Muchos docentes opinan que algunas teorías educativas no les permiten construir un mundo mejor desde la enseñanza. De hecho poca gente contrasta estas teorías con datos reales. Para mejorar el sistema educativo son necesarias más demostraciones y menos opiniones. Hay que observar los hechos probados y sistematizarlos. He aquí cartas de prensa, artículos en los medios y capítulos numerados que ofrecen un amplio corolario de datos contrastados para mejorar realmente la enseñanza y la sociedad.
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miércoles, 9 de noviembre de 2016
43. ESCUELA SIN DEBERES
Algunas asociaciones de padres con algunos pedagogos y expertos educativos han propuesto que los estudiantes no traigan deberes a casa. Para ello se argumenta que si los adultos no tienen deberes en el trabajo, los alumnos tampoco los tengan en casa. Pero, ¿son nuestros alumnos adultos? Y lo más paradójico, ¿cuántos adultos no realizan deberes laborales en casa? En el caso de los profesores la mayoría realizan deberes de preparación de sus clases. No obstante los defensores de la escuela sin deberes añaden que los alumnos pueden aprender autónomamente por si solos. Pero, ¿como aprender sin saber lo que sí sabe el profesor? Queda claro que lo anterior resulta paradójico, si se es autónomo no se es niño, se es adulto. En fin, que la escuela sin deberes en casa fundamenta su teoría en la nada más absoluta y sin demostración alguna para resolver el problema más flagrante de nuestro país, el mayor fracaso escolar europeo. No existe ningún artículo científico serio que asegure que sin deberes en casa reduciremos nuestro lacerante fiasco académico. Y cabe recordar que duplicamos la media europea. Por desgracia una de las causas de este socavón es la falta de tiempo familiar en cariño, límites y deberes. Parece como si las familias que defienden la escuela sin deberes quisieran exculparse de la principal responsabilidad hacia sus hijos, la de educar. También parece como si lo más importante para un alumno ya no fuere hacerse con el máximo de conocimientos. Sabemos que en nuestro país los niveles de comprensión lectora han caído brutalmente, ¿cómo vamos a levantarlos sin deberes de lectura y redacción en casa? Queda claro que alguna pedagogía pretende cargarse la cultura dentro de la escuela a pesar que ésta fue creada para transmitirla. Los padres, por tanto, deben evitar que en su centro se apliquen modas educativas como los NO DEBERES. Los alumnos deben aprender lo que saben los doctos docentes y éstos saber transmitir sus conocimientos. Es exigible que nuestro sistema educativo brinde a nuestros hijos lo que muchos padres no sabemos. Para ello nuestros vástagos van al colegio y hacen los deberes que se les diseña. Con todo lo anterior se pretende potenciar su autonomía, su capacidad racional y lo más importante, que aprendan por ellos mismos bajo su esfuerzo y sus deberes. Y estamos hablando de alumnos normales que se les ha educado bajo la dedicación. A menudo muchos padres admiten que sus hijos apenas dedican menos de una hora al día al estudio en la ESO, ¿cómo puede existir éxito escolar con tal falta de esmero? ¿Y ahora algunos padres pretenden eliminar los deberes? La realidad es bien simple, sin deberes en casa se estará desaprovechando todo el potencial heredado de nuestros hijos. Para reducir el principal problema de nuestra enseñanza, el lacerante fracaso escolar, hay que mejorar las rutinas de concentración, de deberes y de estudio. Hay que tener en cuenta lo que ocurre en Japón, Corea del Sur y Taiwán, allí los estudiantes dedican en casa una media de trece horas semanales de trabajo y estudio. Ello explica que en PISA obtengan unos resultados óptimos y muy homogéneos entre sus centros. Si con todo lo anterior un alumno no alcanza mejores resultados debe ser ayudado por alguien. Y para ello deben existir en infantil grandes esfuerzos en la detección precoz de deficiencias entre los alevines. Un escaso tiempo dedicado a nuestros hijos sin compartir juegos y deberes aumenta claramente el riesgo que éstos repitan curso, que no terminen la ESO con éxito y que sus capacidades lingüísticas sean limitadas. En fin, que no devengan adultos cívicos, expertos y críticos como el sistema educativo sí tuvo que formarlos.
martes, 8 de noviembre de 2016
42. 1x1. Un ordenador por alumno
Cuando se habla de cómo enseñar en el aula hay quienes aseguran que las clases con un ordenador por alumno son la vanguardia y el futuro, que no hay vuelta atrás. Cierto que las nuevas tecnologías invaden nuestro progreso pero no por ello se justifica la digitalización total de nuestra enseñanza. Nuestro cerebro sigue idéntico al de nuestros antepasados del Paleolítico, al de los primeros sapiens de hace 200.000 años. Lo único que ha cambiado no es nuestra inteligencia, es nuestra tecnología. Un asno sigue siendo un asno por más ordenadores que tenga a su alrededor. Por tanto, y primera premisa, inteligencia y tecnología no son lo mismo. La segunda la escuché de un neurobiólogo que sí utilizaba potentes ordenadores en sus investigaciones pero no creía oportuno que cada alumno viviera embaucado ante una pantalla personal en el aula. Gracias a la neurobiología sabemos que la mano ocupa un volumen de neuronas enorme en nuestro cerebro, más que piernas y tronco juntos. Cuando un alumno anota lo escuchado, copia un esquema o pasa unos apuntes a limpio a mano, estimula un número tal de neuronas que sin darse cuenta razona, piensa y memoriza lo que está observando, algo que un clic en el ordenador no desarrolla. Este argumento tan simple y demoledor jamás fue escuchado por los partidarios de un ordenador para cada alumno. Durante una conversación personal que mantuve el 23 de Noviembre de 2011 en el Parlament de Catalunya con el anterior conseller de educación de la Generalitat de Catalunya, el señor Ernest Maragall, se vio claro lo que ocurría. Maragall defendió a ultranza el proyecto de un ordenador por alumno, el llamado 1x1.
<< El 1x1 mejora el aprendizaje de los alumnos y los hace más libres de conocimiento – me insistía el consejero -. Ahora cada escolar desde su portátil puede acceder a la información y eso es un gran avance para los alumnos, les socializa y elimina las desigualdades económicas como nunca lo había hecho ninguna herramienta pedagógica. El 1x1 ofrece igualdad de oportunidades a los alumnos de toda clase social, ¿no se da cuenta del alto porcentaje de inmigrantes en nuestro país? Este sí es un problema importante de hoy en día, la gran desigualdad social entre nuestros alumnos [...]. En ello el aula digital elimina estas desigualdades. Ahora todos estos alumnos pueden acceder a la información a través de su ordenador y de Internet. Cuando se llevan el ordenador consigo, se llevan EL MUNDO A SU CASA. Ellos con su ordenador pueden buscar toda aquella información que les falta o necesitan [...]. Ahora más que nunca tienen acceso a toda la información por la red, ahora más que nunca pueden tener igualdad social>>.
Maragall confundió la sociedad de la información con la del conocimiento. La información crece cada día exponencialmente por Intenet pero la capacidad de conocimiento de un individuo no lo puede hacer así. El exceso de información sin criterio alguno se convierte en un basurero de mentiras. Además un alumno, por muy bien informado que esté, puede ser un auténtico ignorante si se cree todo lo que lee por la red. Internet nos ofrece una gran posibilidad educativa, sí, pero también una gigantesca oferta deseducativa. Las TIC no educan automáticamente a los alumnos sino que los docentes educados son los expertos en ello. Le insistí a Maragall que todo aquello era por varias razones. Primero que la gran mayoría de estudiantes ya poseen ordenador en casa, móvil con Internet o simplemente locutorios sin necesidad de regalarles, subvencionarles u obligar a los padres a pagar un ordenador por cada alumno. Segundo, que si lo que queremos es la igualdad entre todos los alumnos, inmigrantes o no, lo que debemos hacer es que todos sepan tanto como los docentes. En caso contrario, y dejándoles libres con su portátil, se enfrentarán a informaciones sin criterio. Ante ello el padre del DNS, o Domain Name System en Internet, Paul Mockapetris, lo tenía muy claro. Él afirmaba en la contra de La Vanguardia del 6 de febrero de 2013 que:
<< En el colegio a mis hijos les exigen Internet, pero yo me niego a que así tengan acceso a sitios nauseabundos y peligrosos >>.
El tercer punto que le comenté a Maragall fue que un ordenador para cada alumno aislaba a éste de los conocimientos contrastados del docente, sobretodo cuando el escolar se conectaba al Facebook en clase. Y el cuarto punto era que el 1x1 podía ser una moda pasajera como si en el pasado las transparencias o las diapositivas se hubieran impuesto como sustituto de libros y apuntes en clase. Es decir, que la obsesión por los ordenadores no debería llevarnos a olvidar que son medios auxiliares para educar que no se reducen ni terminan en si mismos, ¿qué utilidad tiene un 1x1 si el alumno no es capaz de asumir conocimientos significativos pero prefiere conectarse al Facebook?
<< Ya, es que el 1x1 requiere más esfuerzo por parte de los docentes – me argumentó Maragall -. Es la escuela la que debe adaptarse a la sociedad y no al revés. Con más esfuerzo docente el digital funcionará. Los docentes deben procurar que los alumnos no se conecten al Facebook durante la clase >>.
Y así se hacía con programas que bloqueaban el acceso al Facebook y otras redes sociales pero, y a pesar del esfuerzo docente, los alumnos conseguían programas piratas para saltarse las barreras y conectarse nuevamente al Facebook, un hecho que por la cara que puso Maragall, obviamente desconocía. En fin, que un ordenador por alumno había complicado más que mejorado la enseñanza, algo totalmente contrario a una Enseñanza Múltiple Contrastada. Con el 1x1, y por desgracia, muchos estudiantes se aislaban de la lección sin prestar atención a quien si poseía información contrastada, el docente. La igualdad de la que Maragall hablaba quedó extirpada ya que los conocimientos del profesor jamás eran impartidos entre sus escolares. Siempre fue mejor una sola pantalla digital, si funcionaba con igual celeridad que la normal, para explicar la lección a 30 alumnos, que no 30 ordenadores para cada uno de ellos. Jamás la modernidad justificó un ordenador para cada párvulo ya que los distrae más que los alecciona, los desiguala más que les informa, y los confunde más que les aclara. Pero lo más perverso de Maragall fue su idea que la escuela debía adaptarse al mundo cuando era ésta la que podía mejorarlo. De nada sirvió llevar todos aquellos datos a Maragall.
miércoles, 2 de noviembre de 2016
41. Aproximar las materias a los alumnos
Hace años que ya se enseñan las materias necesarias para que un adolescente tenga suficientes datos para poder elegir entre humanidades, ciencias, formación profesional, o mundo laboral. Algunos pedagogos teóricos, reacios al pensamiento empírico, afirman que gran parte de las ciencias no les ha servido para nada, que mejor reducir sus contenidos en pro de las humanidades. De hecho en más de una ley lo han intentado. Por desgracia sin enseñar ampliamente ciencias no daríamos la opción a muchos estudiantes de poder ser químicos, geólogos o ingenieros, y no va a ser todo el mundo pedagogo. Por tanto todo lo que se enseña, si es la verdad contrastada, sirve para luego elegir. Puede que un cambio de gobierno sacuda algunas horas y las quite en favor de otras disciplinas, pero lo básico siempre es lo mismo: lenguas, matemáticas, geología, biología, física, química, historia, ética, geografía, plástica, arte y educación física. El problema es que muchos púberes hallan aburridas muchas de estas especialidades y las encuentran distantes a su mundo. Eso debe dar una idea a los educadores para disuadir a los estudiantes de tal percepción. Es más, sus hijos también deben aprender desde la familia la proximidad y la relación de las diversas materias con el entorno que les rodea. De hecho, la educación pretende impartir eso mismo, los conocimientos que necesitarán estos púberes para pertenecer en el futuro el mundo de los adultos. Es decir, que la escuela es un puente entre los estudiantes y el marco real que les espera. Por tanto un acercamiento de los temarios hasta su adolescencia les puede motivar más que la obligación de estudiarlos. El centro que así lo vea tiene ya ganadas algunas estrellas Michelin en los fogones de la educación. En fin, que los estudiantes deben ver próximas las materias a su mundo pero también sentirse obligados a estudiarlas. Sin obligación inicial no existe acercamiento real.
Una profesora de Matemáticas aproximaba a sus alumnos a tal especialidad de una manera singular. Para ello les encandilaba con una historia de ciencia ficción que si ustedes han leído la novela de Carl Sagan, Contact, o si han visto la película que dirigió Robert Zemeckis bajo el mismo título, comprenderán mucho mejor lo que les decía esta profesora.
Si algún día entrásemos en contacto con otros seres inteligentes, con unos alienígenas, ¿cómo nos entenderíamos? Seguro que no hablarían ni español, ni chino, ni inglés. Por tanto, no sabríamos que decirnos, toda una pena. Pero hay un idioma que todo ser que haya construido grandes máquinas seguro que ha utilizado, las mates. Sin cálculos exactos es harto imposible edificar un puente o una nave espacial que soporte las inclemencias del cosmos. Las matemáticas son todo un lenguaje, un idioma muy quisquilloso, cierto. Si te olvidas de un signo, o te llevas mal un decimal, el examen queda incorrecto. Aunque quien las aprende puede explicar como funciona un cohete, predecir el tiempo que hará mañana o saber las probabilidades de ganar jugando a los dados. Las mates están por todas partes, incluso el día que charlemos con ET.
Otra profesora de sociales lograba lo mismo contándoles que la historia era como tener presente lo que te pasó con un mal amigo.
La vida son causas y efectos, lo importante es no repetir los errores pasados pero sí plagiar los aciertos. Si sabes quien fue un mal amigo, deberías aprender de ello y evitar otro futuro compañero necio. En ello la memoria de los acontecimientos te ayudará. La historia es un cuento, una película, un cómic del manga que nos muestra viñetas buenas y malas de un pasado a recordar en mejora de nuestro ahora, pero la historia verdadera debe infundirnos tres cosas: conocer los hechos reales, saber contrastar las fuentes y ser críticos con ellas. En caso contrario no se hará historia, se hará propaganda ideológica, ¿o preferís votar a ciegas?
Otro caso parecido al anterior ocurría en plástica donde el especialista les argumentaba que para enamorar a alguien hay que ser creativo y sensible, algo que se puede aprender y potenciar desde el arte y el diseño. También otro docente de inglés les contaba que para ligar con extranjeros y extranjeras la lengua sajona era bastante útil, o en educación física que para tener un cuerpo atractivo les sería práctico aplicar lo aprendido en la gimnástica. O el caso de un profesor física que les contaba que el GPS funciona con relatividad. En fin, felicite al docente que acerca su saber al mundo de los adolescentes ya que en ello verán un camino a imitar. En todo ello, y desde la familia, potencie la obligación de estudiar todos esos conocimientos útiles. Luego su hijo, y con verdades en su cabeza, tendrá donde poder elegir con conocimiento de causa.
martes, 25 de octubre de 2016
40. ENSEÑAR O EDUCAR
En los ensayos anteriores se ha detallado qué debe esperar la familia de un centro educativo, como debe organizarse éste y finalmente como deben actuar los profesores en función del tipo de alumno que tienen ante si. A partir de este momento hay que decidir qué contenidos enseñarles y como hacerlo. Un problema recurrente en los institutos que no permite terminar los temarios que marca la ley son las quimeras según la moda del momento. Impartir en extremo estos monstruosos decálogos roba y resta tiempo significativo a las clases de su hijo. Me refiero a los centros en donde se invierte un exceso de sesiones enseñando cosas obvias en detrimento de los contenidos legales. Perseguir estas quimeras y luego trasladarlas a los centros educativos no es ciencia-ficción. En muchas tertulias, debates de radio y televisión se escucha a menudo.
Eso debería enseñarse en la escuela.
Y así ocurre que un dirigente en busca de ego hace de ello su causa y muchos problemas sociales se derivan a los centros de enseñanza. Sexualidad, educación viaria, igualdad entre sexos, coeducación, paz mundial, anticoncepción, competencias básicas, maltrato de género, prevención del SIDA, uso de Internet, inteligencia emocional, multiculturalidad, solidaridad con el Tercer Mundo, redes sociales, homosexualidad, homofobia, ahorro energético, consumo responsable, pedofilia, uso de preservativos, enjuagues de flúor, acoso, drogas, alcoholismo, tabaquismo, dinámicas empresariales, contrato de seguros, demanda de créditos, neoliberalismo, fundamentos en economía, sexismo y demás causas llenan un saco bastante lleno de nuevas obligaciones que los colegios asumen a costa de vaciar el tiempo de sus temarios. A veces se destinan más recursos en el sexo responsable que en el estudio responsable, algo paradójico ante las pedagogías teóricas que fomentan la libre expresión escolar del deseo: culo veo, culo quiero. Pensar que el deseo es el principio pedagógico educativo anima más a joder sin miras que a ver con quién. Como decía Epicuro, no hay pobre más pobre que el que tiene deseos ilimitados.
Pero volviendo a los centros que abusan de actividades en pro de la educación, vemos que ello va en detrimento del aprendizaje. Con ello no se sentencia que el centro que acometa esos objetivos sea poco eficaz, todo lo contrario, ese instituto se preocupa por sus escolares. El problema radica en el exceso de sesiones destinadas a tales informaciones. Los profesores no son la virgen María de Lourdes y por tanto no pueden hacer milagros con su tiempo. Si somos terrenales nos daremos cuenta que un alumno permanece en el colegio sólo cerca del 15 por ciento de las horas del año, unas 1.350 horas de escuela frente a las 8.760 horas del año. Además se estima que del 85 por ciento de las horas que un escolar pasa fuera del centro, el 40 por ciento lo ocupa viendo pantallas de televisión, Internet o móvil. Así que con ese casi quince por ciento de horas escolares, un veinte si descontamos las horas de sueño, pocos milagros pueden invocar los centros en educación social y urbanismo. Educa infinitamente más lo externo a la escuela que lo interno, y ya dijimos que sistema educativo no es igual a sistema escolar.
Para reducir todas estas quimeras en su justo punto sólo hay una manera, pasar por el diálogo familiar. Aplauda a ese docente que aconseje repartirse la educación social entre escuela y padres, de otro modo sus hijos perderán muchas clases de lenguas y matemáticas. En ese sentido, y si son dos, instituto y familia, los chavales escucharán dos veces los mismos mensajes educativos. Por tanto, si un profesor aconseja apagar la televisión y hablar de todos estos temas con los hijos durante las comidas, no piense que es una intromisión en su hogar, es algo familiar. Si un docente le propone que en la mesa nada de móviles conectados para prestarse atención los unos a los otros, no piense que es una utopía, es algo necesario. El profesor le está dando una información para que la familia eduque mejor. Si uno cree que eso es imposible y que toda su parentela es adicta a la pantalla, un consejo, se puede dejar. Sólo basta con apretar un botón, el del OFF, y desaparecerá esa hipnosis colectiva. Un padre amigo mío se le ocurrió un día fingir que se había estropeado el televisor, de hecho sólo dañó el enchufe. A partir de esa cena dejaron de verla durante las comidas pasando a compartir algo más que unos alimentos, pasaron a conllevar conversaciones y urbanidad. Por tanto, apáguela, converse y averigüe como piensan sus retoños. Luego el colegio repetirá en tutoría esos asuntos sobre corrección pero sin suprimir clases de idiomas por ello.
jueves, 20 de octubre de 2016
39. LAS CAUSAS DEL TDAH
La gran pregunta sobre las causas del TDAH es si este transtorno es más genético que adquirido o viceversa. Vayamos por partes y sopesemos los hechos sin las emociones de los afectados por medio.
El primer dato nos lo ofrecieron unos estudios médicos en octubre de 2007 presentados en Barcelona durante un congreso de medicina sobre el sueño. Según estos, el 15 por ciento de los niños llamados hiperactivos, en realidad padecían trastornos del sueño. Así lo indicaban los especialistas Gonzalo Pin del Hospital Quirón de Valencia, y Milagros Merino del Hospital La Paz de Madrid. El pequeño que dormía mal, al día siguiente mostraba conducta irritable, pérdida de concentración, bajo autocontrol y disminución del rendimiento escolar. Por esos signos se le clasificaba como hiperactivo al ser síntomas del TDAH. Sólo con cambiar sus pautas de sueño se corregía la supuesta hiperactividad. Estos malos hábitos se adquirían durante los primeros años de vida. Los médicos afirman que a partir de los siete meses se debe enseñar a dormir bien a los lechones. Los padres deben relajar a su hijo para que se duerma. Rutinas de horario fijas, dietas suaves y sin azúcares excesivos en la cena, actividades relajantes al anochecer, obligación de dormir solos en una habitación tranquila, son las recomendaciones más comunes que se dan para evitar el trastorno del sueño y con él, posibles y fatuas hiperactividades futuras. En fin, que malos hábitos y no una enfermedad, causan el 15 por ciento de los TDAH diagnosticados.
El segundo mal hábito provino de un estudio sobre alimentación. En setiembre de 2007 la Autoridad Europea de Seguridad, EFSA en sus siglas en inglés, dijo que analizaría si algunos aditivos y colorantes usados en dulces y refrescos azucarados podían inducir al TDAH. Trabajos en la Universidad de Southampton así lo parecían indicar. Los autores de dichos trabajos relacionan la hiperactividad con predisposiciones genéticas y malos hábitos educacionales. El estudio publicado en la revista The Lancet, constataba que los niños que habían consumido hidratos de carbono con ciertos aditivos mostraban comportamientos bulliciosos y pérdida de concentración algo superiores a los que no lo hacían. Deberíamos recordar que un exceso de calorías de fácil asimilación como son los azúcares, incentiva esa ligera subida del bullicio en un grupo de alumnos. Por otro lado, en los consejos dados anteriormente para evitar el trastorno del sueño, quedaba claro que una dieta con exceso de hidratos de carbono activa de noche al escolar y no le permite dormir plácidamente, algo que puede desatar el fatuo TDAH por la mañana.
El tercer dato es la ausencia de la cultura del esfuerzo. En esto hay testimonios muy reveladores, los propios escolares diagnosticados de hiperactividad. La mayoría de ellos reconocen que aprovechan la supuesta enfermedad como excusa para hacer lo que les da la gana, es decir, no estudiar. Sirva la siguiente redacción de un escolar de 14 años con TDAH y los hechos hablan por si mismos. Las faltas de ortografía y sintaxis fueron, por dignidad, corregidas.
Cuando llego a clase sólo me apetece fastidiar, faltar al profesor y hablar lo que me venga en gana. Esto me molesta porque no me puedo controlar (en las clases de docentes que imponían límites sí se comportaba) y siempre me expulsan, me ponen mala nota y me imponen faltas. Los médicos dicen que eso se llama hiperactividad y me han dado pastillas a punta pala y me han hecho asistir a terapias que sólo han servido para sacar dinero a mis padres. De hecho, lo que simplemente me pasa es que quiero hacer lo que me de la gana (algo que le ocurre a todo el mundo y en especial a cualquier niño sin límites), y como en el colegio no me lo permiten (pero sus padres sí), hago ruido y escándalo para poder salirme con la mía (costumbre adquirida ya que el padre confesó que jamás le había castigado). Yo soy un pájaro libre que quiere volar pero que está en una jaula en clase y no le dejan hacer lo que sí puede fuera del colegio (días antes los padres se quejaron de los profesores del centro porque según su hijo lo estaban acosando).
Claro está que el alumno sufría de una falta de hábitos en el autocontrol y no de una enfermedad llamada TDAH, una patología que había sido diagnosticada por varios especialistas en primaria y tratada con toda clase de fármacos durante secundaria. Si a ello sumamos el error de explicar al alumno que padece una enfermedad, algo no cierto, y que por ello se le rebajan los contenidos, el adolescente se acostumbra a trabajar menos y a caer en un pozo de inactividad, algo que así me confesó en privado este alumno. En fin, que la hiperactividad no era una mancha de serie imborrable, sino simplemente algo que unas malas rutinas, falta de límites y bajas atenciones paternas despertaron del letargo interno. No parece aconsejable que algunos expertos defiendan explicar al estudiante que padece de TDAH y que para ello se le reduzca el grado de exigencia escolar. Eso equivale a estafarle con una educación descafeinada. Por desgracia muchos padres aceptan el diagnóstico del TDAH como una enfermedad que les consuela, una etiqueta que les aleja de cualquier sensación de culpabilidad: la culpa no fue nuestra, lo ha sido lo innato de nuestro hijo.
Un cuarto factor causante de la hiperactividad es la falta de pautas en orden, cariño, disciplina y premios, en fin, escuchar y atender al infante. Mejor regalarle tiempo de juego, límites y estima que no móviles, consolas y ordenadores para que no moleste. Un zagal abandonado por unos padres ausentes no llega a desarrollar sus capacidades de autocontrol y concentración que luego el TDAH justifica. La relación entre mentores que no castigan y no premian al infante, más una ausencia de rutinas en comidas, deberes y sueño hallan una clara relación con el TDAH. Sin orden, ni juegos, ni disciplina aumenta la impulsividad del rapaz y por tanto su incapacidad de autocontrol y de concentrarse. En eso resulta muy importante, y para evitar la hiperactividad, que se enseñe a los chiquillos a esperar. Ellos deben saber que no todo puede ser inmediato como el clic en un ordenador, o como el sí de unos padres ante su revolcón llorón. Un estudio de la facultad de Psicología de la URV, Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, demostró que la impulsividad adquirida, que no innata, está implicada en el TDAH y la violencia, es decir, que cualquier entorno que promueva la ausencia de control anima a la aparición de la hiperactividad y de la agresividad. La doctora en sicología, Fàbia Morales, así lo indicaba en su tesis doctoral en enero de 2008. Para los psicólogos Eduard Vieta, profesor de la UB, y Mercè Mitjavila, profesora de la UAB, la educación de los hábitos resulta crucial para prevenir la impulsividad y sus actos violentos. Así lo declaraban en La Vanguardia en mayo de 2014. Cabe añadir que en enero de ese mismo año el psicólogo clínico, Joseph Knobel Freud, escribía en la revista Unicamp de la Universidad Estadual de Campinas, Sao Paulo, Brasil, que:
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se está diagnosticando muchísimo. Si hiciéramos caso a las estadísticas, nos encontraríamos ante una auténtica epidemia. Pero, en mi opinión, este trastorno no existe [...]. El TDAH estigmatiza al hacer sentir al niño como a un enfermo, algo que reduce su complejidad a un paradigma simplificador bajo un supuesto déficit neurológico.
En resumen, y si ahora se suman todos los malos hábitos anteriores como trastornos del sueño, abuso de azúcares, ausencia de rutinas, ausencia del esfuerzo, ausencia de disciplina, padres ausentes y la impulsividad que conlleva, parece obvio que la hiperactividad resulta algo más adquirido que heredado y no una enfermedad. Niños que viven conectados más consigo mismos que con el exterior, niños que buscan el afecto de sus mayores pero que no lo hallan, niños que desean ser tan mirados pero que no saben fijar su atención hacia su entorno, niños hiperestimulados por móviles, pantallas y juegos automáticos pero que no conciben la realidad tangible y manual de lo creativo en tres dimensiones, niños que se les regala el camino fácil ante las dificultades exteriores, niños con algún déficit no diagnosticado ni corregido durante su infancia, niños de madres fumadoras y bebedoras durante el embarazo y que luego desatienden a sus vástagos, niños tristes ante unos adultos que le restan importancia a su languidez, niños abandonados en casa pero muy imaginativos para huir de una realidad familiar no deseada, niños muy inteligentes pero que han sido masacrados por alguna deficiencia, niños de madres adolescentes que no saben atender luego a sus alevines, niños que bajo una situación de violencia no superada adquieren una capacidad de alerta continua que les bloquea su atención, niños hipersexualizados por padres y entorno pero que todavía no pueden descargar su excitación como los adultos, niños que no se les enseñó en su momento a dormir solos, niños que no conocen el miedo al castigo pero que ante el miedo al docente sí corrigen su hiperactividad, y niños que no se les brinda tiempo de interacción con sus padres durante comidas, encuentros y conversaciones, forman todo el corolario de hiperactivos que no soportan el fracaso de la realidad y desatienden su atención hacia esta. Ante todos estos datos ya no se puede decir un niño tenga una enfermedad llamada hiperactividad, sino que este zagal se halla ante una disfunción a superar. Por tanto, y para evitarla y corregirla, se debe aplicar lo contrario a su causa, sus antídotos: pautas correctas para ir a dormir; baja ingestión de glúcidos antes del sueño; rutinas diarias en comidas; momentos lúdicos e interacciones con sus responsables; horario regular de estudio; cultura del esfuerzo en ello; diagnóstico y tratamiento infantil ante cualquier déficit en el aprendizaje; amor y límites en su entorno próximo; y por último, técnicas efectivas para reducir la impulsividad infantil. A mayor disciplina, mayor esfuerzo invertido, lo que aumenta la fortaleza del zagal y reduce su nivel de frustración e impulsividad, algo que nos lleva de nuevo al autocontrol, un pez que se muerde la cola y aumenta más y más a cada vuelta rescatando de su hiperactividad al escolar. En caso contrario, y si un educador le insiste que hay que priorizar la hiperactividad como una enfermedad paralizante, y no como una situación a superar, le está haciendo un flaco favor a su hijo. Sería como si a alguien olvidadizo por no utilizar la agenda se le recetaran pastillas.
- ¿Que padezco doctor?
- Síndrome del despiste.
- ¿Y eso es grave?
- No, sólo un mal hábito.
- ¿Y cómo se cura?
- Primero dejando de creer que usted es un enfermo.
- ¿Y segundo?
- Pues luego dejando de venir a mi consulta para que los dos no perdamos más el tiempo, ¿qué tal un poco de voluntad, un buen uso de la agenda y más esfuerzo por su parte?
Pero otro mal facultativo optaría por otra treta:
- ¿Que padezco doctor?
- Un trastorno de la memoria con despiste agudo.
- ¿Y eso es grave?
- Se puede tratar.
- ¿Y cómo se cura?
- Pues con estas pastillas de glucosa con cafeína – algo que todos los estudiantes siempre utilizaron para mejorar su memoria -, y con esta agenda de regalo. Úsela a menudo y ya verá.
Con ello no desaconsejamos el uso de fármacos para tratar el TDAH. Éstos sirven para casos extremos y no para convertir a un alumno en un enfermo autoconvencido. Eso significaría transmutarlo en un inválido intelectual, alguien que luego es incapaz de superar con su propio esfuerzo la situación y que espera que los fármacos le resuelvan el problema para siempre. Recuérdese que una enfermedad no suele ser una elección, en cambio un hábito sí. Más de dos horas entre deberes y estudio diarios debieron ser praxis normales para cultivar todo el potencial de cualquier estudiante. En caso que no pueda hay que analizar si existe alguna causa clínica que no se diagnosticó de pequeño.
En resumidas cuentas, entorno y genética siempre fueron dos partes inherentes de la especie humana difíciles de separar. Sin cultura no nos hacemos humanos pero sin base innata no habría un ser para ser educado. El límite entre la una y la otra siempre suscitó miles de debates científicos y filosóficos. Quizás fue nuestra obsesión por clasificar las cosas el error. Jamás existieron en nosotros dos entidades claramente diferenciadas como cultura y biología, simplemente los humanos somos las dos cosas a la vez. Nacemos con potenciales que yacen dormidos hasta que nuestros hábitos los activan o los reprimen, pero son nuestras conductas, y no nuestros genes, quienes mandan más en ello. Como decía Kant, nos hacemos humanos al ser educados por otros humanos educados. Así pues, nuestro entorno y cultura afectan nuestras predisposiciones genéticas. Depende pues de nosotros potenciar la inteligencia o reprimir la hiperactividad.
Finalmente, ¿qué decir pues de la hiperactividad? Pues que sí, que existe, pero con dos matices. El primero es que hay decenas de causas diferentes que provocan el TDAH y la segunda es que la inmensa mayoría de ellas NO son cien por cien innatas sino por causas externas. El TDAH no es una enfermedad, simplemente suele provenir de un mal hábito inducido, y como errónea costumbre adquirida, puede resolverse con rutinas y esfuerzo diario. Los fármacos puede que ayuden puntualmente pero sin un cambio de hábitos la cosa se hará sempiterna bajo un alumno adicto a derivados de las anfetaminas. Todos los datos médicos anteriores así lo indican. En fin, lo padres no deben creerse esclavos de ningún diagnóstico que paralice a su hijo. La hiperactividad no es una lacra, simplemente es una dificultad a corregir.
miércoles, 19 de octubre de 2016
38. L'ESCOLA PER PROJECTES a les V JORNADES DE SECUNDÀRIA
Durant el juliol de 2015 la UNESCO es va declarar partidària de la pedagogia per projectes. De manera gairebé immediata, i sota l’aixopluc de moltes institucions, han estat molts els centres que s’han repensat la manera d’ensenyar. Amb aquest objectiu, i durant aquest 2016, alguns centres dels Jesuïtes, de l’Escola Pia i de la Xarxa Competències Bàsiques, així com també escoles i instituts públics, estan incorporant aquesta pedagogia als seus centres. Com una gota de tinta dins un got d’aigua, el model del «treball per projectes» s’està escampant per tot el país.
Davant l’eclosió d’aquesta estratègia, i com sol passar, han aparegut entusiastes, detractors i eclèctics. Els entusiastes afirmen que la pedagogia per projectes és un camí innovador a seguir, que aquesta estratègia comporta una manera d’aprendre fàcil i divertida que satisfà alumnes, pares i professors. Els detractors sentencien que l’escola per projectes és més una creença dogmàtica que una evidència científica. I finalment, els eclèctics es mantenen en un terme mig dient que, potser com a mètode parcial podria estar bé, però que aplicat globalment podria resultar neutre, o fins i tot negatiu per al sistema educatiu.
Durant aquestes V JORNADES DE SECUNDÀRIA, i amb l’assistència d’experts de vàlua contrastada, es farà balanç de tot l’anterior responent a les següents preguntes. En què consisteix la pedagogia per projectes? Com s’organitza en un centre? Quines avantatges i quins inconvenients té? Quins són els seus orígens? Va tenir defensors i detractors en el passat? Reduirà significativament l’actual i gegantí fracàs escolar?
Sindicat Professors de Secundària (aspepc·sps) amb la col·laboració d'ACESC us proposem aquestes jornades dirigides al professorat de secundària. Us hi esperem!
Tindran lloc a la sala d'actes de l'Il.lustre. Col·legi de Doctors i Llicenciats de Catalunya els dies 25 i 26 de novembre. El divendres, de 16h. a 21:30h, i el dissabte de 10:00h a 14:30h.
Aquestes jornades s'inscriuen en el marc del Pla de Formació Permanent del Professorat, estan homologades pel Departament d'Ensenyament i computen com a curs de 15h.
Programa
Divendres, 25 de novembre
16:00h. Lliurament de documentació
16:15h. Presentació de les Jornades:
Josefina Cambra. Degana de l'Il·lustre Col·legi de Doctors i Llicenciats de Catalunya.
David Rabadà. Director del curs.
16:30h. Conferència: “Aprenentatge basat en projectes des de la neuroeducació”
Jesús C. Guillén Buil
Professor de Neuroeducació (ICE, Universitat de Barcelona)
Llicenciat en Ciències Físiques i Máster de neurodidàctica per la Universidad Rey Juan Carlos.
18:15h. Descans
18:30h. Conferència: “Efectos indeseados del debilitamiento del currículo escolar”
José Manuel Lacasa
Director del IFIE
Llicenciat en Geografia i Història (UCM)
Màster en Metodologia de les Ciències del Comportament i de la Salut (UAM)
20:15h. Col·loqui
Dissabte, 26 de novembre
10:00h. Conferència: “El trabajo por proyectos en la enseñanza secundaria. Limitaciones y posibilidades”
Francisco López Rupérez
Doctor en Ciències Físiques
Ex-president del Consejo Escolar del Estado.
11:30h. Descans.
12:00h. Debat-Taula rodona
Participants:
Jesús C. Guillén
José Manuel Lacasa
Francisco López Rupérez
Xavier Massó
13:30h. Conclusions i clausura final
14:30h. Dinar de cloenda (opcional)
Matriculacions
Del 14 d'octubre fins al 22 de novembre de 2015 a http://secundaria.info/cursos.php
lunes, 17 de octubre de 2016
37. Hiperactividad y TDAH.
Dos por uno no es el nombre de un aceite milagroso que quita el óxido del fracaso escolar, es un asunto que puede contarse con gotas de humor. Oraba un chiste muy lamido que en una conversación entre una madre y una vecina decían lo siguiente.
- ¿Veo que has tenido gemelos?
- No son gemelos, es sólo uno pero hiperactivo.
En fin, el dos por uno. Los síntomas centrales del TDAH no son el nerviosismo, como muchos creen, sino una falta de autocontrol generalizado más una insatisfacción irracional que el aquejado aprende a suplir inconscientemente con actitudes díscolas. Todo ello puede conllevar un sesgo en la atención del zagal, una dificultad para finalizar las tareas y una excesiva inquietud. Para diagnosticarlo en casa se utiliza un test, el Cuestionario de Conducta de CONNERS, al que los padres deben responder indicando un «nada», «poco», «bastante» o «mucho». Luego, y con las casillas marcadas, se computa el índice de hiperactividad. Las preguntas son: 1. Es impulsivo, irritable; 2. Es llorón/a; 3. Es más movido de lo normal; 4. No puede estarse quieto/a; 5. Es destructor (ropas, juguetes, otros objetos); 6. No acaba las cosas que empieza; 7. Se distrae fácilmente; 8. Tiene escasa atención; 9. Cambia bruscamente sus estados de ánimo; 10. Sus esfuerzos se frustran fácilmente; y 11. Suele molestar frecuentemente a otros niños. Obviamente estas preguntas no son suficientes para un correcto diagnóstico y cabe la observación atenta de un psiquiatra al respecto.
Pero, ¿cuál es la causa de la hiperactividad? Para muchos psiquiatras y asociaciones de familias con hijos hiperactivos la causa es más genética que adquirida, en cambio para muchos psicólogos, neurobiólogos y docentes la causa es más adquirida que genética. En ambos lados hay sus excepciones, pero lo básico es que existen estas dos tendencias para explicar el origen del TDAH. Analicemos y evaluemos ambas posturas.
Si el test anterior lo aplicamos a cualquier infante menor de 5 años daría que todos los humanos hemos sido hiperactivos alguna vez. Todos los niños suelen ser movidos, dispersos y con bajo nivel de autocontrol, algo que define la infancia en si misma. Es más, resulta normal que un niño sea inquieto, que se distraiga con el paso de una mosca y que proteste ante una orden adulta. Durante esta etapa debe aprender a controlarse bajo los límites paternos. Si un chiquillo se mueve cuando padece hambre, soledad, frío o sueño, no se le diagnostica un TDAH sin más. Los adultos atentos nos damos cuenta que el zagal se mueve por falta de algo que el infante todavía no ha aprendido, su autocontrol. Un humano maduro sabe, hasta cierto límite, autocontrolarse si siente hambre, soledad, frío o sueño, pero el crío todavía no ha adquirido estos aprendizajes y ante cualquier incomodidad se muestra inquieto y movido. Si el entorno no educa en la espera, la calma y el autocontrol ante el hambre, la soledad, el frío o el sueño regalando de inmediato lo deseado por el zagal, este jamás aprenderá a ganárselo. Cualquier crío necesita adquirir paciencia, rutinas y esfuerzo para su posterior madurez. Por tanto, y como ya se dijo con anterioridad, el test Conners no es suficiente para un diagnóstico correcto del TDAH. Este cuestionario simplemente describe la más temprana infancia que un niño sin límites, premios y atenciones no sabrá superar. Si un zagal no aprende a autocontrolarse y continua movido, disperso e impulsivo, pudiera ser diagnosticado como hiperactivo. En tal caso la terapia será una educación que corrija esas deficiencias. De hecho, un entorno acelerado en lo fácil y la hiperestimulación con libre acceso a televisión, internet o deseos lleva a los niños hacia la cultura del quiero y lo tengo con un clic informático. En ello está el papel de los padres si éstos no ponen límites adecuados a sus hijos, algo que explicaría la expansión del TDAH con cada vez más niños movidos y sin autocontrol, zagales que simplemente llaman la atención para que sus padres ausentes jueguen con ellos, les marquen límites o les regalen estima.
Cabe añadir que en otras patologías estudiantiles como dislexias, sorderas, problemas de lateralidad o miopías, la anomalía suele decretarse sin discrepancias entre los especialistas. Ello sucede por dos razones, existen pruebas clínicas que las detectan y los individuos afectados suelen manifestar su problema con claridad. Pero con la hiperactividad no hay análisis químicos que la corroboren y al final todo depende de un cuestionario y de las observaciones de un experto. El dictamen de éste es lo que decreta si uno padece o no tal síndrome sin que haya datos físicos o químicos al respecto, sólo observaciones. Se insiste, el fallo del especialista surge de descripciones del aquejado. Lo más preocupante es que algunos padres sienten en ello un mástil en donde aferrarse ante cualquier mal resultado de su hijo, es decir, viven agazapados al diagnóstico y ven a su hijo como a un enfermo.
- ¿Sabe que nuestro hijo sufre un trastorno de la atención con hiperactividad? – preguntaron unos progenitores a un profesor de castellano.
- ¿Un TDAH? Claro que lo sé. Ya fui informado en su momento.
- Pues esa es la causa de tantos exámenes suspensos en su asignatura. Él necesita una atención especial. Nos gustaría saber como le atiende ante esta patología.
Pero lo que el docente no se atrevió a decir era que en clase, y bajo la excusa del TDA con hiperactividad, el alumno había pasado a una hipoactividad, es decir, que no pegaba ni golpe, o dicho de otro modo, no terminaba los ejercicios que el profesor preparaba con exclusividad para él, algo que reducía tiempo de dedicación hacia la mayoría restante de compañeros de clase. Por ello cada vez hay más docentes que hablan de niños hiperactivos no como enfermos, sino como alumnos a quien orientar. Alberto Royo, profesor de secundaria en Navarra, decía al respecto en su blog.
¿No estaremos elevando a rango de patología lo que es un rasgo de la personalidad? ¿No llegará un momento en el que no haya característica personal que no tenga su correspondiente diagnóstico y tratamiento diferenciado? ¿Realmente es positivo para estos chicos “movidos”, “hiperactivos” o con “TDAH” diferenciarles de los demás? Sócrates decía: "nada resulta demasiado difícil para la juventud". ¿No se lo estaremos poniendo nosotros demasiado fácil?
En noviembre de 2006, el congreso anual de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria denunció el riesgo que la industria farmacéutica patentara nuevas enfermedades para vender más medicamentos. La gran mayoría de los síndromes psicológicos por aquel entonces descritos resultaban procesos naturales que la industria farmacéutica convertía en patologías con el fin de colocar nuevos fármacos cuya utilidad parecía, al menos, dudosa. El doctor Pablo Alonso, médico del Centro Cochrane Iberoamericano, señaló que así lo hacían algunas multinacionales farmacéuticas. Alonso afirmaba que con ello se lograba crear en los pacientes la falsa expectativa de una salud perfecta sin esfuerzos sintiéndose situaciones propias de la vida como síndromes a tratar con fármacos. Así al cansancio se le había llamado fatiga crónica; a la pereza de ir a trabajar, síndrome vacacional; a la timidez, inhibición social y al alumno desatento y sin control de si mismo, hiperactivo.
Según Alonso y otros científicos como Jörg Blench y Ray Moynihan, todas aquellas situaciones eran sensaciones que con esfuerzo se superaban, pero que los placebos de las farmacéuticas hacían que no se afrontasen y que se cayera en la debilidad psicológica y la falta de esfuerzo ante cualquier frustración de la vida. Jörg Blench en su libro Cómo nos Convierten en Pacientes sacó a la luz el hecho que ciertas farmacéuticas, asociadas a grupos médicos, patentaban nuevas enfermedades para crear un negocio con los fármacos que las trataban. También Ray Moynihan, científico australiano, pensaba igual. Éste añadía que se deberían deshacer los intereses económicos que existían entre médicos y farmacéuticas. Sabemos que detrás de algunas asociaciones de padres con hijos hiperactivos se hallan algunos laboratorios farmacéuticos. Cabe denunciar que las propias farmacéuticas subvencionan congresos que publicitan y promocionan fármacos para el TDAH. Sirva de ejemplo el de Mayo de 2014 en Barcelona. Durante los días 16, 17 y 18 de ese mes diferentes multinacionales farmacéuticas sufragaron el 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad celebrado en el CCIB de Barcelona con cabida para 700 asistentes. Allí se expusieron los últimos avances en servicios y productos para el tratamiento de la hiperactividad. La Presidenta del Comité Organizador, Elena O’Callaghan, puso como reclamo la siguiente opinión:
Todavía hay la falsa creencia que la mayoría de los trastornos de la conducta tienen una componente educacional, y no es así.
Una afirmación así significaba dos cosas. La primera que todos los trastornos de conducta no hallan relación con la educación y la segunda, que en este congreso no se iban a exponer opiniones diversas, sólo se iba a exponer una sola visión sobre la hiperactividad, la de las multinacionales farmacéuticas como Janssen, Sandox y Shire. Éstas eran las que subvencionaban el evento fabricando los derivados de anfetamina para los hiperactivos. Otras aportaciones venían de los laboratorios de complementos dietéticos Ordesa y Viate que sintetizan productos de parafarmacia para los niños con TDAH, más otras organizaciones psicopedagógicas y editoriales que apoyaban el TDAH como un trastorno sin relación alguna con malos hábitos educativos. Aunque lo paradójico fue que el propio Departament d’Ensenyament de la Generalitat catalana patrocinara también aquel congreso que decía que la educación no tenía nada que ver con las conductas adquiridas, un congreso dirigido casi exclusivamente a estudiantes, asociaciones de hiperactivos y familias a quienes se les ofrecía todo tipo de facilidades en desplazamientos de avión o de tren, en alojamiento, en restauración y hasta descuentos en tiendas, ¿que clase de congreso científico era éste que pretendía que sus principales asistentes fueran hijos, madres y padres pero no científicos, médicos y psicólogos?, ¿no se trataría en conjunto de una simple publicidad de las farmacéuticas y laboratorios? De hecho el precio de las inscripciones llegaba a los 440 euros, pero si eras asociado a algún gremio del TDAH obtenías un descuento del 90 por ciento. En fin, y dado todo lo anterior, ¿cómo se entendía aquel 5º Congreso Nacional sobre la Hiperactividad?
Con independencia de los congresos publicitarios, los fármacos que se allí se proponen suelen contener metilfenidato o atomoxetina, derivados de anfetaminas psicoestimulantes que calman a los estudiantes con TDAH pero que no atajan la causa genética que estos expertos defienden. Ya indicamos que para algunos psiquiatras, asociaciones de familias y laboratorios farmacéuticos la causa era más genética que adquirida, pero de hecho estos fármacos corrigen la conducta más que la condición innata del aquejado. Por otro lado no hay ningún afectado del TDAH que supere su condición sin terapias correctoras de hábitos. Y por último los fármacos que se recetan para el TDAH provocan efectos secundarios. Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, los medicamentos con metilfenidato producen alteraciones cardiovasculares, psiquiátricas, retardos en el crecimiento, insomnio, anorexia, convulsiones y hasta depresión. Además tal tipo de anfetaminas han sido prohibidas en Canadá y otros países por su conocida potencialidad adictiva, un hecho que deberían prohibir la administración de tales substancias a niños menores de seis años y mucho menos a estudiantes con tics (Síndrome de Gilles de la Tourette) o en jóvenes psicóticos ya que aumenta tal sintomatología. En cuanto al otro fármaco, la atomoxetina, ésta puede producir cambios en la presión arterial, alteración cardiaca, pérdida de peso, retardo en el crecimiento, síndromes gripales, mareos, pérdida de conciencia, vómitos y disminución del apetito. En fin, que una medicación que produce efectos relajantes inmediatos, pero sin esfuerzo del aquejado, se cobra el precio de muchos efectos secundarios bajo el riesgo de adicción psíquica y una quietud del afectado bajo una tristeza, insomnios y pérdidas de hambre muy frecuentes. Quizás la tendencia y la necesidad de resolver rápidamente cualquier problema psíquico y educativo impulsa esta medicación precoz. Sólo en casos psiquiátricos bien diagnosticados la terapia con fármacos parece justificable y necesaria. Ello sí, siempre acompañada de terapia educativa del individuo. Es decir, y ante el TDAH, cabe un camino intermedio entre medicamentar a la mínima o negarse en todos los casos. Éste es recetar fármacos cuando sea estrictamente necesario más combinar siempre una terapia educativa al afectado. En ello están de acuerdo la mayoría de psiquiatras, algo que nos lleva a ver la causa del TDAH como una combinación entre hábitos y genética.
Aun así, existen expertos que insisten sólo en la causa innata del TDAH. Gracias a la tomografía se conocen actividades singulares en el neurocórtex cerebral de los hiperactivos. Hay autores que lo interpretan como una prueba de la base genética de esta disfunción pero ello pudiera responder a algo adquirido. Esta parte superficial de nuestro encéfalo responde a lo aprendido y no a nuestros genes más primitivos y heredados. También sabemos que las dopaminas están implicadas en el TDAH pero también estas responden a estimulaciones externas como el miedo, el sexo y el deporte. De hecho el individuo con TDAH reduce su ansiedad con una las tres acciones anteriores: miedo, sexo o deporte. Por tanto el entorno puede reeducar su disfunción y no cabe ver al hiperactivo como a un paciente. A pesar de todo algunos afirman que son enfermos y que deben ser los educadores quienes se esfuercen para que los afectados no trabajen tanto. Tal perspectiva hace que se trate a los hiperactivos como incapacitados, algo nada estimulante para un estudiante, algo que en nada aviva la dopamina.
En la experiencia de muchos docentes se hallan muchos alumnos con TDAH que una vez diagnosticados su rendimiento cae en picado. Piense en lo siguiente, si al presunto hiperactivo se le dice y repite que padece un TDAH, el chaval se cree incapacitado y acaba por desarrollar otra anomalía, un QTTT, que trabaje tu tía. Quizás ese nuevo trastorno, el QTTT, sea el origen del infinitivo que sufren, qatear. En fin, que sin quererlo hemos hecho fracasar al alumno bajo su nuevo QTTT algo que le ha convertido en un cateto sin que él fuera culpable de su inapetencia estudiantil. Es más, muchos TDAH muestran un elevado coeficiente de inteligencia pero que tras ser continuamente amonestados derivan en actitudes agresivas o disruptivas. Así, y de una forma inconsciente, aprenden que con una acción física enérgica estimulan su dopamina para después sentirse relajados. Por dicha razón muchos de ellos llegan a la marihuana u otras substancias relajantes. El TDAH ve en su vida una barrera a vencer con todo tipo de artimañas.
- ¿Saben que Oriol ha faltado dos días de clase falsificando los justificantes de ausencia? – inquirió el anterior profesor a aquellos padres (los nombres han sido falseados).
- Sí, pero creemos que es algo comprensible – respondió el padre con aplomo y educación.
- ¿Comprensible? Podría explicarse por favor.
- Oriol nos ha contado que la mayoría de profesores le acosan verbalmente y eso le afecta mucho. Por eso se ausenta del colegio.
- ¿Saben entonces que Oriol no quiere pegar ni golpe?, ¿que se pasa las clases riendo, provocando a los docentes y que por eso éstos le exigen, que no acosan?
- Dada su hiperactividad todo eso es normal. Ustedes deberían tenerlo en cuenta. Su ritmo de trabajo es inferior al de los demás.
Inferior no, era nulo. En fin, que el problema de aquellos padres fue que se creían en demasía la hiperactividad como una enfermedad que incapacitaba a su hijo, y no como algo a superar con actitud. En algunos casos los docentes con grandes dotes de autoridad frenan y neutralizan a los hiperactivos, algo que encaja con los datos psiquiátricos. Según el Dr. Casas del Grup de Recerca de Psiquiatria del Hospital de la Vall d’Hebron en Barcelona, el hiperactivo reduce su disfunción cuando hace deporte, practica el sexo o siente miedo. Que los hiperactivos se mueven para reducir su ansiedad ya lo sabemos, que el sexo es una buena fuga para reducirla también, pero que el miedo sea otra forma de frenarla sólo algunos docentes lo tienen en cuenta. Desconozco que puede argumentar la psiquiatría a favor o en contra, pero por los casos que conozco, la autoridad, que no el autoritarismo, funciona bastante bien ante la hiperactividad. Cabe indicar aquí que a tenor de los últimos avances en neurobiología pudiera ocurrir que la hiperactividad fuera una disfunción a superar con esfuerzo y hábitos familiares férreos.
Investigaciones recientes han demostrado que en el aprendizaje la atención influye más que la capacidad innata del individuo, es decir que el entorno puede más que la genética y que por tanto, la capacidad no es innata. Si la hiperactividad hunde sus raíces en lo adquirido, ésta pesa más que lo innato y por tanto los malos hábitos la desatan y por el contrario, los buenos la pueden desactivar. Muchos educadores saben que una educación motivadora, con autoridad y con retos, llamada estudio esforzado o deliberate practice, crea chicos brillantes con gran independencia del genoma heredado. Estudios de neurociencia también afirman que el ambiente afecta más que la genética en el talento de los estudiantes. Un estudio efectuado durante más de siete años sobre unos 2000 niños, afirmaba que el entorno social y cultural ostenta mayor influencia que la genética en sus CI o coeficientes de inteligencia. El estudio se realizó sobre una población estudiantil afroamericana en seis barriadas distintas de la ciudad de Chicago. Los resultados descubrieron notables y pertinaces descensos en la destreza verbal de los chicos ubicados en los barrios más desfavorecidos. Para más información se puede consultar por Internet, Proceedings of the National Academy of Sciences USA del 19 de diciembre de 2007. Añadamos a lo anterior que familias con autoridad firme en donde se practica el estudio esforzado crean alumnos sin problemas educativos y sin hábitos hiperactivos. Estos padres realizan prodigios con sus hijos gracias a una gran dedicación y a un buen ideario moral. La genética está allí, pero no para creernos dirigidos por ella, sino para moldearla. Hacer creer que estamos llenos de talento innato, como la pedagogía teórica pretende, resulta un craso engaño y una estafa tremebunda. Quizás por ello haya hoy tantos NINIS y TDAH entre nuestros jóvenes.
En el año 2006 la Cambridge University Press publicó The Cambridge Handbook of Expertise and Expert Performance donde K. Anders Ericsson, Paul J. Feltovich, Robert R. Hoffman y Neil Charness compilaban una serie de artículos y observaciones que demostraban algo paradójico, que los expertos no nacen, se hacen, es decir que los buenos hábitos pueden despertar los buenos genes, las capacidades innatas. Otra vez aquí, la educación que motiva y pone retos a los hijos, estudio esforzado, crea chicos brillantes, hasta niños prodigio. Ejemplos de ello fueron Mozart en la música, Tiger Woods en el golf y Judit Pólgár en el ajedrez. Todos ellos recibieron una educación muy temprana destinada a dominar cierta especialidad. Ello nos vuelve a indicar que una educación bien dirigida potencia las capacidades innatas y reprime hiperactividades y demás chacras. La idea que los niños brillantes no nacen, se hacen, choca con nuestra concepción determinista del tan de moda genoma humano. Bajo este prisma, todo parece contenido en los genes pero es la cultura quien amasa el barro de nuestras capacidades innatas. Heredamos potenciales gracias a nuestros cromosomas pero bajo un buen influjo los buenos llegan a fructificar, en caso contrario jamás se aprovechan. Cómo decía Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica y profesor emérito de Economía Política de la Universidad de Warwick.
Nuestra naturaleza puede predisponernos a aprender, pero lo que aprendemos depende de cómo nos crían.
A tenor de los últimos descubrimientos en neurobiología, los superdotados surgen más del influjo familiar que no del genoma heredado, todo lo contrario de lo que creen los padres agazapados al diagnóstico de un TDAH. En marzo de 2007 la investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Mara Dierssen, declaraba lo siguiente.
Los modernos estudios de neurociencia indican que el ambiente influye más que la genética en el talento musical. Puede existir una predisposición genética, pero cuando se estudian casos de gemelos univitelinos que se han criado en entornos diferentes, uno musical y el otro no, se comprueba que lo más influyente es el ambiente. Algo parecido sucede con los idiomas. Es decir, la genética está siempre en un segundo plano con respecto a los hábitos.
El ajedrecista Philip E. Ross, en el número de septiembre de 2006 del Scientific American, escribía:
Las pruebas de qué dispone la sicología indican que los expertos no nacen, se hacen. Más todavía: la probada posibilidad de convertir rápidamente un niño en un experto – en música, en ajedrez y en otros muchos campos – plantea un claro reto al sistema educativo. ¿Sería posible hallar la forma de incitar a los escolares al estudio esforzado que mejora su destreza lingüística y aritmética? [...] En lugar de estar perpetuamente preguntándonos ¿por qué no sabe leer el niño?, tal vez hubiera llegado el momento de decir ¿por qué ha de haber algo que no pueda aprender?
La opinión anterior halló un respaldo definitivo en invierno de 2008 cuando el neurobiólogo Douglas Fields demostró que el cerebro humano adquiría mayor potencial de aprendizaje si desde pequeño uno se esforzaba. De hecho, y desde el año 2005 existían trabajos de este autor en ese sentido. Durante mucho tiempo se había considerado que la sustancia blanca cerebral era menos útil que la gris, de ahí la falsa expresión que los humanos sólo utilizábamos una parte de todo nuestro potencial encefálico. Ahora, y como se ha demostrado, lo utilizamos todo. La sustancia gris del cerebro corresponde a cuerpos neuronales mientras que la blanca son axones recubiertos de mielina. Pues bien, cuando nacemos nuestras células cerebrales se hallan poco mielinizadas. El ritmo y crecimiento de esta sustancia alrededor de los axones influye en el aprendizaje, la memorización, la inteligencia y el autocontrol, todos antídotos de la hiperactividad. Lo más curioso del caso es que el recubrimiento de mielina es mayor en individuos que desde pequeños fueron estimulados y educados bajo el esfuerzo. Es decir, la perseverancia, el orden y los límites desarrollan nuestra mente. En este sentido los estudios del doctor Vincent J. Schmithorst del Hospital Infantil de Cincinnati hallan una correlación directa entre el desarrollo de la sustancia blanca cerebral, el cociente intelectual de los niños estudiados y su esfuerzo aplicado. Otras investigaciones ponen de manifiesto que los niños desatendidos por sus familias poseen un 17 por ciento menos de sustancia blanca que los bien atendidos, algo que indica que los padres ausentes pudieran ser causa de TDAH en su descendencia. En resumen, que la experiencia influye en la mielinización, y esta en la inteligencia del individuo. Si queremos que un zagal alcance un nivel elevado de inteligencia, debe empezar a ejercitarla desde edades muy tempranas. El doctor Douglas Fields escribía lo siguiente en el número de abril de 2008 del Scientific American.
El cerebro que poseemos hoy lo construimos al interaccionar con el entorno mientras crecemos y nuestras conexiones neuronales comienzan a mielinizarse.
Se insiste por tanto que el esfuerzo cuenta más que la capacidad innata y que el TDAH puede evitarse con ello. Si se dan las condiciones para que el alumno se sienta empujado hacia el esfuerzo todo fluye hacia el éxito. Si existe una familia comprometida, más unas leyes exigentes en los currículos, el esfuerzo aparece y con él la mayor fijación de mielina en los axones neuronales, algo que conlleva una mayor capacidad memorística y a un mayor número de conocimientos y descubrimientos con su placer intelectual y motivación incorporados, algo que nos lleva de nuevo al esfuerzo cerrando un bucle que se retroalimenta positivamente para crecer y crecer sin TDAH alguno. De ahí los resultados del equipo del doctor Schmithorst en el Hospital Infantil de Cincinnati, de ahí que a más esfuerzo, más mielina y mayor cociente intelectual de los niños. Pensar lo contrario es creerse atrapado por un fatalismo genético que nos condena al fracaso escolar. En tal caso nadie debería hacer esfuerzo alguno. Pero los datos dicen todo lo contrario. Sirva otro ejemplo en el sistema educativo de California. Allí los alumnos latinos tienen una perspectiva fatalista de ellos mismos y fracasan académicamente al no esforzarse. En cambio los asiáticos saben que el trabajo sostenido les sirve como ascensor social. En consecuencia los latinos culpan a la sociedad de su frustración y esperan que esta les compense mientras los asiáticos mejoran día a día su situación profesional. La prueba de ello es que los asiáticos son los mejores estudiantes del sistema escolar californiano. Cabe añadir, como ya se ha indicado en otros párrafos, que los alumnos con dificultades innatas inevitables debían haber sido diagnosticados y tratados ya en infantil. Por desgracia la pedagogía teórica prefiere alentar a todos los alumnos hacia sus sueños por encima de sus limitaciones clínicas. Es decir, la pedagogía teórica se opone a lo que la ciencia sabe diagnosticar y tratar.
En resumidas cuentas, y aportadas todas las informaciones anteriores, se debe afirmar que la inteligencia y la concentración se posee si se trabaja o se trata, como también se adquiere la hiperactividad si un mal hábito la impulsa. El TDAH resulta pues un potencial innato despertado por unas costumbres erróneas que en breve detallaremos, pero jamás un destino totalmente determinado por nuestros genes. Por tanto, para reconducir una hiperactividad por buen camino habrá que evitar tales males prácticas potenciando sus contrarias y diagnosticando prematuramente tal problema ya en infantil. Lo curioso del caso, y una vez detectada la hiperactividad, es que hay dos opciones para comunicarla a los padres. La primera como algo a superar y por tanto la solución debería ser corregir el mal hábito. La segunda, afirmar que el lechón padece una enfermedad genética sin responsabilidad de nadie. Si el estudio esforzado demostró su efectividad para despertar inteligencias innatas, ¿por qué no probar lo mismo para resolver la hiperactividad? Muchos docentes afirman que con la reforma educativa la cultura del esfuerzo cayó en picado, ¿y si por culpa de eso, más unos malos hábitos, se daba la actual expansión de la hiperactividad? Si analizamos las malas costumbres que causan un TDAH se da una respuesta clara a todo lo anterior.
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