Un estudio psiquiátrico del hospital del Vall d’Hebron en Barcelona
demostraba en 2015 que la calidad docente era la correcta y que la causa del
fracaso escolar era externa a estos buenos profesionales. Aun así, ya se sabe que nadie es perfecto y que no hay
que iniciar una caza de brujas en contra los docentes, pero a veces existen algunos
maestros que deben ser avisados de sus errores. Sirva de ejemplo lo que una
sicóloga argumentaba en sus cursos sobre liderazgo. A los empresarios
asistentes les comentaba que era un error callarse ante las equivocaciones de
un servicio. Puede que a muchos les parezca una falta de respeto quejarse si en
un restaurante el cocinero le sirvió un chuleta hecha cuando se la pidió al
punto, pero si nadie se lo explica muchos clientes continuarán sufriendo el
error. Veamos pues los perfiles de ciertos profesores que deben ser avisados de
sus deslices. Comencemos por el TREPA.
Un primer candidato a denunciar es el docente
trepa que vive más preocupado por sus galones que por sus clases. A este
personaje le encantan las reuniones, los actos sociales y las figuraciones que
alimenten su autoestima pero a costa de su calidad educativa. Puede que un
docente así llegue a coordinador de ciclo, a jefe de estudios o hasta a
director para delegar su labor a los demás bajo la apariencia de trabajar mucho
pero solucionar muy poco. Los alumnos, que de estúpidos no tienen ni un pelo,
en breve lo detectan. Por eso es importante que hable usted con sus hijos sobre
el centro. Esas conversaciones le ofrecerán una radiografía aproximada de lo
que ocurre allí dentro.
Un
caso de profesor trepa lo observé en un centro cercano a Tarragona. Allí el
jefe de estudios entrante fue derivando sus antiguas obligaciones a los tutores
mientras informatizaba cada día más el instituto. Bajo la apariencia de
modernidad y eficiencia este trepa iba descargándose de trabajo a costa de
otros. Si antes él debía llevar las faltas de los escolares ausentes, la faena
fue transferida a los mentores de grupo, si las entrevistas con los padres por
exclusión de sus hijos las debía ejecutar él, por arte de magia pasaron a manos
de los tutores y así una competencia tras otra. Este tipo de profesores hasta
puede que se conviertan en prófugos de la tiza y lleguen a dejar el aula para
dedicarse a dar cursos de cómo impartir clases a docentes que sí las saben dar
y que no pretenden abandonar la tiza.
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