Hay docentes dictadores todavía.
Ellos viven de un pasado en donde la disciplina era extrema, la agresividad un
arma y el miedo pánico. Aunque esta especie se halla al borde de la extinción
todavía sobreviven por algunos centros. En 1997 trabajé en un centro de Santa
Coloma de Gramanet, muy cerca de Barcelona, en donde pude experimentar de cerca
uno de estos ejemplares. Allí su director se había convertido en un dictador de
todos sus súbditos, fueran alumnos, docentes o auxiliares del centro. Incluso
algunos de sus hermanos los tenía también allí a sus órdenes. Este personaje,
sacerdote investido por la falsa y estafadora Iglesia del Palmar de Troya, se
codeaba con representantes del Opus a quienes invitaba al centro a impartir
sermones y ofertas educativas. Pero lo realmente flagrante, y nada cristiano,
era el trato que ejercía sobre alumnos y profesores. Por un lado, y bajo
amenazas y acosos, explotaba a sus trabajadores más horas de las convenidas.
Por ejemplo, los docentes, y después de la marcha de todos los alumnos,
permanecían cada tarde una hora más en el centro. Esa sesión de más nadie la
cobraba. Incluso había profesores contratados al ochenta por ciento que se les
exigía trabajar el cien por cien de las horas. E incluso, y en pleno mes de
julio, obligaba a los docentes a impartir repaso a los alumnos enviados. Para
ello los padres pagaban al centro unos 60 euros por hijo pero los profesores y
maestros no veían ni un duro.
Pero lo más grave no fue todo lo
anterior sino las vejaciones y faltas de respeto que ejercía sobre sus
súbditos, hasta repartía ostias, y no de eucaristía, entre sus alumnos. Esa
obsesión por subyugar a todos los de su alrededor era fruto de una madre
dominante y de su homosexualidad no declarada. Su matrona reprimió, castigó y
aplastó sus debilidades como posteriormente él haría con sus congéneres. Su
homosexualidad escondida, aunque no reprimida con algunos jóvenes, le
alimentaba sus abusos de poder. En fin, toda aquella situación duró más de una
década y todos sus alumnos no le guardan demasiada simpatía. Hoy en día él sigue detrás del centro.
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