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jueves, 26 de enero de 2017

68. AL DE MATES NO LE MATES

Contrastados los modelos finlandés y de Estonia toca volver a los diferentes tipos de profesores y uno de los menos estimados es el de matemáticas. Un ejemplo lo tenemos en alguien que la película de Ron Howard, Una Mente Maravillosa, quiso retratar pero que se quedó en mera ficción. Si bien fue verdad que en 1994 se otorgó el Nobel de economía a John F. Nash (1928 – 2015), el resto de la película mezcla historia con imaginación. Nash, como muchos de los de exactas, era muy raro, quizás el que más ya que padeció de esquizofrenia. A menudo oía voces creyéndose un líder religioso a quién los extraterrestres le escribían. John Nash resultó el tópico profesor de mates que de tan sabio no sabía explicar lo que sabía. El resto histórico no lo busque en la película.

Los docentes alejados de la realidad se repiten a menudo entre doctos profesores que ignoran como hacer llegar sus conocimientos a los estudiantes. Para que un educador de tal índole mejore su condición debe superar dos cosas, su falta de didáctica y su distancia con los alumnos. La didáctica es lo que permitirá al docente emanar atención, comprensión y esfuerzo entre sus alumnos, y si existe una asignatura de difícil atención ésta son las matemáticas. Impartirla debe revestir todo el ingenio del profesor para que resulte mundana y juguetona. Ya mencioné el caso de uno de mates que en la primera clase no daba matemáticas, daba ciencia-ficción. Les contaba primero que las mates residían por todas partes, que no sólo en los libros. Para verlas había que poseer unos ojos mágicos, una visión matemática que había que saber transmitir y enseñar. Ponía ejemplos como las figuras geométricas, los pesos de sus cuerpos o la quiniela del domingo. Luego llegaba al ejemplo más enigmático de las matemáticas, que son un idioma, un lenguaje con símbolos y sintaxis propios como el inglés, el español o el swahili. El problema de tal lengua algebraica era que el cambio de una coma o un punto resultaba nefasto, y que por tanto era un medio de comunicación muy quisquilloso. Finalmente les hablaba de poder comunicarnos con otras civilizaciones extraterrestres gracias a un lenguaje común entre mentes abstractas, las matemáticas. Ya comenté que añadía a todo ello unos toques literarios y cinematográficos con la novela de Carl Sagan y su correspondiente largometraje Contact.

Otro profesor de exactas explicaba las ecuaciones en segundo de la ESO como un juego. Para ello daba a los alumnos unas escasas normas que permitían rescatar la X de la ecuación y calcular su valor fácilmente. La primera ley era pasa quien manda, con referencia al orden de las operaciones que permiten desalojar elementos de una función. La segunda, quien pasa cambia su operación, que no su signo. La tercera, la nueva operación afecta a todos los elementos del miembro, y así hasta tres normas básicas más. Dejar la X a un lado del igual resultaba un juego de rol en donde ésta era liberada de su cárcel. Las dos estrategias anteriores, la de los alienígenas y la de las ecuaciones, acercaban las mates a los chavales evitando que las vieran como algo lejano y abstracto.

El segundo aspecto que permite que un docente sabio, pero alejado de su mente, llegue a ser cercano a sus estudiantes es que le vean humano y que confíen en él. Si este insiste a los alumnos que no utilicen la calculadora en computaciones elementales pero un día deja que los chavales le pillen haciéndolo, mostrará ante ellos su capacidad de pecar. Si durante una clase comete un error flagrante en la pizarra y en lugar de excusarse o disimular pone cara de niño travieso, hará reír a sus estudiantes a la vez que mostrará su humildad con ellos. Hay mil formas para que los adolescentes nos vean humanos imperfectos y no sabios altivos, hasta algunos alumnos aprenden más que matemáticas. Cuenta una leyenda urbana que un estudiante nefasto en matemáticas halló la manera que éstas le fueran de utilidad. Habían pasado ya muchos años entre su profesor de cálculo y este alumno. Éste último ya andaba pasados los veinte cuando un día ambos se cruzaron. El aprendiz saludó a su mentor efusivamente, hasta le invitó a su casa. El docente accedió y al llegar a su domicilio quedó sorprendido, el parco estudiante en matemáticas lucía un caro deportivo ante la puerta de un fastuoso chalet.

-        Bueno, ¿y en qué te ganas la vida? – le inquirió el docente.
-        Pues compro y vendo.
-        ¿Compras y vendes qué?
-        Pues compro cosas a 100 y las vendo a 200, y con este 2 por ciento me gano la vida.

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