Tierras
Raras para Trump
David
Rabadà Vives
Vicepresidente
de SIGMADOT
(Sociedad
internacional de geología y minería para el desarrollo y gestión del territorio)
Las
guerras no son casuales ni gratuitas. El trío Trump, Putin y Zelensky en la guerra
en Ucrania no es un triángulo amoroso, sino un trío de intereses, ¿una de sus
causas? Pues la minería de las tierras raras. Desde hace unas décadas las
tierras raras se han convertido en elementos de gran interés económico
geopolítico. Su historia comienza con Johan Gadolin, quien en 1794 analizó
químicamente un mineral de Ytterby y descubrió en él una nueva “tierra”
desconocida. Aunque Gadolin no aisló ese elemento puro, sus análisis abrieron
el camino. Luego, y en 1880, el químico suizo Jean Charles Galissard de
Marignac identificó nuevas líneas espectrales que pudo detallar como una tierra
rara, el gadolinio.
Pero
no fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial que se alcanzaron las
tecnologías suficientes para el destilado de estas tierras raras. En ello el
llamado Proyecto Manhattan alcanzó los avances científicos en el refinamiento y
separación del uranio para la bomba atómica, incluyendo así las tierras raras.
El químico Frank Spedding desarrolló métodos de intercambio iónico para separar
y purificar tierras raras usando resinas. Pero ¿qué son las tierras raras? ¿por
qué ostentan tanta importancia geoestratégica?
El
término “tierras raras” designa un grupo de 17 elementos químicos muy pesados
que su mayoría se sitúa al final de la tabla periódica, principalmente los
lantánidos juntamente con el escandio y el itrio. Se clasifican en dos grupos,
las tierras raras ligeras (LREE) y las pesadas (HREE). Las tierras raras
ligeras como el lantano, el praseodimio o el neodimio son más abundantes y
relativamente fáciles de extraer. En cambio, las tierras raras pesadas como el disprosio,
el terbio o el lutecio son más escasas, costosas y críticas. Por ejemplo, el terbio
y el disprosio son los más caros al ser escasos y demandados. De media las
tierras raras alcanzan entre los 60 y los 750 dólares por quilo. Añádase que las
tierras raras densas son las más difíciles y costosas de extraer al ser su minería
de alta toxicidad y contaminación al utilizar elementos ácidos y radioactivos en
su refinado. Añadamos que la demanda internacional de tierras raras sube y sube
provocando lo mismo en sus precios. Y es que la importancia de las tierras
raras reside en la necesidad de casi todos los ingenios modernos. Las tierras raras
ligeras son vitales en la fabricación de vehículos eléctricos, aerogeneradores,
pantallas táctiles, iluminación de bajo consumo, baterías eléctricas y otros
dispositivos. Las pesadas están asociadas al rendimiento térmico y magnético en
condiciones extremas, es decir en chips, discos duros, drones y hasta misiles
militares. En fin, que sin tierras raras olvídense de la tan anhelada transición
verde, del ecologismo y de la tecnología punta que pretende reducir los
hidrocarburos en favor de otras energías más “limpias” para desplazar a los motores
térmicos basados en hidrocarburos por otros de eléctricos sin tantas emisiones
de CO₂. En todo ello, y téngalo seguro, las tierras raras devienen esenciales
en
baterías, energía eólica, solar y otras
soluciones alternativas al petróleo, gas y nucleares. Las tierras raras son fundamentales
en todo ello y China las posee en monopolio. China, y hace menos de dos
décadas, fue la primera en darse cuenta seriamente de la importancia mundial de
las tierras raras adelantándose a Occidente en su control, explotación y refinado.
Hoy en día China ostenta el monopolio de estos recursos y de su posición geoestratégica.
Ello, y tarde, ha impulsado que Estados Unidos, Europa, Australia e India diversifiquen
y desarrollen capacidades propias para la extracción y refinamiento de las tierras
raras. De todas formas, China siguen siendo el líder mundial en minería y obtención
de tierras raras. Este país domina con gran amplitud el mercado global de estos
minerales. En 2023 obtuvo más del 69 % de la producción mundial de óxidos de
tierras raras, y controla cerca del 90 % del refinamiento global. Fuentes más
recientes estiman que China procesa entre el 90–95 % del total. Este dominio se
basa en costos laborales bajos, inversiones estatales masivas, y regulaciones
ambientales laxas, lo que le ha permitido vender en un rango de precios más
competitivo y desplazar a competidores occidentales. Pero además China, y para
evitar críticas ambientales y políticas, explota recursos de sus vecinos como Myanmar,
¿y qué pinta en todo esto el trío Trump, Putin y Zelensky con la guerra en Ucrania?
Pues que entre ellos tierras raras hay las. Se comprende entonces la guerra
entre Putin y Ucrania en donde se esconden territorios ocupados por los rusos
que albergan depósitos de tierras raras y litio, eso sí, bajo datos geológicos
anticuados, falta de infraestructura y costes altos para su explotación.
También se comprende que Trump pacte con Ucrania por la explotación de sus
tierras raras dado que Estados Unidos, consciente del dominio chino, busca
tierras raras donde sea e intente controlar Alaska, Ucrania, Groenlandia,
Antártida y el Ártico en donde las tierras raras serán unos recursos de
inversión segura. Por todo ello Trump quizás desee anexionarse Groenlandia con
igual objetivo. Y aquí debo acallar las voces de optimistas que predican que en
España existen grandes depósitos detectados, pero que los ibéricos no se
duerman en sus laureles dado que nuestras reservas son escasas, dispersas y no
excepcionales. Las tenemos en Campo de Montiel (Castilla-La Mancha, Matamulas),
en Sierra de Galiñeiro (Galicia), Almería y Fuerteventura, en este último caso
son indicios interesantes, aunque bajo una fuerte oposición ambiental y escasa
explotación activa. En fin, en España poca minería y de complicada ingeniería.
En todo ello es verdad que la UE promueve la explotación de elementos
estratégicos como wolframio, estaño y tántalo, pero estos no son tierras raras
sino minerales críticos. Cabe decir que, al norte de Eurasia y América, en las
zonas del Ártico, Groenlandia, Noruega y Suecia hay tierras raras ligadas a sedimentos
alcalinos. Pero todo ello no podrá competir con el monopolio chino y hace comprensible
lo que pretenden los nipones. Ante toda esta lucha geopolítica mundial por las
tierras raras se entiende que Japón esté proyectando algo carísimo como explotar
tierras raras a más de 2000 metros de profundidad bajo el mar. Allí dicen haber
computado unos 500 años de reservas útiles de tierras raras para todo el
planeta. Y no, no es ciencia ficción, es ficción científica. Los nipones están impulsando
un caro y ambicioso proyecto de minería en el fondo del mar cerca de
Minamitorishima. Allí han hallado gran cantidad de lodo rico en tierras raras.
Se estima que cada tonelada de lodo contiene hasta 0,66 % de óxidos de tierras
raras con reservas potenciales de 16 millones de toneladas. Aunque se trate de algo
muy deseado, existe ya una fuerte oposición ambiental por los posibles daños al
ecosistema marino ante una demanda creciente en tierras raras a nivel
internacional. Pongamos por ejemplo que del 2015 al 2023 ya se duplicó la
demanda y se espera que volvamos a hacerlo del 2023 al 2050, y todo ello a
pesar de que sus reservas globales se esperen bajas a finales del siglo XXI y
que el reciclaje de las tierras raras en nuestros vertederos sea insuficiente
en todo ello. Pongamos por ejemplo que deseamos convertir toda la flota de
coches de Gran Bretaña a coches eléctricos, es decir unos 31 millones de
vehículos, para ello deberíamos necesitar 7200 toneladas de neodimio, algo que
equivale a toda la producción de este elemento mundial en todo un año. Y en
todo caso si todos los coches del mundo, unos 1400 millones, quisieran ser
eléctricos, necesitarían tantas tierras raras que serían inalcanzables a nivel
de toda nuestra corteza terrestre. Hay quienes predican que si reciclamos
nuestros vertederos lograremos obtener las tierras raras necesarias, pero esta
idea es errónea dado que de nuestros despojos quizás podamos obtener de media
unos 6,7 gramos de tierras raras por quilo de residuo tecnológico, pero una
mina de China ya obtiene 60 gramos por quilo de roca, es decir, diez veces más.
Otro ejemplo sería España en donde tenemos unos 300.000 coches eléctricos y se
espera que en el 2050 sean 5 millones de coches eléctricos. Por tanto, si
lográramos reciclar los 300.000 coches vigentes, cosa imposible, no alcanzaría
en absoluto para fabricar los 5 millones de coches esperados.
Ante
lo anterior podemos concluir que el control de las tierras raras se ha
convertido en un eje de conflictos global. China lidera con amplio margen su
producción y refinamiento, lo que ha desencadenado esfuerzos internacionales para
no depender de ella en tecnologías limpias, defensa y electrónica. En ello
España posee ciertos depósitos, pero son marginales, dispersos y con oposición
ambiental. A nivel global, la rivalidad geopolítica alrededor de estos
elementos seguirá creciendo, pero el mundo seguirá temblando. Hay quienes dicen
que deberíamos viajar más por China olvidando su dictadura para, y si no
faltamos al respecto de sus gobernantes, seguir viajando por su dictablanda.
Sus tierras raras andan entre todos nuestros intereses.
DAVID RABADÀ VIVES (Barcelona, 1967) divulgador científico, se doctoró en Ciencias
Geológicas en 1995 por la Universidad de Barcelona trabajando en diferentes
proyectos científicos del CSIC. Ha publicado multitud de artículos en
diferentes medios. Ha recibido los premios Fundación Eduard Fontseré (1996), la
mención especial en el UPC de Ciencia ficción (1999), Albert Pérez Bastardas
(2003), el premio de Natura Ciudad de Valls (1992 y 1995), el Ciudad de
Viladecans de narrativa como finalista (2005) y el Premio Guillem Bellavista
también como finalista (2021). Le han publicado los libros Un Déu per als
Ignorants (2000), Les Cinc Cares de la Terra (2005), Educar, Educamos Todos
(2007), Quién fracasó con el Fracaso Escolar (2008), Cristo Mito al Desnudo
(2015), COVID19, Crisis y Oportunidades (2020), Prejuicios y Evolución Humana
(2020), Evolució a la Terra (2022), La Palma Bonita (2022), La Mirada de
Islandia (2023), Educación Basurizada (2025) y El Jesús Histórico (2025). Ha
sido coordinador y autor en diferentes obras como Historias (2006), Ciencias de
la Tierra y del Medio Ambiente (2008), Homenaje al Dr. José Gibert Clols
(2016), y finalmente del libro La Educación Cancelada (2022). Actualmente es
profesor de Ciencias Geológicas, miembro de la academia de la ACVC, responsable
de prensa de Profesores de Secundaria y redactor jefe del magazín Educational
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