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viernes, 28 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (21)

V. DE PADRES A PROFES, HAGAMOS UN TRATO Pensar que el colegio ostenta todo el peso de la educación representa un error y hacer lo mismo con los padres también lo es. Se hace necesario que el conjunto de la sociedad tome conciencia que todos educamos, desde los medios de comunicación hasta la dependienta del supermercado. Los alumnos plagian lo que perciben a su alrededor, si ven violencia suelen volverse agresivos, si viven en el egoísmo suelen serlo también. Por tanto, centrar la educación sólo sobre el colegio y las familias resulta una película a lo George Lucas, pura ciencia-ficción. Hay que establecer un frente unido sin fisuras entre padres y docentes ya que nos hallamos bastante solos ante la educación de nuestros hijos. La unidad hace la fuerza La unidad de criterios es fundamental para educar a los chavales. Esa avenencia sobrepasa la familia y llega también hasta el colegio. Si existe cohesión educativa entre progenitores, amigos y docentes se alcanzan grandes logros. Pero si las divisiones aparecen, las fisuras se abren y los educadores dejan de serlo. Entonces ellos, los educables, hallarán todo tipo de libertades que en nada favorecerán su éxito personal y estudiantil. Los púberes son muy hábiles en el momento de pedir algo. Ellos aprenden con gran celeridad quien accederá más rápido a sus demandas. Cuando un adulto les dice no y va otro adulto y les dice sí, algo no funciona en su educación. Los hijos marcharán un día de casa y cuando lo hagan es preferible que hayan aprendido respeto y responsabilidad, no a manipular a sus adultos, ya que en tal caso no se habrá educado correctamente. Por tanto frente unido con la pareja y entre esta y los profesores. No se deje engañar con frases como, pues tal me deja, respóndale un luego hablo con ese tal, y seamos una pared unívoca entre pareja, colegio y demás adultos vinculados con la educación de su lechón. El instituto que no secunde esa unión mal educador será. La unidad de la que hablamos se halla a tres niveles, entre madre y padre, entre familia y colegio, y finalmente entre los miembros del propio claustro escolar. Veamos como deben ser para obtener el grado de excelencia en un centro educativo. Entre los padres la cosa resulta de lo más complicado ya que el amor confunde a menudo la objetividad. Jesús dijo de los niños, dejad que se acerquen a mi, pero no que le tomaran el pelo. Hay que mostrar paciencia, empatía y cariño pero también valores, normas y conducta. Por ejemplo, cuando una madre dice no a su hijo pero el padre va y dice que sí el riesgo de discusión crece exponencialmente. Los hijos volarán del nido en un futuro cercano mientras que los padres deberían continuar como pareja, o al menos eso se espera. Los adolescentes buscan las fisuras entre nosotros los adultos para sobrevivir mejor. Jamás los educadores deben discutir ante ellos ya que les damos demasiada información para que luego nos manipulen en su favor. Si ven quien les favorece y quien no, ya saben hacia donde irán dirigidas siempre sus demandas. Por lo tanto, los educadores deberíamos mostrar el menor número de discrepancias ante ellos para mantener nuestro objetivo, educar. Es seguro que nadie piensa como su consorte, pero si uno sanciona, el otro debe apoyar esa decisión aunque la crea ese día injusta. Si se debate algo entre ambos, es mejor hacerlo en privado y quizás luego rebajar la sanción bajo consenso común. El hijo debe ver a sus padres como un frente unido y no como a dos adultos a quien manipular si logra que discutan por él. El segundo frente de unión entre educadores sucede entre familia y centro educativo. A menudo la persona que más se encarga de traer y recoger al alumno es la madre. Lo mismo se observa en reuniones y entrevistas. En fin, que difícilmente se puede saber si lo pactado durante una entrevista con uno de los progenitores será secundado por el otro. Por desgracia la mayoría de los hombres toman menos peso en entrevistas y reuniones que sus mujeres, algo que se agrava en el caso de separaciones. Sirva de ello el ejemplo de un colegio que sancionó a un alumno por violento. Entre otras se le negó el patio del día venidero pero el escolar se rió de aquella sanción con un padre que le protegía y una madre ausente por divorcio. A la mañana siguiente el chaval apareció con una nota papal, que también una bula, donde se le excusaba del castigo bajo el pretexto de una visita médica. El protegido abandonó el centro en dirección quien sabe hacia donde y evitó así la sanción. La disciplina del centro quedó desautorizada y el padre fue el culpable, la madre jamás supo de lo ocurrido. El tercer nivel de unidad, el de docentes con docentes, registra casos en donde el egoísmo de unos choca contra el ideario educativo del resto, algo que le informará de la excelencia del centro de su hijo. Pongamos un ejemplo sencillo, la normativa del centro prohíbe a los alumnos ir al baño entre clase y clase, siempre y cuando no haya una urgencia, pero entonces aparece un docente que tiene por costumbre asentir a las demandas de los alumnos y se abre un acceso directo desde éste al servicio por encima de las normas del centro. Si otro profesor mantiene la normativa escolar pasa automáticamente a la papelera de reciclaje como indeseable por alumnos y familiares. El otro en cambio gozará de ser el bueno y enrollado, ¿se comprende ahora el concepto de unidad entre docentes? Si en su instituto observa tal discrepancia de criterios algo anda mal por el claustro. Otra situación en donde los docentes se desautorizan entre si sucede cuando uno de ellos intercede en favor de un alumno pero en contra de otro profesor. Comentamos el ejemplo de un centro en donde unas alumnas de bachillerato pidieron a su profesor llevarse fuera del centro los exámenes ya corregidos para fotocopiarlos. El docente les argumentó que no, que la ley no lo permitía y que si las pruebas se perdieran no podría demostrar quien había suspendido o aprobado ante una inspección rutinaria. Añadía no obstante que dejaba ver las pruebas durante su clase para que le plantearan todas sus dudas y anotaran los errores cometidos, algo más didáctico que simplemente fotocopiar unas hojas. El asunto pareció quedar zanjado pero días más tarde la jefe de estudios dio rienda suelta a las alumnas en su demanda al decirles que podían exigir al docente fotocopiar aquellos controles. A partir de ese momento éste quedó desautorizado en su aula y las exigencias de sus alumnos y los conflictos se perpetuaron durante todo el curso. Obviamente la jefe de estudios cometió tres errores. Por un lado desautorizar al educador, por otro dar razón a sus alumnas en algo ilegal como resultaba sacar los exámenes fuera del centro, y finalmente imponer su criterio por encima de lo más pedagógico como era que las bachilleres se fijasen y anotaran los errores cometidos. Contradecir a un compañero o apoyar a unos alumnos en contra de éste, trae que otro día estos mismos alumnos crean que pueden hacer lo mismo hacia quien les apoyó, en fin, que todos los educadores salgan perdiendo. En el futuro otro docente podría desautorizar al primero y así hasta el infinito, algo que no educa en el respeto y la responsabilidad a nuestros estudiantes sino que les invita a la manipulación bajo su egocentrismo. Los tipos de profesores Si usted desea saber el grado de excelencia en el centro donde se halla su hijo le será muy útil detectar aquellos profesores que padecen de ciertas lacras y defectos graves. Ya se sabe que nadie es perfecto y que no hay que iniciar una caza de brujas en contra los docentes, pero a veces existen algunos maestros que deben ser avisados de sus errores. Sirva de ejemplo lo que una sicóloga argumentaba en sus cursos sobre liderazgo. A los empresarios asistentes les comentaba que era un error callarse ante las equivocaciones de un servicio. Puede que a muchos les parezca una falta de respeto quejarse si en un restaurante el cocinero le sirvió un chuleta hecha cuando se la pidió al punto, pero si nadie se lo explica muchos clientes continuarán sufriendo el error. Veamos pues los perfiles de ciertos profesores que deben ser avisados de sus deslices.

miércoles, 26 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (20)

Verano Azul El fin de curso nos trae el periodo vacacional más largo y caluroso de todo el curso, el verano azul. Durante este reposo hay tiempo para todo aunque reducir la ansiedad por los estudios, evadir la mente de tanta memorización y tener nuevas experiencias fuera del aula serán objetivos también del estío. Con todo, no hay que olvidar el largo letargo veraniego y con ello la pérdida de rutinas y conocimientos en los adolescentes. Espere y exija que el centro mande deberes de verano, sobretodo para aquellos púberes que han cojeado durante el curso. Si les hace falta repaso, que lo tengan. Tres meses de vacaciones pueden ser muy perjudiciales para sus estudios sino se rigen por rutinas diarias entre diversiones y obligaciones. Hay docentes que convidan a los alumnos a olvidarse del curso durante todo el verano algo que trae consecuencias negativas al comienzo del curso siguiente. Si los chavales pierden la costumbre del repaso y de ciertas rutinas, mal van a encajar el próximo año académico. Durante las vacaciones el chaval no necesita descanso con los estudios, necesita olvidarse un poco de ellos con un cambio de actividad, una desconexión parcial. Un profesor de educación física aconsejaba a los padres que para continuar educando en verano era aconsejable ofrecer a los hijos un trabajo ligeramente remunerado para potenciar su aprendizaje en derechos y obligaciones. Insistía que tal práctica estimulaba la socialización de esos adolescentes con otros adultos, algo muy útil para su vida futura. El estío, me detallaba el docente, resulta un periodo altamente importante para que los zagales experimenten relaciones sociales en persona, no sólo por el Facebook. En los pueblos y barrios donde todo el mundo se conoce, tal costumbre resulta relativamente fácil, pero en la ciudad uno se aísla. En tal caso, encuentros de fines de semana con otros matrimonios y con sus hijos resuelve parcialmente el asunto. Otra medida en este sentido consiste en crear una red solidaria de familias en donde los hijos pasen para verse, limpiar la casa, merendar, estudiar u otras actividades tanto obligatorias como lúdicas. Si con todo ello dicen que se aburren se les puede mandar pequeñas obligaciones en su rutina diaria como fregar su plato, recoger su habitación, poner la mesa e incluso cocinar por mucho pánico que tenga a probar el plato que se invente. Ferrán Adriá empezó así, creo. El verano por tanto puede resultar uno de los periodos educativos más fantásticos de todo el curso, una etapa que debe transcurrir fuera de las cuatro paredes del aula. Aquí no vale argumentar que los escolares disfrutan de demasiadas vacaciones. En vigilias y finales de las vacaciones estivales aflora una canción que se repite verano tras verano. Algunos sectores sociales se quejan del calendario escolar y exigen que sus hijos sean atendidos más horas en el colegio. Los niños deben hacer deberes, estudiar, jugar y relacionarse el resto del tiempo no lectivo. En ese caso no se está hablando de tener los alumnos con más horas de clase sino de vigilancia, distracción y juegos. En cierta forma se está instando que el colegio haga de casal veraniego durante las vacaciones y es aquí donde la clase dirigente aparece con su famosa frase, estudiaremos el caso, que a veces significa que amenazarán a la sociedad con cambios pero no con mejoras. En ese contexto, sectores sociales y políticos son los buenos de la película mientras, la escuela, al no querer atender sin cobrar la guardería de adolescentes, la mala. Por desgracia llevan así muchos años con la misma tonada que se repite más que una canción de Fito y los Fitipaldis. ¿No sería hora de pasar a gravar el disco y venderlo? ¿O quizás deberían dejarse las cosas tal como están? De hecho, desgasta mucho tanta polémica gratuita cuando se sabe que el problema de fondo es la falta de compromiso educativo de toda la sociedad, no sólo de los institutos. Hay que informar con claridad a las personas y explicar lo bueno y lo malo de ampliar calendarios escolares. Luego que decidan de una vez por todas o que callen para siempre. En este sentido lo que a menudo los dirigentes no suelen comentar al electorado es que tener hijos implica estar con ellos gran parte del tiempo y no encasquetarlos a los servicios públicos, algo que de hacerse, obligaría a papá estado a más subidas de impuestos para pagar los nuevos servicios sociales. Ya se sabe que no hay duros a cuatro pesetas. De todas formas aumentar las horas lectivas, o los años de escolarización, no mejoran los niveles académicos de nuestros hijos. En Finlandia, panacea de la educación europea, practican un sistema más barato al impartirse menos horas de clase durante menos años de escolarización. Es decir, el modelo finlandés resulta bueno, bonito y barato. En resumidas cuentas, existen tres argumentos para dejar el calendario escolar tal como está. Las razones que apoyan la actual agenda son las horas lectivas europeas, nuestro clima y el fracaso escolar extraescolar. El único argumento que se esgrime para extender las horas lectivas es la necesidad de aumentar la atención de los adolescentes fuera de la familia. Veamos quien lleva la razón. La primera razón para no cambiar las cosas es que nuestro país imparte más horas de clase que la media europea, unas 1050 al año mientras que en Letonia son sólo, y por ejemplo, 750. Nuestro estado ostenta uno de los mayores horarios lectivos con respecto al resto de países de la Unión Europea, y vuelvo a insistir en el caso de Finlandia que luce los índices de éxito escolar más altos de nuestro continente y que aplican casi un veinte por ciento menos de horas en aula que nosotros. Añadamos que en Estados Unidos han observado que el estrés de los alumnos no viene causado por más o menos horas lectivas en el centro escolar sino en el exceso de actividades extraescolares en el mundo occidental, algo que implica simplemente que nuestros estudiantes requieren menos horas de clases y más descansos bajo atención familiar. Por tanto, y en cuanto a vacaciones, o todos los estados europeos y americanos lo hacen mal o el nuestro se excede en sesiones de paraninfo. La segunda razón, la climática, nos explica que por razones de temperatura concentramos en verano el mayor grueso de las vacaciones, en otro caso significaría impartir clases en julio con aire acondicionado, algo nada sostenible y muy caro dado el coste energético necesario. En verano por tanto, y con nuestro clima, se hace difícil impartir clases. Alargar el horario escolar y dar lecciones durante el mes de julio sería un suicidio dada la sauna que se armaría entre adolescentes y sus hormonas. Nuestro clima hace siglos que nos marca el calendario lectivo y ahora todavía más con el asunto del calentamiento global. Por otro lado los docentes durante el julio sí asisten a clases de formación, incluso fuera en el extranjero, en donde muy a menudo los cursos de calidad corren a cargo de los propios profesores. Un día me comentaba una profesora de historia que en el fondo quienes sentencian que los docentes tienen demasiadas vacaciones lo hacen por cierta envidia. En todo caso, ella siempre les repetía una broma, les decía que se hicieran docentes y así tendrían esas vacaciones tan deseadas. Insistía luego que ella les ayudaría, que les dejaría sus apuntes de universidad y del máster para ello, que en cinco años de facultad más dos de máster y otros dos de prácticas y oposiciones, tres o más para algunos, llegaría a ser profesor de instituto. Así pues, y con sólo diez años de preparación y estudios, obtendría sus tan apreciadas vacaciones estivales por un sueldo inicial que ni un albañil experto querría, unos 1600 euros netos mensuales. La formación de un médico dura más o menos lo mismo y al final cobran muchísimo más que un profesor, o la formación de muchos banqueros y políticos requiere mucho menos tiempo y descubra lo que algunos perciben sólo con primas y dietas. Sólo faltaría que quien quería ser docente por esas fatuas vacaciones descubriera que después de diez años de estudios no era su vocación, entonces habría malogrado diez años del erario público por tal formación. La tercera razón es que el 99 % de los alumnos problemáticos se origina en el seno de familias con falta de un seguimiento continuado de los mismos. Ejemplos de ello son separaciones mal llevadas, alcoholismo, maltratos, abandonos, padres adictos al trabajo, familias desestructuradas, necesidad de trabajar para llegar a final de mes, egoísmos paternales y en definitiva, cambio de prioridades ante los hijos. Todo este caldo de situaciones conlleva que muchos zagales permanezcan sin tutela en el momento que salen del centro educativo, algo alarmante con el calendario escolar que se está exigiendo, es decir, unos piden más horas de colegio mientras ellos mismos no las dedican a sus descendientes causando el problema a solucionar, el fracaso escolar. El problema real, por tanto, no son más horas de colegio sino la baja atención de muchas familias con sus hijos. En ello hay padres que no quieren y otros que simplemente no pueden. La hipoteca por una vivienda cuyo precio cuesta pagar o un consumismo extremo les obliga a trabajar todo cuanto pueden restando tiempo con sus chavales. Cuando los progenitores se dan cuenta de esa falta de atención sobre sus lechones, entonces intentan recuperar el tiempo perdido y a veces el trato con el hijo se extrema. Con poco tiempo disponible muchos padres suelen hacer dos cosas, o darle todo hecho y mimarlo, o ser algo distantes para no ser molestados cuando permanecen en casa. En definitiva, siguen siendo padres ausentes en la educación de sus retoños. Educar es algo más que tener a unos chavales en un colegio o alargar el horario escolar para que los centros hagan el papel de hogar familiar. Educar es dedicar tiempo a nuestros hijos sin exceso de mimos pero con justicia y cariño, educar es dirigirlos e incentivarlos hacia su autonomía y madurez. Según Freud, y en sus tiempos, muchos niños deseaban ser maduros para disfrutar de los derechos de estos, pero hoy en día muchos de nuestros zagales, adolescentes y jóvenes, prefieren no crecer bajo una infancia perpetua, protectora y llena de facilidades. Antes se les decía que cuando seas mayor podrás hacer esto o aquello, pero ahora se les dice que cuando seas mayor ya verás, algo que conlleva un futuro amenazante y nada deseable para que un joven desee devenir adulto. Por tanto, darles todo hecho para que no nos molesten cuando llegamos a casa o ser un tirano por la misma razón, son los dos extremos a evitar. Si un día existiera un manual de instrucciones cuando se encargara un hijo una cosa fundamental constaría en él, hay que dedicarles tiempo de calidad ya que la mayoría de alumnos que no reciben atenciones y control desde su hogar fracasan en los estudios y en su madurez. El problema no es aumentar las horas de colegio sino facilitar a los padres un mayor tiempo con sus hijos gracias a políticas de conciliación laboral y familiar. Eso pasaría por viviendas a precios razonables para siempre, avisos a los progenitores que desatienden a sus hijos y horarios laborales más adaptados a la realidad familiar. Por desgracia este último asunto no parece cuajar en nuestra sociedad. De los 766 convenios colectivos negociados durante el año 2005 en Cataluña, sólo el 14,62 % incorporó la flexibilidad de horarios para compaginar mejor el trabajo con la vida familiar. Si todo el conjunto de medidas anteriores se aplicara, la atención sobre nuestros hijos podría beneficiarse y probablemente nos ahorraríamos el 99 % de esos alumnos problemáticos con rendimiento anómalo. Algunas pedagogías teóricas defienden, sin datos sólidos, que el nivel socioeconómico de las familias es el culpable fundamental del fracaso académico de sus hijos, es decir que los padres pobres tienen hijos zoquetes. Si tal creencia fuera cierta las familias no deberían procurar tiempo de control, apoyo y calidad hacia sus lechones. Y es más, si el nivel sociocultural de los progenitores fuera el factor determinante del rendimiento académico, todos los hijos de una familia obtendrían resultados parecidos, algo que no resulta así. Muchas familias pobres, humildes y analfabetas de trabajadores han tenido siempre muy claro que sus zagales se labrarán un buen porvenir si luchan y se esfuerzan en los estudios, de hecho muchos científicos provienen de padres sin instrucción. Pero cabe añadir que si el nivel sociocultural de los padres fuera un factor determinante en el éxito académico según defienden las pedagogías teóricas, ello no explicaría como bajo unos mismos padres las hijas aventajan de media a los hijos varones, como tampoco que los koreanos y chinos aventajen a los alumnos de la Unión Europea, ni que en Bélgica existan resultados muy distantes entre Flamencos y Balones, como tampoco que en Noruega, país muy adinerado, no consiga por más dinero que invierte en educación, elevar sus resultados académicos, y finalmente Baviera, que sin ser de las regiones con un nivel sociocultural elevado en Alemania, consiga los mejores resultados de esta. En fin, no existe un determinismo socioeconómico para el fracaso académico pero sí de hábitos cuando la familia desatiende a sus hijos en rutinas, esfuerzo y cariño. Estudios europeos han mostrado que cuando se dan los siguientes contextos, los estudiantes llevan bien sus resultados académicos. Para ello en las familias debe existir un hogar silencioso, ordenado, limpio, tranquilo, con una nevera llena que garantice una merienda a media tarde, más una cena y hora de ir a la cama regulares y constantes más unos padres, que sin gritos, interactúan con sus hijos con frases como, ¿cómo te ha ido el día en el colegio? O ¿tienes muchos deberes? O ¿has terminado de estudiar lo de hoy? Y otras cuestiones que en el fondo el chaval percibe como un interés por parte de sus padres. El perfil anterior suele salvar a muchos jóvenes del desarraigo y de su pérdida como estudiantes. Aún así, algunos pedagogos teóricos hablan de la inmigración como causa fundamental del fracaso escolar, algo falaz ya que hay centros en donde inmigrantes y no inmigrantes han mejorado sus resultados mientras que en otros todos han empeorado. El problema no es la mezcla de etnias, el problema es colocar juntos estudiantes que no ostentan ni igual nivel ni iguales intereses, ser aborigen del lugar no conlleva garantía alguna de ser mejor que los recién llegados. El hecho es que en matemáticas, los alumnos chinos suelen superar con creces a los occidentales tanto en Europa como en Estados Unidos, véanse los informes PISA al respecto. Con todo, muchos expertos de la pedagogía teórica niegan los resultados PISA al ver atacadas y hundidas sus teorías falaces. La estrategia es simple, si a uno no le gustan los hechos los niega, si la evolución des de los parientes de los mastodontes hasta los elefantes viene verificado por los fósiles y la genética, lo niego si creo en el creacionismo. Los informes PISA han sido negados por multitud de pedagogos. Uno de muy emblemático, y que no sabe deletrear ni escribir bien, Yaacov Hecht, lo afirmó así el lunes 3 de febrero de 2014 en la contra de La Vanguardia, alguien que asesora a gobiernos en educación. Vistos los tres argumentos anteriores sobre horas lectivas europeas, nuestro clima y el fracaso escolar extraescolar parece aceptable que las vacaciones estivales mejor dejarlas tal como están. De hecho el descanso veraniego se hace necesario tanto para alumnos como para docentes. Una hora de clase implica una hora de tensión para controlar a los más de treinta alumnos que sin orden no aprenderían nada. Esta situación multiplicada por los tres trimestres genera un gran cansancio físico y psicológico a final de curso. En resumen, y para zanjar el asunto de los polémicos calendarios escolares. No se trata de si el colegio abre más o menos horas al año, se trata de una responsabilidad social que la escuela no puede asumir ella sola. Podemos culpar a la reforma, a los políticos, a la ESO, al colegio o al profesorado pero el mal de raíz, y cada día más, es la desatención de nuestros jóvenes fuera del centro educativo. Esta es la gran causa de fracaso escolar en donde se pierde de vista una máxima, y es que educar, educamos todos.

lunes, 24 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (19)

Navidad divino tesoro Crea o no crea en los Reyes Magos, el 25 no es Navidad. Cuando uno mira un pesebre observa una creación humana llena de elementos que nada tienen que ver con los hechos históricos. Jesús no nació el 25 de diciembre, de hecho no se sabe ni el mes ni el año en que ocurrió; tampoco se puede afirmar que lo hiciera en Belén, algunos creen que fue en Nazaret, si es que fue allí, ya que recientes excavaciones muestran que no existía tal población durante el siglo I; los reyes magos, y según Los Evangelios, ni fueron reyes, ni tres, ni de tres colores, ni se llamaron Gaspar, Melchor y Baltasar, todo ello formó parte de añadidos medievales que quisieron regalar realismo al personaje de Cristo; por otro lado la virgen María no fue virgen, hubo un error de traducción del griego en donde ponía mujer por desposar y no virgen; el nombre Jesús, Yeixua en arameo, quizás fuera solo un apodo y no su nombre verdadero ya que significaba salvación; y por último Cristo jamás se declaró hijo de Dios en Los Evangelios, su divinidad se acordó en el siglo IV en el Concilio de Nicea. Vistos esos antecedentes cabe preguntarse, ¿qué se celebra entonces por Navidad? Pues la verdad, sólo se me ocurriría una palabra, una mentira romántica, una falacia que repetida tantas veces y durante dos mil años nos parece real pero que alimenta las causas vaticanas y nuestro sistema consumista, aunque la mejor respuesta a la anterior pregunta la hallé durante la tutoría que un docente realizaba poco antes de la milagrosa fecha, una estrategia que a su vez educaba a los adolescentes. Este colega impartía clases en un centro de Granollers en la provincia de Barcelona. Poco antes del inicio de las vacaciones les decía a sus alumnos que con motivo de las navidades tenía un regalo para ellos y para sus padres. Mientras dejaba a toda la clase con algún trabajo, hacía salir uno a uno a los alumnos y afuera les mostraba una caja cerrada. Aquí tienes el mejor regalo para tus padres. El adolescente ansioso, abría la caja para hallar un simple espejo en donde se veía reflejado. Es decir que el mejor regalo de la Navidad era uno mismo, sin la familia poco se puede compartir y celebrar. En otra ocasión otro tutor de bachillerato planteaba la pregunta en medio de la pizarra, ¿qué celebramos por Navidad?, y empezaba a desmontar como antes hicimos el mito del nacimiento de Jesús, hasta les habló que el 25 de diciembre era el aniversario de una diosa pagana que el cristianismo quiso asimilar sustituyéndola por la natividad del mesías. En fin, que se celebraba el nacimiento de Mitra, la diosa de la tierra y la fecundidad. Por tanto, ¿que se podía hacer hasta tal sarta de mentiras si el 25 no era Navidad? Y las respuestas surgían en muchas direcciones. Al final el buen pastor les conducía hacia un mensaje, que todos los días deben ser Navidad para valorar la solidaridad social y el amor entre amigos y familiares. Una tercera tutoría que me sorprendió en Navidad fue la de un profesor de filosofía que planteaba qué era la felicidad entre sus bachilleres. Las opciones se iban anotando en la pizarra hasta llenar un buen grueso de valoraciones como la salud, el dinero, el poder, las creencias religiosas o el amor. Luego les preguntaba que qué daba más felicidad, lo inmediato o lo que se conseguía con esfuerzo a lo que los estudiantes se decantaban por el valor de las cosas, lo deseado y alcanzado con la lucha. Al final les decía que sus conclusiones ya las habían propuesto algún filósofo hacía más de 2.400 años. La primera fue postulada más o menos por Aristóteles, y la segunda por Platón con su teoría de la privación. Entonces les dejaba ante otra cuestión, sus regalos de Navidad o Reyes, que cuanta felicidad merecida habría en ellos y cuanto les duraría. Ante tal pregunta les decía que no esperaba respuestas, que aquello era algo muy personal que debían valorar ellos en su intimidad. Como se ha podido ver en los profesores anteriores, la Navidad fue utilizada para enseñar historia, mitos y moral. De todas formas estas vacaciones también deben ser indicadas como un periodo para el descanso y la reflexión. Otro profesor de filosofía solía comentar a sus tutorados que utilizaran esos días para averiguar varias cosas. La primera, qué querían hacer con su vida, que si realmente el bachillerato era su objetivo personal y profesional o si lo eran otras cosas que podían realizar con responsabilidad y realismo. Si la respuesta ante las anteriores cuestiones implicaba luchar con los estudios, el adolescente debía afrontar una segunda inquisición, ¿qué errores cometiste para encontrarte con los malos resultados vigentes? Yerros que una vez detectados debían llevarle a proponer opciones a la tercera cuestión, ¿cómo pensaba solucionarlos? Bajo las tres preguntas anteriores se pretendía primero tratar al chaval como a un adulto ya que en nada se hacía intervenir a sus padres en sus decisiones. Pero en segundo lugar que hallara su camino personal y profesional si los estudios no obligatorios no iban con él. Mejor tomar una decisión clara a principio de curso que esperar al segundo trimestre cuando habrá pasado un tiempo perdido. Si se llega a las vacaciones de Semana Santa con las tres dudas anteriores no resueltas, algo más que los resultados del escolar ha fallado, también su capacidad de decisión lo ha hecho. Semana Santa Se lo crea o no, tampoco se sabe a ciencia cierta cuando murió Jesús, ni el año ni el día de su ejecución se han esclarecido. Además para confundir más el calendario de aquella defunción, la Semana Santa jamás cae en la misma fecha ya que ésta se rige por ciclos lunares y no por el calendario gregoriano. Lo que sí suele suceder es que estas vacaciones a veces coinciden aproximadamente con el final del segundo trimestre, un descanso que debe permitir la preparación del tercer y último trimestre estudiando los contenidos no adquiridos y preparando los apuntes pendientes. Son pocos días de reposo y el tercer trimestre resulta el más corto de todos. Por tanto, hay que evitar sorpresas desagradables. El tutor que le aconseje todo lo anterior demuestra un buen de nivel de preocupación por sus estudiantes. Ciencias o letras En nuestro país la falta de estudiantes que optan por formaciones científicas y técnicas brilla por su ausencia, algo que conlleva problemas económicos para el Estado. Es a finales de secundaria cuando estos escolares deben tomar una decisión crucial para su vida personal y profesional, deben optar por una formación dirigida hacia la universidad o hacia una profesión, pero además deben escoger entre los estudios cientificotécnicos o los humanísticos, el antiguo dilema entre ciencias y letras. Aunque la orientación académica se da a finales de secundaria, ésta debería prepararse ya desde inicios de etapa. La razón de ello es el gigante desequilibrio entre ciencias y letras que hunde sus raíces en primaria. La consecuencia final es que la inmensa mayoría de estudiantes se decanta por las segundas, las humanidades, al percibirlas más fáciles que las ciencias, algo que está dejando sin técnicos aborígenes a muchas empresas. Por tanto, si en un centro educativo la orientación de sus alumnos se trabaja de manera temprana será de agradecer para los estudiantes y para el conjunto de la sociedad. El pasado 18 de abril de 2013 se presentó en el Palau Robert de Barcelona los resultados de un estudio sobre 4.700 estudiantes que demostraba el anterior desequilibrio entre las ciencias y las letras. Sergio Marco y Álex Fabra de Everis exponían un resumen del mismo bajo las opiniones de Jordi Deulofeu, director del Departament de Didàctica de la Matemàtica i de les Ciències Experimentals de la UAB, conjuntamente con Roser Cussó, miembro de l’Institut de Ciències de l’Educació de la UPC. Moderó las exposiciones Enric Roca, coordinador de la Tribuna Edu21. El informe concluía que a pesar que las carreras universitarias científicas ofrecían fácil acceso y buenas perspectivas profesionales en cuanto a sueldo y contratación, los estudiantes de secundaria preferían cursar disciplinas humanísticas al creerlas más fáciles. En concreto sólo un 33 % prefería las ciencias ante un 51 % en letras y otro 16 % de indecisos. Es decir, la mitad acaban en formaciones científicas y el doble en humanísticas, un exceso de letrados que el mercado profesional difícilmente puede absorber. Lo paradójico es que este mercado sí podría contratar a muchos más técnicos nacionales si los hubiera. Otro dato de esta investigación detallaba que las mujeres eran mucho más proclives a elegir los estudios humanísticos al creer que el rol de científico era más masculino que femenino, en concreto casi el 60 % de las chicas huía de lo técnico para orientarse hacia lo social. Cabe añadir que el nivel cultural familiar también condicionaba tal elección en pro nuevamente de las humanidades. En resumen, facilidad, sexismo y familias alejadas de la investigación parecían explicar el desequilibrio entre muchos estudiantes en humanidades y escasos en ciencias. ¿Cómo corregir entonces este acuciante problema profesional? Tres vías parecen los detonantes a modificar para aumentar el número de científicos y técnicos en nuestro país. La primera los maestros en primaria, la segunda el sexismo familiar y la tercera la cultura del esfuerzo. La inmensa mayoría de docentes en primaria provienen de estudios en humanidades y no por vía científica. En algunos centros, por ejemplo, el 80 % de los maestros proceden de letras, algo que debe influir a nuestros cadetes ya en sus primeros pasos como estudiantes. Por otro lado, el predominio de maestras en las escuelas es harto superior al de hombres, y la inmensa mayoría de ellas proceden de formaciones también humanísticas. Si queremos que nuestros zagales se empapen, comprendan y les gusten la ciencias hay que incrementar el número de maestros y maestras con tal orientación. Imaginemos que el inglés de todo el país lo dieran profesores de matemáticas. Probablemente el nivel y la motivación en este idioma caería en picado en pocos cursos. La segunda vía a corregir son los estereotipos que algunas familias imbuyen a sus descendientes. Suelen ser hogares de bajo perfil cultural en donde la mujer jamás se la proyecta hacia trabajos o cargos de técnico o de científico, todo lo contrario, si es buena en los estudios se la ve bien como asistente social, psicóloga, relaciones públicas u otra formación de vertientes sociales. Este sexismo hace mella ya en la escuela de primaria. En ésta, y como ya se ha comentado, los maestros escasean mientras que las mujeres abundan, y claro está, a más maestras de letras, menos ciencias en primaria. La tercera y última vía parece ser la cultura del esfuerzo. Son muchos los docentes veteranos que afirman que el esfuerzo y la capacidad de superación ante la frustración de nuestros estudiantes ha disminuido significativamente, y sin esfuerzo no hay superación ni mentes valientes para encarar estudios supuestamente difíciles. Sociedad, leyes educativas, familias y docentes hemos bajado el listón de la exigencia y ahora nos hallamos ante alumnos que apenas se rigen por rutinas de trabajo, deberes y estudio diarios. La hora de los deberes debería ser siempre la misma ya que las rutinas los hacen autónomos y responsables. Pero en nuestra sociedad del trabajo y de las hipotecas muchas familias no pueden acompañar a estos zagales en rutinas de trabajo, estudio y descanso, y no por desidia, sino por falta de tiempo. Esta falta de tiempo de calidad hacia sus lechones se agrava en las familias de bajo perfil cultural en donde la necesidad de horas de trabajo va por delante de las de ocio. Al final, los alumnos que desean continuar estudiando, y con bajas competencias como estudiantes, desestiman las ciencias al creerlas muy difíciles ya que apenas les prepararon para éstas. En resumen, la percepción de dificultad en las ciencias, un sexismo laboral familiar y unos padres ausentes parece que fueron las causas de la falta de científicos y técnicos en nuestra educación. Es por tanto crucial que en primaria se potencien las ciencias con más maestros así formados, con docentes ilusionados en sus conocimientos técnicos y sin miedo a impartir las matemáticas, como a veces sucede en algunos centros. La orientación de los escolares debe iniciarse por tanto en primaria y continuar ésta en secundaria para mantener un flujo equilibrado y constante de científicos y técnicos en nuestra sociedad, de otro modo seguiremos encallados industrialmente en este país, y la vida no es un eterno verano azul.

viernes, 21 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLITICO (18)

Mejorar la redacción Un factor fundamental y responsable de bajos resultados académicos es una redacción deficiente. En cambio quien escribe bien suele alcanzar buenas notas al saber expresar correctamente los conocimientos adquiridos. Para aprender a redactar hay miles de formas, pero la más eficaz a largo plazo es la lectura periódica y de calidad. Infundir por tanto el manejo de textos ya en edad temprana resulta fundamental para alcanzar la máxima comprensión y el óptimo aprendizaje. Simple, si un alumno ha leído en calidad, cantidad y atención, aprenderá a redactar con elegancia, corrección y orden. El problema actual es la calidad. Algunos pedagogos teóricos piensan que El Quijote, El Lazarillo de Tormes o La Celestina deben ser relegados de la lista de lecturas aconsejadas. Argumentan que tales escritos son sexistas, racistas o clasistas aunque contengan una calidad y variedad de vocabulario excelsas. En su lugar proponen textos cortos redactados por ellos mismos o afines, pero no por literatos expertos. Los pasajes van cargados de actitudes emocionales evitando con sumo cuidado caer en sexismos, racismos o clasismos y por tanto sin jamás utilizar literatura clásica en donde se aprendían dos cosas: hechos históricos de sociedades anteriores, sexistas o no, y a leer con elevada calidad lingüística para convertirse en buenos lectores. En estos libros un negro no puede ser un gran deportista para diluir racismos, una mujer no puede acompañar a sus hijos al colegio al promover el sexismo o un banquero no puede ser más inteligente que un barrendero al exaltar el clasismo. En detrimento de eliminar buenos clásicos en donde a veces se daban racismos, sexismos y clasismos aunque con elevadas dosis de vocabulario y sintaxis, se proponen libros simples, dulzones y hechos a medida de cabezas mediocres que en nada enriquecen las mentes de nuestros estudiantes, lecturas que borran por completo nuestra historia bajo la excusa de programas para cambiar nuestra sociedad, algo que jamás significa mejorarla. Por cierto, los manuales de clase de los años cincuenta eran también lecturas de calidad. Antes apenas existían figuras, fotografías y dibujos en los libros de clase pero sí mucho texto que se debía leer y comprender. Ahora la cosa ha quedado separada con manuales de aula con poco texto y mucha viñeta mientras la lectura ha quedado relegada a unos pocos libros, textos que se hallan a menudo bajo el yugo de la mediocridad antes detallada. Introducir el placer por la lectura de calidad cuesta cada día más. Hay docentes, que simplemente buscando buenas lecturas, pasan de las prohibiciones a lo Fahrenheit 451, y utilizan estratagemas para que sus estudiantes devengan buenos lectores. En este sentido conocí a un profesor que para lograr que sus alumnos lo hicieran, optaba por algo innato en los humanos, la curiosidad. Como primates emparentados con bonobos y chimpancés, nosotros somos altamente curiosos. El docente anterior se dio cuenta que llamaba mucho la atención comentar libros sin relación aparente con la materia en cuestión. Eso sorprendía al adolescente, ¿qué tenía que ver la ecuación de segundo grado con una novela de Isaac Asimov? En arte, literatura, o visual y plástica hablar de libros sobre teorías de caos abría la puerta a lo básico en cualquier obra artística, la creatividad. En cálculo, mezclar la ciencia ficción de la novela Contact de Carl Sagan con el lenguaje para contactar con alienígenas, las matemáticas, dilataba las pupilas de más de uno. En historia hablarles de ensayos del ilustre biólogo Stephen Jay Gould les mostraba los prejuicios culturales del momento. En todas las anteriores situaciones el factor sorpresa de lo ilógico llamaba la atención de muchos púberes y les encendía la curiosidad por ciertos libros. Otro docente leía en voz alta parte de un artículo de educación para dejar el final pendiente a sus alumnos. Luego comentaba la noticia con los chavales. Cabe señalar que hay pocas noticias que hablen sobre educación en revistas y periódicos, de hecho en España la mayoría de diarios no presentan una sección de enseñanza mientras siempre hallará extensos artículos en deportes, cultura y espectáculos. Un nuevo profesor de historia esgrimía otra treta parecida pero en esta ocasión les hablaba de la trama de la historia pero les dejaba el final colgado, algo que encendía la indagación de sus escolares. En otras sesiones dejaba una novela sobre la mesa pero con la portada a espaldas de la vista. Muchos alumnos al pasar por allí giraban el libro por la simple curiosidad de saber de qué iba. Otra de las argucias de este mismo docente era comentar alguna obra con la coletilla que bueno, que no era para su edad, que ellos eran demasiado jóvenes todavía, todo un reto para unos adolescentes ansiosos por demostrar su madurez. Todas y otras insinuaciones como las anteriores pueden aplicarse también por casa para animar a nuestros zagales a leer. Por ejemplo, y en el caso anterior, prohibir un libro y luego dejarlo olvidado encima de la mesa del comedor será toda una afrenta hacia su púber. Asimismo los adultos debemos leer ante los chavales y que ellos nos crean un referente. De muy infantes es harto comprobado que aprender canciones les entrena a leer, algo que potencia su concentración y mejora sus redacciones. De forma similar leerles cuentos y dejarlos a medias para que ellos los sigan anima a lo mismo. Hay que entender que aprender a leer es algo chocante, muy a menudo rechazado y hasta frustrante para los alumnos. Aprender a leer puede ser de todo menos algo natural. Por tanto, y desde pequeños, los progenitores deben tomar conciencia que acompañar a los hijos a la biblioteca resulta un estímulo primordial para la lectura. Leer da al alumno todo lo necesario para evitar en gran parte el abandono académico aunque saber leer requiere obligatoriedad. La lectura periódica en uno, dos o más idiomas regala vocabulario, fluidez en el habla, mayor soltura en la escritura y en muchos casos, hasta conocimientos. Leer de todo es fundamental para crear una sociedad crítica y que no sea voluble ante los intereses de los dirigentes, leer es básico para crear individuos a quienes no se les pueda vender la moto bajo un Fahrenheit 451. Y no le quepa la menor duda que los alumnos que más leen no suelen pertenecer al grupo de los que cuelgan los estudios sino todo lo contrario, ellos sí que saben concentrarse y aprender más que el resto. Como decía Joseph Brodsky, invertir en bibliotecas fue siempre ahorrar en sanidad, a largo plazo se evitaban las consultas a los psicólogos. La prueba de todo esto la hallamos en el aplaudido modelo finlandés de enseñanza, un sistema con una auténtica pasión por la lectura y que lleva la delantera del éxito escolar por toda Europa. Si el abandono escolar español, una vez o no alcanzada la ESO, osciló entre un 30 y un 25 % durante los años 2009 al 2012, en Finlandia se mantuvo a menos de la mitad del nuestro, en el 9,8 % durante el 2011. Y eso que los niños y las niñas finlandeses empezaban la escolarización obligatoria más tarde que aquí, a los siete años. A pesar de ello, sus niveles de comprensión lectora estuvieron siempre por encima de nosotros y de todos los países europeos. En este sentido existen estudios en donde se ha visto el llamado efecto Mateo, quién tenga heredará, y quién no tenga lo perderá. Me explico, los alumnos que a final de preescolar dominan menos de 700 palabras devienen en primaria bajo un aprendizaje lento o nulo, algo que sólo se corrige con más horas de clase escuchando a educadores que dominen correctamente el idioma. En cambio las familias que han invertido tiempo en estimular y atender a sus zagales bajo un amplio y buen dominio de la lengua logran que éstos superen las 700 palabras, un contexto que impulsa un aprendizaje rápido y exponencial durante la primaria de estos rapaces. En fin, la buena lectura regala extensa cultura. Con respecto a las bibliotecas que antes mencionábamos, existen una serie de estadísticas preocupantes. En Noruega, en España y en otras naciones europeas la asiduidad a las bibliotecas cae en picado entre los 8 y los 16 años, momento durante el cual se cuece y finalmente arde el fracaso escolar. Pongamos por ejemplo la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona. Durante el año 2005 se registraron 15.871 libros en préstamo entre lectores de 0 a 7 años. De los 8 a los 16 el registro se desplomó por debajo de la mitad del grupo anterior, en concreto fueron 7.180. Las cifras no vuelven a recuperarse hasta que los asistentes de las bibliotecas cumplen los 24. Datos parecidos aportan los estudios realizados por el Consell Català del Llibre per a Infants i Joves del 2005. Parece obvio que la lectura es una asignatura dura y que la ausencia de lectores en las bibliotecas es más acusada durante las edades en donde el fracaso académico más se manifiesta, durante la adolescencia. Finalmente, y para que todos los consejos de este apartado surjan efecto y la lectura aflore entre nuestros chavales, debe existir un entorno que lo permita. Tanto en el hogar como en clase debe existir mucho silencio y mucha calma. Todo ello, y de cumplirse, potenciará la lectura regalando al zagal gran estabilidad emocional, capacidad de concentración y conocimientos. Valore nuevamente el profesor que impone la clase en silencio ya que éste, el silencio, permitirá la concentración para adquirir capacidad lectora y adquisición de conocimientos. Las reuniones de evaluación No sólo de ejercicios, exámenes y capacidades de redacción se nutre la evaluación de los estudiantes, existen reuniones periódicas, unas dos por trimestre, durante las cuales todos los profesores analizan cada uno de los alumnos para conocer mejor sus necesidades y matizar, si lo requiere éste, algunos de sus resultados académicos. La primera reunión a mitad de trimestre sirve para pronosticar resultados académicos del escolar, y la segunda a final del mismo, para limar notas. A estos encuentros los padres no pueden asistir, pero sí deben ser informados de su chaval. Para ello una entrevista con el tutor, un comunicado por escrito o unas observaciones vía agenda, Internet o en el boletín de notas servirán al efecto. Agradezca en este sentido los comunicados claros y sin eufemismos. Cuando una observación de su hijo empieza por parece que posiblemente su hijo tenga algunas dificultades, mal creo que le van a informar. Al hablar de los alumnos es necesaria la máxima diligencia e información. Debe quedar clara la deficiencia del estudiante y las pautas de intervención que se aconsejan para mejorar su situación. Ser más constante, ampliar las horas de estudio bajo el silencio y la concentración, o simplemente recibir un refuerzo externo suelen ser consejos claros y sinceros. Un viejo amigo mío, y experimentado docente, informaba a los padres de una manera del todo poco ortodoxa, a través de los alumnos. Uno por uno les comentaba lo acontecido sobre él durante la reunión de evaluación, es decir, le comunicaba lo que pensaba el claustro de profesores al púber, algo que implicaba tratar a estos como les gusta, como adultos. Al mismo tiempo les hacía apuntar tales apreciaciones en los comunicados de la agenda bajo el pacto que esa misma noche explicarían y mostrarían el mensaje a sus mentores. Una semana más tarde el tutor mandaba una carta a los padres indicándoles que su hijo había sido informado con detalle de su rendimiento y comportamiento, que deberían hallar tal comunicado anotado en la agenda y que si lo deseaban podían acordar entrevista con el tutor lo más pronto posible. Con la anterior carta se lograban varios objetivos. El primero informar a los padres que tenían un mensaje sobre el estado estudiantil del mancebo. En segundo aparecían los escolares que escondían tal información al no ser sinceros con sus padres. De hecho, y en breve, los progenitores que no hallaban tales datos en la agenda llamaban al tutor. En tercer lugar se filtraban muchas entrevistas innecesarias de padres ya bien informados o de otros cuyos hijos iban a buen ritmo sin la necesidad de una entrevista terapéutica urgente. Finalmente, entre boletines, mensajes y entrevistas, el trimestre quedaba zanjado y llegaban las esperadas y balsámicas vacaciones.

TVE DEBATE ANTIEDUCATIVO

Este viernes 21 de febrero en RTVE2 se emitió un debate educativo que sólo cabe calificarlo como demencial. Sólo Albero Royo, profesor y presidente del Sindicato de Profesores de Secundaria en Navarra, dijo cosas coherentes y reales gracias a su experiencia docente. Los otros dos invitados hablaron de cosas alejadas del aula y sin argumentos reales, sólo opiniones de opiniones prohibiendo la memorización en nuestros estudiantes. Sebastián Barajas, licenciado en Económicas, defendía que si pasaran un examen de física a los docentes de humanísticas éstos lo suspenderían ya que fueron conocimientos innecesarios. Pues claro que suspenderían un examen así, pero antes de decidir qué querían ser, tuvieron que memorizar muchos conocimientos para poder elegir con libertad qué querían estudiar o aprender profesionalmente. La verdad os hará libres, dijo un profeta. Insistía este economista que para hacer una paella o pasar el examen de conducir no hace falta memorizar cosas, sólo practicarlas, algo que paradójicamente conlleva conocimientos memorizados durante mucho tiempo, como saber leer, comprender un texto o los cálculos de las proporciones de los ingredientes, todo ello memorizado en el colegio bajo gramática, sintaxis y matemáticas. Este economista no se daba cuenta que estaba hablando de adultos con conocimientos previos y no de niños que todavía no saben lo que les adultos sí saben. Maria Acaso, artista e investigadora de ciencias de la educación, defendía que los docentes no deben dominar ampliamente su especialidad, que los niños ya saben y que por tanto no deben memorizar. También defendía que para enseñar a los alumnos hay que ser colegas de los estudiantes y comer con ellos el bocadillo. En fin, ¿qué pintaban allí un economista y una artista en un debate así? Pero lo más flagrante fue que estos tertulianos sólo supieron INTERRUMPIR, que no desargumentar, al profesor Alberto Royo. Si tanta educación predicaban y defendían, ¿cómo no la supieron demostrar? Por favor, que la televisión pública que todos pagamos seleccione mejor a los tertulianos, para debates así ya tenemos la telebasura de otras cadenas.

jueves, 20 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLÍTICO (17)

Las clases tradicionales Los buenos docentes se interesan por los métodos didácticos que funcionan, que conocen a fondo y que les merecen confianza. De esta manera eluden publicaciones pedagógicas con ideas teóricas sin comprobar y alejadas de la realidad escolar. Ya vimos que la pedagogía teórica con su subordinación del conocimiento al método no resultó ser una ciencia ya que sus teorías no hallaron demostración ni resultados exitosos, todo lo contrario, la aplicación de las mismas implicó el aumento del fracaso escolar en Estados Unidos, Suecia, Francia y España. Queda claro por lo tanto, que la pedagogía teórica no resultó nada pedagógica. En cambio la didáctica tradicional lleva decenios dando buenos resultados ya que subordina el método al contenido. Decía Inger Enkvist que la educación tradicional funciona mejor que la nueva porque desarrolla la lengua de un modo sistemático y continuo, algo que en Finlandia llevan aplicando con logros máximos y con el mínimo fracaso escolar europeo. Ya hemos indicado la importancia de la lectura en la más temprana edad para alcanzar el máximo de comprensión lectora. Aunque los humanos no nacimos para leer, sí somos educables y sin saber leer jamás se entiende lo que se debe aprender. Cabe recordar que en la antigua Sumeria se empezó a enseñar a leer y a escribir en cuneiforme, algo que llevaba a los aprendices algo más de 10 años con unas 10 horas al día para aprender algo más de 7.000 símbolos. Hoy en día la importancia en la lectura sigue siendo crucial para vivir en nuestra sociedad llena de manuales, anuncios y órdenes por escrito. De hecho la lectura resulta esencial en el éxito educativo del modelo finlandés. Añadamos que todo buen docente sabe esto y por ello debe conocer el nivel lingüístico y conceptual del cual parten sus alumnos, algo que averigua con exámenes de nivel o con la información de los profesores del curso anterior. Luego debe impartir conocimientos de manera ordenada de lo más fácil a lo más complejo con disertaciones, esquemas y ejercicios claros, acordes y bien estructurados. Durante las explicaciones debe vocalizar con tranquilidad, sin prisas, con dominio del idioma y con disciplina en el aula. Ya comentamos que muchos docentes noveles padecen de taquilexia, es decir, por culpa de sus nervios e inseguridad hablan deprisa y con estridencia, craso error. Al hablar así transfiere a sus estudiantes tensión e intranquilidad. Lo mejor es dominar la materia para poder hablar despacio dando tiempo a los alumnos en sus anotaciones. Si uno se siente inseguro cae a menudo en los nervios, el titubeo y la taquilexia. Cabe repetir que una técnica fácil, si se domina la lección, es regalarse pausas moderadas y tomar aire durante las mismas. Eso permite tres cosas, por un lado dar tiempo a los alumnos a escribir, por el otro relajarles y por último relajarse uno mismo, todo un 3 en 1. Después de las explicaciones hay que ordenar los ejercicios para afianzar los conocimientos explicados. El orden de éstos debe también seguir la misma lógica que las explicaciones, de lo fácil a lo complejo. Todo educador bien reglado actuará en este sentido sin caer en la ignorancia de su materia, en el desorden durante sus clases y en el caos entre sus alumnos. Al final de todo lo anterior, los exámenes deberán responder a tales estructuras y exigir según el currículum del curso. Calendario de exámenes Los exámenes suelen acumularse durante la mitad y final de cada trimestre por razones obvias de calendario. Tal confluencia de controles ocasiona sobre los alumnos escenas de nerviosismo y hasta de pánico colectivo. Un docente versado sería el que tendría presente este nudo de pruebas actuando con antelación. Observe quien lo hace y distinguirá a los educadores experimentados de los más olvidadizos. Un matemático que conocí se indicaba en su agenda electrónica las siglas PC cuatro semanas antes de la mitad y fin de cada trimestre. PC significaba pactar los controles y así concertaba fecha con los alumnos evitando colapsos con otras materias. En cierto modo los adelantaba y alejaba de donde la mayoría de profesores. No cabe mencionar lo agradecidos que le estaban sus alumnos y que los resultados obtenidos eran mejores que si el examen se fijaba en la semana fatídica de los demás docentes. Por otro lado, el mismo educador salía ganando en ello, ya que su final de trimestre era menos estresante, él ya poseía medias y notas antes que sus compañeros. Insistamos aquí otra vez que un buen docente controla su trabajo y entra en el aula con tranquilidad y seguridad. Los finales de trimestre son para muchos profesores días de malas clases por nervios y correcciones pendientes. Exámenes El contenido en los controles halla todo un conjunto de teorías pedagógicas muy alejadas de la realidad práctica del aula. Saber si los exámenes que recibe su hijo son los adecuados es fácil de ver. La enseñanza es como la dieta mediterránea, variada y rica en vitaminas vegetales. En una ensalada por ejemplo brillan los distintos colores de sus componentes, rojo del tomate, verde de la lechuga, beige del atún, amarillo del maíz y castaño oscuro de las pasas. Los exámenes deben saber a lo mismo, a variedad. Habrá preguntas para evaluar la redacción y sus capacidades lingüísticas con definiciones; habrá otras de desarrollo en donde el alumno demostrará el orden mental que tiene de las cosas; habrá también cuestiones de razonamiento en donde el escolar deberá relacionar conceptos distintos para elaborar una conclusión propia; al mismo tiempo preguntas puramente de conocimientos deberán jalonar un examen para demostrar la capacidades de memoria pura del alumno. En fin, redacción, razonamiento y memoria son una trilogía aplicable a la mayoría de materias. Obviamente cada especialidad desarrollará un tipo de examen u otro en función de las preferencias del docente equilibrando el trípode anterior y sin pasarse de una hora de trabajo. Aquellos exámenes de más de 45 minutos evalúan al púber durante su cansancio y no en su lucidez. Una vez diseñado el ejercicio de evaluación queda lo peor, la hora de examen. Al inicio de un control es altamente profesional relajar a los alumnos para obtener el máximo de ellos. Eso lo hacía un profesor de bachillerato antes de dar el pistoletazo de salida. Una vez les entregaba la hoja, que prohibía comenzar, les decía, tranquilos, el examen está dispuesto para resolverlo en unos 45 minutos y pensado para que todo aquel que trabajó apruebe. Luego les insistía que lo primero era poner su nombre, y acto seguido evitar ponerse a escribir de inmediato bajo la ansiedad del momento, les insistía que debían relajarse. Para ello leía una a una todas las preguntas por si había dudas, e incluso daba alguna pequeña pista de regalo. Una vez cerradas todas las incertidumbres, ahora sí, empezad. Algo que uno puede valorar de los docentes es su tipo de exámenes. Estos son muy variopintos en función del país, nivel, profesor y materia. De todas formas las próximas características pueden resultar útiles para discernir entre buenos y malos exámenes. El objetivo de todo control es bien claro, descubrir lo que realmente sabe el escolar y no intentar suspenderle. La mente del adolescente no la podemos ver pero sí sus palabras, por tanto a través del lenguaje escrito debemos evaluar si sabe o no sabe expresar lo aprendido. Un profesor de naturales de Zaragoza opinaba que un examen debe permitir ver el esqueleto mental de las ideas del púber, para ello planteaba exámenes muy cortos en donde, directa o indirectamente, preguntaba casi todo lo explicado aquel trimestre. Él no buscaba que le escribieran una enciclopedia, todo lo contrario, sólo quería que le mostraran los conceptos bien aprendidos y bien relacionados. Al final, y como corolario, a partir de uno de los esquemas, ponía una pregunta de redacción para evaluar el nivel de escritura. Estos exámenes cortos lograban dos cosas, no estresar a los alumnos durante su desarrollo y una corrección rápida evaluando todo lo exigido, en fin, mínimo esfuerzo pero máximo rendimiento. Así pues, este docente proponía exámenes de síntesis de tal forma que el escolar debía mostrar el bosque pero sin dibujar ningún árbol. Por eso pedía esquemas, cuadros sinópticos o tablas de los contenidos enseñados. En primer ciclo dejaba tales esbozos a medias para que los alumnos los rellenaran pero en segundo ciclo y bachillerato los estudiantes debían realizarlos al completo. En materias instrumentales como lenguas y matemáticas, o de tipo abstracto como la química, este tipo de examen le indicará el docente que sí tiene las cosas claras ante sus adolescentes. En materias tipo flor, las fáciles de aprobar, la estrategia a seguir puede ser otra. Un profesor de optativas dejaba realizar un control con el libro de una manera muy peculiar. Éste les mandaba que realizaran un esquema visual de un capítulo del libro o de una serie de páginas, todo ello con símbolos matemáticos y ninguna redacción, sólo síntesis y estructura de las ideas. Luego de un esquema debían desarrollar una redacción, algo altamente práctico para los alumnos. A ello les había estado entrenando durante todo el trimestre. Escribir sobre algo requiere que ese algo esté ordenado y con una conclusión final. Confeccionar esquemas antes de responder una pregunta permite eso mismo, ordenar las ideas, redactar correctamente y alcanzar una síntesis final. Si oye que un docente hace eso mismo en clase y en los exámenes, está ante un buen diablo experto. El mismo docente anterior, y durante el mismo examen, pedía a los alumnos que le mostraran sus apuntes de clase. De esta manera veía quienes habían trabajado las anotaciones en casa y quienes no. Las dos valoraciones, la del examen y la de los apuntes, le daban una idea bastante exacta del esfuerzo y conocimientos del alumno. En otra ocasión, un profesor de filosofía dictaba más de cincuenta preguntas básicas a los alumnos. Tales cuestiones respondían a lo que debían saber ese trimestre a nivel fundamental. En el examen les ponía diez de esas preguntas. Con ello daba clara opción de obtener un buen resultado a todo aquel que llevara bien los apuntes y el estudio. ¿Resultado final? Aprobaban quienes aprendían. Independientemente del tipo de examen que escoja el profesor de su hijo, hay algo que deben enseñarle antes, a responder bien a cualquier pregunta. En ello un buen docente aconsejará una serie de pasos que el alumno debe seguir y acometer. Primero, y obviamente, leer y comprender la cuestión, en caso contrario que pida aclaraciones, si es que fueran oportunas. En segundo lugar que realice un esquema mental o escrito de lo que cree que debe responder. Tal estrategia permite ordenar las ideas antes de lanzarse a redactar una respuesta sin ton ni son. El tercer paso es volver a leer la pregunta para saber como iniciar la contestación. Si preguntan “por qué” hay que comenzar la respuesta con “porque”, si la cuestión pide una definición hay que anteponer un sujeto a la frase y luego añadir una serie de complementos decrecientes en importancia. En tal caso el número tres da gran equilibrio a las respuestas. Definir triángulo como figura geométrica plana, de tres caras y con tres ángulos que suman 180 grados, sirve al efecto. Hay que hacerles hincapié que en muchos arengas políticas el tres da estabilidad al discurso. Los alumnos deben apreciar que si alguien habla de más de tres cosas queda disperso. Si alguien dice que en la vida hay tres tipos de personas, los de izquierdas, los de derechas y los políticos, la cosa queda cerrada. Ahora pruebe con cuatro o más atributos, la frase pierde su gracia y efecto. En cuarto y último lugar, y con el esquema preparado y la pregunta bien encajada, se debe comenzar la redacción bajo el orden que le dará la sinopsis antes elaborada. Durante la misma no debe abusar de las subordinadas, muy ampulosas a veces, de fácil desliz en sintaxis y de alto riesgo en confusiones. En fin, mejor frases sencillas, enlazadas en coordinación o con puntos y seguidos que ribetes gongorianos. Por otro lado, un estudiante jamás debe alargar la respuesta con coletillas y añadidos. Si ya se respondió lo que se pedía, no hay que arriesgarse. Éstos añadidos muestran la inseguridad del alumno y lo peor, aumentan el riesgo de contener errores que restarán puntos en el examen. Lo que se diga en una frase que lo no digan cientos. Evaluar Una vez los alumnos han puesto por escrito sus respuestas, toca descifrar su nivel de conocimientos y su habilidad en expresarlo, es decir toca evaluar. Para ello el examen no será la única herramienta, también las actividades en el aula sirven al efecto. En ello hay que promover la cultura del esfuerzo tan mencionada. Durante los deberes de clase es harto importante que no les demos la solución a la primera demanda, él o ella pueden aprender mucho más si los dejamos unos minutos solos ante el peligro. Uno no querría algo mascado y digerido para su boca, con las soluciones de los deberes, ejercicios y exámenes ocurre lo mismo, el adolescente debe masticarlos y asimilarlos por si mismo y no recibirlos ingeridos y vomitados por otros. Recuérdese el juego de espabila aplicado a los adolescentes de primer ciclo en donde estos no podían preguntar nada durante la realización de una actividad. Ellos mismos debían correr con el riesgo de equivocarse y luego, terminado el juego, preguntar al profesor para anotar sus errores y la ejecución correcta del ejercicio. En cuanto a los exámenes su corrección corre por otros derroteros que no el juego de espabila. En ellos hay que observar la capacidad del alumno para desarrollar y responder las preguntas propuestas. No vale aquí la frase, es que se lo sabía aunque respondió mal. Si un médico respondió mal siempre a sus exámenes pero al suponer que se lo sabía se le aprobó, ¿usted querría que le visitara? Con los exámenes preparamos el futuro personal y profesional del estudiante, no el perdón de sus pecados. La educación persigue un objetivo muy claro, preparar a los chavales para el mundo adulto, es decir crear personas responsables, profesionales expertos y con ello psiques fuertes ante la frustración, algo fundamental para hallar la felicidad que de vez en cuando te ofrece la vida. Platón decía que la felicidad residía en la privación, es decir, lo que más se sufre más se valora. Si un púber ha vivido bajo la excesiva protección de sus educadores jamás sabrá valorar el esfuerzo, aunque lo peor vendrá cuando no logre obtener lo que desea y sentirse infeliz. En fin, es muy importante, y tal como sucedía con los ejercicios de clase, que los escolares aprendan de los errores de sus exámenes, cuanto más se equivocan más aprenden. De hecho esta era una frase que les repetía un profesor a sus alumnos para infundir el esfuerzo y evitar errores futuros. Añadía que la vida está llena de situaciones y decisiones que ellos, los ahora adolescentes, deberán resolver y evitar con la experiencia adquirida. En las líneas venideras se describen multitud de modalidades de corrección que muchos docentes aplican bajo el objetivo anterior. Los exámenes son una ventana para no repetir errores del pasado. Una primera estratagema es la autocorrección. Aquí, y sólo en algunas ocasiones, el profesor reparte los exámenes a sus alumnos para que ellos mismos los corrijan y se pongan la nota. Una a una comenta y detalla las soluciones para luego recoger nuevamente los controles y corregirlos de nuevo. Si ellos se equivocan en su nota por exceso, les dice, la nota disminuirá, algo que en realidad no aplica. Con este tipo de corrección se logra que los adolescentes se fijen en sus errores y que aprendan de ellos. Otra forma de corregir exámenes para lograr lo mismo es la confección de apuntes de errores. Mientras el profesor comenta el examen, los alumnos deben anotar las respuestas correctas más los trucos que el docente les brinda para mejorar en el próximo control. En fin, se obliga al escolar a tomar apuntes de los errores perpetrados para mejorar ejercicios venideros. Al volver a estudiar de esos apuntes, repasan las pifias cometidas y las memorizan, algo mucho más práctico que tengan el examen fotocopiado en casa y que jamás se lo miren. Se insiste, cuanto más se equivocan más pueden aprender si toman notas de ello. Por otro lado, los exámenes deben permanecer en la escuela para demostrar la nota que han recibido en su boletín de trimestre. En una ocasión conocí a un profesor de Granollers que le exigieron que dejara fotocopiar los exámenes fuera del colegio con el riesgo de extravío. Él insistió que era mejor que sus alumnas anotaran sus errores en los apuntes pero la jefe de estudios consideró que era mejor contentar a las alumnas de aquella escuela privada, ¿quién llevaba la razón? Una tercera estrategia para que los exámenes sirvan al efecto de aprender de los errores es la corrección y la firma del contrato. En algunos centros se manda al alumno con el examen corregido para que lo firmen los padres o tutores. Con ello se informa a tales del nivel que lleva su retoño. Hacerlo siempre puede resultar tedioso pero puntualmente da avisos a los alumnos y a sus padres. Si uno lo cree oportuno, pídalo de vez en cuando en su centro, sabrá como va su hijo y sabrá como son los exámenes. Un nuevo sistema para que los alumnos aprendan de sus exámenes es la corrección sin corregir. Aquí el docente subraya los errores sin dar la solución de los mismos. Nuevamente el alumno debe anotar en los apuntes sus errores para luego deducir donde se hallaban y estudiarlos a posteriori. Algo parecido es la corrección sin nota en donde se entrega el ejercicio corregido pero sin poner la nota obtenida. Tal estrategia crea en el escolar una inmensa curiosidad ya que debe ser él quien deduzca su nota anotando sus errores en los apuntes. Al final, y cuando terminó de apuntar, se le comunica la nota obtenida. Loe por tanto a los docentes originales que arbitran en el esfuerzo de anotar los errores en los apuntes. Todas las correcciones anteriores difieren en gran medida de la clásica en donde se señalan los errores en rojo, se indica la solución y se evalúa al final. Si el rojo parece ofensivo para algunos teóricos remilgados existe el color verde que evita la asociación del bermellón con la sangre y el fuego.

VENEZUELA BAJO REPRESIÓN MILITAR

Vivo en contacto con amigos venezolanos y existe un desconcierto entre lo que priman los medios españoles y lo que sufren las gentes de Caracas. Este miércoles día 19 de febrero a las 8 de la tarde hora venezolana, llegaron los colectivos chavistas con 500 motos al centro de la ciudad. Lo hicieron disparando a los vecinos, entrando en fincas y destrozando bienes e inmuebles. Se oían gritos desesperados de mujeres gritando suéltenme, déjenme, algo horrible. Por si fuera poco a la una de la madrugada pasó el ejército con tanquetas disparando hacia los apartamentos destrozando ventanas, atemorizando a los ciudadanos y hasta que sabe que más. Ha sido una noche de terror, la peor de muchos caraqueños y mientras tanto las noticias reales no existen, sólo Nicolás Maduro lo niega todo por todos los medios venezolanos, medios intervenidos, mientras las redes se inundan de vídeos y fotos de lo que en verdad ocurre, del horror perpetrado. Parece como si España no se acordara del “por qué no te callas” del Rey a Chávez, o peor aún, nadie recuerda que el chavismo tiene casi todos los medios de comunicación intervenidos sin saberse las tasas reales de delincuencia, la inflación nacional, los casos de corrupción, la inseguridad de sus ciudadanos, la falta de independencia de sus poderes, la ausencia de libertad de expresión, el colapso de los servicios públicos y el déficit real del país. Y aquí se prima la revolución en Kiev pero se omite en gran parte la masacre en Caracas. Quizás todo sea una hipocresía occidental para no quedarnos sin el petróleo venezolano. La realidad son las protestas estudiantiles reprimidas con asesinatos, unos jóvenes que denuncian un futuro incierto desprovisto de posibilidades para tener una vida medianamente normal sin el amparo de la seguridad que TODO ciudadano tiene bajo la protección de la misma Constitución venezolana. Esta situación no da cabida a una discusión ideológica, requiere urgentemente de soluciones. Les están matando.

martes, 18 de febrero de 2014

GEOLOGIA I PALEONTOLOGIA PER A AFICIONATS de Nieves López Martínez

Recorregut geològic pel Pallars i l’Alt Urgell dirigit a neòfits emprant un llenguatge planer i entenedor. Les figures i fotografies són d’una excel·lent selecció, explicació i didàctica. En conjunt es detalla la història geològica del Pallars i l’Alt Urgell amb gran destresa pedagògica incloent amb gran argúcia el context geològic mundial. Ple de detalls geogràfics, paisatgístics i geològics, esdevé un llibre idoni com a guia turística que permet visitar la regió tant des del vessant paisatgístic com del geològic. La llàstima és que l’autora, molt lligada a aquestes comarques, va expirar ja fa uns quatre anys (Sort, 17-2-2014).

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLÍTICO (16)

IV. QUÉ Y CÓMO ENSEÑAR Por el momento se ha detallado que debe esperar la familia de un centro educativo, como debe organizarse éste y finalmente como deben actuar los profesores en función del tipo de alumno que tienen ante si. A partir de este momento hay que decidir qué contenidos enseñarles y como hacerlo. Un problema recurrente en los institutos que no permite terminar los temarios que marca la ley son las quimeras según la moda del momento. Impartir en extremo estos monstruosos decálogos roba y resta tiempo significativo a las clases de su hijo. Me refiero a los centros en donde se invierte un exceso de sesiones enseñando cosas obvias en detrimento de los contenidos legales. Perseguir estas quimeras y luego trasladarlas a los centros educativos no es ciencia-ficción. En muchas tertulias, debates de radio y televisión se escucha a menudo, eso debería enseñarse en la escuela. Y así ocurre que un dirigente en busca de ideas hace de ello su causa y muchos problemas sociales se derivan a los centros de enseñanza. Sexualidad, educación viaria, igualdad entre sexos, coeducación, paz mundial, anticoncepción, educación empresarial, competencias básicas, maltrato de género, prevención del SIDA, uso de Internet, inteligencia emocional, solidaridad con el Tercer Mundo, redes sociales, homosexualidad, homofobia, ahorro energético, pedofilia, uso de preservativos, enjuagues de flúor, acoso, drogas, alcoholismo, tabaquismo, dinámicas empresariales, fundamentos en economía y demás causas llenan un saco bastante lleno de nuevas obligaciones que los colegios no pueden asumir al cien por cien a costa de vaciar el tiempo de los temarios. Con ello no se sentencia que el centro que acometa esos objetivos sea poco eficaz, todo lo contrario, ese instituto se preocupa por la educación de sus escolares. El problema radica en el abuso y el exceso de clases destinadas a tales informaciones. Los profesores no son la virgen María de Lourdes y por tanto no pueden hacer milagros con su tiempo. Si somos terrenales nos daremos cuenta que un alumno permanece en el colegio sólo un 9,8 % de las horas del año. Así que con ese casi diez por ciento de horas pocos milagros pueden invocar los centros en educación social y urbanismo. La solución a todo esto, y que las quimeras disminuyan en el colegio, pasa por el diálogo familiar. Aplauda a ese docente que aconseje repartirse la educación social entre escuela y padres, de otro modo sus hijos perderán muchas clases de lenguas y matemáticas. En ese sentido, y si son dos, instituto y familia, los chavales escucharán el doble tales mensajes. Por tanto, si un profesor aconseja apagar la televisión y hablar de todos estos temas con los hijos durante las comidas, no piense que es una intromisión en su hogar. El educador le está dando una información para que la familia libremente vea su utilidad y prioridad. Si uno cree que eso es imposible y que toda su familia es adicta a la caja tonta, un consejo, se puede dejar. Sólo basta con apretar un botón, el del OFF, y durante las comidas la televisión dejará de crear esa hipnosis colectiva. Un padre amigo mío se le ocurrió un día fingir que se había estropeado, la desenchufó. A partir de esa cena dejaron de verla durante las comidas pasando a compartir algo más que unos alimentos, pasaron a conllevar conversaciones y urbanidad. Por tanto, apáguela, converse y averigüe como piensan sus retoños. Luego el colegio repetirá en tutoría esos asuntos sobre corrección pero sin suprimir clases de cálculo por ello. Las materias Hace años que ya se enseñan las materias necesarias para que un adolescente tenga suficientes conocimientos en su vida adulta. Puede que un cambio de gobierno sacuda algunas horas y las quite en favor de otras disciplinas, pero lo básico siempre es lo mismo: lenguas, matemáticas, naturales, física, química, historia, ética, geografía, plástica, arte y educación física. El problema es que muchos púberes hallan aburridas muchas de estas especialidades y las encuentran distantes al mundo y por tanto, sin aplicación futura. Eso debe dar una idea a los educadores para disuadir a los estudiantes de tal percepción. Es más, sus hijos deben comprender la proximidad y la relación de las diversas materias con el entorno que les rodea. De hecho, la educación pretende impartir eso mismo, los conocimientos que necesitarán estos púberes para pertenecer en el futuro al mundo de los adultos. Ese acercamiento de los temarios hasta su adolescencia les puede motivar más que la obligación de estudiarlos. El centro que así lo vea tiene ya ganadas algunas estrellas Michelin en los fogones de la educación. En fin, que los estudiantes deben ver próximas las materias a su mundo, de otro modo es muy difícil llevarles hasta ellas por propia voluntad. Una profesora de Matemáticas acercaba a sus alumnos a tal especialidad de una manera singular. Para ello les encandilaba con una historia de ciencia ficción que si ustedes han leído la novela de Carl Sagan “Contact”, o si han visto la película que dirigió Robert Zemeckis bajo el mismo título, comprenderán mucho mejor lo que les decía esta profesora. << Si algún día entrásemos en contacto con otros seres inteligentes, con unos alienígenas, ¿cómo nos entenderíamos? Seguro que no hablarían ni español, ni chino, ni inglés. Por tanto, no sabríamos que decirnos, toda una pena. Pero hay un idioma que todo ser que haya construido grandes máquinas seguro que ha utilizado, las mates. Sin cálculos exactos es harto imposible edificar un puente o una nave espacial que soporte las inclemencias del cosmos. Las matemáticas son todo un lenguaje, un idioma muy quisquilloso, cierto. Si te olvidas de un signo, o te llevas mal un decimal, el examen queda incorrecto. Aunque quien las aprende puede explicar como funciona un cohete, predecir el tiempo que hará mañana o saber las probabilidades de ganar jugando a los dados. Las mates están por todas partes, incluso el día que charlemos con ET >> Otra profesora de sociales lograba lo mismo contándoles que la historia era como tener presente lo que te pasó con un mal amigo. La vida son causas y efectos, lo importante es no repetir los errores pasados pero sí plagiar los aciertos. Si sabes quien fue un mal amigo, deberías aprender de ello y evitar otro futuro compañero necio. En ello la memoria de los hechos pasados te ayudará. La historia es un cuento, una película, un cómic del manga que nos muestra viñetas buenas y malas de un pasado a recordar en mejora de nuestro ahora, pero la historia real debe infundir tres cosas en los estudiantes: espíritu crítico, conocer los acontecimientos y saberlos contrastar con las fuentes más próximas y originales, de otra forma no se hará historia, se hará propaganda vacua. Otro caso parecido al anterior ocurría en plástica donde el especialista les argumentaba que para enamorar a alguien hay que ser creativo y sensible, algo que se puede aprender y potenciar desde el arte y el diseño. También otro docente de inglés les contaba que para ligar con extranjeros y extranjeras la lengua sajona era bastante útil, o en educación física que para tener un cuerpo atractivo les sería práctico aplicar lo aprendido en la gimnástica. O el caso de un profesor física que les contaba que el GPS funciona con relatividad. En fin, felicite al docente que acerca su saber al mundo de los adolescentes ya que en ello verán un camino a imitar. ¿Un ordenador por alumno? Cuando se habla de cómo enseñar en el aula hay quienes aseguran que las clases con un ordenador por alumno son la vanguardia y el futuro, que no hay vuelta atrás. Cierto que las nuevas tecnologías invaden nuestro progreso pero no por ello se justifica la digitalización total de nuestra enseñanza. Nuestro cerebro sigue idéntico al de nuestros antepasados del Paleolítico, al de los primeros sapiens de hace 200.000 años. Lo único que ha cambiado no es nuestra inteligencia, es nuestra tecnología. Un asno sigue siendo un asno por más ordenadores que tenga a su alrededor. Por tanto, y primera premisa, inteligencia y tecnología son cosas muy distintas. La segunda la escuché de un neurobiólogo que sí utilizaba potentes ordenadores en sus investigaciones pero no creía oportuno que cada alumno viviera embaucado ante una pantalla personal en el aula. Gracias a la neurobiología sabemos que la mano ocupa un volumen de neuronas enorme en nuestro cerebro, más que piernas y tronco juntos. Cuando un alumno anota lo escuchado, copia un esquema o pasa unos apuntes a limpio, estimula un número tal de neuronas que sin darse cuenta razona, piensa y memoriza lo que está observando, algo que con un clic en el ordenador no se desarrolla. Este argumento tan simple y demoledor jamás fue escuchado por los partidarios de un ordenador para cada alumno. Durante una conversación personal que mantuve el 23 de Noviembre de 2011 en el Parlament de Catalunya con el anterior consejero de educación de la Generalitat de Catalunya, el señor Ernest Maragall, se vio claro lo que ocurría. Maragall defendió a ultranza el proyecto de un ordenador por alumno, el proyecto llamado 1x1. << El 1x1 mejora el aprendizaje de los alumnos y los hace más libres de conocimiento – me insistía el consejero -. Ahora cada escolar desde su portátil puede acceder a la información y eso es un gran avance para los alumnos, les socializa y elimina las desigualdades económicas como nunca lo había hecho ninguna herramienta pedagógica. El 1x1 ofrece igualdad de oportunidades a los alumnos de toda clase social, ¿no se da cuenta del alto porcentaje de inmigrantes en nuestro país? Este sí es un problema importante de hoy en día, la gran desigualdad social entre nuestros alumnos [...], el aula digital elimina estas desigualdades. Ahora todos estos alumnos pueden acceder a la información a través de su ordenador y de Internet. Incluso se llevan el ordenador a su casa, se llevan EL MUNDO A SU CASA. Ellos con su ordenador pueden buscar toda aquella información que les falta o necesitan [...]. Ahora más que nunca tienen acceso a toda la información por la red, ahora más que nunca pueden tener igualdad social >> Algo que le insistí a Maragall es que todo aquello era al revés. Primero que la gran mayoría de estudiantes ya poseen ordenador en casa, móvil con Internet o simplemente locutorios sin necesidad de regalarles, subvencionarles u obligar a los padres a pagar un ordenador por cada alumno. Segundo que si lo que queremos es la igualdad entre todos los alumnos, inmigrantes o no, lo que debemos hacer es impartir los conocimientos contrastados que recibieron los docentes en nuestras universidades. En caso contrario, y dejando libres a nuestros estudiantes con su portátil, se enfrentarán a informaciones sin criterio en Internet algo que el padre del DNS, o Domain Name System en Internet, Paul Mockapetris, tenía muy claro. Él afirmaba en la contra de La Vanguardia del 6 de febrero de 2013 que en el colegio a mis hijos les exigen Internet, pero yo me niego a que así tengan acceso a sitios nauseabundos y peligrosos. El tercer punto que le comenté a Maragall fue que un ordenador para cada alumno aislaba a éste de los conocimientos contrastados del docente, sobretodo cuando el escolar se conectaba al Facebook en clase. Y el cuarto punto era que el 1x1 podía ser una moda pasajera como si en el pasado las transparencias o las diapositivas se hubieran impuesto como sustituto de libros y apuntes en clase, que la obsesión por los ordenadores no debería llevarnos a olvidar que son medios auxiliares para educar que no se reducen ni terminan en si mismos, ¿qué utilidad tiene un 1x1 si el alumno no es capaz de asumir conocimientos significativos pero prefiere conectarse al Facebook? << Ya, es que el 1x1 requiere más esfuerzo por parte de los docentes – me argumentó Maragall -. Es la escuela la que debe adaptarse a la sociedad y no al revés. Con más esfuerzo docente el digital funcionará. Los docentes deben procurar que los alumnos no se conecten al Facebook durante la clase >> Y así se hace en los centros con programas que bloquean el acceso al Facebook y otras redes sociales pero, y a pesar del esfuerzo docente, los alumnos consiguen programas piratas de Internet para saltarse las barreras y se conectan nuevamente al Facebook o donde deseen, un hecho que por la cara que puso Maragall, obviamente desconocía. En fin, que un ordenador por alumno había complicado más que mejorado la enseñanza. Ahora muchos estudiantes se aislaban de la lección sin prestar atención a quien si poseía información contrastada, el docente. La igualdad de la que Maragall hablaba quedó extirpada ya que los conocimientos del profesor jamás eran impartidos entre sus escolares. Siempre fue mejor una sola pantalla digital, si funcionaba con igual celeridad que la de yeso, para explicar la lección a 30 alumnos, que no 30 ordenadores para cada uno de ellos. Jamás la modernidad justificó un ordenador para cada párvulo ya que los distrae más que los alecciona, los desiguala más que les informa, y los confunde más que les aclara. << Usted se opone a la modernidad – me comentó Maragall -, ahora las nuevas tecnologías ofrecen mucha información a todo el mundo. Hay que cambiar. Enseñamos igual como hace cincuenta años (y nos reproducimos como hace 200.000, y no nos ha ido nada mal, ya somos 7.000 millones en el planeta). Las nuevas tecnologías son imparables y la escuela debe aplicarlas >> Desde los ochenta que se aplican las nuevas tecnologías, para prueba las miles de aulas de informática y pizarras digitales que existen por todos los centros de España, pero eso no justifica ni un portátil por alumno pagado por sus padres ni que el 1x1 sea imparable. Afirmar que algo es imparable sin más no demuestra ni su mejora ni su imparabilidad, sólo las ganas de imponer una obstinación. En 1940 también se profetizó que un movimiento social vitoreado por millones iba a ser imparable, el nazismo. Por suerte muchos lo detuvieron. La tercera premisa que atendí sobre el 1x1 no vino de un político sino de un economista. Un ordenador por alumno comportó un ingente dispendio público totalmente paradójico con la deuda estatal vigente. Mientras se pagaba a golpe de crédito por la instalación de cables, antenas y más ordenadores por todas las aulas peninsulares, se recortaba en número de docentes, en su nómina y en su potencial profesional al aumentarles el número de alumnos por clase y el de horas lectivas por docente. Es decir, más horas de trabajo, más alumnos y más aula digital pero menos salario, ¿cómo se comprende esto? ¿Alguien se volvió loco? Cabe añadir que la instalación de los cañones digitales implicaba gastos futuros no presupuestados. Cada lámpara tenía unas 2.000 horas de vida. Una vez fundida debía cambiarse, algo que empezó a suceder en todos los centros durante el 2013 y el 2014. El precio por cada unidad rondaba los 270 euros si se compraba a través del distribuidor oficial, pero la misma se encontraba por Amazon a menos de la mitad, a 120 euros. Lo anterior no resultó ser la única paradoja que sufrió la enseñanza, también, y bajo la excusa de la crisis, los recortes en sanidad, investigación y educación proliferaron por encima de los de armas, defensa y seguridad nacional. Parece de sentido común que debería ser más importante un docente bien formado con iniciativas propias que unos individuos bajo ordenanza, los primeros impulsan el país, los segundos sólo cumplen órdenes. Aún así nuestros docentes sufrieron unos sueldos inferiores al de los oficiales militares y en ello la historia nos muestra el error de antaño, un error que ha implicado que se ostentara en España el mayor fracaso escolar de toda Europa, véanse los informes PISA y de la OCDE. La historia nos cuenta que durante la Era de Oro de la educación estadounidense, entre el 1925 y el 1958, una crisis económica como la española mejoró la educación por dos razones. La primera dejó claro que la gente bien formada era un valor seguro para impulsar y gestionar el país. La segunda fue que atrajo a personas altamente cualificadas para impartir clases. De hecho, y ante el paro acuciante, el de aquella crisis, muchos doctos se ofrecieron como docentes ya que los salarios que el Estado ofrecía eran justos. De hecho la administración estadounidense decidió estabilizar las minutas a los profesores suprimiendo otros gastos estatales. El resultado fue una mejora del sistema educativo y pasadas unas décadas, la mejora del Estado gracias a eficientes profesionales y óptimos gestores administrativos. Lo paradójico es que en España se hizo todo lo contrario con aulas digitales deslumbrantes pero con docentes bajo sueldos menores, más horas lectivas y más alumnos por clase, todo un corolario que empeoró nuestra enseñanza, ¿de quién fue la idea? Pero la cuarta premisa al respecto del aula digital provino del extranjero, y es que no existía ningún país que hubiera aplicado tal tecnología con éxito en sus institutos, a lo sumo había un par de experiencias locales que al final demostraron ser fallidas. Una lo fue en un centro de Suecia por los años noventa y la otra en el High School of Liverpool de Nueva York en 2007. Ambas fueron abandonadas por falta de resultados positivos y por la abrumadora fuerza de los negativos, los alumnos se distraían demasiado con su propio ordenador. Las TIC, o nuevas tecnologías, deben ser una herramienta auxiliar, pero no lo fundamental en la educación. En fin, que un ordenador por alumno resultó ser una quimera cara y difícil de comprender ante dos hechos: la crisis económica del momento y la gigantesca deuda estatal contraída.

viernes, 14 de febrero de 2014

FRACASO ESCOLAR O FRAKSO POLÍTICO (15)

Hiperactivos, el dos por uno Dos por uno no es el nombre de un aceite milagroso que quita el óxido del fracaso escolar, es un asunto que puede contarse con gotas de humor. Oraba un chiste muy lamido que en una conversación entre una madre y una vecina decían lo siguiente: - ¿Veo que has tenido gemelos? - No son gemelos, es sólo uno pero hiperactivo. En fin, el dos por uno. Los síntomas centrales de trastorno, el TDAH, son la falta de autocontrol y atención del zagal, su incapacidad para finalizar las tareas y un nerviosismo generalizado. Para diagnosticarlo en casa se utiliza un test, el Cuestionario de Conducta de CONNERS, al que los padres deben responder marcando una casilla con un «nada», «poco», «bastante» o «mucho». Luego, y con las casillas marcadas, se computa el índice de hiperactividad. Las preguntas son: 1. Es impulsivo, irritable; 2. Es llorón/a; 3. Es más movido de lo normal; 4. No puede estarse quieto/a; 5. Es destructor (ropas, juguetes, otros objetos); 6. No acaba las cosas que empieza; 7. Se distrae fácilmente, tiene escasa atención; 8. Cambia bruscamente sus estados de ánimo; 9. Sus esfuerzos se frustran fácilmente; y 10. Suele molestar frecuentemente a otros niños. Si el test anterior lo aplicamos a cualquier infante menor de 5 años daría que todos los humanos hemos sido hiperactivos alguna vez. Todos los niños suelen ser movidos, dispersos y con bajo nivel de autocontrol, algo que define la infancia en si misma. Es más, resulta normal que un niño sea inquieto, que se distraiga con el paso de una mosca y que proteste ante una orden adulta. Durante esta etapa debe aprender a controlarse bajo los límites paternos. Si un chiquillo se mueve cuando padece hambre, soledad, frío o sueño, no se le diagnostica un TDAH sin más. Los adultos atentos nos damos cuenta que el zagal se mueve por falta de algo que el infante desea, un comportamiento harto normal sin trastorno neurológico alguno. Un humano maduro sabe, hasta cierto límite, autocontrolarse si siente hambre, soledad, frío o sueño, pero el crío todavía no ha adquirido estos aprendizajes y ante cualquier incomodidad se muestra inquieto y movido. Si los progenitores no educan a su prole en la espera, la calma y el autocontrol ante el hambre, la soledad, el frío o el sueño regalando de inmediato lo deseado por el zagal, este jamás aprenderá a ganárselo con paciencia, rutinas y esfuerzo. Todo lo anterior nos lleva a pensar que el TDAH pudiera originarse no como una enfermedad innata sino como un aprendizaje equivocado. El test anterior sólo describió la más temprana infancia que el niño no ha sabido superar por falta de límites, premios y atenciones. Si un zagal no aprende a autocontrolarse y continua movido, disperso e impulsivo como en su niñez innata no lo es por sus genes, lo es porque se le educa bajo una sociedad permisiva de lo inmediato. Un entorno acelerado en lo fácil y la hiperestimulación con libre acceso a televisión, internet o deseos lleva a los niños hacia la cultura del quiero y lo tengo con un clic informático. En ello está el papel de los padres si éstos no ponen límites adecuados a sus hijos, algo que explicaría la epidemia del TDAH con cada vez más niños movidos y sin autocontrol, zagales que simplemente llaman la atención para que sus padres ausentes jueguen con ellos, les marquen límites y les regalen estima. Cabe añadir que en otras patologías estudiantiles como dislexias, sorderas, problemas de lateralidad o miopías, la anomalía suele decretarse sin discrepancias entre los especialistas. Ello sucede por dos razones, existen pruebas clínicas que las detectan y los individuos afectados suelen manifestar su problema con claridad. Pero con la hiperactividad no hay análisis médicos que la corroboren y al final todo depende de un cuestionario y de la opinión de un experto. El dictamen de éste es lo que decreta si uno padece o no tal síndrome sin que haya datos físicos o químicos al respecto, sólo opiniones. Se insiste, el fallo del especialista surge de observaciones y preguntas al aquejado y no de prueba clínica alguna que demuestre la hiperactividad. A pesar de ello, y sin pruebas químicas, se les recetan a los chavales fármacos para corregir dicho trastorno. Y lo preocupante, algunos padres sienten en ello un mástil en donde aferrarse ante cualquier mal resultado de su hijo, es decir, viven agazapados al diagnóstico y ven a su hijo como a un enfermo. - ¿Sabe que nuestro hijo sufre un trastorno de la atención con hiperactividad? – preguntaron unos progenitores a un profesor de castellano. - ¿Un TDAH? Claro que lo sé. Ya fui informado en su momento. - Pues esa es la causa de tantos exámenes suspensos en su asignatura. Él necesita una atención especial. Nos gustaría saber como atiende esta patología de forma correctora durante sus clases. Pero lo que el docente no se atrevió a decir era que en clase, y bajo la excusa del TDA con hiperactividad, el alumno había pasado a una hipoactividad, es decir, que no pegaba ni golpe, o dicho de otro modo, no terminaba los ejercicios que el profesor preparaba con exclusividad para él, algo que reducía tiempo de dedicación hacia la mayoría restante de compañeros de clase. Se insiste, en un TDAH no hay pruebas clínicas ni análisis químicos que lo demuestren, sólo son diagnósticos basados en observaciones. Cada vez hay más docentes que hablan de niños hiperactivos no como enfermos, sino como alumnos a quien orientar. Alberto Royo, presidente del Sindicato de Profesores de Secundaria en Navarra, decía al respecto en su blog: ¿No estaremos elevando a rango de patología lo que es un rasgo de la personalidad? ¿No llegará un momento en el que no haya característica personal que no tenga su correspondiente diagnóstico y tratamiento diferenciado? ¿Realmente es positivo para estos chicos “movidos”, “hiperactivos” o con “DTAH” diferenciarles de los demás? Sócrates decía: "nada resulta demasiado difícil para la juventud". ¿No se lo estaremos poniendo nosotros demasiado fácil? En noviembre de 2006, el congreso anual de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria denunció el riesgo que la industria farmacéutica patentara nuevas enfermedades para vender más medicamentos. La gran mayoría de los síndromes psicológicos por aquel entonces descritos resultaban procesos naturales que la industria farmacéutica convertía en patologías con el fin de colocar nuevos fármacos cuya utilidad parecía, al menos, dudosa. El doctor Pablo Alonso, médico del Centro Cochrane Iberoamericano, señaló que así lo hacían algunas multinacionales farmacéuticas. Alonso afirmaba que con ello se lograba crear en los pacientes la falsa expectativa de una salud perfecta sin esfuerzos sintiéndose situaciones propias de la vida como síndromes a tratar con fármacos. Así al cansancio se le había llamado fatiga crónica; a la pereza de ir a trabajar, síndrome vacacional; a la timidez, inhibición social y al alumno inquieto y desatento, hiperactivo. Según Alonso y otros científicos como Jörg Blench y Ray Moynihan, todas aquellas situaciones eran sensaciones que con esfuerzo se superaban, pero que los placebos de las farmacéuticas hacían que no se afrontasen y que se cayera en la debilidad psicológica y la falta de esfuerzo ante cualquier frustración de la vida. Jörg Blench en su libro Cómo nos Convierten en Pacientes sacó a la luz el hecho que ciertas farmacéuticas y grupos de médicos patentaban nuevas enfermedades para crear un negocio con los fármacos que las trataban. También Ray Moynihan, científico australiano, pensaba igual y añadía que se deberían deshacer los intereses económicos que existían entre médicos y farmacéuticas. Los fármacos que se recetan en caso de TDAH suelen contener metilfenidato o atomoxetina, anfetaminas psicoestimulantes que calman a los estudiantes con TDAH pero que provocan serios efectos secundarios. Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, los medicamentos con metilfenidato producen alteraciones cardiovasculares, psiquiátricas, retardos en el crecimiento, insomnio, anorexia, disminución del umbral convulsivo en pacientes con historia de convulsiones o con EEG anormal sin ataques. Además tal tipo de anfetaminas han sido prohibidas en Canadá y otros países por su conocida potencialidad adictiva, un hecho que deberían prohibir la administración de tales drogas a niños menores de seis años y mucho menos a estudiantes con tics (Síndrome de Gilles de la Tourette) o en jóvenes psicóticos ya que aumenta tal sintomatología. En cuanto a la otra anfetamina, la atomoxetina, ésta puede producir cambios en la presión arterial, alteración cardiaca, pérdida de peso, retardo en el crecimiento, síndromes gripales, mareos, pérdida de conciencia, vómitos y disminución del apetito. En fin, que una medicación que produce efectos relajantes inmediatos, pero sin esfuerzo del aquejado, se cobra el precio de muchos efectos secundarios bajo el riesgo de adicción psíquica. Llegados a ese punto sobre la hiperactividad, háganse la siguiente pregunta, si no existen análisis clínicos para demostrar materialmente la hiperactividad, ¿cómo sí se trata con medicinas sin conocer su causa neuroquímica? El diagnóstico de hiperactividad resulta algo muy ambiguo que podría representar una simple excusa para justificar la inconstancia en los deberes y el pago por tratamientos farmacológicos. Antes, de este tipo de alumnos se decía que les costaba trabajo estar atentos pero que debían esforzarse, ahora se afirma que son enfermos y que deben ser los educadores quienes se esfuercen para que los afectados no trabajen tanto. Tal perspectiva hace que se trate a los hiperactivos como incapacitados, algo nada estimulante para un estudiante. En la experiencia de muchos docentes se hallan muchos alumnos con TDAH que una vez diagnosticados su rendimiento cayó en picado. Piense en lo siguiente, si al presunto hiperactivo se le dice y repite que padece un TDAH, el chaval se cree incapacitado y acaba por desarrollar otra anomalía, un QTTT, que trabaje tu tía. Quizás ese nuevo trastorno, el QTTT, sea el origen del infinitivo que mejor los describe, qatear. En fin, que sin quererlo hemos hecho fracasar al alumno bajo su nuevo QTTT algo que le ha convertido en un cateto sin que él fuera culpable de su inapetencia estudiantil. - ¿Saben que Oriol ha faltado dos días de clase falsificando los justificantes de ausencia? – inquirió el anterior profesor a aquellos padres (los nombres han sido falseados). - Sí, pero creemos que es algo comprensible – respondió el padre con aplomo y educación. - ¿Comprensible? Podría explicarse por favor. - Oriol nos ha contado que la mayoría de profesores le acosan verbalmente y eso le afecta mucho. Por eso se ausenta del colegio. - ¿Saben entonces que Oriol no pega ni golpe?, ¿que se pasa las clases riendo, provocando a los docentes y que por eso éstos le exigen, que no acosan? - Dada su hiperactividad todo eso es normal. Ustedes deberían tenerlo en cuenta. Su ritmo de trabajo es inferior al de los demás. ¿Inferior? ¡Pero si era nulo! En fin, que el problema de aquellos padres fue que se creían en demasía la hiperactividad como una enfermedad que incapacitaba a su hijo, y no como algo quizá adquirido. Cabe indicar aquí que a tenor de los últimos avances en neurobiología pudiera ocurrir que la hiperactividad fuera una situación normal a superar solo con esfuerzo y hábitos familiares férreos, no con anfetaminas atontantes que provocan dependencia, desmayos, quitan el apetito y retrasan el crecimiento. Investigaciones recientes han demostrado que en el aprendizaje la atención influye más que la capacidad innata del individuo, es decir que el entorno puede más que la genética y que por tanto, la capacidad no es innata. Si la hiperactividad hunde sus raíces en lo adquirido, ésta pesa más que lo innato y por tanto los malos hábitos la desatan y por el contrario, los buenos la pueden desactivar, y no los fármacos. Muchos educadores saben que una educación motivadora y con retos, llamada estudio esforzado, crea chicos brillantes con gran independencia del genoma heredado. Estudios de neurociencia también afirman que el ambiente afecta más que la genética en el talento de los estudiantes. Un estudio efectuado durante más de siete años sobre unos 2000 niños, afirmaba que el entorno social y cultural ostenta mayor influencia que la genética en sus CI o coeficientes de inteligencia. El estudio se realizó sobre una población estudiantil afroamericana en seis barriadas distintas de la ciudad de Chicago. Los resultados descubrieron notables y pertinaces descensos en la destreza verbal de los chicos ubicados en los barrios más desfavorecidos. Para más información se puede consultar por Internet, Proceedings of the National Academy of Sciences USA del 19 de diciembre de 2007. Añadamos a lo anterior que familias en donde se practica el estudio esforzado crean alumnos sin problemas educativos y sin hábitos hiperactivos. Estos padres realizan prodigios con sus hijos gracias a una gran dedicación y a un buen ideario moral. La genética está allí, pero no para creernos dirigidos por ella, sino para moldearla. En el año 2006 la Cambridge University Press publicó The Cambridge Handbook of Expertise and Expert Performance donde K. Anders Ericsson, Paul J. Feltovich, Robert R. Hoffman y Neil Charness compilaban una serie de artículos y observaciones que demostraban algo paradójico, que los expertos no nacían, se hacían, es decir que los buenos hábitos pueden despertar los buenos genes, las capacidades innatas. Otra vez aquí, la educación que motiva y pone retos a los hijos, estudio esforzado, crea chicos brillantes, hasta niños prodigio. Ejemplos de ello fueron Mozart en la música, Tiger Woods en el golf y Judit Pólgár en el ajedrez. Todos ellos recibieron una educación muy temprana destinada a dominar cierta especialidad. Ello nos vuelve a indicar que una educación bien dirigida potencia las capacidades innatas y reprime hiperactividades y demás chacras. La idea que los niños brillantes no nacen, se hacen, choca con nuestra concepción determinista del tan de moda genoma humano. Bajo este prisma, todo parece contenido en los genes pero es la cultura quien amasa el barro de nuestras capacidades innatas. Heredamos potenciales gracias a nuestros cromosomas pero bajo un buen influjo los buenos llegan a fructificar, en caso contrario jamás se aprovechan. Cómo decía Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica y profesor emérito de Economía Política de la Universidad de Warwick, nuestra naturaleza puede predisponernos a aprender, pero lo que aprendemos depende de cómo nos crían. A tenor de los últimos descubrimientos en neurobiología, los superdotados surgen más del influjo familiar que no del genoma heredado, todo lo contrario de lo que creen los padres agazapados al diagnóstico de un TDAH. En marzo de 2007 la investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Mara Dierssen, declaraba que los modernos estudios de neurociencia indicaban que el ambiente influía más que la genética en el talento musical. Podía existir una predisposición genética, pero cuando se estudiaban casos de gemelos univitelinos que se habían criado en entornos diferentes, uno musical y el otro no, se comprobaba que lo más influyente era el ambiente. Algo parecido sucedía con los idiomas. Es decir, la genética estaba siempre en un segundo plano con respecto a los hábitos. El ajedrecista Philip E. Ross, en el número de septiembre de 2006 del Scientific American, escribía que las pruebas de qué disponía la sicología indicaban que los expertos no nacían, se hacían. Más todavía: la probada posibilidad de convertir rápidamente un niño en un experto – en música, en ajedrez y en otros muchos campos – planteaba un claro reto al sistema educativo. ¿Sería posible hallar la forma de incitar a los escolares al estudio esforzado que mejoraría su destreza lingüística y aritmética? [...] En lugar de estar perpetuamente preguntándose ¿por qué no sabía leer el niño?, tal vez hubiera llegado el momento de decirse ¿por qué había de haber algo que no pudiera aprender?”. La opinión anterior halló un respaldo definitivo en invierno de 2008 cuando el neurobiólogo Douglas Fields demostró que el cerebro humano adquiría mayor potencial de aprendizaje si desde pequeño uno se esforzaba o le inducían a ello. De hecho, y desde el año 2005 existían trabajos de este autor en ese sentido. Durante mucho tiempo se había considerado que la sustancia blanca cerebral era menos útil que la gris, de ahí la falsa expresión que los humanos sólo utilizábamos una parte de todo nuestro potencial encefálico. Ahora, y como se ha demostrado, lo utilizamos todo. La sustancia gris del cerebro corresponde a cuerpos neuronales mientras que la blanca son axones recubiertos de mielina. Pues bien, cuando nacemos nuestras células cerebrales se hallan poco mielinizadas. El ritmo y crecimiento de esta sustancia alrededor de los axones influye en el aprendizaje, la memorización, la inteligencia y el autocontrol, todos antídotos de la hiperactividad. Lo más curioso del caso es que el recubrimiento de mielina es mayor en individuos que desde pequeños fueron estimulados y educados bajo el esfuerzo. Los estudios llevados a cabo por el equipo del doctor Vincent J. Schmithorst del Hospital Infantil de Cincinnati hallaron una correlación directa entre el desarrollo de la sustancia blanca cerebral, el cociente intelectual de los niños estudiados y la ausencia de hiperactividad. Otras investigaciones ponen de manifiesto que los niños desatendidos por sus familias poseen un 17 % menos de sustancia blanca en el cuerpo calloso que los bien atendidos, algo que indica que los padres ausentes son causa de TDAH en su descendencia. En resumen, que la experiencia influye en la mielinización, y esta en la inteligencia del individuo. Si queremos que un zagal alcance un nivel elevado de inteligencia, debe empezar a ejercitarla desde edades muy tempranas. El doctor Douglas Fields escribía lo siguiente en el número de abril de 2008 del Scientific American, “el cerebro que poseemos hoy lo construimos al interaccionar con el entorno mientras crecemos y nuestras conexiones neuronales comienzan a mielinizarse”. Se insiste por tanto que el esfuerzo cuenta más que la capacidad innata y que el TDAH puede evitarse con ello. Si se dan las condiciones para que el alumno se sienta empujado hacia el esfuerzo todo fluye hacia el éxito. Si existen buenos docentes, un ambiente social y familia comprometidos, más unas leyes exigentes en los currículos, el esfuerzo aparece y con él la mayor fijación de mielina en los axones neuronales, algo que conlleva una mayor capacidad memorística y a un mayor número de conocimientos y descubrimientos con su placer intelectual y motivación incorporados, algo que nos lleva de nuevo al esfuerzo cerrando un bucle que se retroalimenta positivamente para crecer y crecer sin TDAH alguno. De ahí los resultados del equipo del doctor Schmithorst en el Hospital Infantil de Cincinnati, de ahí que a más esfuerzo, más mielina y mayor cociente intelectual de los niños. En resumidas cuentas, y aportadas todas las informaciones anteriores, se debe afirmar que la inteligencia y la concentración se posee si se trabaja, como también se adquiere la hiperactividad si un mal hábito la condiciona. El TDAH resulta pues un potencial despertado por unas costumbres erróneas que en breve detallaremos, pero jamás un destino determinado por nuestros genes. Por tanto, para reconducir una hiperactividad por buen camino habrá que evitar tales males prácticas potenciando sus contrarias. Lo curioso del caso, y una vez diagnosticada la hiperactividad, es que hay dos opciones para comunicarla a los padres. La primera, como un mal hábito que la provocó, por tanto la solución debería ser corregir el mal hábito. La segunda, afirmar que el lechón padece una enfermedad, un TDAH, y recetar fármacos al respecto. Si el estudio esforzado demostró su efectividad para despertar inteligencias innatas, ¿por qué no probar lo mismo para resolver la hiperactividad? Muchos docentes afirman que con la reforma la cultura del esfuerzo cayó en picado, ¿y si por culpa de eso, más unos malos hábitos, se daba la actual epidemia de hiperactividad? Si analizamos las malas costumbres que causan un TDAH se da una respuesta clara a lo anterior. El primer dato nos lo ofrecieron unos estudios médicos en octubre de 2007 presentados en Barcelona durante un congreso de medicina sobre el sueño. Según estos, el 15 % de los niños llamados hiperactivos, en realidad padecían trastornos de sueño. Así lo indicaban los especialistas Gonzalo Pin del Hospital Quirón de Valencia, y Milagros Merino del Hospital La Paz de Madrid. El pequeño que dormía mal, al día siguiente mostraba conducta irritable, pérdida de concentración, bajo autocontrol y disminución del rendimiento escolar. Por esos signos se le clasificaba como hiperactivo al ser síntomas del TDAH. Sólo con cambiar sus pautas de sueño se corregía la supuesta hiperactividad. Estos malos hábitos se adquirían durante los primeros años de vida. Los médicos afirman que a partir de los siete meses se debe enseñar a dormir bien a los lechones. Los padres deben relajar a su hijo para que se duerma. Rutinas de horario fijas, dietas suaves y sin azúcares excesivos en la cena, actividades relajantes al anochecer, obligación de dormir solos en una habitación tranquila, son las recomendaciones más comunes que se dan para evitar el trastorno del sueño y con él, posibles y fatuas hiperactividades futuras. En fin, que malos hábitos y no una enfermedad, causan el 15 % de los TDAH diagnosticados. El segundo mal hábito provino de un estudio sobre alimentación. En setiembre de 2007 la Autoridad Europea de Seguridad, EFSA en sus siglas en inglés, dijo que analizaría si algunos aditivos y colorantes usados en dulces y refrescos azucarados podían inducir al TDAH. Trabajos en la Universidad de Southampton así lo parecían indicar. Los autores de dichos trabajos relacionan la hiperactividad con predisposiciones genéticas y malos hábitos educacionales. El estudio publicado en la revista The Lancet, constataba que los niños que habían consumido hidratos de carbono con ciertos aditivos mostraban comportamientos bulliciosos y pérdida de concentración algo superiores a los que no lo hacían. Deberíamos recordar que un exceso de calorías de fácil asimilación como son los azúcares, incentiva esa ligera subida del bullicio en un grupo de alumnos. Por otro lado, en los consejos dados anteriormente para evitar el trastorno del sueño, quedaba claro que una dieta con exceso de hidratos de carbono activa de noche al escolar y no le permite dormir plácidamente, algo que puede desatar el fatuo TDAH por la mañana. El tercer dato es la ausencia de la cultura del esfuerzo. En esto hay testimonios muy reveladores, los propios escolares diagnosticados de hiperactividad. La mayoría de ellos reconocen que aprovechan la supuesta enfermedad como excusa para hacer lo que les da la gana, es decir, no estudiar. Sirva la siguiente redacción de un escolar de 14 años con TDAH y los hechos hablan por si mismos. Las faltas de ortografía y sintaxis fueron, por dignidad, corregidas. <> Claro está que el alumno sufría de una falta de hábitos en el autocontrol y no de una enfermedad llamada TDAH, una patología que había sido diagnosticada por varios especialistas en primaria y tratada con toda clase de fármacos durante secundaria. Si a ello sumamos el error de explicar al alumno que padece una enfermedad, algo no cierto, y que por ello se le rebajan los contenidos, el adolescente se acostumbra a trabajar menos y a caer en un pozo de inactividad, algo que así me confesó en privado este alumno. En fin, que se debió pensar que la hiperactividad no era una mancha de serie imborrable, sino simplemente algo que unas malas rutinas, falta de límites y bajas atenciones paternas despertaron del letargo interno. No parece aconsejable que algunos docentes y psicólogos defiendan explicarle al escolar que padece de TDAH y que para ello se le reduzca el grado de exigencia escolar. Eso equivale a estafarle con una educación descafeinada. Por desgracia muchos padres aceptan el diagnóstico del TDAH como una enfermedad que les consuela, una etiqueta que les aleja de cualquier sensación de culpabilidad: la culpa no fue nuestra, lo ha sido lo innato de nuestro hijo. Un cuarto factor causante de la hiperactividad es la falta de pautas en orden, disciplina y premios, en fin, escuchar y atender al infante. Mejor regalarle tiempo de juego, límites y cariño que no móviles, consolas y ordenadores para que no moleste. Un zagal abandonado por unos padres ausentes no llega a desarrollar sus capacidades de autocontrol y concentración que luego el TDAH justifica. La relación entre mentores que no castigan y no premian al infante más una ausencia de rutinas en comidas, deberes y sueño hallan una clara relación con el TDAH. Sin orden, ni juegos, ni disciplina aumenta la impulsividad del rapaz y por tanto su incapacidad de autocontrol y de concentrarse. En eso resulta muy importante, y para evitar la hiperactividad, que se enseñe a los chiquillos a esperar, no todo debe ser inmediato como el clic en un ordenador o el sí de unos padres ante un revolcón llorón de su cachorro. Un estudio de la facultad de Psicología de la URV, Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, demostró que la impulsividad adquirida, que no innata, está implicada en el TDAH, es decir, que cualquier entorno que promueva la ausencia de control anima a la aparición de la hiperactividad. La doctora en sicología, Fàbia Morales, así lo indicaba en su tesis doctoral en enero de 2008. Cabe añadir que en enero de 2014 el psicólogo clínico, doctor Joseph Knobel Freud, escribía en la prestigiosa revista Unicamp de la Universidad Estadual de Campinas, Sao Paulo, Brasil, que: el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se está diagnosticando muchísimo. Si hiciéramos caso a las estadísticas, nos encontraríamos ante una auténtica epidemia. Pero, en mi opinión, este trastorno no existe. Añadía Knobel que el TDAH estigmatiza al niño al hacerle sentirse un enfermo, algo que reduce su complejidad a un paradigma simplificador, el TDAH, bajo un "déficit" neurológico. Además ahora se sabe que el psiquiatra Leon Eisenberg, el que descubrió el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, confesó siete meses antes de fallecer en 2009 que es una enfermedad ficticia. En resumen, y si ahora se suman todos los malos hábitos anteriores, trastornos del sueño, abuso de azúcares, ausencia de rutinas, ausencia del esfuerzo, ausencia de disciplina, padres ausentes y la impulsividad que conlleva, parece obvio que la hiperactividad resulta algo adquirido y no una enfermedad a tratar con psicotrópicos. Por tanto, para evitarla y corregirla se debe aplicar lo contrario a su causa, sus antídotos: pautas correctas para el sueño, baja ingestión de glúcidos antes del sueño, rutinas diarias en comidas, momentos lúdicos, horas de estudio, cultura del esfuerzo, disciplina y atención familiar para reducir con todo ello la impulsividad y su consecuencia, la hiperactvidad. A mayor disciplina, mayor esfuerzo invertido, lo que aumenta la fortaleza del zagal y reduce su nivel de frustración e impulsividad, algo que nos lleva de nuevo a la autodisciplina, un pez que se muerde la cola y aumenta más y más a cada vuelta rescatando de su hiperactividad al escolar. En caso contrario, y si un educador le insiste que hay que priorizar los fármacos a los hábitos correctores, le está haciendo un flaco favor a su hijo al tratar la hiperactividad como una enfermedad paralizante y no como una situación a superar. Sería como si a alguien olvidadizo por no utilizar la agenda se le recetaran pastillas. - ¿Que padezco doctor? - Síndrome del despiste. - ¿Y eso es grave? - No, sólo un mal hábito. - ¿Y cómo se cura? - Primero dejando de creer que usted es un enfermo. - ¿Y segundo? - Pues luego dejando de venir a mi consulta para que los dos no perdamos más el tiempo, ¿qué tal un poco de voluntad, un buen uso de la agenda y más esfuerzo por su parte? Pero otro mal facultativo optaría por otra treta: - ¿Que padezco doctor? - Un trastorno de la memoria con despiste agudo. - ¿Y eso es grave? - Se puede tratar. - ¿Y cómo se cura? - Pues con estas pastillas de glucosa con cafeína – algo que todos los estudiantes siempre utilizaron para mejorar su memoria -, y con esta agenda de regalo. Úsela a menudo y ya verá. Convertir a un alumno, o a alguien, en un enfermo significaba transmutarlo en un inválido intelectual, alguien que luego es incapaz de superar con su propio esfuerzo el mal hábito adquirido y que espera que los fármacos le resuelvan el problema. La hiperactividad parece hallarse en esa categoría. Recuérdese que una enfermedad no suele ser una elección, en cambio un hábito sí. Más de dos horas entre deberes y estudio diarios debieron ser praxis normales para cultivar todo el potencial de cualquier estudiante. En caso contrario, se están desaprovechando sus capacidades. En resumidas cuentas, entorno y genética siempre fueron dos partes inherentes de la especie humana difíciles de separar, sin cultura no nos hacemos humanos pero sin base innata no habría un ser para ser educado. El límite entre la una y la otra siempre suscitó miles de debates científicos y filosóficos. Quizás fue nuestra obsesión por clasificar las cosas el error. Jamás existieron en nosotros dos entidades claramente diferenciadas como cultura y biología, simplemente los humanos somos las dos cosas a la vez. Nacemos con potenciales que yacen dormidos hasta que nuestros hábitos los activan o los reprimen, pero son nuestras conductas, y no nuestros genes, quienes mandan más en ello. Como decía Kant, nos hacemos humanos al ser educados por otros humanos educados. Así pues, nuestro entorno y cultura afectan nuestras predisposiciones genéticas, cierto, pero depende de nosotros potenciar la inteligencia o reprimir la hiperactividad. El TDAH no es una enfermedad, simplemente resulta un mal hábito inducido, y como errónea costumbre adquirida, puede resolverse con rutinas y esfuerzo diario. Los fármacos puede que ayuden puntualmente pero sin un cambio de hábitos la cosa irá para largo y el alumno acabará adicto a las anfetaminas. Todos los datos médicos anteriores así lo indican. En fin, lo padres no deben creerse esclavos de ningún diagnóstico que influya limitando las posibilidades de su hijo. La hiperactividad no es una lacra, simplemente es un mal hábito a corregir.