En sentido figurado, vertebrar significa estructurar
algo correctamente. Por desgracia existen familias desestructuradas que
eufemísticamente han sido bautizadas como desvertebradas.
El denominador común de los hijos en el seno de estas familias es la falta de
estima parcial o total durante su desarrollo infantil y juvenil. Ejemplos en
donde se dan tales circunstancias pueden ser hijos no deseados, alcoholismo,
malos tratos, drogodependencias, abandonos e incluso separaciones y divorcios
violentos. Recuerdo un caso en donde la madre reclamó y rehusó la custodia de
su hijo repetidas veces durante más de ocho años. El resultado en el chaval
resultó terrorífico, el perfil típico que en breve describiremos.
En algunos casos la falta de cariño es sustituida por regalos que el niño encuentra contradictorios a falta de lo importante, un amor constante. El zagal no sabe si agradecer, devolver o romper el juguete. El perfil de estas familias muestra un total abandono de la prole sin pautas constantes en disciplina, amor, atención o control del entorno. Por otro lado, y en el caso que la pareja conviva bajo un mismo techo, existe una total discrepancia en los criterios educativos y el chaval utiliza todos sus recursos para salirse con la suya. A menudo los padres se asemejan en algo a los ausentes parciales con drásticos intentos educativos que pasan por largos periodos en donde reina la total negligencia. En ocasiones, y durante estos arranques pedagógicos, los progenitores se acercan al colegio con todo el decálogo de derechos aprendidos y se quejan del servicio educativo prestado. Exigen lo que ni ellos mismos son capaces de hacer, educar.
-
¿Saben por qué mi hijo estaba el otro día por la calle y
no en el colegio? – preguntaba un padre al tutor - Pues ahora se lo
digo, porque ustedes no me lo comunicaron a tiempo. Ahora cuando lo encuentre,
le caerá una buena.
No debe extrañar que con todo ello surjan hijos
resentidos, agresivos y caraduras. Pillarlos en plena fechoría es como dar alas
a su ego. Ante los demás pretenden
sobretodo ganar el protagonismo que jamás tuvieron en el seno de su familia. Obviamente llevar mal los
estudios e ir a su bola pasando olímpicamente
de lo que se les diga, es una forma más que evidente de demostrar su
resentimiento.
-
¿Qué hacías copiando? – preguntó el docente al verlo otear el control del
vecino con todo el descaro del mundo.
-
¿Pero qué pasa? Yo no estaba
copiando profe, estaba comparando resultados.
-
¿Quieres que te ponga un cero?
-
Me la suda lo que me pongas.
Responder con violencia y
provocar miedo son el lenguaje que más han desarrollado estos escolares para
defenderse de los demás. Agredir al más débil del grupo suele ser una
estratagema frecuente para que nadie se le ocurra cuestionar su dominio, algo
que le puede llevar a cometer maltrato o delinquir en su futuro. Empujones,
golpes o incluso el uso de utensilios punzantes configuran sus artes marciales. En resumen, son
individuos que se muestran ante los demás atrevidos, extrovertidos,
provocativos y orgullosos, aunque en realidad son ansiosos de poder, débiles de
autocontrol, egocéntricos y hasta con una autoestima y nivel de frustración muy
bajos. No es nada extraño que lleguen a cometer delitos o que caigan en
adicciones.
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