NEOPEDAGOGISTAS
PALEOCRISTIANOS
La batalla
del Puente Milvio durante el 312, fue decisiva para Constantino I el
Grande. Se ve que Constantino y sus fuerzas se imaginaron una cruz de luz en el
cielo y por ello el emperador hizo marcar este símbolo cristiano en todos los
escudos de sus soldados. Cuando ganó la batalla obteniendo el mando de
emperador romano de Occidente, atribuyó su victoria al Dios cristiano. Esta
maniobra conllevó que durante el 313 Constantino acordara con Licinio, el otro emperador,
el Edicto de Milán, una LOGSE de aquellos tiempos. Este edicto otorgaba una
política común con el objetivo de acabar con las pugnas entre paganos y
cristianos, entre profesaurios y neopedagogistas. Los primeros cambiaban de prácticas
según los contextos, pero los segundos se resistían a adorar una divinidad que
no fuera la suya. Con el edicto se esperaba la paz gracias a la libertad de
conciencia, pero aquello no ocurrió ya que los paleocristianos obtuvieron más prebendas
que los paganos, algo parecido a la LOGSE y posteriores que han dado más
influencia a los neopedagogistas que a los profesaurios. Estaba cantado que al
poco tiempo los primeros ostentarían un gran poder y se impondrían.
Así pues, el
edicto de Milán, como la LOGSE, fue el pistoletazo de salida para la expansión de
una ideología dogmática. De hecho, concedía a los paleocristianos la plena
autoridad para imponer su fe. Desde que el sistema se convirtió, aquellos paleocristianos
comenzaron a demoler los templos paganos, a derribar estatuas de dioses, a
mutilar relieves, a arrancar frescos y mosaicos, a quemar bibliotecas, a talar
bosques sagrados y a rascar pergaminos grecolatinos para escribir oraciones
encima. La expansión de esta ideología ganó más adeptos ya que estos disfrutaban
de mayores privilegios procedentes del gobierno. Además, el paleocristianismo
era simple y no exigía ni pensar ni memorizar mucho, sólo bastaba con tener fe
para alcanzar el Paraíso eterno. Se añadió a ello el miedo a la condena si se les
llevaba la contraria, y es que su dogma exigía exclusividad e intolerancia hacia
otras prácticas. En tal contexto ser intolerante era virtuoso, es decir, forzar
a otro a salvarse era bueno como también era bueno destruir todos los ídolos
paganos al contener un demonio dentro. Por ello, y para desactivar aquel “mal” destruían
o derribaban todo lo anterior como peor defendiendo su innovación como mejor.
Así como durante el año 392 el obispo Teófilo ordenó demoler el templo de
Serapis en Alejandría y quemar los libros de sus diecinueve salas de biblioteca,
los paganos han visto perderse sus saberes clásicos. Y es que aquellos paleocristianos
creían que la sabiduría era necedad, ¿para qué el saber si no salva el alma?
Con creer ya basta pues el conocer entorpece la salvación, algo así como que la
memorización es necedad, ¿para qué saber si todo está por Internet? Con creer ya
basta pues memorizar entorpece la educación.
Así estos
padres de la Iglesia cambiaron la filosofía por una “teología” a base de poder,
presiones y propaganda. Con el tiempo se promulgaron nuevas leyes, edictos, que
plagiaban y ampliaban el primero condenando a los paganos a ser derribados. LOGSE,
LOCE, LOE y LOMLOE han sido ejemplos de ello y han significado el fin de siglos
de conocimientos desde Sócrates hasta Damascio para imponer un solo dogma, pero
quemando el resto.
Antes de la
adopción de este paleocristianismo como único culto oficial, hubo otros cultos
cultos. Luego el dogma se impuso bajo bautizo u obligación, es decir, este se
expandió bajo la manipulación y la opresión. De hecho, jamás proliferó por ser
más progresista y anticipado a los derechos humanos como se dice, todo lo
contrario. Según los textos que han sobrevivido al olvido dogmático como los de
Gregorio Luri, Andreu Navarra o Alberto Royo, no existe ninguna evidencia
histórica que este paleocristianismo promoviera la libertad de cultos cultos ya
que prohibieron adorar a todas las prácticas anteriores.
En fin,
Europa es paleocristiana y logsiana porque unos dogmáticos destruyeron la
cultura pagana y porque su Imperio de Constantino se mantuvo en el poder treinta
años que fueron suficientes para establecer un culto duradero, cohesionar un proyecto
y hasta debilitar el sistema, PISA así nos lo ha advertido. Curiosamente el
emperador Juliano, como algún cargo educativo en el poder, fue educado bajo aquel
dogmatismo, pero lo rechazó al estar lleno de supersticiones e ignorancias. Por
ello Juliano retornó a los cultos helénicos y a la filosofía griega, pero su
efímero mandato no caló lo suficiente y casi todas sus obras fueron olvidadas por
nuestros paleocristianos. Hoy en día la neopedagogía lleva con nosotros más de
treinta años, un dogma homeopático que no utiliza argumentos
científico-técnicos, solo fe y medios. La verdad, ya no sé si estoy en el siglo
IV de los paleocristianos o en el XXI de los neopedagogos. Quizás es que
simplemente estamos atrapados en un agujero negro bajo los mismos errores.