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sábado, 9 de noviembre de 2024

Nuno Crato en la Universidad de Barcelona (8 de noviembre de 2024)

 

La indefensión del libro de texto por Universidades sin universalidad

David Rabadà i Vives



 El pasado viernes 8 de noviembre de 2024 tuve el enorme placer de participar en un acto con motivo de la reciente publicación del libro Apología del libro de texto (Narcea, 2024) escrito por el Ministro de Educación de Portugal (2011-2015), el honorable Nuno Crato. Fue la Fundación Episteme en coorganización con Barcelona Institute of Analytic Philosophy (BIAP), y junto con el Institut de Ciències de l’Educació - Universitat Politècnica de Catalunya (ICE-UPC), Sindicat de Professors de Secundària (aspepc·sps), Associació de Catedràtics d’Ensenyaments Secundaris de Catalunya (ACESC) y del digital Educational Evidence, quienes organizaron en la sala de juntas de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona el encuentro presencial entre el autor del libro, Nuno Crato, y otros destacados como Mónica González (Narcea), Francisco López Rupérez (UCJC), José Moyano (ANELE), Toni Hernández (UPC) y David Rabadà (aspepc·sps). Dieron la bienvenida al acto Teresa Marques del BIAP y Xavier Massó de la Fundación Episteme, moderando las intervenciones Eva Serra (Educational Evidence), Felipe de Vicente (ANCABA) y Josep Otón (ACESC).


Todos los presentes estuvieron de acuerdo en promover y potenciar el libro de texto como una prioridad familiar, social y educativa, pero denunciaron con argumentos, hechos y ejemplos que está sucediendo todo lo contrario. El empobrecimiento del currículo escolar bajo las pedagogías competenciales, la caída de la exigencia en el esfuerzo de los alumnos y la nefasta comprensión lectora de estos según los últimos informes PISA, no dejan la menor duda que los libros de texto apenas son consultados o comprendidos, y lo que es peor, que están siendo denostados por nuestras políticas educativas y hasta por las propias universidades. Añadieron también los ponentes que el dogma del pedagogismo digital está haciendo retroceder en gran medida los libros de texto en contra lo que dicen disciplinas científicas, informes internacionales e indicadores realizados bajo una pedagogía seria. Además, y en la práctica, se ha observado que leer libros de texto en papel aumenta la concentración y la memorización a largo término, algo que no logra, y más bien distrae, la lectura en pantallas digitales. Leer no es tan fácil como oír o ver, pero es más productivo aprender leyendo que aprender solo escuchando. Para ello los libros de texto deben ser ricos en contenidos estructurados, en actividades ordenadas por su dificultad, en un currículum de conocimientos lógico y estructurado, en una construcción basada en los conocimientos previos del alumno, en informaciones críticas que promuevan el avance en conocimientos, en técnicas para un aprendizaje activo, profundo y a largo término, más una bibliografía, índice y accesos de calidad para una consulta rápida del libro de texto. El objetivo final de este debe ser que el lector relacione los conocimientos de la lectura con sus conocimientos previos, repensando y evocando luego lo aprendido. A eso llamaremos realmente aprendizaje significativo para el estudiante. Pero si el currículum educativo nacional es acrítico, bajo y mal estructurado en los llamados libros de texto escolares, juntamente con una evaluación no exigente y no unificada, y en ello Nuno Crato fue claro, seguiremos obteniendo los nefastos resultados educativos vigentes.

 


En todo ello, además, la universidad debe practicar, y como dice su palabra, la universalidad de saberes con la trasmisión del máximo de conocimientos contrastados evitando caer en las modas de las autoridades hegemónicas. Es más, debe publicar libros de texto acordes con lo expuesto por los ponentes anteriores, es decir ensayos bien documentados, críticos y aperturistas como eje de una buena divulgación de los saberes. En otro caso, y sin crítica estructurada y argumentada, seguiremos repitiendo los errores de una élite influyente, pero no referente. Es bien sabido que algunas universidades publican más a sus autoridades hegemónicas que a sus autores críticos. De esta manera los libros dejan de ser de texto al repetir los errores de antaño sin dejar que la autocrítica penetre en el sistema universitario y educativo. Y este hecho no es algo anecdótico, sino muy frecuente en estos contextos que rebaja, y hasta impide, la publicación de buenos libros de texto.

 

Pongamos por ejemplo un caso bien conocido por el autor. Este fue un libro de texto enviado a la editorial de una universidad pública de Barcelona en 2023, aceptado para su publicación en enero de 2024, con posible diseño de portada en junio del mismo año y con el compromiso de enviar las galeradas en septiembre para comenzar la maquetación y publicación del libro en 2025. Pues de repente durante el mes de octubre, y por arte de magia, se le comunicó al autor, y vía una grabación de wasap, que diez meses después de la aceptación para la publicación del libro, ahora era rechazado ipso facto. El autor solicitó de la editorial universitaria un informe aclaratorio de los revisores implicados y no obtuvo nada; solicitó el mail donde supuestamente le habían avisado hacía unas semanas del rechazo del libro, pero le respondieron que no encontraban el mencionado mail; luego solicitó el perfil profesional de los correctores para saber si eran competentes para evaluar la especialidad del libro, y otra vez nada. Finalmente obtuvo un mail de la directora de la editorial en donde le contaba que el libro había sido rechazado dado que ellos no repetían autores en la colección a no ser que sí fueran de la propia universidad. Entonces, ¿por qué se lo habían aceptado hacía diez meses? La editorial ya sabía que el autor no pertenecía a tal entidad, y a sabiendas de ello, y después de la publicación de un libro anterior, le habían invitado a presentar nuevos proyectos, algo totalmente paradójico ante las palabras de la directora editorial. Esta añadía en su mail que el libro de texto en cuestión no era de divulgación científica, que el nivel era elevado a tal efecto y que era un libro personalista al comentar temas de otros expertos y profesores.

 


Las contradicciones y paradojas en el rechazo de ciertos libros de texto críticos con las autoridades universitarias es conversación en muchos pasillos. Por ejemplo, y en el caso anterior, lo peor fue clasificar el libro como de no divulgación científica a sabiendas que el manuscrito había surgido de una serie de capítulos aceptados en un digital periodístico de divulgación científica. Y lo de personalista estando escrito en tercera persona cuando explicaba los hechos científicos, costaba mucho de entender para rechazar un libro. Además, el estilo del libro era idéntico al anterior que le publicaron. Entonces, ¿qué había sucedido realmente? Pues que le habían censurado el libro al exponer las discusiones, prejuicios, errores, maniobras e intereses de algunos científicos importantes nacionales. En fin, y en este país de cainitas, estamos a años luz de alcanzar libros de texto críticos, estructurados y avanzados.

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