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martes, 11 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (23)

El docente imponente Su pareja abandonó el hogar, sus familiares no la soportan y sus amigos, si los mantuvo, por ser como era, dejaron de serlo. La persona imponente, profesor o profesora, suele ser aquel personaje quemado por la enseñanza que perdió su capacidad de empatía con los jóvenes y ahora vive bajo el yugo de la amargura. Muchos años lleva soportando a provocadores, malcriados y pasotas, así que opta por dar clases con laxitud y distancia, pasando en parte de sus alumnos e imponiendo más sus ideas que no provocando el argumento en los propios escolares. Para el imponente hacer pensar a los estudiantes significa malograr su tiempo para beneficiar sólo a unos pocos con inquietudes. A menudo el imponente da sus clases a espaldas del grupo invadiendo la pizarra con mil trazos de tiza que los alumnos deben anotar atropelladamente, ¿se imaginan lo que ven los escolares durante ese momento? Pues algo muy sórdido, ven la rabada de su docente enmarcada por el futuro oscuro de la pizarra, un futuro muy negro. Ahora con las pizarras digitales el futuro se vuelve más claro. Envidiar y criticar a todo el mundo es harto normal en este perfil docente. Algunas veces, y para llenar esos océanos de antipatía, el imponente siembra islas de simpatía que los alumnos jamás ven como puerto en donde varar su navío, más bien piensan que es hipócrita. Esos acercamientos estilo madre Teresa de Calcuta no son más que intentos para curar su conciencia de imponente amargado. Durante esos pequeños intervalos de laxitud, la santa madre habla a los adolescentes como niñitos de tres años. Con ello no da con lo que estos desean ser realmente en breve, adultos. El imponente jamás comprendió que dirigirse a estos púberes como hombres y mujeres suscita mejor su responsabilidad que no tratarles como nenes ingenuos de primaria. Alguien dijo que un buen maestro no es el que espera que le admiren sino quien desea que le superen. Imponer verdades puede ser útil y formativo pero imponer opiniones castra el potencial crítico de los escolares. Goebbles, el asesor ideológico de Hitler, afirmaba que una mentira repetida mil veces terminaba por ser verdad. Ahora imagínense si hubiéramos hecho lo mismo con las verdades. En el aula debe existir esa repetición de las autenticidades más una pizca de ingenio que haga pensar a los alumnos, que les rete, que les provoque. Ellos están en el colegio por una simple razón, para ser autónomos en la vida y destetarse a la larga de sus padres. Un profesor sólo imponente en opiniones jamás logrará potenciar su autonomía, sólo les llenará la cabeza de sus ideas, con el riesgo de ser equivocadas. Por tanto aprecie al educador que no impone sus convicciones personales, aunque sí los hechos probados, a sus alumnos. Mejor que les induzca a buscar y contrastar toda la información disponible. El filósofo Bertrand Russell hacía una broma de si mismo en este sentido, en el de ser crítico. Se preguntaba si después de su muerte toda su obra desapareciera, a quién preferiría para hablar de él, si un discípulo suyo tonto o un enemigo listo. Russell respondía que un enemigo listo ya que el primero no le habría entendido dejándole a él también como a un tonto, mientras que un enemigo listo, a pesar de criticarle, le cuestionaría correctamente. El buen educador debe provocar que sus escolares sean críticos incluso con las opiniones de su mentor. Me comentaba un profesor de matemáticas que durante el inicio de la guerra de Iraq pilló un día a sus alumnos de cuarto de ESO debatiendo entre un SÍ o un NO a la guerra. El tema de ese día debían ser las ecuaciones de segundo grado, ecuaciones que casualmente suelen ofrecer dos soluciones. Un SÍ o un NO a la guerra también resultaba dual. Así pues el debate substituyó la clase de álgebra y la conclusión a la cual llegaron fue asombrosa. Contrastando sus opiniones con las informaciones que les ofrecía el educador avanzaron resolviendo la ecuación con gran pericia. Un alumno redactó lo siguiente: << Podemos desear erradicar la dictadura de Saddam y con ello llegar a la guerra. Podemos pensar que el petróleo mueve los hilos de la invasión y negarnos a la guerra. Son dos soluciones ante una misma ecuación pero, ¿debemos elegir obligatoriamente entre estas dos opciones? ¿O lo realmente importante del asunto sería regalar al pueblo iraquí la libertad de poder escoger? Bajo la dictadura de Saddam poco pueden hacer, o sobreviven así o se revelan contra la opresión. Pero cualquier revolución no debe pasar precisamente por el conflicto bélico, puede pasar por la cultura y el esfuerzo. Si en lugar de enviar tropas se mandaran conocimientos puede que ellos mismos provocasen el cambio en su país. Lástima que Estados Unidos prefiera la vía rápida, la guerra preventiva, a la vía lenta, la revolución cultural. Como si se tratara de una ecuación de segundo grado volvemos a tener dos soluciones. Nosotros optamos por la cultura. Por desgracia, y años más tarde, prosigue el conflicto en Iraq sin que la cultura haya ganado la partida >> Un profesor imponente jamás hubiera permitido ni suscitado una clase como la anterior. El maestro ajo La expresión, que te repites más que el ajo, es harto conocida por todos, sobretodo por quien es víctima de parejas que en su gastronomía son adictas al susodicho bulbo liliáceo, pero en el campo docente los así llamados ajos son aquellas personas que repiten lo mismo de un alumno des de primero hasta cuarto de ESO. Cabe añadir a esos cuatro años de redundancias los cursos adicionales si el escolar repitió. Tal pesadez de comentarios del ajo sucede sobretodo durante las reuniones de evaluación. En estas se comentan las notas trimestrales de cada alumno grupo tras grupo. Al final se suele opinar sobre más de cien escolares. - Pues Oriol no trabaja en clase – algo que el ajo ya dijo en la reunión del trimestre anterior - ni jamás me trae los deberes terminados – algo que también comentó en todas las reuniones antecedentes a la del momento -. Además el otro día, bla, bla, bla… - suceso en que todos estaban de acuerdo ya de antemano. Y así cien alumnos más… Este tipo de aportaciones culinarias del ajo alargan la reunión más allá del horario sindical, todo para darse cuenta que tal estrategia muestra igual eficacia que el Nàstic durante la liga, poca cosa gana. Repetir lo que el resto de profesores sabe sobre un alumno no mejora en absoluto ni su evaluación ni su rendimiento académico. Entonces, ¿por qué el ajo lo hace? Existen tres razones para ello. La primera ganar medallas ante dirección, la segunda mostrar ante los demás cuanto sabe sobre TODOS los alumnos del centro y la tercera, utilizar el claustro como el diván de su psicólogo, es decir, como terapia gratuita. Profundicemos en este tercer hecho. De primero a cuarto de ESO el ajo repite lo mismo de cada alumno como si se tratara de una queja necesaria para desahogar su ira interior. En fin, que hace perder a los demás un tiempo valioso que en nada evalúa mejor al adolescente. Es más, condiciona al resto de docentes con su percepción negativa del alumno. Entonces, ¿qué tal si hablamos del escolar del trimestre abordado y no del alumno que el ajo sentenció hace cuatro cursos? El profesor “Cansino” ¿Quién no se ha dormido alguna vez en clase? Negarlo no resultaría muy creíble, sería como disimular ese metano intestinal que todos hemos retenido en público, pero que en triste ocasión, con alivio y disimulo escapó. Una cabezadita en el aula resulta algo parecido a lo anterior, es una de esas situaciones placenteras que nuestra fisiología nos infunde pero que la ortodoxia no aplaude. Que de repente el profesor te despierte por retozar sobre tu pupitre asusta al más valiente. Algunos asemejan esta experiencia a un coitus interruptus, ¿acaso no te dejó a medias? La culpa de dormirse en el aula no es toda de los alumnos. Existen ciertos maestros que se empeñan en cansar e hipnotizar a sus escolares durante sus disertaciones. Este perfil de profesor “cansino” es el que más suspensos genera en el colegio si su materia es de las más odiadas, por ejemplo, las matemáticas. Recuerdo un eminente profesor de cálculo que de tanto que sabía, muy poco sabía enseñar. Vivía tan lejos de la mente de sus alumnos que era incapaz de explicarse con un mínimo de didáctica. Su monótono tono de voz, más su total incapacidad de motivarnos, nos empujaba una y otra vez a disfrutar de longevas sensaciones oníricas durante su hora de estadística. De Robocop I a Terminator II Para quien no recuerde la película de Paul Verhoeven, Robocop era un humanoide medio máquina diseñado en principio con carencia de sentimientos. Lo mismo ocurría en la primera entrega de Terminator. En cambio, al final de Robocop y en la segunda y tercera parte de Terminator ambos llegan a desarrollar capacidades para interpretar y aprender sentimientos humanos, hasta algunos lloraron cuando John Connor vio morir a su Terminator protector. Los docentes a menudo no saben con quien quedarse, si con Robocops insensibles o con Terminators buenazos. Ser demasiado distantes y fríos con los adolescentes conlleva no conseguir su complicidad y sí el enfado de algunos padres, hasta puede que te denuncien por apretarles demasiado las tuercas. Por otro lado, presentarse ante los alumnos como un Terminator amigo e ingenuo conlleva no ganarse jamás su respeto. Hay que empezar siendo un Robocop algo distante y ganarse poco a poco su respeto. Pasadas unas semanas, y cuando ha sido mostrada tímidamente esa parte humana hacia ellos, cae el telón de acero entre docente y alumnos. Los escolares se dan cuenta que el profe es buen jefe por tres cosas, se ha hecho respetar como Robocop, se puede confiar en él y finalmente hasta puede que les defienda en contra de otros malos educadores. Quien se queda en fase de Robocop jamás llega a sus alumnos. Hay que dirigirse lentamente hacia ese Terminator humano y casi sonriente que protagonizó Arnold Schwarzenegger. Sólo un humano es capaz de ver a otro humano. Al final, y evitados los extremos entre dictador y buenazo, se podrá charlar con los púberes sobre sexo, padres y ligues, algo que resulta mágico por el simple hecho que confían en ti al hacerlo. Ser mojigato y mantener tabúes en ciertos temas como el sexo y la pareja implica no darse cuenta de la base humana, la adolescencia que educamos. El profe blando Sabemos que hoy día la letra con sangre ya no entra, ahora se intenta con Petit Suise, chocolate Kinder o los Donuts si te olvidaste la cartera. Si ser Robocop era malo, dirigirse al otro extremo lo es peor. Aristóteles decía que lo mejor entre dos extremos era el término medio, ni Robocop ni la abuela de Caperucita Roja. Ser un blandengue con los chavales resulta un craso error. No se puede ser amigo de los alumnos el primer día y esperar que te respeten al siguiente. Primero hay que dejar claro que se es educador y que lo de amigos ya se verá el día que ellos sean adultos contigo. Un profesor blando y que no se hace respetar provoca un aula sin silencio ni atención, es decir, no consigue impartir con efectividad sus conocimientos y formación. En tal situación muchos alumnos se andan a perder ante la opción del jaleo y de la diversión. Lo grave de este profesor débil es que se queja a tutores y directiva de las faltas de respeto que sus alumnos le profieren sin darse cuenta de su error. Por eso, y por desgracia, espera que sean tutores y directiva quienes le resuelvan su falta de disciplina, algo que si éstos hacen, flaco favor van a dar al débil. Al reprimir al grupo, este docente queda todavía más desautorizado y la clase jamás le tomará en serio, al contrario, se le transmutará en una selva. Al final este profesor puede acabar con ansiedad, histerismo y depresión, y todo por no imponerse al principio. Por lo tanto, si su hijo le describe un perfil docente así, no pierda tiempo y vaya a quejarse a dirección cuanto antes. Siempre habrá recambios mejores. El profesor amiguete Ya hemos comentado que Jesús decía de los niños, “dejad que se acerquen a mi” pero no que le tomaran el pelo. Hay expertos que pregonan la igualdad entre alumnos y profesores bajo el precepto que se debe enterrar aquel docente franquista autoritario de antaño a cambio de potenciar la democracia vigente. Lo curioso del caso era que el enseñante autoritario que estos teóricos destruyen jamás fue franquista, ya existía en la república. La escuela de la disciplina y el orden extremo se creó a principios de siglo mucho antes que la Guerra Civil dejara el país en manos franquistas. Republicano o fascista, aquel colegio de golpes y tortas era un extremo que quienes las recibieron pensaron en extinguir. Por eso ahora hay algunos pedagogos teóricos que defienden que los docentes jamás deben proferir presiones a los alumnos, todo lo contrario, que deben argumentar y dar todo tipo de explicaciones a los escolares ante cualquier decisión que les afecte. Insisten estos expertos que el esto se hace porque lo dice el maestro, debe extinguirse por completo para que los profesores se transformen en alguien cercano a los alumnos, es decir, un profesor progre y amigo de sus alumnos. Ya se demostró con anterioridad que ser colega de un menor no asegura su confianza. Si un adolescente ve a un adulto como a un camarada difícilmente le hará caso ante una orden o una sanción merecida. En un instituto de Gavà en Cataluña hubo un profesor de historia que les comentaba a los chavales que los porros no eran malos, que no enganchaban, que su hija los había fumado y que nada malo le había ocurrido. Durante las excursiones si los alumnos fumaban marihuana, este docente miraba hacia otra parte. Además su forma de evaluar era del todo progre ya que sólo exigía trabajos sin examen alguno dedicando gran parte de las clases sólo a ver películas. El se proclamaba a si mismo anarquista aunque votara a otros partidos y defendiera el comunismo entre sus alumnos, algo nada objetivo en sus clases de historia. Su afán de protagonismo entre sus estudiantes le llevaba a mantener amistad, según él, con sus jóvenes adolescentes. Su perfil colega y cercano a los alumnos le llevó a liarse con una de sus alumnas veinte años más joven. En fin, que por huir del autoritarismo arcaico escolar se llegó al otro extremo de la balanza sin quedarse en el término medio, la autoridad docta y objetiva. Conseguir que un grupo de adolescentes crea en un adulto reviste todo un arte que el educador debe manejar con gran pericia. El docente amigo de sus alumnos difícilmente alcanzará tal cima educativa. El secreto reside en saber imponerse pero a su vez ganarse la confianza. Si los alumnos así acceden se hallan delante de una autoridad sin autoritarismo aunque sí lo hubo inicialmente. Por desgracia la igualdad entre educadores y escolares que defienden algunos expertos es una utopía que ha hecho mella en los alumnos. - Se lo diré a mi padre y ya verás como te pondrá luego el consejo escolar – amenazaba un escolar a un docente. La democratización del aula, con su consecuente ausencia de autoridad, también llega a veces a la familia. Algunos padres influenciados por este progresismo mal entendido afirman que son muy amigos de sus hijos, en fin que la democracia se comprendió fatal. Para votar y saber elegir hay que ser adulto, ¿o acaso defenderemos que nuestros alevines puedan votar al presidente del gobierno?, ¿se imaginan lo fácil que sería manipular su voto? Ocurrió por los años veinte en Estados Unidos que el candidato a la presidencia, el demócrata William Jennings Bryan, manipuló la educación en muchas escuelas. Éste presidenciable afirmaba que la Teoría de la Evolución de Darwin era falsa en defensa del creacionismo. Hoy en día, y por culpa de esa manipulación, en Arkansas, Tennesee y Mississippi un cuarenta por ciento de los alumnos de entonces cree que hace unos 10.000 años Dios lo creó todo. Es obvio que jamás deben confundirse esos dos mundos en la educación, el de los educadores que deben enseñar realidades y el de los escolares que deben aprender sin manipulaciones. Los primeros poseen libertad a cambio del peso de las obligaciones, los segundos deberían aprender el equilibrio entre ambas. Ya comentamos anteriormente lo que afirmó el escritor Fernando Savater, que los maestros deben ser conservadores hoy por rectitud de conciencia para que algunos alumnos puedan mañana ser revolucionarios con conocimiento de causa. Jamás en tal afirmación se vislumbra que debamos ser colegas de los adolescentes ni que los docentes deban serlo con nosotros. En el tan aplaudido modelo finlandés se practican tres premisas que le otorgan el mayor éxito académico de toda Europa, su conservadurismo, su profesionalidad y su autoritarismo. En el modelo educativo anterior no se han cometido los errores de nuestro país. Cabe indicar aquí que en el aula no deben confundirse los siguientes conceptos. Primero, la flexibilidad de las normas con la ausencia de éstas. Muy a menudo durante los botellones que cada jueves suceden en la Universidad Autónoma de Madrid se opta por permitirlos con una brigada de limpieza que borra toda huella del delito. Segundo, tolerancia no significa permitir la falta de respeto ya que tolerar no es educar en libertad, es educar bajo la dictadura del capricho. Tercero, un educador cercano a sus estudiantes no es un colega, simplemente es quien irradia empatía, no tolerancia. Cuarto, facilitar el aprendizaje no se corresponde con el sobreproteccionismo. En muchas ocasiones vemos como muchos padres acompañan a sus hijos en selectividad o en las colas de matriculación para la universidad. Quinto, amenizar las clases no implica una educación sin esfuerzo ya que sin éste no se valora lo que se aprende ni quien te lo enseña, el docente. Sexto, promover la participación en las clases no equivale a que todos opinen de todo ya que todo no lo saben y sin conocimientos difícilmente se puede argumentar con propuestas críticas. Y séptimo y último, aprender por competencias jamás debió significar la rebaja de los contenidos ya que se menosprecia la memorización de los mismos. Recuerdo el caso de una profesora de primero de ESO que para dejar clara la distancia entre educador y estudiante, pero sin imponer disciplinas arcaicas, se inventó un sistema del todo curioso y eficaz, los puntos verdes y naranjas. Con la lista de clase colgada en el tablón del aula, iba poniendo puntos de clorofila o de mandarina según lo aplicados que resultaban sus preadolescentes, verde para lo positivo, naranja para lo fallido. Al final ellos mismos, con o sin resquemor según sus méritos, iban al tablero y se autoadjudicaban sus puntos. Jamás la susodicha profesional utilizó tal competición para imponer notas, sólo resultó un juego en donde los infantes comprendieron sus obligaciones en el aula, no la democracia estatal de sus adultos. Un sistema de enseñanza es democrático si asegura que no deja atrás a sus aprendices. Al de mates no le mates En 1994 se otorgó el Nobel de matemáticas a John Nash. Él, como muchos de los de exactas, era muy raro, quizás el que más ya que padecía de esquizofrenia paranoide. A menudo veía unos personajes que le acompañaban en sus paseos o en la propia aula de la universidad. John Nash, una mente maravillosa, mitifica el tópico del profesor de mates que de tan sabio no sabía explicar lo que sabía. Este perfil docente se repite a menudo entre doctos profesores que ignoran como hacer llegar sus conocimientos a los estudiantes. Para que un educador de tal índole mejore su condición debe superar dos cosas, su falta de didáctica y su distancia con los alumnos. La didáctica es lo que permitirá al docente emanar atención, comprensión y esfuerzo entre sus alumnos, y si existe una asignatura de difícil atención ésta es el área de matemáticas. Impartirla debe revestir todo el ingenio del profesor para que resulte mundana y juguetona. Ya mencioné el caso de una docente en tal disciplina que el primer día de clase no daba matemáticas, daba ciencia-ficción. Les contaba primero que las mates residían por todas partes, que no sólo en los libros. Para verlas había que poseer unos ojos mágicos, una visión matemática que había que saber transmitir y enseñar. Ponía ejemplos como las figuras geométricas, los pesos de sus cuerpos o la quiniela del domingo. Luego llegaba al ejemplo más enigmático de las matemáticas, que son un idioma, un lenguaje con símbolos y sintaxis propios como el inglés, el español o el swahili. El problema de tal lengua algebraica era que el cambio de una coma o un punto resultaba nefasto y que por tanto era un medio de comunicación muy quisquilloso. Y finalmente les hablaba de poder comunicarnos con otras civilizaciones extraterrestres gracias a un lenguaje común entre mentes abstractas, las matemáticas. Ya comenté que añadía a todo ello unos toques literarios y cinematográficos con la novela de Carl Sagan y su correspondiente largometraje Contact. Otro profesor de exactas explicaba las ecuaciones en segundo de ESO como un juego. Para ello daba a los alumnos unas escasas normas que permitían aislar la X de la ecuación y calcular su valor fácilmente. La primera ley era pasa quien manda, con referencia al orden de las operaciones que permiten desalojar elementos de una función. La segunda, quien pasa cambia su operación, que no su signo. La tercera, la nueva operación afecta a todos los elementos del miembro, y así hasta tres normas básicas más. Dejar a la X a un lado del igual resultaba al final como un juego de rol en donde ésta era liberada de su cárcel. Las dos estrategias anteriores, la de los alienígenas y la de las ecuaciones, acercaban las mates a los chavales evitando que las vieran como algo lejano y abstracto. El segundo aspecto que permite que un docente sabio, pero alejado de su mente, llegue a ser cercano a sus estudiantes es que le vean humano. Si este insiste a los alumnos que no utilicen la calculadora en computaciones elementales pero un día deja que los chavales le pillen haciéndolo, mostrará ante ellos su capacidad de pecar. Si durante una clase comete un error flagrante en la pizarra y en lugar de excusarse o disimular pone cara de niño travieso, hará reír a sus estudiantes a la vez que mostrará su humildad con ellos. Hay mil formas para que los adolescentes nos vean humanos imperfectos y no sabios altivos, hasta algunos tienen suerte sin aprender matemáticas. Me contaba Felipe de Vicente, presidente de l’Associació de Catedràtics d’Ensenyament Secundari, que un alumno suyo nefasto en matemáticas halló la manera que éstas le fueran de utilidad. Habían pasado muchos años del trato entre profesor y alumno. Éste ya andaba pasados los veinte cuando un día ambos se cruzaron por la calle. El alumno saludó a su mentor efusivamente, hasta le invitó a su casa. El profesor tras una charla accedió y al llegar a su domicilio quedó sorprendido, el nefasto estudiante en matemáticas lucía un caro deportivo ante la puerta de un fastuoso chalet. - Bueno, ¿y en qué te ganas la vida? – le inquirió el docente. - Pues compro y vendo. - ¿Compras y vendes qué? - Pues compro cosas a 100 y las vendo a 200, y con este 2 % me gano la vida. Teóricos, asesores y expertos educativos Algunos de estos asesores pedagógicos, y sin dar muchas o ninguna clase, lucen su título de magisterio, pedagogía, sociología, sicología u otras ramas ante quienes les preguntan sobre educación. Otros que no poseen licenciatura ni grado alguno, se llaman a si mismos expertos en educación y andan también regalando sus consejos. Añadamos a todos los anteriores un buen grueso de docentes que sin gustarles el aula y sus alumnos, logran abandonarla para impartir cursos de como dar clases a quienes se quedaron en ella y que sí saben hacerlo. Todos estos fugitivos de la tiza van ofreciendo orientaciones a políticos, docentes y padres aunque ya no trabajen con adolescentes en el aula. En fin, olvidaron o jamás supieron, que la práctica siempre fue el mejor máster en educación para poder aconsejar a los demás. Por desgracia, y en asuntos de práctica, muchos teóricos, con o sin título, cojean en demasía. De asesores educativos buenos de haberlos los hay, pero éstos saben muy bien lo que es dar clase a treinta escolares por aula durante más de veinte horas por semana. El resto, los malos, discurren por centros y cursos como carroñeros de defectos en donde aferrarse para succionar el sueldo que se les paga. En el argot empresarial se les cataloga, con mi más humilde perdón hacia los insectos dípteros, de moscas cojoneras, aunque en el argot escolar se les bautiza como pedabobos o pedabobas, sean algunos pedagogos, psicólogos, sociólogos, docentes que lo dejaron o teóricos sin titulación. Si en su centro existen en demasía mal va dirección. Muy probablemente el equipo directivo no sepa cómo resolver los asuntos que debería saber y ha contratado a alguien externo para ello. Sería como si trabajara de arquitecto y contratara a un albañil para diseñar un rascacielos. Atienda a los siguientes ejemplos. - Acordamos que los alumnos no podrían ir al baño a beber agua durante las clases – sentenció el asesor pedagógico durante una reunión de profesores en Cerdanyola del Vallès -. Y hay que dar ejemplo de ello, los profesores tampoco podéis. - Perdón – intervino uno de los docentes -, yo siempre voy tomando sorbos de agua en el aula. - Pues si los alumnos no pueden, nosotros no deberíamos dar mal ejemplo, ¿entiendes? - Sí, pero el curso de foniatría que nos aconsejaste el año pasado nos informó que para evitar afonías, pólipos y otras patologías en la voz, debíamos beber agua para humectar la garganta durante las clases. - Ya lo preguntaré – con cierta rabia interna - y os daré una respuesta en la próxima reunión. Y no hubo respuesta en la siguiente sesión. Parece claro que algunos asesores pedagógicos les pesa más la teoría que la práctica. - Para imponer una mayor disciplina en el centro – sentenciaba una flamante asesora pedagógica en el mismo centro de Cerdanyola -, de ahora en adelante los tutores se encargarán de revisar cada semana todas las faltas que sus alumnos hayan perpetrado en las diversas asignaturas. Consecuentemente deberán sancionar aquellos alumnos que se les ha llamado la atención por charlar en clase, no traer los deberes o haber sido expulsados del aula. - Perdón – intervino un profesor asustado -, ¿pero no sería mejor que cada docente sancionara al momento, y no esperar que a final de semana lo hiciera el tutor? - No – contestó la pedagoga -, el tutor debe centralizar todo lo que ocurre en su grupo. - Sí, pero los que no son tutores no tomarán cartas en el asunto. Luego vendrá el de tecnología y me dirá que mis alumnos no le respetan. Por mucho que castigue a mis escolares sólo lograré que me sigan respetando a mi, y no al de manualidades electrónicas. - Ya lo preguntaré – otra vez con rabia - y os daré una respuesta en la próxima reunión. Y tampoco la hubo. Vistos estos sucesos, parece claro que muchos pedabobos y pedabobas, por justificar el sueldo que les paga, se dedican a entorpecer la labor de los docentes con asuntos teóricos y ajenos a la realidad educativa. Lo más perverso de este tipo de malos educadores es que resultan hábiles relaciones públicas y alcanzan grandes cotas de reconocimiento social. Muchos al abandonar el aula y dejar de soportar las consecuencias de sus propias teorías, consiguen dedicarse a diseñar leyes y cursillos para quienes todavía permanecen en clase, es decir llegan a los oídos de políticos y dirigentes deformando sus mentes. Los consejeros de esta estirpe les pesa más la teoría que la práctica, y está cantado que los pedabobos y las pedabobas, por justificar el sueldo que se les paga, se dedican más a convencer a altos cargos de su importancia que realmente a mejorar el sistema educativo. En fin, que los mejores asesores no serán ellos, sino aquellos docentes que reúnen las siguientes características. Primero impartir más de dieciocho horas semanales de clase. Segundo trabajar con más de veinte alumnos por grupo y no con clases reducidas como hacen algunos supuestos expertos. Tercero llevar en la educación unos cuantos años cumpliendo las dos premisas anteriores. Y cuarto y último, haber trabajado con alumnos diversos en cuanto a nivel académico, clase social y origen étnico. Si en su centro hay profesores con esas características valore su fortuna. En Finlandia, y por razones obvias, el número de estos expertos en los centros educativos es nimio, no hay. Cabe preguntarse entonces por qué los docentes, y expertos reales, tienen tan poca influencia en la mejora de la educación nacional. Según Josep Playà, periodista experto en educación de La Vanguardia, el hecho que los docentes tengan tan poca influencia social es debido a su ausencia en los medios en donde sí son frecuentes pedagogos y demás expertos. Esta falta de incidencia docente en prensa, radio y televisión sucede por las razones siguientes. Primero, los docentes no se hallan agremiados en un lobby poderoso e influyente como sí las facultades y asociaciones de pedagogos, todo lo contrario, la mayoría de profesores rehuyen de afiliarse a sindicatos educativos por recelo a la manipulación. Segundo, los maestros y profesores, tienen el tiempo tan ocupado que difícilmente intentan en bloque salir en prensa, Twitter, Facebook, televisión o crear un buen diario digital sobre educación. Tercero, muchos sindicatos específicos en educación no poseen un gabinete de prensa potente y bien conectado con los medios o un diario digital sobre educación proyectado con buen diseño. Cuarto, existen cada vez menos periodistas especializados en educación primando el reportero generalista que busca la noticia rápida y en tiempo real. En ello cabe detallar que en las ruedas de prensa este tipo de periodista redacta in situ la noticia sin contrastarla con especialistas para mandarla inmediatamente para no ser pisada la primicia por el resto de reporteros allí presentes que también hacen lo mismo. Esto hace mella en la realidad educativa sin llegar la verdad a la sociedad que bebe de los medios. Y quinto, y en resumen, la hoja de ruta educativa nacional no la trazan los docentes sino otros que bajo un lobby que posee más poder, influencia e impacto en los medios, se otorgan a si mismos el papel de expertos en educación sin serlo realmente. Las soluciones a todo lo anterior, y con el objetivo de aumentar la presencia de los docentes en los medios serían básicamente tres. Congresos periódicos de educación expuestos por docentes, un diario digital sobre educación con ágiles puentes al Facebook y al Twitter bien organizados y un gabinete de prensa unificado entre los sindicatos de educación. Todo ello provocaría que un mayor número de docentes se afiliara a un sindicato especializado en educación dando mayor poder a estos ante el lobby de los pedagogos y demás expertos. Otro aspecto que conlleva la baja influencia de los docentes en la sociedad es su mala imagen ante la sociedad. Según un estudio en 2013 de la Fundación Botín titulado El Prestigio de los Docentes en España, éstos se hallan en la posición 21 de las profesiones con una nota de 3,7 sobre 5, algo que contrasta con la imagen que los propios educadores creen proyectar hacia la sociedad. Los docentes se puntúan con un 4,5 sobre 5 pensado que la sociedad les pondrá un 2,5 sobre 5, todo ello muy distante de la evaluación que la sociedad les otorga realmente. ¿Y por qué esta percepción negativa de nuestros educadores? Según el estudio esto se halla en diferentes factores. El primero y más indicado es su falta de autoridad en el aula y la baja formación de los maestros en su área de enseñanza, el segundo el cambio tan frecuente de leyes en nuestra estado, el tercero la percepción que este colectivo posee demasiadas vacaciones, el cuarto su sueldo bajo, congelado y actualmente recortado, y el quinto y último, lo que se critica de ellos en prensa. Parece pues que los más importante a corregir es la autoridad y la formación de los maestros según la sociedad. De hecho el 68 % de los encuestados afirman que el maestro debe primero dominar su especialidad y luego conocer las técnicas pedagógicas para impartirla con efectividad. Un 73 % declara que se debe ser más exigente en la selección de los estudiantes que deseen ser docentes, algo que conllevaría la recuperación del prestigio docente perdido y la recuperación de la disciplina en las aulas, a mayor nivel de disciplina mayor prestigio, y a mayor prestigio mayor rango de disciplina. Con todo, la sociedad, sin ser experta en educación, siempre puede equivocarse en sus percepciones. El tiempo dirá. Zombies Para seguir enseñando es necesario seguir aprendiendo. Poseer viva la llama de la inquietud trasciende en los alumnos y los puede motivar. En cambio el profe que ya no aprende, ese zombie con sus apuntes rancios y de color amarillento, resulta ser un fósil viviente. Ejemplos de ello son el profesor de música que no se emociona con ninguna melodía actual, el de literatura que jamás leyó un cómic y el de biología que no se entusiasma ante su mascota. Esos personajes son el vivo retrato del docente que sólo imparte conocimientos sin ilusión. Por tanto, elogie al educador que va a congresos, escribe artículos y actualiza sus conocimientos. Lo que llena su mente llegará también a la de sus hijos.

sábado, 8 de marzo de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (22)

El trepa Un primer candidato a denunciar es el docente trepa que vive más preocupado por sus galones que por sus clases. A este personaje le encantan las reuniones, los actos sociales y las figuraciones que alimenten su autoestima pero a costa de su calidad educativa. Puede que un docente así llegue a coordinador de ciclo, a jefe de estudios o hasta a director para delegar su labor a los demás bajo la apariencia de trabajar mucho pero solucionar muy poco. Los alumnos, que de tontos no tienen ni un pelo, en breve lo detectan. Por eso es importante que hable usted con sus hijos sobre el centro. Esas conversaciones le ofrecerán una radiografía aproximada de lo que ocurre allí dentro. Un caso de profesor trepa lo observé en un centro cercano a Tarragona. Allí el jefe de estudios entrante fue derivando sus antiguas obligaciones a los tutores mientras informatizaba cada día más el instituto. Bajo la apariencia de modernidad y eficiencia este trepa iba descargándose de trabajo a costa de otros. Si antes él debía llevar las faltas de los escolares ausentes, la faena fue transferida a los mentores de grupo, si las entrevistas con los padres por exclusión de sus hijos las debía ejecutar él, por arte de magia pasaron a manos de los tutores y así una competencia tras otra. Este tipo de profesores hasta puede que se conviertan en prófugos de la tiza y lleguen a dejar el aula para dedicarse a dar cursos de cómo impartir clases a docentes que sí las saben dar y que no pretenden abandonar la tiza. Docentes acosadores De haberlos, los hay. Su especie, aunque escasa, es la de alguien amargado que utiliza a los alumnos como diana de sus frustraciones. Imagínense a esa persona que lleva años casada por inercia y que ahora todo lo encuentra mal, hasta a su pareja. De hecho, a todo el mundo critica sean compañeros, alumnos, padres o directivos del centro, vaya que no deja títere con cabeza. El cinismo es su creencia y el orgullo su otro gran defecto. Puede que hasta fantasmee de conocer a gente VIP para engrandecer su ego ante los demás, vaya, que la crean una persona importante, pero en el fondo se encuentra mal por no haber realizado todo aquello que deseó en su juventud y que ahora con consorte, hijos e hipoteca ya no puede soñar. Por eso de vez en cuando se pega a los docentes jóvenes entrantes para acercarse a ese sueño del cual ella despertó. Un personaje así crispa a cualquiera y puede dinamitar la autoestima y rendimiento escolar de muchos alumnos. Desconfíe pues del profesor que critica las prácticas de otros o que simplemente no defiende a sus compañeros de claustro. Eso es señal que luego le criticará también a uno. La ficción anterior describe el perfil hipotético de una persona que podría resultar acosadora en clase. Pero, ¿hay muchas? A finales del verano del 2006 se publicó un estudio en donde casi la mitad de los alumnos afirmaban haber sufrido acoso en el colegio. De todos los aquejados, un 4 % acusaba directamente a los docentes por llamarles demasiado la atención en clase y estigmatizarlos. No hay duda alguna que docentes acosadores existen, pero tanto acoso por el mundo no. Si nos remitimos a las encuestas de los organismos oficiales nos daremos cuenta que el fenómeno acoso no es tan frecuente como el estudio anterior pretendía asegurar. De hecho, y por suerte, los docentes acosadores son una ínfima minoría que nada tiene que ver con los acosadores reales. En la encuesta sobre juventud y seguridad en Cataluña del 2001 sólo el 7,5 % de los alumnos confesaba haber sido objeto algunas veces por semana de burlas, mofas e insultos por parte de otros escolares, el 1,5 % de haber recibido golpes o empujones con igual asiduidad, y el 0,4 % haberse visto amenazados con tal frecuencia. En total eso sumaba un 9,4 % de acoso real perpetrado por estudiantes y no por educadores, algo que no casa con el informe del 2006 en donde se hablaba de más de un 40 % de acoso total, ¿qué ocurre entonces aquí? ¿Tanto cambiaron las cosas en cinco años? Más bien parece que quienes diseñaron la encuesta del 2006 pretendían unos resultados impactantes y perseguían titulares periodísticos. A menudo, cuando a los humanos se nos da la oportunidad de quejarnos nos ensañamos con lo que nos ponen en bandeja. Una encuesta parcial en donde se pregunte si uno se ha sentido acosado alguna vez en la vida eleva en gran medida el número de maltratados de las estadísticas, ¿y quien no se ha sentido acosado en alguna ocasión? Una cosa es sentir y lo otro es serlo realmente. Si la pregunta es si te has sentido, los docentes pueden también llenar el saco de acosadores. Añadamos a todo esto que cuando aparece una palabra nueva para describir una dolencia, bullying por ejemplo, gran parte de la sociedad se transmuta en hipocondríaca y dice que la padeció, padece o padecerá en algún momento. No se vuelva hipocondríaco pensando que sus hijos padecen las palabras de moda como bullying u otras que los medios sacan en prensa. Sea objetivo y crítico con todas estas informaciones. ¿Profesores responsables de acoso? Una realidad pero mejor no se exageren en demasía. El racista El perfil racista también existe entre los profesores, aunque para ello existe una prevención, viajar, y el colectivo de docentes es uno de los sectores sociales que más lo hace y que menos racista resulta, y es que viajando se disuelven los nacionalismos y se alejan los fanatismos. Practicar la inmersión en culturas alejadas enriquece las capacidades de uno mismo. Saber costumbres o parte de su lengua abre al docente las puertas de la complicidad del alumno inmigrante y hasta reduce el riesgo de ser acusado de racista. Por tanto, pondere si en su centro los educadores son personajes viajados, garantía de mentes abiertas y amplias con bajo riesgo de racismo en sus prejuicios. El víctima Escribía el profesor Joan Frigola para El Periódico: << La agresividad, sea latente o explícita; verbal, emocional o física; de baja o alta intensidad, se está instalando en el sistema educativo [...] y lo que molesta a la Administración no es que haya conflictos (ella es especialista en crearlos), sino que se aireen>> Y eso es lo que ocurre, que a menudo los dirigentes quitan importancia al asunto. A finales del 2006 la Conselleria d’Educació de la Generalitat de Catalunya hizo público un comunicado en que tras calificar los ataques que reciben los profesores como un hecho muy grave, sólo se trataba de casos aislados que no eran generalizables a todo el sistema educativo. El propio conseller de entonces, Joan Manuel del Pozo, sugirió que para evitar mayor algarabía “no se creara más alarma de la que realmente estuviera justificada”. Pero de hecho, estas opiniones no casaron con los estudios que ellos mismos ordenaron. En la encuesta sobre juventud y seguridad en Cataluña del 2001, el 20,8 % de los alumnos reconocía haber gritado a sus profesores, el 12 % haberles insultado y el 1,2 % haberles agredido físicamente. Es decir, que las provocaciones por parte de los escolares hacia los docentes son pan de cada día en el aula. Puesto que las palabras orden, autoridad y disciplina causan frecuentemente miedo en la legislación educativa, cabe preguntarse que puede hacer el educador frente a estas situaciones. Por desgracia muchos profesores caen en el error y en la provocación quedando desautorizados en clase. En noviembre de 2006, y ante un gran cúmulo de quejas por parte de maestros y profesores, el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, José María Mena, ordenó a los fiscales que endurecieran la protección penal de los educadores tipificando como atentado las agresiones a los profesionales de la enseñanza al realizar éstos una función de interés social como es la educación. Tal delito conlleva penas de dos a cuatro años de cárcel, algo que según las asociaciones de Jueces de Cataluña fue calificado de forzado, cuestionable y de difícil aplicación, más bien debía considerarse como un mensaje de llamada de atención, un aviso a los posibles agresores. Independientemente de todas estas medidas forzadas está claro que lo más hábil en un docente son las actuaciones preventivas evitando caer en la provocación. Mostrar un enfado excesivo y ponerse histérico ante un adolescente es un error, él logra su objetivo, crispar, y el adulto pierde el suyo, educar. Ante el desafío, y esto también sirve para los padres, hay que agarrar ese lance y devolvérselo sin ira alguna, hay que desconcertar al púber, hay que mostrarse como una pared que no pincha, una pared donde rebotan los agravios, un muro que le marca sus límites y en donde el silencio debe tronar. En otro caso, y si no se controla al provocador de clase, se pierde el control del grupo, su respeto y la posibilidad de impartir conocimientos a los demás. En fin, que se acabó la clase. Ante el despropósito de un alumno lo fácil es expulsarlo del aula, pero lo difícil es jugar su juego sin ira y sin mostrarse herido. Si él ve que sacó de sus casillas al profesor una vez, lo hará cientos. Mejor esquivar esa primera y habrá menos en el futuro. Ese tipo de docentes demuestran un gran sentido común generalmente asociado a una amplia experiencia que les permite evitar algo que frecuentemente sucede, gritar. Por otro lado, si se abuchea y presiona en exceso a un alumno puede que algunos padres no lo encajen bien y vayan al colegio a exigir explicaciones. Hoy ya no funciona la antigua terapia de castigar en el colegio esperando otra sanción paterna si el escolar se quejaba en casa. Valore por tanto a aquellos educadores que sin la bronca controlan al grupo. Si su presión se hace evidente en la opinión de sus hijos significa que su preocupación es alta, en caso contrario pasan de todo. Piense que los centros de enseñanza reciben denuncias de lo más inverosímil. Recuerdo el caso de unos padres que tramitaron una querella contra un profesor por maltratar a su hijo psicológicamente por llamarle la atención con un grito. U otro caso en donde el profesor confiscó temporalmente un móvil de un alumno por utilizarlo en clase. En esa ocasión el docente casi fue denunciado por apropiación indebida. Y si quiere otro ejemplo más kafkiano el de un maestro que quiso registrar la mochila de un escolar bajo la sospecha que escondía un hurto. La familia del chaval averiguó que podía denunciar al profesor por violación de la propiedad. Si antes se decía que la letra con sangre entra, ahora es el docente quien recibe letras y sangre con denuncias potenciales. Años atrás era el maestro quien intentaba persuadir al escolar diciéndole que avisaría a sus padres, ahora es al revés, es el alumno quien amenaza al educador con sus progenitores. Querer mantener la rectitud de forma contundente sobre los alumnos ya no parece aconsejable, por tanto si sus hijos le cuentan que tal profesor es respetado sin proferir ni gritos ni histerismo, algo muy bueno tiene éste. Pero si por otro lado uno ve bien que a la mínima unos padres pidan explicaciones y tramiten una denuncia que dirección e inspección secunden expedientando a un docente, piense que eso conllevará que el alumno se crea el rey del mambo y un manipulador de adultos. Ahora, más que nunca, el provocador se adueñará del aula y muchos educadores caerán ante sus provocaciones. En definitiva, ante las provocaciones mejor ser pared que no pincha que barricada con alambres. Un proverbio chino ora que cuando el vendaval ruge el árbol se quiebra pero el junco sobrevive. Veamos ahora un ejemplo sin dar caña de ser caña: - Ei, profe Peláez – gritó un alumno en clase de tecnología -, ¿para que sirve mi poll*? - Con ese lenguaje – sonriendo el docente – y sin delicadez por tu parte, para algo que las chicas dejarán que te hagas tú solo- el grupo se ríe y el provocador también. - ¿Sabes? Creo que me estás rallando, tío – levantándose del pupitre. - Lo siento, ¿pero crees realmente que yo soy tu tío o tú un DVD? Por favor, siéntate y déjame dar clase a los demás. - Ala tío, como te pasas – contestó con cierta simpatía el alumno. - Y ahora, por favor ¿me dejas dar la clase? – nadie más intervino y el provocador se sentó – Pues prosigamos. El caso anterior, real en sus palabras, muestra en cierto modo que una vez robado con simpatía el protagonismo del provocador, éste suele ceder en su intención, he dicho suele. A menudo no ocurre así y nadie da con una solución pacífica que integre al provocador dentro del colegio. La política actual dice que el centro debe reinsertar a estos adolescentes en la sociedad, algo fácil de derivar pero difícil de asumir. Los docentes no son psicólogos y tampoco asistentes sociales. A pesar de ello se espera que resuelvan el percal. La desgracia llega cuando el alumno anómalo perpetra el insulto, la amenaza y la agresión al profesor. Bajo tal presión poco puede hacer el docente. Dirá algún experto que hay que aplicar la teoría de moda, la resolución de conflictos a través de un buen conocimiento de educación emocional bajo un mediador, pero esa terapia resulta a menudo un pacto de buenas intenciones sin que nadie sepa como llevar la gesta a la práctica. Cuando un adolescente propina una patada a un profesor afecta a todo el resto. Si el tutor no puede solucionar la violencia de un solo individuo, tampoco podrá atender a la mayoría, es decir, si un único alumno centra la atención del docente poco asistirá a los demás. Cabe preguntarse ahora si esto es integrar o dejar de lado a todo el grupo. Como antes se ha mencionado, ahora está de moda la educación emocional. Los especialistas no paran de hablar de ella y las instituciones organizan cursos al respecto. Ya dijimos que se propuso quitar una hora de clase normal a cambio de una de educación emocional. El hecho es que la educación emocional se muestra, entre otras cosas, como la piedra filosofal para neutralizar a los alumnos provocadores. Y, ¿qué postula la educación emocional para resolver el problema? Pues aconseja que en el aula se motive al alumno, que se practique la empatía con él, que se comprenda su sensibilidad, que se le enseñe a controlar sus emociones, que se eleve su autoestima y finalmente que se promueva su interacción con los demás. Todo lo anterior siempre se ha sabido y aplicado pero con mayor disciplina y unidad educativa entre centros y familias. En cierta forma parece como si alguien hubiera descubierto esto sólo para ponerle un nombre, el de educación emocional, y ahora venderlo como una solución. Algo que está claro por el momento es que el docente que cae en la provocación pierde la partida sin hallar solución alguna al asunto. En noviembre del 2006 llegó otra solución para tratar los casos de alumnos provocadores. Auxiliadora Javaloyes, directora del Area de Hospitalización del Adolescente de la Clínica Mediterránea de Neurociencias (CMN), propuso que ante el primer síntoma que indique que estamos frente a un menor violento, hay que pedir ayuda al médico. Siempre se ha dicho que es mejor prevenir que curar aunque en caso de adolescentes díscolos se llegó tarde. La mayoría de estos alumnos violentos se originó durante los primeros pasos educativos. Si se fue demasiado permisivo con el infante se le animó a desarrollar sus exigencias por encima de sus adultos. Al llegar a la adolescencia con dieciséis años de rebeldía y metro ochenta de altura, no hay quien lo pare, ni el doctor House. No obstante hay una solución, y no la médica, que los profesores que no caen ante la provocación llegan, con el tiempo, a ganarse a los escolares. Esta situación lleva sus semanas pero al final genera que unos púberes confíen en su educador y en sus consejos. Otras medidas como ir al médico o asistir a cursos de educación emocional puede que ayuden pero parecen más pastillas balsámicas que auténticas soluciones ante la pulmonía del provocador. Muchos teóricos insisten que con un mayor número de cursos, control burocrático y libertad de elección escolar de las materias, los alumnos díscolos desaparecerían pero la calidad escolar no reside ni en el control burocrático ni en la libre elección, y ni mucho menos en crear superprofesores a golpe de más y más cursos, la calidad educativa se logra desde la más temprana infancia con rutinas de estudio, concentración y esfuerzo. Cuando esto no se cumple llegan a Secundaria los díscolos irreductibles.

CATALUNYA versus UCRAÏNA

Tot polític assenyat defuig de fer comparatives entre el procés català i el d’Ucraïna, sols la vicepresidenta del Govern espanyol, Soraya Sáenz de Santamaría, diu que ambdós estan lligats per una Constitució a respectar, un fet paradoxal, respectar qui et lliga i et sotmet. Després el mateix govern del PP condemnarà la violència masclista sense adonar-se que els lligams imposats per una part són el mal de l’altre. En tot això se m’acut una comparativa millor entre Catalunya i Ucraïna. La regió d’Ucraïna prorussa, Crimea, passarà molt probablement per uns comicis per assolir democràticament la seva separació d’un estat central de llengua, cultura i economia diferents que el vol lligar, i així poder passar a un altre estat més afí al seu poble, Rússia. Catalunya també podria fer uns comicis democràtics per assolir la seva separació d’un estat central de llengua, cultura i economia diferents que el vol lligar, per passar a pertànyer a un altre de més afí, Andorra. Ara falta que els andorrans ens vulguin. Clar que quan la fam entra per la porta, l’estima fuig per la finestra.

miércoles, 5 de marzo de 2014

HIPERACTIVIDAD UN NEGOCIO

Los próximos 16, 17 y 18 de Mayo de 2014 diferentes multinacionales farmacéuticas van a subvencionar el 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad. El evento, con cabida para 700 asistentes, se celebrará en el CCIB de Barcelona en donde se podrán ver los últimos avances en servicios y productos para el tratamiento de la hiperactividad. La Presidenta del Comité Organizador, Elena O’Callaghan, expone como reclamo para el congreso la opinión del profesor Miquel Casas, presidente también éste del comité científico del congreso, quién afirma que: << todavía hay la falsa creencia que la mayoría de los trastornos de la conducta tienen una componente educacional, y no es así>>. Una afirmación así significa dos cosas. La primera que todos los trastornos de conducta no hallan relación con la educación y la segunda, que en este congreso no se van a exponer opiniones diversas, sólo se va a imponer una sola visión sobre la hiperactividad, la de las multinacionales farmacéuticos Janssen, Sandox y Shire que subvencionan el evento y fabrican anfetaminas para nuestros niños hiperactivos, la de los laboratorios de complementos dietéticos Ordesa y Vitae que sintetizan productos de parafarmacia para los niños con TDAH, más otras organizaciones psicopedagógicas y editoriales que apoyan el TDAH como un trastorno sin relación alguna con malos hábitos educativos. Pero lo que no se entiende es que el Departament d’Ensenyament patrocine también un congreso que dice que la educación nada tiene que ver sobre la conducta, un congreso dirigido casi exclusivamente a estudiantes, asociaciones de hiperactivos y familias a quienes se les ofrece todo tipo de facilidades en desplazamientos de avión o tren, alojamiento, restauración y hasta descuentos en tiendas. Que clase de congreso científico es éste que pretende que sus principales asistentes sean hijos, madres y padres pero no científicos, médicos y psicólogos, ¿no se tratará todo de una simple publicidad de las farmacéuticas y laboratorios?, ¿de una propaganda cuyas inscripciones oscilan entre los 50 hasta los 440 euros en función de si eres estudiante, asociado a algún gremio del TDAH o diferentes contextos familiares?, ¿no estará resultando la hiperactividad un lucrativo negocio? Llevo veinte años impartiendo clases entre adolescentes con muchos hiperactivos por medio, ¿que qué decir de la hiperactividad? Pues que sí, que existe, pero con dos matices. El primero es que hay decenas de causas diferentes que provocan el TDAH y la segunda es que la inmensa mayoría de ellas no son cien por cien innatas sino malos hábitos educativos. Malas costumbres al dormir, abuso de azúcares antes de ir a la cama, ausencia de rutinas en casa, ausencia de esfuerzo en tales rutinas, ausencia de disciplina en todo ello, más la impulsividad que así conlleva, que la tomografía detecta, son las causas que muchas observaciones clínicas y escolares han demostrado. Ante esto no se comprende que un trastorno que se diagnostica por observación, y no por análisis clínicos, se trate con anfetaminas, psicotrópicos que cuestan 30 euros la cajetilla y con efectos secundarios no deseados. Debo mencionar aquí que la mayoría de alumnos hiperactivos que he conocido sufrían algún desmayo en clase bajo tales narcóticos, retrasos en su crecimiento y desidia como estudiantes. En fin, si el psiquiatra que definió la hiperactividad, Leon Eisenberg, confesó siete meses antes de fallecer en 2009 que era una enfermedad ficticia, ¿cómo se entiende este 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad?

viernes, 28 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (21)

V. DE PADRES A PROFES, HAGAMOS UN TRATO Pensar que el colegio ostenta todo el peso de la educación representa un error y hacer lo mismo con los padres también lo es. Se hace necesario que el conjunto de la sociedad tome conciencia que todos educamos, desde los medios de comunicación hasta la dependienta del supermercado. Los alumnos plagian lo que perciben a su alrededor, si ven violencia suelen volverse agresivos, si viven en el egoísmo suelen serlo también. Por tanto, centrar la educación sólo sobre el colegio y las familias resulta una película a lo George Lucas, pura ciencia-ficción. Hay que establecer un frente unido sin fisuras entre padres y docentes ya que nos hallamos bastante solos ante la educación de nuestros hijos. La unidad hace la fuerza La unidad de criterios es fundamental para educar a los chavales. Esa avenencia sobrepasa la familia y llega también hasta el colegio. Si existe cohesión educativa entre progenitores, amigos y docentes se alcanzan grandes logros. Pero si las divisiones aparecen, las fisuras se abren y los educadores dejan de serlo. Entonces ellos, los educables, hallarán todo tipo de libertades que en nada favorecerán su éxito personal y estudiantil. Los púberes son muy hábiles en el momento de pedir algo. Ellos aprenden con gran celeridad quien accederá más rápido a sus demandas. Cuando un adulto les dice no y va otro adulto y les dice sí, algo no funciona en su educación. Los hijos marcharán un día de casa y cuando lo hagan es preferible que hayan aprendido respeto y responsabilidad, no a manipular a sus adultos, ya que en tal caso no se habrá educado correctamente. Por tanto frente unido con la pareja y entre esta y los profesores. No se deje engañar con frases como, pues tal me deja, respóndale un luego hablo con ese tal, y seamos una pared unívoca entre pareja, colegio y demás adultos vinculados con la educación de su lechón. El instituto que no secunde esa unión mal educador será. La unidad de la que hablamos se halla a tres niveles, entre madre y padre, entre familia y colegio, y finalmente entre los miembros del propio claustro escolar. Veamos como deben ser para obtener el grado de excelencia en un centro educativo. Entre los padres la cosa resulta de lo más complicado ya que el amor confunde a menudo la objetividad. Jesús dijo de los niños, dejad que se acerquen a mi, pero no que le tomaran el pelo. Hay que mostrar paciencia, empatía y cariño pero también valores, normas y conducta. Por ejemplo, cuando una madre dice no a su hijo pero el padre va y dice que sí el riesgo de discusión crece exponencialmente. Los hijos volarán del nido en un futuro cercano mientras que los padres deberían continuar como pareja, o al menos eso se espera. Los adolescentes buscan las fisuras entre nosotros los adultos para sobrevivir mejor. Jamás los educadores deben discutir ante ellos ya que les damos demasiada información para que luego nos manipulen en su favor. Si ven quien les favorece y quien no, ya saben hacia donde irán dirigidas siempre sus demandas. Por lo tanto, los educadores deberíamos mostrar el menor número de discrepancias ante ellos para mantener nuestro objetivo, educar. Es seguro que nadie piensa como su consorte, pero si uno sanciona, el otro debe apoyar esa decisión aunque la crea ese día injusta. Si se debate algo entre ambos, es mejor hacerlo en privado y quizás luego rebajar la sanción bajo consenso común. El hijo debe ver a sus padres como un frente unido y no como a dos adultos a quien manipular si logra que discutan por él. El segundo frente de unión entre educadores sucede entre familia y centro educativo. A menudo la persona que más se encarga de traer y recoger al alumno es la madre. Lo mismo se observa en reuniones y entrevistas. En fin, que difícilmente se puede saber si lo pactado durante una entrevista con uno de los progenitores será secundado por el otro. Por desgracia la mayoría de los hombres toman menos peso en entrevistas y reuniones que sus mujeres, algo que se agrava en el caso de separaciones. Sirva de ello el ejemplo de un colegio que sancionó a un alumno por violento. Entre otras se le negó el patio del día venidero pero el escolar se rió de aquella sanción con un padre que le protegía y una madre ausente por divorcio. A la mañana siguiente el chaval apareció con una nota papal, que también una bula, donde se le excusaba del castigo bajo el pretexto de una visita médica. El protegido abandonó el centro en dirección quien sabe hacia donde y evitó así la sanción. La disciplina del centro quedó desautorizada y el padre fue el culpable, la madre jamás supo de lo ocurrido. El tercer nivel de unidad, el de docentes con docentes, registra casos en donde el egoísmo de unos choca contra el ideario educativo del resto, algo que le informará de la excelencia del centro de su hijo. Pongamos un ejemplo sencillo, la normativa del centro prohíbe a los alumnos ir al baño entre clase y clase, siempre y cuando no haya una urgencia, pero entonces aparece un docente que tiene por costumbre asentir a las demandas de los alumnos y se abre un acceso directo desde éste al servicio por encima de las normas del centro. Si otro profesor mantiene la normativa escolar pasa automáticamente a la papelera de reciclaje como indeseable por alumnos y familiares. El otro en cambio gozará de ser el bueno y enrollado, ¿se comprende ahora el concepto de unidad entre docentes? Si en su instituto observa tal discrepancia de criterios algo anda mal por el claustro. Otra situación en donde los docentes se desautorizan entre si sucede cuando uno de ellos intercede en favor de un alumno pero en contra de otro profesor. Comentamos el ejemplo de un centro en donde unas alumnas de bachillerato pidieron a su profesor llevarse fuera del centro los exámenes ya corregidos para fotocopiarlos. El docente les argumentó que no, que la ley no lo permitía y que si las pruebas se perdieran no podría demostrar quien había suspendido o aprobado ante una inspección rutinaria. Añadía no obstante que dejaba ver las pruebas durante su clase para que le plantearan todas sus dudas y anotaran los errores cometidos, algo más didáctico que simplemente fotocopiar unas hojas. El asunto pareció quedar zanjado pero días más tarde la jefe de estudios dio rienda suelta a las alumnas en su demanda al decirles que podían exigir al docente fotocopiar aquellos controles. A partir de ese momento éste quedó desautorizado en su aula y las exigencias de sus alumnos y los conflictos se perpetuaron durante todo el curso. Obviamente la jefe de estudios cometió tres errores. Por un lado desautorizar al educador, por otro dar razón a sus alumnas en algo ilegal como resultaba sacar los exámenes fuera del centro, y finalmente imponer su criterio por encima de lo más pedagógico como era que las bachilleres se fijasen y anotaran los errores cometidos. Contradecir a un compañero o apoyar a unos alumnos en contra de éste, trae que otro día estos mismos alumnos crean que pueden hacer lo mismo hacia quien les apoyó, en fin, que todos los educadores salgan perdiendo. En el futuro otro docente podría desautorizar al primero y así hasta el infinito, algo que no educa en el respeto y la responsabilidad a nuestros estudiantes sino que les invita a la manipulación bajo su egocentrismo. Los tipos de profesores Si usted desea saber el grado de excelencia en el centro donde se halla su hijo le será muy útil detectar aquellos profesores que padecen de ciertas lacras y defectos graves. Ya se sabe que nadie es perfecto y que no hay que iniciar una caza de brujas en contra los docentes, pero a veces existen algunos maestros que deben ser avisados de sus errores. Sirva de ejemplo lo que una sicóloga argumentaba en sus cursos sobre liderazgo. A los empresarios asistentes les comentaba que era un error callarse ante las equivocaciones de un servicio. Puede que a muchos les parezca una falta de respeto quejarse si en un restaurante el cocinero le sirvió un chuleta hecha cuando se la pidió al punto, pero si nadie se lo explica muchos clientes continuarán sufriendo el error. Veamos pues los perfiles de ciertos profesores que deben ser avisados de sus deslices.

miércoles, 26 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (20)

Verano Azul El fin de curso nos trae el periodo vacacional más largo y caluroso de todo el curso, el verano azul. Durante este reposo hay tiempo para todo aunque reducir la ansiedad por los estudios, evadir la mente de tanta memorización y tener nuevas experiencias fuera del aula serán objetivos también del estío. Con todo, no hay que olvidar el largo letargo veraniego y con ello la pérdida de rutinas y conocimientos en los adolescentes. Espere y exija que el centro mande deberes de verano, sobretodo para aquellos púberes que han cojeado durante el curso. Si les hace falta repaso, que lo tengan. Tres meses de vacaciones pueden ser muy perjudiciales para sus estudios sino se rigen por rutinas diarias entre diversiones y obligaciones. Hay docentes que convidan a los alumnos a olvidarse del curso durante todo el verano algo que trae consecuencias negativas al comienzo del curso siguiente. Si los chavales pierden la costumbre del repaso y de ciertas rutinas, mal van a encajar el próximo año académico. Durante las vacaciones el chaval no necesita descanso con los estudios, necesita olvidarse un poco de ellos con un cambio de actividad, una desconexión parcial. Un profesor de educación física aconsejaba a los padres que para continuar educando en verano era aconsejable ofrecer a los hijos un trabajo ligeramente remunerado para potenciar su aprendizaje en derechos y obligaciones. Insistía que tal práctica estimulaba la socialización de esos adolescentes con otros adultos, algo muy útil para su vida futura. El estío, me detallaba el docente, resulta un periodo altamente importante para que los zagales experimenten relaciones sociales en persona, no sólo por el Facebook. En los pueblos y barrios donde todo el mundo se conoce, tal costumbre resulta relativamente fácil, pero en la ciudad uno se aísla. En tal caso, encuentros de fines de semana con otros matrimonios y con sus hijos resuelve parcialmente el asunto. Otra medida en este sentido consiste en crear una red solidaria de familias en donde los hijos pasen para verse, limpiar la casa, merendar, estudiar u otras actividades tanto obligatorias como lúdicas. Si con todo ello dicen que se aburren se les puede mandar pequeñas obligaciones en su rutina diaria como fregar su plato, recoger su habitación, poner la mesa e incluso cocinar por mucho pánico que tenga a probar el plato que se invente. Ferrán Adriá empezó así, creo. El verano por tanto puede resultar uno de los periodos educativos más fantásticos de todo el curso, una etapa que debe transcurrir fuera de las cuatro paredes del aula. Aquí no vale argumentar que los escolares disfrutan de demasiadas vacaciones. En vigilias y finales de las vacaciones estivales aflora una canción que se repite verano tras verano. Algunos sectores sociales se quejan del calendario escolar y exigen que sus hijos sean atendidos más horas en el colegio. Los niños deben hacer deberes, estudiar, jugar y relacionarse el resto del tiempo no lectivo. En ese caso no se está hablando de tener los alumnos con más horas de clase sino de vigilancia, distracción y juegos. En cierta forma se está instando que el colegio haga de casal veraniego durante las vacaciones y es aquí donde la clase dirigente aparece con su famosa frase, estudiaremos el caso, que a veces significa que amenazarán a la sociedad con cambios pero no con mejoras. En ese contexto, sectores sociales y políticos son los buenos de la película mientras, la escuela, al no querer atender sin cobrar la guardería de adolescentes, la mala. Por desgracia llevan así muchos años con la misma tonada que se repite más que una canción de Fito y los Fitipaldis. ¿No sería hora de pasar a gravar el disco y venderlo? ¿O quizás deberían dejarse las cosas tal como están? De hecho, desgasta mucho tanta polémica gratuita cuando se sabe que el problema de fondo es la falta de compromiso educativo de toda la sociedad, no sólo de los institutos. Hay que informar con claridad a las personas y explicar lo bueno y lo malo de ampliar calendarios escolares. Luego que decidan de una vez por todas o que callen para siempre. En este sentido lo que a menudo los dirigentes no suelen comentar al electorado es que tener hijos implica estar con ellos gran parte del tiempo y no encasquetarlos a los servicios públicos, algo que de hacerse, obligaría a papá estado a más subidas de impuestos para pagar los nuevos servicios sociales. Ya se sabe que no hay duros a cuatro pesetas. De todas formas aumentar las horas lectivas, o los años de escolarización, no mejoran los niveles académicos de nuestros hijos. En Finlandia, panacea de la educación europea, practican un sistema más barato al impartirse menos horas de clase durante menos años de escolarización. Es decir, el modelo finlandés resulta bueno, bonito y barato. En resumidas cuentas, existen tres argumentos para dejar el calendario escolar tal como está. Las razones que apoyan la actual agenda son las horas lectivas europeas, nuestro clima y el fracaso escolar extraescolar. El único argumento que se esgrime para extender las horas lectivas es la necesidad de aumentar la atención de los adolescentes fuera de la familia. Veamos quien lleva la razón. La primera razón para no cambiar las cosas es que nuestro país imparte más horas de clase que la media europea, unas 1050 al año mientras que en Letonia son sólo, y por ejemplo, 750. Nuestro estado ostenta uno de los mayores horarios lectivos con respecto al resto de países de la Unión Europea, y vuelvo a insistir en el caso de Finlandia que luce los índices de éxito escolar más altos de nuestro continente y que aplican casi un veinte por ciento menos de horas en aula que nosotros. Añadamos que en Estados Unidos han observado que el estrés de los alumnos no viene causado por más o menos horas lectivas en el centro escolar sino en el exceso de actividades extraescolares en el mundo occidental, algo que implica simplemente que nuestros estudiantes requieren menos horas de clases y más descansos bajo atención familiar. Por tanto, y en cuanto a vacaciones, o todos los estados europeos y americanos lo hacen mal o el nuestro se excede en sesiones de paraninfo. La segunda razón, la climática, nos explica que por razones de temperatura concentramos en verano el mayor grueso de las vacaciones, en otro caso significaría impartir clases en julio con aire acondicionado, algo nada sostenible y muy caro dado el coste energético necesario. En verano por tanto, y con nuestro clima, se hace difícil impartir clases. Alargar el horario escolar y dar lecciones durante el mes de julio sería un suicidio dada la sauna que se armaría entre adolescentes y sus hormonas. Nuestro clima hace siglos que nos marca el calendario lectivo y ahora todavía más con el asunto del calentamiento global. Por otro lado los docentes durante el julio sí asisten a clases de formación, incluso fuera en el extranjero, en donde muy a menudo los cursos de calidad corren a cargo de los propios profesores. Un día me comentaba una profesora de historia que en el fondo quienes sentencian que los docentes tienen demasiadas vacaciones lo hacen por cierta envidia. En todo caso, ella siempre les repetía una broma, les decía que se hicieran docentes y así tendrían esas vacaciones tan deseadas. Insistía luego que ella les ayudaría, que les dejaría sus apuntes de universidad y del máster para ello, que en cinco años de facultad más dos de máster y otros dos de prácticas y oposiciones, tres o más para algunos, llegaría a ser profesor de instituto. Así pues, y con sólo diez años de preparación y estudios, obtendría sus tan apreciadas vacaciones estivales por un sueldo inicial que ni un albañil experto querría, unos 1600 euros netos mensuales. La formación de un médico dura más o menos lo mismo y al final cobran muchísimo más que un profesor, o la formación de muchos banqueros y políticos requiere mucho menos tiempo y descubra lo que algunos perciben sólo con primas y dietas. Sólo faltaría que quien quería ser docente por esas fatuas vacaciones descubriera que después de diez años de estudios no era su vocación, entonces habría malogrado diez años del erario público por tal formación. La tercera razón es que el 99 % de los alumnos problemáticos se origina en el seno de familias con falta de un seguimiento continuado de los mismos. Ejemplos de ello son separaciones mal llevadas, alcoholismo, maltratos, abandonos, padres adictos al trabajo, familias desestructuradas, necesidad de trabajar para llegar a final de mes, egoísmos paternales y en definitiva, cambio de prioridades ante los hijos. Todo este caldo de situaciones conlleva que muchos zagales permanezcan sin tutela en el momento que salen del centro educativo, algo alarmante con el calendario escolar que se está exigiendo, es decir, unos piden más horas de colegio mientras ellos mismos no las dedican a sus descendientes causando el problema a solucionar, el fracaso escolar. El problema real, por tanto, no son más horas de colegio sino la baja atención de muchas familias con sus hijos. En ello hay padres que no quieren y otros que simplemente no pueden. La hipoteca por una vivienda cuyo precio cuesta pagar o un consumismo extremo les obliga a trabajar todo cuanto pueden restando tiempo con sus chavales. Cuando los progenitores se dan cuenta de esa falta de atención sobre sus lechones, entonces intentan recuperar el tiempo perdido y a veces el trato con el hijo se extrema. Con poco tiempo disponible muchos padres suelen hacer dos cosas, o darle todo hecho y mimarlo, o ser algo distantes para no ser molestados cuando permanecen en casa. En definitiva, siguen siendo padres ausentes en la educación de sus retoños. Educar es algo más que tener a unos chavales en un colegio o alargar el horario escolar para que los centros hagan el papel de hogar familiar. Educar es dedicar tiempo a nuestros hijos sin exceso de mimos pero con justicia y cariño, educar es dirigirlos e incentivarlos hacia su autonomía y madurez. Según Freud, y en sus tiempos, muchos niños deseaban ser maduros para disfrutar de los derechos de estos, pero hoy en día muchos de nuestros zagales, adolescentes y jóvenes, prefieren no crecer bajo una infancia perpetua, protectora y llena de facilidades. Antes se les decía que cuando seas mayor podrás hacer esto o aquello, pero ahora se les dice que cuando seas mayor ya verás, algo que conlleva un futuro amenazante y nada deseable para que un joven desee devenir adulto. Por tanto, darles todo hecho para que no nos molesten cuando llegamos a casa o ser un tirano por la misma razón, son los dos extremos a evitar. Si un día existiera un manual de instrucciones cuando se encargara un hijo una cosa fundamental constaría en él, hay que dedicarles tiempo de calidad ya que la mayoría de alumnos que no reciben atenciones y control desde su hogar fracasan en los estudios y en su madurez. El problema no es aumentar las horas de colegio sino facilitar a los padres un mayor tiempo con sus hijos gracias a políticas de conciliación laboral y familiar. Eso pasaría por viviendas a precios razonables para siempre, avisos a los progenitores que desatienden a sus hijos y horarios laborales más adaptados a la realidad familiar. Por desgracia este último asunto no parece cuajar en nuestra sociedad. De los 766 convenios colectivos negociados durante el año 2005 en Cataluña, sólo el 14,62 % incorporó la flexibilidad de horarios para compaginar mejor el trabajo con la vida familiar. Si todo el conjunto de medidas anteriores se aplicara, la atención sobre nuestros hijos podría beneficiarse y probablemente nos ahorraríamos el 99 % de esos alumnos problemáticos con rendimiento anómalo. Algunas pedagogías teóricas defienden, sin datos sólidos, que el nivel socioeconómico de las familias es el culpable fundamental del fracaso académico de sus hijos, es decir que los padres pobres tienen hijos zoquetes. Si tal creencia fuera cierta las familias no deberían procurar tiempo de control, apoyo y calidad hacia sus lechones. Y es más, si el nivel sociocultural de los progenitores fuera el factor determinante del rendimiento académico, todos los hijos de una familia obtendrían resultados parecidos, algo que no resulta así. Muchas familias pobres, humildes y analfabetas de trabajadores han tenido siempre muy claro que sus zagales se labrarán un buen porvenir si luchan y se esfuerzan en los estudios, de hecho muchos científicos provienen de padres sin instrucción. Pero cabe añadir que si el nivel sociocultural de los padres fuera un factor determinante en el éxito académico según defienden las pedagogías teóricas, ello no explicaría como bajo unos mismos padres las hijas aventajan de media a los hijos varones, como tampoco que los koreanos y chinos aventajen a los alumnos de la Unión Europea, ni que en Bélgica existan resultados muy distantes entre Flamencos y Balones, como tampoco que en Noruega, país muy adinerado, no consiga por más dinero que invierte en educación, elevar sus resultados académicos, y finalmente Baviera, que sin ser de las regiones con un nivel sociocultural elevado en Alemania, consiga los mejores resultados de esta. En fin, no existe un determinismo socioeconómico para el fracaso académico pero sí de hábitos cuando la familia desatiende a sus hijos en rutinas, esfuerzo y cariño. Estudios europeos han mostrado que cuando se dan los siguientes contextos, los estudiantes llevan bien sus resultados académicos. Para ello en las familias debe existir un hogar silencioso, ordenado, limpio, tranquilo, con una nevera llena que garantice una merienda a media tarde, más una cena y hora de ir a la cama regulares y constantes más unos padres, que sin gritos, interactúan con sus hijos con frases como, ¿cómo te ha ido el día en el colegio? O ¿tienes muchos deberes? O ¿has terminado de estudiar lo de hoy? Y otras cuestiones que en el fondo el chaval percibe como un interés por parte de sus padres. El perfil anterior suele salvar a muchos jóvenes del desarraigo y de su pérdida como estudiantes. Aún así, algunos pedagogos teóricos hablan de la inmigración como causa fundamental del fracaso escolar, algo falaz ya que hay centros en donde inmigrantes y no inmigrantes han mejorado sus resultados mientras que en otros todos han empeorado. El problema no es la mezcla de etnias, el problema es colocar juntos estudiantes que no ostentan ni igual nivel ni iguales intereses, ser aborigen del lugar no conlleva garantía alguna de ser mejor que los recién llegados. El hecho es que en matemáticas, los alumnos chinos suelen superar con creces a los occidentales tanto en Europa como en Estados Unidos, véanse los informes PISA al respecto. Con todo, muchos expertos de la pedagogía teórica niegan los resultados PISA al ver atacadas y hundidas sus teorías falaces. La estrategia es simple, si a uno no le gustan los hechos los niega, si la evolución des de los parientes de los mastodontes hasta los elefantes viene verificado por los fósiles y la genética, lo niego si creo en el creacionismo. Los informes PISA han sido negados por multitud de pedagogos. Uno de muy emblemático, y que no sabe deletrear ni escribir bien, Yaacov Hecht, lo afirmó así el lunes 3 de febrero de 2014 en la contra de La Vanguardia, alguien que asesora a gobiernos en educación. Vistos los tres argumentos anteriores sobre horas lectivas europeas, nuestro clima y el fracaso escolar extraescolar parece aceptable que las vacaciones estivales mejor dejarlas tal como están. De hecho el descanso veraniego se hace necesario tanto para alumnos como para docentes. Una hora de clase implica una hora de tensión para controlar a los más de treinta alumnos que sin orden no aprenderían nada. Esta situación multiplicada por los tres trimestres genera un gran cansancio físico y psicológico a final de curso. En resumen, y para zanjar el asunto de los polémicos calendarios escolares. No se trata de si el colegio abre más o menos horas al año, se trata de una responsabilidad social que la escuela no puede asumir ella sola. Podemos culpar a la reforma, a los políticos, a la ESO, al colegio o al profesorado pero el mal de raíz, y cada día más, es la desatención de nuestros jóvenes fuera del centro educativo. Esta es la gran causa de fracaso escolar en donde se pierde de vista una máxima, y es que educar, educamos todos.

lunes, 24 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (19)

Navidad divino tesoro Crea o no crea en los Reyes Magos, el 25 no es Navidad. Cuando uno mira un pesebre observa una creación humana llena de elementos que nada tienen que ver con los hechos históricos. Jesús no nació el 25 de diciembre, de hecho no se sabe ni el mes ni el año en que ocurrió; tampoco se puede afirmar que lo hiciera en Belén, algunos creen que fue en Nazaret, si es que fue allí, ya que recientes excavaciones muestran que no existía tal población durante el siglo I; los reyes magos, y según Los Evangelios, ni fueron reyes, ni tres, ni de tres colores, ni se llamaron Gaspar, Melchor y Baltasar, todo ello formó parte de añadidos medievales que quisieron regalar realismo al personaje de Cristo; por otro lado la virgen María no fue virgen, hubo un error de traducción del griego en donde ponía mujer por desposar y no virgen; el nombre Jesús, Yeixua en arameo, quizás fuera solo un apodo y no su nombre verdadero ya que significaba salvación; y por último Cristo jamás se declaró hijo de Dios en Los Evangelios, su divinidad se acordó en el siglo IV en el Concilio de Nicea. Vistos esos antecedentes cabe preguntarse, ¿qué se celebra entonces por Navidad? Pues la verdad, sólo se me ocurriría una palabra, una mentira romántica, una falacia que repetida tantas veces y durante dos mil años nos parece real pero que alimenta las causas vaticanas y nuestro sistema consumista, aunque la mejor respuesta a la anterior pregunta la hallé durante la tutoría que un docente realizaba poco antes de la milagrosa fecha, una estrategia que a su vez educaba a los adolescentes. Este colega impartía clases en un centro de Granollers en la provincia de Barcelona. Poco antes del inicio de las vacaciones les decía a sus alumnos que con motivo de las navidades tenía un regalo para ellos y para sus padres. Mientras dejaba a toda la clase con algún trabajo, hacía salir uno a uno a los alumnos y afuera les mostraba una caja cerrada. Aquí tienes el mejor regalo para tus padres. El adolescente ansioso, abría la caja para hallar un simple espejo en donde se veía reflejado. Es decir que el mejor regalo de la Navidad era uno mismo, sin la familia poco se puede compartir y celebrar. En otra ocasión otro tutor de bachillerato planteaba la pregunta en medio de la pizarra, ¿qué celebramos por Navidad?, y empezaba a desmontar como antes hicimos el mito del nacimiento de Jesús, hasta les habló que el 25 de diciembre era el aniversario de una diosa pagana que el cristianismo quiso asimilar sustituyéndola por la natividad del mesías. En fin, que se celebraba el nacimiento de Mitra, la diosa de la tierra y la fecundidad. Por tanto, ¿que se podía hacer hasta tal sarta de mentiras si el 25 no era Navidad? Y las respuestas surgían en muchas direcciones. Al final el buen pastor les conducía hacia un mensaje, que todos los días deben ser Navidad para valorar la solidaridad social y el amor entre amigos y familiares. Una tercera tutoría que me sorprendió en Navidad fue la de un profesor de filosofía que planteaba qué era la felicidad entre sus bachilleres. Las opciones se iban anotando en la pizarra hasta llenar un buen grueso de valoraciones como la salud, el dinero, el poder, las creencias religiosas o el amor. Luego les preguntaba que qué daba más felicidad, lo inmediato o lo que se conseguía con esfuerzo a lo que los estudiantes se decantaban por el valor de las cosas, lo deseado y alcanzado con la lucha. Al final les decía que sus conclusiones ya las habían propuesto algún filósofo hacía más de 2.400 años. La primera fue postulada más o menos por Aristóteles, y la segunda por Platón con su teoría de la privación. Entonces les dejaba ante otra cuestión, sus regalos de Navidad o Reyes, que cuanta felicidad merecida habría en ellos y cuanto les duraría. Ante tal pregunta les decía que no esperaba respuestas, que aquello era algo muy personal que debían valorar ellos en su intimidad. Como se ha podido ver en los profesores anteriores, la Navidad fue utilizada para enseñar historia, mitos y moral. De todas formas estas vacaciones también deben ser indicadas como un periodo para el descanso y la reflexión. Otro profesor de filosofía solía comentar a sus tutorados que utilizaran esos días para averiguar varias cosas. La primera, qué querían hacer con su vida, que si realmente el bachillerato era su objetivo personal y profesional o si lo eran otras cosas que podían realizar con responsabilidad y realismo. Si la respuesta ante las anteriores cuestiones implicaba luchar con los estudios, el adolescente debía afrontar una segunda inquisición, ¿qué errores cometiste para encontrarte con los malos resultados vigentes? Yerros que una vez detectados debían llevarle a proponer opciones a la tercera cuestión, ¿cómo pensaba solucionarlos? Bajo las tres preguntas anteriores se pretendía primero tratar al chaval como a un adulto ya que en nada se hacía intervenir a sus padres en sus decisiones. Pero en segundo lugar que hallara su camino personal y profesional si los estudios no obligatorios no iban con él. Mejor tomar una decisión clara a principio de curso que esperar al segundo trimestre cuando habrá pasado un tiempo perdido. Si se llega a las vacaciones de Semana Santa con las tres dudas anteriores no resueltas, algo más que los resultados del escolar ha fallado, también su capacidad de decisión lo ha hecho. Semana Santa Se lo crea o no, tampoco se sabe a ciencia cierta cuando murió Jesús, ni el año ni el día de su ejecución se han esclarecido. Además para confundir más el calendario de aquella defunción, la Semana Santa jamás cae en la misma fecha ya que ésta se rige por ciclos lunares y no por el calendario gregoriano. Lo que sí suele suceder es que estas vacaciones a veces coinciden aproximadamente con el final del segundo trimestre, un descanso que debe permitir la preparación del tercer y último trimestre estudiando los contenidos no adquiridos y preparando los apuntes pendientes. Son pocos días de reposo y el tercer trimestre resulta el más corto de todos. Por tanto, hay que evitar sorpresas desagradables. El tutor que le aconseje todo lo anterior demuestra un buen de nivel de preocupación por sus estudiantes. Ciencias o letras En nuestro país la falta de estudiantes que optan por formaciones científicas y técnicas brilla por su ausencia, algo que conlleva problemas económicos para el Estado. Es a finales de secundaria cuando estos escolares deben tomar una decisión crucial para su vida personal y profesional, deben optar por una formación dirigida hacia la universidad o hacia una profesión, pero además deben escoger entre los estudios cientificotécnicos o los humanísticos, el antiguo dilema entre ciencias y letras. Aunque la orientación académica se da a finales de secundaria, ésta debería prepararse ya desde inicios de etapa. La razón de ello es el gigante desequilibrio entre ciencias y letras que hunde sus raíces en primaria. La consecuencia final es que la inmensa mayoría de estudiantes se decanta por las segundas, las humanidades, al percibirlas más fáciles que las ciencias, algo que está dejando sin técnicos aborígenes a muchas empresas. Por tanto, si en un centro educativo la orientación de sus alumnos se trabaja de manera temprana será de agradecer para los estudiantes y para el conjunto de la sociedad. El pasado 18 de abril de 2013 se presentó en el Palau Robert de Barcelona los resultados de un estudio sobre 4.700 estudiantes que demostraba el anterior desequilibrio entre las ciencias y las letras. Sergio Marco y Álex Fabra de Everis exponían un resumen del mismo bajo las opiniones de Jordi Deulofeu, director del Departament de Didàctica de la Matemàtica i de les Ciències Experimentals de la UAB, conjuntamente con Roser Cussó, miembro de l’Institut de Ciències de l’Educació de la UPC. Moderó las exposiciones Enric Roca, coordinador de la Tribuna Edu21. El informe concluía que a pesar que las carreras universitarias científicas ofrecían fácil acceso y buenas perspectivas profesionales en cuanto a sueldo y contratación, los estudiantes de secundaria preferían cursar disciplinas humanísticas al creerlas más fáciles. En concreto sólo un 33 % prefería las ciencias ante un 51 % en letras y otro 16 % de indecisos. Es decir, la mitad acaban en formaciones científicas y el doble en humanísticas, un exceso de letrados que el mercado profesional difícilmente puede absorber. Lo paradójico es que este mercado sí podría contratar a muchos más técnicos nacionales si los hubiera. Otro dato de esta investigación detallaba que las mujeres eran mucho más proclives a elegir los estudios humanísticos al creer que el rol de científico era más masculino que femenino, en concreto casi el 60 % de las chicas huía de lo técnico para orientarse hacia lo social. Cabe añadir que el nivel cultural familiar también condicionaba tal elección en pro nuevamente de las humanidades. En resumen, facilidad, sexismo y familias alejadas de la investigación parecían explicar el desequilibrio entre muchos estudiantes en humanidades y escasos en ciencias. ¿Cómo corregir entonces este acuciante problema profesional? Tres vías parecen los detonantes a modificar para aumentar el número de científicos y técnicos en nuestro país. La primera los maestros en primaria, la segunda el sexismo familiar y la tercera la cultura del esfuerzo. La inmensa mayoría de docentes en primaria provienen de estudios en humanidades y no por vía científica. En algunos centros, por ejemplo, el 80 % de los maestros proceden de letras, algo que debe influir a nuestros cadetes ya en sus primeros pasos como estudiantes. Por otro lado, el predominio de maestras en las escuelas es harto superior al de hombres, y la inmensa mayoría de ellas proceden de formaciones también humanísticas. Si queremos que nuestros zagales se empapen, comprendan y les gusten la ciencias hay que incrementar el número de maestros y maestras con tal orientación. Imaginemos que el inglés de todo el país lo dieran profesores de matemáticas. Probablemente el nivel y la motivación en este idioma caería en picado en pocos cursos. La segunda vía a corregir son los estereotipos que algunas familias imbuyen a sus descendientes. Suelen ser hogares de bajo perfil cultural en donde la mujer jamás se la proyecta hacia trabajos o cargos de técnico o de científico, todo lo contrario, si es buena en los estudios se la ve bien como asistente social, psicóloga, relaciones públicas u otra formación de vertientes sociales. Este sexismo hace mella ya en la escuela de primaria. En ésta, y como ya se ha comentado, los maestros escasean mientras que las mujeres abundan, y claro está, a más maestras de letras, menos ciencias en primaria. La tercera y última vía parece ser la cultura del esfuerzo. Son muchos los docentes veteranos que afirman que el esfuerzo y la capacidad de superación ante la frustración de nuestros estudiantes ha disminuido significativamente, y sin esfuerzo no hay superación ni mentes valientes para encarar estudios supuestamente difíciles. Sociedad, leyes educativas, familias y docentes hemos bajado el listón de la exigencia y ahora nos hallamos ante alumnos que apenas se rigen por rutinas de trabajo, deberes y estudio diarios. La hora de los deberes debería ser siempre la misma ya que las rutinas los hacen autónomos y responsables. Pero en nuestra sociedad del trabajo y de las hipotecas muchas familias no pueden acompañar a estos zagales en rutinas de trabajo, estudio y descanso, y no por desidia, sino por falta de tiempo. Esta falta de tiempo de calidad hacia sus lechones se agrava en las familias de bajo perfil cultural en donde la necesidad de horas de trabajo va por delante de las de ocio. Al final, los alumnos que desean continuar estudiando, y con bajas competencias como estudiantes, desestiman las ciencias al creerlas muy difíciles ya que apenas les prepararon para éstas. En resumen, la percepción de dificultad en las ciencias, un sexismo laboral familiar y unos padres ausentes parece que fueron las causas de la falta de científicos y técnicos en nuestra educación. Es por tanto crucial que en primaria se potencien las ciencias con más maestros así formados, con docentes ilusionados en sus conocimientos técnicos y sin miedo a impartir las matemáticas, como a veces sucede en algunos centros. La orientación de los escolares debe iniciarse por tanto en primaria y continuar ésta en secundaria para mantener un flujo equilibrado y constante de científicos y técnicos en nuestra sociedad, de otro modo seguiremos encallados industrialmente en este país, y la vida no es un eterno verano azul.