La maternidad parece más innata que adquirida, en
cambio la paternidad se piensa más adquirida que heredada. Eso quizás influya
en la diferencia de criterios educativos entre hombre y mujer. En el caso de
los separados esto se exagera hasta límites muy nocivos para la formación de su
prole. Lo cierto es que en las entrevistas entre familia y tutor quien más
acude son siempre las madres, de un 60 hasta un 80 por ciento de más. Todo ello
es síntoma de dos cosas, la primera, y sea por las razones que sea, que la
educación pesa más sobre las mujeres que sobre los maridos. Y la segunda, que
en asuntos académicos existe una fuerte discrepancia entre los miembros de la
pareja. Cuando la separación o el divorcio aparecen los síntomas anteriores se
pueden extremar.
Separarse no significa desunirse en la educación de
la prole, el proyecto aún sigue vivo. Por desgracia las separaciones propician
y aumentan las discrepancias entre exmarido y exmujer, que no expadres. Si la
prole pide algo a la madre al pensar que ella accederá, y ésta decide algo que
pueda contradecir al padre, mal andaremos; si el padre, sin custodia de sus
hijos, los malcría ese fin de semana que los tiene cada quince días, peor
todavía; y si el uno con el otro utilizan los hijos como mástil para acusarse
de lo que no fue su relación, nefasto. ¿La solución? Darse tiempo en decidir y
mantener una frecuente comunicación pese lo que pese lo que no fue.
-
Mamá, papá me dijo que podía ir al
concierto.
-
Bueno, luego hablaré con tu padre y
ya decidiremos juntos.
Ese frente unido dará mayor fuerza al proyecto
educativo y al de pareja que no fue. Los hijos un día abandonarán del nido, y
la pareja, separada o no, debería guardarse lo que en un día creyeron, el
respeto y la complicidad. Todos nos equivocamos y en una separación todos
tenemos parte de culpa y parte a perdonar, nuestro hijo depende de ello.
Permítanme repetir una analogía en este asunto del frente unido. Los educadores
deben ser una pared sin pinchos, un muro que si roza a su hijo no le apuñale
pero sí le marque unos límites contundentes. Si en cualquier ocasión uno se
equivoca con su hijo, no debe haber fisuras en la pareja. Es mejor apoyar un
posible error del cónyuge que no hacerlo para luego discutir por ello ante el
zagal. Si se discute se pierde la unidad conyugal y educativa, si se discute se
le muestra al zagal por donde puede manipular a sus educadores.
A menudo
ocurre que al separarse uno hecha en falta el cariño matrimonial y revive la
soledad. En muchas ocasiones, e inconscientemente, se decide proyectar todo ese
amor ausente hacia la prole. Tal situación conlleva el riesgo de volverse un
protector comprador. Deseando ser más amigos que padres de los hijos, se olvida
que se es educador de los mismos. Ya dijimos que el amor no es una buena lente
objetiva con los hijos, aunque sí que lo es para enseñar valores humanos y
comprenderles. De todas formas regalar en exceso ese cariño adulto en
detrimento de las obligaciones promueve la pérdida de límites, el aumento de la
negligencia y el abuso de la sobreprotección. La falta de cohesión de criterios
entre ambos miembros de la pareja da la puntilla al asunto y el lechón cada día
se halla más acomodado y va escapando a nuestro objetivo, su educación.
-
Hablar con mi marido no me sirve de
nada. Total, con el par de días que tiene a mi hijo cada dos semanas lo mima
que da gusto. Que haga lo que quiera, yo en mi casa le doy a mi hijo todo
aquello necesita. No pretendo que tenga obligación alguna con la separación tan
reciente.
Y el zagal se le acostumbra a tenerlo todo hecho como
para que al llegar a la adolescencia le pidan que ponga la mesa, friegue los
platos, estudie u ordene su habitación. Va a ser que no. Muchos progenitores
separados suelen dejar un margen elevado de libertad a sus hijos, téngase en
cuenta que ahora en lugar de dos educando, sólo es uno o una. Por otro lado,
muchos llegan a ser protectores compradores y amigos de sus hijos. A veces
suelen ser justificadores de los mismos con un bajo control sobre su entorno.
-
Profesor Riduestre, no puede ser lo
que usted me cuenta, ¿cómo ha podido mi niña falsificar mi firma en todos los
comunicados escolares?
Pues practicando con lápiz y papel, todo para proseguir con lo que más sabe, evitar que los adultos que la educan se comuniquen. Los muchachos y muchachas de un perfil así suelen no ayudar en casa, o piden constantemente cosas a cambio. Ante un no inicial por respuesta optan por la insistencia y al final hasta con el desafío. A menudo son inconstantes en los estudios, bastante orgullosos y con un elevado riesgo de repetir curso si no se les presiona o ayuda a superar sus frustraciones. Los podríamos definir como unos irresponsables irrespetuosos que van a la suya y cultivan un egocentrismo latente, algo muy parecido a los hijos de los protectores compradores.
Pues practicando con lápiz y papel, todo para proseguir con lo que más sabe, evitar que los adultos que la educan se comuniquen. Los muchachos y muchachas de un perfil así suelen no ayudar en casa, o piden constantemente cosas a cambio. Ante un no inicial por respuesta optan por la insistencia y al final hasta con el desafío. A menudo son inconstantes en los estudios, bastante orgullosos y con un elevado riesgo de repetir curso si no se les presiona o ayuda a superar sus frustraciones. Los podríamos definir como unos irresponsables irrespetuosos que van a la suya y cultivan un egocentrismo latente, algo muy parecido a los hijos de los protectores compradores.
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