Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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lunes, 23 de enero de 2017
sábado, 21 de enero de 2017
67. ESTONIA versus FINLAND
In January 2017 Viivi Lokk, a member of the Education Department of Tallinn, the capital of Estonia, came to Barcelona. In fact she was invited by the School Council of Catalonia during a conference on education in the Cosmocaixa. Viivi explained the educational model of Estonia without details about Finland. So it was not clear why Finland goes down in PISA results and Estonia goes up. In fact the educational model of Estonia was inspired by Finland with families very committed to education, consolidated language teaching in primary school, financial aid to families without resources, didactic basis with equal principles, schools of municipal administration, demanding training to be a teacher, professionally assessed directors, autonomy of centers, detection and therapies in very young students with difficulties, evaluation of centers and teachers, low immigration and bilingualism in their centers. So what is the significant difference? Apparently none. In fact the two educational models are almost clonic. Perhaps the answer would come later during the debate. After the conference came a two-way conversation between Lokk and EFEA President, mister Xavier Chavarria. There was nothing insinuated about it. It was later, when I could have a personal conversation with Viivi Lokk, that I solved the riddle. At first she said that she didn't see significant differences explaining the divergences in PISA between Estonia and Finland, but when I detailed some theories about it he added that others in Estonia thought similarly. And there was the inequality between the two countries: the level of the curriculum. While Finland had been curtailing content for years because its pedagogues thought that teachers teach too much things at schools, Estonia did not. There was more, Estonia's state curriculum was common to all its centers without rebates or exceptions. Each center had autonomy to teach it but in 3rd, 6th and 9th levels there are some state tests to be passed in science, mathematics and languages. This model demands a lot from the centers and their students. So the first and second examinations ensure that all students master one or two languages before secondary. Lenguage is the mental basis for all conceptual teaching. In fact, 25 percent of students in Estonia are Russian-speakers. Significantly they obtain lower marks than the Estonian speakers in the Estonian state tests. Language is the basis of knowledge, thought and reasoning in teaching.
In short, if Estonia has surpassed Finland in PISA it has not done by casual statistical data. On the contrary, it has been by maintaining a common, homogeneous and demanding curriculum for all its centers. The same reason has the best country in PISA, Singapore. All these are not interpretations, they are facts that the numbers tell us. Of course, mathematics is not common knowledge among many education "experts". Perhaps teachers of arithmetic have been hated too much.
INNOVACIÓ EDUCATIVA MADE IN CATALUNYA
Ada Colau i el
Consorci Educatiu de Barcelona han fet seves les idees d’innovació educativa
d’Escola 21, de l’ICE i de l’Associació de Mestres Rosa Sensat. Ara
l’Ajuntament aplicarà aquestes innovacions per a totes les escoles públiques de
Barcelona i posteriorment el Departament d’Ensenyament farà el mateix per a les
de la resta del país, si més no aquesta és la intenció del programa Xarxes
per al Canvi. Parlen tots plegats d’una gran revolució pedagògica que
portarà l’excel·lència i l’equitat a tots els nostres centres públics. Per tal
d’assolir tot això caldrà que els docents treballin més hores, amb més ganes i
amb més formació. Tant d’esforç anirà destinat a fer jugar més els escolars per
així educar-los amb més facilitat. Els propis alumnes podran escollir què volen
fer cada dia i així motivar-se millor. I a més de deures no se’n posaran o
seran minsos. Però no tot són flors i violes. En alguns centres pilot d’aquesta
revolució educativa els alumnes es queixen dient, ens agrada molt jugar,
però ¿quan aprendrem coses? De fet, tota aquesta revolució pedagògica
presenta molts problemes. Primer, no hi cap estudi científic ni dades
contrastades que demostrin la millora del nostre ensenyament sota aquesta
revolució, i ni molt menys que això vagi a reduir el principal problema del
nostre sistema educatiu, el gegantí fracàs escolar. Segon, això implica que es
farà un experiment amb els nostres fills als centres públics però no pas en els
privats o concertats. Tercer, aquesta revolució pedagògica cau majoritàriament
sobre els docents però poc sobre l’administració i les famílies. I quart, el
més flagrant és que aquesta innovació educativa no ho és pas ja que es
fonamenta en remotes pedagogies de finals del XIX i principis del XX, que per
cert, van fracassar. Que tal si ensenyem fets i causes contrastables per tal que els alumnes de demà
puguin ser revolucionaris amb coneixement de causa.
martes, 17 de enero de 2017
63.¿PROFES Robocop I o Terminator II?
Para quien no recuerde la película de Paul Verhoeven, Robocop era un humanoide medio máquina diseñado en principio con carencia de sentimientos. Lo mismo ocurría en la primera entrega de Terminator. En cambio, al final de Robocop y en la segunda y tercera parte de Terminator ambos llegan a desarrollar capacidades para interpretar y aprender sentimientos humanos, hasta algunos lloraron cuando John Connor vio morir a su Terminator protector. Los docentes a menudo no saben con quien quedarse, si con Robocops insensibles o con Terminators buenazos. Ser demasiado distantes y fríos con los adolescentes conlleva no conseguir su complicidad y sí el enfado de algunos padres, hasta puede que te denuncien por apretarles demasiado las tuercas. Por otro lado, presentarse ante los alumnos como un Terminator amigo e ingenuo conlleva no ganarse jamás su respeto. Hay que empezar siendo un Robocop algo distante y ganarse poco a poco su respeto. Pasadas unas semanas, y cuando ha sido mostrada tímidamente esa parte humana hacia ellos, cae el telón de acero entre docente y alumnos. Los escolares se dan cuenta que el profe es buen jefe por tres cosas, se ha hecho respetar como Robocop, se puede confiar en él y finalmente hasta puede que les defienda en contra de otros malos educadores. Quien se queda en fase de Robocop jamás llega a sus alumnos. Hay que dirigirse lentamente hacia ese Terminator humano y casi sonriente que protagonizó Arnold Schwarzenegger. Sólo un humano es capaz de ver a otro humano. Al final, y evitados los extremos entre dictador y buenazo, se podrá charlar con los púberes sobre sexo, padres y ligues, algo que resulta mágico por el simple hecho que confían en ti al hacerlo. Ser mojigato y mantener tabúes en ciertos temas como el sexo y la pareja implica no darse cuenta de la base humana, la adolescencia que educamos.
Sabemos que hoy día la letra con sangre ya no entra, ahora se intenta con Petit Suise, chocolate Kinder o los Donuts si te olvidaste la cartera. Si ser Robocop era malo, dirigirse al otro extremo lo es peor. Aristóteles decía que lo mejor entre dos extremos era el término medio, ni Robocop ni la abuela de Caperucita Roja. Ser un blandengue con los chavales resulta un craso error. No se puede ser amigo de los alumnos el primer día y esperar que te respeten al siguiente. Primero hay que dejar claro que se es educador y que lo de amigos ya se verá el día que ellos sean adultos contigo. Un profesor blando y que no se hace respetar provoca un aula sin silencio ni atención, es decir, no consigue impartir con efectividad sus conocimientos y formación. En tal situación muchos alumnos se andan a perder ante la opción del jaleo y de la diversión. Lo grave de este profesor débil es que se queja a tutores y directiva de las faltas de respeto que sus alumnos le profieren sin darse cuenta de su error. Por eso, y por desgracia, espera que sean tutores y directiva quienes le resuelvan su falta de disciplina, algo que si éstos hacen, flaco favor van a dar al débil. Al reprimir al grupo, este docente queda todavía más desautorizado y la clase jamás le tomará en serio, al contrario, se le transmutará en una selva. Al final este profesor puede acabar con ansiedad, histerismo y depresión, y todo por no imponerse al principio.
viernes, 13 de enero de 2017
62. PROFESOR AJO O CANSINO
La expresión, que te repites más que el ajo, es harto conocida por todos, sobretodo por quien es víctima de parejas que en su gastronomía son adictas al susodicho bulbo liliáceo, pero en el campo docente los así llamados ajos son aquellas personas que repiten lo mismo de un alumno des de primero hasta cuarto de ESO. Cabe añadir a esos cuatro años de redundancias los cursos adicionales si el escolar repitió. Tal pesadez de comentarios del ajo sucede sobretodo durante las reuniones de evaluación. En estas se comentan las notas trimestrales de cada alumno grupo tras grupo. Al final se suele opinar sobre más de cien escolares.
-
Pues Oriol no trabaja en clase –
algo que el ajo ya dijo en la reunión
del trimestre anterior - ni jamás me trae los deberes terminados – algo que
también comentó en todas las reuniones antecedentes a la del momento -. Además
el otro día, bla, bla, bla… - suceso en que todos estaban de acuerdo ya de
antemano.
Y así cien alumnos más…
Este tipo de aportaciones culinarias del ajo
alargan la reunión más allá del horario sindical, todo para darse cuenta que
tal estrategia muestra igual eficacia que el Nàstic durante la liga, poca cosa
gana. Repetir lo que el resto de profesores sabe sobre un alumno no mejora en
absoluto ni su evaluación ni su rendimiento académico. Entonces, ¿por qué el ajo lo hace? Existen tres razones para
ello. La primera ganar medallas ante dirección, la segunda mostrar ante los
demás cuanto sabe sobre TODOS los alumnos del centro y la tercera, utilizar el
claustro como el diván de su psicólogo, es decir, como terapia gratuita.
Profundicemos en este tercer hecho. De primero a cuarto de ESO el ajo repite lo mismo de cada alumno como
si se tratara de un mantra necesario para desahogar su ira interior. En fin,
que hace perder a los demás un tiempo valioso que en nada evalúa mejor al
adolescente. Es más, condiciona al resto de docentes con su percepción negativa
del alumno. Entonces, ¿qué tal si hablamos del escolar del trimestre abordado y
no del alumno que el ajo sentenció
hace cuatro cursos?
Así pues el profesor ajo se vuelve cansino, ¿quién no se
ha dormido alguna vez en clase? Negarlo no resultaría muy creíble, sería como
disimular ese metano intestinal que todos hemos retenido en público, pero que
en triste ocasión, con alivio y disimulo escapó.
Una cabezadita en el aula resulta
algo parecido a lo anterior, es una de esas situaciones placenteras que nuestra
fisiología nos infunde pero que la ortodoxia no aplaude. Que de repente el
profesor ajo te despierte por retozar sobre tu pupitre asusta al más valiente.
Algunos asemejan esta experiencia a un coitus
interruptus, ¿acaso no te dejó a medias?
La culpa
de dormirse en el aula no es toda de los alumnos. Existen ciertos maestros que
se empeñan en cansar e hipnotizar a sus escolares durante sus disertaciones.
Este profesor cansino es nefasto si
su materia es de las más odiadas, las matemáticas. Recuerdo un eminente
profesor de cálculo que de tanto que sabía, muy poco sabía enseñar. Vivía tan
lejos de la mente de sus alumnos que era incapaz de explicarse con un mínimo de
didáctica. Su monótono tono de voz, más su total incapacidad de motivarnos, nos
empujaba una y otra vez a disfrutar de longevas sensaciones oníricas durante su
hora de estadística. Del sexo a las matemáticas poca distancia existía.
jueves, 12 de enero de 2017
61. DOCENTES DICTADORES
Su pareja abandonó el hogar, sus
familiares no la soportan y sus amigos, si los mantuvo, por ser como era,
dejaron de serlo. La persona imponente, profesor o profesora, suele ser aquel
personaje quemado por la enseñanza que perdió su capacidad de empatía con los
jóvenes y ahora vive bajo el yugo de la amargura. Muchos años lleva soportando
a provocadores, malcriados y pasotas, así que opta por dar clases con laxitud y
distancia, pasando en parte de sus alumnos e imponiendo más sus ideas que no
provocando el argumento en los propios escolares. Para el imponente hacer
pensar a los estudiantes significa malograr su tiempo para beneficiar sólo a
unos pocos con inquietudes. A menudo el imponente da sus clases a espaldas del
grupo invadiendo la pizarra con mil trazos de tiza que los alumnos deben anotar
atropelladamente, ¿se imaginan lo que ven los escolares durante ese momento?
Pues algo muy sórdido, ven la rabada de su docente enmarcada por el futuro
oscuro de la pizarra, un futuro muy negro. Ahora con las pizarras digitales el
futuro se vuelve más claro.
Envidiar y criticar a todo el mundo es
harto normal en este perfil docente. Algunas veces, y para llenar esos océanos
de antipatía, el imponente siembra islas de simpatía que los alumnos jamás ven
como puerto en donde varar su navío, más bien piensan que es hipócrita. Esos
acercamientos estilo madre Teresa de Calcuta no son más que intentos para curar
su conciencia de imponente amargado. Durante esos pequeños intervalos de
laxitud, la santa madre habla a los
adolescentes como niñitos de tres años. Con ello no da con lo que estos desean
ser realmente en breve, adultos. El imponente jamás comprendió que dirigirse a
estos púberes como hombres y mujeres suscita mejor su responsabilidad
que no tratarles como nenes ingenuos de primaria.
Alguien dijo que un buen maestro no es el que espera que le admiren sino
quien desea que le superen. Imponer verdades puede ser útil y formativo pero
imponer opiniones castra el potencial crítico de los escolares. Goebbles, el
asesor ideológico de Hitler, afirmaba que una mentira repetida mil veces
terminaba por ser verdad. Ahora imagínense si hubiéramos hecho lo mismo con las
verdades. En el aula debe existir esa repetición de las autenticidades más una
pizca de ingenio que haga pensar a los alumnos, que les rete, que les provoque.
Ellos están en el colegio por una simple razón, para ser autónomos en la vida y
destetarse a la larga de sus padres. Un profesor sólo imponente en opiniones
jamás logrará potenciar su autonomía, sólo les llenará la cabeza de sus ideas, con el riesgo de estar
equivocadas. Por tanto aprecie al educador
que no impone sus convicciones personales, aunque sí los hechos probados. Mejor
que les induzca a buscar y contrastar toda la información disponible. El
filósofo Bertrand Russell hacía una broma de si mismo en este sentido, en el de
ser crítico.
Si una vez muerto toda mi obra desapareciera, ¿a
quién preferiría para hablara de mi? ¿a un discípulo estúpido o a un enemigo
listo? Pues mejor un enemigo listo ya que el primero no me habría entendido. En
cambio el segundo, a pesar de criticarme, me cuestionaría correctamente.
El buen educador debe provocar que
sus escolares sean críticos incluso con las opiniones de su mentor. En este
sentido vale el ejemplo de un profesor de matemáticas durante la guerra de
Iraq. Al inicio de ésta pilló un día a sus alumnos de secundaria debatiendo
entre un SÍ o un NO a la guerra. El tema de ese día debían ser las ecuaciones
de segundo grado, ecuaciones que casualmente suelen ofrecer dos soluciones. Un
SÍ o un NO a la guerra también resultaba dual. Así pues el debate substituyó la
clase de álgebra y la conclusión a la cual llegaron fue asombrosa. Contrastando
sus opiniones con las informaciones que les ofrecía el educador resolvieron la
ecuación con gran pericia. Un alumno redactó lo siguiente:
Podemos
desear erradicar la dictadura de Saddam y con ello llegar a la guerra. Podemos
pensar que el petróleo mueve los hilos de la invasión y negarnos a la guerra.
Son dos soluciones ante una misma ecuación pero, ¿debemos elegir
obligatoriamente entre estas dos opciones? ¿O lo realmente importante del asunto sería regalar al
pueblo iraquí la libertad de poder escoger? Bajo la dictadura de Saddam poco
pueden hacer, o sobreviven así o se revelan contra la opresión. Pero cualquier
revolución no debe pasar precisamente por el conflicto bélico, puede pasar por
la cultura y el esfuerzo. Si en lugar de enviar tropas se mandaran
conocimientos puede que ellos mismos provocasen el cambio en su país. Lástima
que Estados Unidos prefiera la vía rápida, la guerra preventiva, a la vía
lenta, la revolución cultural. Como si se tratara de una ecuación de segundo
grado volvemos a tener dos soluciones. Nosotros optamos por la cultura.
Por desgracia, y años más tarde, prosigue el
conflicto en Iraq sin que la cultura haya ganado la partida. Un profesor imponente jamás hubiera
permitido ni suscitado una clase como la anterior. Y algo más, la ley prohíbe
hacer apología de las ideologías del docente entre sus alumnos. En fin, quién
politice a sus estudiantes comete una falta. Viene al caso algunos profesores
de historia que critican el capitalismo a cambio de comunismo. Si analizamos los
dos con perspectiva la teoría es buena pero su aplicación conlleva problemas.
Mejor informar educando que manipular mintiendo.
miércoles, 11 de enero de 2017
60. PROFES DEPRESIVOS O PROFES DEFENSIVOS
Las bajas
por depresión y ansiedad son comunes en el oficio docente. De hecho se trabaja
mucho con emociones y eso duele si un grupo de adolescentes la toman con un
profesor o si la situación personal del educador no resulta ser óptima. Para
reducir el número de docentes susceptibles de trastornos emocionales hay la
solución. En Finlandia el Estado se asegura que quienes van a ejercer la
docencia no padezcan problemas emocionales o mentales. Con ello se reduce
significativamente el riesgo de depresiones, ansiedad y demás trastornos entre
los educadores.
En nuestro torero país cada día más adolescentes se vuelven más crueles en el aula y con ello más docentes sufren por ello esta violencia. Escribía el profesor Joan Frigola para El Periódico:
En nuestro torero país cada día más adolescentes se vuelven más crueles en el aula y con ello más docentes sufren por ello esta violencia. Escribía el profesor Joan Frigola para El Periódico:
La agresividad, sea latente o
explícita; verbal, emocional o física; de baja o alta intensidad, se está
instalando en el sistema educativo [...] y lo que molesta a la Administración
no es que haya conflictos (ella es especialista en crearlos), sino que se
aireen.
Y eso es lo que ocurre, que a menudo los dirigentes quitan importancia al
asunto. A finales del 2006 la Conselleria d’Educació de la Generalitat de
Catalunya hizo público un comunicado en que tras calificar los ataques que reciben
los profesores como un hecho muy grave, sólo se trataba de casos aislados que
no eran generalizables a todo el sistema escolar. El propio conseller de entonces, Joan Manuel del
Pozo, sugirió que para evitar mayor algarabía:
No se creara más alarma de la que
realmente estuviera justificada.
Pero de hecho, estas opiniones no casaron con los estudios que ellos mismos
ordenaron. En la encuesta sobre juventud y seguridad en Cataluña del 2001, el
20,8 por ciento de los alumnos reconocía haber gritado a sus profesores, el 12
por ciento haberles insultado y el 1,2 por ciento haberles agredido
físicamente. Es decir, que las provocaciones por parte de los escolares hacia
los docentes son pan de cada día en el aula. Puesto que las palabras orden,
autoridad y disciplina causan frecuentemente miedo en la legislación educativa,
cabe preguntarse que puede hacer el educador frente a estas situaciones. Por
desgracia muchos profesores caen en el error y en la provocación quedando
desautorizados en clase. En noviembre de 2006, y ante un gran cúmulo de quejas
por parte de maestros y profesores, el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de
Justicia de Cataluña, José María Mena, ordenó a los fiscales que endurecieran
la protección penal de los educadores tipificando como atentado las agresiones a los profesionales de la enseñanza. De
hecho éstos realizaban una función de interés social como es la educación. Tal
delito conlleva penas de dos a cuatro años de cárcel, algo que según las
asociaciones de Jueces de Cataluña fue calificado de forzado, cuestionable y de
difícil aplicación, más bien debía considerarse como un mensaje de llamada de atención, un aviso a los posibles
agresores. Independientemente de todas estas medidas forzadas está claro que lo más hábil en un docente son las
actuaciones preventivas evitando caer en la provocación. Mostrar un enfado
excesivo y ponerse histérico ante un adolescente es un error, él logra su
objetivo, crispar, y el adulto pierde el suyo, educar. Ante el desafío, y esto
también sirve para los padres, hay que agarrar ese lance y devolvérselo sin ira
alguna, hay que desconcertar al púber, hay que mostrarse como una pared que no
pincha, una pared donde rebotan los agravios, un muro que le marca sus límites
y en donde el silencio debe tronar. En otro caso, y si no se controla al
provocador de clase, se pierde el control del grupo, su respeto y la
posibilidad de impartir conocimientos a los demás. En fin, que se acabó la
clase. Ante el despropósito de un alumno lo fácil es expulsarlo del aula, pero
lo difícil es jugar su juego sin ira y sin mostrarse herido. Si él ve que sacó
de sus casillas al profesor una vez, lo hará cientos. Mejor esquivar esa
primera y habrá menos en el futuro. Ese tipo de docentes demuestran una amplia
experiencia que les permite evitar algo que frecuentemente sucede, gritar. Por
otro lado, si se abuchea y presiona en exceso a un alumno puede que algunos
padres no lo encajen bien y vayan al colegio a exigir explicaciones. Hoy ya no
funciona la antigua terapia de castigar en el colegio esperando otra sanción
paterna si el escolar se quejaba en casa. Valore por tanto a aquellos
educadores que sin la bronca controlan al grupo. Si su presión se hace evidente
en la opinión de sus hijos significa que su preocupación es alta, en caso contrario
pasan de todo. Piense que los centros de
enseñanza reciben denuncias de lo más inverosímil. Recuerdo el caso de unos
padres que tramitaron una querella contra un profesor por maltratar a su hijo psicológicamente por llamarle la atención con
un grito. U otro caso en donde el profesor confiscó temporalmente un
móvil de un alumno por utilizarlo en clase. En esa ocasión el docente casi fue
denunciado por apropiación indebida.
Y si quiere otro ejemplo más kafkiano
el de un maestro que quiso registrar la mochila de un escolar bajo la sospecha
que escondía un hurto. La familia del chaval averiguó que podía denunciar al
profesor por violación de la propiedad.
Si antes se decía que la letra con sangre entra, ahora es el docente quien recibe letras
y sangre con denuncias potenciales. Años atrás era el maestro quien intentaba
persuadir al escolar diciéndole que avisaría a sus padres, ahora es al revés,
es el alumno quien amenaza al educador con sus progenitores. Querer mantener la
rectitud de forma contundente sobre los alumnos ya no parece aconsejable, por
tanto si sus hijos le cuentan que tal profesor es respetado sin proferir ni
gritos ni histerismo, algo muy bueno tiene éste.
En definitiva, ante las provocaciones mejor ser pared que no pincha que
barricada con alambres. Un proverbio chino ora que cuando el vendaval ruge el árbol se quiebra pero el junco sobrevive.
Veamos ahora un ejemplo sin dar caña de ser caña:
- Ei, profe Peláez
– gritó un alumno en clase de tecnología -, ¿para que sirve mi poll*?
- Con ese lenguaje – sonriendo el docente – y sin delicadez
por tu parte, para algo que las chicas dejarán que te hagas tú solo- el grupo
se ríe y el provocador también.
- ¿Sabes? Creo que me estás rallando, tío – levantándose del pupitre.
- Lo siento, ¿pero crees realmente que yo soy tu tío o tú
un DVD? Por favor, siéntate y déjame dar clase a los demás.
- Ala tío, como te pasas – contestó con cierta simpatía el
alumno.
- Y ahora, por favor ¿me dejas dar la clase? – nadie más
intervino y el provocador se sentó – Pues prosigamos.
El caso anterior, real en sus palabras, muestra en cierto modo que una vez
robado con simpatía el protagonismo del provocador, éste suele ceder en su
intención, he dicho suele. A menudo no ocurre así y nadie da con una solución
pacífica que integre al provocador dentro del colegio. La política actual dice
que el centro debe reinsertar a estos adolescentes en la sociedad, algo fácil
de derivar pero difícil de asumir. Los docentes no son psicólogos y tampoco
asistentes sociales. A pesar de ello se espera que resuelvan el percal. La
desgracia llega cuando el alumno anómalo
perpetra el insulto, la amenaza y la agresión al profesor. Bajo tal presión
poco puede hacer el docente. Dirá algún experto que hay que aplicar la teoría
de moda, la resolución de conflictos a través de un buen conocimiento de
educación emocional bajo un mediador, pero esa terapia resulta a menudo un
pacto de buenas intenciones sin que nadie sepa como llevar la gesta a la
práctica. Cuando un adolescente propina una patada a un profesor afecta a todo
el resto. Si el tutor no puede solucionar la violencia de un solo individuo,
tampoco podrá atender a la mayoría, es decir, si un único alumno centra la
atención del docente poco asistirá a los demás. Luego contará el problema que
tiene con el díscolo y pasará a tener dos problemas, el del aula y el de
papeleo. Cabe preguntarse ahora si esto es integrar o dejar de lado a todo el
grupo.
Como antes se ha mencionado, la pedagogía teórica promueve la educación
emocional. Los especialistas no paran de hablar de ella y las instituciones
organizan cursos al respecto. Ya dijimos que se propuso quitar una hora de
clase normal a cambio de una de educación emocional. El hecho es que la
educación emocional se muestra, entre otras cosas, como la piedra filosofal para
neutralizar a los alumnos provocadores. Y, ¿qué postula la educación emocional
para resolver el problema? Pues aconseja que en el aula se motive al alumno,
que se practique la empatía con él, que se comprenda su sensibilidad, que se le
enseñe a controlar sus emociones, que se eleve su autoestima y finalmente que
se promueva su interacción con los demás. Todo lo anterior siempre se ha sabido
y aplicado pero con mayor disciplina y unidad educativa entre centros y
familias. En cierta forma parece como si alguien hubiera descubierto esto sólo
para ponerle un nombre, el de educación emocional, y ahora venderlo como una
solución innovadora. Algo que está claro por el momento es que el docente que
cae en la provocación pierde la partida sin hallar salvación alguna al asunto.
En noviembre del 2006 llegó
otra componenda para tratar los casos de alumnos provocadores. Auxiliadora
Javaloyes, directora del Area de Hospitalización del Adolescente de la Clínica
Mediterránea de Neurociencias (CMN), propuso que ante el primer síntoma que
indique que estamos frente a un menor violento, hay que pedir ayuda al médico.
Siempre se ha dicho que es mejor prevenir que curar aunque en caso de
adolescentes díscolos se llegó tarde. La mayoría de estos alumnos violentos se
originó durante los primeros pasos educativos. Si se fue demasiado permisivo
con el infante se le animó a desarrollar sus exigencias por encima de sus
adultos. Al llegar a la adolescencia con dieciséis años de rebeldía y metro
ochenta de altura, no hay quien lo pare, ni el doctor House. No obstante la
solución de mínimos es que los profesores NO caigan ante la provocación. Con el
tiempo llegan a ganarse a los escolares. Esta situación lleva sus semanas pero
al final genera que unos púberes confíen en su educador y en sus consejos.
Otras medidas como ir al médico o asistir a cursos de educación emocional puede
que ayuden pero parecen más pastillas balsámicas que auténticas soluciones ante
la pulmonía del provocador. Muchos teóricos insisten que con un mayor número de
cursos, control burocrático y libertad de elección escolar de las materias, los
alumnos díscolos desaparecerían pero la calidad escolar no reside ni en el
control burocrático ni en la libre elección, y ni mucho menos en crear
superprofesores a golpe de más y más cursos, la calidad educativa se logra
desde la más temprana infancia con rutinas de estudio, concentración y
esfuerzo. Cuando esto no se cumple llegan a secundaria los díscolos
irreductibles. Por tanto hay que incidir en infantil y primaria con máxima
efectividad para prevenir males mayores durante la adolescencia.
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