Ya hemos observado que pensar que
el colegio ostenta todo el peso de la educación representa un error y hacer lo
mismo con los padres también lo es. Se hace necesario que el conjunto de la
sociedad tome conciencia que todos educamos, desde los medios de comunicación
hasta la dependienta del supermercado. Los alumnos plagian lo que perciben a su
alrededor, si ven violencia suelen volverse agresivos, si viven en el egoísmo
suelen serlo también. Por tanto, centrar la educación sólo en el colegio y las
familias resulta una película a lo George Lucas, pura ciencia-ficción. Hay que
establecer un frente unido sin fisuras entre padres, docentes y administración.
Cabe recordar que los medios de comunicación, los políticos y los intereses
económicos siempre confunden el sistema escolar con el educativo. En España, por ejemplo, todas las
leyes promulgadas durante la democracia han cambiado, que no mejorado, el
sistema escolar dejando de lado las otras partes del sistema educativo como son
familia y administración. Es decir, nuestros políticos llevan más de cuarenta
años confundiendo sistema escolar con sistema educativo, y el primero sólo es
una parte del todo. Por tanto hay que cambiar de planteamiento.
La unidad de criterios es fundamental para educar a los chavales. Esa
avenencia sobrepasa la familia y llega también hasta el colegio. Si existe
cohesión educativa entre progenitores, amigos y docentes se alcanzan grandes
logros. Pero si las divisiones aparecen, las fisuras se abren y los educadores
dejan de serlo. Entonces ellos, los
educables, hallarán todo tipo de libertades que en nada favorecerán su
éxito personal y estudiantil.
Los púberes son muy hábiles en el momento de pedir algo. Ellos aprenden con
gran celeridad quien accederá más rápido a sus demandas. Cuando un adulto les
dice no y va otro adulto y les dice sí, algo no funciona en su educación. Los
hijos marcharán un día de casa y cuando lo hagan es preferible que hayan
aprendido respeto y responsabilidad, no a manipular a sus adultos, ya que en
tal caso no se habrá educado correctamente.
Por tanto frente unido con la pareja y esta con los profesores y la
administración.
A nivel familiar no se deje engañar por sus púberes
con frases como, pues tal me deja,
respóndale un luego hablo con ese tal,
y seamos una pared unívoca entre pareja, colegio y demás adultos vinculados con
la educación de su lechón. El instituto que no secunde esa unión mal educador
será.
La unidad de la que hablamos se halla a tres niveles, entre madre y padre,
entre familia y colegio, y finalmente entre el propio centro y la
administración. Veamos como deben ser para obtener el grado de excelencia en un
centro educativo.
Entre los padres la cosa resulta de lo más complicado ya que el amor
confunde a menudo la objetividad. Jesús dijo de los niños, dejad que se acerquen a mi, pero no que le tomaran el pelo.
Hay que mostrar paciencia, empatía y cariño pero también valores, normas y
conducta. Por ejemplo, cuando una madre dice NO a su hijo pero el padre va y
dice que SÍ el riesgo de discusión crece exponencialmente. Los hijos volarán
del nido en un futuro cercano mientras que los padres deberían continuar como
pareja, o al menos eso se espera. Los adolescentes buscan las fisuras entre
nosotros los adultos para sobrevivir mejor. Jamás los educadores deben discutir
ante ellos ya que les damos demasiada información para que luego nos manipulen
en su favor. Si ven quien les favorece y quien no, ya saben hacia donde irán
dirigidas siempre sus demandas. Por lo tanto, los educadores deberíamos mostrar
el menor número de discrepancias ante ellos para mantener nuestro objetivo,
educar. Es seguro que nadie piensa como su consorte, pero si uno sanciona, el
otro debe apoyar esa decisión aunque la crea ese día injusta. Si se debate algo
entre ambos, es mejor hacerlo en privado y quizás luego rebajar la sanción bajo
consenso común. El hijo debe ver a sus padres como un frente unido y no como a
dos adultos a quien manipular.
El segundo frente de unión sucede entre familia y centro educativo. A
menudo la persona que más se encarga de traer y recoger al alumno es la madre.
Lo mismo se observa en reuniones y entrevistas. En fin, que difícilmente se
puede saber si lo pactado durante una entrevista con uno de los progenitores
será secundado por el otro. Por desgracia la mayoría de los hombres toman menos
peso en entrevistas y reuniones que sus mujeres, algo que se agrava en el caso
de separaciones. Sirva de ello el ejemplo de un colegio que sancionó a un
alumno por violento. Entre otras se le negó el patio del día venidero pero el
escolar se rió de aquella sanción con un padre que le protegía y una madre
ausente por divorcio. A la mañana siguiente el chaval apareció con una nota
papal, que también una bula, donde se le excusaba del castigo bajo el pretexto
de una visita médica. El protegido abandonó el centro en dirección quien sabe
hacia donde y evitó así la sanción. La disciplina del centro quedó
desautorizada y el padre fue el culpable, la madre jamás supo de lo ocurrido.
El tercer nivel de unidad, el de docentes con docentes,
registra casos en donde el egoísmo de unos choca contra el ideario educativo
del resto. Pongamos un ejemplo sencillo, la normativa del centro prohíbe a los
alumnos ir al baño entre clase y clase, siempre y cuando no haya una urgencia,
pero entonces aparece un docente que tiene por costumbre asentir a las demandas
de los alumnos y se abre un acceso
directo desde éste al servicio por encima de las normas del centro. Si otro
profesor mantiene la normativa escolar pasa automáticamente a la papelera de reciclaje como indeseable
por alumnos y familiares. El otro en cambio gozará de ser el bueno y enrollado,
¿se comprende ahora el concepto de unidad entre docentes? Si en su instituto
observa tal discrepancia de criterios algo anda mal por el claustro.
Otra situación en donde los
docentes se desautorizan entre si sucede cuando uno de ellos intercede en favor
de un alumno pero en contra de otro profesor. Comentamos el ejemplo de un
centro en donde unas alumnas de bachillerato pidieron a su profesor llevarse
fuera del centro los exámenes ya corregidos para fotocopiarlos. El docente les
argumentó que no, que la ley no lo permitía y que si las pruebas se perdieran
no podría demostrar quien había suspendido o aprobado ante una inspección
rutinaria. Añadía no obstante que dejaba ver las pruebas durante su clase para
que le plantearan todas sus dudas y anotaran los errores cometidos, algo más
didáctico que simplemente fotocopiar unas hojas. El asunto pareció quedar
zanjado pero días más tarde la jefe de estudios dio rienda suelta a las alumnas
en su demanda al decirles que podían exigir al docente fotocopiar aquellos
controles. A partir de ese momento éste quedó desautorizado en su aula y las
exigencias de sus estudiantes y los conflictos se perpetuaron durante todo el
curso. Obviamente la jefe de estudios cometió varios errores. Por un lado
desautorizar al educador, por otro permitir algo ilegal, y finalmente imponer
su criterio por encima de lo más pedagógico como era que las bachilleres se
fijasen y anotaran los errores cometidos. Contradecir a un compañero, o apoyar
a unos alumnos en contra de éste, trae que otro día estos mismos alumnos crean
que pueden hacer lo mismo contigo, en fin, que todos los educadores salgan
perdiendo. En el futuro otro docente podría desautorizar al primero y así hasta
el infinito, algo que no educa en el respeto y la responsabilidad a nuestros
estudiantes sino que les invita a la manipulación bajo su egocentrismo.
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