negó durante la anterior conversación. Mientras se pagaba a golpe de crédito por la instalación de cables, antenas y más ordenadores por todas las aulas peninsulares, se recortaba en número de docentes, en su nómina y en su potencial profesional al aumentarles el número de alumnos por clase y el de horas lectivas por docente. Es decir, más horas de trabajo, más alumnos y más aula digital pero menos salario, ¿cómo se comprende esto? ¿Alguien se volvió loco? Lo anterior no resultó ser la única paradoja que sufrió la enseñanza, también, y bajo la excusa de la crisis, los recortes en sanidad, investigación y educación proliferaron por encima de los de armas, defensa y seguridad nacional. Parece de sentido común que debería ser más importante un docente bien formado con iniciativas propias que unos individuos bajo ordenanza, los primeros impulsan el país, los segundos sólo cumplen órdenes. Aún así nuestros docentes sufrieron unos sueldos inferiores al de los oficiales militares y en ello la historia nos muestra el error de antaño, un error que ha implicado que se ostentara en España el mayor fracaso escolar de toda Europa, véanse los informes PISA y de la OCDE. La historia nos cuenta que durante la Era de Oro de la educación estadounidense, entre el 1925 y el 1958, una crisis económica como la española mejoró la educación por dos razones. La primera dejó claro que la gente bien formada era un valor seguro para impulsar y gestionar el país. La segunda fue que atrajo a personas altamente cualificadas para impartir clases. De hecho, y ante el paro acuciante, el de la crisis por ejemplo, muchos doctos se ofrecieron como docentes ya que los salarios que el Estado ofrecía eran justos. De hecho la administración estadounidense decidió estabilizar las minutas a los profesores suprimiendo otros gastos estatales. El resultado fue una mejora del sistema educativo y pasadas unas décadas, la mejora del Estado gracias a eficientes profesionales y óptimos gestores administrativos. Lo paradójico es que en España se hizo todo lo contrario con aulas digitales deslumbrantes pero con docentes bajo sueldos menores, más horas lectivas y más alumnos por clase, todo un corolario que empeoró nuestra enseñanza, ¿de quién fue la idea? Pero la cuarta premisa al respecto del aula digital provino del extranjero, y es que no existía ningún país que hubiera aplicado tal tecnología con éxito en sus institutos, a lo sumo había un par de experiencias locales que al final demostraron ser fallidas. Una lo fue en un centro de Suecia por los años noventa y la otra en el High School of Liverpool de Nueva York en 2007. Ambas fueron abandonadas por falta de resultados positivos y por la abrumadora fuerza de los negativos, los alumnos se distraían demasiado con su propio ordenador. Las TIC, o nuevas tecnologías, deben ser una herramienta auxiliar, pero no lo fundamental en la educación. En fin, que un ordenador por alumno resultó ser una quimera cara y difícil de comprender ante dos hechos: la crisis económica del momento y la gigantesca deuda estatal contraída.

martes, 29 de enero de 2013

SENADO VAMPIRO DE RECURSOS

El Senado español sale muy caro al contribuyente, más de 1200 millones de euros anuales. Si el déficit español en 2011 fue de 91.000 millones con 76 años senados así pagaríamos esa deuda. Otros países han suprimido al Senado y les va mejor que a nosotros. La función básica de este estamento es ratificar las leyes que aprueba el Congreso, en fin una duplicidad gubernamental. Ahora que tanto habla el Gobierno de adelgazar la administración repetida, ¿qué tal si empiezan por el Senado? Sin éste continuaríamos con democracia pero con menos costes para los paganos de todo esto, los votantes. Por otro lado, el Senado cada día se parece más a una oligarquía de viejos aristócratas. Todo aquel político caduco parece tener derecho, bajo el amparo de su partido y vía comicios, de pertenecer a esta entidad gubernamental para así pasar el fin de sus días. Pero para ello no hay que ostentar méritos, sólo haber ejercido un alto cargo independientemente de si se gobernó bien o mal. Pongamos el caso de dos senadores, el señor Saura y el señor Montilla. Por un lado, Saura como consejero de interior izó un plan para reducir la polución por Barcelona obligando a sus 80 kilómetros hora por todas las autovías y autopistas circundantes a la ciudad, medida que jamás, y repito, jamás, redujo la contaminación pero si impuso miles de multas. Por el otro lado, Montilla como presidente de la Generalitat catalana, endeudó a esta entidad y a España como jamás lo hizo nadie. Saura y Montilla hoy en día son dos de los 266 senadores, dos que poco aparecen en los medios después de su nefasta gestión de los recursos. En fin, en política hay que confiar en la competencia de los incompetentes. El Senado contiene a muchos de ellos.

sábado, 26 de enero de 2013

NO PUEDO CON MI HIJO

Ahora se les llama disruptores, díscolos o los malos de la clase. Cuesta a veces aceptar que un hijo es tal o pascual, pero si más de un docente se lo ha dicho, quizás éstos lleven razón. Detectar escolares de esta índole suele ser bastante fácil ya que llaman mucho la atención. Con alardes de gallardía, gritos y algunos, no me ralles, dan a conocerse ante el resto de asistentes. Ante tal reacción, y si el adulto denota miedo, ellos crecen en valor y osadía. Conocí una vez una directora blanda que se ganó por el instituto el apelativo de profesora Red Bull, ¿por qué? Por que les daba alas. La disciplina en ese centro resultó ser muy deficiente y sólo fue restaurada cuando cambió de nuevo la dirección. Por tanto, ante un díscolo que le amenace con un no me ralles, sepa que usted, docente o padre, sí puede y debe rallarle. A veces en estos casos es bueno quedarse con ellos. - No soy un tocadiscos. Añadiendo si acontece que usted es un rallador profesional y que por eso tiene el deber y la obligación de rallar al púber, yo puedo rallarte tantas veces como quiera. Estas situaciones de conflictividad se dan sobretodo entre los 14 y los 16 años. Estos alumnos antes se iban a la formación profesional o al mercado laboral donde sus despropósitos topaban en breve con un salario que les ablandaba sus alardes. A su vez, la desaparición del aula abría las rejas de su antigua cárcel y se sentían mejor que dentro de ella. Por decisiones políticas la ley cambió y hoy en día los díscolos de entre 14 y 16 años viven encarcelados en la ESO perdiendo su tiempo y estorbando a los que sí quieren aprender. Sabemos que los menores de dieciséis no pueden trabajar y que están obligados a permanecer en un centro educativo aún siendo díscolos. La ley sanciona asalariar a un menor de dieciséis siendo delito contratarle. Entonces hay que plantearse lo siguiente, cuando un alumno con catorce años ya no quiere seguir estudiando por más presión que se le aplique, ¿qué se hace? Pues se le obliga a permanecer dentro del aula dos años más y eso duele. Es obvio que esta normativa no permite que los adolescentes que no les guste el instituto puedan hacer lo que realmente quieran: trabajar y formarse. Por tanto aquí no pida milagros al centro educativo ya que el resultado de todo lo anterior es que el encarcelado no se está quieto, todo lo contrario, reclamando su libertad de decisión, se dedica a provocar e interrumpir al docente para llamar la atención. El aula se le convirtió en jaula, su potencial personal no se aprovechó y él se ha transformado en una fiera. El posible aprendiz ataca y los profesores no son domadores de leones ni asistentes sociales, solo simples formadores. En fin, que sin motivación alguna, los díscolos se dedican a molestar y a poca cosa más. Admitamos, por tanto, que para estos adolescentes díscolos de catorce años el trabajo potenciaría su equilibrio entre derechos y obligaciones, hasta les haría valorar lo material, les haría respetar a quienes tienen trabajos pesados y socialmente poco reconocidos, les acercaría a comprender mejor a los adultos y eso estimularía lo que la adolescencia rompió, la confianza entre ambos. Aún así, los expertos no escuchan en demasía estas promulgas y los disruptores permanecen en el instituto sin dar beneficio alguno. Cabe recordar que antes no era nada malo que a los catorce años un adolescente ejerciera de aprendiz en una empresa, los ahora llamados minijobs que tanto triunfan en Alemania. Pues bien, cuando un alumno por falta de capacidades, interés o presiones familiares se le ponía a trabajar, nadie elevaba el estandarte de la explotación laboral. Esos catorce años le daban pleno derecho a ser aprendiz y penetrar dentro del mundo salarial. Por otro lado, y si la enseñanza continúa siendo pagada por el estado, es decir, por todos nosotros, es paradójico que un adolescente que no quiera aprovechar esa inversión la malgaste repitiendo curso, calentando una silla y los ánimos del grupo, ¿o acaso a usted con la crisis que corre le place pagar a alguien lo que no desea aprovechar?, ¿no sería mejor que el protoaprendiz pasara a formar parte del mundo laboral y así invertir lo que cotizaría en una enseñanza de mayores prestaciones? El Ministro de Educación y Ciencia en el 2007, Alejandro Tiana, declaró en abril de ese mismo año que en España las deficiencias del sistema educativo suponían para las arcas públicas un coste de 1.000 millones de euros al año para atender a los alumnos repetidores. Es decir, más de 15.000 millones de euros en lo que llevamos de ESO. Dicho esto, ¿no les parece que el mundo de la educación está más que vinculado a nuestro universo económico? Si una empresa hiciera lo que hacen los centros públicos caería en bancarrota bajo el enfado justificado de sus accionistas por falta de transparencia económica. Ya hemos dicho que la mayoría de conflictos escolares se dan a partir de los catorce años de edad. Para paliar el asunto algunos expertos proponen que los docentes asistan a cursos sobre educación emocional, conflictividad y relaciones interpersonales, derroteros que poco neutralizan el causante del problema, el anómalo, ni su angustia, el aula. Otros especialistas plantearon durante el 2012 impartir una materia más en la ESO, una de inteligencia emocional entre los adolescentes y así doblegar a los díscolos, aunque lo fundamental es qué hacer con la minoría de disruptores y no con la mayoría que ya saben portarse bien. Una alternativa que algunos docentes argumentan es que quien no quiera aprender que produzca para la sociedad. Ésta es, junto con todos nosotros, quien le está pagando una educación que el díscolo no sabe aprovechar. Obligado a permanecer en el centro hasta los dieciséis, perjudica con su egoísmo a una gran mayoría. En tal caso, una prestación social o laboral como aprendiz combinada con estancias cortas por el instituto resolvería todo esto sin violar la ley de los dieciséis como edad educativa obligatoria. Educar se le seguiría educando en el mundo social o laboral, y si quisiera volver al canal normal de enseñanza, siempre podría matricularse de nuevo. Cualquier miembro de nuestra sociedad debe comprender que vivir en ella comporta saber dar para recibir. Si hablamos de educar a esta minoría conflictiva, la prestación social o laboral les formaría, y a su vez, permitiría impartir clases a una mayoría que así lo deseara. En fin que si un escolar de perfil inteligente, rebelde pero holgazán no aprovecha el gasto público que la sociedad le brinda, entonces que trabaje para ella, que haga un servicio militar por ejemplo. El juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, así lleva dictadas muchas sentencias sagaces. Este magistrado ha condenado a menores muy conflictivos con penas muy peculiares. Su intención con ellas era que tomaran conciencia de sus errores y de la reciprocidad social necesaria entre todos. Como el juez defendía, para educar a esa minoría conflictiva, la prestación laboral o social les podía formar. Él, con más de 12.000 casos tratados, ha sentenciado a díscolos con aprender a leer y a escribir, a servir el catering en centros de paralíticos cerebrales, a trabajar en centros de atención para indigentes o ancianos, a ayudar en asociaciones de vecinos y hasta a alistarse en el ejército. Como este juez decía, “para que un menor no reincida, lo primero es que sea consciente de lo que ha hecho y que se dé cuenta que vivimos en comunidad. Estos servicios sociales les ayudan a entender”. Volvamos por tanto a las prestaciones laborales, y a una comunidad autónoma que sí tiene las cosas claras, algo que usted podría pedir en su centro. Ahora la ley da cada vez más autonomía a los institutos. En la comunidad balear se dieron cuenta que en secundaria el principal fracaso escolar lo protagonizan los alumnos de 14 a 16 años, los que ya no quieren estudiar pero si incordiar al resto, ¿que tal, y sólo para esos escolares, una alternativa de tipo laboral, de prestación de servicios sociales o de aprendiz en una empresa? En otro caso deberíamos admitir que el sistema educativo actual no resuelve el problema de los escolares que a los 14 años deciden no estudiar pero sí querrían trabajar. Un buen sistema puede educar a quien se deje, no a quien de antemano lo rechaza, ¿acaso usted sabría como curar a un drogadicto que se negara a asistir a una terapia?, ¿le obligaría a sabiendas que nada haría él por curarse? Añadamos que la ESO significa enseñanza secundaria obligatoria pero en nada se obliga a estudiar a quienes se niegan a hacerlo. Es pues de sentido común potenciar vías de reinserción laboral ya a los 14 años, algo que los de la comunidad Balear jamás vieron como una utopía. Sirvan de ejemplo los proyectos PISE e ISLA implantados en Ibiza, algo que el propio Gobierno autónomo inició con gran aceptación por todas las partes, padres, alumnos y docentes. La comunidad autónoma Balear, y su delegación en Ibiza, dio ejemplo de algo que parecía imposible, un Gobierno muy versado en los asuntos educativos, ¿la razón? Pues que de todos los miembros del Consejo Insular más de la mitad son docentes. Así se comprende que para resolver el asunto de los adolescentes díscolos se optara sencilla y tranquilamente por vías de reinserción laboral ya a los 14 años, algo que con los actuales planes de autonomía de centros educativos los padres pueden proponer y defender. Los proyectos PISE e ISLA que desarrolló el Consejo Insular y los ayuntamientos son un ejemplo con éxito a seguir. El proyecto PISE, programa de inserción social y educativo, fue impulsado por el Gobierno Balear. Los alumnos de menos de 16 años con riesgo grave de abandono escolar son introducidos en este programa. De los cinco días de la semana, cuatro los pasan trabajando en una empresa como aprendices y el quinto en el colegio asistiendo a clases de matemáticas y lenguas. Durante el curso, y si aquellos alumnos lo desean, pueden presentarse a exámenes de recuperación para volver de nuevo a la ESO. Por otro lado, existe el proyecto ISLA, programa de inserción social y laboral. Este recae en los ayuntamientos y es para alumnos mayores de 16 años, es decir, en edad plenamente laboral. El objetivo es realizar una previsión de los escolares que padecerán dificultades para encontrar trabajo. A tales escolares se les ofrece una formación específica en matemáticas, lenguas u otras áreas para facilitarles su inserción laboral. Tanto los programas PISE como ISLA sacaron y sacan adelante a muchos zagales calificados como díscolos pero que en realidad resultan sólo adolescentes encarcelados en clase. Una reforma educativa sin sentido los tuvo presos en un aula sin ninguna otra opción que incordiar. La ESO, en eso, fue deficiente. Si ahora en el centro donde usted tiene a su descendencia los disruptores no pueden optar a un plan ISLA o PISE, ¿qué puede esperar del instituto? Pues dos cosas, unos docentes diestros con los díscolos y una dirección que los apoye y defienda con normas claras y eficaces. Hablemos primero de los profesores y luego de la directiva. Ante el disruptor lo peor que hay es un profesor histérico. En el momento que un docente se pone a chillar nerviosamente para imponer su disciplina, el alumno ve ganada la partida, ha sacado de sus casillas al educador y éste ya no se controla ni a si mismo. Valore aquellos docentes de buen temple, distancia y una pizca de ironía con los díscolos ya que este tipo de alumnos sólo pretende llamar la atención. Para ello a veces da buenos resultados la indiferencia ante el perturbador. Si éste busca el protagonismo no hay que alimentar su ego en demasía. Ignorar durante la clase las fechorías pequeñas suele ser efectivo. Sólo cuando cumpla con algunos de sus quehaceres se le pueden ofrecer pequeños y leves premios pero, y muy importante, sin mirarle a los ojos. Los humanos poseemos una mirada muy singular ya que tenemos el iris rodeado de blanco, es decir por la esclerótica. Este rasgo nos permite saber de lejos hacia donde miramos mientras que la mayoría de mamíferos les es imposible al no poseer esta característica. Por tanto, si miramos a alguien le estamos diciendo que reconocemos su presencia pero en caso contrario que lo ignoramos. Esto es algo ancestral, instintivo. Si al alborotador no se le contempla se le niega la existencia, se le deja sin el protagonismo que desea, algo que ahora deberá ganarse de otra forma, si es posible sin fechorías. Téngase en cuenta que muchos turbulentos lo son por qué en casa no fueron atendidos ni controlados desde su infancia bajo un exceso de permisividad. El educador que les rete a ganarse su reconocimiento puede generarles confianza por la mera situación de verlo como un referente paterno que no poseen en el hogar, al ver que alguien sí les hace caso. Un profesor de literatura les contaba cuentos para calmar sus endorfinas. De hecho eran leyendas encubiertos ya que primero les leía un texto histórico en voz alta con el cuento que era un cuento, una técnica a la cual atendían ya que sus adultos poco les contaron fábulas. Luego les pedía un intercambio de opiniones al respecto para reforzar el recuerdo de la historia durante el resto de la clase. En ello instigaba a sus estudiantes a construir internamente nuevos pensamientos y con ello a utilizar un vocabulario a menudo no utilizado, el culto. Al final les pedía una redacción corta, de cinco líneas, con la misma intención. Escribir refuerza la memoria, fija conceptos en la mente y enriquece el vocabulario. Este docente en cuestión poco o nada expulsaba a sus alumnos del aula, sus cuentos domaban a sus dulces fieras. Con todo lo anterior no se quiere eliminar la sanción como medida de presión aunque el castigo lleva demasiados cursos acompañando y acostumbrando al díscolo en su principal deseo, llamar la atención para alcanzar el protagonismo que en el hogar no ostenta. Eso nos lleva a que la punición debe aplicarse en privado y lejos del resto del grupo, pero no hay que esperar demasiado tiempo, cuando la hace la paga. Después de la clase se la da el parte. Si se espera a mañana un adolescente ya quitó importancia a lo acontecido en su pasado reciente y se enfada al no comprender la sanción de algo pretérito. Anteriormente ya comentamos el truquillo de un profesor jubilado ante estos púberes alborotadores. Reunidos en privado entre las paredes de un despacho el viejo maestro le mostraba al sedicioso lo que decía su informe escolar, lo que se había escrito de él desde primaria. <> Ese era otro estilo de retar a un díscolo. Al llamarle previsible le robaba de nuevo su esencia, su existencia ante los demás y lo reducía a algo común y del montón, situación inaceptable para un adolescente que busca su identidad como adulto. Si podía ser otra cosa mejor que un simple folio dependía sólo de él, una hoja carece de capacidades mentales, él no. En una ocasión me contaba este educador que en privado utilizó palabras fuertes con un alborotador que pegaba a su madre. Su intención era utilizar el mismo lenguaje que el agresor. Imitar a un oponente durante un debate con sus gestos y sus posturas da a entender inconscientemente al contrario que os parecéis, que hay empatía entre ambos, vaya que le caes más simpático y este baja la guardia. Alcanzar la confianza de un púber resulta algo fundamental para todo educador. Así pues, proferir algunos tacos sin histerismo ni odio, sólo con picardía y en privado, le daba a este profesor cierto acercamiento hacia sus adolescentes. <> En clase también existen algunos trucos que pueden neutralizar a los alborotadores. Una joven matemática lo tenía muy claro en sus clases. Cuando un disruptor entraba en acción impidiendo dar la sesión, ella, y con un tono de voz tranquilo y sin ensañarse, contaba lo siguente al grupo sin mirar a los ojos del turbulento. << Miguel sólo quiere llamar la atención como un niño. Si vosotros, futuros adultos, estáis pendientes de él alimentáis sus gamberradas. Él no quiere o no se atreve a resaltar con los estudios, algo en lo que nosotros no tenemos la culpa. Te rogamos Miguel que nos dejes dar clase, por favor. Esperamos a que pares >> Y eso conseguía nuevamente tres reacciones, robarle la identidad al no mirarle, reducir su protagonismo y retarle a mejorar o a callarse durante futuras sesiones para no hacer más el ridículo. Obviamente el díscolo se enfadaba al ser tratado como un no adulto, lo que todo adolescente desea, pero sí como un niño, lo que era en esos momentos. En tal situación hay que encomiar lo que esta educadora practicaba, evitaba caer en la provocación de su adolescente ya que si así lo lograba, él ganaba pero ella perdía. Sorprenderlo con la indiferencia le daba ventaja, primero al evitar el enfado y segundo, controlando ella la situación, no el díscolo. Al final éste claudicaba, no hay tempestad que dure siempre, y hasta luego buscaba la simpatía de aquella educadora. Eso es curioso, pero los docentes que marcan su distancia retan muy a menudo a los púberes a alcanzarlos. Si un díscolo así lo intenta con un profesor, algo muy bueno está haciendo ese educador. Quizás el disruptor busca ese adulto alguien que le atienda pero que en casa no existe. Otro mecanismo de control sobre los revoltosos es la espera. Ellos están en nuestras manos y en la cartera de sus padres. Un momento u otro pedirán algo que sólo el adulto les puede ofrecer. Cuando ello ocurra, es bueno dejarlo en la duda ante su demanda. << Me lo pensaré pero, ¿qué crees que deberías hacer para facilitar lo que pides? >> Con tal frase, sin un NO ofensivo por respuesta, el educador debe marcharse inmediatamente fingiendo prisas por llegar tarde a otra clase y dejando así al perturbador para que piense, reflexione y despabile en positivo si quiere lograr lo solicitado. Pero no sólo de docentes diestros se vale la neutralización de alumnos disruptores. Algo que una familia debe esperar de un centro, hasta exigir, es un marco de disciplina que la directiva del centro debe aplicar con toda eficacia para que uno, el díscolo, no se haga con el poder de la clase perjudicando a la mayoría que sí quiere trabajar, o simplemente comportarse. En este sentido usted puede pedir que haya unas normas básicas en el centro a su disposición en forma de documento. Este podría ser consultado y hasta firmado para ratificarlo como un pacto entre instituto y familias dando éstas su beneplácito y su inequívoco compromiso en ello. Una dirección escolar sin titubeos ni dudas sabrá cuando aplicar la máxima sanción a un díscolo, la expulsión, habiendo gastado todos los caminos de límites y seriedad ante tal tipo de alumnos. Con todo lo anterior, lo más importante para erradicar púberes alborotadores no se halla ni en una disciplina férrea ni tampoco en técnicas de sicología por diestros docentes, se halla en algo previo, en el más vale prevenir que curar. En primaria siempre se estuvo a tiempo de moldear y marcar un buen camino educativo, luego con la adolescencia las cosas se retuercen en demasía y llega el ruido, sus desplantes, exigencias y pugnas por su individualidad. No es de extrañar que muchos padres se hallen desbordados y se pregunten: - Y ahora, ¿qué se puede hacer? Con franqueza, a veces deberíamos preguntarnos qué no se hizo. En fin, que hasta finalizar primaria siempre se está a tiempo de moldear y marcar un buen camino educativo, luego en primero de ESO se está a tiempo pero con esfuerzo, en segundo puede que todavía se esté, en tercero puede que no y en cuarto suele ser que ya no. En fin, que a los dieciséis deberá ser él quien decida su futuro, con los adultos cortó la comunicación para tenerla con su grupo de nuevas amistades. Así pues, y en asuntos de educación, es mejor prevenir durante la infancia que curar cuando ya les sale el acné y te pasan un palmo. Las etapas infantiles son fundamentales para la educación. En esa etapa son barro tierno que puede moldearse, en la pubertad ellos querrán esculpirnos a nosotros. Por tanto, alabe al colegio que impone disciplina en la más temprana infancia, al que ejerce de educador y no de víctima de los alumnos, al que avisa a los escolares ante sus travesuras y en caso de repetirlas, sanciona. Si el primer día pisó el sombrero del jefe de estudios y éste no le dijo nada, imagine que hará cuando el zagal tenga uno propio, si es de sombrero, perder la cabeza, si es de jefe, perder el trabajo. En eso insistamos que el docente que aplica la sanción sin demasiados argumentos en el momento de la infracción es más respetado que el que lo hace pasados unos días. No se debe esperar a luego porque luego será jamás y el adolescente habrá perdido la noción del error que realmente cometió. Ante una acción de desafío, rabieta o falta de respeto hay que quitarle en ese momento algo que él valore, si son mayores su patio, la hora de Internet o la excursión venidera, si son muy pequeños un vaso de agua fría en la cara. Él o ella querrán demostrar que no les importa pero todos sabemos que sí. Y si hay educadores que rebajan la sanción a los diez minutos de aplicarla, en la próxima ocasión los alumnos les tomarán por el pito del sereno. Hay que mantener, si es justa, la sanción hasta el final. Si uno se pasó siempre hay tiempo para las rebajas. Luego, y llegada la calma, también el profesor debe ofrecer el diálogo y la reflexión al rapaz.