Gran parte del Gobierno español siempre ha deificado nuestra pertenencia a
la Unión Europea, incluso con ello avisaron a ciertos nacionalismos autonómicos
separatistas de quedarse fuera de la misma. Ahora esa Europa salvadora nos ha
vuelto la espalda. La verdad es que a las bancas de los grandes del norte les debemos
mucho dinero que cogimos prestado cuando todo parecía moverse por créditos
baratos. Como dirían algunos, pan para hoy y hambre para mañana. El más de
billón y medio de deuda de nuestro país se va a agravar con la crisis del
COVID, y claro está, los grandes de Europa no van a perdonarnos la deuda, al
contrario, ahora sólo nos permiten endeudarnos más. Ante ello podríamos hacer
como los islandeses, que bajo un referéndum, votaron no pagar su deuda aunque
ello implicara no poder pertenecer a la idolatrada Unión Europea. Pero ello no
será posible ya que ante el movimiento del 15M, con ideología islandesa, el
Gobierno español se apresuró a reformar su Constitución para que España no
pudiera votar no pagar la deuda. Ahora cabe preguntarse lo siguiente, ¿se equivocó
el Reino de España? Cuando tengamos el COVID controlado habrá que replantearse todo
ello para no repetir los errores del pasado. Es evidente que este desastre lo
pagarán más los humildes que nuestros dirigentes. Estos no deberían ser tan interesados,
tácticos e irresponsables. El hecho es que ni el FMI ni el Banco Central
Europeo van a emitir moneda gratis para toda la ciudadanía sin que los bancos controlen
el monopolio del mismo. Ni tampoco China, país inicialmente responsable de esta
pandemia, y también la Europa rica, van a perdonarnos nuestra deuda. Cuando
todo esto se controle habrá que construir una sociedad con menos ideologías y
demagogias pero más técnicos y científicos. En ello nuestra educación debe
recuperar el valor por el conocimiento y nuestros futuros políticos deberían
ostentar más formación académica, técnica y científica que no ideologías,
creencias y emociones. Sus errores han oscilado entre la mediocridad y los
intereses.
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