En España cuando un docente ve un
problema con un alumno llama a los padres. En Estonia y Finlandia cuando esto
ocurre se habla directamente con el estudiante. A posteriori, y si la situación
lo requiere, se va a urgencias. Así, y cuando deseamos saber si nuestro cuerpo
padece de alguna infección tomamos la temperatura del mismo. Hablar con el
tutor es ese termómetro. El papel del tutor es sumamente importante en la
educación de los alumnos. En el British School of Barcelona con unos veintisiete
alumnos por clase, y buenos resultados educativos, el tutor resulta la pieza
fundamental en todo ello. En primer lugar todos sus docentes ejercen de tutor
quedando cada grupo con dos tutores. Ello ofrece mayor atención a cada alumno e
iguala el trabajo entre los docentes. En segundo lugar existen dos líneas de
coordinación en el centro, una sobre los temarios que vigilan los jefes de
departamento más un coordinador, y la otra sobre los tutores bajo otro
coordinador. En todo ello, y en el sistema inglés, no se exige psicopedagogo
alguno, es más, los temarios establecidos no van regidos por libros, sino que
cada profesor debe responsabilizarse de trabajar su propio material con los
escolares para que puedan pasar la reválida estatal. En tercer lugar, y durante
las seis sesiones diarias de clase al día, se potencian todo tipo de
actividades destinadas al debate, la argumentación y la exposición en público
de los conocimientos adquiridos, todo ello para potenciar el criterio propio
bajo hechos contrastables. En todo ello todos los profesores como tutores se
comprometen en alto grado. En cuarto lugar hay programas de enriquecimiento en
donde se crean grupos de debate y sesiones personales para potenciar todo lo
anterior. En quinto lugar el esfuerzo en todo ello, tanto en su formación
interior y moral como en la adquisición de conocimientos, es clave para pasar
las reválidas estatales que impone el modelo inglés. En sexto lugar, y para
cada ciclo, existen una serie de actividades en instituciones caritativas para
concienciar a los chavales de su necesaria solidaridad con la sociedad. En
séptimo lugar, se ejecutan acciones inclusivas para aquellos alumnos con mayor
capacidad para que no se aburran en la clase normal. A cambio se ofrece
refuerzo extraescolar a quienes tienen mayor dificultad. Y por último, todos
los puntos anteriores se hallan bajo la atenta mirada del tutor de cada
subgrupo, del coordinador de los tutores y del mismo director. Al final los
alumnos de este centro terminan con el título de la ESO española y el de la
IGCSE británica bajo una educación holística entre un extenso crecimiento
interior, moral y crítico más un gran cúmulo de conocimientos y capacidad de
contraste de los mismos.
Ante el modelo anterior, y la
importancia de su acción tutorial, la entrevista con el tutor ofrece a los
padres la información esencial para saber de su hijo. A partir de tal
conversación vislumbrará si lo contado por su alevín era cierto o falso.
Durante la entrevista con el responsable escolar se darán cita dos realidades,
la que escuchó de su hijo en las cenas y la que el docente le ofrecerá en ese
momento.
Es importante al inicio de curso que uno
no pida tal encuentro, a no ser que sea urgente y necesario. Lo que se quiere
dar a entender es que no agobie al tutor con ansiosas o demasiadas entrevistas
durante el año académico. Mejor una conversación de gran densidad que muchas
pero livianas. Normalmente un tutor debiera llamarle una vez por curso si su
hijo es de los normales, y varias si éste tiene dificultades. En caso
contrario, y si su zagal va de los primeros, sírvase sólo un encuentro fortuito
y una charla corta. Piense que el tutor realiza una o dos entrevistas cada
siete días y con más de treinta alumnos por grupo no hay más semanas durante el
curso. Por tanto, pida hora sólo cuando sea estrictamente necesario y no vea su centro como una empresa de servicios donde
exigir lo que en casa no sucede. Analice que pasa antes en el hogar y luego
compártalo con el colegio para educar con un solo frente a su hijo. Si su chaval le cuenta pestes del colegio porque
le exigen en el estudio, alégrese. Significa que los docentes se toman en serio
su trabajo y que se preocupan por los conocimientos de su lechón. Si su hijo
vuelve a contar pestes del centro porque le imponen límites, esfuerzo y
disciplina, alégrese también. Significa que los docentes se toman en serio la
formación y educación del escolar. De otra forma, sí debiera preocuparse. Piense que la entrevista tiene por objetivo que ambos,
padres y docentes, se conozcan para poder encauzar mejor al alevín.
Si quiere saber como es el tutor de su lechón no le
ponga tenso, deje que se relaje y que hable. Evite, en lo que pueda, justificar
a su hijo o excusarlo ante un posible castigo injusto. Por muy indebida que le
parezca la sanción, apoye al colegio en su decisión y el centro le respaldará
también, ¿o pretendemos crear un adolescente manipulador de adultos? Una
pequeña y plausible injusticia, aunque no se lo parezca, también educa, y se ha
dicho plausible que no cierta. Si uno decide proteger siempre a su lechón éste
se acostumbrará a ello. En cambio, si deja que afronte sus consecuencias,
forjará en él una gran resistencia a la frustración, una mayor resiliencia. Hay
que darse cuenta que la consulta de los psicólogos se llena cada día de más
pacientes por depresión, patología asociada al poco aguante ante la
frustración.
Por regla general, y durante una
entrevista, primero debería hablar el padre o la madre. Si el tutor así se lo
pide denota humildad previa y ganas de conocer su punto de vista. Un profesor
de la ESO me contaba que instaba a los padres a hacerlo de la manera anterior.
Les decía que obviamente él no conocía al hijo, que con sólo unas horas de
clase a la semana se declaraba ignorante de ese adolescente.
Yo poco
sé de su hijo, sólo
lo tengo en el aula. Usted, que lo ha criado desde bebé, me puede
decir mucho más y yo quedaré encantado de
escucharle.
Esa postura relaja a los progenitores
que a menudo esperan oír lo mal que va su hijo, es decir ésta
es una buena forma de romper el
hielo y ceder protagonismo
a los padres que temen lo peor si se les convocó a una entrevista. De
hecho a todos nos gusta más ser escuchados que recibir sermones. Así pues, y si de esta manera es recibido, sea breve y
sincero para contrastarlo con lo que el colegio le diga después. Cuando cuente
como es su hijo, mejor no exija explicaciones ni justifique a su hijo por lo
que uno cree que le van a contar en el centro, en fin, que no adelante
acontecimientos, simplemente cuente la verdad y cíñase a los hechos, no a las
interpretaciones. Si por el contrario, se anticipa al docente con reclamaciones
y reivindicaciones añadirá tensión a la conversación y no resolverá con
celeridad los asuntos que ha venido a tratar. Durante esta
parte del monólogo el docente debería tener ante si los informes, o los
resúmenes de los mismos, para anotar lo que uno le transfiere y compararlo con
lo que los profesores le comunicaron. Tener, por tanto, el cuaderno de curso delante indica que este tutor se preparó
el encuentro. Fíjese si lo tiene todo resumido en un pequeño recuadro
del listado de alumnos. Ya comentamos que una buena manera de acceder
rápidamente a la información era tenerla desglosada en diminutos símbolos en
una casilla. Si para responderle una cuestión ve que el docente necesita ojear
veinte papeles es que no trabajó las informaciones dándoles orden y eficacia.
Cuando haya terminado, escuche
atentamente lo que acordó el claustro de profesores sobre su hijo. Si ambos
están de acuerdo, genial. En caso contrario, argumente, escuche y pida más
informaciones sobre su benjamín. Al final sabrá quien lleva razón y qué debería
hacer cada parte para mejorar y resolver los problemas del púber. Un buen final
de entrevista debería llegar a unos acuerdos y compromisos por ambas partes
para intervenir en la dinámica del estudiante. Si un tutor no se las da
recuérdeselo y asuman conjuntamente sus obligaciones.
Pero a veces sucede que ambas partes
insisten en su postura y no aparece el acercamiento de pareceres. En tal caso, y si uno de los dos se muestra obtuso, lo mejor es dejar
que hable y que hable hasta que cometa una contradicción. En ese momento
aparece la vía de acuerdo ya que el obtuso desveló su propio error dando la
razón al otro. Sea paciente y espere a la paradoja del otro.
-
Al chaval se
le presiona demasiado – dijo un educador inicialmente pero al progresar la
entrevista se le escapó que… - ¿cómo va a ponerse las pilas con los pocos
informes que se emiten sobre él? – algo que paradójicamente implica presión
sobre el escolar.
Cuando una de las partes comete una
incoherencia cede la razón al otro y obviamente si se quiere que haya más
presión sobre un adolescente han de existir informes y denuncias. Pero hay otra
forma de resolver pugnas sin acuerdo, no juzgar pero preguntar. Si observa en
este caso que la parte contraria realiza inquisiciones
indirectas sin sentenciar a nadie, sólo pidiendo informaciones, déjese
conducir, le está ofreciendo salidas sin imposiciones sabiendo lo que se hace.
Si se responde con sinceridad se ven los errores y hasta se enuncian
soluciones sin uno darse cuenta.
-
¿Cree usted que Oriol debería
estar más controlado? – cuestión que no acusa a nadie.
-
Sí, creo que sí. Quizás le hemos
dado demasiada libertad.
El
objetivo final de toda entrevista debe ser construir un frente común entre escuela y familia. Si los adolescentes detectan
nuestras fisuras aprenden pronto a manipularnos.
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